TEBEOSFERA \ TEBEOTECA \ DOCUMENTOS  \  ARTÍCULO

Hal Foster y el Príncipe Valiente. Comentarios apasionados. (y 2)

[ Leer la primera parte del ensayo ]

Página a lápiz de H.R. Foster, en la que se observa la maestría del autor.

[ Página a lápiz de H.R. Foster, en la que se observa la maestría del autor. Clic para ampliar. ]


Artículo por Eduardo Martínez-Pinna


Las improntas paisajísticas de su adolescencia y juventud, su extraordinaria capacidad para el dibujo, su estilo naturalista, la veneración por los grandes ilustradores mencionados, su gusto por la mitología artúrica, y en general por las sagas épicas y la capacidad para el relato, adquirida por su trabajo como historietista en Tarzan, confluyen en un Foster maduro, cercano a los cincuenta años, y le predisponen para la realización de su particular y personal saga artúrica, que la historia de los cómics reconoce con el nombre de Príncipe Valiente, una de las grandes obras maestras de la historieta universal, y, como dice Bill Blackbeard, uno de los archivos gráficos más imitados por dibujantes de cómics de todos los tiempos.

La capacitación técnica de Foster alcanza su máximo a los pocos meses de empezar la obra. Trasforma la estructura de la sunday, disminuyendo el número de viñetas de doce (como en Tarzan) a nueve. En muchas páginas introduce paneles dobles, triples o incluso cuádruples, vigilando los fondos, y llenando el escenario de figurantes. La contemplación atenta de las grandes viñetas de Foster es una auténtica delicia, pues mientras que el motivo principal de la misma destaca, y propone el clímax de la acción, los acontecimientos secundarios son una plétora de pequeñas acciones, en las que se ven niños correteando, caras detalladas altamente expresivas, personajes que se ruborizan, decoraciones matizadas y documentadas, defectos de estructura como goteras desconchones… armas oxidadas y en general cualquier detalle por nimio que resulte. Como en Tarzan, centra la estructura narrativa en la viñeta secuencia, alcanzando en esta obra todo su significado, que recuerda un escenario teatral, o un plano general cinematográfico, eso sí, perfectamente coreografiado. Los textos también se sitúan fuera de la ilustración dOriginal a tinta. Clic par ampliar.onde trascurre la acción, siendo mucho más poéticos -son suyos- que los de Tarzan, y son siempre acordes con la grandeza del dibujo que apoyan. Es en esta obra, donde se desarrolla lo que muchos comentaristas denominan serial río, relato caracterizado por una historia continua que no tiene los puntos de inflexión propios, marcados por los finales y principios de episodios más o menos extensos e independientes. El tiempo, será pues uno de los protagonistas del relato, pues los personajes pasarán a su través, creciendo, madurando y envejeciendo. Este hecho trae como consecuencia otra de las grandes innovaciones de Foster; la creación desarrollo y maduración de los personajes, incluido el propio protagonista que se aleja de los conceptos arquetípicos, resultando además el personaje más definido de la inmensa cosmología de Foster.

Conoceremos a Val como un niño, y lo despediremos como a un hombre maduro con las cicatrices y el encallecimiento propios de la edad. La variedad de escenarios es también otra de las grandes características de Foster, a las que rápidamente les dota de identidad telúrica y sociológica. Grupos humanos desarrollando trabajos, con fuerte respaldo de archivo documental, y envueltos en un paisaje tan real como espectacular. Este fuerte apego a la tierra, y en general al panorama es absolutamente imprescindible en el desarrollo de una saga de proporciones épicas. No hay que olvidar que Príncipe Valiente, entre otras cosas, lo es. Pero además, no rehuye de las tramas líricas, cómicas, pasionales e incluso costumbristas y familiares, que se definen mejor con planos más detallados, o primeros planos, y en esta técnica de relato Foster sigue mostrando su asombrosa competencia. Dichos planos tienen la misma contundencia que las panorámicas, pues es también un consumado maestro de la anatomía y de la fisonomía. Sus personajes son totalmente reconocibles, y su capacidad mímica y expresiva es consecuente con los sentimientos expresados. Foster trasciende el concepto de ilustrador y entra en la categoría de los grandes narradores, pues su obra, Príncipe Valiente, por bien dibujada que esté, que lo está, es sobre todo una narración en estado puro, y su autor todo un maestro, por mucho que se le acuse de estatismo, rigidez y en definitiva frialdad ilustradora (De Blas, 1978).

