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ELGAR, DECANO DEL HUMOR GRÁFICO ESPAÑOL


Entrevista celebrada en el domicilio del autor, en Málaga, el domingo 23 de noviembre de 2003.

[ Elgar, en 2004 Fotografía © 2003 Manuel Barrero ]


El veterano dibujante Elgar, o Manuel García Duarte (El Araich, Marruecos, 14-II-1926), tras haber estudiado el Bachiller en la localidad marroquí de Alhucemas, se afincó en Málaga en 1944 y desde entonces trabajó como humorista allí, donde lo sigue haciendo sesenta años después.

Optimista, diabético, felizmente casado, desempeñó un trabajo rutinario de día (como gerente del Colegio de Aparejadores de Málaga) para contentar al estómago, y desarrolló el humorismo de noche como alimento del espíritu. Comenzó su carrera como humorista escribiendo junto a su hermano en Chaveas, suplemento de La Tarde, y prosiguió escribiendo y dibujando en el diario malagueño SUR, en los onubenses Odiel y Huelva Información, en el pacense Hoy, en los madrileños Arriba y ABC, y en las revistas La Codorniz, Hermano Lobo, Diez Minutos, Noche y Día, Lecturas, El Caso, La Farola, Dintel, Acción, Afición, y alguna más. Hoy sigue dibujando el chiste diario en el actual SUR.

Ha colaborado en libros como el de Fernando González Mart Siempre Málaga (Grafima, 1986), en el de Julián Sesmero Hechos, gentes y curiosidades de Málaga (Bobastro, 1988), y en algunos más, con caricaturas o chistes gráficos. De su autoría son los títulos: This brief world : Spanish humor in cartoons (Gráf. San Andrés, 1965, de 98 páginas), Mens sana in corpore insepulto (Gráf. Sorima, 1974, 157 pp.), Vete a hacer viñetas (Graf. San Andrés, 1979, de 191 páginas), todos ellos editados en Málaga, y La transición en bragas (Planeta, de 232 páginas), editado en Barcelona en 1984. Las únicas menciones que recibió fueron en los festivales celebrados en Málaga I Salón de Humoristas de Málaga (1946) y I Exposición de Navidad del Club de Prensa (1956). Luego, el mundo le dejó de lado.

Bonachón y risueño, cansado pero feliz. Así está uno de los decanos del humor español, con casi 20.000 viñetas diarias a sus espaldas, enamorado de su esposa (aún tesorera de la belleza de antaño) y aquejado de retinopatía diabética en un ojo pero con la sonrisa presente en los dos.

Tebeosfera: Una de las primeras veces que leí sobre usted fue en la alusión que hizo Fernando Lázaro Carreter al origen de la sentencia «Mens sana, in corpore insepulto» en el artículo titulado “«Alma mater»”, a lo que usted por lo visto reaccionó.

Elgar: No me trates de usted, por favor. Respondiendo a tu pregunta, sí, es verdad que tras leer el artículo en El País le envié al académico el comentario de que aquel atropello de Juvenal que había cometido un presidente de una comunidad autónoma en realidad se basaba en una frase mía por entonces conocida en los medios andaluces y en ABC.1 Sí, la frase era mía y así se lo comuniqué por correo, y el muy insensato, en otro de sus “dardos” que aquí tengo de su publicación en Diario SUR decía:

«Ante las demandas perentorias que se me hacen para que señale el nombre de la personalidad que dijo aquello de «Mens sana, in corpore insepulto», debo manifestar que no me consta la veracidad del suceso. Mi sospecha de que es apócrifo se ha hecho más rotunda ahora que el humorista Elgar me hace llegar su divertido libro de 1974 titulado precisamente «Mens sana, in corpore insepulto», título que sigue encabezando sus colaboraciones en el dominical de ABC.»2

No sé de dónde se saca Lázaro Carreter que esa frase pueda ser una cosa apócrifa. Que diga él quién antes que yo había dicho la frase. Pero no lo dice. ¿Apócrifa? ¿Por qué? ... Bueno, fue una anécdota más. Yo anécdotas de esas tengo varias. Por ejemplo, con Camilo José Cela mantuve mucha correspondencia porque conocí al autor de Antología del disparate, que se hizo muy famosa en España hace varios años. Su autor, Luis Díez Jiménez, era amigo mío e ilustró su libro con mis chistes; y había dos o tres que se referían a Camilo José Cela (en cincuenta años he hecho chistes y chistes, y en ellos ha cabido de todo). Entonces, Camilo José Cela, que le hizo a éste el prólogo, vio un chiste mío y me escribió pidiéndome que le mandara el original porque él estaba haciendo una colección y una Fundación que habría creado con cosas suyas, con libros, dibujos, etc. Yo le mandé los chistes estos y se los di rectificados, porque yo he ido progresando poco a poco y me parecían muy burdos los dibujos aquellos. Así pues, se los hice de nuevo. Él los recibió y me dijo: «Yo lo que quiero son los antiguos». «Que no los tengo, los he perdido». «Bueno, pues me los mandas imitando exactamente cómo los hacías antiguamente». Y eso fructificó a la larga en una correspondencia abundante, según le iba mandando otros chistes.

T: En tus primeros pasos en la prensa es verdad que hacías un dibujo muy burdo. Me refiero a Chaveas, el suplemento para la infancia de La Tarde, donde tú y tu hermano dibujabais con Tex y Osores. ¿Qué recuerdas de esa etapa?

