APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA ILUSTRACIÓN ERÓTICA Y PORNOGRÁFICA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX
ALBERT DOMENECH

Title:
Notes for the history of erotic and pornographic illustration in 19th century Spain
Resumen / Abstract:
Notas: Investigación realizada por el autor para el número 9 de Tebeosfera, especial sobre la figura de la mujer en la historieta erótica y pornográfica. Arriba, imagen del gran E. Planas, una de sus "academias de mujer", el autor que mejor representó gráficamente a la mujer como sujeto erótico durante el siglo XIX.
Palabras clave / Keywords:
Representación femenina, Siglo XIX, Eusebio Planas, Aleluyas/ Female representation, 19th century, Eusebio Planas, Aleluyas
APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA ILUSTRACIÓN ERÓTICA Y PORNOGRÁFICA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX COMO CONTEXTO DE LOS ANTECEDENTES DE LA HISTORIETA
 
PROBLEMAS TERMINOLÓGICOS Y DE ACCESO AL CORPUS
 
Si cuando hablamos de erotismo y pornografía en pleno siglo XXI se nos plantean diversos problemas conceptuales, ¿qué nos puede pasar cuando hablamos de la misma temática en siglos anteriores y en España? El primer problema con el que nos encontramos es la propia definición de lo que podemos entender por erotismo y por pornografía. Si además a este problema le añadimos el hecho de que estas nociones son mudables a lo largo de la historia, nos encontramos con una seria dificultad en su definición y en consecuencia de estudio.
 
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 1. BOYER, Jean Baptiste (Marqués de Argens). Teresa la filósofa. Burdeos, 1812.  
Un librero de viejo me comentó una vez que él solucionaba este problema metafísico mirando las ilustraciones. Si en la ilustración el hombre aparecía con el sexo erecto o la mujer con las piernas abiertas mostrando el sexo consideraba que se trataba de pornografía, en cambio el resto de ilustraciones de desnudos que no se adaptaban a esta premisa las consideraba eróticas. Es una simplificación general que, a pesar de todo, nos sirve para el siglo XIX y tiene sus aplicaciones prácticas para la clasificación de imágenes. Si los protagonistas de la ilustración aparecen en plena lidia sexual entonces es claramente pornográfica, sin lugar a dudas.
 
En el caso de la ilustración de temática más o menos sexual del siglo XIX debemos distinguir entre publicaciones legales y clandestinas para llegar a comprender lo que en aquella época se consideraba erotismo o pornografía y marcar esta delicada frontera, aplicable sólo para el todo el siglo XIX y hasta finales del franquismo. Las legales (con pie de imprenta y autoría firmada) son las que las autoridades consideraban que estaban en los límites de la decencia, mientras que las clandestinas son aquellas que no podían pasar censura de ningún tipo y que los mismos editores ya no presentaban para la revisión de las autoridades y se dirigían directamente hacia el comercio ilegal. Estas últimas o no tienen pie de imprenta o es ficticio con nombres imposibles, sin fecha y apócrifas o directamente anónimas.
 
Por esta razón en este primer apunte sobre la ilustración sexual en el siglo XIX distinguiremos y separaremos ambos tipos de publicaciones e intentaremos ver también sus coincidencias, ya que muchas veces los ilustradores eran los mismos, con firma o sin firma.
 
Un problema distinto, y no menor, es la conservación o desaparición del material erótico y pornográfico. Hay que pensar que para que un material de este tipo y de esta época haya podido sobrevivir ha tenido que pasar como mínimo por cuatro o cinco generaciones de herederos que lo han salvado de la quema del escándalo de la moralidad o sencillamente de la destrucción por ser material obsoleto y anticuado, ausente de cualquier utilidad. Sólo la curiosidad puntual de algunas personas de diversas generaciones ha permitido salvaguardar algunos de estos ejemplares con ilustraciones eróticas a lo largo de más de cien o doscientos años, con los más que probables traslados de domicilio –cuando se aprovecha para hacer limpieza de lo que ya no sirve- y de periodos de represión más o menos intensa sobre todo contenido con carga sexual.
 
Otro de los problemas con el que nos encontramos al adentrarnos en este campo es la dificultad de acceso al material para su estudio o difusión científica. Por cuestiones históricas, en España no se ha incorporado a los fondos bibliográficos casi ningún material de estas características, por ser considerado inapropiado para su conservación y custodia en organismos oficiales y sólo podemos encontrar en bibliotecas escasos ejemplares que por diversas circunstancias han escapado a ese criterio hegemónico. Sólo en la actualidad, con un retraso de cien años, la Biblioteca Nacional de España compra en subastas públicas algunos de esos ejemplares de contenido sexual, quizás siguiendo el ejemplo de otras instituciones extranjeras como la parisina Bibliothèque nationale de France que en 2007 organizó su exitosa exposición -la más visitada de su historia- L’Enfer de la Bibliothèque. Eros au secret.
 
Entonces, si el material no se encuentra en instituciones públicas, ¿dónde se halla? La respuesta es únicamente en el coleccionismo privado. Si bien es cierto que los coleccionistas actuales pueden salvaguardar esos ejemplares por ser auténticas rarezas y/o por morbosidad bibliófila, también es cierto que a veces el celo con que los guardan impide o dificulta seriamente el acceso a los historiadores. Muy pocos coleccionistas han abierto sus puertas a la investigación pero a pesar de ello, y no todo han de ser malas noticias, recientemente la publicación del libro de Jean-Louis Guereña titulado Un infierno español. Un ensayo de bibliografía de publicaciones eróticas españolas clandestinas (1812-1939) ha llevado un poco de luz a este tema hasta ahora proscrito en cualquier estudio sociológico referente al siglo XIX. La publicación de este indispensable texto, que incluye la catalogación de más de doscientos libros clandestinos, viene acompañada de un buen número de ilustraciones inéditas que pueden ayudar en la investigación de este campo de estudio escasamente labrado. De hecho, buena parte de estos apuntes sobre las publicaciones clandestinas se basa en dicho libro.
 
UN ENSAYO CRONOLÓGICO DE LA ILUSTRACIÓN ERÓTICA Y PORNOGRÁFICA. PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX
 
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   2. Adela prostituta y buena esposa. Obra original española hallada en una tumba del Monasterio de Santa Cruces, en Cataluña, escrita por ella misma, y adornada con láminas por el que la publica. Leed: todo es cierto. Perpiñán (Barcelona?), Imprenta y litografia de Alsina, s.f. (1830).
Si siempre debemos ser cautos ante cualquier afirmación que se pueda obtener para un estudio cualquiera, con más razón los problemas metodológicos del siglo XIX nos imposibilitan una afirmación categórica sobre la historia de la ilustración de contenido sexual de esta época. Así pues, nuestras afirmaciones están siempre sujetas al hallazgo de una publicación que pueda cambiar radicalmente lo que hoy podemos considerar como cierto, y todavía más teniendo en cuenta que es ahora cuando hemos empezado a trabajar en su estudio. De hecho esta es el primer intento general específico sobre la ilustración erótica del siglo XIX en España.
 
Sobre los inicios de la publicación de imágenes de contenido más o menos sexual debemos tener en cuenta cómo ha sido la historia de España y en especial el factor represivo que representó para nuestras imprentas la Inquisición. La consulta de las distintas listas del Index Librorum Prohibitorum inquisitorial de la España del siglo XVIII nos permite localizar libros eróticos franceses pero ninguno español, por lo que debemos creer que no se publicó ninguno, mientras podemos observar la existencia de cierto comercio clandestino de importación. Este comercio no cesaría hasta tiempos recientes, debido a dos factores: la permanencia histórica de la represión sobre materia sexual en España hasta bien entrados los años setenta del siglo XX y la alta producción en cantidad y calidad de este tipo de impresos en el país vecino. Este dato, y la no conservación de ningún ejemplar anterior al siglo XIX, nos permite elaborar la teoría de que no se editó ningún libro -ilustrado o no- de esta temática en la época a la que nos referimos, lo que no impidió la circulación de manuscritos.
 