Foster y Val. Valoración conceptual.

La valoración de una obra de la envergadura de Príncipe Valiente requiere un profundo estudio y analizar sus múltiples niveles de lectura. Si anteriormente se ha hablado de su rico y variado aspecto formal, caracterizado fundamentalmente por la idea y posterior desarrollo de la viñeta secuencia, del detallismo en la composición, y la formación de personajes alejándolos de los reducidos y estólidos conceptos de los arquetipos, el análisis de sus valores conceptuales resulta altamente gratificante por la modernidad de sus contenidos. Una de las primeras impresiones que recibe un lector neófito es la del respeto y veneración por el paisaje como un entorno puro no mancillado por las incompetentes manos de la humanidad. Cuando la obra navega por estos derroteros adquiere un enorme tono documental que alcanza gran plasticidad y fisicidad en la descripción de técnicas de pesca, caza, elaboración de útiles y enseres como lanchas, trampas, esquíes y demás objetos dentro de un realismo extremo. De esta manera, jamás veremos a nuestro protagonista fabricando un arco de precisión con una fogata y una rama, como si de El Capitán Trueno, o El Jabato se tratara. Por el contrario, los instrumentos son groseros, de un uso limitado e imperfecto, pero con una más que realista y tosca eficacia. Son muchos los momentos en los que Foster rompe el ritmo del relato para incluir unas planchas de ambiente bucólico, que va desde la amabilidad a la ferocidad, y donde la preparación del protagonista supera y triunfa sobre el lado despiadado de la naturaleza. Por el contrario, es relativamente frecuente que el desgaste y la pérdida de control de personajes con roles negativos se acelere por la huida a través de un paraje hostil, bien por el miedo a la venganza de su perseguidor, bien por su propia incompetencia, o por una mezcla de ambas cosas. De esta manera la propia naturaleza es un ente justiciero que acaba con los malvados, o que acelera irreversiblemente su fin. Foster se muestra como un anticipado ideólogo del ecologismo. Por cruel, despiadada y hostil que se torne la naturaleza, incendios, torrenteras, arrecifes, tormentas, marismas y mosquitos, siempre corresponde con un lado amable y pródigo en recursos, tales como los ríos trucheros, la despensa de carne, o el simple solaz que supone tomar el sol y disfrutar de las vistas.

Pero si Foster aparece como un narrador documentalista en contextos naturales, se muestra licencioso en cuanto a ambientación histórica se refiere. Si la acción de la strip sucede en un hipotético siglo V de nuestra era, allí se mezclan sin ningún reparo hechos, ambientes y objetos de muchas épocas históricas, con lo que el resultado final parece como un medioevo de guardarropía de alguna película de la época dirigida por Cecil B. de Mille. Valgan unos ejemplos para ilustrar esa tesis. Cuando Val viaja a Tierra Santa aparece perfectamente dibujada en la plancha 225 la mezquita de Omar, en una época anterior al nacimiento de Mahoma y por lo tanto a la formación del Islam. Se ignora quién fue el inventor de los cascos con cuernos o plumas que lucen los habitantes de Noruega, lo que está claro es que ese tipo de tocados no se ha hallado en ninguna excavación arqueológica. En el relato aparecen sin ningún decoro construcciones de varias épocas, desde el prerrománico hasta el barroco. Demasiada mezcla. Así por ejemplo, la fortaleza de Andelkrag que aparece en la plancha 120 parece un castillo del Rhin del siglo XVI. Las embarcaciones cubren un abanico que engloba varios siglos de historia, desde pecios de cabotaje hasta carabelas modernas, con veleros del siglo XIX, como en el que viaja Val cuando llega a América. Las vestiduras, armamento, muebles, enseres, atalajes de los caballos, e incluso la decoración interior de palacios parecen de la época renacentista. En muy poco tiempo se sucede la invasión huna, la caída de Roma, la cristianización del norte occidental, la aparición de focos nacionalistas irlandeses, y hasta el posible desPágina de Prince Valiant. Clic para ampliarcubrimiento de América por los vikingos, eso sí, basado probablemente en textos apócrifos, de la época de Eric El Rojo.

