TEBEOSFERA \ SECCIÓN  

ARGENTINA EN CUADRITOS / 4

por LAURA VAZQUEZ


BOSQUIVIA: El humor en la dictadura militar argentina


[ Portada de HUM® dedicado a Bosquivia ]

Número de Humor Registrado dedicado a Bosquivia

Estas notas forman parte del proyecto Ubacyt (Universidad de Buenos Aires)
Cultura, medios y dictadura, memorias en conflicto dirigido por la Dra. Mirta Varela y del cual la autora forma parte como investigadora. Cabe aclarar que el presente trabajo sobre Bosquivia ha sido presentado en el Congreso Nacional de Comunicación Social, ciudad de Córdoba, Buenos Aires, X-2002
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1.- A modo de presentación:

La investigación en curso, busca reconstruir el estado de producción, circulación y consumo de ciertos espacios del campo cultural. En ese análisis se contempla el campo editorial, por lo que el abordaje del modo de producción editorial del campo del humor gráfico y la historieta, resulta importante si se quiere dar cuenta de manera integral de los fenómenos editoriales más significativos durante el período de dictadura militar (1976-83) y el denominado período de transición a la democracia (1983-85).

En el proyecto se busca reconstruir los procesos de producción tomando como recorte analítico lo que denomino “período de transición a la democracia” en contraposición a la dicotomización dictadura / democracia y adhiriendo de esta forma a la perspectivas teóricas que inscriben a partir del colapso del régimen dictatorial (negociación malvinense” y “apertura del violismo”) y hasta el primer tramo del gobierno constitucional (Juicio a las Juntas Militares en 1985) un período signado no tanto por la reconversión comunicacional y cultural sino por la correlación de factores culturales, políticos, económicos y mediáticos.

Clic para ampliar2.- Editorial y publicaciones: el caso de una política de edición singular

«No se sabe a ciencia cierta si Esopo existió. Pero si no fue él, alguien del siglo XI antes de Cristo tuvo la ocurrencia de hacer hablar a los animales para que los humanos, aunque se sintieran aludidos, no se animaran a enojarse (...) Bosquivia viene a ser eso: una gran fábula, repartida en varios episodios unitarios. Con animales que no sólo hablan sino que viven y actúan como humanos. Insertada en una coyuntura política particularmente desgraciada para los argentinos –el proceso de reorganización nacional- fue una metáfora zoológica donde se reflejaron muchas de las cosas que pasaban todos los días».

Este es un extracto de la introducción a Bosquivia, edición completa del número ocho de la Colección Los libros de Humor, publicada en 1984. Sin embargo, los episodios habían sido ya editados ya previamente en la revista SuperHUM®, en el año 1982 a través de la misma editorial: Ediciones De La Urraca.

Se ha escrito poco acerca de Ediciones de La Urraca. Sin embargo, esta editorial constituye una porción importante de la identidad de los argentinos, no sólo por sus ya emblemáticas publicaciones, sino porque aporta a la memoria de un período que todos queremos olvidar.

La Urraca editó las revistas de historieta y humor gráfico más importantes de la industria de la historieta y el humor gráfico en el país. Bajo la dirección de Andrés Cascioli, la editorial constituye un antes y un después para dos generaciones de historietistas y humoristas: los que venían de editoriales tradicionales como Columba y Récord y los más jóvenes, los que con Fierro tuvieron las puertas abiertas para la experimentación y búsqueda artística.

Una de las publicaciones más destacadas de la editorial fue indudablemente la revista HUM®. Aunque no es mi propósito analizar en este ensayo dicha publicación, al ser Bosquivia parte de la serie de libros pertenecientes a la revista, debo introducir algunas palabras acerca de la misma.

Tal como señala Andrea Matallana en su estudio sobre HUM®, la publicación generó tres momentos de articulación del discurso político: Crítico, desde sus inicios hasta 1980, Combativo, desde 1981 hasta 1983 y Democrático Pluralista de 1984 en adelante, desde mi punto de vista, tomando esta última etapa ribetes cada vez más definidos partidariamente.[1]

Es decir, Bosquivia se ubica en la etapa combativa que asumió la editorial durante la etapa de transición a la democracia. En un escenario de opresión política y civil la revista en ese momento de su historia interpela a través del consenso en franca oposición al régimen militar.

Su interlocutor no fue un grupo identitario de intereses y valores (como pueden serlo los trabajadores, los militantes, los jóvenes, etcétera). La estrategia editorial fue apelar a la ciudadanía a través de un discurso inclusivo basado en los preceptos de la independencia y la libertad de expresión. Clic para ampliar

A través del ideario democratizante que mantuvo la empresa durante la etapa, HUM® comenzó a construir una red de consenso en la opinión pública, es decir, obtuvo una legitimación social más allá de sus lectores.

Transcurrido su período de denuncia crítica del autoritarismo todavía imperante, la revista tuvo una importante retracción tanto en el volumen de ventas como en su apoyo multisectorial. Más allá de la crisis económica que afectó el consumo de bienes culturales, la caída de HUM® está relacionada con la función que una revista de humor político cumple durante un período democrático.

Hacía mediados del ochenta tuvo lugar un fenómeno que desde diversas perspectivas de análisis se dio a llamar de “desencanto político”, con la consecuente merma de participación e intervención de la ciudadanía en la agenda pública.

Aunque HUM®, en sus editoriales nunca se dijo una “revista política” paradójicamente cuánto más de “humor independiente” se decía, más política era. En el momento en que la sociedad ya no acompañó este guiño cómplice, este hacer política desde un lenguaje satírico y alegórico, la revista no pudo mantener su statu quo.