El primer libro moderno conocido con contenido pornográfico e ilustraciones data de 1812, el mismo año que La Pepa, lo que nos llevaría a celebrar en 2012 el 200º aniversario de las publicaciones eróticas en España. Dicho libro no es otro que la traducción al castellano del clásico erótico francés, obra de Jean-Baptiste Boyer -Marqués de Argens-, Teresa la filósofa (ilustración 1). Del único ejemplar referenciado no se ha vuelto a saber el paradero desde que fue vendido en 1919 por López Barbadillo en su “tercera lista de libros raros o curiosos” y en la que reproducía, afortunadamente, la portada –«única plancha publicable [de las] diez licenciosas en acero, reproducidas de las originales francesas, atribuidas al célebre De Pesne». Este libro, datado en el año 1812 y sin pie de imprenta, es el primer caso conocido de una publicación pornográfica en España.
 
A pesar de la definitiva abolición de la Inquisición en el año 1820, la primera mitad del siglo XIX continuó siendo un desierto por lo que se refiere a publicaciones eróticas. Sólo unas cuantas escaparon a esta sequía ya que el poder de la Iglesia -defensora de la moral de la época- estaba muy presente en la sociedad y en los conservadores gobiernos liberales hasta el año 1868. Por este motivo no es casual que en la primera mitad del s. XIX percibamos una clara influencia francesa en lo que compete a los autores y a los pies de imprenta. La clandestinidad obligaba a no indicar los autores reales de las publicaciones, mencionados sólo a través de nombres apócrifos o directamente amparándose en el anonimato y las imprentas aparecen con falsos nombres de poblaciones o sin hacer referencia a ninguna.
 
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 3. Canción catable, o Jácara, que si oliera, el Diablo que la tuviera. Perpiñán (Barcelona?), Imprenta de A. Lasserre, 1836.  
Entre las décadas de 1820 y 1830 podemos mencionar libros como La Religiosa de Diderot (con pie de imprenta de París) y actualmente en paradero desconocido, Adela prostituta y buena esposa (con pie de imprenta de Perpiñán) (il. 2), un apócrifo de Moratín titulado Álbum de Venus, seguido del Arte de Putear (del que desconocemos su paradero), la escatológica Canción catable (il. 3), o Jácara que si oliera, El Diablo que la tuviera (falso pie de imprenta de Perpiñán) conocida posteriormente -con algunas variaciones- como Los perfumes de Barcelona, Diez años de la vida de una mujer, o memorias de la señorita Anaís C. atribuible al francés Louis-Philippe Raban y Las putas y alcahuetas de Madrid (ambas obras en paradero desconocido). De 1850 datan las 16 litografías del Ramillete de Venus (en paradero desconocido desde 1977).
 
La información acerca de estos libros de la primera mitad del s. XIX en su mayoría procede de catálogos de ventas, prohibiciones episcopales, referencias indirectas, etc., y no del análisis directo de los ejemplares por encontrarse todos ellos en paradero desconocido, lo que imposibilita contrastar sus ilustraciones con las de autores conocidos –litógrafos sobre todo- de ésta época en España. Las pocas obras a las que hemos podido acceder no ayudan a la atribución de sus ilustraciones, aunque sí denotan cierta estética popular. Estas publicaciones con ilustraciones corresponden en su totalidad a lo que hemos convenido en llamar libros pornográficos (o escatológicos en un único caso) pero no hallamos para este periodo ningún ejemplar de características eróticas que hubiese pasado la censura y que llevase pie de imprenta y fecha auténticos. Esto nos indica que –por lo que sabemos- nadie se atrevió en esta época a presentar para su autorización ninguna publicación con desnudos o semidesnudos, consciente de que la censura no hubiera permitido su publicación.
 

Esto da que pensar también respecto a la gran eficacia de las campañas antionanistas que se iniciaron en esta época en España. En Europa a partir del siglo XVIII se desató una guerra antionanista con los tratados específicos del Doctor Tissot (en los cuales exponía las «enfermedades de nervios, producidas por el abuso de los placeres del amor y excesos del onanismo») en la que se alertaba de los daños mentales y físicos que semejante práctica comportaba para el sujeto vicioso. En España esta campaña seudocientífica llegó con retraso, porque a finales del siglo XVIII la censura creyó que la lectura de semejantes textos podía excitar más que remediar un problema que los confesores ya controlaban –y que las autoridades no debían considerar urgente- y por eso no se publicó ninguno hasta 1807, siendo a partir de este año reeditado varias veces durante el siglo XIX. Otros tratados posteriores semejantes fueron los que publicaron Curtis (De la virilidad) (il. 4) u otros médicos especializados en enfermedades venéreas. Contaban, además, con ilustraciones de los devastadores efectos sobre la salud realizadas por el Dr. Giné y Partagás (il. 5). La divulgación de estos tratados a lo largo del siglo XIX quizás se debió al interés por frenar, por parte de las autoridades políticas y eclesiásticas del momento, el aumento de la distribución clandestina de pornografía (ilustrada o no) en el país. Esto nos hace suponer la existencia de un comercio suficientemente importante como para generar cierta preocupación y una consecuente toma de medidas fuera del confesionario y con la connivencia del estamento médico preocupado por la extensión de las enfermedades venéreas.

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 4. CURTIS, J.l. De la virilidad. De las causas de su decadencia prematura e instrucciones para obtener su completo restablecimiento…  Barcelona, Manero Editor, (1860). 5. (imagen de la derecha) GINÉ Y PARTAGÁS. Tratado clínico iconográfico de las enfermedades venéreas y sifilíticas –sifiliografía-. Barcelona, Tipografía La Academia de Evaristo Ullastres, 1883.
 
PUBLICACIONES ERÓTICAS ENTRE 1850 Y 1868
 
En esta época se consolida la moda de las novelas por entregas, algo cercano a los seriales televisivos actuales, con historias de amores y desamores de corte romántico. Periódicamente -y como si de fascículos se tratase- se publicaban todo tipo de novelas de autores españoles o extranjeros de gran fama, como Alejandro Dumas (padre e hijo) entre otros. Estos cuadernillos destinados a ser encuadernados al finalizar su publicación iban acompañados de algunas ilustraciones xilográficas o litográficas que fueron la primera puerta abierta en España a cierto erotismo que la censura y las buenas costumbres podían tolerar. Por otra parte, además de la lógica evolución en el grado de tolerancia que la sociedad española podía asumir, la censura fue relajándose hasta culminar en el máximo grado de libertad de imprenta, siempre dentro de un orden, del siglo XIX que supuso La Gloriosa, la revolución de octubre de 1868, que finiquitó el reinado de Isabel II y muchos usos y costumbres imperantes hasta la fecha.
 
