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TUROK (2)


Artículo por Norman Fernández

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[ Cubierta de Turok, Dinosaur Hunter, núm. 0, obra de Morales. En el texto, cubierta de los núms. 43 y 47 de esta misma serie, y de la serie especial recuperadora The Original Turok Son of Stone. Haga clic sobra cada imagen para ampliar las que desee. ]


 SEGUNDA PARTE. TUROK DINOSAUR HUNTER

Poco quedó del personaje originario en la nueva versión de los noventa: Turok consiguió finalmente abandonar la Tierra Perdida (moderna acepción del Valle Perdido), pero en el proceso resultó trasladado al mundo actual, cien años después de su época. Este cambio temporal supone también una modificación en el tratamiento del personaje que se adaptará a los nuevos tiempos conservando muy pocas de sus características originales, pero sobre todo supone un cambio en el tono de la serie que pasa del clasicismo original a otro bastante más “duro”; más acorde con la “vida moderna”.

La editorial Valiant se había hecho con los derechos de los viejos personajes de Western Publishing y, bajo las direcciones sucesivas de Jim Shooter y Bob Layton, había iniciado un proceso de relanzamiento de éstos, parejo al desarrollo de nuevas colecciones. La integración de Turok en el universo Valiant se realizó en el número 12 de la colección Magnus Robot Fighter, firmado por Graham Marks y Faye Perozich. Posteriormente, tras aparecer en el segundo episodio de la serie de Jim Shooter y Barry Windsor-Smith, Archer & Amstrong (que formaba parte de la macro saga Unity), lo haría en los números 14 y 15 de X-O Manowar, realizados por Bob Layton y Bart Sears. Lo más destacable de todos estos episodios es que suponen la recuperación del viejo personaje de Western, pero su aspecto cualitativo se resiente bastante: lo único que se puede resaltar desde un punto de vista positivo es el dibujo de Windsor-Smith en el episodio de Archer & Amstrong. En el polo negativo habría que situar el pésimo tratamiento que se le da al personaje, que parece no servir para otra cosa que ir persiguiendo dinosaurios parlantes, para ponerse a dispararles con flechas, balas o lo que tercie.

La extraña pareja

Turok inauguró su nueva cabecera en julio de 1993. Turok Dinosaur Hunter (en adelante, TDH) fue estructurándose en un principio en historias más o menos independientes de tres episodios de longitud. Tras un arranque de nulo interés por parte de David Micheline, Bart Sears y Bernard Chang, nos encontramos en la segunda línea argumental (episodios 4 al 6) con los dos nombres claves de la serie: Timothy Truman y Rags Morales. El primero es un autor al que, a pesar de lo escaso de su producción traducido al castellano, no hace falta presentar: Scout o Hawkworld constituyen suficiente carta de presentación de su talento. Por el contrario, Morales es un dibujante poco conocido en nuestro mercado, cuyas únicas referencias anteriores a su labor en Turok eran sus estudios en la Joe Kubert School y su trabajo en la serie Black Condor de DC.

«El viejo Turok era uno de mis favoritos, no sólo por el personaje, sino también por el maravilloso arte del difunto y llorado Alberto Giolitti. El artista italiano siempre ha sido uno de mis preferidos, y fue una enorme influencia en mi propio estilo. La oportunidad de trabajar en Turok y pagar el tributo al gran personaje nativo americano y a Giolitti fue demasiado grande para resistirse.» [Timothy Truman en TDH núm. 0]

Un aspecto a resaltar que ejemplifica el conocimiento e interés de Truman y Morales en la serie, más allá de las palabras de Truman reproducidas en el párrafo anterior, lo tenemos en el hecho de que ellos fueron quienes determinaron a qué tribu concreta pertenecía el protagonista de la serie, ya que en TSS nunca se explicó exactamente la procedencia del mismo. Truman, por sus conocimientos en el tema, llegó a la conclusión de que la Kiowa-apache eran la elección más lógica en función de las características del personaje de Western. A partir de entonces, tanto él como Morales procuraron en todo momento respetar las señas de identidad de esa tribu, sin que ello les impidiese dejar su sello propio como autores en su trabajo en la serie.

