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LA REINA DE LOS PIRATAS


  LOS CÓMICS DE VALERIA

 Valeria, siendo asediada por Conan, con quien compartió casi todas las aventuras que conocemos de ella. Imagen elaborada por Rafael Fonteriz para Planeta-DeAgostini © 2004 Rafael Fonteriz


Valeria, la pirata de la Hermandad Roja, es uno de mejor construidos personajes de Robert E. Howard. Inspirada en las mujeres de gran fortaleza que se dedicaron a la piratería (aunque no sabemos si Howard conocía las andanzas de la temidas piratas de finales del s. XVII Ann Bonny o Mary Read, lo cual es muy posible) y comparable a otras heroínas de R.E. Howard como las espadachines Agnes de Chastillón y Sonya de Rogatine, resulta un personaje atractivo por ideal.

Valeria es una muchacha arrebatadora, bella y ebúrnea, pero guerrera e independiente, casi lo contrario del prototipo de mujer que poblaba los pulps de los años veinte y treinta en los Estados Unidos, cuyas chicas desvalidas y carnosas yacían por lo general a los pies del oportuno héroe. Valeria era de otra pasta y perfecta pareja de un gañán como Conan: Era deseada por él y ella participaba de esa atracción, pero no era una chica fácil, y ante todo era una aventurera.


 

En los cómics hizo Valeria una entrada inolvidable en las viñetas de Savage Tales, con una mirada altiva que declaraba la nobleza de su origen y con un atuendo característico que denunciaba su oficio de pirata. Fue Barry Windsor-Smith quien estampó en nuestro cerebro aquel rostro hermoso de ojos claros, una estampa propia de un cuadro de Millais que contrastaba con la manera habitual de hacer cómics en Marvel.

La adaptación no se salía de los márgenes marcados por la novela corta original, si bien la obcecación de Smith por orquestar a su ritmo el baile de viñetas planteó alguna que otra impostura por parte del director editorial de Marvel Stan Lee, a quien no satisfizo el estático comienzo de “Clavos Rojos”. Y tampoco le satisfizo al editor en jefe la carencia de acción del primer capítulo que Thomas y Smith intentaron terminar con una batalla a modo de clímax que no existía a esa altura del relato de Howard. No llegaron a tiempo de hacerlo.

La historieta terminada es una verdadera obra maestra, aunque con reservas. El comienzo es intachable: delicada introducción de los personajes e impagable narratividad de los acontecimientos en la vívida secuencia del dragón. Luego, cuando penetran en la ciudad, Smith resuelve el discurso terebrante del original literario usando más los primeros planos y dejando de lado los efectos luminosos, que hubieran enriquecido la atmósfera. Concluye la primera entrega con dos páginas terminadas a vuelapluma debido a las presiones de tiempo. Los dos capítulos siguientes se inician con sendas portadillas que nada tienen que ver con la secuencia de viñetas de la adaptación y que resultan inadecuadas. Los episodios en los que Conan y Valeria toman contacto con Olmec y Tascela, y donde discurre el primer enfrentamiento armado, están resueltos con donaire pero no con todo el detalle esperado. Así, los cabellos de los personajes son entintados presurosamente y los fondos apenas si se muestran. Smith vertebra el relato en la última docena de páginas con maestría, utiliza viñetas apretadas y silentes, emplea sabias perspectivas y ejercita un inteligente uso de la iluminación. Pero, como antes, las cinco últimas páginas evidencian la prisa y el resultado se resiente por ello. En realidad Barry tuvo problemas de tiempo y Marvel se vio obligada a  adjudicar el entintado de esas viñetas finales a Pablo Marcos; para un aficionado con buen olfato resulta evidente la participación del peruano.

Tras la publicación de la obra todo fueron loas. Thomas pregonó alborozado cómo el escritor Harlan Ellison telefoneó a su casa y dejó grabado un mensaje de 18 minutos y 30 segundos alabando la adaptación de esta saga, y también que Fritz Leiber se mostró entusiasmado. Por añadidura, y para obrar en descargo de su espíritu editorialista, el guionista también tuvo el detalle de citar al aficionado corresponsal Ames Robertson, quien calificó de completa basura la obra frente a los excelentes cómics de factura europea existentes. La ACBA, en 1975, eligió la segunda parte de “Red Nails” como mejor historieta del año 1974, y a Thomas como mejor guionista precisamente por ese trabajo.