E: ¿Tex? Eduardo Texeira ¿no? Sí, él era un empleado de lo que entonces se conocía por Prensa del Movimiento, concretamente de La Tarde y diario SUR. Osores era un chico que, es verdad, dibujaba con una línea muy limpia, muy parecida a...

T: Recordaba mucho, muchísimo, al Cabrero Arnal de Pocholo...

E: Así es. Yo lo que pasa es que llegué a eso de Chaveas, procedente de Marruecos, en 1944 y Osores publicaba en 1943 y no siguió a partir del año siguiente, que fue cuando yo llegué. Así que no le conocí personalmente. A lo mejor a principio de 1944 dibujó lo último suyo, que fue cuando entró mi hermano en el suplemento. No sé qué fue de este hombre, ni se me ocurrió preguntarle a quien dirigía el Chaveas, que era Antonio Gallardo.

T: El que firmaba bajo el seudónimo Pepe Pluma los inflamados editoriales de página 2...

E: Hum... ese no recuerdo que fuera Gallardo. Yo con Antonio he tenido una amistad enorme, le conozco bien y no recuerdo que utilizara seudónimo. Yo comencé trabajando para él, y luego él trabajaría conmigo en una revista que dirigía en el Colegio de Aparejadores, donde yo fui empleado saliendo gerente de allí. La revista se llamaba Dintel, y allí trabajamos juntos Gallardo y yo. Él llegó a ser director en Málaga de La Tarde y después lo destinaron a Huelva, concretamente a Odiel, y por entonces fue cuando yo comencé a publicar chistes en el diario onubense.

T: Pues Pepe Pluma era el director de Chaveas también. Fíjate en esta fotografía de una caricatura suya de 1944. Julián [Sesmero] lo ha identificado como el director del suplemento ¿Lo reconoces?

E: Sí, pues es verdad, es él. “Pepe Pluma”..., no lo recordaba. Él fue el que me empujó a ser humorista gráfico. Yo, en realidad, comencé a dibujar porque en Chaveas colaboraba con mi hermano José Luis García Duarte, que firmaba Garay sus historietas y chistes, cuyos pies los hacía yo. Cuando él se marchó a la mili, Antonio Gallardo se empeñó en que yo hiciera los chistes y que los dibujara yo. Me forzó a dibujar y a dibujar, y más o menos fui defendiéndome, pero por obligación más que por otra cosa.

T: Con respecto a tus colegas en Chaveas, allí aparecía también Conti en 1944 y Carlos Cruz en la etapa final, en 1949. ¿Qué me puedes decir de ellos?

E: Yo creo que el Conti que aparecía en Chaveas era el mismo autor catalán que salía en los tebeos. Es verdad que había cosas cuyas en los Chaveas de 1944, pero no supe de él nunca; sin duda sus chistes llegaban por agencia. Con respecto a Cruz, yo no lo recuerdo, ¡me estás hablando de cosas que ocurrían hace sesenta años! Seguramente Chaveas llegara a publicarse hasta 1948, que es cuando pudo haber colaborado Cruz, pero no fue mucho más allá en el tiempo. Yo no tengo recuerdos de esa etapa por una razón concreta, porque me fui al servicio militar en el año 1947. Por entonces mantenía relación con el periódico La Tarde porque seguía colaborando con una revista que se llamaba La Farola, cuyo director era Rafael Lafuente. Entonces yo todavía dibujaba, pero también escribía breves cuentos, comentarios, hacía crucigramas. En La Farola no publiqué chistes ni historietas, ten en cuenta que yo estaba cumpliendo el servicio en Marruecos y desde allí lo que enviaba eran crónicas de corte humorístico que se titulaban “Rutas del Riff”. Rafael Lafuente era muy bohemio y mujeriego; era un hombre muy popular, y su hijo es hoy en día el presidente de una compañía hotelera.

T: En los años cincuenta, ¿quién hacía humor en Málaga?

E: Estaba yo, que comencé con mi chiste diario en La Tarde y luego en SUR, y había otro dibujante muy famoso, José Sánchez Vázquez, que estuvo de dibujante en SUR desde el principio. Llegó a aparecer un libro recopilatorio de sus chistes en 1958, Chispazos, que lo prologó Juan Antonio Rando [para el sello Denis], pero luego se marchó disgustado al Informaciones de Madrid al ver que mis chistes comenzaron a ofrecerse a dos columnas cuando a él se lo daban a una. Era un hombre sin humor ninguno, pero era un excelente dibujante. Al contrario que me pasaba a mí, que no sabía dibujar, él dibujaba muy bien y era un caricaturista fenomenal, también acuarelista. Cuando Cajiga me llevó a La Tarde, los míos eran más actuales y este hombre [Sánchez] estaba anquilosado, tenía un humor muy antiguo. Y se cabreó porque al entrar en el SUR yo se disgustó. Es como si yo me disgusto hoy porque al Idígoras le publican a cuatro columnas y a mí a una; por eso no me iba a molestar ¿no?

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NOTAS:

1 Para el interesado, este artículo se halla recogido en El dardo en la palabra, Galaxia Gutemberg / Círculo de Lectores, 1997, p. 367.

2 En el artículo de Lázaro Carreter «Sponsor», op. cit., p. 401

 


 [ © 2004 Manuel Barrero, para Tebeosfera, 040306]