CONTAR PROCESOS EN UN MONTE DE ORO. DIEZ AÑOS DE TEBEOS EN LA REAL ACADEMIA DE ESPAÑA EN ROMA
ENRIQUE BORDES

Title:
Counting processes on a mountain of gold. Ten years of comics at the Royal Spanish Academy in Rome
Resumen / Abstract:
Resumen: Retrospectiva de las Becas MAEC-AECID para residencias en la Real Academia de España en Roma para la realización de proyectos de cómic e ilustración (2012-2022). / Abstract: Retrospective of the MAEC-AECID Grants for residencies at the Royal Academy of Spain in Rome for the realization of comic and illustration projects (2012-2022).
Notas: Este artículo parte de la experiencia personal del autor, en contacto estrecho con la Real Academia de España en Roma (RAER) desde que en 2015 fuera becario, como diseñador museográfico. Desde entonces ha estado involucrado como tal en las exposiciones de cierre de temporada de la institución que, bajo la dirección de la directora Ángeles Albert, han venido apuntando a la celebración de su 150 aniversario (celebrado este 2023): Processi 143, 144… 149, 150. Igualmente, coincidiendo con el 150 cumpleaños de la Academia, el autor pudo comisariar la muestra que celebraba los primeros diez años de cómic, Contar un monte de oro.
Palabras clave / Keywords:
Real Academia de España en Roma, Becas de creación de cómics/ Real Academia de España en Roma, Grants for comic creation

CONTAR PROCESOS EN UN MONTE DE ORO

DIEZ AÑOS DE TEBEOS EN LA REAL ACADEMIA DE ESPAÑA EN ROMA

 

España tiene una Academia en Roma. Una Academia con un templete, a la que cada año acude una generación única de miradas creadoras e investigadoras.

Parte de la intergeneración de autores de cómic becados por la Academia, a la puerta del templete.

¿Qué nos cuenta un edificio? Una embajada, un palacio, un convento, una iglesia, una academia… un templete. La existencia de una construcción es la consecuencia de una historia y, más interesante aún, es el marco generador de muchas historias más. La arquitectura narra a través de sus formas y, a la vez, propicia o condiciona toda una nueva red de rituales y relatos que crecerán a través de su uso (o de sus cambios de uso).

La Embajada de España en la Santa Sede es la sede diplomática permanente más antigua de la historia, tiene su origen en 1480, durante el reinado de los Reyes Católicos. Con ese edificio se abría una nueva manera de reconocerse entre poderes, una sutil sofisticación en la ficción de construir estados donde la territorialidad se reparte en pequeños trozos por el mundo. Las embajadas son la materialización urbana de un mundo en interconexión. La permanencia de una sede diplomática explica lo crucial que era para unos reyes (católicos) estar en Roma: si el Papa era Dios en la tierra, había que estar cerca de él. De la existencia y funcionamiento de ese edificio llegarán nuevas relaciones y otros tantos edificios.

En Roma hubo primero embajadas, después llegaron las Academias. Villa Medici, la Academia francesa, nace en 1666 por iniciativa de Colbert, Le Brun y el apoyo local de un tal Bernini; Fue durante Napoleón que la institución llega a Villa Medici, en 1805. Su misión era dar soporte a la última etapa de formación de los artistas: el grand tour que estos pensionnaires de l'Académie hacían tras ganar el Premio Roma. Durante largas estancias, copia a copia, obra a obra, la idea era estar en Roma y que su grandeza desembocara en París. Visitando la capital francesa uno pensaría que el plan debió de funcionar. Villa Medici, un edificio que sobrevuela Roma para aprender de ella obsesivamente, era un palacio… y un palacio sigue siendo. El visitante ocasional podrá comprobar la magnificencia de sus espacios y jardines, con abundancia de lugares mágicos, que abarcan desde el rincón donde las nióbides huyen de Apolo hasta un bosque de boj y pino habitado por luciérnagas. En esa belleza abrumadora es donde Catherine Meurisse se recuperó de los atentados a Charlie Hebdò, como cuenta en La levedad. Pero insisto, la Academia Francesa es un palacio y como en un palacio viven sus becarias y pensionistas, inmersos en burbujas de belleza, algunas hasta en nobles pabellones independientes.

