TEBEOSFERA \ SECCIÓN 


NOSTALGIA / 5

 

Urda. Cuando los tebeos alcanzaron la mayoría de edad

[ Retrato de Urda. Por Juan Castañar  ]


por Manuel López


En la presente sección tendrán cabida textos sobre nuestras viñetas y tebeos, y sus artífices, elaborados no tanto desde el rigor y el espíritu científico como desde la añoranza y el cariño. Por ello han de tenerse como opiniones no necesariamente compartidas por otros; ni siquiera por la dirección de Tebeosfera, que no obstante estima que debe existir un lugar en las publicaciones teóricas para este tipo de enfoques, pues de lo contrario estos autores y viñetas podrían quedar relegados al olvido.


En tiempo de lo de "la patria como unidad de destino en lo universal", éramos sutilmente adoctrinados en nuestra condición de súbditos, plagados de responsabilidades y obligaciones. Entonces, un muchacho bien educado cedía la parte interior de la acera a los mayores.

La formación ciudadana que adquirimos los niños del franquismo era muy pobre. Teníamos muy claro que toda autoridad venía de Dios, única instancia habilitada, junto a la de la Historia, para pedir cuentas al Generalísimo, y por lo tanto la obediencia -en su doble versión joseantoniana, mitad monjes, mitad soldados- era el principal atributo al que debíamos aspirar en tanto que individuos integrantes de una sociedad.

Todas esas cosas respondían a un mismo criterio, a un empeño decidido de compartimentar la sociedad entre los que tenían y los que no, los que enseñaban y los que aprendían, los que mandaban y los que ejecutaban las órdenes, los que habían ganado la guerra y los que temían que pedir perdón cada día por haberla perdido, amén de purgar su derrota.

La victoria del ejército rebelde de Franco en la guerra civil significó el triunfo absoluto del poder terrenal de la Iglesia católica. Y así fue. La Iglesia vivió a partir de ese momento una larga época de felicidad plena, con una dictadura que la protegió, la cubrió de privilegios, defendió sus doctrinas y machacó a sus enemigos.

Frente a este continuo falseamiento de una realidad desangrada por las secuelas de la guerra, la historieta humorística y sus autores lograron escapar, en ocasiones inconscientemente, a manipulaciones directas.

Es curioso lo que el subconsciente te hace recordar; una imagen, un sonido, una palabra que en principio no significaría nada, puede hacer que tu mente vuelva atrás, al pasado, como en el flash back de una película. Si algo marcó esos años fueron los tebeos presentes en nuestro recuerdo, están ahí. En la memoria de los nostálgicos encontramos las primeras manifestaciones en revistas como TBO (de aquí el termino tebeos para los cómics en nuestro país), en 1917, año en que Joaquín Buigas Garriga compra la revista y la transforma según su estilo. De carácter humorístico y sencilla, esta publicación se hizo popular en muy poco tiempo, de la mano del formidable elenco de artistas que colaboraban: Donaz, Urda, Rapsomanikis, Opisso, Nit, Francisco Mestre, Tínez, Sabatés, Serra Masana, Salvador Mestres, Cabrero Arnal, Moreno, Benejam, Coll, Muntañola, Arnalot, Tur, Bernet Toledano entre otros.

TBO ha sido la que ha dado el mote genérico de "tebeo" a las publicaciones de cómics en general. El nombre ha sido recogido y avalado por la Real Academia Española.

Terminada la guerra civil en 1939, el país tiene carencias de todo tipo: materias primas, hambre, pérdida de las libertades y una feroz censura militar. Los tebeos se resienten al igual que todos los estamentos culturales del país, A pesar de esto, se hace posible el nacimiento de unos grandes historietistas, quienes conjuntamente con los de la vieja guardia, conferirían al cómic español, cotas que no han sido igualadas.

Para un pueblo amordazado y privado de los más elementales derechos, los tebeos ejercen como catarsis de las frustraciones y angustias. Encabezados por la revista TBO (que vuelve a publicar a partir de 1940 de manera intermitente), las publicaciones de historietas españolas devienen en un estallido de originalidad y fantasía. Los primeros tiempos son difíciles y la falta de autores artísticos y literarios hace que la revista TBO salga escasa en tamaños y contenidos. Después, en sus páginas conocerán algunos de los personajes más populares de la historieta española: La Familia Ulises, Eustaquio Morcillón, Melitón Pérez, Cristóbal y Angelina. A partir de la década de los años setenta se cierra la etapa histórica más larga e interesante de la revista TBO. Ninguno de los artistas de etapas posteriores llegó a la genialidad de los maestros del lápiz de la posguerra.

