TEBEOSFERA \ DOCUMENTOS  \  ARTÍCULO

NACIMIENTO Y PRIMEROS PASOS DE EL RROLLO ENMASCARADO

Artículo por Antonio Martín

[ <  leer presentación  ]

[ Recopilación de las tres primeras publicaciones de cómic underground que se comentan en el artículo: El Rrollo Enmascarado, Paupérrimus Comix y Catalina. Inmersa en el texto se halla la portadilla de Paupérrimus, extraída del núm. 56 de Nueva Dimensión, con cubierta de Nazario todas ellas ]


   He aquí la crónica veraz y detallada de la gestación y nacimiento del primer tebeo underground español, El Rrollo Enmascarado, y de las vicisitudes legales por las que sus autores debieron atravesar, con la inclusión de un importante texto legal. Todo lo cual dio lugar al nacimiento del cómic underground en nuestro país y, además, supuso el reconocimiento público de que el concepto de moral es esencialmente mutable. Lo que en su conjunto significa la primera y quizá más importante aportación que gentes como Javier Errando Mariscal, Nazario Luque, los hermanos Farriol y otros dibujantes han hecho a la historia del tebeo español.

Primer Acto

   La historia comienza hace algo más de un año, en 1973, con la aparición de Javier Errando Mariscal, valenciano, dibujante y suscriptor de la revista Bang!–de él se hablaba en el núm. 1 de Bang!, por ser dibujante o más bien aprendiz de dibujante pop–. Javier aparece por Barcelona cargado de ilusiones, con una apariencia muy hippie –collares, pelo largo rizado, ropa llamativa y, sobre todo, una manera de hablar “cantarina”–. Trae consigo dibujos, muchos dibujos, dibujos inocentes, sencillos, que son más bien pequeñas anécdotas sin apenas historia, frecuentemente líricas. Quiere que veamos sus dibujos y opinemos.

   Errando Mariscal logra colocar sus dibujos en la revista El Ciervo. Los envía también a toda clase de revistas, desde Hermano Lobo a Mata Ratos pues lo que le importa es publicar. No recuerdo dónde pero le compran algo suelto, sin continuidad. En cambio El Ciervo sí le publica con continuidad, sobre todo su serie de tiras y pequeñas historietas protagonizadas por “El señor del caballito”, entre ellas hay trabajos muy buenos.

   Aparece por mi casa, que también es Redacción y editorial de la revista Bang!, almacén de revistas, tebeos y libros y lugar de reunión de aficionados y estudiosos de la historieta, varias veces. En una de sus frecuentes visitas, Javier me dice que ha ido encontrando a otras personas estupendas a las que también les va el dibujo, como a él, que quieren dibujar, porque sí, sin mayores pretensiones comerciales, que las de ver algún que otro de sus dibujados publicado de vez en cuando. Estas gentes serán, a la larga, los miembros del equipo fundador y editor de El Rollo Enmascarado, el primer tebeo underground español.

   Un día aparecen por casa todos juntos, en bloque, cinco, seis o siete tíos. Después volverán en diversas ocasiones. Son los amigos de Errando Mariscal. En el grupo destacan tres personalidades concretas: Javier, frágil, pequeño, de aspecto inocente. Los hermanos Farriol, que parecen ser los más despejados, los que tienen mayor contacto con la realidad, el mayor de ellos ha sido grafista, publicitario y, harto de todo ello, lo ha dejado para dedicarse a dibujar –más tarde será el responsable de El Rrollo..., ya llegaremos a eso–. Y el que tiene una personalidad más fuerte y es el autor más interesante de todo el grupo, Nazario, maestro nacional, con mucha personalidad y con mucha timidez a cuestas, que vence destacándose como el más provocador.

   Todos ellos dan la misma pinta: collares, abundancia de anillos, pelo largo en melena más o menos rizosa, ropas extrañas y llamativas, y Nazario les gana a todos –recuerdo que en su primera visita me sorprendió su aspecto: un chaleco de malla muy abierta, sin camisa, a pelo sobre la piel, maquillado, uñas pintadas y agitando con garbo un abanico–, comportamientos hippies y un tono de voz entre el zumbido cantarín y el ronroneo, aunque la mayoría callan por timidez –ahora pienso que quizá sea yo el raro a sus ojos, quizá les impongo, no lo sé y nunca me lo dicen–. Todo ello no quita para que algunos del grupo siga con su familia para vivir más fácilmente. En conjunto, y por lo que pesco en esta y otras visitas que me hacen, el grupo no presenta una ideología coherente ni unas ideas políticas especialmente avanzadas como tal grupo.