La Academia Española en Roma fue la segunda en llegar a la ciudad, con un inicio frustrado en 1680 y varios titubeos, hasta que ocupa en 1876 el convento de San Pietro in Montorio, habitado por una congregación de franciscanos españoles. Se trataba de otro edificio seguramente nacido de la estrecha maraña diplomática tejida por un nuncio a cargo de unos reyes católicos. De puertas hacia fuera la Academia Española, que también engulle enormes vistas de Roma desde una colina, parece cumplir los mismos objetivos que la francesa (o las otras once academias romanas que llegarían). Pero nuestra institución nació a partir de un convento, con sus espacios de convivencia y reflexión: su claustro, su jardín, su refectorio, la disposición de sus celdas, estaban pensados para crear comunidad. No es sorpresa que cada año nazca allí un particular colectivo, entremezclado con proyectos individuales de creación e investigación.

La Academia era un convento y en parte lo sigue siendo, aunque hablar de cierta austeridad monacal pueda parecer poco compatible con vivir en comunión con la novena colina, el Gianocolo y sus espectaculares vistas, “a golpe de stendalazo” (como le escuché una vez decir a alguien). Es un convento que, en todo caso, vive muy cerca del cielo pero es que además, inserto en nuestro espacio de convivencia y creación, hay un edificio muy particular, un talismán que da sentido y relato a la actividad de la Academia.

El templete de Bramante. En el interior de la Academia vive alojada una joya arquitectónica: El tempietto di San Piętro in Montorio de Bramante. En realidad ya estaba allí antes de la Academia, esperando al convento desde el inicio del cinquecento, fruto de las relaciones que cultivaron los Reyes Católicos, responsables directos del encargo. Levantado sobre el teórico lugar de martirio de San Pedro, el templete circular es en la práctica un enorme exvoto, un ofrecimiento a los dioses. La falta de función concreta, más allá de lo religioso, otorga libertad a la pieza y permite que el experimento formal trascienda. Descontextualizada, podríamos creer que es la enorme maqueta de uno de esos locos que rebuscaba el futuro en las ruinas de Roma. El futuro del tempietto, nuestro pasado, fue clave. La reformulación con cúpula del tholos clásico se convirtió en esencia del renacimiento y desde la siguiente variación de Bramante, la cúpula de San Pedro, se catapultó al mundo entero.

Un edificio experimental dentro de otro funcional, casi un gesto de metaficción que es la metáfora perfecta para el conjunto de la Academia: un lugar de investigación, de creación, de estudio (¿hay realmente tanta diferencia?). Crear a partir de profundizar en el pasado, de la repetición, también de la intuición genial… y después cambiar nuestro mundo. El tempietto de Bramante tiene algo de virus, de meme, que tiene como objetivo reproducirse para ocuparlo todo. Y conquistó todo sin perder la solemnidad inicial, no hay más que ver qué elemento arquitectónico corona la inmensa mayoría de capitolios de los Estados Unidos.

Ir hasta Roma para beber de ella y cambiarlo todo, empezando por uno mismo. Es la esencia del tempietto, de la Academia. No hay habitante del Monte de Oro que no quiera apropiarse de parte de esa esencia y año tras año nacen piezas que interactúan con él. Lo he visto rodeado de performance y músicas de todo tipo, de obras de teatro, de desfiles de moda, de bailes, de instalaciones sonoras, de bodas de ficción. Lo he visto visitado por esculturas y convertido en souvenir de goma, en seda, en lienzo, en viñeta de tebeo… Es el mejor logotipo institucional y conozco a más de una que lo tiene (o tuvo) en su perfil de WhatsApp.

En un mundo globalizado e interconectado, con centros de investigación, becas y residencias repartidas por todo el planeta, trabajar desde Roma sigue teniendo cierto aire de regreso al punto cero, de reseteo de origen.

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Exposición en el claustro del antiguo monasterio de San Pietro in Montorio, hoy la Real Academia de España en Roma.

El 14 de marzo de 2023 inauguramos una muestra muy especial en el Gianicolo. En ese martes primaveral, celebramos en el claustro del antiguo monasterio de San Pietro en el Monte de Oro la primera década de producción vinculada al cómic en la Academia de España en Roma. Desde 2012, el cómic se había convertido en una de las disciplinas por las cuales se puede optar a la beca.

Sin límite de edad y con libertad total para elegir temática, sólo hay dos requisitos para entrar en la Academia, una trayectoria personal a tus espaldas y un proyecto para desarrollar durante tu estancia en Roma, que puede ir desde los tres a los nueve meses. Si el proyecto es seleccionado la institución pasará a ser tu hogar, con una asignación mensual y una ayuda económica para la producción.

