TEBEOSFERA \ SECCIÓN  

GOLDEN CH@T   /  1

Carlos M. Federici

por CARLOS M. FEDERICI 


Golden Age: Milton Caniff y Chic Young


A MODO DE INTRODUCCIÓN:

Cuando Tebeosfera me privilegió dándome la oportunidad de reeditar estos textos, originalmente publicados en la fenecida revist(ill)a Balazo (R.O.U., 1999-2000), mi primera intención fue realizar una adaptación de los mismos al nuevo soporte. Sin embargo, tras alguna reflexión, me pareció que resultaría más acertado mantenerlos en su redacción original, sin efectuarles otros cambios que los dictados por el decoro.

La razón es simple: de este modo, a mi modesto entender, los artículos, concebidos para un medio, un público y un tiempo en particular, no solamente proveerán al ocasional lector de su contenido informativo o, en alguna medida también, recreativo, sino que además reflejarán un (mini)momento histórico, con todo lo que esto significa en un sentido vivencial. Es decir, que se procurará revivir, en la medida de lo factible, el entusiasmo, el brío y la alegría de aquel puñado de aventureros que, en un medio hostil y escabroso, decidieron un día emprender la odisea de una edición en cooperativa, consagrada al tópico de sus amores: la historieta, tal y como ellos la conocieran en sus años mozos, y como deseaban, dentro de lo que les permitieran sus aptitudes, mostrarla a otras generaciones.

En cuanto a los textos en sí, se han concebido, más que como disertaciones, como simples charlas, o chats, por así decirlo, incididos por alguna ocasional retroalimentación a cargo de la audiencia. Y una aclaración final: el latinajo de despedida deriva directamente, por supuesto, del célebre “Excelsior!” con que el gran Stan “The Man” Lee remataba sus columnas.


Golden Age... ¡La Edad Dorada! Todos éramos más jóvenes por entonces; y el  mundo también lo era. Más que un tiempo, un lugar. Un lugar adonde  ir. O adonde regresar. Uno de esos sitios (igual al barrio, que decía el Gordo inmortal) adonde siempre se está llegando.

No puede uno evitar cierta añoranza al evocar los años de la inocencia, de los colores puros, sin matices de gris... Para algunos de nosotros existió una coincidencia adicional: tuvimos nuestra ED al mismo tiempo que las historietas (a las que entonces sólo les decían “comics” en los EE UU) cumplían las últimas etapas de la suya... Me incluyo en este grupo: fui capturado por el hechizo de las “cándidas tetracromías” a fines de los años 40.

El romance duró menos de dos lustros, pero dejó una huella imborrable en lo más íntimo de mí. De la decantación salió, por un lado, un historietista sui generis, formado a la medida de la época y del medio. Su sentido de la autocrítica, no obstante, acabó por hacerlo volcarse de preferencia hacia su otra mitad: la de coleccionista. Hoy día, mi relación con el llamado Noveno Arte pasa, más que nada, por el afán acumulativo, centrado, de preferencia, en los clásicos de los años cincuenta. También me interesan en grado sumo todos los testimonios que arrojan luz sobre aquel período glorioso.

Precisamente son dichos testimonios la razón de esta convocatoria, que reiteraré en cada nuevo número de Balazo que salga disparado mes a mes. ¿Qué mejor comienzo que dejarlos a ellos mismos..., a los Viejos Maestros, hablar de sus vidas y de sus trayectorias?

En los EE UU, la National Cartoonist Society galardona anualmente a sus miembros más destacados con el Premio Reuben, bautizado así en memoria de Rube Goldberg (1883- 1970), Presidente Honorario de la citada Sociedad durante dilatado lapso y uno de los pioneros de la época heroica en que se gestaban muchas de las obras maestras de la historieta. Para tales ocasiones se  edita un anuario, en cuyas páginas los miembros describen, cada cual a su modo, cómo ven su contribución al género en el curso de sus respectivas carreras. Me ha resultado sumamente interesante recoger tales testimonios, sobre todo contrastándolos con otras opiniones que por allí vertieran colegas o empleadores. A veces se comprueban llamativas contradicciones; otras, queda flotando la sombra de una duda. Puede llegar a apasionar.

GENTE DE DIARIOS: Los artífices de las clásicas strips una vez cautivaron a tal punto la atención del mundo que, en plena época de la Depresión, el presidente Roosevelt solía leer, a través de su programa de radio, la “Sección Cómica” para los indigentes que no podían costearse siquiera un periódico, y deplorarían perderse las aventuras de El Fantasma (The Phantom), Mandrake o Terry y los Piratas, o las humoradas de Blondie o Popeye. Aquellos maestros se convirtieron en verdaderos ídolos de la preferencia popular; sin llegar nunca a superponerse, empero, a la relación casi personal que existía entre lector y personaje.