Da igual, puesto que la obra no es una lección de historia. Son tan sólo licencias para encuadrar y dar espectáculo a un relato, en un tiempo y espacio que resulta falso. La buena documentación de los cómics medievales se halla en el género histórico propio de los álbumes franco belgas, en los que autores como Hermann, Rouge, Adamov o el excelente Julliard se lucen en la ambientación histórica, con unos archivos y referentes infinitamente superiores a los de Foster. Ni siquiera la cuidada, documentada y aburrida topper (historia complementaria en formato parecido a una daily, y en color, que ocupaba el tercio inferior de la sunday, quedando los dos tercios superiores dedicados al título principal) Castillo Medieval, obra de Foster e incluida en las sunday pages de Prince Valiant desde el 23 de abril de 1944 al 25 de noviembre de 1945, puede competir con la pulcritud documental que exhiben los autores europeos anteriormente citados. Pero si en los detalles de ambientación Foster no anda muy fino, sí que es extremadamente cuidadoso en el tema equino, con una documentación meticulosa y exquisita. Salvo el uso de algunos caballos comodines, estos animales están retratados en toda su realidad. Los hunos montan caballos de tipo “Tarpan”, pequeños y resistentes. El poderoso caballo de guerra del Príncipe Valiente, Arvak, es un “Clydesdale” de estampa realista. Los caballos de los fiordos, jacas, y caballos beréberes norteafricanos son iguales a sus modelos. Llama la atención el realismo que imprime en las actitudes, expresiones de cansancio, miradas agresivas propias de los équidos, sudor casi físico, su buen o mal estado de carnes, y en general su dinámica y sus posturas en estación.

Foster crea personajes alejados de los arquetipos. Uno de los trucos narrativos más típicos de un relato consiste en fomentar la personalidad de los personajes secundarios, descargando de esta manera el peso de la narración sobre el protagonista, generalmente muy desdibujado. Will Eisner era un consumado maestro de esta técnica, pues The Spirit es tan estólido y tan pétreo que su capacidad de respuesta se hace prácticamente nula, por lo que su autor carga toda su creatividad en la humanidad de los secundarios, especialmente mujeres, y personajes que en el cine se llaman de reparto. Otro de los trucos consiste en incrementar el maniqueísmo, por lo que los buenos y los malos están separados por barreras éticas y estéticas infranqueables.

Foster elude ambas técnicas, molestándose en hacer aparecer al protagonista como el personaje más matizado y trabajado, y además permite a muchos de los secundarios franquear los roles de buenos y malos, por lo que aparecen más reales. Ni el malo es tan maléfico, ni el bueno es tan santo. Foster pone tonos de gris. Como el gran narrador que es, crea con gran soltura personajes femeninos, tanto en las partes más épicas del relato, como en las líricas, y por supuesto en las cómicas domésticas y costumbristas. En el relato aparecen brujas, reinas, fregonas, matronas, seres de enorme poder y ambición y almas cándidas. La inteligencia, sin el uso de los tópicos ardides femeninos, caracteriza a estos personajes, y en general asumen los mismos roles que sus contrapartidas masculinas. En aquella época pocos autores consideraban los personajes femeninos como algo más que una decoración o lastre para el héroe. Sin llegar a la profundidad que alcanza Caniff en Terry y los Piratas, y sobre todo en Steve Canyon o el ya citado Eisner, las mujeres de Foster son de las mejor tratadas en el cómic de aquellos años.

