TEBEOSFERA \ SECCIÓN  

NO SÓLO SON TEBEOS / 7

 

 

 

 

por MANUEL BARRERO  

El Batracio Amarillo 32  

[Portada del número 32 de El Batracio Amarillo, donde aparecen alusiones a la campaña de acoso y derribo encabezada por miembros del Ayuntamiento de Motril. Imagen: © 2003 Chumy Chumez]


De viñetas y tribunales, parte 6 bis.


Introducción Antecedentes en el mundo Precedentes en España Caso Martín vs. Ramírez
Soluciones a gritos Caso Pérez vs. Martín Libertad de expresión Conclusiones

Historia judicial de El Batracio Amarillo

Un conocedor de la agitación satírica del siglo XIX, en cuya segunda mitad proliferó la prensa satírica por toda Europa (sobre todo en Inglaterra, Francia, Suiza, Italia, Alemania, Portugal y España), reconocerá en la revista granadina El Batracio Amarillo la encarnación de aquel espíritu: alegre, combativa, indignada con la injusticia social, acreedora de atención constante y rémora de los políticos y malos gestores de la función pública. En suma: periodismo vivo, con profuso aparato gráfico y acompañado de un sentido cáustico de la mordacidad.

La historia de esta publicación ya fue narrada a rasgos generales por el periodista Miguel Ángel Alejo en esta misma revista electrónica, a él les remito [ leer artículo ]; ahora sobrevolaremos esa historia remitiéndonos a documentos de prensa, sentencias judiciales y los propios ejemplares.

El Batracio Amarillo fue ideada como fanzine de exactamente 91 ejemplares de tirada en 1993, el seno de la Universidad, donde era fotocopiado clandestinamente en los departamentos de las facultades de Psicología y de Ciencias de la Educación, según ha reconocido su director. En El País / Andalucía de 8-IX-1999, Antonio José Martín (Motril, 1970) contestaba a la entrevista que le practicaba Francisco J. Titos en Granada del siguiente modo: «La creamos hace seis años varios compañeros de la Universidad de Granada. Estábamos hartos de que se tildara a la juventud de pasota y quisimos demostrar que el pasotismo podría ser una forma de protesta. Igual que la locura es una forma de cordura y la libertad puede ser una auténtica cárcel». En esa misma entrevista decía Martín que «aunque Martínmorales opina que hacemos un “humor de choque”, nuestro trabajo encierra una reflexión filosófica, a pesar de lo cual hay autores que hacen reír con gran habilidad».

La publicación fue fundada por Paco Cantalejo, Antonio José Martín y Francisco Javier Martín. El segundo de ellos, el editor, había cursado estudios de derecho al tiempo que firma como “Gato” elaborando caricaturas, chistes e historietas sobre la vida universitaria. F.J. Martín, director, había estudiado psicología en 1992, cuando se funda la revista cursa pedagogía y había hecho sus pinitos periodísticos en la Cadena COPE y en Ideal. En el último reside un fuerte espíritu increpador, que ya declaraba en Ideal del 20-XII-1994 (La Uni # 7): «se puede escribir lo que se quiera [pero] con un poco de humor (...) [hay que redactar] articulillos, sin miedo, porque aquí no tenemos problema de firmar con seudónimo.» La pretensión inicial de la publicación era informar sobre asuntos de carácter social, distribuyéndose por foros universitarios y facultades. Existía una página llamada "Correrías de pasillos" donde se cuestionaba la labor docente de ocho profesores todos los meses, cuatro en el apartado "Lo mejor" y el resto en "Lo peor". Se trataba de hacer crítica de la Universidad de abajo a arriba, no de «arriba a abajo» como hacían GU y otras publicaciones hechas para estudiantes pero sin contar con ellos, en opinión de los responsables de El Batracio Amarillo, y se El Batracio número 25, comentando el inicio del acosorepartía de modo gratuito con el sostén de la publicidad que pagaban copisterías y bares cercanos.

Su filosofía amparada en el desparpajo («Si tú quieres decir que tal o cual profesor lo hace mal, di que es un chuminoso y dilo con gracia», op. cit.) fue acogida de buen grado por los estudiantes y del tercer número ya se tiraban 200 ejemplares. Él ánimo satírico de su editor y director no paró ahí, extendieron sus comentarios a otros centros docentes, a otras instituciones y, finalmente, hasta la cúpula del poder público motrileño, el Ayuntamiento. En 1996 ya eran revista y declaraban una tirada de 15.000 ejemplares (en carta de Antonio J. Martín Merlo al director de Ideal de 25-IV-1996), si bien el propio editor rebajó esa cantidad a 12.000 en la entrevista publicada en El País 8-IX-1999 [Tebeosfera ha tenido conocimiento de una de las facturas de imprenta fechada el 18-IV-1997, en la cual se especifican tan sólo 4500 ejemplares; en este caso, puede tratarse de una parte de la edición].