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 6. DUMAS, Alejandro (hijo). La novela de una mujer. Barcelona, Tipografía Juan Vilá, 1861.  
Los centros de producción de las novelas por entregas fueron Barcelona y Madrid, con un sinnúmero de obras destinadas a su distribución por toda España e Hispanoamérica. Durante el reinado de Isabel II en Madrid, la cercanía de la Corte y sus inspectores de la moralidad pública, debieron coartar la libertad de publicar ilustraciones más atrevidas. Recordemos, por ejemplo, que en Madrid cierta publicación periódica en la que se relataba una Exposición Mundial parisina intentó reproducir unas esculturas allí expuestas entre las que se incluían algunos desnudos. Su reproducción fue tajantemente censurada. La lejanía de Barcelona respecto del centro del poder político hizo más permeables las fisuras de la censura y facilitó que se iniciasen las primeras publicaciones legales con representación de mujeres (nunca hombres, que estaban siempre representados vestidos como auténticos galanes) en posturas provocativas o sensuales y en algunos casos ligeras de ropa o incluso con un pecho al aire. Esto representó un paso más respecto a los diálogos con doble o triple sentido sexual que algunas publicaciones de la prensa cómica del momento de Madrid (Gil Blas, El Jeremías, El Bobo de Coria, El Fisgón, El Papel de Estraza, etc.) podían incluir, pero que jamás se atrevieron a publicar en forma de ilustración más o menos erótica.
 
En las novelas por entregas ilustradas destacó sobre todo el dibujante catalán Eusebi Planas que se convertiría, como veremos, en el gran productor de imágenes eróticas legales y al mismo tiempo de las pornográficas clandestinas. Este ilustrador, formado en París como litógrafo, actualizó la técnica de la litografía en España e impuso durante un periodo de tiempo bastante dilatado el prototipo de mujer atractiva a la de figura tipo diábolo (grandes pechos, cintura estrecha y caderas anchas, pero piernas y pies estilizados). Estas ilustraciones de mujeres provocativas, rozando lo erótico (il. 6), catapultaron a Eusebi Planas al máximo éxito editorial, ya que una novela por entregas ilustrada por él gozaba de muchas más ventas que las demás, hecho que le propició numerosísimos encargos.
 
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   7. PLANAS, Eusebi. Tarjeta de carnaval del Taller Baldufa. Barcelona, Litografía Bastard, 1887.
La rapidez de técnica y la facilidad de impresión propias de la litografía aportaron un grado de perfección artística a las ilustraciones que facilitó su apogeo. Estas circunstancias propiciaron que la litografía se introdujera también en otros campos al margen de las novelas y de las revistas satíricas, como fueron las ilustraciones para tarjetas publicitarias, destacando sobre todo las que anunciaban los diversos bailes de Carnaval de Barcelona. La dificultad de control legal en estos impresos efímeros permitieron la introducción de elementos claramente eróticos así como de desnudos (raramente) y semidesnudos (más habituales) (il. 7) en estas invitaciones de carnaval, a pesar de que en ningún momento se llegó a la representación pornográfica, que nos conste.
 
Otro campo artístico vinculado a la imprenta que se abrió en los momentos previos a La Gloriosa fue, por influencia francesa de Daumier o Garvarni entre otros, el de los álbumes de grandes ilustraciones litográficas siguiendo un argumento unitario. A diferencia de las aleluyas -que constaban de una única hoja, de mala calidad de papel e impresión, con 48 viñetas en las que no había diálogo sino un pie de imagen que narraba lo que sucedía- en los álbumes de imágenes en página entera había espacio para el diálogo de los personajes a pie de ilustración. Debemos, pues, considerar estos álbumes ilustrados como el antecedente directo del álbum de historietas. La diferencia estribaría en que en lugar de tiras de viñetas, cada página contiene una única gran viñeta.
 
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 8. WOOL, Mrs. (pseudònimo de Josep ARMET y Albert LLANAS) La vida d’una dona. Barcelona, Litográfica Mercantil (1866).  
El primer álbum de este tipo, que podríamos considerar como el primer álbum de cómic de España, fue debido a Josep Armet con posible guión de Albert Llanas titulado Vida d’una dona, impreso por la Litografía Mercantil de Barcelona en 1866. Esta publicación por entregas en catalán contenía 47 litografías además de la de la portada, en las que se narraban las aventuras y viajes de Elvira, una joven muy atractiva que se deja llevar por una vida desenfrenada, con grandes amoríos, hasta que acaba enloquecida en un hospicio muriendo de sífilis y sólo llorada por su padre. Este argumento, a pesar de su moraleja final, propicia un juego permanente de dobles sentidos en los diálogos entre la protagonista y sus amantes y en una escena, no significativamente erótica como otras, incorpora de forma un tanto “casual” un semidesnudo (il. 8). También a la mano de Josep Armet se debía otro álbum titulado La juventud pintada por sí misma del que no hemos podido encontrar ningún ejemplar, pero que nos consta que la censura prohibió. De modo que desconocemos su contenido pero hay que reconocer que el título prometía. Estos álbumes se publicaron por entregas y subscripción como las novelas. Así pues debemos convenir que las ilustraciones de las novelas ilustradas y el caso de Vida d’una dona fueron los primeros indicios de un tipo de ilustración erótica tolerada por la censura en época isabelina.
 
De esta época, sobre todo entre 1860 y 1870, destaca la serie de dibujos –recientemente dados a conocer al público barcelonés- con claros visos pornográficos que realizó el pintor Ramon Martí i Alsina, a la manera de Courbet en Francia con el Origen del mundo. Estos dibujos muestran a su modelo y amante, Dolors Oliva, que se exhibe sin pudor mostrando abiertamente los genitales e incluso con una masturbación femenina (il. 9). Tales dibujos fueron hallados entre las pertenencias del pintor tras su muerte. Su hijo Ricard añadió la nota «apunte especial para[sic]encargo de» (sin poner ningún nombre) con la intención de evitar o atenuar futuros escándalos familiares o de los medios artísticos. La duda que tenemos es si realmente estos dibujos los realizó como prueba de taller, como experimentación o para su disfrute personal, o estaban realmente dedicados a la venta clandestina. De momento debemos dejarlo en suspenso pero podemos estar seguros de que se trata de los primeros dibujos procaces hallados en España hechos por un artista que gozaba de reconocimiento público.
 
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   9. (arriba) MARTÍ i ALSINA. Masturbación (1865).
10. TÓFUL. Efectos físicos de las vistas del estereoscopo. Barcelona, Semanario El Trapecio, 1860. (Barcelona, Biblioteca Nacional de Catalunya)..
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Por otra parte cabe señalar que la producción clandestina debió continuar en los años siguientes, pero al no estar fechadas las obras nos es muy difícil enmarcarlas en este período o en el posterior. Al mismo tiempo, a la litografía y la xilografía les salió competencia de otro medio de reproducción de imágenes: la fotografía. Si en el caso de las litografías es difícil identificar la autoría y sugerir fechas aproximadas, en el caso de las fotografías la cosa se complica aún más, porque no sabemos si se trata de obras de importación o de producción local. Que había un comercio de fotografías pornográficas en este momento no hay duda alguna y así lo confirma la primera referencia del tema de que tenemos constancia. Se trata de un dibujo humorístico de una revista manuscrita llamada El Trapecio elaborada en 1860 y producida por un grupo de intelectuales de Barcelona (actualmente conservada en la Biblioteca Nacional de Cataluña). En ella se encuentra un chiste ilustrado, firmado con el pseudónimo Tóful, en el cual un respetable padre de familia mira, muy aficionado, a través de la mirilla de una máquina estereoscópica de las utilizadas para mirar paisajes y “vistas” de lugares lejanos, mientras su hijo remarca la bien visible erección de su progenitor (il. 10), lo que indicaría que la fotografía visionada era pornográfica o cuando menos erótica y certificaría el comercio clandestino de este tipo de imágenes fotográficas.
 
