TEBEOSFERA \ SECCIÓN 

GOLDEN CH@T   /  7

Carlos M. Federici

por CARLOS M. FEDERICI


Golden Age: Rip Kirby, de Alex Raymond


Golden Age... ¡La Edad Dorada! Todos éramos más jóvenes por entonces; y el  mundo también lo era. Más que un tiempo, un lugar. Un lugar adonde  ir. O adonde regresar. Uno de esos sitios (igual al barrio, que decía el Gordo inmortal) adonde siempre se está llegando.

La entrega anterior de Golden Ch@t, dedicada al maestro Alex Raymond, como corresponde a tan excepcional artífice del “Noveno Arte”, exige ser ampliada en algunos puntos. Por ejemplo, en lo relativo al surgimiento de sus tiras clásicas, debo reconocer que, efectivamente, y en beneficio de la síntesis que suele ser norma en trabajos destinados a la difusión masiva (y no especializada), me permití simplificar la exposición del proceso, aunque sin falsear el criterio básico que privó en las referidas circunstancias.

Por cierto, se debió a la inquietud de Joe Connolly —presidente del King Features Syndicate en los años treinta— la iniciativa de crear material nuevo, que pudiese competir exitosamente con el producto de las empresas rivales, cuya creciente popularidad amenazaba la preeminencia del KFS. Sobre todo tenía puesto el ojo en la obra maestra de Chester Gould, Dick Tracy,1 una historieta que no dejaba de ascender en el rango de las audiencias a nivel mundial.

Para contragolpear, Connolly decidió lanzar cuatro tiras de tema policíaco: Radio Patrol (Pat, el Patrullero), de Eddie Sullivan y Charlie Schmidt; Inspector Wade, basada en un personaje del célebre Edward Wallace e ilustrada por el excelente Neil O’Keeffe; Red Barry, que dibujaría Will Gould (un ilustrador deportivo cuyo apellido coincidía por casualidad con el del autor de Dick Tracy, aunque no estaban emparentados) y, por fin, Agente Secreto X-9, argumentada por uno de los más renombrados escritores de novelas policíacas de aquellos años, Dashiell Hammett, y llevada a la imagen por el mágico lápiz de Raymond, quien ya se perfilaba, a su vez, como un muy exitoso creador de tiras gráficas.

Lleno de ansias de superación, el notable ilustrador preparó, además, otras dos obras de impecable factura: Flash Gordon, de corte fantástico, y Jim de la Jungla, una refinada aventura selvática. Una y otra pretendían competir, respectivamente, con las ya impuestas Buck Rogers (de Phil Nowlan y Dick Calkins) y Tarzan, que por entonces llevaba la consagrada firma de Hal Foster (ver Golden Ch@t #2 y 3, para mayores datos sobre este verdadero paradigma de los historietistas clásicos).

Todas esas producciones gozaron del favor de los lectores —una vehemente y apasionada legión, en aquellos tiempos dichosos—, pero en el caso de Raymond se daba una nota especial, que no tardó en ser percibida. Los textos que ilustraba no eran de los más inspirados, pero su arte singular los elevaba a niveles de excelencia, pues éste era un creador como jamás se había visto en el género. Sus bellas composiciones obliteraban la nimiedad de la narración con la exquisitez del diseño, convirtiéndose en la esencia del producto. Sin embargo, aquello no era todavía historieta en su forma pura. Faltaban algunos años para que Alex diera, por fin, con la fórmula perfecta.

UN HÉROE CEREBRAL: RIP KIRBY.

En el año 1946, vuelto de la guerra, Raymond decidió dar un golpe de efecto para retomar su sitial privilegiado en el medio. Había abandonado su Flash Gordon mientras sirvió en la Marina, requerido por tareas relacionadas con la actividad bélica. Por lo demás, incursionó en la ilustración de novelas y revistas, campo que por algún tiempo lo sedujo hasta llevarlo a pensar en dedicarse por completo a él. Empero, tras madura reflexión, redescubrió los valores de la historieta como medio expresivo y se dio cuenta de que allí sería donde había de encontrar la oportunidad de realizarse en toda su potencialidad artística.

«Creo sinceramente —expresó— que ésta es una modalidad de arte por derecho propio, y puede ser incluso más creativa que la ilustración de revistas... El ilustrador trabaja con su cámara y sus modelos, pero el historietista sólo dispone del papel, la tinta y su inspiración. Uno puede ser a la vez dramaturgo, director y montajista de apasionantes historias...»

Las posibilidades del género le fascinaban, sobre todo el desarrollo de una narración secuencial, sustentada en partes iguales —o equilibradas— en la expresión gráfica y en la escritura de los diálogos. Raymond, que había dependido de extensos bloques narrativos en Flash Gordon, y que había concebido a Jim de la Jungla como “una serie de fotos fijas”, sorprendió a todos con el nuevo estilo de Rip Kirby, donde la acción se describía a base de cuadros inteligentemente diseñados para conformar un episodio diario de tres o cuatro viñetas adyacentes, pautado por “bocadillos” de convincente redacción. La tradición dialéctica de la comedia norteamericana se volcaba en aquellas producciones de tinta y papel, destinadas a un público masivo, pero no por ello menos exigente. Por lo demás, Raymond demostró su genio para la caracterización en las personas (y empleo el término con toda deliberación) de sus protagonistas.

