“TENGO QUE SER MÁS”. HEROÍSMO, ANTIHEROÍSMO Y PROTOHEROÍSMO EN BATMAN: EARTH ONE
FELIPE RODOLFO HENDRIKSEN(Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA))

Title:
“I have to become more”. Heroism, anti-heroism and proto-heroism in Batman: Earth One
Resumen / Abstract:
Batman: Earth One (2012) resulta llamativo por responder a un modelo de personaje antiheroico. Entendemos por héroe a todo actante que transforma meliorativamente el mundo obedeciendo a un proyecto definido, mientras que entendemos por antihéroe a todo actante incapaz de transformar meliorativamente el mundo, debido al fracaso o a la inexistencia de un proyecto. Batman se configura como un claro arquetipo heroico, por lo que la presencia en esta obra de rasgos antiheroicos implicaría una contradicción dentro del personaje. Nuestra hipótesis es que el planteo de este cómic es protoheroico, categoría que proponemos para dar cuenta de que los rasgos del protagonista que se apartan de la conducta heroica la preparan y habilitan a partir de una ausencia cargada de potencialidad. / Batman: Earth One (2012) is remarkable for embodying an antiheroic character model. We understand that a hero is an actor who transforms the world for the better, following a defined project. At the same time, an antihero is an actor incapable of transformative change due to failure or the absence of a project. Batman is clearly configured as a heroic archetype, so the presence of antiheroic traits in this work would imply a contradiction within the character. We hypothesize that this comic presents a protoheroic approach, a category we propose to account for the protagonist’s traits that deviate from heroic behavior, preparing and enabling him through an absence loaded with potentiality.
Notas: Artículo basado en la ponencia presentada en el X Simposio Internacional de Narratología celebrado del 14 al 17 de septiembre de 2022.
Palabras clave / Keywords:
Batman, Heroísmo y protoheroísmo, Superhéroes/ Batman, Heroísmo y protoheroísmo, Superheroes2

“TENGO QUE SER MÁS”. HEROÍSMO, ANTIHEROÍSMO Y PROTOHEROÍSMO EN BATMAN: EARTH ONE 

 

Ahora empiezo a ver. He causado un efecto aquí... pero no el que pretendía.
La venganza no cambiará el pasado, ni el mío ni el de nadie.

The Batman (Matt Reeves, 2022)

Javier Roberto González observa en Don Quijote y Martín Fierro: muerte y transfiguración del heroísmo que todo relato consta en última instancia de tres elementos: sujeto, acción y objeto. De estos, sujeto y objeto son los elementos fijos de la fábula, mientras que la acción representa el elemento variable. Esto implica que el sujeto puede relacionarse con el objeto de diferentes maneras dependiendo del deseo o acto de voluntad, «que pone en relación al sujeto y al objeto como el deseante y lo deseado, el obrante y lo obrado, el obtenedor y lo obtenido» (González, 2016:14). Siguiendo a Claude Bremond, el académico argentino propone la existencia de tres instancias en las secuencias narrativas:

a) la instancia de la virtualidad se centra en el sujeto y opone el desear al no desear dicho sujeto un determinado objeto; b) si se realiza el desear, la segunda instancia de la actualización se centra en la acción y opone el obrar al no obrar el sujeto sobre su objeto deseado; c) si se realiza el obrar, la tercera instancia del fin logrado se centra en el objeto y opone el obtener al no obtener el sujeto dicho objeto deseado y obrado. (Ibid.:14)

González afirma que las instancias de la secuencia se centran la primera en el sujeto, la segunda en la acción y la tercera en el objeto. Con esto en mente, se generará un tipo de relato correspondiente a una matriz narrativa cosmogónica cuando el sujeto cumple cabalmente con las tres fases del desear, el obrar y el obtener su objeto. Cuando el sujeto, en cambio, cumple en forma acabada, mas no total sino parcial, con el proceso triádico, se genera un tipo de relato correspondiente a una matriz narrativa heroica. Por último, se generará un tipo de relato correspondiente a una matriz narrativa novelesca cuando el sujeto no cumple con el proceso de manera alguna, ya sea porque no desea, no obra o no obtiene.