Una obra tan larga, y en general con un ritmo tan elegante y sostenido, está cuajada de momentos magistrales, de subtramas atinadísimas y de viñetas clímax que parecen grandes cuadros aislados pero que adquieren su enorme significado en la estructura del relato. Cuando el rey Arturo nombra a Val caballero ante el alborozo de sus camaradas, muchos de ellos heridos y ennegrecidos por el fuego, en un campo cuajado de cadáveres de enemigos (plancha 103) Foster se viste del tono más épico, y retrata sin pudor una gloria merecida. La caída de Andelkrag por la barbarie fanática, y la posterior guerra contra los hunos, en una clara alusión de la II Guerra Mundial, es una de las mejores subtramas de la obra. En la enorme viñeta de la página 165 se ve a un Príncipe Valiente vestido de pescador, hablando de la guerra, y por extensión de la vida, ante un grupo de pomposos generales ávidos de gloria, y con caras de incapacitados para su oficio. Esgrime un libro de la historia del mundo (licencia poética del autor), y en su parlamento afirma que las conquistas sangrientas son poco perdurables. Para él, la guerra contra los hunos no era más que un acto de defensa ante una hueste intolerante y fanática. No desea expandir fronteras, sino mantener las ganadas que van a separar la civilización de la barbarie. Esta viñeta como otras de análogo significado constituyen una declaración de intenciones de Foster, un intento de mantener un modo de vida que en un futuro próximo la intolerancia y el oscurantismo van a mancillar. Previamente en la plancha 160, ha mandado la cabeza del general huno a su caudillo, con una irónica nota, por la que le explica que las huestes asiáticas no son invencibles. La inteligencia y la motivación pueden derrotarlas. En el rapto y la seducción posterior de Aleta, su futura esposa, descansa una trama cuajada de pasión y delirio. La obnubilación y la pasión de Valiente dejan paso al comienzo de su madurez, en los ardientes desiertos del Mediterráneo Sur. La destrucción de un estado para liberar a su novia raptada por un cruel y sibarita señor de la guerra no niega la inteligencia del protagonista para aprovechar todos los recursos que en ese momento tiene a su disposición, incluida la manipulación de dos caciques débiles para que pongan un ejército liberador a las órdenes de Val. La muerte de Donardo, el raptor de Aleta en manos de su sanguinario novio, no deja de ser un acto deportivo para ambos contendientes. El sátrapa acepta la muerte a manos de su enemigo con la misma sencillez que aceptaría una derrota de ajedrez.

La mezcla entre la pasión amorosa de Val y su frialdad e inteligencia como estratega, avalan la buena construcción de personajes de Foster: En pocos meses, y a consecuencia de una persecución despiadada en medio de una naturaleza hostil, Val y la grávida Aleta llegan a América. Tras las violentas páginas del feroz acoso de Val al príncipe Ulfrun, la lírica se impone en el relato, en lo que quizás sea el momento cumbre de la obra. Foster con un ritmo lírico y evocador suspende el relato durante casi cuatro meses, para dar pie a su propia nostalgia retratando los paisajes de su juventud (se aproxima a los sesenta años) y narrando tan sólo el parto de Aleta, en medio de una sucesión de grandes viñetas que tan sólo describen el paso de las estaciones en el momento más documental y lírico de la obra. El autor está disfrutando y contagia ese ardor a sus lectores. La pasión de Foster por la civilización se desata en la plancha 750, en la que dos caballeros paganos amigos de Val se despojan de todo su atalaje guerrero y ayudan a colocar la piedra angular del arco de una iglesia a Mario el Dálmata, un cantero que en su arrogante sencillez parece un rey. La escena es metafórica. Las armas se abandonan y se construye una civilización, y para cimentarla solo se necesita la voluntad. En el pictograma final de la plancha, bellamente descrito por Foster se ve el gran esfuerzo físico de dos caballeros, un esclavo liberado, un monje y el mencionado Mario en un trabajo conjunto que simboliza muchos de los aspectos positivos de la humanidad. El arte de crear frente al demérito de la destrucción. Es toda una declaración ideológica realizada por un poeta.