«Rip Kirby, Afamado Atleta, Científico, Detective Amateur, Reservista de la Marina, Condecorado por su Actuación en el Pacífico», reza el pie de la fotografía del periódico que aparece en el segundo cuadro de la tira inicial de la historieta.

El periódico en cuestión lo había recogido de la puerta (junto a una botella de leche) el inefable valet Desmond, a quien correspondió, de esa manera, encabezar el elenco desde el primer cuadro. Y no es casual que así haya sido dispuesto por el autor / director / montador Raymond, puesto que el enjuto personaje compartiría durante más de medio siglo las aventuras del gallardo investigador, en calidad de Mano Derecha (o quizás izquierda), amigo fiel hasta la muerte y servidor insustituible.

El propio Rip, con su aire maduro y “erudito” —definido, en el código historietístico vigente por sus gafas de montura negra y la infaltable pipa recta—, se apartaba en forma notoria de la norma comúnmente aceptada para los “héroes” del período. Descendientes directos de los personajes de pulps (o novelas de acción populares), representó una verdadera osadía creativa el pensar en dotar a uno de estos he-men de algún rasgo “vulnerable”. A su estampa varonil y elegante, Rip Kirby añadía el atributo intelectual, lo que lo ponía a cierta distancia de otros “colegas” de la ficción, como el falcónido Dick Tracy, por ejemplo. Se me ocurre, no obstante, que podría verse en Ellery Queen, la creación literaria de Frederick Dannay y Manfred B. Lee, un antecedente de su tipo de sabueso con fibra universitaria.

La heroína, Honey Dorian,2 se inscribía más en las coordenadas convencionales de la dumb blonde (aunque en realidad fuese más inteligente de lo que su atractivo permitía anticipar). Sus relaciones con el apuesto detective aficionado contenían un elevado porcentaje de ambigüedad: si por lo general actuaban como una pareja enamorada, no se excluían episodios en los que la rubia damisela sucumbía a la seducción de otro galán, requiriendo incluso el consejo de Rip para tomar una decisión al respecto. Por su parte, el apuesto pesquisante (que no ocultaba su tendencia al donjuanismo, propia del bon vivant que demostraba ser), tuvo también sus apasionados interludios, entre crimen y crimen, con diversas beldades, sobre las que descollaba Pagan Lee, la femme fatale de oscuros cabellos e insinuante flequillo, que empezó como compañera del siniestro Mangler (o “el Buitre”) y terminó redimida por la buena voluntad de Kirby, quien, sin corresponder abiertamente a la pasión que despertara en la ondulante vampiresa, supo apoyarla al descubrir un “corazón de oro” bajo su frío exterior. Pagan se convertiría eventualmente en Madelón, estrella de Hollywood, adorada por el público, pero eternamente perseguida por su tenebroso pasado. En varias oportunidades le iba a tocar a Rip Kirby hacer uso de sus mejores dotes para librar a Madelón de las asechanzas de chantajistas o criminales que buscaban venganza.

LA GUERRA DE LOS SEXOS.

Resulta interesante observar que las pautas de la relación varón / mujer en Rip Kirby no escapaban a las determinantes de su tiempo. Una de las viñetas iniciales describe a la perfección, en forma gráfica, sus características. Kirby, con su chica colgada del brazo, se apresura en pos de una pista que ha de aclararle la investigación en que se ha embarcado. Ella se queja de que no puede igualar las zancadas de su compañero, en una actitud encantadoramente femenina, que denota su dependencia y a la vez su sagacidad en halagar la supuesta “superioridad física” de él. Pagan Lee, por su género de vida, es menos complaciente; pero al fin se rendirá ante el “encanto irresistible” del galán, e incluso abandonará su vida criminal y sus tendencias homicidas por agradarle.

Además de las damas, pulularon en Rip Kirby los personajes característicos, como el enjuto Cecil Desmond, el criado y amigo con pasado de ladrón, de impecable modalidad british, y los infaltables villanos: Mangler, brutal y frío, y “Dedos” Moray, el cínico carterista y extorsionador, que murió, sin embargo, con un inesperado gesto de nobleza final.

Las distintas personalidades están retratadas con mano maestra, a través del dibujo y del diálogo. El mismo Raymond escribió la primera aventura, pero más adelante delegaría esas labores en Ward Greene y en Fred Dickenson sucesivamente, para concentrarse en la faz gráfica, cada vez más absorbente, a pesar de no realizarse la consabida página dominical en colores, verdadera pesadilla de los dibujantes de la época.

La línea argumental, que comenzara, según se dijo, como tributaria de las tendencias de la “Serie Negra”, fue perdiendo jerarquía con el tiempo, hasta que el prestigio de la serie hubo de descansar tan sólo en la depurada ilustración y en la fuerte personalidad del protagonista, a más del prestigio “estelar” de que gozara Alex Raymond hasta el momento de su prematuro deceso.