Batman: Earth One es una serie estadounidense de cómics escrita por Geoff Johns e ilustrada por Gary Frank desde el 2012. Forma parte, junto con otros títulos, de un sello editorial de DC Comics que busca atraer nuevos lectores publicando versiones alternativas de sus personajes más icónicos. Situados en un universo paralelo al canónico, estos textos nos presentan a superhéroes con más de medio siglo de historia bajo un enfoque distinto: son los mismos de siempre, pero en esta Tierra-1[1] apenas están comenzando su camino heroico, y cometen muchos más errores que en la continuidad oficial de DC.

En el primer volumen de Batman: Earth One, un inexperto Bruce Wayne busca resolver el asesinato de sus padres para vengar sus muertes. Obsesionado con su proyecto egoísta, no se preocupa por nadie más. Su investigación lo hace sospechar del alcalde Cobblepot. Arrinconado por Batman, aquel le ordena a uno de sus matones, el asesino serial Birthday Boy, que se encargue de Weaver, a quien Batman trataba de sacarle información. Mientras Batman sigue la pista del asesino, este secuestra, por orden del alcalde, a la hija del detective Gordon, Barbara, por haber querido reflotar el caso sin resolver de los Wayne. Tanto Batman como Gordon dan con la guarida de Birthday Boy y allí se encuentran por casualidad. Batman lucha contra el asesino serial y logra vencerlo, marcando la primera vez en que dejó su venganza de lado para salvar a alguien. Batman decide entonces confrontar a Cobblepot para concretar su venganza, pero este le confiesa que había enviado a Weaver a matar a sus padres, y no al ladrón ordinario que terminó asesinándolos. Abatido por esta revelación, Batman es derrotado. El alcalde está por matarlo cuando llega Alfred, su mayordomo –además de figura paterna y entrenador–, y lo mata de un escopetazo. Decepcionado por la verdad detrás del asesinato de sus padres, Batman piensa en abandonar el proyecto al que le dedicó tantos años, pero Alfred lo anima y le hace ver que podrá ayudar a mucha gente si mejora y se convierte en una leyenda.

A primera vista, la conducta del protagonista parece distar mucho de la del arquetipo heroico y acercarse más a la del antihéroe. Siguiendo lo teorizado por Javier R. González en Don Quijote y Martín Fierro: muerte y transfiguración del heroísmo, por héroe entendemos al «sujeto [que] es poderoso y eficaz en su acción, pues no fracasa en lo que desea, obra y obtiene, logra imponerse a su objeto y realiza su deseo en las dos fases posteriores que le son consecuentes» (González, 2016: 18). El héroe, asimismo, debe tener «un proyecto vital perfectamente definido, de naturaleza ardua y ejecución esforzada, que implique una transformación meliorativa del mundo y de sí mismo, esto es, que contemple efectos positivos tanto para el sujeto como para el objeto» (Ibid.:, 49). El antihéroe, en cambio, es un sujeto que «ya no desea nada, o bien desea pero no obra consecuentemente con su deseo, o bien desea y obra, pero no obtiene el fin deseado y obrado» (Ibid.: 22). Y si logra algo, «se tratará siempre de un logro insuficiente, débil, que no produce satisfacción plena, sino frustración, desencanto y, en las formulaciones más extremas, sensación de fracaso vital completo, depresión, ansias de suicidio o abandono de sí» (Ibid.: 22). Como se ve, lejos estamos de ver al antihéroe como a un héroe deficiente que, aunque amargado, enojado o corrompido, al final va a «hacer lo correcto» y servir a la causa de la justicia (Duncan et al., 2018: 198)[2], o como a un «personaje de una historieta que posee alguna de las características ideales del héroe pero cuyas metas e intenciones son siempre malvadas» (Barrero, 2015: 30), según suele entendérselo en la generalidad de los estudios sobre el cómic de superhéroes.