En esta década, seis autoras y once autores con la beca de cómic e ilustración entrelazaron su carrera artística con el paso por la Real Academia de España en Roma. Conviviendo junto a otras disciplinas, tantearon sus límites de expresión a través de un proyecto personal. Esta convivencia estrecha hace que, en cada generación de becas, cada nombre conecte con muchos más y sus inquietudes. Por la mañana, en la cocina, el día empieza desayunando junto a pintoras, investigadores, performers, músicos o arquitectas. En la actualidad, cada año, la Academia aloja en torno a veintitrés proyectos de distintas disciplinas/categorías.

En este doble aniversario, trajimos de vuelta esas diecisiete miradas para contar, recordar y reflexionar sobre lo que implica (con)vivir y crear en esta colina romana. Desde sus respectivos mundos regresaron con la simple intención de fare un fumetto, dos páginas nuevas que condensaran su experiencia romana y fueran el corazón de la muestra. Contar un monte de oro recogía estas nuevas páginas y diez años de resultados en torno a la beca de cómic. 

2012-2013: Miguel Cuba. Miguel, el pionero, aterrizó sin referentes comiqueros en la institución y vivió así un doble choque con Roma. Un choque fértil que se tradujo en las enormes pinturas de IconVille. Su novela gráfica, Cara Roma, tuvo un proceso de maduración más largo hasta completar, a lo largo de la década, sus más de 370 páginas. A la espera de que encuentre editorial, parte del tebeo fue primicia de la muestra.

Instalación de Miguel Cuba.

2013-2014: Federico Pazos, Joaquín Secall. Federico arrancó lo que más tarde sería La Resaca, un espectacular coro gráfico todavía inédito en España (no así en su Argentina) y que también se pudo leer en Contar un monte. Joaquín es un ejemplo de la capacidad de alcance e inmediatez del medio, todavía mantiene activa su academia en la web a través de Lugar Común y una particular relación con los muros.

2014-2015: Álvaro Ortiz, Enrique Bordes. Álvaro y un servidor fuimos compañeros de beca y pertenecimos a la primera generación con apoyo económico para producción. Esto fue de gran ayuda para que su proyecto Rituales acabara editado por Astiberri y fuera el primer tebeo de la academia de amplia distribución en España

2015-2016: Martín López Lam. Martín trajo consigo los sótanos del Crack, el mayor festival de cómic underground del mundo, –¡que se celebra en Roma!–. Los espíritus del fuerte Prenestino ocuparon, amorosamente, los espacios de la Academia, haciéndose fuertes en el taller de grabado, mientras las Ediciones Valientes producían a toda máquina.

Obra de Martín López Lam.

2016-2017: Tyto Alba, Los Bravú (Dea Gómez y Diego Omil), Joan Casaramona, Antonia Santolaya. Este año de explosión, diez manos trabajaron con la narración gráfica. Como suma a la exposición Presentes[1], se hizo una pequeña reflexión, Academia de Tebeo, que fue el germen de Contar un monte. Tyto soñó a Fellini con su imparable acuarela; Antonia tuvo una productiva bajada a los infiernos gráficos de la violencia, acompañada por un guion de Felipe Hernández Cava; Joan, durante su breve estancia, no dejó de destapar sutiles claves de nuestro lenguaje visual; Y los Bravú, Dea y Diego, consolidaron su cruce al bando de “los pintores” de la mano de figuras como Santiago Ydáñez o Miki Leal, que llegó a cederles un gran papel lienzo para dar el salto, presente también en la muestra.  

Pintura de Los Bravú.

2017-2018: Javier Sáez. Javier, ilustrador fronterizo, retratará el vuelo de una mosca romana, un año después de su Premio Nacional de Ilustración, demostrando que no hay trayectoria inalterable para esta ciudad. También la futura edición de Una vida de mosca se pudo presentar a lo largo de la exposición, de la mano de Bambi Kramer.

2018-2019: Julia Huete. Julia y su exploración abstracta nos regalaron Como un verde, libro verde, para después echar su ancla en Roma y seguir consolidando su lenguaje plástico en otros medios.

2019-2020: Ana Bustelo, Carla Berrocal, Adolfo Serra. Llegó la pandemia y la Academia no se detuvo, con una actividad encerrada que no dejó de mirar a Roma. Carla, que descubrió el lugar con Presentes, volvió como becaria para construir su Doña Concha. Ana, para nuestro total disfrute, se complicó entre retablos, comics y pliegos de impresión. Adolfo, entre monstruos, no dejó de narrar con dibujos y talleres. Ilustrador nato, para la muestra se nos puso un traje de autor de cómic que parece hecho a medida.

Instalación de Carla Berrocal.

2020-2021: Yeyei Gómez. Yeyei aterrizó en una ciudad todavía en pandemia, de la mano de Maria Teresa León y muchas (des)memorias. En su camino, no dejó de repartir viñetas en mil soportes.