Esta segunda línea argumental de TDH, primera de Truman y Morales, constituye lo que podríamos calificar como una toma de contacto de los autores con el personaje y, a su vez, de ellos entre sí. Lo primero que hacen es olvidarse de milicias cazadoras de dinosaurios u otra insensatez de semejante calibre, para comenzar recuperando a Andar, que al no haber gozado de las bondades del viaje en el tiempo es un anciano cuando se encuentra de nuevo con su camarada y antiguo mentor. El reencuentro será breve ya que Andar fallece en el siguiente número, no sin antes encargar a Turok del cuidado de su nieto Andy, al que educa en los caminos de su pueblo. Finalmente, Turok se las tiene que ver con ciertos simpáticos animalitos que le han acompañado en su viaje desde la Tierra Perdida y con un grupo de individuos que desean utilizar estos saurios para fines poco éticos, encabezados por Longhunter, un cazador bastante perseverante.

En realidad será en las dos siguientes trilogías en donde Truman y Morales fueron puliendo definitivamente su particular acercamiento al personaje, pero curiosamente por separado: Truman con dibujo propio en los números 7 al 9 y Morales, bajo guiones de Mike Baron, en los tres siguientes. El comienzo del número 7 muestra ya a las claras cual es el tono que Truman pretende darle a la serie. Este autor siempre se ha preocupado por los temas relacionados con los aborígenes norteamericanos y precisamente la historia de un Kiowa-apache trasladado repentinamente al siglo XX (aunque sea a través de la Tierra Perdida) es la coartada perfecta para tratar todos esos temas que le interesan:

«Siempre he intentado retratar a los nativos americanos de una manera realista, atractiva pero no condescendiente y con un sentido real de sus varias y diversas tradiciones culturales» [Timothy Truman en TDH núm. 0].

Truman utiliza la relación de Turok con una antropóloga que pretende ayudarle en su “adaptación a los nuevos tiempos” (a la par que utilizarlo como conejillo de indias de sus estudios) y, sobre todo, con la que mantiene con Andy, para reflexionar sobre las diferencias entre el modo de vida de la sociedad actual y el de aquella de la que procedía originariamente Turok. Un ejemplo muy ilustrativo lo tenemos en las primeras páginas de ese séptimo número cuando, acompañado de Regan (la antropóloga) y Andy, durante una visita a un museo Antropológico sobre el pueblo aborigen Turok pregunta si los blancos también desentierran los huesos de sus antepasados (impidiendo así el descanso a sus espíritus) para exponerlos en vitrinas. En estas historietas tienen gran importancia tanto los personajes en sí como las relaciones entre ellos, de modo que en muchas ocasiones el protagonismo de Turok se ve solapado por el de los restantes personajes. Ello no quiere decir que Truman descuide la trama, muy al contrario, pues se trata de un guionista que ha dado sobradas muestras de su talento en la faceta de narrador. Lo que sucede es que su capacidad para plasmar sentimientos o sensaciones, sobre todo los más dramáticos o “al límite”, es algo difícil de encontrar tanto en el cómic como en otros medios de expresión.

El argumento de los tres números dibujados por Truman no difiere demasiado del de la anterior trilogía: en esta ocasión con quien se las verá el titular de la serie no será solamente con los dinosaurios que le han acompañado desde la Tierra Perdida, sino con toda una tribu de hombres primitivos (el clan de La Araña), procedentes del mismo lugar, con la que no tenía buena relación. El resultado final es que en cuanto los poderes políticos descubren la existencia de esa tribu, la encierra en una reserva “por su propio bien” y con el fin de realizar un proceso de “reeducación”.

Golpe en la pequeña china

Morales volvió a la serie acompañado de Baron tras el paréntesis de los tres números dibujados por Truman y Glaszman. Esta línea argumental desarrollada en los números 10 al 12 es una aventura de Turok en solitario. Como es lógico, Baron no es Truman y en vez de complicarse la vida con problemas como la adaptación de un individuo a una nueva, enloquecida y ajena civilización, se decanta por aquello que mejor sabe hacer: la acción pura y dura. La anécdota en este caso parte de la investigación, que el protagonista lleva a cabo en el Barrio Chino de Los Angeles, sobre la inadecuada utilización que el capo del lugar hace de una pareja de dinosaurios con un desarrollo biomecánico de su inteligencia, lo que les permite hablar entre otras cosas (existen dos modelos de estos saurios prehistóricos procedentes de la Tierra Perdida de Turok, el tradicional y otro desarrollado biotecnológicamente durante los eventos del cruce de series Unity).

