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CARLOS TRILLO. SINÓNIMO DE ÉXITO, PERMANENCIA Y PERSISTENCIA.

Texto de Alberto D. Kloster.

[ Historieta de "Topo Gigio" para la revista Anteojito, núm. 230, de agosto de 1969. Los primeros guiones de historietas de Carlos Trillo fueron de este tipo. Haga clic para ampliar, al igual que sobre el resto de imágenes del texto. ]


Carlos Trillo es un creador de universos y personajes con dimensiones lo suficientemente fértiles como para atrapar al lector. Carlos, bien lo sabe, es un excelente narrador; él posee una personalidad dotada con la garra exacta para contarnos todos esos cuentos entretenidos, los cuales, a su vez, articulan mitos - es decir literatura. Y en este caso literatura (que es) dibujada.

Observamos, entonces, que La historieta ideal significa, implica, la interacción armónica entre el dibujo y el texto, su unión indivisible en una historia, en una trama. Es el denominado “noveno arte”, y Trillo es uno de sus más altos exponentes, pues su extendida y fecunda labor abarca diversos aspectos: él es uno de los hacedores, de los investigadores, de los teóricos, de los críticos, de los argumentistas, de los creadores.

1. Primeras historietas.

Nació en el barrio de Palermo en la calle Bulnes entre Paraguay y Soler el 1 de mayo de 1943. Sus estudios primarios los cursó en la Escuela de Laprida y Charcas. Iba mucho al cine a ver las películas del oeste, de vaqueros, y leía muchas historietas. A los quince años escribió “El Cazote” satirizando a sus familiares. Estudió derecho sin terminar. En 1965 se inició como redactor publicitario, ascendiendo hasta convertirse en una estrella creativa.

Las primeras historietas de Trillo aparecieron en la revista del gran Dante Quinterno Patoruzú entre los años 1964 y 1968; paradójicamente Quinterno se transformaría luego en uno de los blancos usuales de las punzantes críticas del tándem Trillo / Saccomano. A posteriori Trillo trabajó para García Ferré con “La familia Panconara, una familia muy rara”, y en otras historietas que publicó el editor español. También escribió en esos tiempos para "El Topo Gigio", aquel ratoncito de inmensa popularidad en la República Argentina, incrementada por la notable labor del humorista y comediante uruguayo Juan Carlos Mareco (Pinocho) quien dobló la voz del Topo en televisión a la vez que actuaba con el muñeco manteniendo diálogos de gran ternura e inocencia. Este personaje fue editado tanto en la revista Anteojito como en revista Antifaz, publicaciones que dirigía el García Ferré. Al adquirir los derechos su competidora Billiken, el personaje pasó a ser escrito por E. Gudiño Kieffer y dibujado por Alex Salas, transformando así al muñeco de la italiana María Peregó en símbolo de la revista estudiantil de Editorial Atlántida (se daba el caso curioso de que el Topo Gigio había sido uno de los símbolos de las publicaciones de Ferré hasta ese momento). Como un chimento interesante diremos que en Billiken ya había desembarcado todo el plantel de la antigua Editorial Frontera, y, con Héctor G. Oesterheld a la cabeza, transformaron la revista estudiantil de Atlántida en la mejor revista argentina de historietas en esa época. Finalmente, también para las huestes de García Ferré, en revista Anteojito, Trillo trabajó en la historieta “Patricia, el hada buena del bosque”, que ilustró Pérez Agüero, y laboró para el Club de Hijitus, programa infantil de entretenimientos que incorporaba a los muñecos que recreaban a los personajes del dibujo animado protagonizado por nuestro pequeño gran superhéroe: Hijitus / SuperHijitus, más el querido grupo de amigos y rivales que lo secundaban.

2. Humorismo.

En 1973 Trillo se inició como humorista adulto en revista Satiricón escribiendo artículos junto al talentoso creador Alejandro Dolina. Son algunos artículos de Carlos Trillo: “Me tocó la colimba”; “Tarzán”, parodia que resulta ser un delirio a tres (Trillo – Dolina - Cascioli); “Como llegar a ser un piojo resucitado”; “Arriba y adelante” (instructiva y anatómica nota sobre las diferentes características de los pechos femeninos); “¿Y a vos que te trajeron?”, etc. Estaban escritos estos textos con el humor sardónico y sarcástico propio de Satiricón, humor alocado pero crítico y reflexivo a la vez, sumamente audaz. Satiricón fue revista única de habla hispana con esa audacia y ese humorismo tan mordaz, irónico, cínico, sarcástico y, por lógica, satírico.