A pesar de ello la fotografía no arrasó con la ilustración como cabría pensar ya que ambas técnicas han seguido caminos paralelos hasta hoy en día.
 
EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)
 

Este es el punto de inflexión para la ilustración española de contenido sexual del siglo XIX. A partir de este momento nos vamos a encontrar con una libertad de imprenta nunca vista y que supuso un paso adelante hacia la tolerancia oficial (con todos los matices) que será un punto de no retorno, a pesar de los cambios políticos que vinieron después, con la Restauración borbónica de 1875 y sus gobiernos conservadores. A partir de 1868 observaremos las dos líneas de publicaciones, las legales con cierto contenido erótico (il. 11) y las clandestinas de claro contenido pornográfico, ambas líneas lideradas por el mismo dibujante: Eusebi Planas.

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 11.  PLANAS, Eusebi. Baile en el Gavilán. Verdadera libertad. Barcelona, 1869.    12. SEM (Valeriano BÉCQUER y otros) Borbones en pelota (1869). Biblioteca Nacional de España, Madrid.  

Dentro de las publicaciones clandestinas este período está presidido –quizás como una punta de iceberg de vital importancia para el erotismo español- por el álbum Los Borbones en pelota atribuible a Valeriano Bécquer (con la colaboración de su hermano Gustavo Adolfo) y quizá la de otros ilustradores del momento como Ortego, a pesar de que en este punto hay ciertas divergencias. Este álbum, conservado actualmente en la Biblioteca Nacional de España (nunca se llegó a imprimir), contiene un conjunto de dibujos originales que se puede fechar en 1869, con claro contenido pornográfico en el que aparece la Corte española de Isabel II (la reina, su marido Francisco de Paula –representado como cornudo en todos los dibujos donde aparece-, el confesor de la reina y futuro santo -Antonio Maria Claret-, Sor Patrocinio, los ministros, etc.) (il. 12) en plena orgía permanente y con un contenido de sátira política demoledor. Esta obra ha sobrevivido al paso del tiempo milagrosamente –muy bien escondida- y cuenta con una edición facsimilar en una monografía integrada con magníficos textos de varios reputados especialistas. El caso de Los borbones en pelota es muy ilustrativo del vacío que tenemos sobre ilustración erótica y pornográfica en España. La concepción de un álbum de esta índole sería probablemente imposible sin que sus autores tuviesen un conocimiento de primera mano de obras de semejantes características, tanto a nivel europeo como español. Este hecho demostraría que en España había una circulación de imágenes pornográficas que han desaparecido o bien no han salido a la luz pública jamás.

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 13. Las Hijas de Apolo o el ministerio-hembra. Cuadros mímico-jódico-plásticos, en un preludio y Nueve posturas de efectos sorprendentes. Itapicuá (Sevilla), Establecimiento de Virginia Iponá (Imprenta de Gregorio Estrada), 1972.  14 (derecha). El can-can o El Virgo de Sor Teresa. Paso histórico, mímico, higiénico, gimnástico, bailable, godible y epidémico, con cuatro polvos en un solo acto de ocho cojones, escrito por un español más jodido que Isabel de Borbón que es cuanto se puede decir. Vaina (Barcelona), Imprenta de recojones, 1870.
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15 (izquierda). Teatro de variedades. Los polvos de la madre Celestina. Jodienda cómico-báquico-futrosófica en 12 cuadros. Entrada: un coño. Salida: por el culo. S.l. (Barcelona), (1870). 16 (centro). Lo carrer de la Mare de Déu comedia o lo que sigui, ab un acte y un vers català del qu’ara ‘s parla original d’un calent Per regalo Lo bateig de’n Botifló. Barcelona, Imprenta de Betsus, 1790 (1870). 17 (derecha). Sermonet de Carda-dona o sia décimas aclaratorias, consolatorias, fornicatorias y preparatorias per salvar l’anima quant determini separarse del cos. S.l. (Barcelona), En la fotografia de fototihom, s.f. (1870).
A nivel iconográfico además es muy interesante porque se atreve a mezclar pornografía con sátira política. En la misma época esta mezcla sólo la encontramos en los libros titulados Las Hijas de Apolo o el ministerio-hembra (il. 13) y en El can-cán o El virgo de Sor Teresa (il. 14). El primero de ellos incorpora las caricaturas de diversos políticos del Sexenio Democrático que han de lidiar con las ministras correspondientes de Apolo. Este es un caso único en la pornografía impresa española y sólo encuentra paralelismo dentro del terreno de la pornografía en el álbum de los Bécquer. Sin embargo las caricaturas de políticos estaban muy de moda en las publicaciones periódicas españolas de la época, tanto en las específicamente humorísticas como en algunas de información general. En el caso de El can-cán o El virgo de Sor Teresa las referencias políticas debemos entenderlas más como un divertimento de la obra que como una sátira despiadada a la política del momento.
 
Las demás publicaciones pornográficas del periodo prescinden de elementos políticos y tratan sobre todo temas amorosos, de mujeres de vida alegre. Es el caso de obras como Teatro de variedades (il. 15), Album de Príapo o Lo carrer de la Mare de Deú (il. 16 ) y Sermonet de Carda-dona (il. 17), con ilustración a la manera de un Archimboldo erótico, en los que se trataba el tema del sexo exclusivamente y cuya finalidad no pasaba por la algarabía política sino por la sexual. Además debemos contar con sólo una traducción de clásicos franceses como es el caso de El Hijo del Burdel atribuida a Charles Pigault-Lebrun.

Un caso aparte deberíamos considerar Las aleluyas de un exministro (1869) (il. 18), una hoja impresa de gran tamaño en la que se relata la vida de Luis González Bravo, que fuera primer ministro de Isabel II. En este caso el tono es de crítica acerada en general y se le acusa de ladrón y prevaricador, pero incluye un par de viñetas con escenas explícitas de sexo, en las que se le considera cornudo y usuario habitual de la prostitución. Es curioso observar como la viñeta del desnudo de estas aleluyas ha copiado de la Novela de una mujer (1861) una litografía de Eusebi Planas. (il. 6)

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 18. Aleluyas de un ex-ministro (1869).

De esta época también hemos podido localizar un álbum de dibujos originales de Planas descubierto en Francia hace poco y que podría corresponder al referido por Salvador Bori (pseudónimo de Jaume Passarell) cuando hablando de la producción clandestina de Planas comenta: «Una de las colecciones de estos dibujos, que fue a parar a París después de su muerte, fue adquirida allí por 150.000 francos». Dicha colección, que denominaremos Álbum de Francia (il. 19), está compuesta por una gran cantidad de dibujos de mujeres desnudas, de escenas de relaciones sexuales de todo tipo, desde la masturbación con verduras hasta orgías y escenas de zoofilia. Dicho álbum destaca sobre todo por su calidad de dibujo y diversidad de escenas, dignas de cualquier ilustrador europeo del momento.
 
Eusebi Planas también realizó una serie de academias de mujeres de concepción pornográfica -ultracademias (il. 20) como las describían en esa época- destinadas a la venta y que actualmente se conservan en la Biblioteca Lambert Mata de Ripoll. Dichas ultracademias van más allá de un simple modelo para pintores o escultores, ya que las mujeres están representadas en unas posturas que facilitan la representación detallada del aparato genital y parece evidente que estén más destinadas a la excitación que a la contemplación de las proporciones áureas del cuerpo femenino. Dichos dibujos de mujeres desnudas, conjuntamente con el álbum francés al que nos hemos referido y con los anteriores dibujos debidos a Ramon Martí i Alsina, nada tienen que ver con los desnudos académicos que los artistas realizaban como práctica de dibujo al natural y nos abre la posibilidad de que algunos artistas fuesen también suministradores de pornografía ilustrada en el siglo XIX.