Superficialmente, varios rasgos del Batman de Tierra-1 parecen ser, como dijimos, antiheroicos. De ser así, esto iría en contra de la esencia del género superheroico que la figura de Batman representa hace más de ochenta años[3]. Creemos, sin embargo, que ese no es el caso, pues esos rasgos tan apartados del arquetipo heroico probarán ser, luego del debido análisis, protoheroicos o preparatorios de su verdadera condición heroica. En el contexto del desarrollo del texto aquí estudiado, estas características batmanianas que tan evidentemente antiheroicas aparentan ser, son en realidad preparatorias de su posterior heroísmo.

El cómic comienza con Jacob Weaver huyendo de Batman por los tejados. Lo llamativo de esta secuencia inicial es que ocurre algo inesperado durante la persecución: la pistola rezón de Batman se atasca (Johns y Frank, 2012). Inmediatamente después, luego de intentar saltar, como es habitual en sus historias, de un tejado a otro, Batman cae al vacío y pierde a Weaver. Esto podría verse como antiheroico. Para empezar, los “héroes verdaderos” demuestran en el combate y en la acción operatividad y eficacia (González, 2016: 112), y aquí ocurre lo contrario: Batman demuestra ser inoperante e ineficaz. Además, una de las características esenciales del arquetipo superheroico –especie más concreta del heroico– es la presencia de superpoderes, entendidos como «habilidades fantásticas o capacidades muy superiores a las de los humanos ordinarios» (Duncan et al., 2018: 198), y Batman siempre los poseyó: es un increíble atleta, un maestro en todas las formas de combate, el detective más grande del mundo y muchas otras cosas más. Sin embargo, ese no parece ser el caso del Batman de Tierra-1, pues este no puede hacer lo que sus demás versiones de –prácticamente– todas las otras historias pueden sin mucha dificultad y casi naturalmente, como usar los artilugios de su cinturón de utilidad y saltar de un tejado a otro. Esto refuerza su carácter aparentemente antiheroico[4].

En un callejón, herido por la caída, Batman ve cómo asaltan un comercio. El dueño del local le pide ayuda, pero Batman lo mira con resignación y se va. Antes de subirse a su auto, se cruza con una mujer sin techo que le pide por favor que no la lastime, confundiéndolo con un criminal más. Batman se sorprende y, conmovido, sin saber qué otra cosa puede hacer para ayudarla, le da todo el dinero que llevaba en su cinturón de utilidad (Johns y Frank, 2012). Aquí vemos otra vez cómo el protagonista no es caracterizado como un héroe, en este caso por no tener un proyecto heroico que consista en «luchar, combatir, trabajar en pos de un objetivo político o legal de justicia y de orden comunitarios» (González, 2016: 120). Los superhéroes, más específicamente, se definen también por ser altruistas y «defender un bien a ultranza» (Barrero, 2015: 354), por tener una misión «prosocial y abnegada […] y no debe estar destinada a beneficiar o promover su propia agenda» (Coogan, 2009: 77). El Batman de Tierra-1 solo busca vengar la muerte de sus padres: su proyecto consiste en encontrar a los culpables y castigarlos. Nada parece haber de heroico en eso, pues la acción del protagonista, hasta ahora, tiene más que ver con una venganza personal y egoísta que con la lucha incesante contra las fuerzas del mal y el desorden en beneficio de toda Gotham (Ciudad Gótica en hispanoamérica).

Ya en su mansión, Alfred, el mayordomo de Batman, le dice que se irá porque no le enseñó a pelear para que se embarcara en una «loca cruzada» (Johns y Frank, 2012: 41). Batman le asegura que el alcalde fue quien mandó a matar a sus padres y que solo quiere encontrar a los culpables para que ambos puedan tener «una vida normal» (Ibid.: 42). Para el héroe, «el dominio de su propia alma es tan capital para la eficacia del obrar heroico como el dominio del mundo exterior» (González, 2016: 21), y, aquí, Batman no domina ninguna de las dos. En primer lugar, el asesinato de sus padres le genera tanto dolor que dedicó su vida a perfeccionar su cuerpo y mente para salir a cazar de noche, disfrazado de murciélago y contra la ley, a los responsables de su desdicha, descuidando su vida como Bruce Wayne al punto de haberla anulado. En segundo lugar, Gotham es un caos, y la corrupción omnipresente solo dificulta la concreción de su proyecto, pues Batman ya no debe luchar contra individuos, sino contra un sistema que imposibilita la conducta ética dentro de la ley. Por lo que, en este caso de aparente antiheroísmo, «es el mundo el que domina, a veces destruyéndolo, al antihéroe, con quien ya no se identifica ni en ser ni en valores, sino antagoniza en ambas cosas con él» (Ibid.: 22).

