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EL HUMOR POR VOCACIÓN. ENTREVISTA A PUEBLA


Entrevista a José Manuel Puebla Ros, humorista gráfico e ilustrador formado en Bellas Artes y en simpatía que ha firmado como Puebla o Manu en diferentes medios de Sevilla, Granada, Cartagena y Madrid. Le entrevistamos entre diciembre de 2003 y enero de 2004 por correo electrónico.

[ Fotografía de Puebla, tomada por su dilecta esposa en 2003 ]


Entrevista. Parte 1

Entrevista. Parte 2

Galería

 

Puebla (Torre-Pacheco, 1970) es uno de esos grandes valores de la viñeta que están ahí, en una esquinita de España, derrochando calidad día a día sin que la generalidad se percate. No pasa desapercibido para los directores de publicaciones inteligentes, y en los últimos meses sus tiras cómicas, viñetas e ilustraciones vienen escalando posiciones: en Impar, El Batracio Amarillo, La Gaceta de los Negocios y la edición madrileña de ABC. Le recuperamos para La Tebeosfera con la siguiente entrevista y galería.

 

1.   Sabemos que eres nacido en la localidad murciana de Torre-Pacheco, pero tú te sientes de Cartagena y quieres ser considerado dibujante cartagenero. Explícanos este peculiar sentimiento de naturalidad.

 Es lógico ese sentimiento, se da la circunstancia de que nunca he vivido en Torre-Pacheco, mis padres sí eran de allí pero se fueron a vivir a Valencia y cuando mi madre estaba a punto de dar a luz se volvieron para que estuviese presente la familia en el evento (por cierto, tampoco fue en Torre-Pacheco donde nací físicamente sino en una clínica de Murcia ciudad), el papeleo por lo visto exigía un domicilio y mis padres seguían  empadronados en Torre-Pacheco. A los cinco años volvimos de Valencia instalándonos definitivamente en Cartagena. Por tanto, no tengo nada en contra del pueblo de mis padres y de mis abuelos, creo que es lógico que me considere cartagenero, aunque oficialmente sea diferente. 

2.   Y pese a pertenecer a esa esquina de España, donde te formaste fue en Sevilla, en la Facultad de Bellas Artes ¿Podrías describirnos tus vivencias relacionadas con el cómic y el humor gráfico en la localidad hispalense?

 Efectivamente también tuve una época en la que me consideré sevillano, fueron seis años los que pasé allí y volvía a Cartagena en contadas ocasiones. Aunque no me tomé en serio la idea de quedarme a vivir en Sevilla, podía haberlo intentado porque es una ciudad muy especial. El ambiente artístico era (lo cierto es que ahora mismo no sé en qué momento está) bastante diferente al resto de las facultades del país con sus aciertos y sus errores, todo giraba entorno a la restauración, imaginería y la pintura que fuera clásicamente sevillana (realismo sevillano). Esto hacía que fuese un ambiente algo endogámico, algo muy de puertas para dentro.

Por otro lado, la enseñanza clásica del dibujo de la figura humana junto a las clases de Anatomía Aplicada me marcaron para siempre, fue como ponerme en la mano una varita mágica que me descubriera todos los secretos que hasta entonces parecían sólo al alcance de unos pocos, las manos, los pies, al controlar la proporción podías controlar las desproporciones... siempre le agradeceré a esa facultad esa parte tan importante de mi aprendizaje.

Sin embargo, el tema de los cómics y mis descubrimientos iban paralelos pero no revueltos, no había que mezclar lo que yo hacía cuando volvía a casa con lo que en la facultad se realizaba. Por entonces (aunque no dudo que el catetismo perdure), y no hablo de la posguerra sino de 1990 a 1995 la etiqueta de «eso parece de cómics» estaba muy presente, claro que si había un grupillo que era el que mejor reflejaba las composiciones en movimiento de los modelos (ya que tenían mejor visión espacial y no les hacía tanta falta que el modelo repitiese una y otra vez) que también era el de los que hacían cómics, pero ¿cómo ibas a comparar eso con un retrato funesto de una Macarena con su lagrimilla cayéndole que quita el sentío?, ¡qué atrevimiento por Dios!. Así que había dos formas de montárselo o seguías evolucionando en lo que crees que es tú camino (porque el profesorado que no esté a la altura no va a reconocer otra forma de talento o de expresión artística, que no sea pintar los azulejos de un patio andaluz entre nebulosas y una señora vestida de faralaes que mira pensativa) o te entregabas a por un buen expediente.