Ese éxito estuvo jalonado (y también sostenido) por constantes problemas con autoridades de colegios e instituciones. Sobre todo debido a las denuncias publicadas en la revista de los Martín Merlo había que trascendió y que propició una comisión de investigación sobre las desmesuradas partidas que el Ayuntamiento de Motril había destinado en gastos suntuarios durante el mandato del alcalde socialista Luis Rubiales, y también de su predecesor, el socialista Enrique Cobo. Entre 1997 y 1999 se desató un híspido clima de hostilidad entre el PSOE motrileño y El Batracio Amarillo, por un lado amenazando con continuas querellas sobre los contenidos de la publicación (y con la edición paralela de una revista, La Verdad, que intentó desmentir las acusaciones vertidas en la publicación satírica), y por el otro insistiendo en denunciar las irregularidades del edil y su equipo y satirizando a los funcionarios y políticos de la zona.

El Mundo de 8-VI-1997, en el encarte Andalucía, hacía pública la puesta en funcionamiento de la comisión investigadora para intentar aclarar aquellos gastos suntuarios: un almuerzo para 30 personas que supuso a las arcas municipales 287.648 pesetas, 102.080 pesetas por dos alfileres de corbata, 17.840 pesetas por una medalla conmemorativa... cinco millones de pesetas gastados entre 1995 y 1996. Según aquel periódico, a raíz de lo sucedido, el teniente de alcalde Nicolás García «recomendó» a los medios informativos que no tocasen el caso. El País y otros medios locales se hicieron escaso eco de la noticia... Sobre la idea de que los medios manipulaban o ciertos grupos de poder censuraban los contenidos de las publicaciones independientes, como El Batracio Amarillo, insistía Antonio José Martín "Gato" en Ideal / Granada (6-IX-1999) durante la celebración del foro de debate celebrado en Almuñécar bajo el título “El humor gráfico en la prensa actual”, al que asistieron Ángel Rodríguez Idígoras, Melchor Saíz-Pardo, Francisco Martín Morales, Guillermo Soria, Forges, Peridis... Soria comentó entonces que los caricaturizados y satirizados se sentían lógicamente molestos porque «el humor es lo que más se acerca a la verdad (...) el hecho de que haya censores y de que exista la presión social es una de las situaciones que más deseamos los humoristas porque despierta nuestro ingenio a la hora de realizar nuestro trabajo». Idígoras comentó que entre los humoristas se da la autocensura porque El Batracio núm. 37, donde se comenta el silencio de los medios[se cita el texto de Daniel Olivares publicado en Ideal] «existen símbolos, ya sean religiosos o morales, que se pueden considerar intocables debido a su arraigo en la sociedad, o empresas que por su fuerte posición económica ejercen un poder de presión sobre los medios para evitar verse involucradas en algún asunto que pueda tener consecuencias negativas para la misma.»

Algó así presidió la trayectoria de El Batracio Amarillo. El primer incidente de importancia tuvo lugar el 22 de abril de 1996 en el Instituto de Bachillerato Francisco Javier de Burgos, cuando los autores procedían a repartir la publicación entre los alumnos. Según declaró el editor, un conserje se acercó para indicarles que estaba prohibido el reparto de aquella publicación, lo cual coreó una profesora del centro que procedió a secuestrar la edición: una caja con 225 revistas cuyo peso era de 30 kilogramos. Ante la presencia de la policía nacional, el editor decidió desistir de su empeño en recuperar las publicaciones sustraídas. En carta a Ideal comentaba el foco de la controversia: «el origen de tal despropósito, es la sección Correrías de pasillos, en la que evaluamos, mediante encuestas previas, la labor del profesorado, tal vez con el mismo derecho que posee éste para evaluar la de sus alumnos y alumnas.» Este hecho trascendió lo suficiente como para ser recordado en la televisión, por Pepe Navarro (Tele 5), lo cual no hizo sino aupar la popularidad de la publicación.

