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HUMORÀLIA 2003. HUMOR A PIE DE CALLE, crónica por Manuel Barrero |
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Cataluña es un país donde la viñeta está más cercana a la estructura
tradicional de los medios. Allí las aucas (aleluyas, auqes o romances
en el resto de España) formaron siempre parte de las tradiciones
populares locales y hoy las viñetas son parte fundamental de diarios y
de revistas catalanes. Por poner un ejemplo, en la Mañana, el
así llamado diari de ponent de la localidad de Lérida, dibujan
diariamente Balasch y, en color, Marçal. Pero, además, en su
suplemento semanal, revista, disponen otros humoristas de un
espacio para la sátira en el encarte que mantiene vivo el espíritu de
los semanarios satíricos que siempre gozaron de buena salud en
Cataluña a lo largo de toda la historia, salvo en los periodos de
mayor represión dictatorial. Nos referimos a Lo Picador de la
Banqueta, subtitulado Setmanari per pixar-se de riere Pero no sólo existe esa atmósfera de cariño hacia la caricatura, el humor dibujado y los tebeos en la provincia sin mar de Cataluña, también hay un grupo de profesionales del humor gráfico que cada dos años se disponen a pasar varias semanas de los nervios organizando un conjunto de actividades y exposiciones relacionadas con este medio. Ellos son Humoràlia y su festival es la Biennal Internacional de Humor Gráfico de Catalunya, que nos sorprendió gratamente, tanto por la belleza del emplazamiento, como por la exquisita organización de las actividades y el montaje de exposiciones, que eran el plato fuerte de esta bienal, si exceptuamos una conferencia magistral, la presentación del fallido libro de Luis Conde Historia del humor gráfico en España y alguna actuación más. El núcleo de actividades y muestras nos lo describió la propia organización de la siguiente manera:
«EXPOSICIONES
El tema: Colectiva de dibujantes palestinos También fue entregado el trofeo Humoralius a Marcelo Niño, por sus actividades en pro del humor desarrolladas en el Museo Severo Vaccaro de Buenos Aires. De las exposiciones montadas, la mejor sin duda fue la de El Roto, que ya había estado en Alcalá de Henares y en Barcelona (en la sala de El Círculo de Lectores). Excelentemente seleccionada, bien montada, con su propio y lujoso catálogo, y con un apartado, separado del resto, de obras pictóricas de Andrés Rábago, solamente podríamos ponerle tacha a su mala ubicación, en un lugar no de paso (en lo alto de la ciudad) que impidió la afluencia de público. La exposición de obras de Kim en el edificio de la Universidad de Lleida estaba constituida por excelente material, bien montados los originales y bien ubicada porque el público casi tenía como paso obligado aquel espacio; aquí únicamente falló la presentación, escrita por Fer con buen humor, pero que nada aclaraba de la identidad real del dibujante de Martínez el facha. La exposición Humor Cru estaba montada con la mejor buena voluntad posible, no en vano el tema central era la catástrofe del petrolero Prestige, pero muchas obras eran impresiones con ordenador hechas con no excesiva calidad, o que parecían directamente fotocopias, lo que deslucía el resultado final. La muestra de autores portugueses era altamente interesante, con un muestrario muy amplio y de extraordinarias obras, pero solamente la mitad de ellas obras tenían apariencia de originales (no olvidemos que muchos autores ya trabajan su “original” directamente en la computadora). Los dibujos de Malagón tampoco eran “originales”, sino impresiones colgadas en las paredes de un popular café de la ciudad, pero eso no desmerecía del mensaje que emitían, sencillo y contundente. La exposición de Marçal fue una de las mejores, con obras originales realmente divertidas (contó con catálogo propio incluso, cuya cubierta reproducimos al lado de este texto) y muy bien ubicada. No así la de Zulet, sita en una cafetería y algo escondida, aún siendo una de las de mayor interés, por cuanto relataba a modo de “diario gráfico humorístico” el desarrollo de las hostilidades EE UU – Iraq, con las implicaciones y consecuencias que todos conocemos. La muestra de obras palestinas fue sin duda la mejor situada (en el edificio, por otra parte de gran interés arquitectónico, del Ayuntamiento) y a la vista de todo paseante ilerdense dado que estaba sita en el eje neurálgico de la ciudad. De hecho, si algún error puede achacarse a la organización de esta biennal ha sido la desinformación que el público ha tenido de las exposiciones. Ningún cartelón o pancarta anunciaba en las fachadas o a pie de calle las muestras que se hallaban en el interior de los edificios. Y fue muy escasa la información distribuida mediante trípticos, folletos o flyers con el fin de indicar al interesado o al curioso la ubicación de las distintas muestras. Así, era prácticamente imposible que nadie accediese a la exposición de El Roto si no lo sabía de antemano por alguna fuente cercana a la organización o al Colegio de Arquitectos donde se hallaba (por más que estaba anunciada en prensa, como muchas de las otras), y muy pocos podían acudir al resto de muestras sin información previa, salvo por el caso mencionado, el de Kim, que se hallaba en un lugar muy concurrido, o la de Marçal, sita también en un lugar de paso. La exposición de los autores lusos, por ejemplo, era difícil de encontrar hasta para quienes conocían el edificio, pues éste se hallaba en obras y había que preguntar para conducirse por un pasillo y un par de puertas hasta dar con ella.