John Prentice, su continuador, configura un caso excepcional entre sus pares. En efecto, logró identificarse tan plenamente con el estilo del maestro, que a ojos profanos les sería casi imposible establecer las diferencias. Sin embargo, los connoisseurs no dejaron de advertir que Prentice jamás logró reproducir debidamente el célebre perfil de Rip Kirby. Algún sutil elemento se había perdido; y no era de esperar, al fin y al cabo, que no sucediera así.

Sea como fuere, el destino quiso que la tira perdurase hasta nuestros días (aunque hoy es apenas una sombra de lo que fuera), y que haya dependido de las habilidades de Prentice y de Dickenson por más del cuádruplo del tiempo que le tocara llevarla a su legítimo creador.

¿FUE UN ACCIDENTE?

La sorpresiva muerte del gran historietista resultó un shock para sus colegas y para sus admiradores de todo el mundo, que se vieron privados inopinadamente de los talentos de una de las mayores figuras que prestigiara el arte de la comic strip.

El 7 de setiembre de 1956, la infausta noticia sacudió al público: «HISTORIETISTA MUERTO EN ACCIDENTE AUTOMOVILISTICO», informaba el New York Times en grandes titulares, y luego pasaba a referirse, de manera a la vez objetiva y laudatoria, a la personalidad y carrera profesional de Raymond. También se consignaba que el dibujante no era el único pasajero del vehículo accidentado, sino que le acompañaba su colega y amigo Stan Drake,3 quien resultara con graves traumatismos.

A primera vista, aparentaba tratarse de un accidente como tantos otros. Sin embargo, hubo quienes especularon con la posibilidad de un suicidio. En verdad, Raymond atravesaba una época crítica de su vida, con su matrimonio al borde del colapso y una serie de conflictos personales, incluida la negativa de su esposa en concederle el divorcio, dado que la pareja profesaba la religión católica.

Por otra parte, era bien conocida la pasión del dibujante por los autos de carrera, que gustaba conducir a altas velocidades. Incluso había sufrido varios accidentes sucesivos, y hubo de internarse para su recuperación en más de una oportunidad. Según el testimonio de Drake, al recobrar la conciencia luego del drama, oyó al médico que maldecía a su colega. «¡Es la cuarta vez en un mes que le pasa lo mismo! ¡Se buscó su propia muerte!», rezongó el facultativo, a quien evidentemente le había tocado atenderlo con anterioridad.4

Pero por el momento Drake tenía otras preocupaciones, ya que había sufrido heridas internas, se le había roto un hombro, ambas orejas se le desprendieron, y su cráneo, congénitamente débil, estaba fracturado. Fue sólo mucho después, al tomar conocimiento de los conflictos personales de Raymond, que se le ocurrió cuestionarse acerca de las circunstancias de la tragedia que ambos compartieran.

Pasados cinco años, visitó el lugar del hecho. Se apercibió de que el árbol contra el cual impactara el Corvette en que viajaban había crecido, pero varios fragmentos de la carrocería del coche eran claramente visibles, empotrados en la corteza del tronco. No pudo sino lamentar la muerte de aquel gran artista..., y estremecerse ante la idea de lo cerca que había estado de ocurrir la suya propia.

Fiat Lux !

2 Para el registro: el verdadero nombre de la escultural rubia era Judith Lynne. “Honey” es un apodo de cariño.

3 La vida y obra de este otro genial creador fueron tema de los Ch@ts núms. 4 y 5.

4 Se ha trascripto literalmente el párrafo en su redacción original. En la actualidad la tira ha sido cancelada por el KFS.

EL “RIP KIRBY LOOK

Rebuscando entre mis archivos, en procura de documentación sobre Rip Kirby, me encuentro con esta “perla”, fechada en febrero de 1986. Al cumplirse treinta años de la muerte de Alex Raymond, el gran cultor de la historieta, Oreste del Buono, y el modisto Frassa organizaron en Florencia, coincidentemente con la presentación de la nueva línea masculina 1986, una exposición del “Rip Kirby Look”, o sea toda una colección basada en el guardarropa del famoso detective de las tiras cómicas. ¡Sobreviviendo a su propio creador, Rip Kirby se convirtió en árbitro de la moda masculina, pasadas tres décadas de la muerte de aquél!

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ENLACES:
Artículo de Rafael Marín sobre Rip Kirby

VÍNCULOS:

Golden Ch@t 1:  "Milton Caniff y Chic Young", en Tebeosfera, 030430

Golden Ch@t 2: "Harold Foster y Chester Gould", en Tebeosfera, 030716

Golden Ch@t 3: "Harold Foster y Chester Gould, bis", en Tebeosfera, 031019

Golden Ch@t 4: "Big Little Books, Stan Drake y Cullen Murphy", en Tebeosfera, 031223

Golden Ch@t 5: "Más sobre Stan Drake y Cullen Murphy", en Tebeosfera, 040306

Golden Ch@t 6: "Alex Raymond", en Tebeosfera, 040831

Golden Ch@t 7: "Rip Kirby, de Alex Raymond", en Tebeosfera, 040831

 


 [ © 2004 Carlos M. Federici, para Tebeosfera 040831 ]