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KEVIN SMITH Y LOS SUPERHÉROES.

Texto de Eduardo Martínez-Pinna.

[ Fotografía de Kevin Smith tal y como compareció al estreno de Daredevil, filme de la productora 20th Century Fox en el que él desempeña un pequeño papel y que se inspira, en parte, en sus guiones para la serie de Marvel Comics Daredevil the Man without Fear. Foto © Rebecca Murray ]


Kevin Smith: De autor cinematográfico a guionista de cómics.

Kevin Smith se inscribe dentro de un exclusivo club de guionistas cuyos trabajos alternan en las llamadas “editoriales independientes” y las grandes empresas de cómics como Marvel y DC. Entre la gloriosa nómina de escritores con las que presenta afinidades de tipo generacional, se encuentran nombres como J. M. Straczinsky, Bob Gale, Greg Rucka y B. M. Bendis… entre otros.

Nacido en 1970, sus orígenes como contador de historias, se circunscriben en el cine independiente, cuya promoción publicitaria más conocida se encuentra en el Festival de Sundance, en el que sus películas han resultado ganadoras en más de una ocasión. En la actividad cinematográfica, además de creador realiza funciones de guionista y actor secundario. Como director, lo es hasta el momento de Clerks (1994) Mallrats (1995) y Persiguiendo a Amy (1997) integradas en la llamada Trilogía de Nueva Jersey. Sus siguientes filmes, con un presupuesto sensiblemente mayor, y con una tendencia al cine de amplia distribución son los titulados Dogma (1999), Jay y Bob el silencioso contraatacan (2001) y el reciente batacazo en taquilla protagonizado por Affleck y la López Jersey Girl. Ha intervenido como actor en filmes como Jay el silencioso (1994) y Daredevil (2003) y ha sido guionista de un malogrado proyecto de Superman.

Pero si Smith ha destacado en el mundo del cine, su brillo como autor de cómics es también considerable, realizando historietas basadas en los éxitos fílmicos sobre la Trilogía de Nueva Jersey, para Oni Press, de gran éxito de crítica y público con prestigiosos premios incluidos.

En 1998, Joe Quesada y Jimmy Palmiotti inician una nueva división de cómics en Marvel, llamada Marvel Knights, en cuya acta fundacional se dejan ver características tales como una independencia sobre el sello del Comics Code una influencia más o menos discutible con la división Vértigo de DC (influencia mucho más matizada en la línea Max, continuadora ideológica y prácticamente indistinguible de Marvel Knights) un concepto narrativo cuidado y ajeno a las grandes sagas épicas, y finalmente una homogeneidad estética en lo relativo a la presentación. Debido a la afinidad confesa de Kevin Smith por los comic books de superhéroes, y con un brillante despliegue publicitario de la neonata Marvel Knights, Quesada y Palmiotti le convencen para que se integre entre los padres fundadores con la realización de un arco argumental para los primeros números de la que sería la primera serie del sello: El volumen II de Daredevil, su estrella potencial.

En noviembre de 1998 salen al mercado las cinco obras fundacionales del sello Marvel Knights, como vanguardia que preludia la aparición de posteriores, y más exitosas nuevas series. Daredevil Vol. II (abierta), Inhumanos Vol. II (limitada de 12 números), Pantera Negra Vol. II (abierta), Punisher Vol. II (limitada de 4 números) y Doctor Extraño (limitada de 4 números).

Kevin Smith, con constantes homenajes a Frank Miller y sin perder de vista la cronología “oficial” de Daredevil, lo eleva a una categoría comercial y de calidad que no gozaba desde los años ochenta. Ayudado por los impactantes dibujos de Quesada, el espectacular entintado de Palmiotti, y el color infográfico, la obra acapara los primeros puestos de ventas cimentando el ya de por sí prestigio inicial que se le presumía al recién creado sello.

En el año 2000, es la otra gran editorial estadounidense, DC, la que contrata los servicios del magnífico guionista para el rescate de uno de sus iconos más antiguos, Green Arrow, muerto en el número 101 (abril de 1996) de su antigua colección regular, del que por no haber, no hay ni cadáver que resucitar. El ejemplar talento narrativo de Smith obra el milagro, situando el volumen III del arquero esmeralda en los puestos más altos del índice de ventas, con un trabajo que se prolonga durante 15 números, y que dibuja un inspiradísimo Phil Hester.