   Pero quizá todo ello no importe demasiado, ya que en conjunto estos dibujantes representan el mejor ejemplo de underground que he conocido hasta la fecha en España. Dibujan porque les gusta dibujar y quieren expresarse. Cuentan cosas pequeñas pero molestas, sucias y desagradables para el establishment y saben que molestan a éste, pero no porque su idea inicial, su pretensión consciente, sea la de molestar a nadie, ya que simplemente dibujan como les sale. Están borrachos de Crumb y de la mayoría de los grandes “under USA”, lo saben, lo admiten, creen que es un camino para aprender a dibujar como esos tíos a los que admiran. Y es verdad, viendo trabajos de la gente de El Rrollo a lo largo de un año, he podido comprobar como comienzan copiando a un autor que les motiva especialmente, lo asimilan y finalmente cuando han aprendido de él lo abandonan. Y, ojo, también admiran y siguen a los viejos clásicos de la historieta de humor española comenzando por Urda, Benejam, Tínez, Coll, y hasta algo de Cabrero Arnal que Pamies ha podido ver durante su infancia en Francia

   Lo cierto –esto lo comprobamos en algunas minidiscusiones que Javier Errando ha tenido con nuestro ideólogo particular, nuestro de la revista Bang !, Segarra, “pesuquero” en estado puro– es que las gentes de El Rrollo en conjunto carecen de ideología en sentido político. Solo quieren vivir. Y vivir a su aire... y a esto se reduce su posición.

Segundo Acto

   En siguientes reuniones hablamos y hablamos. Van enseñándome dibujos y contándome los proyectos que se les ocurren. Son lectores de tebeos, y no han leído nuestra revista Bang! de teoría sobre historieta, porque la teoría no les interesa. Les gusta y les interesa la historieta, dibujar historietas. Son conscientes de que ninguna de las empresas editoriales establecidas publicará sus historietas y quieren hacer un tebeo con sus dibujos y recurren a mí proponiéndome que lo edite, porque les debe de parecer que tengo una gran experiencia. Y la realidad es que yo no me atrevo a editarlo, pues bastante tengo con sacar número a número Bang!, siempre al borde de la legalidad.

   Por esta razón les pongo en contacto con el taller que imprime las cubiertas y otros materiales de los Boletines Informativos de nuestra revista, Agil Offset, en la calle Topacio 21, en Gracia, respondiendo yo de la gente de El Rrollo ante el impresor, para así vencer cualquier posible intranquilidad del mismo ante el aspecto poco convencional de mis nuevos amigos.

   Aparecen en sucesivos momentos por casa y discutimos el modelo de publicación. Vamos, van, a la imprenta varias veces, hablan con el impresor repetidamente. Toman como prototipo para su tebeo el tamaño de folio prolongado doble página. Deciden el número de páginas que tendrá el tebeo y darle una portada en cartulina impresa en colores. Y que vaya grapado al centro. El tebeo se titulará El Rrollo Enmascarado. Y lo más importante: si todo va bien y recuperan el dinero invertido en la impresión, éste será el primero de una serie de tebeos que mantendrán una unidad de título pues la segunda parte del mismo y en todos los siguientes tebeos conservará el adjetivo “Enmascarado”.

   Fuera de las primeras indicaciones generales que les hago, los de El Rrollo se lo hacen todo ellos solos, aprendiendo de sus conversaciones con el impresor. Suyo es el mérito total del producto final y de su edición. A ellos se les ocurre utilizar en distintas páginas tintas de distintos colores y todas las ideas gráficas, que en gran parte toman de lo que han visto en las publicaciones underground de otros países. Vamos, que viven plenamente lo que están haciendo.

   Con el tebeo ya casi acabado pasamos a concretar ciertos puntos específicos e importantes.