Esa popular siguió medrando al paso que se incrementaba la militancia satírica de los integrantes del equipo de El Batracio Amarillo, observando un enfrentamiento constante con las autoridades locales, según demuestran las sentencias de algunos juicios que obran en poder del director de Tebeosfera:

Sentencia 28/97 de 31-V-1997 (auto 151/97) sobre la denegación del derecho de rectificación que se hace a Luis M. Rubiales López. El juez recordó que la rectificación debe hacerse dentro de los 7 días naturales siguientes a la difusión de la información y que por LO 2/1984 de 16 de marzo eso no excluye la facultad de ejercitar acciones de otra naturaleza por la parte demandante. Es decir, aunque El Batracio Amarillo rectificase, el ofendido podría seguir querellándose por considerar calumnioso o injurioso lo publicado en la revista. Así lo hizo. Ante la negativa de los editores a rectificar sus noticias en la propia revista, y ante la desestimación de la jueza, el alcalde solicitó mantener un debate con el autor de la información, Manuel Fernández Olvera, por Telemotril. Los editores exigieron que para acceder a mantener esa entrevista habría de celebrarse en directo, con la presencia del alcalde y no de un subordinado, y con Olvera de la mano del director de la publicación. Entonces Rubiales advirtió que si la revista seguía en sus trece acudiría a los juzgados.

El 18 de junio de 1997 la crispación medró cuando los responsables de la publicación pidieron en el Gobierno Civil protección policial para repartir El Batracio Amarillo por las calles de Motril. Esto ocurría, según El Mundo / Andalucia (19-VI-1997): «tras el encuentro que el alcalde de Motril, el socialista Luis Rubiales, mantuvo (...) con militantes de este partido (...) de la que habría salido la consigna de hacer con el mayor número posible de ejemplares y destruirlos». Según este periódico, como la revista volvía a incidir en denunciar la corrupción presumible de el alcalde y otros miembros del equipo de gobierno de la localidad, habían contratado 10 vigilantes jurados para que acompañasen a los repartidores a los puntos habituales desde donde se distribuía mensualmente. Según nos aclara el director de la publicación, en realidad el único apoyo que obtuvieron fue el de tres coches de la policía secreta que deambularon de punto a punto de reparto.

La sentencia de la Audiencia Provincial rollo 741/97 de 4-II-1998 resolvió sobre el recurso de apelación presentado por Rubiales sobre la sentencia anterior (auto 151/97), confirmando la sentencia y cargando las costas al Ayuntamiento de Motril.

Tras este prólogo, comenzó la batalla judicial, encabezada por la demanda que concluyó con la sentencia por juicio de faltas 157/98-J de 10-VI-1998 en Motril. Entonces se resolvió sobre la denuncia presentada por Jesús Pérez Sánchez a Manuel Fernández Olvera, Antonio José Martín Merlo y María Dolores Sánchez Arjona por presunta falta al respeto a la autoridad. Se les pedía 150.000 pesetas de multa. Fueron absueltos al no hallar el juez afectación del orden público. El resto de sentencias se sucedieron como sigue:

·   Sentencia de la Audiencia Provincial de 4-XII-1998 (sobre autos auto 133/98) que resuelve sobre el recurso de apelación presentado por Rubiales López sobre sentencia anterior, confirmando la sentencia y cargando las costas al Ayuntamiento de Motril. El Juez se basó en los fundamentos de derecho de que el órgano judicial no puede convertirse en “censor” de lo que pretende publicar una persona individual o jurídica.

·   Sentencia sobre juicio de faltas 302/1998 de 15-II-1999 que resolvió sobre la denuncia presentada por Jesús Pérez Sánchez a Manuel Fernández Olvera, Antonio José Martín Merlo y María Dolores Sánchez Arjona por presuntas injurias. Se les pedía 20 días de multa, a razón de 5000 pesetas por día, más el pago de las costas procesales, más la obligación de publicar la sentencia en la revista. Todo ello a raíz de un artículo acompañado de imágenes satíricas publicado en El Batracio Amarillo núm. 37 (XII-1997), ante lo cual el juez sacó a relucir sentencias del Tribunal Constitucional: 159/86 de 12  de diciembre, y las del Tribunal Supremo de 18-V-1989 y de 23-II-2001, donde se especifica que: «la crítica por dura y áspera que sea no tiene porque incidir en el reprocho personal [y que] no es injuria si no menoscaban la honra de la persona contra quien se dirigen [y] si se alude con carácter general, tampoco es injuria.»

