EL PAPUS: UNA REVOLUCIÓN SATÍRICA QUE COPÓ LA CRÍTICA HUMORÍSTICA ESPAÑOLA DE JULIO DE 1975 A MARZO DE 1976
MARIA IRANZO-CABRERA

Origen:
Traducción de "EL PAPUS: UNA REVOLUCIÓ SATÍRICA QUE VA COPAR LA CRÍTICA HUMORÍSTICA ESPANYOLA DE VI-1975 A III-1976" · COMUNICACIÓ: REVISTA DE RECERCA I D`ANÀLISI
Edición:
Comunicació: Revista de Recerca i d`Anàlisi
TEBEOSFERA (2008, TEBEOSFERA) -2ª EPOCA- 12, 31-III-2014
Resumen / Abstract:
El presente artículo analiza cómo el semanario satírico El Papus, que nació inspirado y copiando dos revistas rompedoras y con éxito de ventas, como fueron la francesa Hara-Kiri y la española Barrabás, protagonizó una de las tiradas y difusiones más importantes en España de julio de 1975 a marzo de 1976. Llegó a los 236.000 ejemplares de tirada e, incluso, El Papus Extra de marzo de 1976 registró una tirada de 400.000. A través del análisis de los datos registrados en la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD), he comprobado detalladamente la evolución de la difusión del semanario y he observado cuatro clímax importantes. Asimismo, se explica la trayectoria de la revista atendiendo a factores gubernamentales, sociales y comunicativos. / This article examines how the satirical weekly magazine El Papus, which was initially inspired by and copied two groundbreaking magazines (the French Hara-Kiri and the Spanish Barrabás), achieved one of the largest print runs and circulations in Spain in the period of July 1975 to March 1976. It reached a regular print run of 236,000 copies, while its March 1976 extra rose to 400,000. The study of the data from the Spanish Circulation Audit Bureau (OJD) has provided a detailed look at the way in which this magazine`s distribution evolved, revealing four main high points. Also discussed here is the course of El Papus` development in response to governmental, social and communication related factors.
Notas: El presente trabajo se inscribe en el proyecto de investigación «El humor frente al poder: la monarquía, el ejército y la iglesia a través de la comunicación satírica en la historia contemporánea de España», financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, CSO2011-27678. Y en concreto dicho artículo fue publicado en exclusiva en la revista científica Comunicació: Revista de Recerca i d`Anàlisi [Societat Catalana de Comunicació] http://revistes.iec.cat/index.php/TC. Vol. 30 (1) (mayo 2013), p. 49-78. ISSN (ed. impresa): 2014-0304 / ISSN (ed. electrònica): 2014-0444 / DOI: 10.2436/20.3008.01.106. En esta ocasión, la publicación catalana cede su publicación en castellano a la web de Tebeosfera. Asimismo, la autora ha añadido informaciones que ha obtenido en este lapso de tiempo en el que continúa con su investigación de la revista El Papus.
Palabras clave / Keywords:
El Papus/ El Papus

EL PAPUS: UNA REVOLUCIÓN SATÍRICA QUE COPÓ LA CRÍTICA HUMORÍSTICA ESPAÑOLA DE JULIO DE 1975 A MARZO DE 1976

 

INTRODUCCIÓN

La revista El Papus fue una de las primeras publicaciones satíricas, junto a Hermano Lobo y Barrabás, que consiguió poner fin al monopolio del humor español que ostentaba La Codorniz desde 1941[1]. De hecho, meses después de la aparición de El Papus, «la decana» —como se consideró a sí misma La Codorniz— inició su decadencia. La ausencia de un humor ácido en el contexto informativo y la creación de un lenguaje tan callejero como atractivo otorgaron a El Papus un número de lectores considerable en comparación con revistas coetáneas. En sus catorce años de impresión (1973-1987), diversos autores, como Iván Tubau (1987: 245) y Luis Conde Martín (2005: 278), localizan la tirada máxima en marzo de 1976, pero hasta ahora ningún investigador ha hecho público un estudio minucioso de la evolución de la tirada y la difusión de esta revista, que fue líder en el humor rupturista en España.

En este sentido, el objetivo de este artículo es definir cuál fue el periodo en que la revista El Papus se consolidó como referente dentro del mercado de semanarios satíricos. Asimismo, se quieren comprobar dos hipótesis: si este auge editorial se acompañó de un mayor seguimiento administrativo y fiscal por parte de las autoridades, y si los intervalos de menor tirada y difusión están motivados por la aparición de otras publicaciones que comparten los mismos lectores.

Esta revista se inserta en los tres últimos años del franquismo y la transición a la democracia española; es decir, en el marco comunicativo que reguló hasta 1977 el debido respeto a la moral, las buenas costumbres y la decencia. Por este motivo, se pretende también desvelar algunos de los subterfugios ortográficos, gramaticales y semánticos que ideó El Papus para trasladar sus ideas rupturistas a los lectores, cómplices de un lenguaje popular pero particular.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

Para el estudio de la trayectoria de El Papus se han utilizado los datos de tirada y difusión registrados en la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD). La revista se inscribió en este organismo cinco meses después de salir a la calle, en febrero de 1974, y se dio de baja en agosto de 1983, prácticamente un año antes de que la editorial se declarase en suspensión de pagos.