Durante los primeros tres años de la década del ochenta, en el colapso del régimen militar, la revista asumió la eficacia de un discurso político y alcanzando una relevante utilidad social muy conveniente en un período signado por el vaciamiento partidario. Pero cuando esta utilidad, este pacto recíproco basado en lo que Pierre Bourdieu llama “el sentido práctico”, ya no fue necesario, la que fuera una “boca de expresión del pueblo” progresivamente fue tomando su verdadero cuerpo: una revista de humor gráfico entre otras.

III.- El relato de Bosquivia como discurso político

Esta contextualización editorial me permite introducir el tema del artículo: una publicación singular de Ediciones de La Urraca. Mi hipótesis es que la primera edición de Bosquivia (1982) a través de sus historias, funcionó a la manera de una contrahegemonía imponiendo su palabra adversativa.[2]

Si bien hay una extensa bibliografía sobre el género de humor, propongo la definición de Jorge B Rivera, que no por amplia, imprecisa: «el humor es territorio evasivo, terreno de las “entre líneas”, de la indirecta “alusión” al contexto, de los límites rígidos y paradojalmente extensibles, se puede hablar simultáneamente de su carácter hedonístico, provocativo, crítico, enmascarado, catártico, sustitutivo, reflexivo, analítico, compensador, etcétera, con una permisividad que admite los más variados y contrapuestos enfoques».[3]  

En Bosquivia, los juegos del lenguaje humorístico se evidencian por doquier. La historia construye y reconstruye constantemente, y sin alteraciones, los ritmos paródicos de una narración que siempre dice más de lo que parece. Podría pensarse que entre la catarsis y la provocación se dibuja una reflexión profunda y crítica: una verdadera descripción de la realidad. Algo muy alejado al pasatismo y a la risa.Clic para ampliar

La historia escrita por Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno fue dibujada por Tabaré Gómez, hasta el undécimo capítulo y a partir de allí y hasta el número veinticinco, la gráfica estuvo en manos de Raúl Fortín.

Bosquivia a través de la animalización de los actores de la dictadura permite, al menos, dos lógicas funcionales. Por un lado, el planteamiento de una metáfora de sencilla decodificación ligada a los roles que cumplieron cada uno de los actores involucrados en el Proceso de Reorganización Nacional: el ministro de defraudaciones es el cuervo martineta de hoz, los presidentes son gorilas consecutivamente volteados por la conspiración bosquiviana, el león es el gran dictador del bosque de Bosquivia, etcétera...

Por otro, este gesto enunciativo, a través de figuras retóricas como la alegoría y la metáfora, permite construir un humor combativo y no partidario propio de la prensa independiente moderna.

La serie zoológica compone un entramado alegórico de la dictadura. Para Roland Barthes la alegoría es un acertijo, una escritura compuesta de imágenes concretas que el lector debe descifrar. Supone la presencia de un texto previo al que previamente se hace referencia. Por lo tanto, es un discurso para ser decodificado por un receptor cómplice, un cazador furtivo, en palabras de Michel De Certeau.

La animalización gráfica de los actores políticos en Bosquivia se nutre de los contenidos del imaginario propio de las culturas populares: creencias, fábulas, chistes y tradiciones han insistido una u otra vez acerca de la metáfora de la animalización de los hombres. A través de figuras elípticas y de alusiones de distinto grado, se plantea un relato cuyo sentido consiste.

Siguiendo a Barthes «la elipsis, figura mal conocida, perturba justamente porque representa la horrorosa libertad del lenguaje, que, de alguna manera, no tiene medida obligatoria».[4] En otras palabras, la evasión elíptica, el gesto sarcástico de su enunciación, es una posibilidad de resistencia, que en momentos de coyuntura política, deviene en algo más que en resistencia al sentido. La contra-ideología aparece a través de un discurso indirecto y transitivo. Este tipo de elección escritural y gráfica aparece, una y otra vez en los episodios de Bosquivia.

Lo político emerge en el relato a través de la apertura de una serie paradojas que componen la trama argumental. La historia se diferencia de las estrategias de representación evitando la estetización artística y el documentalismo sentimentalista. Bosquivia puede narrar el horror: y lo hace a través de la metáfora del trauma.

Clic para ampliarAl igual que la célebre obra Maus, se elige narrar desde el distanciamiento, desde la metáfora y la fábula. En Maus, el ratón logra sobrevivir a las garras del gato. En Bosquivia, los pelícanos, logran no perecer ante el león. Simple y complejo, al mismo tiempo. O quizás una forma de poder contar lo inexpresable.

[1] Matallana, Andrea (1999): Humor y política. Un estudio comparativo de tres publicaciones de humor político. Libros del Rojas, Editorial Eudeba, Buenos Aires, p. 90.

[2] Verón, Eliseo (1987): “La palabra adversativa. Observaciones sobre la enunciación política”, en El discurso político. Lenguaje y acontecimientos, Hachette, Buenos Aires.

[3] Rivera, Jorge B (1981): Humorismo y costumbrismo. (1950-1970), en Historia de la literatura argentina, CEAL, Buenos Aires, cap. 116.

[4] Barthes, R (1997): “La elipsis”, en Barthes por Barthes, Monté Avila Editores, Venezuela, p. 91.


ENLACES:

El humor gráfico en la Argentina


Laura Vazquez (1973) es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, ha medrado profesionalmente como redactora en medios gráficos y como gestora cultural en entidades públicas y privadas de su país. Actualmente, alterna su pasión por la escritura de guiones con sus labores docentes en facultades argentinas. Junto a Diego Agrimbau se halla trabajando en una tesis doctoral sobre las políticas culturales implícitas en la producción editorial de historietas en Argentina.


 [ Edición para Tebeosfera 021127 ]