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HORA CERO 

Hora Cero. (4 aventuras completas)

 

Hora Cero, Suplemento semanal, 1947-1963

Editorial: Frontera

 

  

[ Cubierta del primer número de Hora Cero ]


HORA CERO (LAS REVISTAS DE OESTERHELD), por Héctor Pérez Edía 


LA EDITORIAL FRONTERA

Héctor Germán Oesterheld era ya un argumentista prestigioso, cuando lanzó sus dos primeras publicaciones de historietas, Hora Cero y Frontera. Había incursionado un año antes en la edición de los libros de bolsillo dedicados a Bull Rocket (una de sus creaciones que continuaría en la revista Misterix de la Editorial Abril) y al Sargento Kirk.

La primera revista, Hora Cero, nació con una marcada orientación hacia un nuevo tipo de historieta bélica a la vez que pacifista, aunque esto parezca una paradoja, y Frontera, como su mismo nombre lo anunciaba, con argumentos de tema “de frontera”, vaqueros, oeste, indios, etc.

El principal referente de las historietas de Hora Cero era el ficto corresponsal de guerra free lance norteamericano Ernie Pike. Por lo general las historias de Ernie Pike (un nombre que remite al real corresponsal muerto en el Pacífico, Ernie Pyle) mostraban el factor personal, en ambos bandos en pugna, dando el mensaje de lo “gris” del comportamiento humano, donde los “buenos” a veces no lo eran totalmente, ni los “malos” tampoco lo eran plenamente.

Muchas veces aparecía un costado sentimental que suavizaba los horrores del conflicto, pero sin quitar la heroicidad de los protagonistas y tampoco negando sus consideraciones patrióticas. Posteriormente, en una lectura hecha con mayor interés ideológico / político de la obra de Oesterheld, interés del cual carecía dicha obra en esta etapa, se han negado algunas de estas motivaciones, pero el heroísmo y los ideales patrióticos aparecen en muchas de estas historias del corresponsal americano. Para comprobarlo, nos basta releer las tituladas “Poilú”, “El reemplazo” o “La Gloria”, publicadas la primera en el número 7 y las otras dos en el número 8. Estas no son una excepción, sino solamente una muestra de lo que era bastante común en los argumentos del Oesterheld de esos años.

Lo que sí es cierto, y era también una constante de toda la obra de Oesterheld y de lo publicado en Hora Cero, es la presencia permanente de la aventura. De la Aventura con mayúscula, con resonancias en muchos casos de Conrad, Melville, Stevenson y del mismo Hugo Pratt (también destacado argumentista, posteriormente) el máximo dibujante de la serie de Pike.

El italiano Hugo Pratt, a la sazón residente en la Argentina, plasmó en sus dibujos la imagen del corresponsal con las facciones del mismo autor de los argumentos, visión que respetaron los continuadores de la parte gráfica de la tira.

Las historias de Héctor Oesterheld, a veces compartidas en la autoría con su hermano Jorge, dieron una nueva característica al panorama de los tebeos argentinos, dejándose en parte de lado el modelo norteamericano, siendo los personajes, aún los más fantasiosos, más humanos y creíbles. Resultaba muy atractivo para el lector del país de origen reconocer lugares, circunstancias o actitudes personales propias de su idiosincrasia nacional. Además, muchas veces campeaba un agudo sentido del humor, muy cercano a la picardía criolla (en “Hueso Clavado”, en “Rolo”) y perceptible también aún en alguno de los relatos de Ernie Pike.

Fue el puntal principal de los atractivos argumentos la calidad de los dibujos y el lenguaje gráfico de los dibujantes contratados por la Editorial Frontera para ilustrar sus historias. Oesterheld contrató en la primera etapa de sus publicaciones lo mejor del momento en el panorama de la historieta argentina, representada por ilustradores sudamericanos e italianos, como Solano López, Carlos Roume, Alberto Breccia, Ivo Pavone, Hugo Pratt, Daniel Haupt, Jorge Moliterni y Arturo del Castillo, entre otros. Cuando en 1959 muchos de estos artistas dejaron de dibujar para Frontera tentados por mejores ofertas o simplemente por irse del país, se integró una segunda camada de dibujantes como Néstor Olivera, Estévez, Carlos Vogt, etc.

