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TODO MAFALDA

Todo Mafalda

© 1992, 1998 EDITORIAL LUMEN
© 1992 JOAQUÍN SALVADOR LAVADO (QUINO)
© 1992 GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (introducción)
© 1998 FERRÁN CARTES / MONTSE PLASS (diseño de la nueva edición)
 

Depósito legal: B. 40.655-1999  

ISBN: 84-264-4573-X
659 pp.   |    32 x 23 cm.   |   cartoné   |    PVP: 37 €

Portada de Todo Mafalda, Editorial Lumen

[ Portada de Quino ]


LA VIDA EN UN PLATO DE SOPA, por Lombilla

Parménides, Heráclito, Sócrates, Platón, Aristóteles, Séneca, Tomás Moro, René Descartes, Kant, Bergson, Ortega y Gasset, Mafalda... la historia ha engendrado una extensa lista de filósofos, de seres excepcionales que movidos por el acicate de una curiosidad infinita y una sed insaciable de conocimientos han intentado dar respuesta a los grandes enigmas del mundo. Mas parece que por el momento, viendo la brutal trayectoria belicista de la humanidad y la sinrazón aposentada en su trono de vencedora desde el que domina todos los aspectos de la vida, sus reflexiones y razonamientos han caído en saco roto. Sin embargo, a pesar de tan desolador panorama no habría que desdeñar sus ejemplares esfuerzos; precisamente ahora, por ir el mundo como va necesitamos de la filosofía más que nunca, tanto como el comer... bueno, como el comer cualquier cosa menos sopa, claro. Porque si hubiera que elegir de entre todas una sola enseñanza filosófica, si se pudieran sintetizar todas las doctrinas del pensamiento en una, si pudiéramos condensar a modo de comida para astronautas todo el alimento intelectual que a lo largo de la historia nos han preparado cocineros del razonamiento en una pequeña pastilla energética con forma de aforismo, éste sin duda sería «este mundo es una sopa».

Si aceptamos la sopa como líquida metáfora caliente de los males que asolan al mundo, provocados en su mayoría por la estupidez humana (como la estulticia religiosa, las conductas venales de los depositarios de la confianza popular, la injusticia, la guerra, las armas, el racismo o las absurdas convenciones de los poderosos), el breve apotegma «este mundo es una sopa» cobra entonces entidad de axioma irrefutable dicho con indubitable gesto de asco, por esa filósofa preclara que es Mafalda en la página 624 del fabuloso libro Todo Mafalda.

Si Platón nos legó el pensamiento de Sócrates a través de sus Diálogos, la editorial Lumen emulando al creador de La Academia, nos ilumina con la lucerna de su logotipo reuniendo, en este gran volumen de más de 600 páginas, todo el universo filosófico del entrañable y lucidísimo personaje de Joaquín Lavado (Quino) quien, como dice Gabriel García Márquez en el jugoso prólogo manuscrito titulado "Quinoterapia" que precede a la obra, «lleva ya muchos años demostrándonos que los niños son los depositarios de la sabiduría...» Pequeño prólogo éste que, haciendo honor a Baltasar Gracián, demuestra, de manos del autor de "Cien años de soledad", que lo bueno, si breve, dos veces bueno, pues, en apenas un folio nos descubre la esencia de Mafalda; toda la verdad que hay encerrada en sus tiras: «Quino, con cada uno de sus libros, lleva ya muchos años demostrándonos que los niños son los depositarios de la sabiduría. Lo malo para el mundo es que a medida que crecen van perdiendo el uso de la razón, se les olvida en la escuela lo que sabían al nacer, se casan sin amor, trabajan por dinero, se cepillan los dientes, se cortan las uñas, y al final -convertidos en adultos miserables- no se ahogan en un vaso de agua sino en un plato de sopa. Comprobar esto en cada libro de Quino es lo que más se parece a la felicidad: la Quinoterapia».

Tras él hay una profusa cronología de la vida y obra de este otro Nobel (a estas alturas nadie dudará que en caso de haber un Nobel de humor gráfico, imperdonable olvido de la academia sueca, Quino lo tendría), donde encontramos que este genio del humor es un joven de setenta años nacido en Mendoza, Argentina. También nos enteramos de que sus padres fueron emigrantes andaluces y que sus primeros dibujos los hizo inspirado por un tío suyo, Joaquín, dibujante publicitario.