   Hablamos de la forma de distribución de este primer número. Yo les ofrezco que se puede vender a través de nuestro fichero de suscriptores de Bang! y que además puedo localizar para ellos dos o tres librerías seguras en cuatro o cinco ciudades españolas. Si a ello le sumamos los posibles envíos a otros países, calculo que podrán colocar en firme entre 500 y 600 ejemplares. Otros posibles canales son las Universidades, distintas Escuelas de Periodismo, algún cine de arte y ensayo, intercambios con otros fanzines, etc. Ante estas posibilidades deciden imprimir 1.000 ejemplares.

   Y esto nos lleva al principal problema a resolver: ¿En que forma y bajo qué fórmula plantearán la edición? Más claro y concreto: ¿Cómo editar El Rrollo Enmascarado: de forma absolutamente legal o pasando de legalismos? Es sencillo, si se quiere vender El Rollo... en librerías, de forma abierta, ello implica la necesidad de presentar el tebeo al trámite del depósito previo y cumplir los restantes trámites legales exigidos por el Ministerio de Información y Turismo. Y hay otro camino: vender El Rrollo... solamente en librerías totalmente seguras, de confianza, que conocemos y donde nos conocen, como es la Librería Letteradura en Barcelona, y que lo vendan de tapadillo, sin haberlo presentarlo antes al Ministerio.

   En resumen, las opciones son: editar el tebeo en plan pirata y si sale bien pues bien, aceptando que si la cosa sale mal y les pescan se corre el riesgo de recibir un palo. O editarlo legalmente, presentándolo al Ministerio de Información previamente a la distribución y corriendo entonces el riesgo de que lo prohíban y lo secuestren, pero sin mayor riesgo de sanción o palo. Hay que elegir entre ambas opciones y ambos riesgos.

   Los de El Rrollo deciden ir por lo legal.

   De acuerdo con su decisión me dedico a estudiar la Ley de Prensa e Imprenta, la llamada “Ley Fraga”, buscando cómo editar El Rrollo Enmascarado por lo legal. Recuerdo los trucos legales a los que tuve que recurrir para editar los primeros números de Bang ! –publicados bajo la ficción de que estaban escritos por una sola persona con diferentes seudónimos–, pudiendo así presentarse al Ministerio como una obra editada por el propio autor de la misma. Les explico en detalle este camino. Es la fórmula habitual utilizada por los poetas locales que se editan su propio libro de poesías o por novelistas de poca fama que recurren a este sistema para ver su obra en letras de molde. Busco en la Ley de Prensa y encuentro su Artículo 50, Título 3, allí donde dice: «Si la publicación unitaria fuera editada por cuenta de su autor y sin pie editorial, dicho autor asumirá la responsabilidad y deberes de la Empresa Editorial, siendo subsidiariamente responsable el impresor».

   Armados de la Ley tiramos adelante.

   La gente de El Rrollo Enmascarado decide que sea Miguel Farriol quien aparezca como autor / director del tebeo por ser el de apariencia más “respetable” y de más edad. Aún una anécdota: Cuando el tebeo ya está impreso descubro que no lleva ninguna mención de autor / editor pero sí pie de imprenta. Para evitar posibles líos futuros –imprevisibles pero posibles– que no deberían recaer sobre el impresor, que al fin y al cabo no es consciente de lo que está imprimiendo (sólo dice que le parece “raro” y “los dibujos muy feos”), digo a los de El Rrollo que es necesario hacer constar una referencia editorial. Para ello hacen un sello de caucho con el nombre y dirección de Miguel Farriol con el que se sellan los ejemplares que irán al Ministerio para cumplir el trámite del depósito previo.

   Recordando viejas mañas, les sugiero que en lugar de los 1.000 ejemplares impresos declaren que la tirada es de solo 300, para que así el Ministerio de menos importancia a El Rrollo Enmascarado.