Independizado de la publicación de Blotta, Trillo llegó a ser Jefe de Redacción de Mengano, la mejor revista de humor lamentablemente. Una revista de contenido humorístico, como reza su eslogan, obviamente hija y a la vez competidora de la anteriormente mencionada Satiricón. Otra derivación fue Chaupinela. Todas ellas tuvieron el mismo destino, fueron censuradas, prohibidas y cerradas. Irónica y paradójicamente en dicho momento se producía en España el famoso “destape” que rompía las ligaduras culturales franquistas. Mientras, en la Argentina el proceso militar clausuraba y restringía los canales de expresión. Sin embargo en nuestro país no se llegó al extremo de publicar únicamente revistas al estilo de La Codorniz, publicación que Dobal describe como «de humor estúpido», único posible de ser impulsado por causa de la opresión del franquismo. Confirma lo expresado la aparición en 1978, en plena dictadura militar, de la revista Humor Registrado, que fue un dardo punzante y valiente en ésas épocas de oscurantismo trágico argentino.

Las parodias fueron el signo distintivo del trabajo humorístico de Carlos Trillo en los años setenta. De ellas destaca “Detectives’ Studio”, con dibujos de Pérez D’Elías en Skorpio. Esta historieta es un guiño / homenaje a los personajes de historieta del género policial / detectivesco. La gran habilidad exhibida en la realización de parodias se debía al cuantioso y profundo conocimiento que Trillo tenía sobre el arte y la historia de la historieta, y que lo hizo escribir varios libros divulgando el tema y diversos artículos críticos acerca de dicha disciplina (tareas elaboradas en colaboración con el hoy famoso escritor Guillermo Saccomano).

El tiempo corría y otras parodias siguieron apareciendo. Observamos la fantasía heroica en “Polución Nocturna” dibujada por Alberto Dose, historieta de fantasía poética, onírica, que explora el mundo de los sueños y nos merece un comentario aparte. Parodiando al mismo género tenemos “Toh–Or”, un jocoso Conan bobo, también dibujada por Dose en SuperHum® núm. 15. “El corazón de Conchetta” con Saccomano y Trigo parodia a El corazón de Julieta de Stan Drake, y por extensión al género de las novelas románticas. Curiosamente esta temática fue durante mucho tiempo el único estilo de historieta que permitía cierto desarrollo de problemáticas de índole adulta, como ha señalado Horacio Altuna (en esa época Horacio estaba obsesionado por que lo dejaran publicar alguna Julieta o Pampita desnuda, finalmente emigraría y ya en la Madre Patria de la época del destape pudo realizar sus propias Jodelle y Saga de Xam bien desnudas y perversas ¡Guau!)

Carlos Trillo, entretanto, en la historieta “Nuestro hombre en Banana" (SuperHum® núm. 23), que hizo junto con Mazzei, parodiaba a Roy Crane con dibujos de Saborido, dibujante recordado por su gran labor en La triple B escrita por Albiac. Vemos también que fue blanco de los dardos trillescos un detective mudo: en la historieta “Punk Floyd” (Fernández), parodia inspirada en series televisivas con detectives impedidos al estilo de Ironside. Tony Avila, el detective poeta, apareció después en la revista Siete Días como serie de cuentos policiales escritos en colaboración con Dolina.

En 1977, escribió Historia de la historieta argentina con Guillermo Saccomano, y como resultado obtendría el Yellow Kid.

Aquel Carlos Trillo fue un pilar del humor y la historieta autóctona, mas dicha labor no es tan reconocida en nuestros días cuando se comenta la carrera del eximio guionista, por ello sigo extendiéndome sobre dicha época para reencontrarnos con la médula que posibilitó el brillo de la historieta argentina contemporánea.

Cubierta de SuperHumor número 8 (de julio de 1981), cuyos dibujos fueron obra de Enrique Breccia y su historieta "Enigmas del PAMI", con guión de Trillo. Haga clic para ampliar.

 SuperHumor, 8, página 46, de la historieta mencionada y cuyo capítulo aquí llevó por título "Genoveva". Obsérvese que Trillo aparece caricaturizado viejo como Don Carlos.

El humor ya netamente irreverente y el género grotesco fueron los pasos que Trillo dio a continuación, con el dibujante Enrique Breccia, en trabajos como El reino azul y el cálido Enigmas del Pami. Esta última historia nos brinda a un Enrique maestro en el tratamiento del grotesco argentino, al cual trata con delicadeza y ternura como lo vemos al leer su adaptación de Mustafá de Armando Discépolo, y en los relatos grotescos porteños de los tramos finales de El sueñero, que Enrique escribió y dibujó. En ese momento esta historieta ya era simplemente el título de unas historias independientes y no corría más la tremenda y desaforada saga inicial, que era un viaje fantástico y fanático hacia lo demencial.

