TEBEOSFERA \ MONOGRÁFICO  \  LUIS GARCÍA

LUIS GARCÍA SEGÚN ...

      LUDOLFO PARAMIO

 

[ Ludolfo Paramio según Luis García. Óleo y grafito sobre papel realizado especialmente para la presente ediciókn de Tebeosfera. © 2005 L. García ]


UN NUDO DE RUPTURAS: NOVA-2


La aparición en álbum de una edición provisionalmente definitiva de Nova-2 (Barcelona: Glénat Ediciones, 2004) es un excelente recordatorio de que este trabajo representa un nudo de rupturas dentro de la obra de Luis García. Ante todo una ruptura en el aspecto más obvio, porque después de las páginas publicadas en Tótem y Rambla el autor dejaría la historieta para dedicarse a la pintura, con el inciso de su contribución al álbum Norte/Sur (Ikusager, 1989). Han tenido que pasar veinte años para que el autor se decidiera a cerrar la historia con unas planchas finales que son a la vez el epitafio del protagonista de Nova-2 y la noticia sobre su renacimiento bajo una nueva personalidad.

Porque en su segunda mitad la narración gira en torno a un dibujante y a su crisis de identidad, explicitada por el desánimo que le causa comparar su propio trabajo con la reproducción del Cristo de Velázquez que preside, de forma más bien incongruente, su mesita de noche. Éste es el primer giro de una historia que comienza como una aventura de ciencia ficción, en la que un terceto de especialistas viaja al desierto del Sáhara para indagar sobre un misterioso meteorito, y salta después a la narración sobre el dibujante y el viaje a las profundidades de su mente. Un texto nos ha informado de que la destrucción del meteorito, por una explosión de violencia inesperada, ha esparcido residuos capaces de hacer aflorar las tensiones inconscientes de quienes los respiran.

En la entrevista que ha hecho Jorge García al autor se señala una clave externa de este giro: la noticia del asesinato de John Lennon (en diciembre de 1980) le produjo un fuerte impacto y le hizo entrar en un momento de extrema libertad creativa. Abandona el guión que le había preparado Felipe Hernández Cava —a quien había recurrido tras tener ya dibujadas las primeras planchas— y se vuelca a contar otra historia, una historia que siente como propia y que transcurre en el escenario más alejado del gran espacio de la aventura inicial: la mente de un dibujante de cómics que siente la profunda insatisfacción de su vida y coquetea —por coherencia con una interpretación demasiado rigurosa de la lógica del mercado— con el suicidio.

No es el único giro inesperado en la narración. La memoria de su propia concepción en vísperas de la guerra civil, como explicación y condicionante de las miserias y miedos de su vida, tiene un inesperado reflejo en las reflexiones de la psiquiatra que atiende al dibujante en sus angustias y crisis, y que cierra su historial médico con unas palabras no muy alejadas de las que podrían ser ser su autodiagnóstico, más allá de que la historia del paciente haya terminado y ella siga viva. Pero, ya antes, la lectura por el dibujante de una antología anarquista (Dinamita cerebral) nos ha sumergido en una narración con entidad propia, la inverosímil historia de una mujer que desprecia y humilla a su marido burgués —por razones que oscilan entre un extremo idealismo romántico y un rechazo ideológico de su dominación económica y social—, pero comparte con él una hipócrita imagen de normalidad social ante los otros.

Estos giros conllevan rupturas formales, pero algunas de éstas no son nuevas: las historias dentro de historias, los cambios gráficos paralelos, el buceo en el pasado, eran facetas previas del trabajo maduro de Luis García, en "Love Strip" o en Chicharras. La principal ruptura de Nova-2 es que la explosión del meteorito es casi un símbolo del estallido de los límites de su trabajo como narrador de historietas. Algo que podemos lamentar los aficionados al género como tal, por mucho que valoremos su trabajo posterior, pero que resultaba quizá inevitable como resultado de un proceso de crecimiento y de búsqueda como el que atraviesa el autor a lo largo de los años setenta.

El testimonio del autor puede ser difícil de entender para quienes no vivieron aquella década, o al menos no la vivieron desde la perspectiva de un grupo de profesionales tan inquieto y creativo, que se movía con las nuevas ideas de la época y a la vez podía experimentar —siquiera temporalmente— con el “dulce encanto de la burguesía media”. Pero probablemente era inevitable que después de aquel tiempo de vertiginoso cambio intelectual los mejores creadores se replantearan el sentido y el futuro de su obra, y que en el caso de Luis García ese replanteamiento le alejara de la historieta. Sobre todo cuando ésta, tras una profunda renovación de sus códigos narrativos, volvió a estar dominada por la lógica del cómic industrial, ante la creciente y mortífera competencia de otros productos audiovisuales.


 [ © 2005 Ludolfo Paramio, para Tebeosfera 050205 ] [ Ludolfo Paramio es profesor de investigación del CSIC, dirige la revista de ciencias sociales Zona Abierta y forma parte del consejo de redacción de la Revista Internacional de Sociología. Es miembro del comité asesor del FRIDE y ha desarrollado múltiples trabajos sobre políticas comparadas para publicaciones como Revista del CLAD, Revista Internacional de Filosofía Política, Levitán o Revista Española de Investigaciones Sociológicas. También fue crítico de historieta, llegando a dirigir el seminario Cómic y postmodernidad para la Universidad Complutense. ]