El relato es en su mayor parte energía cinética y como tal sirve de trampolín para explotar las cualidades de su dibujante. Morales es un historietista muy vigoroso y dinámico que, además de poseer un estilo de dibujo clásico, lleva a cabo una secuenciación muy personal, sobre todo en las partes con más acción, que da como resultado un ritmo narrativo espléndido. Morales es un dibujante espectacular (afirmación que puede resultar extraña tras un primer vistazo a su trabajo) pero no porque utilice con asiduidad elementos visualmente impactantes, como páginas de una sola viñeta o montajes en dos páginas. Lo es porque su lápiz sabe captar como pocos el movimiento, la tensión de los músculos, la expresión de los rostros... lo es porque demuestra una increíble facilidad para descomponer en imágenes el desarrollo de una acción, porque es capaz de vislumbrar con esa misma facilidad aparente encuadres realmente complicados, estéticamente atractivos y narrativamente espléndidos.

No creo que resulte excesivo el decir, a tenor de todo lo que estamos exponiendo, que la elección de Truman y Morales como autores oficiales de la serie es seguramente la mejor que se habría podido hacer. Por un lado, el contar con Truman supone un enfoque para la serie que ningún otro guionista habría sido capaz de realizar, por la conjunción de su contundencia narrativa, su capacidad para crear emociones de todo tipo y su conocimiento del pueblo y la cultura de la que proceden los protagonistas. Morales por su parte es un dibujante único, ya que desde José Luis García López hasta el recientemente fallecido Edwin Biukovic, pocos más han sido capaces de conjuntar clasicismo, narrativa e innovación en un estilo como historietista propio y diferencial.

El episodio de la mala suerte (el 13), supone todo lo contrario ya que marca el regreso del tándem oficial, Truman / Morales, aunque solo por ese episodio ya que Morales, debido a su labor en el lanzamiento de la serie “Geomancer, Guardian of Earth”, sería sustituido entre los números 14 y 23 por el dibujante Howard Simpson. Este episodio inaugural de esta nueva línea argumental constituye un caso realmente singular por diversos motivos, pero lo es sobre todo por uno muy especial para todos aquellos que tuvimos la oportunidad de conocer a Timothy Truman durante su visita al Salón del cómic de Gijón años ha.

Lo que narra este episodio es la historia de un pirata que también fue robado de su época y trasladado, vía Unity, al mundo actual acompañado de una serie de simpáticos dinosaurios (del modelo más avanzado) y robots. El Capitán Rojo también sufre, antes de escapar a su cautiverio, el mismo tratamiento que los saurios, de modo que algunas de sus partes son sustituidas por prótesis mecánicas. El enfrentamiento de este pintoresco grupo y Turok (que se “disgusta” bastante cuando la cuadrilla hiere a Andy) es lo que narran estos tres números. La anécdota a la que me refería tiene relación con el lugar en el que Truman ubica el origen del pirata que no es otro que el puerto de Gijón. Volviendo a la serie, la principal cualidad de esta trilogía es la de presentarnos a Howard Simpson: un dibujante correcto, que a veces muestra buenas maneras pero que a la larga es incapaz de superar el handicap que supone sustituir a un dibujante tan explosivo como Morales.

Jurassic Park

Tras un episodio que formaba parte del crossover “Chaos Effect” (la colección de Turok no formó parte de Unity, el anterior gran cruce de colecciones de la editorial, aunque el personaje sí aparecía en él y de hecho aquel fue el conducto por el que aparecía en nuestro tiempo), el siguiente bloque de tres episodios, 17 al 19, constituye el mayor despropósito que se haya cometido con el Kiowa-apache. “Jurassic Politics” viene a ser un crossover entre Turok, X-O Manowar y Bill Clinton, cuyos perpetradores es preferible dejar en el anonimato (si acaso, se salvaría Simpson que, al fin y al cabo, sólo lo dibuja).