No tuvo Hora Cero ni sus ramificaciones, Hora Cero Semanal y Hora Cero Extra una vida muy prolongada. Tampoco fue efímera, simplemente no alcanzaron estas publicaciones la longevidad del Patoruzito de Quinterno o de El Pato Donald de Editorial Abril que se prolongaron en más de una década. Las publicaciones de la Editorial Frontera, fundada por los hermanos Oesterheld, desaparecerían totalmente hacia 1962, ya en plena decadencia, proceso este iniciado hacia fines de 1959, apenas poco más de dos años desde la publicación del número 1 de Hora Cero.

LAS REVISTAS

La revista Hora Cero propiamente dicha, la publicación original, hizo su aparición en el mes de mayo de 1957 y tenía 68 páginas, incluyendo las tapas y contratapas en colores y era de aparición mensual, siendo su costo inicial de $ 2,50. Todo el resto de la revista estaba impresa en blanco y negro, siendo característicos en ciertas historietas los medios tonos de aguada, que tuvieron su máxima expresión en algún magistral trabajo de Pratt (“La fuga”, número 6, “Poilú”, número 7, etc.).

Una característica especial de esta revista fue que la primera historieta comenzaba con sus títulos y el primer cuadro en la misma tapa, complementado con una gran ilustración referente a la misma. Esto duró solamente los dos primeros números, ya que a partir del tercero y hasta el número 14 quedó limitado al título y a un cuadro mudo alusivo a la primer historieta, quedando los títulos y el comienzo de la acción a partir de la página 3.

Durante el resto de la publicación, hasta donde alcanzan los ejemplares consultados (número 70) la portada mostraba un tema bélico muchas veces sin vinculación con las historietas publicadas. Gran parte del material ofrecido era auto conclusivo y contenía una historia completa, aunque a veces, podía continuarse en el número siguiente como una secuela del relato anterior. Otras historietas, al fin de cada edición, llevaban el clásico “continuará”, aunque también configuraban en si una aventura completa dentro de una saga única (“Rolo”).

Hora Cero era una revista de pequeño formato de 130 × 195 mm., apaisado, característica ésta que mantendría hasta el final. En la primera edición de esta pequeña y gran revista, ya aparecían en sus páginas algunas historietas memorables de las que daremos solamente una pequeña reseña informativa: El número 1, de Mayo de 1957, comenzaba con la correspondiente de “Ernie Pike”, dibujada por Hugo Pratt y constaba de 24 planchas con aproximadamente 6 cuadritos por plancha. Este primer relato se titula “Francotiradores” y cuenta una historia entre soldados norteamericanos, partisanos y alemanes, en el frente italiano. Le sigue “Lucky Piedras”, una de aventuras en los mares patagónicos y del Pacífico, protagonizada por Cosme Piedras, un cazador de lobos marinos capitán de una goleta. Está dibujada por Cruz y como autor del argumento se daba a C. De la Vega (posiblemente H.G. Oesterheld). Se extiende a lo largo de trece planchas con más de 8 cuadros en cada una y sus aventuras le llevan hasta Alaska. A continuación, “Rolo, el marciano adoptivo” con dibujos de Solano López y argumento de C. De la Vega, se desarrollaba en trece planchas y seis cuadros en cada una y aunque la historia terminaba, quedaría abierta para su continuación a lo largo de los siguientes ediciones hasta la entrega número 16. Es una historieta de ficción científica con un aire muy argentino, porteño y costumbrista y en la que llega a participar, en su última entrega, el mismo presidente de la República de entonces, Arturo Frondizi. Cierra esta primera entrega una historia de guerra de Oesterheld dibujada por Solano López, titulada “El héroe”, y que no pertenece a la serie de Ernie Pike. En la contratapa, se anunciaba un concurso que tenía como premio nada menos que un safari en África: ¡A cazar leones!