Más allá de la pornografía clandestina que hemos visto, destacan las publicaciones legales con ilustración erótica que ampliaban la frontera de lo permitido hasta entonces. Dentro de este apartado cabe destacar la obra de Eusebi Planas que ilustra el libro de Pedro Dufour Historia de la prostitución en todos los pueblos del mundo desde la antigüedad más remota hasta nuestros días (il. 21). La temática de este estudio exigía ilustraciones con claro contenido erótico y Planas se dejó llevar por la imaginación más lúbrica realizando desnudos integrales de mujeres –sin mostrar nunca el aparato genital- en las más diversas posturas que nunca se habían litografiado en España para una publicación legal. Esta obra, con treinta y ocho ilustraciones, fue un referente para las obras ulteriores de carácter erótico del siglo XIX y fueron utilizadas para representar la prostitución en diversos libros hasta los años treinta del siglo XX. Este estudio de la prostitución, con sus dibujos repletos de desnudos, sirvió de patrón de lo que podía ser ilustrado legalmente en el terreno del erotismo.

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 19. PLANAS, Eusebi. Álbum de Francia. Lápiz y acuarela, (1870). 20 (centro). PLANAS. Álbum de academias. Biblioteca Lambert Mata de Ripoll. 21 (derecha). JACOB, P. L. Y PERATONER, AMANCIO. Historia de la Prostitución en todos los pueblos del mundo: desde la antigüedad más remota hasta nuestros días. Barcelona, Juan Pons, 1877. Ilustrado por Eusebi PLANAS.
 
LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: ALFONSO XII (1875-1885)
 
Si bien entre la época del Sexenio Democrático y la conservadora Restauración Borbónica a nivel erótico se percibe cierta continuidad y una cierta tolerancia por parte de la censura (no así en publicaciones de tipo político) a nivel pornográfico detectamos un incremento de publicaciones que no sabemos si achacar al incremento de la producción o bien que al tratarse de fechas más recientes se han conservado más títulos. El gran ejecutor fue nuevamente un ya maduro Eusebi Planas que acaparó los encargos más importantes e incluso creó sus propios trabajos de gran lujo dentro de la ilustración erótica con un sello independiente. Planas ilustró una serie de álbumes de grandes dimensiones (gran folio, o sea de 43 x 31 centímetros) con la nueva técnica de la cromolitografía. Las ilustraciones de estos álbumes contaban con grandes dosis de erotismo y fueron editados también por entregas.
 
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 22. PLANAS, Eusebi. Historia de una mujer (grabado y cromolitografía). Barcelona, Tipografia Juan Aleu y Fugarull, 1880.  
El año clave para estas publicaciones de Eusebi Planas fue 1880 cuando publicó Historia de una mujer (il. 22), editado por la Litografía de Joan Aleu quien fue uno de sus discípulos más destacados y colaborador directo. Este álbum fue todo un éxito y se realizó una segunda edición –editada por Trilla y Serra también de Barcelona- y, por si fuera poco, fue pirateado en su totalidad en Buenos Aires mediante fotografías de albúmina por el fotógrafo Fernando Poch, todo ello en el mismo año. El éxito de este álbum fue debido sobre todo al erotismo implícito que contenía -más textual que visual- tanto en los gestos de su protagonista como en la historia narrada que volvía a la temática de la Vida d’una dona ilustrada por Armet, pero con un final menos trágico, ya que en este caso la protagonista, Clara, vende todos sus bienes, abandona la vida alegre por la caridad cristiana y termina sus días en un hospicio.

En 1880 -junto a sus discípulos Labarta, Soler y Aleu- publicó un libro en doble folio (44 x 32 cm.) dedicado a Mujeres célebres del amor. Dicho libro combinaba ilustración cromolitográfica y texto biográfico de cada mujer, e intentaba seguir la estética utilizada en otro gran libro cromolitográfico de éxito como fue La dama de las Camelias (1879) (il. 23), del cual también se realizaron dos ediciones. A diferencia de Historia de una mujer y La dama de las Camelias, este libro contenía semidesnudos de un erotismo más explícito ya que el exotismo de algunas de las damas representadas permitía que los pechos estuvieran al descubierto a pesar de la formalidad de la obra. De estos años también datan los libros Historia universal de la mujer desde la antigüedad más remota hasta nuestros días (1880) (il. 24) y La Mujer-Amor (1881) (il. 25) con xilografías y cromolitografías respectivamente muy eróticas, dado que el guión lo exigía.

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 23. DUMAS, Alejandro (hijo) La Dama de las Camelias. Barcelona, Litografía Juan Aleu y Fugarull, 1880. Ilustración de Eusebi PLANAS.  24. ORTIZ DE LA PUEBLA, Vicente. Historia universal de la mujer desde la antigüedad más remota hasta nuestros días. Barcelona, Editorial Juan Pons, 1880. Ilustraciones Eusebi PLANAS.

Eusebi Planas también intentó crear una serie de cuadernillos de cromolitografías de doble folio con unas pocas láminas. Pero del proyecto anunciado sólo publicó Las cuatro sotas (il. 26), con pies de ilustración alusivos a los diversos palos de la baraja, más o menos eróticos. Desconocemos por qué no se llevaron a término el resto de las series anunciadas si Eusebi Planas se encontraba en pleno auge de producción. Quizás la acumulación de publicaciones lujosas de carácter erótico debió colapsar el mercado y las ventas menguaron. Curiosamente, las series que no se llevaron a cabo fueron publicadas por sus discípulos Seriñà y Sanuy en el año 1898, como último coletazo de esta estética, una vez ya muerto el maestro y consolidada la estética modernista.

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 25. Las mujeres del Amor. Barcelona, Aleu y Fugarull, 1881. Ilustraciones de PLANAS, SOLER Y LABARTA.  26. PLANAS, Eusebi. Las cuatro sotas. Barcelona, Aleu y Fugarull, 1881.  27. ALEU, Joan. La vida alegre. Barcelona, Aleu Editor, 1883.

Es curioso constatar también que en el año 1882 Joan Aleu, impresor y litógrafo discípulo de Planas, quiso aprovechar este éxito editorial de su maestro y cliente y publicó otro álbum con las mismas características pero ilustrado por él mismo, titulado significativamente La vida alegre (il. 27). Sigue tan de cerca el patrón estético y temático de la Historia de una mujer debida a su maestro que en algunos estudios especializados se ha mencionado como obra del mismo Eusebi Planas. En el folletín promocional de la obra se informaba que se vendía a cuatro reales cada cuadernillo con dos cromolitografías y que las previsiones eran que constase de cincuenta ilustraciones. A pesar de ello, el álbum constó sólo de 26 láminas de las cincuenta prometidas, lo que indicaría que no tuvo el éxito esperado por Joan Aleu. Quizás porque -como hemos comentado-, al ser de la misma temática, el mercado ya estaba saturado con el álbum de Historia de una mujer o quizás porque La vida alegre no estaba ilustrada por Eusebi Planas, pero el hecho es que no tuvo el éxito esperado y se precipitó el episodio del desenlace, elidiendo la publicación de algunas entregas intermedias. Con todo, el final es claramente acorde a sus predecesoras, con la lapidaria frase de: «La Vida Alegre termina donde principian las canas, y una debe contentarse más con el pasado que con lo que pasa». ¿Referencia a la vida de su protagonista Dolores o a la mala fortuna de éxito de La vida alegre?