El episodio vigésimo representa un momento clave dentro de la colección ya que, además de suponer el regreso de Timothy Truman tras una ausencia de cuatro números que casi acaba con el personaje, representa un cambio en la concepción de la serie que abandona el esquema de trilogías, adaptando cada línea argumental una longitud variable en función de las necesidades. Esta primera supone ya cuatro números de duración, en los que Simpson será ocasionalmente sustituido por Bill Jaaska, y que viene a ser otra vuelta de tuerca a la movida de Turok, Andy y compañía con los cazadores sin escrúpulos encabezados por Longhunter y algunos miembros de la tribu venida de la Tierra Perdida (que se han escapado de la reserva, antes mencionada), acompañados para la ocasión de un par de curiosos predicadores, que utilizan como material evangelizador escopetas de caza, y de una banda de motoristas armados con ametralladoras.

Pero el episodio que constituye el punto de inflexión de la serie será el 24. Por un lado supone el retorno de Rags Morales como dibujante regular de la colección (con algunas sustituciones, más o menos largas, principalmente por parte de Paul Gulacy y Mozart Couto) y, por otro, representa un importante giro argumental al mandar de regreso a Turok (acompañado de Andy) a la Tierra Perdida, ante la manifiesta incapacidad de éste para adaptarse a la nueva civilización; lo que resulta bastante lógico si tenemos en cuenta el tipo de fauna con el que se solía topar. A partir de este momento las historias de Turok y Andy se irán desarrollando alternativamente en la Tierra Perdida y en el mundo actual, gracias a la existencia de un portal dimensional.

La importancia de la decisión de recuperar la Tierra Perdida reside en que Truman estaba empezando a repetir algunos esquemas argumentales de sus primeras historias, y se vislumbraba el peligro del cansancio por parte del lector. Este retorno facilita una mayor libertad para tratar nuevas temáticas, diferentes a las habidas hasta ese momento, más cercanas a la fantasía o a la aventura. Además, la ubicación de la acción en ese escenario permite a Morales también una mayor libertad a la hora de crear y desarrollar elementos de carácter fantástico, con lo que se acentúa considerablemente el atractivo visual de la serie.

Este primer retorno del hijo prodigo (titulado precisamente así, “Prodigal”) consta de cuatro números, y se desarrolla dentro de otra de esas grandes movidas de las colecciones de Valiant llamada “Birthquake” (por suerte, en esta ocasión no hay que padecer la llegada de invitados especiales, ni la continuidad de una colección a otra, siendo más un aspecto temático que un cruce de personajes o series). Si para Turok este viaje resulta importante por el reencuentro con viejos conocidos, otros más nuevos (convertidos ahora en aliados) y unos cuantos individuos poco dispuestos a crear un club de fans del protagonista de la serie, lo será todavía más para Andy que se encontrará con parte de sus orígenes en la figura de su propio bisabuelo, y suegro de Andar, y los escasos supervivientes de la tribu de la Tierra Perdida a la que pertenece.

Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills

Tras un regreso al mundo actual, nos encontramos con la aventura que puede presumir de ser la más demencial que se haya realizado sobre el personaje (el 28). Su guionista es Mike Baron y está dibujada por Neil Hansen. Viene a ser una exploración de la vida sexual del Kiowa-apache y arranca del momento en el que pretende comprar en matrimonio a Regan (la antropóloga mencionada en varias ocasiones). Tras no dar buen resultado su acción, Turok se embarcará para Brasil como asesor sobre animales prehistóricos, para entablar relación allí con una de las profesoras de la expedición, con la que departirá amigablemente sobre tendencias sexuales antes de correr como locos delante de un brontosaurio.

Los dos siguientes números (29 y 30) componen una historia cuyo principal aliciente es que su dibujante es Mike Deodato, al que encontramos aquí justo en el comienzo de su etapa de ascenso al panteón de la gloria momentánea y posterior olvido. Su protagonista es un villano llamado Krull que anda bastante quemado por la actuación de Turok durante Unity y está empeñado en hacerle la vida imposible. “Radio men in Lost Land”, la siguiente línea argumental que abarca los episodios 31 al 33, marca otro punto importante para TDH al representar la entrada por la puerta grande de Paul Gulacy no tan sólo como dibujante sino como colaborador de Truman en el argumento. Durante esa etapa se llegó incluso a convertir la colección en quincenal.