A partir del número 2 pudimos leer “Patria Vieja”, historieta de Oesterheld con dibujos de Carlos Roume (luego Juan Arancio) y que se desarrollaba en ambiente rural durante la Guerra de la Independencia y la Conquista del Desierto, acontecimientos ambos ocurridos en la Argentina en el siglo XIX. En el número 5 de setiembre de 1957 hizo su aparición “Hueso Clavado”, un divertido western de Oesterheld, dibujado por Ivo Pavone, que contaba la historia de un complicado pueblito del Oeste norteamericano y sus pintorescos habitantes.

La tira “Amapola Negra” apareció en el número 16 y se prolongó hasta el número 29. Con argumento de H.G.O. y dibujo de Solano López relataba, a razón de una misión por edición, los vuelos de bombardeo de un B-17 yanqui sobre territorio europeo. La historieta profundiza sobre el carácter y sentimientos de cada uno de los diez tripulantes de la aeronave; tiene un tono en general tenso y premonitorio bastante pesimista. Con las historietas mencionadas, convivían otras menores como “Capitán Lázaro” y algunas de tema policial, de intriga y aún costumbrista.

A partir del número 19, comenzando con el material importado, hallamos una historieta cómica de piratas “A sangre y Fuego”; otra en el  número 30, esta vez de producción nacional, un remedo jocoso de la estrella de la revista, “Ernie Paik”, que serviría de distensión a tanto drama guerrero y humano. Un número antes, en el 29, la revista presentaba a “Buster Pike”, de Oesterheld y Schiaffino, un reportero civil, hermano del corresponsal de guerra Ernie, que según sus palabras de presentación, se dedicaba a «cubrir el crimen individual, pequeño, de almacén de barrio, mientras mi hermano cubre el organizado a gran escala: la guerra».

Desde el mismo número 2, un abundante “Correo de Lectores”, llamado posteriormente “El vivac de los lectores”, adquirió una importante presencia, mes a mes, ya que en algunos casos no solamente publicaba y respondía las inquietudes de los lectores, sino que además daba amplias informaciones de interés histórico o referente a armas o circunstancias bélicas. A esto hay que sumar que a partir del número 13, en algunas vueltas de las portadas y contraportadas, comenzaron a publicarse fotografías de escenas de guerra o de armas, tanques, aviones, etc., participantes en acciones de combate...

Estas características de la publicación se mantuvieron hasta el número 40 de Agosto de 1960 (último de numeración corrida en nuestro poder), comenzando poco después la inclusión de material importado, alguno de origen inglés y excelente calidad (“Battler Britton”), pero alejado de las características argumentales enunciadas al principio.

HORA CERO SEMANAL

El llamado Suplemento Semanal de Hora Cero fue anunciado ya en el número 5 de la Hora Cero mensual original y apareció el día 4 de setiembre de 1957, siendo el más popular y accesible.

Se publicó a lo largo de poco más de dos años, siendo el último número aparecido el 116, del 18 de noviembre de 1959. Salía los días miércoles de cada semana y su precio era considerablemente más bajo que el de su revista de origen, $ 1,50. También era inferior la calidad del papel y menor el número de páginas, que apenas alcanzaba a las ocho hojas incluyendo la tapa y la contratapa, con catorce planchas de tres tiras cada una y unos nueve o diez cuadros de historietas por carilla. Esto daba un buen tamaño para la visualización del dibujo y una reproducción gráfica muy aceptable. La tapa y la contratapa estaban impresas a tres colores, que variaban cada cuatro números. Esto se debía seguramente, a que las revistas eran impresas en tandas mensuales de a cuatro ediciones por vez.

El interior de la publicación iba solamente en blanco y negro. Estas características se mantuvieron hasta el número 97 del 8 de Julio de 1959, a partir del cual y hasta el último número, las portadas mostraron en la mayoría de los casos (no en todos) un mayor colorido. Hora Cero, Suplemento Semanal era exactamente del doble de formato que su publicación original: en sus dimensiones, 195 × 226 mm., y mantenía la orientación horizontal.