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 28. PLANAS, Eusebi. Academias de mujer. Barcelona, Litografía Juan Aleu y Fugarull, 1884.  29. PLANAS, Eusebi y ALEU, Joan. Academias de mujer. Barcelona, Litografia Juan Aleu y Fugarull, 1889.
La otra gran obra de la ilustración erótica de los años 1880 fue la serie de cuarenta Academias de mujer (il. 28) que Planas publicó también en la Litografía de Joan Aleu en el año 1884. Si bien esta serie se publicó con todos los permisos legales, lo cierto es que no se conserva ningún ejemplar entero en ninguna biblioteca pública, salvo en la Biblioteca Lambert Mata de Ripoll debido a la donación de su biblioteca particular al municipio que realizó el bibliófilo del mismo nombre en el año 1931. Este ejemplar pasó todo el franquismo encerrado en el infierno de la biblioteca, junto con las ultracademias pornográficas del mismo Eusebi Planas, mencionadas anteriormente. El hecho de que estas academias sean difíciles de encontrar en comercio o que no se encuentren en bibliotecas públicas nos indica que a pesar de su publicación legal y lujosa siempre se mantuvieron escondidas y no merecieron su ingreso en instituciones públicas. Una muestra más de que legalidad y clandestinidad -por lo que a la ilustración se refiere- están separadas por una línea muy fina.

Además de estas Academias de mujer de Eusebi Planas publicadas el año 1884, debemos reseñar que se conserva una copia de otras academias distintas fechadas en el año 1889 y litografiadas por Joan Aleu a partir de dibujos originales de Planas (il. 29). El caso de que no estén reseñadas en ningún catálogo y que nunca haya salido a la luz pública ni una sola de las litografías nos lleva a pensar que quizá éstas sean sólo unas pruebas de imprenta de un proyecto que no cuajó y que acabó por no llevarse a cabo. A pesar de ello, es interesante observar la estrecha relación de trabajo entre Planas y su discípulo Aleu, tanto a través del trato comercial del segundo como impresor / litógrafo, como por ser colaborador directo y copista de originales del maestro.

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 30. Comparación entre una fotografía de época y una Academia de mujer de Eusebi PLANAS.

Por otra parte, hemos conseguido demostrar que ambas series de academias fueron realizadas a partir de fotografías eróticas que circularon (il. 30) en este momento por Barcelona o quizá realizadas directamente por Planas y no de la observación directa del natural. De hecho se sabe que Eusebi Planas poseía una buena colección de material erótico y pornográfico muy diverso, además del producido por él mismo. Se sabe que su estudio sufrió un registro policial en el que fue confiscado buena parte del material que poseía. El historiador Raimon Casellas describió el estudio de Planas de esta manera:
 
«Un día tuve el capricho de subir las escaleras de su taller situado en plenos barrios bajos. Era un saloncito burgués del año 1850 adornado con cuadritos y estampas pornográficos. Encima de una cómoda-papelera de caoba, unos cromos de mujeres desabotonadas, sobre una venerable arquilla de taracea, fotografías de mujeres desnudas en posiciones ultraacadémicas… en todas partes la imagen de la Eva libidinosa, reproducciones fotográficas de las fantasías, las uvas de Faleno… fotografías de desnudos femeninos… Todo clasificado por series, arreglado por paquetes, dispuesto por géneros, numerado por artículos, con la disposición que había de envidiar el más ordenado hortera de mercería. Así cuando el amateur (coleccionista de arte) visitaba el estudio… ya sabía Planas en qué cajón guardaba las figuras libres, las escenas verdes o los grupos de más subido color, que se hacían pagar a muy buen precio.»
 
Esta descripción detallada no deja lugar a dudas de que Planas fue el gran divulgador de la pornografía en España en el último cuarto del siglo XIX. Ya hemos visto que algunos de estos dibujos (el Álbum de Francia y las Ultracademias de Ripoll) han sobrevivido a un registro policial en su domicilio y al paso del tiempo para mostrarnos realmente un artista capacitado para los encargos más procaces de la historia de la ilustración erótica del siglo XIX.
 
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   31. PLANAS, Eusebi. Noble arte del billar Primera edición. Bilingüe catalán-castellano. 32 (bajo estas líneas). Taller de PLANAS, Noble arte del billar. Segunda edición.
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Pero estas ilustraciones de gran calidad fueron el contrapunto a una serie de publicaciones litográficas pornográficas mucho más modestas y de más amplia difusión que llevan la impronta del taller de Eusebi Planas. La gran cantidad de estas publicaciones nos hace pensar en un auténtico taller de producciones pornográficas establecido en Barcelona y que distribuía su mercancía por toda España e Hispanoamérica (como lo demuestra el hecho de que se encuentren o se hayan podido encontrar en las librerías anticuarias de los sitios más dispares). En este taller hallamos desde ilustraciones puntuales de libros hasta series de imágenes que aunque no tengan un argumento continuo similar al de una historieta, sí tienen un hilo conductor.

Quizá el libro más famoso fue el de El noble juego del billar que siempre fue mencionado por los biógrafos de Eusebi Planas pero nunca reproducido y poco consultado por sus historiadores. De este librito compuesto únicamente por ilustraciones con algún texto incorporado conocemos dos ediciones (una bilingüe catalán / castellano y otra sólo en castellano) con ciertas variaciones entre ellas. La primera sin duda debida a Planas (il. 31) mientras que la segunda es obra de algún discípulo directo o bien de un plagiador externo al taller (il. 32). Además se conservan una serie de dibujos originales previos a este impreso, pero de una mano diferente a la de Planas (il. 33). Este pequeño álbum comprende un número aún no evaluado de litografías que se inspiran en expresiones propias del juego del billar para crear las ilustraciones. De la primera edición de esta publicación se sacó, en los años treinta del siglo XX, la impresión de diez postales que reproducían algunas de las escenas. Estas postales son debidas a la producción clandestina de Antonio Astiarazarain.

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Tres obras del taller de Planas: 33. Noble arte del billar. Dibujos previos. 34. Noble juego del Tresillo. 35. Juego del Billar. Todos impresos en Barcelona.
Otro pequeño álbum vinculado al quehacer clandestino de Eusebi Planas es el denominado El noble juego del Tresillo (il. 34) en relación con el popular juego de naipes denominado así. Dicho álbum también recogía las frases más usuales de este juego de mesa para dar de ellas una interpretación erótico festiva, a la manera de El noble juego del billar. En este caso circularon una serie de diez fotografías de principios del siglo XX que reproducían imágenes de este álbum. También conocemos un álbum semejante con el título de Juego del Billar (il. 35) impreso en la encuadernación –se supone que con la intención de disimular su contenido- que contiene también escenas pornográficas con unas cuartetas de carácter jocoso alusivas a cada escena.
 
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36. LA-FUENTE, Fray Gerundio. Paca. Aventuras femeniles Cuadro lechoso-jodístico-social. Roma (Barcelona), Via Láctea 24, 1800 (1879). Ilustraciones de Eusebi PLANAS. 37. ESPRONCEDA, José de (apócrifo). La mujer. Poema filosófico-moral en cinco cantos precedidos de una introducción. Londres, 1867.  
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38. GERVAISE DE LATOUCHE, Jean-Charles. Portero de los Cartujos o memorias de Saturnino. Primera edición (1875). 39. GRAVE, Agapito. Flor de un día. Drama joco-serio futrosófico-moral en dos actos. s.l., Coño-Pija, 1000 (c. 1880).  
Además de estos pequeños álbumes enteramente litografiados, el taller de Eusebi Planas también se dedicó a la ilustración de literatura erótica con libros como Paca, aventuras feminales (il. 36), La mujer (il. 37) –obra apócrifa de Espronceda- y El portero de los cartujos –obra de Gervaise de la Touche-. Dichas ilustraciones eran de subido tono y algunas tuvieron más de una edición como es el caso de La mujer, con dos, o El portero de los Cartujos, del que hemos localizado cuatro ediciones diferentes y ninguna conservada íntegramente (il. 38). Estas obras vinculadas de forma directa con el estilo de Eusebi Planas bien pueden ser obras directas o indirectas de sus discípulos o bien copias hechas fuera de su taller a partir de obras originales de Planas.
 