 Tercer Acto

   Recapitulo. Se trata de un grupo de cinco o seis dibujantes amateurs, más o menos underground / hippies que han decidido de buena fe hacer su tebeo y venderlo. Suelen dibujar desde lo más inocente a auténticas burradas gráficas, historias de apariencia cotidiana repletas de penes y situaciones equívocas. Han decidido que su tebeo pase por el trámite legal y por ello, conscientes de lo que significa, han suavizado para la ocasión la expresión gráfica de sus historietas. Este primer tebeo está dibujado por Miguel Farriol, su hermano, Javier Errando Mariscal, Roger, Juan Villafuerte, Nazario Luque, Antonio Pamies, Guillermo, y no sé si alguno más, o sea el grupo de El Rrollo al completo más dibujos de algún conocido, como Villafuerte, cuyos dibujos les han gustado y van a publicarlos aunque el no pertenezca totalmente al grupo. Ahora bien, no olvidemos que oficialmente, ante la autoridad competente, no existe tal grupo y sí solamente Miguel Farriol que aparece como autor / editor de El Rrollo Enmascarado. El grupo paga entre todos, a escote, la edición de los 1.000 ejemplares del tebeo, 25.000 pesetas.

   Preparo, escribo y cumplimento la documentación necesaria para que Miguel Farriol la firme y junto con ella presente los preceptivos 6 ejemplares de “su” obra unitaria El Rrollo Enmascarado al Ministerio de Información y Turismo, Sección de Ordenación Bibliográfica, para cumplir el trámite del depósito previo a la circulación, previsto por la Ley de Prensa e Imprenta. Ejemplares y documentación se envían por correo certificado a Madrid, sede centralizada de dicha dependencia ministerial. Oficialmente se han impreso 300 ejemplares.

   Al cabo de unos días Farriol me llama alarmado. El Ministerio les ha devuelto los ejemplares diciendo que tururú, que Farriol no es editor (existe un Registro de Editoriales que controla el Ministerio y él no consta en el mismo) y que por tanto no le admiten los ejemplares a depósito. Le enseño una vez más la sacrosanta Ley, le hablo de los derechos de los españoles –retrospectivamente, al recapitular aquí lo sucedido, puedo reírme de mí mismo por mi ingenua creencia en la virtud de las leyes– y redacto una carta que él copiará y firmará por la que ante el Ministerio se acoge al Artículo 50/3 de la Ley de Prensa e Imprenta como editor de su propia obra.

   Se envía la carta y Madrid contesta que sí, que muy bien, que de acuerdo con la Ley de Prensa aunque no es una empresa editorial se acepta la figura del autor editor responsable, pero que por estar radicado en Barcelona presente los ejemplares del tebeo en cuestión en la Delegación barcelonesa del Ministerio de Información y Turismo. Así se hace y Miguel Farriol presenta la documentación en la delegación de Barcelona el día 7 de septiembre de 1973.

   Al día siguiente la policía, los grises, se presenta en la imprenta Agil Offset y después en casa de Farriol para secuestrar las planchas de impresión y los ejemplares de El Rrollo Enmascarado. La orden no parte del Ministerio, sino del Fiscal de Orden Público. Hay que saber que existe un fiscal dedicado exclusivamente a los temas de prensa al que el Ministerio de Información envía automática e inmediatamente un ejemplar de todas las publicaciones que se presentan al depósito previo obligatorio... lo cual yo no había tenido en cuenta. Este fiscal, al margen de lo que haga o deje de hacer el Ministerio, está facultado para tomar sus propias decisiones si cree que una publicación puede incurrir en algún tipo de falta o delito referido al orden público. En este caso, el Fiscal de Orden Público considera que Miguel Farriol ha incurrido en un delito de escándalo público con su tebeo.

   Así es como se da la situación paradójica de que una publicación que, como El Rrollo Enmascarado, ni siquiera ha sido distribuida, puede ser considerada delictiva y secuestrada por orden del Fiscal. Paradojas de la ley en esta España nuestra.

   Y entramos ya en el juego legal, la búsqueda de abogados que defiendan a Miguel Farriol y cómo conseguir el dinero para pagarles, las alegaciones de que tan solo son 300 los ejemplares impresos, que el autor / editor ha procedido de buena fe sin ánimo de delinquir como lo demuestra el hecho de haber presentado los ejemplares del tebeo al Ministerio de Información antes de su distribución, etc., etc., etc. Ahora es ya cosa de abogados.