2021-2022: Brais Rodríguez. Brais, de elipsis en elipisis, compartió su trabajo como maestro de tiempos y trazos. Con él se cierran los primeros diez años. Tanto el proyecto de Yeyei como el de Brais están a la espera de su versión definitiva para publicación.

La producción de los meses de beca, en torno a cada proyecto, es de una riqueza única: exploraciones gráficas de gran y pequeño formato, bocetos, pinturas, esculturas, estampas, recortables, máscaras, animaciones, dibujos solares... Una mínima parte, conservada en la RAER como donaciones, se integró en la exposición. Un rincón de lectura recogía otro condensado clave: las obras publicadas que han nacido (o nacerán) a partir de la existencia de esta beca, un total de dieciocho obras[2] vinculadas directa o indirectamente al paso por la Academia.

El proceso creativo en convivencia hace que nazcan obras y guiños imposibles de prever en los formales proyectos de solicitud. Así, tuvimos las crónicas dibujadas de la Academia que dejó Antonia, los carteles de Brais para otros proyectos de su generación o los cómics paralelos de Yeyei, que amasaron el pan de Miguel de Torres o trataron con los espejismos del lugar. Igualmente no es difícil adivinar cómo algún personaje de esos días de convivencia se cuela, por ejemplo, en las páginas de Rituales o de Lugar Común.

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Un antiguo convento sobre un monte de oro. Un centro de residencias artísticas que envuelve un Tempietto. La Academia es también un generador de historias. Contar un monte de oro ocupó tres espacios de convivencia y creación de narrativas: un claustro, un salón y una terraza.

El salón, espacio de recuerdo de las obras creadas por autores becados en la Academia.

En el claustro, lugar clave de encuentro para la vida diaria, las páginas nuevas se extendieron sobre tableros de dibujo recogiendo una mirada desde el presente. El salón, un gabinete expositivo y rincón de lectura, fue el espacio de recuerdo de las obras que nacieron a partir de la estancia romana. La terraza, con cuatro instalaciones gráficas mirando a la ciudad, acogió una celebración de la Roma constantemente observada, desde el Gianicolo hasta el Forte Prenestino.

Con este último gesto, la celebración de un doble aniversario se convirtió en una invitación a las historias futuras que no dejarán de llegar, con la esperanza de que el tebeo siga contando en ese Monte de Oro.

 

NOTAS

[1] Presentes, autoras de tebeo de ayer y de hoy. Fue una muestra para AECID comisariada por Carla Berrocal y Elisa McCausland. Itineró por medio mundo, desde Perú a Tailandia, empezando por Roma. Tuve el honor de trabajar junto a Elisa y Carla definiendo la museografía.

[2] Las dieciocho obras son las siguientes:

Tyto Alba, Fellini en Roma, Astiberri, 2017.
Carla Berrocal, Doña Concha, la rosa y la espina, Random House, 2021.
Ana Bustelo, A veces las cosas no son como una espera, autoedición, 2022.
Miguel Cuba, Cara Roma, 2023.
Yeyei Gómez, El viaje, autoedición, 2023.
Yeyei Gómez, Spoiled baby, Noediciones, 2023.
Julia Huete, Como un verde, libro verde, Nordés Ediciones, 2020.
Martín López Lam, Gialla, Ediciones Valientes, 2015.
Martín López Lam, El título no corresponde, Ediciones Valientes, 2016.
Álvaro Ortiz, Rituales, Astiberri, 2015.
Álvaro Ortiz, Viajes, Astiberri, 2016.
Álvaro Ortiz, Dos holandeses en Nápoles, Astiberri, 2016.
Federico Pazos, La resaca, Hotel de las Ideas/Loco Rabia, 2019.
Javier Sáez Castán, Imágenes para una memoria del mundo, Ayuntamiento de Pamplona, 2021.
Javier Sáez Castán, Una vida de mosca, 2023.
Antonia Santolaya, Trastevere-Paradiso, Círculo Vicioso, 2017.
Antonia Santolaya y Felipe Hernández Cava. Del Trastevere al Paraíso, Reservoir Books, 2020.
Joaquín Secall, Lugar Común, lugarcomun.com, 2014.

 

Creación de la ficha (2023): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Enrique Bordes (2023): "Contar procesos en un monte de oro. Diez años de tebeos en la Real Academia de España en Roma", en Tebeosfera, tercera época, 23 (28-VI-2023). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 27/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/contar_procesos_en_un_monte_de_oro._diez_anos_de_tebeos_en_la_real_academia_de_espana_en_roma.html