El enorme y merecido éxito de público y crítica conseguidos en ambas aproximaciones superheroicas, le posicionan como una personalidad grata para las grandes editoriales, asegurándole un brillante futuro laboral en ambas empresas que se materializa en sus nuevos trabajos con Spiderman en Marvel (miniserie Spiderman / Gata Negra), y con la revitalización del comic book genérico de DC The Brave and The Bold, cuya esencia era la formación de equipos (team-ups) superheroicos, al menos desde su número 50 de noviembre de 1963, hasta el 200 y último, fechado en julio de 1983.

I. Kevin Smith y Daredevil.

Visión editorial de Daredevil en su volumen I.

Daredevil es el último superhéroe creado por Stan Lee en la llamada Era Marvel.

Cabe recordar aquí que la Era Marvel representa la Edad de Plata de la editorial neoyorquina, y su ubicación en el tiempo puede encuadrarse entre noviembre de 1961, con la aparición del número 1 del comic book Fantastic Four, hasta 1970-71, la fecha de los grandes cambios Marvel, entre los que se encuentran las cancelaciones de varias de sus series emblemáticas (Silver Surfer, The Uncanny X-Men, Nick Fury, agent of S.H.I.E.L.D. y Dr. Strange) y la dimisión de uno de sus fundadores, el dibujante Jack Kirby.

Ya desde su inicio (abril de 1964), Daredevil, the man without fear porta el dudoso honor de ser el pariente pobre, minusválido y benjamín de la empresa, y quizás por ello ha cargado con buena parte de una experimentalidad desganada de Stan Lee. Entre sus dibujantes iniciales figuran Bill Everett, creador del número 1, Joe Orlando, Wally Wood y John Romita, que dan pie en el número 20, de septiembre de 1966 a la magistral entrada de Gene Colan, que prácticamente mantiene su titularidad hasta el número 100 de julio de 1973, siendo sustituido en cinco ocasiones por Barry Smith. Entre sus guionistas figuran, además de Stan Lee, Roy Thomas, y Gerry Conway. Buena parte de lo más granado de la plantilla Marvel, figuran en sus créditos iniciales. El invidente superhéroe dibujado por Gene Colan, es representado en dibujos cargados de volúmenes y líneas cinéticas que intentan aproximar a los lectores el mundo sin luz del protagonista y de su “alter ego”, el abogado Matt Murdock. Pero tan magníficos y personales dibujos no se encuentran acompañados de textos inspirados, y la llamada “magia marvel” que Lee, y sus sucesores derrochaban en otras series (especialmente The Amazing Spider-Man) no llega ni de lejos al barrio neoyorquino de Hell’s Kitchen escenario de los lances de Daredevil.

Tras la salida de Colan, el héroe va entrando en una afasia gris con manifiesta caída de su contenido estético, y potencial comercial, que lo orientan hacia una cancelación, precedida de una cadencia de salida bimestral, hecho acontecido desde el número 147 (julio de 1977) hasta el 170 (mayo de 1980). En los créditos de Daredevil, a partir del número 100 figuran nombres tan variopintos como Bob Brown (prácticamente el titular de la serie) Carmine Infantino John Buscema, Gene Colan, un trabajo de John Byrne, otro de Frank Robbins, además de los comodines Marvel de siempre entre los que aparecen Bob Heck, Sal Buscema, Gil Kane… entre otros más. Los guionistas acreditados en esta época son Steve Gerber, Tony Isabella, Marv Wolfman, Jim Shooter, un trabajo de Chris Claremont y Roger McKenzie.