Intermedio

   Hablo con la gente de El Rrollo Enmascarado, los tíos están desesperados pero poco, pues al fin y al cabo son jóvenes y por ello se toman este lío con filosofía, además de carecer de memoria histórica y ser incapaces de valorar con exactitud en que país y en qué tiempo viven.

   Por lo pronto el ministerio fiscal solamente (¿?) pide para Miguel Farriol seis meses de arresto mayor, una multa de 15.000 pesetas y 9 años de inhabilitación especial.

   Ahora comienzan a descubrir en qué país viven...

   Luis Vigil, amigo del alma, miembro lateral del equipo Bang! y uno de los creadores y mentores de la revista Nueva Dimensión, de la que soy colaborador, cuando le cuento la batalla en que nos encontramos, me dice lisa y llanamente que soy tonto por haber permitido que la gente de El Rrollo... presentase por lo legal semejante tebeo que está claro que era imposible que fuese autorizado. Le contesto que sí, que de acuerdo, que podía no colar pero que había al menos una posibilidad, y que en cualquier caso lo que yo no esperaba bajo ningún concepto es que la represión política y cultural llegase tan lejos como para que consideren que un tebeo que ni siquiera ha sido distribuido puede atacar el orden público.

   Yendo a lo práctico, la gente de El Rrollo se moviliza para conseguir el dinero de la multa por si acaso. Ellos y yo creemos que hay que salir al extranjero, a Europa, primero para que sepa lo ocurrido, y segundo porque en otros países seguramente apreciarán El Rollo Enmascarado y se conseguirá venderles ejemplares.

   Por los resultados no estoy muy seguro de si la gente del cómic de otros países aprecian y valoran nuestras cuitas, pero lo seguro es que no valoran ni aprecian demasiado este tebeo. Ocurre que en cada país existe ya su propio núcleo de dibujantes underground y no tienen mayor interés por el emanado desde España; yo escribo a Jacques Glénat, con quien suelo intercambiar paquetes de ejemplares de su revista por ejemplares de la mía, para conseguir que se interese y venda El Rrollo Enmascarado a sus lectores francófonos a fin de reunir fondos, pero Glénat me contesta que no les interesa. Las gentes de El Rrollo viajan a Francia, Bélgica, Holanda... y nada, nadie se interesa por comprar una partida de ejemplares de El Rollo... (de los 700 restantes ejemplares ocultados al Ministerio y a la policía). Decepción.

   Eso sí, Nazario consigue que los editores de las revistas francesas Zinc y Actuel se interesen por su trabajo y publiquen algunos de sus dibujos e historietas.

   Y pasan los meses y nos metemos en 1974...

Cuarto Acto:

Procedimiento Legal y Sorpresa

Lugar: Barcelona, Sección 1ª de la Audiencia Provincial.

Momento: Mes de mayo 1974.

Acción: Se celebra el juicio de Miguel Farriol como autor / editor de El Rrollo Enmascarado por un delito de Escándalo Público.

Desarrollo de la trama: El juicio dura escasamente diez minutos. Tres jueces, uno de ellos duerme. Preguntan a Farriol si es verdad que el dibujó todo el contenido de El Rrollo..., contesta que sí; preguntan a Farriol si tenía mala voluntad o deseo de delinquir cuando hizo los dibujos, contesta que no.

Desenlace (provisional): Dicen a Farriol que ya puede marcharse, que ya le comunicarán la sentencia.

   Y he aquí que al acabar el mes y para nuestra sorpresa se pronuncia la sentencia que reproduzco a continuación íntegramente y literalmente dada su importancia:

«En la ciudad de Barcelona a treinta y uno de Mayo de mil novecientos setenta y cuatro.

»Vista en juicio oral y público ante la Sección 1ª de esta Audiencia Provincial la presente causa número 6-1973, rollo número 2309-1973, procedente del Juzgado de Instrucción nº 7, por el delito de Escándalo Público, contra el procesado MIGUEL FARRIOL VIDAL, de 23 años de edad, hijo de Juan y de Dolores, natural y vecino de Barcelona, de estado soltero, de profesión dibujante, de buena conducta, con instrucción, sin antecedentes penales, solvente y en libertad provisional por esta causa y representado por el procurador Don Pedro Vidal Brunet, siendo parte acusadora el Ministerio Fiscal, y Ponente el Ilmo. Sr. Magistrado Don Rodolfo Soto Vázquez.