El volumen antológico Todo Mafalda se estructura de la siguiente manera:

1. Todo Mafalda. De la primera a la última tira. Comenzamos a disfrutar aquí de la "Quinoterapia": más de quinientas páginas con todas las tiras de Mafalda publicadas desde que nació en 1964 hasta su despedida, por cansancio de Quino, en 1973, donde podemos deleitarnos con los comentarios y ocurrencias de esta morena niña precoz de 6 años que reflejan las inquietudes sociales y políticas de los años 60 («¡Es terrible ver que a la gente le importa más cualquier serie de T.V. que el lío de vietnam!», p. 23), o sus odios, entre los que se encuentran la guerra, el racismo o la injusticia («Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre”, p. 107). También sus pasiones: los Beatles, la paz, los derechos humanos y la democracia («Cuando sea grande voy a trabajar de intérprete en la ONU y cuando un delegado le diga a otro que su país es un asco yo voy a traducir que su país es un encanto y, claro, nadie podrá pelearse ¡y se acabarán los líos y las guerras y el mundo estará a salvo!», p. 45).

Junto a Mafalda, como piezas de un engranaje perfecto y con personalidades muy definidas, aparecen sus inseparables compañeros: Felipe: soñador, tímido, perezoso y despistado («¡Algún día se dará más importancia a la cultura que al dinero! ¿Es ingenuo pretender que la gente aprTodo Mafalda, portada de la primera ediciónecie más la cultura que el dinero? ¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fueran más importantes que los bancos?», p. 63); Manolito: bruto, ambicioso y materialista, pero en el fondo un gran corazón («¿Y si lo dijera? ¿Eh? ¿Y si agarro y lo digo? ¿Y si digo lo barato que vende almacén Don Manolo? ¿Eh?», p. 48, «¡...Y cuando sea grande voy a tener una cadena de supermercados que va a cortar el hipo!», p. 83); Susanita: chismosa, prejuiciosa egoísta a ultranza y peleadora de vocación («¿Sabías, Mafalda? ¡Mi hijito será médico! Y cuando yo pase la gente dirá ¡Ahí va Doña Susanita, la madre del doctor hijo de Doña Susanita! ¿Y todo el mundo se enfermará de envidia...y mi hijito se hará muy rico curando la envidia!», p. 73); Miguelito: soñador como Felipe, aunque algo más egoísta y menos tímido («¿Desde cuándo los entusiastas tenemos que dar soluciones?», p. 185, «¡Y pensar que en este mismo momento en algún lugar del mundo se están disparando balas que no van a pegarle a nadie! ¡Qué desperdicio!», p. 171); y su hermano pequeño Guille: típico representante de la edad de la inocencia, en la que todo está por descubrirse («Mafadda, cuando un paíz ze gazta ¿adónde lo tidan?», p. 420, «¡Mecacho! Hasta ahora para lo único que tengo poder adquisitivo es para la mugre”, p. 479). En 1970 se incorpora a la tira un nuevo personaje llamado Libertad: Una niñita muy pequeña de tamaño, clara metáfora del nombre que lleva, y con unos discursos cargados de retórica social («Para mí lo que está mal es que unos pocos tienen mucho, muchos tienen poco y algunos no tienen nada, si esos algunos que no tienen nada tuvieran algo de lo poco que tienen los muchos que tienen poco... y si los muchos que tienen poco tuvieran un poco de lo mucho que tienen los pocos que tienen mucho, habría menos líos... pero nadie hace mucho, por no decir nada para mejorar un poco algo tan simple”, p. 402, «¡Hoy hay que pensar en la revolución social, no en tomar helados!», p. 415, «Digo yo, ¿y nacionalizar la nación? ¿O ya es mucho pedir?», p. 448).

Con estas magistrales tiras de dibujo limpio y trazo cálido llenas de inteligencia y ternura encontramos, disfrutando a la vez, si no respuestas a los grandes problemas de la humanidad, sí al menos los argumentos necesarios para cuestionar y poner en cuarentena cualquier demagógica explicación sobre éstos y las decisiones tomadas al respecto por los poderosos que dominan el mundo y que son, en gran medida, responsables de su situación. Argumentos que son antes pasados por el lúcido tamiz de la inteligencia infantil de Mafalda con el escepticismo por bandera, lo que le lleva a un constante estado de pesimismo que vemos reflejado en una de las imágenes más recurrentes de las tiras, como es la de la niña, triste, frente al televisor, los periódicos o su inseparable aparato de radio con el que escucha el noticioso: «Lo peor es que el empeoramiento empieza a empeorar», «Siempre es tarde cuando la dicha es mala”, p. 57, «¿Y por qué habiendo mundos más evolucionados yo tenía que nacer en éste”, p. 69, «¡¡Desde esta humilde sillita formulo un emotivo llamado a la paz mundial!!», p. 72, « En todas partes cuecen habas, pero nadie se anima a estrangular al maitre”, p. 78, «¿Y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?», p. 87, «Tenemos hombres de principios, lástima que nunca los dejen pasar del principio”, p. 168), «Y, claro, el drama de ser presidente es que si uno se pone a resolver problemas de estado no le queda tiempo para gobernar”, p. 453).