El mercado del comic book tiene unas leyes, que pese a no estar escritas, son casi constantes. Cuando una colección entra en mínimos (comerciales, estéticos o ambos) vienen las catarsis en forma de grandes renovaciones en los titulares de los créditos. Esta inexorable ley se cumple en Daredevil, en la juvenil figura de Frank Miller, que se hace con los dibujos de la colección en el número 158 (mayo de 1979) asumiendo el control de la obra en el 168 (enero de 1980). La renovación de Daredevil es total, acercándole a la esquizoide figura de Batman, expresado en composiciones de página muy sensoriales, que enmascaran cierta incapacitación técnica para el dibujo, y allegándolo a una temática existencialista cargada de “pathos” y desesperación. Su trabajo se prolonga hasta el número 191 (febrero de 1982). Tras unos insulsos números guionizados por la estrella DC Dennis O`Neill, y unos excelentes dibujos de David Mazzuchelli, Daredevil alcanza su incuestionable punto álgido en la saga “Born Again” (# 227 al 233, de febrero a agosto de 1986) con un Miller pletórico al guión y un Mazzuchelli en estado de gracia, con una grafía impresionista de composiciones arriesgadas, sombras ominosas y fuerte simbología cristiana, que acompañan una historia tan tremenda como romántica y esperanzadora. Jamás Daredevil y prácticamente ningún superhéroe llegaron a tan altas cotas de maestría. Son muchas las páginas que avalan esta cuestión, y gran parte de ellas coinciden en decir que son el auténtico final de una historia, cuya expresión gráfica es la espléndida splash page final del número 233.

Otra de las inexorables leyes del comic book impide la cancelación de una colección cuando tiene un acaudalado rendimiento estético y comercial. Marvel cumple la ley, y lógicamente no rescinde un serial que le resulta rentable. La historia del católico y promiscuo Matt Murdock va a continuar con equipos de gran calidad, eso sí, lastrados por la sombra demasiado alargada de Frank Miller. Guionistas como Ann Nocenti, D. G. Chichester, J. M. de Matteis, Karl Kessel y Joe Kelly, acompañados por dibujantes como John Romita Jr. Lee Weeks, Scott McDaniel, Ron Wagner y Gary Nord, además de colaboraciones del mismo Gene Colan, representan unas más que aceptables continuaciones de la serie, hasta su cierre en el número 380 (octubre de 1998). Este cierre no es más que un punto y seguido, pues al mes siguiente aparece en el mercado un nuevo número uno, englobado en el prometedor sello Marvel Knights.

Queda claro que Frank Miller es el punto de inflexión del volumen I de Daredevil, por lo que prácticamente la mayoría de los “derivados” editoriales del personaje vienen con su firma, bien como autor completo, o bien como autor del guión. Dichos derivados se refieren a miniseries, spin offs (Elektra) y las llamadas en EE UU graphic novels. La práctica totalidad de estas obras han contribuido a confirmar a Frank Miller como uno de los autores más trascendentales del comic book de las últimas décadas.

Para Quesada y Palmiotti, la biografía de Daredevil, su personalidad, su unicidad en el mundo superheroico y su fascinante trayectoria editorial le hacen merecedor de la categoría de caballero (Knight). El maestro de ceremonias que oficiará la liturgia de su nombramiento será Kevin Smith, en el arco argumental titulado Guardian Devil”, que ocupará los primeros ocho números de la nueva serie abierta con fechas de salida desde noviembre de 1998 a junio de 1999.

Daredevil de Kevin Smith

El guionista se aproxima a Daredevil según el ideario impuesto por Miller, osea a la figura trágica y existencial ya oficialmente adaptada como parte de su biografía. Respeta la cronología Marvel, acontecida después de la saga “Born Again”, en cuanto a la visión que otros autores tenían de Daredevil, y de otros personajes añadidos. (El aspecto del demonio Mefisto, es el mismo que idearon Ann Nocenti y John Romita Jr, en el # 265, y lo mismo puede decirse de la utilización de la madre de Foggy Nelson, ideada por Karl Kessel en el # 354). La enfática y atinada versión de Smith es pues tan fiel al personaje como conservadora, siguiendo los patrones de mínimos cambios que Marvel impone a cualquier autor que se acerque a sus grandes iconos.

Kevin Smith es un escritor con oficio y va a hacer alarde de él desde los primeros momentos del relato. Para ello exterioriza todos los artificios de los grandes narradores, y pese a que su texto es profuso, nunca pierde el equilibrio con los vistosos dibujos de Joe Quesada. Recalca la atormentada y bondadosa personalidad de Daredevil / Matt Murdock, matizando todo su sentido de culpa y sus remordimientos en la ya rota relación con su novia Karen Page. Este sentido de culpabilidad se hace extensible a sus apasionados amores con La Viuda Negra, y con otras relaciones antiguas y ya acabadas. Pero el estudio de personajes no sólo queda limitado al trío descrito sino que es ampliable a una prorrogada nómina que pulula a lo largo de sus casi 200 páginas, entre los que se encuentran los más conspicuos de sus últimos años de historia.