A diferencia de Hora Cero, el suplemento semanal no traía historietas completas en su primera etapa y hasta el número 13. Todas las publicadas terminaban con el clásico “continuará”, que mantenía en vilo a todo un país durante una semana ante las alternativas de las historias largas de “Ernie Pike” (dibujada por Pratt) y el más que formidable y famoso mundialmente “El Eternauta”, obra magna de Héctor G. Oesterheld dibujada por Solano López.

El primer número comenzaba en la retiración de la tapa con “Desencuentro”, una larga historia de Ernie Pike entre tanquistas ingleses en África del norte durante el cerco de Tobruk. Se estiraba a lo largo de cinco planchas y los sublimes dibujos del veneciano, ricos en claroscuros y medios tonos de aguada, ilustraban perfectamente una muy buena historia de Oesterheld que tendría un dramático final tres números más adelante.

A continuación y con el antetítulo “una cita con el futuro” se anunciaba “El Eternauta”. Esta historia se extendía solamente en tres planchas con unos treinta cuadros y siempre concluía en una secuencia de suspenso que mantenía sin altibajos el interés de los lectores de semana en semana, sosteniéndolo a lo largo de dos años. La historia de Juan Salvo, el fabricante de baterías que soporta con su familia y amigos una invasión extraterrestre en Buenos Aires, luego extendida a casi todo el planeta, y su posterior huída a lo largo del tiempo y el espacio, es suficientemente conocida y tuvo varias reediciones

posteriores, por lo que no entraremos en mayores detalles. Bástenos recordar que esta versión, publicada en el suplemento de Hora Cero, es la primera y hasta donde hemos podido enterarnos, la única completa de acuerdo al original, sin eliminación de títulos ni cuadros de enlace al fin de cada entrega.

Luego venía “Randall, the killer”, un extraordinario western con magníficos dibujos de Arturo del Castillo que se iban superando entrega tras entrega hasta alcanzar una perfección comparable a la de los grandes maestros europeos y norteamericanos, pero con una personalidad propia en su ritmo cinematográfico, evidenciado en formidables claroscuros y rayados y tramados, propios de un grabador, que adornaban cada cuadro. Los muy buenos y humanos argumentos de Oesterheld sirvieron de base a esta verdadera obra maestra del western sudamericano que se extendería en las ediciones del suplemento hasta el número 61.

En el número 7 se agregó al elenco anterior la historieta de Oesterheld, dibujada por Carlos Roume “Nahuel Barros”, una tira ambientada en la época de la Conquista del Desierto (1870) en las pampas argentinas y cuyo protagonista era un gaucho baqueano, que se movía en la frontera como un luchador independiente, ayudando a veces a las tropas y combatiendo a traficantes de alcohol y armas y a los indios que incursionaban sobre las poblaciones y estancias. Los buenos, pero estéticamente poco atractivos dibujos de Roume, resolvían eficientemente la tira que concluyó en el número 24, reapareciendo posteriormente en el número 61.

Otra de las secciones que contenía esta publicación fue “Los Impactos de Hora Cero”, una serie de relatos completos, que terminaban en el mismo número y tenían unas cuatro planchas de extensión, sobre temas de fuerte golpe, a veces fantásticos, otras de aventuras exóticas, policiales, de ciencia ficción, del oeste o bélicas. Los argumentos eran de Oesterheld y los dibujos de Solano López, Ivo Pavone, Roume, Estévez, Cristóbal, Guibe, Moliterni, Schiaffino, Bertolini y otros y aparecieron a partir del número 13. En esta serie, en el número 22, podría incluirse aunque no aparezca así titulada, un extraordinario relato corto de Hugo Pratt, “Lobo Conrad”, que en solamente cinco planchas desarrolla una historia magistral debida a la pluma de Oesterheld.