Esta gran producción de obras litográficas nos deja entrever la participación de una imprenta litográfica muy vinculada a Eusebi Planas, y por esto no debemos descartar –siempre en el plano de las hipótesis- que bien pudiera ser la de Joan Aleu. La colaboración entre ambos en encargos legales de más envergadura como Historia de una mujer o las mismas Academias de mujer por las mismas fechas, como hemos visto, nos llevaría a sostener esta hipótesis.
 

A pesar de la amplísima actividad de Eusebi Planas durante varias décadas, no hemos de descartar la actividad de otros talleres que abordaron la pornografía y sus imágenes como negocio en esta misma época. Sin alcanzar la calidad estética del ilustrador catalán, hemos encontrado propuestas muy interesantes como Flor de un día (il. 39)y El Arte de seducir (il. 40) o en las cromolitografías Las travesuras del amor (il. 41) y Las aventuras de un pollo –apócrifo del Padre Claret-, que representan una rareza lujosa en una temática como la pornográfica. De estas alternativas a Planas en España, sólo hemos podido identificar otro de los grandes dibujantes del momento, pero situado en la Cuba española. Se trata de dos explícitos fotograbados de Víctor Patricio de Landaluze (il. 42), de quien únicamente nos han llegado dos hojas en muy mal estado, pegadas sobre una cartulina, como muestra de lo que debía ser un libro pornográfico vinculado a Landaluze con una temática y variedad racial bien diferente de la que observamos en la producción peninsular. Este caso nos lleva a pensar que quizá Landaluze se dedicó también a la pornografía como negocio complementario pero esto sólo son conjeturas ya que no hemos conservado más que fragmentos de esta producción. Todo ello nos sugiere que pudieran haberse dedicado a estos quehaceres clandestinos otros ilustradores del momento pero que su identificación al no ser muy clara como en este caso y de tratarse de ilustradores de segunda línea no podemos permitirnos más que conjeturas sobre autorías que no son todavía publicables.

www.tebeosfera.com 40. JONES, Ciriaco. El Arte de seducir. Lecciones útiles y provechosas al sexo feo. París (?), P.K. Rajo del L. Fante, s.f. (1875).

41 (derecha). Travesuras del Amor. Galería del deleite. Colección de lo más sabroso y lechoso que se ha escrito en prosa y en verso sobre el coño e islas indecentes. recopilada por un jodedor de primera fuerza. Sodoma (Barcelona), Imprenta y Jodeografía de Gomorra, 1880.


42 (bajo estas líneas). LANDALUZE. Escenas pornográficas. Cuba, 1880
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Todo ello nos muestra un interesante panorama de producción de una pornografía que iba destinada sobre todo a un público con cierta capacidad económica, burgués o pequeño burgués, que se podía pagar el capricho un tanto caro al tratarse de género clandestino. Esta pornografía por lo general (ya hemos visto que Planas la vendía en su estudio) se ofrecía en las calles de los bajos fondos de las ciudades, en burdeles y en los primeros cabarets o salas de espectáculos de subido tono.
 
LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1885-1902)
 

Las divisiones cronológicas en historia acostumbran a ser orientativas porque pocas veces una situación cambia de la noche a la mañana, pero como hemos visto a lo largo de estos apuntes las leyes de imprenta sí podían cambiar el panorama en un país como España. Así pues, la Regencia de María Cristina a la muerte de su marido Alfonso XII en 1885 supuso un ligero cambio, al acercarse ésta al partido liberal de Sagasta, con quien mantuvo una gran amistad. Por suerte, a pesar de la alternancia en el gobierno del partido conservador y el liberal, a partir del Pacto del Pardo (1885) no se deshicieron las leyes ya aprobadas. Por este motivo la libertad de imprenta se fue ampliando y consolidando y, a finales del s. XIX, empezaron a aparecer las primeras revistas eróticas legales, las llamadas revistas sicalípticas.

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 43 (izquierda). La Barcelona Alegre. Barcelona, 1890. 44 (derecha). LLAVERIAS, JOAN. El pulpo rey. Barcelona, Ed. El amigo de la juventud (1910).
Estas primeras revistas sicalípticas combinaron la ilustración (hecha por dibujantes que firmaban con seudónimos) con fotografías que hasta podían componer una historieta en la que la protagonista acababa más o menos desvestida buscando alguna que otra pulga. Estas revistas pioneras fueron La Saeta (1890), Barcelona Alegre (1890) (il. 43), Vida Galante (1898), Sicalíptico (1904), El Fandango, Chicharito, Rojo y Verde… El doble y triple juego de palabras, artículos y textos de escritores naturalistas como Felipe Trigo, Eduardo Zamacois o Juan Pérez Zúñiga fueron los protagonistas junto a unas ilustraciones más o menos subidas de tono de este primer erotismo legal publicado sin justificaciones del guión y con una distribución normalizada en los quioscos. Todo ello provocó un gran escándalo en su época e incluso sirvió de base para el nacimiento de sociedades contra la pornografía, la blasfemia (il. 44) y todo aquello que lacerase el orden público y la moral, sin duda vinculadas a la Iglesia. La edad dorada de estas publicaciones fueron los años veinte y treinta del siglo XX, hasta que el franquismo aniquiló la vivacidad visual e intelectual de estas revistas de diversión y de contenido erótico.
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   45. Las mujeres en la intimidad. Barcelona, Editorial Sopena, (II-1902).

Además de estas revistas aparecieron en esta época coleccionables, normalmente fotográficos, de series de imágenes sicalípticas con algún texto, con títulos tan sugestivos como El sueño de una soltera, El baño de una pecadora, Cómo se desnudan las mujeres, Travesuras de una doncella o, ya inaugurando el nuevo siglo, Mujeres en la intimidad (il. 45). Dichas series intentaban suplir el concepto de los antiguos álbumes que Eusebi Planas había publicado. Gracias a la evolución de las técnicas fotomecánicas de la imprenta estos álbumes y las revistas sicalípticas se podían ofrecer al público a bajo precio, con fotografías o ilustraciones reproducidas por medio de técnicas fotomecánicas, lo que permitía hacer tiradas largas a precios económicos. La litografía, que había imperado en el período anterior, tendió a desaparecer.

Sólo conocemos un caso en que se perpetúa la estética de Eusebi Planas después de su muerte y cuando su estilo ya estaba totalmente desbancado por las nuevas formas del modernismo y de un dibujo menos preciosista y más directo y esquemático. Se trata de la Colección humorística publicada en Barcelona por Juan Piñol en 1898. El concepto es el mismo que Las cuatro sotas de Eusebi Planas y es que también fueron ejecutadas en cromolitografía por sus dos últimos discípulos, Joan Sanuy (El sueño de Rosalía (il. 46), Sistema homeopático, (il. 47) La lección de baile (il. 48)) y Artur Serinyà, que firmaba Seriñà (Las cuatro estaciones (il. 49), Ellos y ellas (il. 50), Las cuatro fases de la luna (il. 51), El beneficio de Corina (il. 52)), siendo más atrevido gráficamente Joan Sanuy que su compañero Seriñà. A pesar de ello la calidad del papel es mala y las escenas seguramente pertenecen a dibujos o esquemas del maestro, ya que los títulos como hemos comentado corresponden a los que se anunciaban como de próxima aparición en el portafolio de Las cuatro sotas y que, como en éstas series, se mantienen como historias de cuatro ilustraciones.