Smith completa el relato con breves pinceladas de figurantes retratados a modo de destello, y que forman parte de su recargado escenario (el inevitable homenaje acontece en la figura de un émulo del comisionado Dolan, personaje crucial de The Spirit de Will Eisner). La expresividad de los protagonistas es un detalle del gusto por la fisicidad, que acompaña al estilo de Quesada. El rostro de Daredevil tras el antifaz, expresa el estado de ánimo, como si de una máscara griega para el teatro se tratara. Las facciones de Matt Murdock confirman que se trata de un ciego, y esa impresión se hace patente en sus ojos glaucos y en los andares premiosos. Su angustia se somatiza en su discapacidad, que nunca en toda su historia, se había hecho tan palmaria hasta este momento. Karen Page muestra un variado surtido de expresiones faciales y corporales, que no la hacen perder ni la belleza ni su sensual anatomía, revestida en ocasiones por una camiseta sin mangas, pantalón de atletismo y unos expresivísimos calcetines gruesos, dados de sí en las canillas, que enfundan unos pies que se adivinan en sus detalles, dando al conjunto un cierto aire de fetichismo podal.

El paisaje urbano de Hell’s Kitchen, y en general de Nueva York, se integra en el relato como un personaje de gran importancia. Aparece abigarrado y nocturno, repleto de automóviles, iglesias, edificios de lujo, callejas y tabernas donde pulula todo tipo de fauna urbana. Se retrata tras un gran esfuerzo documental que lo hace distinguible en la visualización de escenarios interiores (para los neoyorquinos sobre todo), donde los autores se muestran tan minuciosos como en los exteriores, cargando de calor el relato. De esta manera el dormitorio de Matt Murdock tiene una enorme cama con sábanas arrugadas que describe agonías nocturnas, y que contrasta con la cuidada y diáfana decoración propia de la casa de un ciego. En los decorados de otros interiores se aprecia el gusto por el detalle y la personalización de los entornos de cada propietario.

Las excepcionales composiciones de Quesada, tanto en páginas como en viñetas, colaboran a un ambiente de opresión. El tono predominantemente rojo provoca desasosiego cargando con emotividad los hechos narrados. Las luces tamizadas, las sombras, la perspectiva forzada y la multitud de encuadres dotan al conjunto de una enorme visualidad que contrasta con la desvalida invidencia que Matt padece en toda la obra. Kevin Smith fiscaliza la parte literaria de un guión que tiende a la sobrecarga. Desde las cartas largas y apasionadas, repletas de elementos dramáticos, hasta las pausas informativas y descriptivas, que permiten el lucimiento de Quesada en la decoración del escenario. Utiliza la narración en primera persona, tan significativa en autores como Miller y De Matteis para profundizar, si cabe más, en la intensidad trágica de la historia, que adopta una dirección diferente, manifiesta en el emotivo flash back, iluminado en grises que actualiza la agonía existencial de Matt Murdock. Pero es en los diálogos, en donde muestra lo mejor de su elaborada técnica. Toda la sutil ironía se vierte en aforismos de ritmo frenético que apuntan hacia un humor de guiños y complicidades, que exigen al lector un conocimiento previo del mundo Marvel y que asientan con distancia los contenidos extremos- gratos al guionista- sin perder en ningún momento el ritmo de la historia.

Mima a los veteranos seguidores de Daredevil, y les recuerda que no está (re)creando al personaje. Lo utiliza para dar cobertura a un relato típicamente “marveliano”, concéntrico, pleno de subtramas y siempre conservador con el espíritu de la editorial, poblado con los protagonistas y las personalidades impuestas por Miller, pero sobre todo libre de la deconstrucción a la que fue sometido cuando guionizó la saga Born Again. Desestructuración que prácticamente le llevó al final de su historia. Por el contrario, lo instala en la rampa de despegue de una nueva y exitosa carrera, para que los nuevos guionistas tengan suficiente espacio para la creación nuevas historias. Kevin Smith, probablemente guiado por la directiva editorial, asume técnicas propias de un renacimiento, orientadas al rescate, la reapertura de caminos que quedaron cegados, y la apertura de otros nuevos, permitiendo a la editorial mantener esta rentable franquicia, máxime cuando se está estrenando un prestigioso volumen II.

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[ © 2003 Eduardo Martínez-Pinna, para Tebeosfera, 031019  ]