Desde un enfoque popular, el día grande de Humoràlia, el día de mayor
presencia en los medios y frente al público, fue el día 3 de octubre,
cuando 15 dibujantes procedentes de Barcelona, Madrid, Tarragona y de
varias localidades de la provincia ilerdense se dieron cita para
caricaturizar al público por el módico precio de un euro en el eje
comercial de la ciudad. El óbolo era consecuencia de que otros años
habían organizado similar experiencia y las colas se hacían
interminables. De este modo, retenían un poco al público caprichoso y,
al tiempo, obtenían una mínima compensación para la organización. Los
humoristas implicados en este gozoso festival de caricaturización
fueron:
Napi, de La Vanguardia / Tarragona (uno de los
veteranos del humor catalán), Manel, de El Triangle (otro de
los humoristas clásicos de Barcelona, Manel Puyal),
Kap, de La
Vanguardia (uno de los mejores humoristas gráfico de España hoy,
no nos cansamos de decirlo), Lloyi, antes Lloyy (caricaturista cubano
residente en Guadalajara), Marçal, de la Mañana (político y
humorista lleidatà de enorme candor), Hugo Prades, de Barcelona,
Turcios, de La Razón (uno de los mejores caricaturistas de los
diarios españoles, de origen colombiano), Txapis, de Lérida (también
músico, y uno de los pilares de la organización de la bienal), Pepe
Farruqo, de El Jueves y Avui (andaluz de guasa sin fin y
trazo brusco, acaso el relevo natural de los grandes del humor
satírico español), Matías Tolsà, de Lérida (extraordinario
caricaturista, aún por descubrir, que lleva en los genes lo de dibujar
–es hijo de Armengol-), Ga, de Valls (Jordi Figuerola, dibujante
ilerdense con buena muñeca), Pep Monyach, de la Mañana
(leridano habitual en el suplemento Lo Picador de la Banqueta),
Pep Setó, de la Mañana (otro ilerdense que dibuja en el
suplemento Lo Picador de la Banqueta), Ton Granell, de Cervera
(autor de la provincia, aún por rodar como profesional), Guillermo
Ferreiras, de Madrid (dotado integrante de la pareja de humoristas
Ferreira y Chandro), Javier Rivas, de Madrid (pintor y caricaturista
de espíritu vital), y Jordi Tordera Balaguer, de la localidad, autor
con obra solamente en fanzines. Con una tenacidad admirable, los dibujantes aguantaron durante horas apostados en diversas confluencias de calles de la ciudad caricaturizando a toda persona que se lo solicitó (previo pago de un euro y presentación de un vale que se conseguía en los negocios asociados al llamado Eix Comercial). Muchos fueron los niños que tuvieron que dibujar, con la complicación que eso comporta, pero esa fue una de las razones que encandiló al público, que disfrutó de la caricatura como un acto natural y que añadió una pincelada de color a ese fin de semana. El diario local Segre supo entender la verdadera trascendencia de estas obras artesanas cuando las calificaba de «divertides imatges per a tota la vida» (“Els humoristas gràfics s’instal·len a l’Eix Comercial”, en Segre / Art, 4-X-2003). Según declaraciones de los dibujantes y recuento posterior, cada uno de ellos realizó una media de 40 dibujos por sesión (viernes tarde, día 3, sábado mañana y sábado tarde, día 4 de octubre). El total rondó los 1.500 dibujos. Debido al éxito, los comerciantes del centro de la ciudad han comentado que desearían que el año que viene se repitiese este encuentro de dibujantes frente a público con cincuenta dibujantes en la calle. Será un reto llegar a esa cifra. Todo un goce para los sentidos, la inteligencia y el espíritu este encuentro con el humor gráfico. Esperemos que Humoràlia no se agote y en 2005 nos sorprenda con nuevos libros sobre humor, nuevos planteamientos y otras fiesta de similar calado y trascendencia, realmente notable este año. |
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[ © 2003 Manuel Barrero, para Tebeosfera 031019. Barrero fue invitado a la Biennal por la organización de Humoràlia ] |
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