Luego de haber dejado escapar a Weaver otra vez, Batman recorre su mansión. Alfred le dice que debe parar porque no está listo, pero Batman cree lo contrario. Alfred le da una bofetada y, mientras Batman le ordena que se detenga, su mayordomo le dice que le demuestre que se equivoca, lo llama «mocoso privilegiado» (Johns y Frank, 2012: 80) y le reitera que no está ni cerca de estar listo (Ibid.: 80). Batman le vuelve a decir que sí lo está y lo embiste, pero Alfred se defiende y lo humilla en combate mientras lo acusa de ser emocional, descuidado y blando (Ibid.: 82-83): lo educa discursivamente y lo pone a prueba físicamente a la vez. Se burla de sus tácticas y su disfraz, «el elemento identitario central para el superhéroe» (Coogan, 2009: 79), pues estos disfraces son representaciones icónicas de la identidad superheroica» (Ibid.: 79). Alfred pone en duda su razón de ser y modo de vida, a la vez que le explica cómo funciona el mundo contra el que lucha en vano: «Esto es Gotham. Los policías no son tus aliados. La gente no es tu amiga. Cada uno vela por sí mismo en esta ciudad» (Johns y Frank, 2012: 83). Alfred le dice que no podrá lograrlo porque no está dispuesto a hacer todo lo que tiene que hacer. Batman parece vencido, pero reduce a Alfred, se pone firme y sentencia que hará todo lo que tenga que hacer, y lo hará él mismo (Ibid., 85). Batman se va, y Alfred, tirado en el piso, admite que quizá sí esté listo. Esta secuencia es «un rito de pasaje, una prueba capital de su derrotero heroico, la gran y definitiva iniciación habilitante y consagratoria» (González, 2016: 63)[5]. Alfred le da a Batman una dosis dolorosa de realidad que lo hará crecer, y esta «maduración tanto intelectual cuanto moral […] lo hace digno y apto para dar cima a su proyecto y alcanzar por fin su destinada meta de vida» (Ibid.: 63). Haber oído todo lo que le faltaba admitir, en el marco de una pelea física y verbal con su mentor a quien termina venciendo tanto con los puños como con las palabras, le permitirá escalar «a la cima del heroísmo, la realización definitiva de su misión y su proyecto» (Ibid.: 63).[6] El Batman que salió victorioso de esta visita a su infierno personal, donde se le cuestionó su posible heroísmo, es otro Batman, mucho más sabio y preparado, mucho menos condenado a ser de por vida el –supuesto– antihéroe que había sido hasta ahora.

Batman, continuando la búsqueda de Weaver, descubre que fue asesinado por alguien que se oculta en la Mansión Arkham, donde su madre vivió de niña y adonde nunca quiso volver porque allí habían ocurrido «cosas malas» (Johns y Frank, 2012). Su madre, además, le había hecho prometer a Batman que jamás entraría a ese lugar. Ahora, luego de haber crecido espiritualmente, está preparado para hacerlo. Mientras fuerza la puerta, escucha que una chica pide ayuda, y en su rostro ya no hay la resignación aparentemente antiheroica del principio, sino verdadera preocupación heroica por el prójimo en peligro. Cuando Batman entra con paso decidido y determinación en sus ojos en Arkham, no lo hace ya para concretar su venganza personal, sino para salvar a la chica que pedía ayuda. Cuando, una vez dentro, Batman descubre que la hija del detective James Gordon es quien está a punto de ser muerta por el asesino serial Birthday Boy, no duda un segundo en ayudarla. Gordon piensa que Batman tiene algo que ver con la situación y trata de reducirlo, pero el protagonista deja todo de lado para salvar a Barbara, a quien no conoce y que nada tiene que ver con su proyecto de vengar la muerte de sus padres. Esta actitud es ya completamente heroica[7]. Ahora Batman es «bondadoso por prodigalidad, dispuesto al sacrificio por los amigos y la comunidad» (Scheler, 1961: 95). Ahora Batman es un héroe, «la personificación de lo noble, es decir, la suma de todas las excelencias y virtudes, no solo puramente espirituales, sino vital-espirituales» (Ibid.: 134), porque pone en riesgo su vida para salvar a extraños, porque ya no está encerrado en sí mismo.