·   Sentencia 769/1999, sobre acusación de Francisco Urquízar por sentirse injuriados por lo publicado en El Batracio Amarillo. Se estima el recurso de apelación interpuesto por los editores de la revista satírica.

·   Sentencia 92/2000, sobre acusación de José Manuel Navarrete de sentirse calumniado por los mismos tres autores, por causa de los escritos y chistes de los números 27 y 30 de El Batracio Amarillo. Absueltos.

·   Sentencia 145/2000, pronunciada el 16 de marzo, sobre acusación de Rubiales, García y Urquízar de calumnias. Resultan absueltos los tres.

·   Sentencia 289/2000, sobre acusación de Rubiales, García y Urquizar por haberse sentido injuriados ante lo declarado por Antonio José Martín Merlo en entrevista concedida a Cadena COPE Motril el día 13 de junio de 1997. El editor de El Batracio Amarillo resultó absuelto.

·   Sentencia 299/2000, sobre acusación de Vicente Tovar Escudero que interpuso querella al sentirse calumniado por los Martín Merlo, Fernández Olvera y Sánchez Arjona, visto lo contenido en los números 27, 29 y 30 de El Batracio Amarillo. Pedía 500.000 pesetas por vulnerar su derecho al honor. Por hallar el juez que los apelativos “dócil” e “imbécil” eran de carácter ultrajante al ir directamente dirigidos contra Tovar, recayó sentencia condenatoria. Las 500.000 pesetas fueron abonadas por Francisco Javier Martín Merlo el día 25 de julio de 2000. Los gastos también corrieron por cuenta de la editorial.

·   Sentencia 660/2000, sobre acusación de Rubiales, García y Urquizar por haberse sentido injuriados por lo publicado en los número 24 y 25 de El Batracio Amarillo. Tras el recurso de apelación, se mantuvo la absolución de los delitos de calumnias e injurias graves, pero se les condenó como autores de dos faltas de injurias leves, a multa de 20 días a razón de 1.000 pesetas diarias, más 100.000 pesetas por el daño moral inferido. J. Antonio Martín Merlo abonó 220.000 pesetas el 16 de noviembre de 2000 y 40.057 el 11-IV-2001, y Dolores Sánchez Arjona, 20.000 el día 29-XI-2000, para satisfacer las costas procesales. 

El reflejo en prensa de estos actos judiciales fue el siguiente:El Batracio 41, con más ejercicio satírico

En Ideal, de 11-III-2000, y El País, de 14-III-2000, se anunciaba al público la absolución de los autores sobre anomalías tributarias en Motril sobre la certeza documental que aportaron Manuel Fernández Olvera, José  y Javier Martín Merlo y Dolores Sánchez Arjona en El Batracio Amarillo referida a la gestión de José Manuel Navarrete, responsable de la sección Tributaria del Ayuntamiento. La acusación les pedía satisfacer el pago de una multa de 7.500.000 pesetas. El País no citaba el presumible conocimiento del alcalde socialista Rubiales de las actividades de Navarrete, Ideal sí, además de dejar claro que al ser los documentos ciertos prevalecía «el ánimo de informar respecto del ánimo difamatorio (...) con independencia del estilo empleado por sus redactores», lo cual se hace extensible a la historieta y el humor gráfico con el cual iban aderezando en la revista las denuncias escritas.

En El País, de 25-III-2000, se daba fe de otra absolución de los autores de El Batracio Amarillo, en este caso sobre la acusación hecha a Rubiales y los miembros del Ayuntamiento Nicolás García y Francisco Urquízar referida a los gastos suntuarios que fueron denunciados en los números 24 y 25 de la publicación motrileña. Refería aquí el diario como el juez había estimado que los calificativos publicados en El Batracio Amarillo: «mangantes, vividores, granujas» eran expresiones «insertas en el comentario a la información [propio] de una publicación de tipo humorístico-satírico, especialmente dirigida a la crítica política». Es decir, que no podía considerarse que El batracio Amarillo tuviese «verdadera intención de lesionar el honor personal, sino denunciar ante la opinión pública un gasto, a su parecer, excesivo (...) y generar un clima que propiciara la más profunda investigación de los hechos». Sobre este particular también se hizo eco Ideal, el mismo día, calificando la actuación del juez como «una generosa defensa de la libertad de expresión [porque los acusados] ejercieron una crítica ciertamente hiriente, mordaz y feroz, pero para denunciar un asunto de interés público». Y que «la sentencia admite que la crítica a los poderes públicos puede resultar penosa para éstos, pero aclara que es imprescindible en democracia». En El Mundo de 26-III-2000 se recordaba que en El Batracio Amarillo se había llamado «esmayaos» a los funcionarios del cabildo debido a las elevadas facturas de los almuerzos.

