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GARMENDIA


Sevilla, 15-VI-1932

Nombre: José Antonio Garmendia Gil.

Firma: Garmendia

Formación: Ciencias Químicas

Profesión: Ebanistero, gastrónomo, escritor y humorista

[ Garmendia, con la sapiente ironía dibujada en el rostro. Fotografía  © 2003 Signatura Ediciones / J.A. Garmendia Gil ]


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HUMOR VERTICAL, artículo por Lombilla

Según la definición que da en su diccionario el ilustre personaje Cipriano Telera Zambullo, natural de Villapana del Belloto (pequeño pueblo de una provincia que no existe), “Olvido” es «Fallo de memoria grasias al cual siguen funsionando las fábricas de paraguas y continúa multiplicándose la espesie» [sic]; luego, si aceptamos a José Antonio Garmendia Gil, humorista gráfico sevillano nacido en 1932, creador del Diccionario de Cipriano Telera y colaborador de La Codorniz o de El Correo de Andalucía, como un humorista olvidado, concluiremos irremisiblemente que dicho humorista es un paraguas o un preservativo (vulgo, condón). Claro que, si amén de que resulta imposible imaginarse a un tipo de la seriedad de Garmendia, aguantando que nadie se refugie de la lluvia bajo sus nobles sobacos o, que es absolutamente descabellado pensar tan sólo en la posibilidad de que alguien con esas nobles trazas de asceta pueda colaborar preservando en “acto” ajeno, a fin de evitar la fecundación o el posible contagio de enfermedades; y si además nos atenemos a la ubicuidad actual de Garmendia en la radio, la prensa local o en los libros que publica constante y pertinazmente, el último apelativo que podría dársele con cierta verosimilitud sería el de “olvidado”.

Sin embargo, este polifacético hombre renacentista, trasunto sevillano de Leonardo Da Vinci, hace tiempo que dejó de dibujar. El Garmendia escritor y el Garmendia radiofónico son muy conocidos en Sevilla, pero el Garmendia dibujante hace años que bebió las aguas del infernal Leteo y se olvidó de esta faceta suya que hoy, como “Orfeos” del humor, intentamos rescatar tañendo no la dulce lira órfica sino la rústica zambomba, por ser más apropiada y acorde con el trapalón Cipriano Telera. A este personaje lo creó hace ya más de treinta y cinco años y ahora, de la mano de la editorial andaluza Signatura Ediciones, ve reeditado su famoso Diccionario de Cipriano Telera (y siete cartas a opá), donde, transcribiendo fonéticamente el habla andaluza, se inventa las definiciones de «dos mil trescientos bocablos, en riguroso horden fabético» [sic].

José Antonio Garmendia nació en Sevilla el 15 de junio de 1932. Se licenció en ciencias químicas por la universidad de Sevilla y trabajó en un negocio de maderas finas, oficio que alternó con el de dibujante. Se inició en el humorismo gráfico en los años cincuenta en la Hoja del Lunes de Sevilla. En los sesenta entró a formar parte de La Codorniz.

Es escritor de periódicos y libros, de los que lleva publicados más de veinte, entre ellos: Poemas de pulpa y cascabel, los recopilatorios La fauna ibera (1971) y El locamerón (1975), ambos con dibujos publicados en El Correo de Andalucía, donde comenzó a firmar en junio de 1970 un chiste diario, Florilegio de chorradas, editado por Signatura Ediciones en 1999, donde recoge, en tantas páginas como días tiene el año, acertijos, adivinanzas, curiosidades, refranes, aforismos, recetas de cocina, horóscopos, partes meteorológicos y detalles históricos, a la manera de los dorsos de las hojas de los almanaques llamados de taco; La Taberna de El Traga y La Pasión llena de Gracia, publicados en 2000 y 2001, respectivamente, en la misma editorial, además del mencionado Diccionario de Cipriano Telera (y siete cartas a opá), que ha visto la luz en 2003.

Actualmente, Garmendia colabora en el programa de radio vespertino de Carlos Herrera, en Onda Cero, Herrera y punto, y hace también divertidas recetas culinarias en verso en el periódico sevillano Casco antiguo. Sin embargo, sus “monos”, esos dibujos que según el director de El Correo de Andalucía en los setenta, el cura José María Javierre, estaban llenos de ternura, vagan por ahí, en descatalogadas recopilaciones perdidos por rincones polvorientos de librerías de viejo, como desamparados protagonistas de un film de Luis Buñuel.

Los dibujos de José Antonio Garmendia eran dibujos verticales de un expresivo y limpio trazo con el que retrataba, con efectividad, los tipos humanos de la sociedad española de su época. Su humor desenfadado no estaba exento de una cierta crítica social que, con la pericia del químico que es, rebajaba de vitriolo con unas gotas de esa ternura que tanto gustaba al director de El Correo de Andalucía. Según reza en las solapas de sus libros, «Su sentido del humor entronca con Valle Inclán, con las greguerías vanguardistas de Ramón Gómez de la Serna y con el absurdo de Mihura o de Tono». También nos dicen que «A pesar de su apariencia, es un sentimental de lágrima fácil, pero sentida, que vive a corazón abierto».