»1º RESULTANDO: Probado y así se declara que el procesado Miguel Farriol Vidal escribió, ilustró e hizo imprimir un folleto de 32 páginas (incluidas las portadas) con un promedio de unas doce viñetas por página, y que pertenece a la categoría que se denomina en lenguaje editorial “Comiz” [sic], titulada “El Rollo Enmascarado”, al precio de cien pesetas ejemplar y folleto que reviste un marcado carácter humorístico, en cuanto trata de reproducir por medio de historietas (mudas o habladas) escenas de la vida cotidiana, preferentemente de carácter sexual y amatorio, y que se imprime haciendo constar en la portada –perseverando en el sentido humorístico ya aludido– que se edita solamente para “minorías selectas” y también para “adultos progres”. El autor y [ilegible] del folleto quien hizo el depósito de los seis ejemplares prevenidos en la Delegación del Ministerio de Información y Turismo el 7 de septiembre de 1973, hizo imprimir trescientos ejemplares del folleto aludido, de los que regaló a sus amigos 23, luego recuperados, y los 271 restantes le fueron intervenidos en su propio domicilio, sin que se hubiese iniciado la venta al público. También se declara probado que en el folleto secuestrado, y entre otras muchas historietas y chistes, figuraban la siguientes frases, puesta en boca de los protagonistas de algunas de las mismas: “¡A esta me la cepillo yo, o la va a seguir aguantando su padre!”, “Las tías son unas retrasadas mentales que solo sirven pa...” Asimismo, en una historieta muda de cinco viñetas y tamaño muy reducido, sin precisar detalle alguno, se reproducen las escenas simultaneas de cuatro habitaciones y la portería de un edifico en las que aparecen personas de distinto sexo como en actitud de levantarse y acostarse en distintas camas, sin que se aprecie en la actitud de los protagonistas gesto alguno indecente.

»2º RESULTANDO: que el Ministerio Fiscal en sus conclusiones definitivas, calificó los hechos de autos como constitutivos de un delito de escándalo público comprendido y penado en el Artículo 431 del Código Penal, estimando como responsable del mismo en concepto de autor al procesado, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de las responsabilidad criminal, pidió se le impusiera la pena de seis meses de arresto mayor, quince mil pesetas de multa y nueve años de inhabilitación especial, accesorias correspondientes y pago de costas.

»3º RESULTANDO: Que la defensa del procesado en igual trámite alegó que los hechos no eran constitutivos de delito y solicitaba la libre absolución.

»1º CONSIDERANDO: Que los hechos declarados, probados no son legalmente constitutivos de delito de escándalo publico a que se refiere el artículo 431 del Código penal, puesto que la Jurisprudencia del Tribunal Supremo viene estableciendo con reiteración y en menor grado las constantes resoluciones de esta Sala de Prensa– que constituye el delito de escándalo público una ofensa contra los sentimientos de pudor colectivo que revista gravedad, lo cual tiene su correlación, en el aspecto leve de la infracción, en el artículo 566, nº 5, si bien exigiendo en todo caso un ataque a la moral, las buenas costumbres o la decencia pública, conceptos estos que han de ser entendidos y valorados en la medida media en que resultan poseídos por la comunidad social dentro de la cual tiene lugar el supuesto atentado a la misma, y que no pueden ser confundidos con otra clase de apreciaciones de tipo estético o de buen gusto, cuya determinación no compete a los tribunales, por cuanto los tipos penales aludidos, protegen únicamente el ataque a los conceptos éticos ya mencionados.