Cuando, en la tira de “Lorenzo  y Pepita” (Blondie), el matrimonio concebido por Chick Young iba a tener una hija, el autor lanzó una convocatoria a nivel nacional, a fin de buscarle nombre a la pequeña. Mucha gente envió, además de la sugerencia onomástica, consejos relativos a la crianza infantil. Asimismo, en cierta ocasión en que al inmenso Milton Caniff se le ocurrió, como toque melodrámatico, enviar al otro mundo a una de las heroínas de Terry, Raven Sherman, varios lectores enviaron coronas mortuorias, y en Chicago, 400 estudiantes de la Universidad de Loyola guardaron un minuto de silencio, de cara al Oriente (tan caro a Caniff), como tributo hacia aquel deceso de papel y tinta china.

He aquí como los mentados Caniff y Young se pintaban a sí mismos en un anuario de la NCS:

Milton Caniff (que escribió —o hizo escribir— con el clásico rotulado de cómic):

«Nacido = 1907 en Hillsboro, Ohio. 1920 = Despedido como editor/artista del [periódico escolar] Ruskin Grammar School News, de la ciudad de Dayton, por criticar en el editorial a la Mesa Directiva del colegio. 1979 =  Recibí el Grado de Doctor Honorario en Bellas Artes en la Universidad de Dayton (un experto en esperas) [Se refiere a que el grado se le otorgó a los 72 años.] Primera tira = “Chick ’n Noodles”, en el Stivers High School News [periódico liceal]. “Dickie Dare”, “The Gay [*] Thirties”, “Terry and The Pirates”, “Male Call” —y “Steve Canyon” han sido pasos sucesivos en el Arte de Subsistir. Alterno hoy día entre Palm Springs, Nueva York y la sucursal de Correos más cercana... El historietista norteamericano cuenta con una magnífica arma para su expresión personal... ¡La agudeza de su filo jamás debe embotarse!»

Addenda: Caniff dibujó y guionizó su obra maestra, Terry y los Piratas, entre 1934 y 1946, período en el que, aparte de consolidar uno de los estilos más famosos y significativos de la historia del cómic de aventuras, sentó las bases de toda una escuela de dibujantes, que le siguieron las huellas durante la siguiente década. En 1947 comenzó Steve Canyon (en muchos países latinoamericanos, e incluso en España, llamada Luis Ciclón), de la cual se encargaría durante la friolera de cuatro décadas y un año más. La última entrega  la realizaron otros colegas, después de fallecer Caniff, el 3 de abril de 1988, a guisa de tributo. La firmaba el dibujante Bill Mauldin, célebre por sus ilustraciones de la Segunda Guerra Mundial, y 78 historietistas más, que homenajeaban así a uno de los Padres de la Narrativa Secuencial. Sin embargo, paradójicamente, Steve Canyon fue una obra a todas luces inferior a Terry, y desprovista por entero del encanto y la frescura de ésta, aparte de pecar, en cierto grado, de panfletaria. Caniff, por otro lado, mantuvo intactos su vigor y vitalidad hasta sus últimos días. Según palabras de Irvin Hasen —autor de la tira Dondi—, cuando acompañaba  al viejo maestro a su lugar favorito de expansión, el bar Algonquin, «...compartíamos gratos momentos regados por martinis, y ¿pueden creerlo?, siempre era yo quien debía irme a la cama, mientras este jovencito de 80 años se quedaba en el bar...»Dagwood, # 26

Chick Young (1901- 1973):

«Me da miedo pensar en ello, pero he estado publicando una tira de comics en los diarios todos los días de la semana, sin excluir domingos ni feriados, desde 1921... Hice “Blondie” [Lorenzo y Pepita], a partir de 1931, “Dumb Dora” durante los cinco años previos, y aun otras historietas —que es mejor no recordar— antes de todo eso. “Blondie” fue adaptada para episodios radiofónicos y para una serie de TV y películas cinematográficas. El King Features Syndicate [uno de los mayores distribuidores de cómics de prensa a nivel internacional], bendito sea su corazoncito, me ha mantenido por espacio de 36 años. La misma esposa durante treinta años..., un hijo [Dean, quien continuaría con la tira luego de retirarse Chick] y una hija... Residimos en una isleta, más allá de las costas de Florida, donde las marsopas y los pelícanos vienen a distraerme mientras trabajo en la tira. ¿Hobbies? Oh, pescar, golf (muy poco profesional), además de cocina oriental y otras tonterías por el estilo.»

Addenda: Varias generaciones, en diversos lugares del globo, y a través de muchas lenguas, crecieron con los personajes de Chick Young como miembros anexos de sus familias. Lo que generalmente se ignora es que, al comienzo de la tira, en 1930, el personaje Dagwood Bumstead (o sea, Lorenzo Parachoques) era un hijo de millonarios, a quien sus padres ponían mil y un obstáculos para evitar su boda con una «rubia tonta» de inferior clase social, la Blondie del título, nuestra Pepita. Fue en febrero de 1933  (cuando Lorenzo por fin desposó a la blonda Pepita) que, desheredado, se convirtió en un exponente del americano típico de la época de Roosevelt, siempre en pos de mejorar su situación económica con su labor burocrática.