Años después, la historieta sería reeditada por Marvel añadiéndole color. Aquellas reediciones venían a cuento de rebañar el poso de popularidad que Barry Smith aún mantenía entre los aficionados a los cómics y en otros círculos académicos e intelectuales (alguna publicación muy en la onda de entonces asimiló al británico con el movimiento “New Wave” importado del Reino Unido, lo cual desagradó a Smith), y embutir obras de reconocida calidad en el tebeo Marvel Treasury Edition. De esta guisa, en 1975 vio la luz el número 4 de esta serie de tamaño gigante en cuyo interior Thomas proclamó que las historietas habían sido coloreadas especialmente para la ocasión por Barry Smith y Linda Lessmann, que Barry no pudo resistir volver a entintar una página aquí o allá y que él sucumbió a la tentación de volver a escribir una línea o dos.

El añadido del color y un ligero baño de tinta a esas páginas finales de “Red Nails” era lo exigible para redondear la perfección narrativa y artística de la historieta. Y hay que admitir que mejora. El color que aplica sobre ambos cómics es excelente dentro de las limitaciones técnicas de Marvel, utiliza tonos más apastelados evitando el efectismo chillón y aplica veladuras que subrayan la narración. En “Red Nails” eso contribuye a magnificar la escena de la lucha contra el dragón, a incrementar el erotismo del torso desnudo de Valeria, a acentuar la claustrofóbica fluorescencia del interior de Xuchotl y a entonar en clave tenebrosa el clímax final. También redondea su trabajo a la tinta en las páginas finales de la saga, aplicando unas cuantas rayas más sobre los cabellos de los personajes y definiendo más algunas sombras, incluso rehace alguna de las viñetas que dejó en su día en manos  del peruano Pablo Marcos por falta de tiempo. Perfecto, pero esas nuevas planchas para los Treasury Edition fueron recortadas y retocadas tras su entrega. Dado que el formato del nuevo lanzamiento, de 34 por 25'5 centímetros no era proporcional al de un comic book convencional el resultado fue una historieta de “Red Nails” en la que Valeria y su montura ya no se reflejan en el agua, la escena en que Conan lancea al dragón pierde su pureza y en Xuchotl se volatilizan escaleras, sillas, naranjas y platos.

En 1975 Marvel lanzó al mercado el número único Robert E. Howard's Conan the Barbarian (conocido en muchos catálogos como Conan King Size Special) donde se reeditaron las historietas “Cimmeria” y “Red Nails” en color, pero esta vez desde las páginas no completadas por el británico, las de Savage Tales. Smith jamás se enteró de aquellos infames manipulaciones. La reciente edición de la obra por Dark Horse, con color añadido también sin la anuencia de Windsor-Smith, mejora la de Robert E. Howard’s Conan the Barbarian, aunque para algunos este tipo de color aplicado con programas informáticos tiene menos encanto que el tradicional.

Con posteridad a este hito de la historieta estadounidense, parecía evidente que los editores de los cómics de Marvel no deberían desaprovechar a un personaje tan atractivo en el futuro. Pero los guionistas lo hicieron. Roy Thomas se resistió a escribir “secuelas” o “precuelas” del clásico “Red Nails” salvo por la adaptación al cómic del relato del pirata Black Vulmea “Isle of Pirate’s Doom” en 1982, donde ella adoptó el rol protagonista, y salvo por la descripción de una infancia en la que la rubia de la Hermandad Roja fue instruida en el manejo del acero por una guerrera hyrkania pelirroja. A su marcha de Marvel, los guionistas que le sucedieron no tuvieron tantos escrúpulos y construyeron un absurdo ir y venir de la pirata por tierras de dentro del continente que apenas se sostenían o tenían interés alguno. Thomas, a su vuelta a los cómics de Marvel y concretamente a los de Conan en los años noventa, trató de devolver a Valeria la dignidad que merecía y la incluyó en sus planes de reorganización del “Universo Hyborio”, rescatando a todos los personajes posibles de la vieja guardia, al uso como haría con una reunión de apolillados personajes de la Golden Age (su comportamiento como guionista durante los años noventa lo acercó a su afición a las agrupaciones en ligas y asociaciones de superhéroes de los años cuarenta y cincuenta, como denota su sistemático rescate de Isparana, Zula, Sonja, Fafnir, Bêlit, Kull y otros para una saga en Conan the Barbarian, su deseo de devolver a Kull, Solomon Kane, Red Sonja y Valeria a los complementos de The Savage Sword of Conan, y su interés por reutilizar viejos esquemas o relatos clásicos para construir nuevas historietas en las series limitadas que salieron al final de la década).