2. Todo Mafalda. Inédita. La siguiente parte en que se divide el libro está integrada por tiras que fueron, en muchos casos, deliberadamente omitidas en los libros que se editaron sobre este personaje al que Umberto Eco definió como «una heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es... reivindicando su derecho a seguir siendo una niña que no quiere hacerse cargo de un universo adulterado por los padres»; más una extensa explicación que a lo largo de más de cien páginas cuenta la historia de Mafalda (irremediablemente unida a la de Argentina), desde que nació el 29 de septiembre de 1964 en el semanario Primera plana, hasta que se despide oficialmente en la publicación Siete días ilustrados el 25 de junio de 1973.

Se incluyen aquí 48 tiras publicadas en Primera Plana y nunca recopiladas. Se trata de un fragmento de su obra, el de sus orígenes, paradójico: Quino planeó hacer un personaje mezcla de Peanuts y Blondie para promocionar la marca de electrodomésticos Mansfield. Curiosa génesis de un personaje tan íntegro y alejado del gregarismo ovino que mueve al consumismo, ya que no nació con el afán contestatario del que luego haría gala, sino como hija de la más prosaica necesidad de publicitar un producto. Los criterios que se siguieron para descartar de las anteriores recopilaciones las tiras que se pueden ver en esta segunda parte fueron principalmente tres. En primer lugar prevaleció la opinión del autor, que descalificó algunas simplemente por ser malas, otro fue la temporalidad efímera de los temas que trataba y el último fue por motivos políticos, lo que nos da una idea de la importancia que ha tenido Mafalda en un país tan convulsionado como ha sido Argentina, pues se retiraron las tiras que aludían, con la Toda Mafalda, edición argentina de esta obrainevitable sorna del momento, a las limitaciones del gobierno del doctor Illia. El mismo Quino explica que «tanto por la ignorancia que teníamos acerca de las reglas del juego democrático como por la misma precariedad de estas democracias nos convertimos, sin desearlo, en los mejores aliados del enemigo».

También podemos descubrir en el texto que acompaña esta parte del volumen el origen del nombre de nuestra niña preferida. La agencia que encargó la serie ponía como regla de oro que todos los personajes debían tener nombres que empezaran por M, inicial de la marca que se intentaba patrocinar. Quino se acuerda de que en un film basado en la novela de David Viñas, Dar la cara, se habla de una niña llamada Mafalda y lo coge de ahí.

La campaña publicitaria de los electrodomésticos Mansfield fue un fracaso. Una pena para la empresa y una gran alegría para el mundo, pues a partir de ahí se constituye en tira con el espléndido resultado de sobra por todos conocido.

Después de su retirada en 1973, ocasionalmente renace Mafalda para determinadas campañas en defensa de la niñez, como la ilustración de los principios de la Declaración de los Derechos del Niño de Unicef: «Venimos por la vacuna contra el despotismo, por favor»(p.585), dice una sonriente Mafalda a una sorprendida enfermera como ilustración del principio en el que se reconoce a los niños derecho a gozar de la seguridad social. El dibujo que sirve de portada a esta magnífica obra es el que utilizó Quino para ilustrar el principio sexto, en el que se habla de la necesidad de amor por parte de los niños: Mafalda corre a tapar la boca de su amigo Manolito que se dispone a pedir dinero por hacerse querer, p. 587) Genial nos parece el colofón a estos principios, en forma de divertida advertencia de Mafalda al globo terráqueo: «Y estos derechos...A respetarlos, ¿eh? ¡No vaya a pasar como con los diez mandamientos!», p. 591.

3. Todo Mafalda... y algún inédito más. Donde se muestran diversos dibujos que sirvieron para cosas distintas como carteles o tarjetas, como la que sirve para ilustrar la contraportada del libro, en la cual se ve al hermano de Mafalda, Guille, tocándose el ombligo: «Éta é la fidma de mamita, ¿ti?» o a ella ante una gran bola del mundo, «¿Y Dios habrá patentado esta idea del manicomio redondo?», p. 601). «¡Feliz cumpleaños, Libertad!», p. 606), con el que celebra el quinto aniversario del retorno de la Democracia a su país, el 10 de diciembre de 1983.