Sin embargo, a Batman le queda algo por hacer: concretar su venganza. Para ello, irrumpe en la oficina del alcalde y, cuando este le pregunta quién es, Batman responde «La Venganza» (Johns y Frank, 2012: 124). Luego lo acusa de haber obrado mal y lo golpea. Cobblepot apuñala a Batman con un paraguas y le quita la capucha, develando su identidad secreta. Batman le dice que sus padres fueron asesinados bajo sus órdenes, pero el alcalde le revela que, si bien había planeado matarlos, el culpable fue un criminal cualquiera. Recordar esto enfurece a Cobblepot, que continúa apuñalando a Batman con el paraguas mientras se queja de Gotham, porque allí nada sale como uno lo planea. El alcalde está por matar a Batman cuando llega Alfred y le dispara con una escopeta, haciéndolo volar a través de una ventana.

Batman, entonces, fracasó: no pudo vengar la muerte de sus padres, que era lo único que lo había llevado a convertirse en Batman en primer lugar. Pero él nunca fue un antihéroe, por lo que la derrota no es definitiva ni tiene la última palabra. Un héroe puede fracasar,

pero jamás su posible fracaso equivaldrá a una frustración, pues su deseo y su obrar, aunque no necesariamente coronados mediante la obtención completa de lo deseado y obrado, entrañan ya una modificación meliorativa y eficaz del objeto exterior –el mundo– y del objeto interior –la propia alma del sujeto– sobre las cuales actúa (González, 2016: 20-21).

En la relación antihéroe-mundo, «es el segundo el que se impone al primero, modificándolo y no dejándose modificar –al menos no en la medida y los alcances deseados por el sujeto–» (Ibid.: 23). Y si bien Batman no había previsto mejorar Gotham mediante su acción, termina haciéndolo de todas formas. En el noticiero se dice que «Gotham está cambiando. Esperemos que sea para bien» (Johns y Frank, 2012), y tanto Gordon como su hija Barbara fueron inspirados por el naciente heroísmo de Batman: él ya no será un policía obligado a ser corrupto por el miedo y la impotencia, y ella fantasea con convertirse en Batgirl (Batichica en hispanoamérica) para seguir los pasos de su héroe (Johns y Frank, 2012).

Como enuncia Scheler «El héroe vive y está en el hecho» (1961: 135), entendiendo por "hecho" el momento clave que cifra la existencia del héroe, como la situación temporal en la que queda congelado dándolo todo. En Batman: Earth One se trata del momento en que Batman salva a Barbara y detiene a Birthday Boy. Teniendo en cuenta que «es en el hecho en el que aparece él mismo, en el que está metido y en el que existe y no está oculto sino que aparece en él» (Ibid.: 135), podremos entender por qué vemos al Batman de Tierra-1 como un protohéroe y no un antihéroe. El héroe es aquel que, en el momento indicado, no dudó en dejar de lado su bienestar y afanes personales para obrar el bien. Este Batman no tuvo comportamientos heroicos hasta salvar a Barbara en la Mansión Arkham, pero en el momento y el lugar donde aparece lo heroico, «allí vemos el mundo enriquecido en valor en una medida que es incomparablemente más grande que el beneficio que se produjo a raíz de ese hecho» (Ibid.: 135). Batman solo salvó a una persona, pero inspiró a toda una ciudad.