Menos mal que mi amigo Alejandro Rojas, se inventó un fanzine donde podíamos desahogarnos hasta que dejaron no ya de darnos presupuesto, sino de dejarnos hacer ni siquiera fotocopias.

Y es que claro, salieron a flote muchos males de la facultad, los que crean todos aquellos que hacen de los despachos y departamentos  su propio negocio, olvidándose de lo que iban a desempeñar cuando tomaron posesión de su plaza. En fin, en la elaboración de aquella sin par y fugaz revista conocí a unos cuántos buenos dibujantes a los que desgraciadamente perdí de vista.

3.    A mediados de los años noventa participas en el curso de animación de DIALPA TV, del cual salieron algunos de los hoy dibujantes en Sevilla (Rosell, Lombilla, Angelito…) Refiérenos aquella aventura, qué se hizo y qué no se hizo…

 Tengo una memoria malísima para los nombres, lo más seguro es que conozca los que nombras pero como no les vea el careto...

El proyecto de Dialpa TV me llegó en un momento de crisis personal, estaba en el tercer curso de la carrera cuando me empezaron las dudas sobre mi futuro con mi título en la calle y eso, si no estaría perdiendo el tiempo y el dinero de mis padres... etc., algo que después comprobé que le pasaba a muchos estudiantes y no precisamente estudiando lo mismo. Mi decisión fue empezar a buscar una salida laboral y no esperar a licenciarme para encontrarme con todos los sustos de golpe. El proyecto de Dialpa como comprenderás llegaba en el momento justo (después de haberme encontrado con algunas puertas cerradas en agencias de diseño), me presenté a un examen que se hacía en varios turnos. Era impresionante, no recuerdo bien el número exacto pero nos presentamos cerca de 1100 personas acompañados de nuestros bártulos, en mi caso sólo un lápiz, una goma y un rotring. Así que cuando vi como los demás sacaban las acuarelas, témperas, botes con varios pinceles... estuve a punto de marcharme a la parada de autobús. Recuerdo que tuvimos que crear un personaje y también hubo una prueba de caricaturas (me tocó dibujar a partir de una cutrísima fotocopia en b/n a Margaret Thacher). Al final nos seleccionaron a unos 140 dibujantes, la perspectiva era hacer un curso de dibujante animador en dicha productora con posibilidad de trabajar luego para la empresa. De aquellos meses me quedan muchos recuerdos gratos de convivencia con otros dibujantes.

Pasaron varios meses, para darnos cuenta de que aquel tinglado sólo era una tapadera para recibir una puñetera ayuda europea, y que no había más futuro después de aquello. Los profesores se fueron yendo porque se les debían sus nóminas y ante tal panorama tuvimos que suplicar a la Junta de Andalucía que por lo menos aquellos meses de sacrificio se vieran reflejados en un diploma, que se nos resistía al estar en busca el sinvergüenza del presidente de Dialpa.

Me quedo con lo bueno, desarrollé mayor soltura en el dibujo y la capacidad de dotar de un dinamismo a mis personajes que antes no tenía. Y sucedió durante aquel curso algo que cambiaría mi rumbo y terminó con mis dudas al menos sobre mi meta laboral, se convocaba por primera vez el concurso de Humor Gráfico Joven & Brillante (1993). Cuando me notificaron que estaba seleccionado entre tantos participantes y que mi obra saldría en un catálogo... como te lo cuento, me dije: «¡ya está, lo mío es el Humor Gráfico!».

A partir de ahí empecé a hacer chistes, a estudiar cómo lo hacían los mejores (¿cómo expresaban las ideas?, si se necesitaba mayor o menor histrionismo, si era importante aprender a hacer caricaturas).

4.    Ajá, y en 1994, en El Repaso de la actualidad sevillana, uno de esos periódicos elaborados por un equipo de periodistas bisoños, comenzaste a publicar viñetas de humor ¿Cómo te enfrentaste a tus primeras viñetas de actualidad; hay que modificar el registro humorístico cuando se trabaja en prensa de ámbito tan localizado? 