A pesar de ser un artista ya mítico, la aportación de Gulacy resulta un poco decepcionante al no conseguir igualar el listón de Morales; más por cuestiones estilísticas que cualitativas en realidad, lo cual no deja de ser doblemente paradójico ya que Gulacy es seguramente uno de los dibujantes más claramente deudor del trabajo de Alberto Giolitti. La historia resulta bastante divertida y consiste en una expedición a la Tierra Perdida, teóricamente con fines antropológicos, por parte de Turok, Andy, Regan y una curiosa cuadrilla que pretende realizar una especie de documentales escenificados. La cosa se complica ligeramente cuando aparece una inmensa masa informe devoradora de dinosaurios y los miembros de una raza de alienígenas secuestradores de mujeres que parecen figurantes de Mars Attacks.

Tras la aportación de Paul Gulacy, los dos números posteriores (34 y 35) suponen la llegada de dos autores que tomarán cierta relevancia en la serie: Mike Grell y Mozart Couto. Se trata de una historia en dos partes titulada “The White Goddess” y desarrollada en la Tierra Perdida, antes de la llegada de Turok a nuestro tiempo y cuando todavía estaba acompañado por Andar. Ésta será precisamente una de las constantes de las apariciones en la serie del ilustre veterano Grell, ya que no parece querer saber nada del personaje en su concepción actual, basando sus historias en el antiguo. Es así hasta el punto de que sus otras dos aportaciones a la serie (una historia en dos partes aparecida en los números 43 y 44 de la colección regular y los dos números de la miniserie Turok, the Haunted) muestran historias anteriores incluso a la primera llagada del protagonista a la Tierra Perdida, de la época en la que Turok todavía vivía en su tiempo y con su tribu.

En realidad, no se trata del primer acercamiento de Mike Grell al personaje pues ya con anterioridad se había encargado del crossover entre TDH y su colección de Image, Shaman’s Tears: tres números escritos y dibujados por el propio Grell y situados, como no, en la época originaria del personaje. En líneas generales el trabajo de Grell con Turok es bastante correcto, aunque no se mantiene a la altura del de Truman, a pesar de demostrar similar interés y respeto por todo lo relacionado por la cultura de los aborígenes de su país. El problema radica en que no consigue construir las historias con la suficiente entidad como para no defraudar las expectativas de su planteamiento, como si existiera algún obstáculo invisible que le impidiera dar el paso final hacia la contundencia.

Mozart Couto, que será el encargado de plasmar los guiones tanto de Mike Grell como de Simon Furman cuando estos sustituyen a Truman, es un dibujante brasileño que formaba parte del estudio de Mike Deodato. Su estilo es bastante similar, no por casualidad, al del titular del estudio y no parece poseer tanta habilidad en la secuenciación como facilidad para conseguir espectacularidad visual.

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

El siguiente número de TDH (el 36) es una especie de fill-in, aunque con guión del propio Truman, dibujado por Aaron Lopresti que viene a ser una historia sobre el exorcismo de demonios personales por parte del protagonista, cuya principal cualidad es la de preceder a un nuevo retorno del tándem oficial. Morales y Truman vuelven a unirse para realizar una aventura en dos partes (números 37 y 38) que es sin duda una de las más divertidas de la serie. “Island of Nazi Women” consiste, en esencia, en la historia de un grupo de mujeres nazi que tienen en su poder, además de a Turok, Andy y Regan, el cadáver de Adolf Hitler con la intención de revivirlo mediante un trasplante de cerebro con el cuerpo de Elvis Presley, al que también habían capturado cuando apareció en la Tierra Perdida a bordo de un platillo volante (a mi no me pregunten). Para la ocasión, y en función del tipo de guión que le escribe Truman, Morales caricaturiza ligeramente su estilo de dibujo.

La segunda aportación de Paul Gulacy a la serie la encontramos en una historia en dos partes (números 39 y 40) titulada “Outlaws of Lost Land” que narra el encuentro de los protagonistas con una patrulla del ejército Sudista (de la Caballería de Texas), que se ve trasladada a la Tierra Perdida cuando perseguía a la tribu Shawnee para robarle su oro. La aventura resulta de capital importancia para Andy, que descubre que su Padre no había fallecido como él pensaba. Truman utiliza estos episodios para hacer sus particulares guiños y homenajes y bautiza al Capitán de la patrulla sudista con el curioso nombre Johnny O. Landsdale e idea para él un aspecto externo con bastantes similitudes al de personaje de DC Jonnah Hex (con anterioridad al tratamiento facial del mismo).

