TEBEOSFERA \ SECCIÓN  

GAMBAS DESDE TANNHÄUSER / 3

 

por FERNANDO F. BELMONTE  


El fuego, cosa de meigas


  Que yo recuerde, el fuego era una cosa mágica que Prometeo le había robado a Zeus para dárselo a los mortales. Qué pretendía Prometeo con este gesto aparentemente filantrópico es algo sobre lo que solo podemos elucubrar. Yo, personalmente, me inclino por imaginar como causa de todo aquel follón a una belleza de pelo castaño, algo rizado, bonitos ojos, y con un mal carácter comparable sólo al del Padre de los Dioses. Ella, en mi historia, habría exigido dicho elemento, y Prometeo, un calzonazos, habría cumplido como solamente un hombre puede hacerlo: cogería la bata y las zapatillas, murmuraría unas objeciones sensatas e inútiles y saldría a la calle, probablemente una noche cualquiera de Diciembre, en dirección al Olimpo. Al llegar allí intentaría hacer el máximo ruido posible con la intención de ser descubierto, pero sin éxito, con lo que no le quedaría más remedio que coger el fuego (colocado en una vitrina o en un jarrón sobre la cómoda del cuarto de Hera) y largarse de allí lo más deprisa posible. Total para nada, para ser descubierto y castigado a perpetuidad. Eso sí, en un lugar con preciosas vistas.

  Ya entonces, ese dichoso elemento, una especie de gas que daba calor y luz mientras fuese alimentado con algún combustible (madera, sebo, animales vivos, vírgenes, etc.), era algo que no se acababa de entender muy bien. Miles de años después, si uno busca en la enciclopedia, encontrara algún tipo de explicación sobre el fenómeno, probablemente algo así como que el fuego es un "plasma incandescente". Es decir, que habremos pasado de no saber que es una cosa a no saber que es otra, con el consiguiente grado de sabiduría implicado en el fenómeno.

  Afortunadamente este curso esta para desfacer entuertos: "plasma" significa que tenemos un gas de partículas con carga eléctrica, e "incandescente" que dicho gas emite luz. En este punto ya se entienden más las cosas, la carga eléctrica es algo por todos conocido (¡hace funcionar mi DVD!) y la luz, aunque tampoco se entiende mucho que es, por lo menos es algo a lo que estamos acostumbrados.

  En Marvel hablar de fuego es hablar de La Antorcha Humana. Johnny Storm, tras un viaje interestelar bastante corto, es bañado en la radiación cósmica, lo que le da poderes sobrehumanos. Probablemente un elefante hubiese resultado chamuscado, quizás también una cebra, pero no nuestro Johnny. No, el sale volando en llamas  de la nave, presto a ligarse a más chicas sin nada entre las orejas, ocupación que nunca acaba de ser satisfecha debido a las continuas interrupciones de su hermana y su cuñado, empeñados en obligarle a salvar el mundo o a viajar a tierras  desconocidas... Sus habilidades suprahumanas, motivo de que aparezca en esta sección, consisten básicamente en un control casi total sobre el fuego, esto le permite volar como un avión a reacción y lanzar llamas a diestro y siniestro sin quemarse, y tener cierta percepción sobre la temperatura a su alrededor. La máxima expresión de sus poderes es la LLAMA NOVA, que viene a ser una llamarada MUY imponente que alcanza temperaturas tan altas como las logradas en una estrella en destrucción explosiva (o sea, una nova).

  Las limitaciones de Johnny con estos poderes están relacionadas con su necesidad de oxígeno para producir las llamas. Es decir, si no hay oxígeno Johnny no puede encenderse. Esto provoca que cualquier malvado villano con una manguera sea un peligroso adversario para el que pasaba por ser el más letal de Los 4 Fantásticos... Por supuesto, si Johnny quema oxígeno para producir su llama entonces hay ciertas limitaciones sobre la temperatura que puede alcanzar ésta. Más concretamente, si en las estrellas se producen reacciones nucleares, que producen mucha más energía que las reacciones químicas en las que interviene el oxígeno (que son las que puede provocar La Antorcha Humana), entonces, la llama nova de Johnny, ¿cómo puede estar tan caliente como una estrella?