»2º CONSIDERANDO: que aplicados al caso de antes la doctrina mencionada y ponderadas las circunstancias actuales de la vida pública española –en especial exhibición pública de películas de marcado sabor naturalista y publicación de libros, a veces debidos a plumas de conocidos escritores y académicos, en los que reproducen sin escándalo ostensible para la comunidad social y para sus guardadores, toda clase de palabras de marcado matiz [ilegible] y aún grosero–, no parece que las frases recogidas en el Resultando de hechos probados, puestas en boca de supuestos juerguistas satirizados por el autor, revistan –pese a su indudable mal gusto– un ataque a esos sentimientos colectivos de pudor y decencia que no se ven menoscabados por la exhibición cinematográfica o la venta de libros cuyo contenido (aún de carácter literario muy superior) expone de manera descarnada –y utilizando las más de las veces un lenguaje procaz– escenas de marcado carácter erótico a la curiosidad pública; todo ello de acuerdo con la doctrina sentada en las sentencias del Tribunal Supremo de 3 de julio de 1971 y 27 de noviembre de 1970 (Sala 2ª), y en relación con la naturaleza esencialmente mutable y circunstancial de los conceptos de moral y decencia pública, en cuanto exigen su acomodación a las circunstancias ecológicas de la comunidad.

»VISTOS los artículos 142, 239 al 242, 741 y 742 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

»FALLAMOS que debemos ABSOLVER Y ABSOLVEMOS a MIGUEL FARRIOL VIDAL, del delito de escándalo público de que venía acusado, declarando de oficio las costas y dejando sin efecto las medidas cautelares adoptadas en la causa, y, en concreto, el secuestro del folleto a que se refiere el sumario 6/73 del Juzgado Especial de Prensa.»

   O sea, dicho en castellano claro y meridiano: El 31 de mayo de 1974 la Audiencia Provincial de Barcelona ha dictaminado que no había ningún delito en la edición de El Rrollo Enmascarado. Por lo que Miguel Farriol ha sido absuelto con todos los pronunciamientos favorables y sin pagar ni un duro y se autoriza la libre distribución, circulación y venta de El Rollo Enmascarado con la bendición de la Justicia española.

   Y lo que es aún más importante: la afirmación de la Audiencia de Barcelona de que los conceptos de moral y decencia pública son circunstanciales y cambian con el tiempo y con la evolución de la sociedad, sienta jurisprudencia y además abre la puerta no sólo al desarrollo del cómic underground español sino que también debe llevar a un nuevo planteamiento de las normas censoras.

Quinto Acto

   En lo práctico, y una vez superado el susto con alegría y hasta con premio, pues premio gordo es la sentencia absolutoria, la gente de El Rrollo ha seguido trabajando.

   De hecho y mientras se esperaba la celebración del juicio han realizado un nuevo tebeo camuflado bajo el aspecto de unas simples páginas especiales de cómic en la revista Nueva Dimensión núm. 56, que lleva por título Pauperrimus y pretende ser la continuación del primer tebeo, para lo que en éste parodian al personaje de la cubierta de El Rrollo Enmascarado, ahora pelado al cero, con gesto de desagrado y maldiciendo. Ahora, están dibujando a plena máquina, han ampliado el grupo, venden ellos mismos los ejemplares de El Rrollo... en la calle, en las bocas del Metro, en mercadillos y rastros, por lo bares y locales más enrollados... y preparan nuevos tebeos

   Globalmente es posible extraer una serie de conclusiones, que, aunque provisionales, conviene tener en cuenta hacia el futuro.

   Y son que en la sociedad española está apareciendo un nuevo sector de la juventud que se separa de la cultura de sus mayores, y si bien no aceptan el calificativo de undergrounds –tal y como me afirmaba Nazario Luque en una entrevista reciente– no cabe duda de su condición marginal o más exactamente contracultural, que entre otros datos se concreta en el desarrollo de un lenguaje expresivo propio, resultante de la deformación o adaptación del habla de uso popular acomodada a su particularidad expresiva, en el rechazo de la moral que las gentes de orden pretenden imponerles y en que sus necesidades generales se diferencian de las que sus hermanos cinco año más mayores tuvieron y se alejan total y radicalmente de las necesidades y obligaciones que sus padres vivieron.