Manuel Urda Marín (Barcelona, 1888 - 1974)

La chiquillería de nuestra posguerra tuvo la fortuna de disfrutar de la labor de una serie de geniales artistas que hicieron las delicias de cuantos amábamos los tebeos. Estas líneas pretenden ser un sentido homenaje a uno de esos dibujantes que, quemándose las pestañas en un tablero de dibujo, nos ofrecieron lo mejor de sí mismos en cada una de sus viñetas: Manuel Urda.

Urda empezó su colaboración en TBO, la revista de historietas española por antonomasia, y comenzó siéndolo cuando tan sólo hacía un mes que había empezado a publicarse. Él fue el primer director artístico del TBO, cargo que desempeñaría desde 1918 hasta 1922; fue también el dibujante que diseñó el niño de TBO vestido de marinero. Publicó además en En Patufet, Follets, Monos, Pulgarcito, Yumbo, Nicolás, El Coyote y un sinfín de revistas infantiles y semanarios y entre los que destaca Lecturas. Hasta su muerte en 1974, no dejó de colaborar en TBO, siendo fácilmente identificado por la sección fija "De todo un poco", y dejó tras de sí una vida y una obra que difícilmente se podrá igualar. Casi sesenta años de trabajo creativo de personajes sencillos, rotundos e inimitables ilustra su obra, en la que uno de los caracteres que definen el trato inocente y limpio sería aquel perrito que aparecía en casi todos dibujos y que, paradójicamente, aun en uso de ese estilo tan casto fue uno de los más castigado del TBO por la censura. Esas señoras obesas y redondas que dibujaba fueron desautorizadas, al principio, por los censores de la época franquista a pesar de lo alejada que estaba su obra de cualquier contexto socio-político de la época.

Las historietas de Urda surgen como instrumento para el entretenimiento y la diversión, como función distractiva exclusiva.

A esto le tenemos que sumar el característico estilo de Urda, que quizá carece de la espectacularidad o el preciosismo de algunos de sus coetáneos, pero sus personajes sencillos, rotundos e inimitables ilustran su obra. Esos obreros, esos señores distraídos, y por encima de todo, aquel perrito que aparecía en la mayoría de sus dibujos. Su versión de los personajes es clara, personal y reconocible. Define a la perfección a los numerosos personajes que aparecen en sus historietas, en las que ninguno de ellos sobresale por encima de los otros jamás y no se arredra a la hora de dibujar barcos veleros, edificios de la época, soldados de uniforme o lo que le echen, y sobre todo, destaca su peculiar sentido del humor. En definitiva, la obra de Urda es eminentemente visual. Los diálogos aumentan el detalle, pero son las imágenes el principal elemento. Es indiscutible que su grafismo resulta increíblemente atrayente.

La verdad es que resulta difícil hacerse a la idea de que ya han pasado casi tres décadas desde que Manuel Urda nos dejó. Aquel artista, poseedor de una estética especial que seguramente nunca se olvidará, y deleitó a unos lectores a los que había sorprendido de una forma muy especial. Un autor que sin albergar pretenciosidad alguna, configuró un lenguaje propio a la hora de plasmar sus viñetas.

El caso de Urda es una de las tantas injusticias de la historieta española. Resulta triste de ver un artista tan extraordinario tratado de forma tan escasa (por no decir paupérrima) por las publicaciones del medio. Podríamos estar hablando sin parar sobre la penosa relación de nuestros dibujantes clásicos con las revistas de información del medio, de lo mal que lo tenemos los aficionados para poder ver y leer en el mercado sobre sus autores.

[ leer la segunda parte del artículo ]

[ ver la galería de imágenes ]


 [ © 2003 Manuel López, para Tebeosfera, 031223]  [ Tebeosfera no está necesariamente de acuerdo con las opiniones y los juicios de quienes participan en esta sección ]