La particular “fauna” que puebla los chistes de Garmendia está llena de pobres que tienen parches hasta en el bocadillo del texto y que, lejos de hacernos reír, nos hacen reflexionar con sus frases certeras: «A los pobres nos resultará muy difícil hacernos oír, mientras las estadísticas demuestren que no existimos»; «Año nuevo, muerte nueva»; y en una viñeta en la que un niño le dice al padre que tiene hambre, éste le responde: «Niño, ¿cuántas veces quieres que te diga que en España ya no hay de eso?». Hay cínicos ricos con sombrero de copa y puro: «Perdón, Dios mío, pero llevo siempre tanto dinero en la cartera que apenas me noto los golpes  de pecho»; hay curas que oyen la radio en el confesionario: «Este árbitro no tiene perdón de Dios»; hipócritas damas caritativas que «hacen caridad porque no saben hacer punto»; catetos filósofos con boina a rosca y un largo etcétera de «bichos racionales» dibujados con economía de medios y colmados de perspicacia y, en general, de fina ironía alejada de ese tópico tan manoseado que se llama “gracia sevillana”.

Los dibujos de Garmendia no retrataban  la realidad sevillana o andaluza en la que él vivía, a la que aludió de modo concreto sólo en contadas ocasiones, sino que eran chistes de tipos y temas nacionales, encuadrables en cualquier punto de la geografía de España. Podría hablarse, tal vez, de unos chistes y un humor de tradición carpetovetónica.  En El Locamerón, demostraba su gusto por ironizar sobre su país, combinando el humorismo escrito con el dibujado con pluma “cervantina”, como así le identificó Antonio Burgos en el prólogo que escribió para su libro La taberna de El Traga.

La razón por la que José Antonio Garmendia ya no dibuja en los periódicos es desconocida. Lo que sí conocemos un poco mejor, gracias a la aportación de los chistes de Garmendia (dibujante olvidado por sí mismo, que no por los interesados en la memoria humorística de este país), es a esa sociedad que él retrató con tino y gracia; gracia que le llevó a dibujarse a sí mismo en un original autorretrato en verso, con el que se presentó a los lectores de El Correo de Andalucía en junio de 1970: 

«Nací en Sevilla; mi apellido es vasco.
Vasca mi sangre, vasca mi figura.
Temo a la gente, la cordial me apura.
La palmada en la espalda me da asco.
 
La hembra me enerva; le doy bien al frasco.
Soy tímido a la vez que caradura.
De cuanto di, jamás pasé factura.
Cuando me pica la ilusión me arrasco.
 
Creo en Dios. Uso barba, como Cristo.
Como Judas también, como el demonio.
Me gusta el mundo y me horroriza el mundo.
 
Soy uno más. Me canso, luego existo.
Adoro a mi mujer, me llamo Antonio,
y me muero segundo tras segundo.»
 

A modo de estrambote para este ingenioso soneto, se podría añadir que José Antonio Garmendia Gil contrapuso a la sociedad de los sindicatos verticales sus particulares  dibujos verticales.


GALERÍA Y PUBLICACIONES


Cubierta de La fauna ibera

Chiste para El Correo de Andalucía, de 1971

Cubierta de El Locamerón

Chiste para El Correo de Andalucía, de 1972

LIBROS DE HUMOR MÁS DESTACADOS ( fichas bibliográficas ) :  

La fauna ibera

© JOSÉ ANTONIO GARMENDIA GIL

© EDITORIAL ALAMEDA

Depósito legal: M-5.947-1971

Edición en rústica

18X12 cm.

221 Páginas

El Locamerón

© JOSÉ ANTONIO GARMENDIA GIL

Depósito legal: SE-80-1975

ISBN: 84-400-8316-5

Edición en rústica

22X14 cm.

205 Páginas

Florilegio de chorradas

© JOSÉ ANTONIO GARMENDIA GIL

© SIGNATURA EDICIONES DE ANDALUCÍA, S.L.

Depósito legal: SE-1375-99

ISBN: 84-95122-11-1

Edición en rústica

17X14 cm.

366 Páginas

Diccionario de Cipriano Telera (y siete cartas a opá)

© JOSÉ ANTONIO GARMENDIA GIL

© SIGNATURA EDICIONES DE ANDALUCÍA, S.L.

Depósito legal: SE-3.340-2003

ISBN: 84-96210-08-1

Edición en rústica

23X16,5 cm.

205 Páginas


VÍNCULOS (otros artículos de Lombilla):

De la risa a la reflexión. Antología de Chumy Chúmez, en Tebeosfera 020123

Laberinto vasco: Minotauro de horror. Mingote y Ussía, en Tebeosfera 020222

Renacimiento humorístico: El humor en la transición, en Tebeosfera 020330

La Golondrizota del Euro, en Tebeosfera 020430

Los borbones en pelota, de Sem, en Tebeosfera 020831

Todo Mafalda, de Quino, en Tebeosfera 021005

La república de la risa (Pascual, mayordomo real), en Tebeosfera 021127

Corazón sobre ruedas (Gaspar), en Tebeosfera 030131

Lo cómico y la caricatura, de Baudelaire, en Tebeosfera 030430

El Aleph de Chumy Chumez, en Tebeosfera 030430

Juan Carlos, dibujando la Ciudad de la Gracia, en Tebeosfera 030430

Mingote, punto y aparte, en Tebeosfera 021005


 [ © 2003 José Luis Castro Lombilla, para Tebeosfera 031223 ]