En medio de aquel clima de hostilidad, en 1999 tuvo lugar otro atentado a la libertad de expresión de la revista motrileña aún más rocambolesco si cabe y en este caso vinculado exclusivamente a una narración en viñetas. El Presidente de la Junta de Personal de Correos y Telégrafos de Granada, Rafael de la Poza, dirigió una carta circular (a costa de la institución estatal) a los anunciantes de El Batracio Amarillo en la que se leía: «En el número del mes de junio del presente año aparece en dicha publicación una historieta que, en formato de comic y en tono jocoso y sumamente ofensivo, alude a servicios muy concretos del Correo.
»Ha existido gran indignación del colectivo que representamos [porque] las expresiones que aquí se emplean no dejan de ser sumamente reprobables puesto que se humilla al más puro estilo chabacano y barriobajero, no solo a una Institución, sino a aquellas personas que día a día hacemos posible, con nuestro esfuerzo, el que Vd. pueda recibir en su industria o negocio cualquier tipo de comunicación.
»Apelamos a su buen sentido evitando que en adelante su subvención económica, al anunciarse en tan impresentable publicación, contribuya a que este tipo de revistas de tan pésimo gusto, continúen apareciendo en nuestro entorno.»Primera página por la que protestó Correos. Clic para ampliar Segunda página por la que protestó CorreosVéanse las páginas de historieta aludidas a continuación [clic para ampliar]:

Por supuesto, los anunciantes no respondieron ante tamaña ridiculez. De la Poza declaró para El País del martes 13 de julio de 1999: «Una cosa es la libertad de expresión y otra el insulto. Una cosa es decir que no funciona Correos y otra poner a los funcionarios con cara de bobos. La idea de escribir la carta a los anunciantes fue propuesta por uno de los sindicatos y asumida por la junta de personal. Fue una forma de presión. Sin más. Al personal le ha sentado muy mal, no por criticar al servicio sino por las referencias que se hacen a ellos». En aquella historieta, publicada en El Batracio Amarillo núm. 27, de junio de 1999, se comparaba a los empleados de las oficinas de Correos de Puerta Real (Granada) con «moluscos gasterópodos», pero no se hace ninguna otra alusión insultante, salvo la denuncia de la lentitud y pereza de los carteros manifestada en tono jocoso.

Juzgue el lector.

Pese a que la actualidad se ceba ahora con Javier Martín Merlo debido a la agresión presuntamente sufrida de manos (puños) del actual edil de Motril, gran parte del alma de la publicación, de su filosofía, reside en la persona de Antonio José Martín, quien destapaba su interior humanista cuando fue entrevistado por Miguel A. Alejo para uno de los suplementos EVAS!ON de Ideal del año 2000, motivada por la inminente publicación de su libro Donde muere el río Parián. Allí A.J. Martín aportaba su definición de humor: «El humor por fuera es alegría y amor, y por dentro es tragedia, caos interior y pena mora. En el mundo no hay otra cosa: vida, amor y muerte. El humorista es lo que nos queda de filósofos, a veces muy trágicos, a veces con una dolorosa indiferencia. Un humorista hace reír incluso se ridiculiza a sí mismo, pero no es más que un truco muy hábil para no echarse a llorar (...) El humorista es el homo sapiens luchando, como Sísifo, contra el homo imbécilis.»

Aún hoy, prosigue esa lucha entre “especies” de homo, quedando pendiente de sentencia la pugna entre el concejal Bonifacio Pérez y Javier Martín Merlo. Depositemos nuestra esperanza en que prevalezca el imperio de la ley sin lesión de la libertad de expresión.


Las portadas de los números 66, 67 y 68 de El Batracio Amarillo detonantes, junto con una reflexión sobre una entrevista a Bonifacio Pérez publicada en el núm. 67, de la presunta agresión del concejal al director de la revista. Clic sobre cada una de ellas para ampliar la imagen.


ANEXOS: Informe pericial Testimonios de humoristas Sentencia Hitler SS
Gritos 1 Gritos 2 Gritos 3 Gritos 4
Gritos 5 Comunicado Martín 1 Comunicado Martín 2 Comunicado Martín 3

  [ Página web publicada en Tebeosfera 030207, en adición al informe previo de 030131 ]