Como te comentaba anteriormente ya tenía claro hacía donde quería dirigir mi labor artística, un buen día un compañero de clase (cámara de Canal Sur) me comentó que la escuela de periodismo CEADE hacía un periódico donde trabajaban los alumnos dirigidos por dos profesionales, así que me animé y me presenté allí. Enseguida comencé a publicar con ellos; allí publiqué mi primera viñeta de humor gráfico. Era eminentemente local, con poca difusión (creo que sólo se ceñían a Reina Mercedes y la zona universitaria) y los temas de las viñetas giraban desde las colas para las entradas del partido de la selección española de fútbol a la llegada de la Feria de Abril. El periódico cambió de nombre varias veces en poco tiempo (de El Repaso pasó a La Crónica de Sevilla y Andalucía y después a Crónica de Sevilla) hasta que desapareció en 1995 y le perdí la pista.

En noviembre de 1995 salté a otro periódico, el quincenal La Voz de tu Orilla, que era prensa barrial de Triana y Los Remedios. Estaba encantado de poder seguir publicando, tenía clarísimo que era imprescindible para poder aprender y coger soltura. Estaba de enhorabuena, porque las colaboraciones anteriores tenían una periodicidad indeterminada, era el ritmo que marcaban los alumnos y claro... dependía del esmero de estos (El Repaso empezó como bimestral y luego se intentó cierta regularidad mensual). Con
La Voz
me gustaba que fuese quincenal (más dibujos al mes, más disciplina de entrega), pronto comprendí que si era capaz de hacer un chiste sobre los intríngulis del día a día del barrio... no encontraría excesiva dificultad a la hora de hacer algún día temas nacionales. Estaba comenzando a crearme adicción el oficio.

Cada viñeta era diferente a la anterior, no tenía estilo ninguno, pero estaba casi más preocupado por los guiones, encontrar la frase exacta para el momento, que el texto y el dibujo no fuesen una redundancia... En cuanto al dibujo alternaba los rotuladores con el pincel y la tinta china (con trazos muy bastos influido totalmente por Óscar y su Cojonciano).

5.    Tras obtener el CAP decidiste dejar Sevilla y regresar a Murcia, y rápidamente te ubicaste en el periódico regional Diario 16 Murcia. Con la carrera terminada en Sevilla ¿cómo se adivinaba el panorama profesional murciano? 

Sí, llegó la hora de la marcha. Sevilla me encantaba pero no tenía motivos profesionales que me retuvieran, y en Cartagena me estaba esperando una reserva en el hotel Base de Submarinos. Así que volví e hice las cosas que había ido retrasando durante la carrera: la mili y sacarme el ¡carné de conducir! Por otro lado, lo del D16 Murcia llegó en 1996, durante mi último año en Sevilla, un año más de estancia que me regalé para hacer el CAP y colaborar en el departamento de Dibujo de la facultad. Cuando empecé en D16 Murcia (aproveché las vacaciones de Semana Santa para hacer una ronda por los diarios murcianos) me dejaron claro que estaban en una situación muy precaria y no sabían cuánto más podrían aguantar, lo único que tenía que ver este periódico con Diario 16 es que tenían algo así como alquilada la cabecera de éste, en plan franquicia, aprovechando ese nombre pero parece ser que sufriendo unas mordidas muy importantes en los beneficios propios que generaban por publicidad.

El periódico agonizaba, y yo necesitaba publicar para poder aprender, no fue difícil el acuerdo. Así pues se fueron publicando las viñetas que iba enviando desde Sevilla, sin ninguna exigencia, las que llegaban se publicaban. Unos seis meses duró la experiencia.

Cuando terminé la mili, tocaba preparar oposiciones a ESO. Por supuesto, no dejé de dibujar, me presenté a muchos concursos internacionales y seguí fiel también a J&B, los resultados me seguían animando. No buscaba tanto los premios como un currículum que les llamara la atención a los medios que enviaba mis trabajos... mientras, seguía sembrando.

A finales de 1998 me embargó de nuevo la ilusión de volver a publicar, esta vez, semanalmente para el diario La Opinión de Murcia (también empecé a hacer mis pinitos en la enseñanza privada). Y en abril de 1999 se instalaba en Cartagena un nuevo grupo editorial, El Faro, con ellos empecé ¡una tira diaria! Evidentemente las cosas estaban mejorando y se alejaban los dos años grisáceos que vinieron después de terminar los estudios.

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 [ © 2004 Manuel Barrero, para Tebeosfera, 040306]