4.- Todo Mafalda. Las Dedicatorias. Emotivo apartado con diversas dedicatorias, como la que le brindó durante la rebelión militar de 1987 al presidente Raúl Alfonsín: «¡Sí a la Democracia! ¡Sí a la Justicia! ¡Sí a la Libertad! ¡Sí a la vida!», p. 630).

5.- Todo Mafalda... en televisión. Haciendo justicia a su título, esta ciclópea obra lo incluye todo de Mafalda, incluso algunos bocetos que Quino preparó para los dibujos animados que realizó en 1993 su amigo cubano Juan Padrón.

6.- Todo Mafalda... de los otros y con los otros. Algunos dibujos de otros autores que rinden homenaje a Mafalda y su creador, entre los que se incluye un dibujo realizado torpemente por Julio Cortázar con el que reclama a la editorial Tusquets un libro de Mafalda, p. 645); otro de Máximo, en El País de Madrid, donde el genial humorista madrileño saluda a una Mafalda dibujada con una flor en la mano y andando entre cáctus, el día de la inauguración de su gran exposición en la capital española, en 1992, p. 648); del italiano Osvaldo Cavandoli o del español Martín Morales en El pueblo de Madrid, en el que saluda el regreso a la vida democrática en Argentina con la elección del presidente Alfonsín en 1983, p. 646) o del argentino Roberto Fontanarrosa por medio de sus famosos personajes Inodoro Pereyra y el perro Mendieta, p. 653).

7.- Todo Mafalda... en todo el mundo. En la parte final del libro (pp. 658-659), se muestra una tira de Mafalda repetida en los diversos idiomas a los que ha sido traducida donde los padres intentan, infructuosamente, que tome sopa con el cínico argumento de que así llegará a ser como ellos algún día: «¡Pero Mafalda! ¡Sólo si tomás la sopa podrás llegar a ser grande!...» Dice el padre con bobalicona sonrisa en la primera viñeta, mientras ella, con su característico escepticismo pregunta: «¿Grande como quién?», «¡Y!... como mamita...como yo...», contesta él, con la voz temblorosa del que se sabe cómplice de una fechoría e intenta disimular en la segunda viñeta, a lo que ella, tras una tercera viñeta sin palabras en la que reflexiona custodiada por las miradas sonrientes de sus progenitores, contesta, en la cuarta y última ante sus atónitos progenitores: «¡Así que encima...eso!». Mafalda, de Quino

Y entonces, al ver los tiernos ojos tristes de esta niña / filósofa que miran con resignación ante la inminente debacle alimentaria, mientras lanza su último, desesperado y certero dardo verbal, entonces... es entonces cuando nos damos cuenta de la inmensa miseria moral en que la humanidad está sumida. Es entonces cuando vemos en el interior de sus ojos, por obra y gracia de la taumatúrgica plumilla de Quino toda la pena y tristeza del mundo; vemos, en el interior de los ojos de Mafalda, la locura que nos envuelve y rige nuestras vidas. Vemos, en esos infantiles ojos, aviones que bombardean vilmente poblaciones desprotegidas en nombre de no se sabe bien qué locas cruzadas; vemos orates fundamentalistas, políticos y banqueros avariciosos, canallas sin escrúpulos capaces de hundir en la pobreza más absoluta la patria de Mafalda... Es entonces cuando tantas cosas vemos y tan tremendas dentro de los ojos de esta triste niña que no quiere tomar un plato de sopa, que un agobiante pesimismo nos atrapa y atisbamos el más negro futuro del que quizás ni la mirada límpia e inocente de los niños pueda redimirnos. Y es por esto, por lo que inspiramos con todas nuestras fuerzas llenando nuestros pulmones con todo el aire que son capaces de retener, y entonces, emulándola a ella, nos subimos en una silla, en una pequeña sillita de infantil a modo de humilde tribuna para gritar con todo el alma; para gritar con todo el alma una y otra vez, porque lo hemos visto dentro de los grandes ojos de una inocente niña: ¡Este mundo es una sopa! ¡Este mundo es una sopa! ¡Este mundo es una sopa…!


 VÍNCULOS:

Reseña de Jaume Salvà i Lara
Reseña de Rafael Marín
Reseña de Esto no es todo, por J.M. Hinojosa Torres

Sitio web oficial de Quino
Artículo sobre Quino de Paola Fraticola
Artículo sobre Quino de María Vidal
Entrevista de Alberto Catena a Quino
Entrevista de Lucía Iglesias Kuntz


 [ Ficha: José Luis Castro Lombilla. Publicada en Tebeosfera 021005 ]