Sin abandonar las gestas artúricas de la que la obra es deudora, el propio rey Arturo le pide a Val que averigüe la verdad sobre el grial. Con la mentalidad científica del protagonista, éste se ve en la duda. El mismo San Patricio en el verde y encantador paisaje irlandés le dice a Val que la copa no es más que un mito. Cuando Val le lleva esa información al rey, Arturo duda, evolucionando de leyenda a persona real. Al fin y al cabo es encantador creer en mitos, pero estos tan sólo son lo que son. Quimeras.

Conclusión. El espíritu de Foster sigue vivo.

En lPágina de Prince Valiant. Clic para ampliara gran época de la strip, desde principios de la década de los cuarenta a principios de la de los sesenta, Foster es un hombre maduro que trabaja sólo, prácticamente sin asistentes, y llegando a trabajar 50 horas semanales, según el estudioso Maurice Horn. Frente a la producción industrial de un comic book en el que se ven interesados muchos operarios, tales como argumentistas, guionistas, dibujantes de lápiz, entintadores, fondistas y coloristas, todos ellos sometidos a la presión de editores que en muchos casos castran la creatividad de los narradores, Foster trabaja solo y prácticamente sin presiones editoriales. Es un artesano concienzudo de gran capacidad y entrega, avalada por un extraordinario ritmo de producción. El hombre maduro va convirtiéndose en el anciano que merma su capacidad, y ya con cerca de 80 años se va retirando, dejando un trabajo de más de 1.750 páginas

Su gran profesionalidad y su consideración con sus lectores le motivan a elegir el que será su sustituto, en el dibujo, ya que los textos todavía seguirán siendo suyos. Por lo que no deja de ser un curioso ejercicio observar páginas de comienzos de los años setenta que vienen sin firmar y están realizadas por los aspirantes a ser los sucesores del maestro. Se aprecian los estilos de Wally Wood (plancha 1.762, de 15-XI-1970), y del que será su continuador John Cullen Murphy (siendo su primera plancha la 1.757, y alternando con Foster hasta la 1.788, de 16-V-1971, y última del viejo maestro). El canto de cisne de Foster, su última firma aparece en la plancha que hace la número 2.000 de 8 de junio de 1975, y representa su final como artista y, prácticamente el  de su vida. Incapaz de dibujarla utiliza para su última página dibujos anteriores, y la titula “Efemérides en la vida de Val”. Foster emprende la última curva de su camino, deteniéndose el 29 de julio de 1982. La paulatina retirada de Foster va mermando la calidad de la obra, por otra parte ya iniciada debido a la avanzada edad del autor, y al lógico desgaste que sobreviene tras mantenerla tantos años en edición. Cuado John Cullen Murphy va haciéndose con el control de la obra, esta ya no es sombra de lo que llegó a ser.

Pero como se suele decir, los viejos maestros nunca mueren… del todo, y su espíritu se ha mantenido en la obra de bastantes autores. Muchos críticos y estudiosos del cómic, opinan que el estilo de Foster es uno de los que más influencia han generado. Para Mariano Bayona Estradera, las obras más imitadas de todos los tiempos son Superman, Flash Gordon y Príncipe Valiente. Bill Blackbeard afirma que las viñetas de Foster son las más fusiladas en la historia del cómic. Antonio Lara, sin embargo, propone a Milton Caniff, como uno de los grandes autores seminales. Muchos estudiosos profundizan en estas ideas, guardando las distancias con líneas polemistas más fugaces, tales como Maurice Horn, Ron Goulart, Javier Coma… Queda pues claro, según esta línea de pensamiento ortodoxo, que autores como Caniff, Raymond, Hogarth, Foster, y el propio Eisner constituyen la referencia más emblemática y conocida de los cómics realistas actuales, y sobre ella evolucionan, y a veces involucionan, las grandes innovaciones técnicas que se crearon en la época más clásica del cómic norteamericano, y por extensión mundial.