Valeria fue una de las más añoradas por Roy. Y mereció la pena su rescate, al ser providencial e interesante. Desde 1992, Thomas había venido utilizando relatos de Robert E. Howard de diferentes géneros y héroes para que fueran protagonizados por el cimmerio, rellenando de este modo lagunas en la cronología del guerrero. También buscó realizar nuevas adaptaciones de relatos de Conan de otros escritores y echó un ojo sobre las nuevas entregas noveladas que Tor Books había comenzado a publicar desde 1982, principiando con la publicación de la obra de Robert Jordan Conan the Defender. El guionista decidió adaptar algunos de esos títulos que no habían obtenido su translación al cómic y resolvió que el que más necesitaban los lectores era la obra de Lyon Sprague de Camp Conan and the Spider God, puesto que los derechos de adaptación de los títulos escritos por De Camp, Carter o Nyberg todavía obraban en poder de Marvel. Mas no dejó de cavilar sobre la posibilidad de llevar al cómic alguna de las recientes entregas de la serie novelada de Conan.

La oportunidad llegó con la novela de Roland Green Conan and the Gods of the Mountain, la cual fue publicada como una continuación de “Red Nails” a partir del núm. 211 de The Savage Sword of Conan the Barbarian (la revista había adoptado este nuevo título), y lo hizo a la par que el libro de Jordan aparecía a la venta en las librerías estadounidenses.

Es posible que fuese el propio novelista, Green, el que pugnara por conseguir que su obra fuese llevada a las viñetas dado que él también era un gran aficionado al cómic (ha comentado que una de las razones que le impulsó a escribir su ciclo de fantasía heroica protagonizado por Wandor fue la lectura previa de algunos de los primeros números de Conan the Barbarian). Y, de hecho, Green mantendría buenas relaciones con Thomas y con los editores de Marvel hasta el punto de que pasó a formar parte del elenco histórico de guionistas del cimmerio en 1997, cuando escribió el guión de la miniserie titulada en España El Bosque Infernal.

Y Green volvería a hacerlo, de nuevo con Valeria, en el trío de comic books que lanzó Marvel entre junio y agosto de 1998 bajo el título Conan: River of Blood, que recogía a los personajes donde los dejara en The Savage Sword of Conan the Barbarian, 217. Valeria y Conan seguían moviéndose por los sofocantes y peligrosos Reinos Negros en estas historias, en liza con chamanes de tribus recónditas, con líderes tribales, con bestias de la selva, en suma: con otras culturas. Todo lo contrario de las aventuras que habían hecho vivir los guionistas de Marvel a la pirata rubia durante la ausencia de Roy Thomas, descolocada por arideces hyrkanias o por el Nordheim en piña con un grupete de mercenarias de opereta dibujadas por el “desencajador de mandíbulas” Gary Kwapisz.

La última Valeria al menos era gallarda. Me refiero a la de Geoff Isherwood, dibujante en River of Blood, que le devolvió el atractivo de sus primeras aventuras. Mujer toda ella, la rubia envalentonada y fibrosa era a la vez objeto de deseo desde la primera viñeta de esta miniserie, justo desde esa en que Isherwood la despoja de la camisola y el pantalón corto de pirata que utilizó en “Red Nails” y “Los Dioses de la Montaña” para cubrir su apetitosa anatomía tan sólo con un taparrabos y un sujetador que deja ver más de lo que esconde. Esta Valeria nos volvió a enamorar, al igual que resultó digna de admiración la que protagonizó las aventuras que vivió como jovenzuela pirata a las órdenes de Strombani o las cortas historietas que sirvieron de complemento a The Savage Sword en la última etapa de su historia como revista, donde la dibujó núbil y juncal nuestro Esteban Maroto.

Pocas apariciones, pero intensas todas, como el espíritu libre de esta mujer inolvidable.

 
   

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 [ © 2004 Manuel Barrero, por el texto, y Carlos Yáñez, por la selección de imágenes, para Tebeosfera, 040524 ]  [ © 2004 Conan Properties International, LLC / Robert E. Howard Properties, LLC, por los personajes. El resto de los copyrights corresponden a los editores y autores de estos productos aquí mostrados, lo cual se hace con carácter exclusivamente informativo y / o promocional ]