  Antes de profundizar en este tema, espinoso, difícil y molesto, será mejor darse un paseo por las llamas de Johnny y ver algún otro fenómeno: En algún cómic hemos podido encontrar ocasiones en las que este muchacho ha usado su poder contra el campo de fuerza de su hermana (Sue Storm Richards, rubia, guapa, esposa del hombre más inteligente del planeta y madre del niño que menos crece del todo el Universo Marvel), con el resultado de que, aunque el fuego es detenido, el calor atraviesa parcialmente el campo... Sin embargo, cuando uno se acerca a una hoguera sabe que el calor se transmite a través del aire, es decir, la llama calienta el aire de alrededor y luego éste lleImagen de Alex Ross para el "Marvels Hardcover"ga hasta nosotros y nos pasa el calor. Este mecanismo se llama convección, pero no puede ocurrir si un campo de fuerza impide el paso del aire, así que queda descartado como la causa de que a Sue se le enrojezcan las mejillas. Otro modo de transmitir el calor es por conducción, siendo este método conocido por todos pues nuestros padres nos ilustran sobre él en nuestra infancia. Recuerdo a mi hacendosa madre calentando la leche del desayuno en un cazo al fuego. La recuerdo también cogiendo el cazo y diciendo: "Repámpanos, que magnífico conductor es este cazo. Observa, hijo mío, como se me ha chamuscado la mano al cogerlo". Y, al tiempo, llorar de la emoción que da el transmitir conocimientos a tu prole... Por supuesto la conducción exige un medio material para el trasvase de calor, lo que tampoco es el caso del campo de fuerza. Entonces, para entender el paso de calor a través del campo de Sue sólo nos queda la radiación: cuando un cuerpo está caliente emite radiación electromagnética. Si esta radiación tiene una frecuencia infrarroja entonces la percibimos como calor con nuestros sensores en la piel, si la frecuencia es del tipo de los microondas entonces la percibimos cuando vemos volar nuestros dedos de los pies por la habitación. Bien, eso quiere decir que es la radiación lo que traspasa un campo que, por otra parte, tiene la virtud de ser intraspasable salvo que el día que el guionista lo usa caiga en martes. Perfecto. Ahora sólo queda por descubrir cómo evita Johnny que esta radiación fría a la gente cada vez que usa sus habilidades cerca de su piel. El insigne Claremont, sin ir más lejos, usó el control de la llama de Johnny para desintegrar la ropa del Dr. Muerte en los 4F, pero salvando del desastre a Victor Von Doom. ¿Cómo?

  Ahora que hemos acumulado dos dudas claramente vitales, es importante resolverlas para quedar bien con el editor y el lector, tanto mejor si no se usan deidades encerradas bajo el mar. El primer problema, con parecer un engorro, no es tal, ya que en ninguna parte se menciona en qué punto de la estrella nova tomamos la temperatura. A título orientativo podemos indicar que en el Sol, desde el interior hacia el exterior, podemos ir desde un millón de grados centígrados en su centro a unos cuantos miles en su superficie, a otro millón de grados en la fotosfera. Podemos pensar que la llama de Johnny tiene la temperatura de una estrella nova... en su zona más fría... Por supuesto esto PARECE trampa, pero no lo es, ejem.

   El segundo problema, bueno, Johnny controla su llama, ¿por qué no hacer que controle también las radiaciones que estas emiten? Evidentemente esto le podría dar, eventualmente, la habilidad para hacer juegos de luces, hologramas o incluso un láser, lo que plantearía el Problema Fénix: no podemos hacer un personaje tan poderoso que oscurezca el papel de los demás. Naturalmente este pequeño obstáculo no es insalvable y en las mismas páginas de los X-Men donde surgió por vez primera hace dos décadas se han encontrado dos soluciones viables. La primera es hacer al dueño de tan excelsos poderes poco menos que tonto, un ejemplo de esto es Bobby Drake, que nunca ha sabido qué hacer con sus increíbles aptitudes (esto lo denominaremos la Solución Mackie, por motivos personales quizás algo obscuros para el lector, que espero me perdone). La otra solución es matar al interfecto, algo que se conoce como Solución Fénix y cuyo único problema es su reversibilidad a manos del Cuerpo Editorial.

  Leyendo estas dos opciones uno se percata de que alguien en Marvel, posiblemente el propio Stan Lee, ya tomo hace tiempo la Solución Mackie con La Antorcha Humana. No obstante, aun a riesgo de enfrentarme solo al fandom, yo propongo acabar cuanto antes con la agonía cerebral de Johnny y pedir para un futuro próximo que se le aplique la Solución Fénix.

  Quien opine que no es necesario que mire las ventas de Fantastic Four en USA. Pues eso.


Fernando F. Belmonte es Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Sevilla y ha ejercido como Becario en el Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear, del Área de Física Teórica, de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad de Sevilla


  [ Página web publicada en Tebeosfera 020628 ]