Fue una víctima constante de los caprichos de su irascible jefe, lo que originó celebradas situaciones de humor, que complementaron a la comedia de situaciones hogareñas. Luego de retirarse Young, siguió la tira su hijo Dean, con la colaboración de Jim Raymond, hermano del famoso Alex (quien será muy pronto tema en estas páginas). Fallecido Raymond, en 1984 entró a colaborar Stan Drake, con lo que la historieta recuperó algo de su antiguo esplendor, gracias al talento de este otro notable creador.

Sintéticos y puntuales para su autosemblanza... ¡No hay duda  de que son historietistas de pura cepa!

En próximas entregas, otros grandes: Lee Falk, Hal Foster, Chester Gould, Stan Drake... Más adelante: gente de comic books..

¡Nos vemos, amigos “goldenófilos”!

Fiat Lux!


GALERÍA DE IMÁGENES 

1.  En 1947 Caniff realizó esta autobiografía / cómic de una página, en la cual no vacilaba en satirizarse a sí mismo.

2. Diez años más tarde reincidiría con esta media página, donde desarrollaba en forma paralela su historia y la de Steve Canyon. Aquí ya lucía menos caricaturesco el autorretrato, quizás a causa de un sentido de formalidad que habría surgido al entrar el dibujante en la madurez.

3. Caniff se valía de la fotografía para realizar sus historietas, empleando al efecto a modelos profesionales. Este es un ejemplo, una celebrada secuencia romántica entre Pat Ryan y Dragon Lady, para cuya realización el dibujante se transformó en “régisseur”. Reportaje aparecido en el excelente libro El dibujo a través del temperamento de 150 famosos artistas, de Enrique Lipszyc (Buenos Aires, 1953)

4. Los modelos de Terry y April. En el libro de Lipszyc, además de las semblanzas de célebres ilustradores e historietistas, contenía uno de los mejores compendios acerca de la técnica de las historietas (entendida como narración visual) que se han editado sobre ese tema, aparte de uno de los primeros intentos de hacer historia del cómic, pionero de toda la literatura que invadiría el mercado a partir de la siguiente década.

5. La famosa secuencia de la muerte de Raven en “Terry”.  Prescindiendo por completo de las palabras, el maestro Milton Caniff se expresa únicamente a través de sus soberbias imágenes. ¡Toda una lección de narrativa visual!

6. La revista Air Force, órgano oficial de la Fuerza Aérea de los EE UU, dedicó a Milton Caniff la edición correspondiente a julio de 1957. En la cubierta, circundando a la efigie de Steve Canyon (Luis Ciclón), aparece una serie de personajes de la historieta homónima, que Caniff basó en personas reales. El cuarto desde la izquierda, en la fila inferior, es Pipper the Piper, contrafigura del entonces senador John Fitzgerald Kennedy.

7. Retrato de Chick, evidenciando las semejanzas con Dagwood Bumstead (Lorenzo Parachoques, para los públicos hispanoamericanos). Esta imagen encabezaba un artículo que publicó la revista argentina Dibujantes en marzo de 1957.

8. Dentro del mismo artículo, esta foto hogareña de Chick Young  junto a su esposa y su perro transmitía a los lectores una cálida sensación de cercanía, característica del candor que imperaba en la época.

9. Chick Young era un hombre dotado de un sentido del humor bastante particular, era tenido por “muy difícil de reportear”, debido a sus caprichosas respuestas.  Una de esas “perlas”: «¿Me pregunta si soy supersticioso?... Bueno, no pasaría debajo de una escalera cuando el pintor se esté cayendo...»

10. Los queridos personajes de Young no podían faltar en el comic book: tanto Dagwood como Blondie protagonizaron sendas revistas, editadas por Harvey y por King, respectivamente. Como se ve aquí, también los Big Little Books contaron a Blondie entre sus diversos títulos.

11. En el libro Il fumetto (La historieta), una edición del Istituto Geografico de Agostini (Novara, 1976) que era traducción de un texto de Román Gubern, esta muestra del arte de Chick Young lleva el siguiente comentario: «El dibujo de Blondie centra su eficacia en el amplio repertorio de las expresiones faciales. Por otro lado, los escenarios de la tira, en cuyo diseño no se prodigan en demasía los detalles, gozan de la particularidad de permanecer siempre vigentes al paso de los años.»

12. Estas tiras de Lorenzo y Pepita (extraídas de la revista Dibujantes, de los años cincuenta) muestra el tratamiento que se aplicaba en la Argentina al material de prensa procedente de Estados Unidos: se retocaban o eliminaban los reticulados defectuosos, y se acomodaba la traducción de los bocadillos (que provenía de las versiones al castellano realizadas en países del Norte o del Caribe) a la idiosincrasia del Río de la Plata. Este trabajo era fuente de empleo para muchos principiantes del grafismo periodístico.


  Carlos María Federici  (Montevideo, 1941) es autor de seis novelas, un par de colecciones de relatos de ciencia ficción y ficción detectivesca, también de diversos cuentos, artículos y trabajos periodísticos, recordándose su participación como estudioso de la historieta en Balazo. Su obra ha sido traducida a varias lenguas y se han sido otorgados galardones en certámenes literarios nacionales e internacionales. Para contactar clic aquí.


 [ © 2003 Carlos M. Federici, para Tebeosfera 030430 ]