Los imitadores de Foster se cuentan por docenas. Muchos cualificados dibujantes “toman prestadas” secuencias, con lo que añadido a una incapacidad para estructurar los relatos, da como resultado una elegante sucesión de viñetas sin ritmo narrativo. Algo tan frío como estático, y que tan bien ha definido J. M. de Blas en referencia hemerográfica anteriormente citada. Pero al igual que existen este tipo de dibujantes, hay autores que asumiendo sus influencias, son capaces de adaptarlas a su estilo, fusionándolas con otras, para originar trabajos o estilos de fuerte capacitación estética. El hálito de Foster y su razón se mantienen entonces vivos, y con la misma vigencia que la mantenida en sus tiempos de gloria, cuando su firma se estampaba como marchamo de calidad en sus planchas. El somero recorrido que se va a plantear, permanece ajeno al formato dominical, expandiéndose además a otros países, avalando con otra razón más, que la obra de Foster es universal.

Teniente Blueberry, obra del tándem Jean Michel Charlier / Jean Giraud, asume influencias “fosterianas” en la interacción del ser humano con un medio hostil. En los álbumes “La mina del alemán perdido” y “El fantasma de las balas de oro”, el paisaje del Monument Valley en Utah (clara referencia a los westerns de John Ford) constituye una auténtica pesadilla para los protagonistas, en forma de una naturaleza hostil que produce avalanchas, asfixia, sed y claustrofobia, que se acompaña de cargas de caballería caóticas de indios apaches, y de la letalidad ponzoñosa de algunos reptiles. Es en estos títulos de 1972, en donde los autores alcanzan la cima estética de esta magnífica serie.

Un paisaje abierto con fuerte presencia de caballos aparece en las brillantes composiciones de Franz, en la serie Muñeca de Marfil (desde 1988). La guerrilla, el sabotaje, y en general los golpes de mano tan propios de las tramas “fosterianas” tienen cabida en esta magnífica serie. Dibujantes como Grzegorz Rossinski (Thorgal, con guión de Jean Van Hamme), y el gran clásico José Luis Salinas, se impregnan del estilo de Foster, en sus composiciones pictográficas, o como en el caso del argentino en la fisonomía y aspecto físico de sus personajes, entre otras muchas similitudes.

En EE UU las influencias de nuestro autor son meridianas, incluso en formatos tan alejados de la sunday, como lo son los comic books o los magazines. Autores como Barry Windsor-Smith o John Severin, han tenido una interesante vena “fosteriana”. Junto a estos cualificados historietistas, existen obras con la misma calificación cuya esencia y significado, constituyen un cálido y encendido homenaje al ya por entonces anciano maestro. John Bolton, el dibujante que mejor ha plasmado a King Kull le rinde tributo en las historias “La sangre de los reyes” (Kull the Conqueror # 2, de marzo de 1982) y sobre todo en  “El diablo en el espejo” (Bizarre Adventures # 26 de 1982), ambas escritas por un inspirado Doug Moench. La composición y ritmo sosegado, la viñeta secuencia y el enorme detallismo de Foster están presentes en ambas obras, sobre todo en la realizada en blanco y negro realizada para el magazín. Hasta la presencia física de Kull, recuerda el aspecto de un Príncipe Valiente maduro, y sobre todo amargado. John Buscema, otro de sus más declarados admiradores, asume semejanzas manifiestas en la historia “En busca del Rey” (Marvel Preview # 22, de 1980), también escrita por Doug Moench, con tema artúrico incluido, en donde caras, ropajes, ambiente y montaje narrativo, remedan con intención la estética de Foster.