Mozart Couto vuelve como dibujante en los cuatro episodios siguientes a los de Gulacy, dos con guión de Simon Furman (41 y 42) y otros dos con guión de Mike Grell (43 y 44). Los de Furman nos muestran cómo Turok se enfrenta a una secta fundamentalista en una historia que casa tanto con el personaje como el que de repente se pusiese a tocar las castañuelas, mientras que los de Grell respetan los mismos parámetros que sus restantes trabajos en la serie. Jackson Guice es el dibujante invitado de los episodios 45 y 46, escritos ya por Truman, en los que Turok y Andy deben ayudar a defender el poblado que acoge al Capitán Rojo y al bisabuelo de Andy, frente al ataque de una horda de la que forma parte el propio padre del joven. Guice, dentro de sus cualidades, realiza una buena labor muy influenciada estilísticamente por el trabajo de Joe Kubert.

La profunda crisis que sumió a Valiant (rebautizada ya como Acclaim) durante el año 1996 conllevó la cancelación de la colección TDH en el episodio 47. Se trata de un episodio de reencuentros (por un lado el de Truman y Morales y, por otro, el de Andy y su padre), que conlleva un conflicto en el que el joven debe elegir entre la amistad de su mentor y el intento de aproximación a su progenitor. 22 páginas en las que se da toda una lección de cómo la sencillez, tanto en el guión como en el dibujo, es una de las principales demostraciones del talento como historietista.

Durante los tres años de vida de la colección TDH, además de sus 47 episodios, también podemos encontrar varias apariciones fuera de colección, amen de toda una serie de actuaciones como invitado estelar en otras cabeceras. X-O Manowar es la colección que capitaliza las apariciones del Kiowa-Apache en páginas ajenas: además de en los ya mencionados episodios 14 y 15, podemos encontrar a Turok en el número 43 (de Jorge González y Luke Ross) y en el 48 (de Ron Marz y Bart Sears), apariciones del tipo “pasaba por aquí, así que voy a asomar la cabeza por la esquina de una viñeta”. Lo mismo se puede decir del crossover entre Image y Valiant, Dethmate, al que Turok se asomaba en el episodio Black editado en 1993. Más peso tendría lógicamente el personaje en el otro crossover con personajes de Image, el ya mencionado TDH / Shaman’s Tears publicado en 1995.

Ya en solitario, Turok también gozó de varios especiales fuera de la colección. Valiant reeditó en 1994 varios episodios de la colección de Western en dos números que denominó The original Turok, Son of Stone para los que utilizó como reclamo nuevas ilustraciones de portada de Morales y Mike McKone. Baron y Dave Cockrum se ocuparon también en 1994 del primer y único Yearbook de la colección: una historia sobre cuentas pendientes de la etapa la Tierra Perdida. En 1996 apareció Turok, the Haunted, una miniserie de dos episodios realizada por Mike Grell, Simon Furman, Mike Deodato y Mozart Couto a la que ya nos hemos referido. Por último, TDH contó también con un número cero, aparecido en noviembre de 1995, realizado por Truman y Morales en el que se iba rememorando toda la historia del personaje anterior a su integración en el Universo Valiant y su llegada mediante la, hasta ese momento casi indescifrable, participación en Unity. Se trata además de uno de los más impresionantes trabajos de Morales (si es que existe alguno que destaque por encima de los restantes).

Como conclusión general, podemos decir que TDH es uno de los mejores tebeos que se publicaron durante la década de los noventa a pesar de que sus ventas y su repercusión no estuviesen a la altura de su calidad. Truman y Morales, auxiliados en mayor o menor medida por los restantes autores, consiguieron actualizar un atractivo concepto clásico, en un producto eminentemente moderno, sustentado en la complejidad del tratamiento de los personajes, en la recuperación del tebeo de aventuras y en una fuerte carga crítica en su mensaje.

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[ © 2004 Norman Fernández, para Tebeosfera 041015 ]