Llegado en el número 37 hizo su aparición en el suplemento el “Sargento Kirk”, otra obra maestra de H.G.O., también con dibujos de Hugo Pratt (luego Moliterni y Porreca, este último más en la línea de Pratt). Esta extraordinaria historieta había comenzado anteriormente, durante el trabajo de su autor en la Editorial Abril para la revista Misterix y también en forma de novelas de bolsillo en 1956, siendo el origen de la Editorial Frontera.

Kirk era un soldado desertor de la caballería de los Estados Unidos que posteriormente fue respetado tanto por los indios como por sus ex camaradas y jefes. Con sus compañeros, el “Corto”, el Dr. Forbes y el muchachito indio Maha, desarrolla sus aventuras en el oeste, a veces en el límite de la legalidad e incluso de la civilización, pero sus historias siempre están impregnadas de un profundo sentido humanitario y de justicia solidaria hacia blancos e indios.

En ese mismo número 37, también apareció “Cayena”, una historieta con guión de Oesterheld y buenos dibujos alexraymondianos de Haupt, cuyo protagonista es un justiciero ex convicto de una prisión francesa en la Guayana. Las aventuras transcurren en ciudades y pueblos de los Estados Unidos y posteriormente en el Pacífico.  Terminaría sus andanzas en el número 81, pasando al Hora Cero Extra.

En el número 61, un extensísimo episodio ya desarrollado en varias aventuras de Ernie Pike, titulado “Lord Crack”, se transformaba en una tira independiente, continuando con los argumentos de Oesterheld pero dibujado por Moliterni. Anteriormente, lo había dibujado Bertolini, que había sustituido a su vez a Pratt en el número 37. Esta historieta es pura aventura bélica, no exenta de cierto humor y  confirma lo que mencionáramos al comienzo de este artículo sobre la obra de H.G.O. en esa época.

Ya en la etapa final de la publicación, en el número 86, el suplemento trajo desde el Hora Cero Extra, una estupenda historieta con argumentos de H.G.O. y dibujos de Alberto Breccia, “Sherlock Time”, el extraño y extraterrestre detective del tiempo, con escasas tres planchas que terminaban en el inevitable “continuará”. La tercera aventura publicada fue un “larga duración”, prefiguración del muy posterior Alien, el octavo pasajero, que se desarrolla en la Antártida y que se extendería hasta el número 104.

También aparecieron en esta época historietas completas, en tres o cuatro planchas, de diversos géneros que incluyeron la ciencia ficción, las policiales, historias del oeste y por supuesto, bélicas (algunas correspondientes al ciclo de Ernie Pike). Sus guiones estaban escritos por H.G.O. y sus dibujantes fueron varios, algunos consagrados de la camada anterior y otros de jóvenes artistas que comenzaban a incursionar en el arte del tebeo con suerte diversa. Entre los dibujantes de estas historietas encontramos a Repetto, Haupt, Horvath, Schiaffino, Colonnese, Estévez, Arancio, Vogt, Fahrer, Martínez, Roume, Sesarego, Olivera, Fernández, Porreca, García, Flores y Horiansky.

Además, en el número 97 del 8 de Julio de 1959, apareció el “Diario de guerra de un soldado”, folletín con solamente un dibujo alusivo y que invariablemente comenzaba dando una fecha y la leyenda «En algún lugar del Pacífico...», que firmaba el soldado Joe Pestillo. Algunos cuadros de humor individuales, con chistes sobre temas de guerra firmados por Gorosito y alguna plancha dedicada a información sobre armas o aviones, aparecieron en estos números finales de la revista.

Luego de la finalización de “El Eternauta” en el número 106, la publicación apenas sobreviviría diez números más, hasta el número 116, pues su interés y ventas había decaído notablemente. Algunos personajes que habían comenzado anteriormente en Hora Cero Extra, volvieron a esta publicación y otros, continuaron en ésta su aparición luego de la desaparición del suplemento.


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[ © 2003 Héctor Pérez Edia, para Tebeosfera 031019 ]