Para cerrar este capítulo se hace menester nombrar la gigantesca figura de Mark Schultz, autor de la obra maestra Xenozoic Tales. Este personalísimo autor es capaz de manejar y asumir un rosario de ricas y variadas influencias, incluida la “fosteriana”, en los episodios titulados “Excursión”, y “El último eslabón de la cadena”, que versan sobre una tranquila actividad pesquera que se complica con la amenaza de invertebrados letales, o el acecho que sufre el protagonista por un pavoroso terópodo. La presencia del maestro se advierte en un llamativo componente telúrico y en las actividades comunitarias de un clan. La lista de discípulos está muy bien nutrida.

A modo de epílogoPágina de Prince Valiant. Clic para ampliar

Príncipe valiente es un trabajo que agrupa muchos calificativos. Su autor comienza en la historieta de una manera mercenaria, y va convenciéndose de sus posibilidades, por una razón que en principio resulta crematística. Si Tarzan es una obra pionera que cambia la deriva del cómic al instaurar el realismo, Príncipe Valiente es una obra de consagración realizada por un autor, que ha trasformado su concepto mercenario y pecuniario, por vocación. Este hecho ha quedado patente a todo lo largo del estudio. No es el cómic pionero representado en Tarzan. Entra en el concepto de cómic  innovador, que se acoge a un estilo pictórico, y a una narración basada en la presentación de viñetas secuencias en los momentos clímax del relato, y su vigencia se ha mantenido, y se mantiene, por los centenares de autores y dibujantes que asumen o adaptan sus influencias. Príncipe Valiente es un clásico con todo el prestigio que ello reporta… y además es una obra maestra.

Bibliografía:

BARINGO, Víctor (1988-1992): Príncipe Valiente (edición y correos del lector), Ediciones B, Barcelona

BARRET, Robert R. (1992): Biografía de Foster, prólogo a Tarzan en Color, Volumen 3, Ediciones B, Barcelona (septiembre de 1994)

BLACKBEARD, Bill (1992): “Dibujante del absurdo, prólogo a Tarzan en Color, Volumen 1, Ediciones B, Barcelona (enero de 1994)

BLACKBEARD, Bill (1992): “El padre adoptivo de Tarzan, prólogo a Tarzan en Color, Volumen 2, Ediciones B, Barcelona (marzo de 1994)

COMA, Javier (1978): Los cómics. Un arte del siglo XX, Ediciones Guadarrama: Universitaria de Bolsillo, Barcelona

COMA, Javier (1991): Diccionario de los cómics. La edad de oro. Plaza y Janés S.A., Barcelona

CUCCOLINI, Giulio C. (1998): “Howard Pyle and the Roots of the Artistry of Hal Foster”, en Hogan's Alley, 5, Bull Moose Pub., Atlanta

DE BLAS, Manuel (1978): “El mundo mágico de Corto el de Malta”, en Sunday #3, Mariano Ayuso editor, Madrid (enero de 1978).

FRATINI, Eric. PALMER, Oscar (1999): Guía básica del cómic. Nuer Ediciones, Madrid

GOULART, Ron (1983): “Mirando hacia atrás, mirando hacia delante”, en Historia de los cómics, Toutain Editor, Barcelona

HORN, Maurice (1983): “La decadencia de la aventura”, en Historia de los cómics, Toutain Editor, Barcelona

REITBERGER, Reinhold y FUCHS, Wolfgang (1974): Los cómics (tratado publicado por entregas en la revista Zeppelin números 2 al 12). Buru Lan, San Sebastián

VÁZQUEZ DE PARGA, Salvador (1983): Cuando el cómic es nostalgia. Harold R. Foster. Toutain Editor, Barcelona

VICH, Sergi (1997): La historia en los cómics. Glenat Ediciones, Barcelona


[ © 2003 Eduardo Martínez-Pinna, para Tebeosfera 030430 ]