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Arriba, tres obras de J. SANUY:

46 (izquierda). El sueño de Rosalía. Barcelona, Colección humorística, 1898.

47 (centro). Sistema homeopático. Barcelona, Colección humorística, 1898.

48 (derecha). La lección de baile. Barcelona, Colección humorística, 1898
.
www.tebeosfera.com A la izquierda y abajo, cuatro obras de A. SERIÑÁ:

49. Las cuatro estaciones. Y, abajo, de izquierda a derecha:

50. Ellos y ellas,

51. Las cuatro fases de la luna, y

52. El beneficio de Corina. Todas pertenecientes a la Colección humorística, editada en Barcelona en 1898.
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La pornografía siguió sus propios pasos lejos de la censura y con las consecuentes persecuciones policiales. Las técnicas editoriales también cambiaron y así la pornografía pasó de ser un género reservado a una minoría de las clases pudientes, a estar al alcance de las clases medias y populares. Se pasó del blanco y negro litográfico (la cromolitografía se utilizaba sólo en ediciones de lujo) a la ilustración en color aunque fuese un poco rudimentaria, superando con ello a la fotografía, la gran competidora de la ilustración erótica y pornográfica.

De esta época -y a todo color- encontramos obras como Fecundidad (il. 53), La generala (il. 54), Lo de siempre (il. 55), Noche de novios, Las vírgenes crueles (il. 56), El teatro por dentro (il. 57), El Teatro Real, Relámpagos amorosos, Un capricho (il. 58) o Entre primos. En blanco y negro se publicaron historias como La Gran Vía. Revista madrileña (il. 59) o Mercedes. Este conjunto de obras de pequeño formato seguían aún una estética de tipo novecentista e incluso con composiciones copiadas de obras del taller de Eusebi Planas.

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53 (arriba). Fecundidad. s.l. (Barcelona), s.f. (1890). 54. TRONERA, Pepe. La generala. Novela de costumbres rusas. Barcelona, Imprenta de Sacarías Leche (Biblioteca H), s.f. (1890). Y 55. Lo de siempre. Novela erótica, alegre y pistonuda escrita por Un aficionado. Fornicópolis (Barcelona), 1886. Bajo estas líneas: 56. Las vírgenes crueles. s.l., s.f. (1900). Firmadas con el pseudónimo de MAGUÉ. A la derecha: 57. DE KOCH, Ch. Paul. Teatro por dentro o Memorias putescas de un empresario. Barcelona, Imprenta de Sacarías Leche (Biblioteca H), (1885). Abajo: 58 (centro). Un capricho. Recuerdo erótico de mis veinte años por Carolina H… S.l. (Barcelona), (1895). Abajo: 59 (derecha). La Gran Vía. Revista madrileña Cómic-Lírica-Coñística-Mariconera en un acto y varios cuadros vivos. Leche original de P y P y W. Música de los autores de La Parodia. Madrid, 2000 (1890).
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Una rareza aparte suponen los naipes que se publicaron, como el Álbum de naipes modernistas (il. 60), en principio no para ser utilizados para jugar a las cartas, sino como divertimento relacionado con lo sexual, pero que cuentan con su versión utilitaria consistente en unas tarjetas translúcidas en los cuales pueden verse a contraluz unas ilustraciones pornográficas. Estos naipes tuvieron un precedente en los conservados en el Museo Fournier de Vitoria (il. 61), que se deben al círculo de Planas, y también el proyecto de naipes con dibujos originales del mismo autor (il. 62), que se conserva en una colección particular. Teniendo en cuenta que los juegos de naipes iban ligados a tertulias masculinas -no precisamente devotas- es de suponer que pudieran haberse producido más barajas de temática pornográfica, pero que al ser un medio efímero por naturaleza se hayan perdido todos los ejemplares de estos impresos.

 
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60. Álbum de naipes modernista. Getafe (Madrid?), 1220 (1890).  
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61. PLANAS, Eusebi (taller). Naipes eróticos. Museo Fournier, Vitoria.  
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62. PLANAS, Eusebi. Proyecto de naipes. Lápiz y tinta.  
A MODO DE CONCLUSIÓN
 
Este repaso por la ilustración erótica y pornográfica sólo representa unos primeros apuntes de lo que una investigación más detallada puede aportar para poder recuperar el patrimonio español de la ilustración de esta temática, incluidas las historietas o protohistorietas. Sólo a través de un estudio serio y completo podemos empezar a reconstruir el pasado erótico festivo español del que casi se desconoce todo. Una prueba palpable de ello es que siempre que se ilustra algún artículo o libro sobre esta temática en nuestras latitudes las ilustraciones provienen del extranjero, nunca son españolas. Esto ha potenciado aún más la sensación de que España ha sido un país de beatos y mojigatos y de que nunca ha existido un pasado erótico –libresco o por lo menos impreso- que tenga interés. Esperemos que los estudios recientemente publicados como el de Jean-Louis Guereña o a través del blog Piscolabis Librorum o de este número extraordinario de Tebeosfera y los que han de llegar, sitúen España en el panorama internacional en la posición que le corresponde, muy por debajo de Francia –el gran referente-, pero sí en igualdad respecto a muchos otros países europeos.
 
Así pues, a partir de las ilustraciones, sea cual sea el valor artístico que tengan –en ocasiones muy elevado-, podemos ser conscientes de cuál era el imaginario colectivo español y suponer cuáles eran sus deseos o frustraciones sexuales. Una ojeada rápida a estas publicaciones nos depara la sorpresa, o no, de la gran cantidad de ilustraciones que tienen como protagonistas al clero (curas, monjas, monjes, frailes, obispos…) en un país mayoritariamente católico pero con fuerte anticlericalismo y desconfianza hacia las instituciones eclesiásticas en ciertos ámbitos. También nos puede permitir ver -como auténticos voyeurs- cuáles eran las escenas favoritas de los usuarios de la pornografía, con sus diversas posturas, sus orgías, lesbianismo (pocas veces homosexualidad masculina), sus felaciones y masturbaciones, sus obsesiones sexuales… en fin un catálogo ilustrado sobre los mitos de la sexualidad española mucho más que de las realidades. Seguramente lo que se reproducía no era lo que había en la realidad, ni siquiera en los prostíbulos, porque entonces –como ahora- la realidad distaba bastante de la ficción publicada en libros y películas.
 
Este imaginario sexual ilustrado abriría las puertas a un siglo XX tan tormentoso como el siglo XIX y en el que tampoco faltarían periodos en los que se pretendía poner cercas férreas a los prados verdes.
 
BIBLIOGRAFIA
 
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Creación de la ficha (2011): Albert Domènech. Corrección de Javier Alcázar. Edición de Manuel Barrero. · Datos e imágenes tomados de ejemplares originales de colecciones privadas de España y Francia, todas ellas suministradas por el autor del texto.
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ALBERT DOMENECH (2011): "Apuntes para la historia de la ilustración erótica y pornográfica en la España del siglo XIX", en Tebeosfera, segunda época , 9 (31-XII-2011). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 19/III/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/apuntes_para_la_historia_de_la_ilustracion_erotica_y_pornografica_en_la_espana_del_siglo_xix.html