Y si mencionamos lo fantástico, el humorismo lo desaforado y lo grotesco encontramos en el personaje Marco Mono a su mejor representante. Apareció con su irreverencia en revista El Péndulo en 1979, en una historieta donde campeaba el humor tremebundo. Emparentada con las primeras historietas mundiales cuya temática y fantasía era libérrima, en “Los viajes de Marco Mono” la evolución del medio impone un tratamiento más adulto pero a la vez, y precisamente por ello, más desaforado por estar libre de ataduras morales y de limitaciones propias de la ingenuidad e inocencia de aquellas primigenias historietas dirigidas o tratadas con espíritu infantil. La obra de Enrique Breccia y Carlos Trillo era, para definirla en términos concisos: una historia humorística alocada, desaforada y surrealista.

No sabemos bien, porque no conocemos la intimidad de la creación, si el humor delirante, feroz, corrosivo, amoral, libremente fantástico, alucinado en un clima de aventura del sinsentido y la locura, que priman en Las Aventuras de Marco Mono ha sido creado por el mismo Trillo, o ha sido una creación conjunta de Enrique Breccia con el guionista. Esta inquietud se plantea por el hecho de que el dibujante ha seguido con esta tónica temática y la ha exasperado aún más en Metrocarguero (con dibujos de Mandrafina) y sobre todo en la ficción humorística más grotescamente libérrima, demencial y terrible: El Sueñero (de Enrique, tanto en guión como en dibujos). En ésta se observaba que se había roto el cauce de la cordura y que el dibujo efectista en su tremendismo prima sobre un guión totalmente alocado. A estos extremos no suelen llegar las historias escritas en colaboración; en cambio, a los dibujantes en solitario, en general, suele írseles la mano, abundando en los efectos y el preciosismo de la ilustración y decayendo en relato y narración. Caloi suele opinar lo contrario, pero el gran humorista hace hincapié siempre en el dibujo por afecto y afición profesional. Yo sostengo lo anterior dando también el ejemplo de Horacio Altuna, quien en solitario y ya en Europa exasperó sus grandes habilidades en el dibujo del cuerpo humano y el desnudo, transformándose así en un dibujante de erotismo y pornografía, un subgénero más dentro de la historieta, pero que hizo decaer la consideración que un público mayoritario tenía sobre el dibujante cordobés.

Parecen arropar nuestras inquietudes las siguientes palabras del notable crítico y guionista de historietas, escritor de relatos policiales y periodista deportivo Juan Sasturain: «(....) El humor que cultiva Enrique: humor corrosivo y saludable, jodón y profundo como el que ejercía el viejo Oski, que le bajaba los pantalones a la solemnidad, uno de los pecados capitales.» Sin embargo, es preferible dejar abierta la cuestión pues Trillo también desarrolla temáticas delirantes humorístico / fantásticas en otras historietas, aunque el tratamiento dado a la trama por los dibujantes es más delicado, como ahora veremos.

La poesía fue la protagonista inesperada de su historieta cuando hallamos la parodia “Polución Nocturna” (con Dose), una fantasía poética onírica explorando el mundo de los sueños. El género literario e historietístico denominado fantasía heroica fue nuevamente parodiado por Trillo en “Polución nocturna” que, como sabemos, era un viaje iniciático por el mundo de los sueños y la fantasía. A pesar de ser una humorada disparatada poseía una factura de gran calidad y delicadeza, había poesía en dicha historieta. Esta incursión surrealista, esta exploración por territorios del universo onírico nos permitía apreciar el trabajo de Alberto Dose, quien lejos de desvirtuar el género parodiado realizó todo lo contrario: lo contuvo, lo elevó. Su dibujo era sugerente, cálido, también humorístico a requerimiento del guión, pero el clima que flotaba era de armonía. No era una pesadilla dibujada, era un ensueño ilustrado y, por ello, sentida hondamente. Había “algo”, cierta fibra interna, ciertos mecanismos de identificación y proyección del “yo” del lector que tanto Trillo como Dose supieron tocar. Por esa calidad de ensueño impreso, esta historieta caló profundamente, iba al corazón.

Para terminar con este apartado, citaremos que en la revista SuperHum® y para el brillante Cacho Mandrafina, Trillo creó Ulises Boedo cuya trama giraba en torno de una invasión cósmica que secaba los cerebros de la gente, y donde sólo un pequeño grupo luchaba contra aquellos invasores. Es una nueva epopeya (trunca) en una historieta que pudo haber sido épica.

 

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[ © 2003 Alberto D. Kloster, para Tebeosfera, 031019. Las imágenes proceden de la colección de A.D. Kloster ]