Al final, Alfred le dice a Batman que, ahora que sabe la verdad, puede retirarse: si se había convertido en Batman para vengar a sus padres, ya no tendría sentido seguir. Pero Batman le responde que nunca podrá parar (Johns y Frank, 2012: 137): sabe que tuvo un impacto positivo imprevisto, y renunciar ahora sería inmoral y cobarde. Alfred respeta que quiera arreglar la ciudad, pero le recuerda que tuvo suerte y le dice que, más que un mejor Batman, lo que deben construir es una «leyenda» (Ibid.: 140). ¿Y qué mejor leyenda que la de un héroe?

En el mundo del cómic, en el género superheroico, un antihéroe, tal como lo hemos definido, no podría convertirse nunca en una leyenda, ni podría inspirar a nadie. El antiheroísmo lleva a la muerte resignada, al quietismo desengañado. Solo el héroe puede ganar «nuevo terreno para la vida» (Scheler, 1961: 135). El antihéroe no vence a largo plazo, y menos «mediante la semilla de conducta ejemplar que deja sembrada para que otros, a su zaga, la hagan germinar» (González, 2016: 20). Esta versión de Batman es protoheroica porque solo bajo una lectura sin proyección podría ser concebida como antiheroica. Este texto nunca fue el fin, sino el principio, de esta leyenda batmaniana: el fracaso de Batman es contingente, y no lo define ni lo lleva a la frustración cabalmente antiheroica. Le fue necesario descender a los infiernos (catábasis) de sus orígenes y de la identidad superheroica para poder ascender transformado, más sabio y maduro. Y menos egoísta. Lo que vivió no fue sino la preparación para una senda más larga, que no acaba al concluir el texto, sino que apenas está comenzando –los dos volúmenes que siguen a este primero lo atestiguan. Todo su aparente antiheroísmo era solo parte del último tramo de su largo camino de aprendizaje, no menos arduo y significativo por estar implícito e insinuado. El conocimiento del protoheroísmo de este Batman no es apriorístico ni preconcebido, sino que llegamos a él a través de la experiencia, una vez finalizada la lectura. El antihéroe es aquel que nunca fue ni podrá ser un héroe porque algo en su ser más íntimo se lo prohíbe. El protohéroe, en cambio, es aquel del que se puede decir sin temor a equivocarse que, un día, cumplirá con su destino y será lo que debe ser, porque así está escrito: un cabal y modélico héroe.

Para concluir, nos gustaría aventurar una posible definición del protoheroísmo, siguiendo la línea del libro de González aquí citado, piedra angular de este trabajo. Si en la matriz narrativa novelesca los tres elementos del desear, el obrar y el obtener se definen «por la desconexión y el quiebre entre ellos» (González, 2016: 21), mientras que en la matriz narrativa heroica aquellas tres fases «se causan sucesiva y eficazmente» (Ibid.: 21), es decir que se desea, se obra lo que se desea y se obtiene lo que obra, con lo que podríamos llamar la submatriz narrativa protoheroica ocurre algo diferente. Está claro que el protoheroísmo es una variación del heroísmo y, por ende, debe pertenecer a la segunda matriz narrativa, pues sus aspectos antiheroicos o novelescos, que lo acercan a la tercera matriz son solo aparentes y no reales. Si el heroísmo pudiera graficarse como desear > obrar > obtener, y el antiheroísmo a su vez como desear ≠ obrar ≠ obtener, el protoheroísmo bien podría ser entendido como obrar > desear > obrar > obtener.

Un héroe trabaja esforzadamente para concretar un proyecto meliorativo, mientras que el antihéroe, según González, falla siempre de alguna manera (no desea, no obra o no obtiene), a diferencia del héroe que siempre vence al final. El protohéroe, en cambio, será un héroe, solo que no lo sabe, y es por eso que obra como un aparente antihéroe. Actúa sin ningún proyecto en mente y se comporta de manera amoral en el mejor de los casos. Entonces ocurre algo que lo transforma y comienza a desear, a tener un proyecto heroico; Batman, en este caso, decide combatir el crimen y no solo vengar la muerte de sus padres. Y es así como obtiene, luego de una acción esforzada, lo que comenzó a buscar no hace mucho y gracias a un rito de paso (en nuestro caso, la pelea de Bruce con Alfred). El protoheroísmo, en términos matriciales, sería el obrar previo a la secuencia heroica, ese obrar ciego y perdido, a veces tan poco característico del personaje heroico. En términos más generales, podríamos decir que el protohéroe es aquel personaje aparentemente antiheroico que, luego de un descenso figurado a los infiernos, podrá ser identificado como un héroe de forma clara y en todos los sentidos.