   Puede resumirse en que tanto la banda de El Rollo Enmascarado como otros grupos de similar sintonía surgidos en los últimos tiempos, están formados por adolescentes crecidos que pretenden vivir libres y cuyos planteamientos respecto a la sociedad de producción / consumo son muy diferentes a los que el sistema declara óptimos. Es cierto que se trata de una juventud minoritaria que forma una especie de pandilla exótica por estas tierras, por lo que tiene de reflejo de otras formas de ser y hacer, americanas concretamente. Una juventud que intenta ser sincera consigo misma, que quiere expresarse pero que no se compromete en la lucha por la libertad y contra el sistema, pues aún se encuentra en un período de búsqueda del yo, sin capacidad para compromisos con valores objetivos. Hoy dibujan y editan un tebeo contracultural y lo venden por la calle, en las Ramblas, en el Rastro, de mano en mano; ayer fueron los que en Ibiza fabricaban y vendían collares, brazaletes, cinturones repujados y todo tipo de artesanía inútil; mañana...

  Lo cierto es que El Rrollo Enmascarado es un tebeo cuyo máximo interés radica en ser el portavoz de la expresión libre de unos autores. Autores que quieren volcar afuera tanto el lírico sueño que han tenido sobre su propia vida como la brutal represión sexual a la que se sienten sometidos. Y poco más, por ahora. Salvo que, quizá sin pretenderlo,  los autores y el tebeo ofrecen una alternativa a la cultura oficial, tanto la de derechas como la de izquierdas. Y esta alternativa underground, hippie o contracultural, con todos sus límites, ha chocado frontalmente con los planteamientos y la moral de la sociedad dominante.

  Esa sociedad que no quiere enterarse de nada, pese a los Matesa, a las fugas de capitales, al turismo y la emigración, a ETA, a los obreros huelguistas y a los grises, a los estudiantes sublevados y a los políticos que brujulean entre dos aguas, esa sociedad que es parte integrante de un sistema en el que desde hace 35 años oficialmente no ocurre nada.

  En esta coyuntura ¿cómo soportar –se habrá preguntado el Ministerio Fiscal– un ataque frontal que pese a no ser violento nos descubre y deja a la sociedad española, a la clase dominante y al poder vigente en los puros cueros de nuestra hipocresía?

Apoteosis Final

La sentencia absolutoria de El Rrollo Enmascarado marca época. Y de hecho cuestiona muchos de los elementos y defensas de la actual Censura estatal de prensa y publicaciones, por cuanto establece de forma clara y meridiana la relatividad de valores que –comenzando por la moral–, hasta ahora habían sido defendidos por el sistema como inviolables e inmutables.

Es justamente al poner en duda o destruir el concepto de inmutabilidad de valores establecidos que se encuentran en la base del sistema de creencias de la sociedad española, cuando esta sentencia cobra toda su importancia y nos anima a creer que puede haber un futuro mejor para la libre expresión en general y para la historieta española en concreto.

Antonio Martín (Barcelona, 6 de junio de 1974)

Colofón escrito 30 años después.

De la ingenuidad, casi candor, con que en mi artículo de Junio 1974 yo venía a expresar intertextualmente la creencia de que la Ley es igual a la Justicia, lo cual es evidentemente falso y más aún en términos de política, dice mucho lo sucedido meses después de que la Audiencia de Barcelona fallase a favor de la absolución de Miguel Farriol y de El Rrrollo Enmascarado.

Y es que en el mismo año 1974, al editar el equipo de El Rrollo su tercer tebeo, Catalina, presentado también como obra de Miguel Farriol, éste sufrió un Juicio de Faltas. Después, en Enero 1975, el número 6 de la revista Star fue expedientado y sancionado con multa de 100.000 pesetas por el Ministerio de Información, por su cubierta, que había realizado Miguel Farriol. El número 7 de Star fue sancionado con multa de 150.000 pesetas por publicar la historieta “Luz Bella corrompe a Mari Nieves”, de Nazario. Etc., etc., etc.

Se iniciaba así, durante los últimos estertores del régimen de Franco y en los primeros años de –lo que yo prefiero llamar– la transacción política, la persecución y represión del cómic underground español, y seguía la censura estatal del cómic en general, al amparo de la Ley de Prensa de Fraga. Censura que no había de finalizar hasta la promulgación de la Constitución de 1978. De lo que se concluye que no sirvo para augur y poco para celebrar “Apoteosis finales”. 

Antonio Martín / Octubre de 2004.


 [ © 2004 A. Martín, para Tebeosfera 041015 ]