 

Bibliografía

BARRERO, M. (2015): Diccionario terminológico de la historieta. Sevilla, Asociación Cultural Tebeosfera.

COOGAN, P. (2009): “The Definition of the Superhero” en J. Heer y K. Worcester (Eds.), A Comics Studies Reader (pp. 77-93). Jackson, University Press of Mississippi.

DUNCAN, R.; SMITH, M. J.  y LEVITZ P. (2018): The Power of Comics: History, Form, and Culture. Londres, Bloomsbury.

GONZÁLEZ, J. R. (2016): Don Quijote y Martín Fierro: muerte y transfiguración del heroísmo. Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá.

JOHNS, G. y FRANK, G. (2012): Batman: Earth One. Nueva York, DC Comics.

RODRÍGUEZ DE MONTALVO, G. (2003): Las sergas de Esplandián. Edición, introducción y notas de Carlos Sainz de la Maza. Barcelona, Castalia.

SCHELER, M. (1961): El santo, el genio, el héroe. Barcelona, Editorial Nova.

 

NOTAS

[1] Universo ficcional paralelo al canónico donde tiene lugar la historia de Batman: Earth One. No confundir con el título del cómic estudiado en este trabajo.

[2] Todas las traducciones del inglés son nuestras.

[3] Incluso en las representaciones más violentas y oscuras del personaje, como la escrita y dibujada por Frank Miller en 1986, The Dark Knight Returns, Batman nunca deja de ser un héroe, pues siempre logra concretar su proyecto meliorativo de alguna manera y nunca fracasa del todo. Y ese fracaso final, que lleva a la frustración, es lo que, según nosotros, define al antihéroe.

[4] Un aparente antiheroísmo que, en el caso de Batman, es motivado por, entre otras cosas, la decisión artística de presentarlo de forma más realista y verosímil, haciendo de él un humano entrenado, pero no al punto de tener, como suele hacerlo, «fuerza física y habilidades mentales [que] le permiten combatir el crimen junto a sus compañeros más poderosos» (Coogan, 2009: 83).

[5] El encuentro del héroe con su padre o figura paterna en la experiencia catabática es habitual en las versiones clásicas del motivo, como en el caso de la Eneida –Eneas encuentra a su padre Anquises en los Campos Elíseos y este le revela la grandeza futura de Roma– o de la Divina Comedia –Dante es conducido a través del Infierno y el Purgatorio por su padre espiritual Virgilio–.

[6] El enfrentamiento entre Batman y Alfred remite a un tradicional mitema heroico, el de la superación, derrota o incluso muerte, simbólica o real, del padre a manos del hijo; valgan como ejemplos la lucha de Jacob contra Dios representado por el ángel (Gen 32: 25-33), de Esplandián contra Amadís (Las sergas de Esplandián, capítulos XXVIII-XXIX: 248-255) o de Luke Skywalker contra Darth Vader (Star Wars: Episode V – The Empire Strikes Back).

[7] Entendemos que esta actitud es ya completamente heroica porque “audacia, valentía, intrepidez, presencia de ánimo, decisión, amor a la lucha, arrojo, riesgo distinguen al héroe del pusilánime, del hombre cauteloso” (Scheler, 1961, 95).

Creación de la ficha (2023): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Felipe Rodolfo Hendriksen (2023): "“Tengo que ser más”. Heroísmo, antiheroísmo y protoheroísmo en Batman: Earth One", en Tebeosfera, tercera época, 23 (28-VI-2023). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 27/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/_tengo_que_ser_mas_._heroismo_antiheroismo_y_protoheroismo_en_batman_earth_one.html