A pesar de que Amaika, S. A., retomó más tarde la cabecera El Papus (Diciembre de 1984-1987), el equipo de redacción fue completamente diferente al original. Por este motivo, la ausencia de estos últimos registros no me impide el estudio del producto objeto de este proyecto: el que gestó, dirigió y despidió el humorista gráfico Ramón Tosas —Ivà— (Manresa, 1941 - Briones, La Rioja, 1993), junto a Òscar Nebreda —Oscar— (Barcelona, 1945) y Jorge Ginés —Gin— (Barcelona, 1930 - Sitges, 1995).

Asimismo, las cifras de la OJD referidas a El Papus se han comparado con las de otras publicaciones no diarias y coetáneas, registradas también en este organismo oficial: semanarios de información general (Triunfo, Cambio 16 e Interviú), revistas de humor (La Codorniz, Pulgarcito, Barrabás y El Jueves) y semanarios de destape, como fue Papillón. Además, he pretendido confeccionar una resumida historia de la revista a través del testimonio de algunos de los miembros de la redacción. Periodistas y dibujantes aportarán datos con los que se corroborará algunas de las hipótesis que he planteado.

 

CONTEXTO HISTÓRICO Y COMUNICATIVO

El Papus que analizo se inscribe en un marco histórico (1973-1983) caracterizado por las improvisaciones e incertidumbres de todos los actores (Soto, 2005: 31): las élites y los movimientos ciudadanos; los políticos reformistas del franquismo y los partidos de la oposición; la Iglesia; el Ejército, el mundo de la cultura y la comunicación y las relaciones internacionales. Estos protagonistas «inundaron de conflicto y muchas veces de violencia el proceso democratizador» (Quirosa-Cheyrouze, 2007); problemas se deben, según Álvaro Soto (2007: 238), al hecho de que el régimen dictatorial del general Francisco Franco «se diluyó con extrema facilidad, mientras que los comportamientos autoritarios pervivieron en el tiempo». De hecho, un intento de golpe de Estado en 1981 estuvo a punto de poner fin a toda la transición hecha hacia un Estado democrático.

Para el Colectivo Etcétera (2004: 222 y 231-233), este periodo de transición fue realmente una transacción —o pacto, como indica Carme Molinero (2006: 10)— precipitada por la lucha obrera y social, pero donde prevalecen los intereses de la cúpula militar, la neutralización del búnker de los franquistas irreductibles y la salvaguarda de la corona restablecida por Franco.

En esta línea, se habla de un pacto de silencio sobre el que se edificó la democracia española. Álvaro Soto (2009: 46) sostiene que se antepuso la lógica político-estatal, mediante la cual los dirigentes priorizaron la construcción y la consolidación de un régimen democrático a la lógica ético-simbólica, la cual postula alcanzar el máximo de verdad y difusión de los crímenes cometidos y la mayor reparación institucional y simbólica de las víctimas. Me refiero así a la violencia política que discurrió paralela al proceso y que Mariano Sánchez Soler (2010: 17-20) define como «el uso consciente de la fuerza, ya sea física o verbal mediante amenaza, ejercido por individuos, grupos ideológicos, instituciones públicas, sectores de la Administración del Estado, partidos o entidades, con el objetivo de intervenir y cambiar el rumbo de los acontecimientos políticos de un país, controlar o imponer decisiones gubernamentales y conquistar, dirigir o conservar el poder del Estado». Esta violencia política se manifestó a través de tres ejes: la represión, el terrorismo y la guerra bruta, y de ella fue víctima en multitud de ocasiones la revista El Papus.

Por lo que respecta al ecosistema comunicativo, Josep Lluís Gómez Mompart (2009: 107-113) sostiene que las transformaciones fueron poco profundas. A pesar de que hubo medios alternativos —sobre todo publicaciones no diarias—, «el sector de la prensa actuó en su conjunto más como una comparsa que como un contrapoder, tanto por su timorata actuación como por su complicidad con los poderes fácticos para atacar las posiciones radicalmente democráticas, justificar el proceso como el único posible y ensombrecer las maniobras retardatarias».

 

Informativamente, por tanto, también se produjo una transacción y un pacto de silencio: la aceptación de la monarquía impuesta; el pacto de no criticar con datos asuntos e instituciones del Estado y la burguesía que había sacado provecho económico con la dictadura; la ausencia de investigación de las actuaciones brutales del franquismo y de los franquistas, y la no depuración de altos funcionarios y dirigentes corruptos o implicados en represiones. Estas cuatro cuestiones explicarían el desencanto político producido en la ciudadanía progresista y, consecuentemente, el desencanto en el seguimiento de los medios de comunicación.

En este contexto, la década de los setenta fue la «era dorada» de las revistas de información general. Según Ignacio Fontes y Manuel Ángel Menéndez (2004: 82-83), «hubo una mayor permisividad para la concesión de permisos para la edición de revistas[2], si bien las empresas tuvieron que disfrazar frecuentemente sus pretensiones para así burlar el estricto control de los organismos del régimen». Es el caso de El Papus, que aprovechó la ausencia de altos cargos en el Ministerio de Información y Turismo durante las vacaciones estivales de 1973 para inscribirla en el Registro de Empresas Periodísticas. El gerente y consejero delegado del grupo La Vanguardia, Carlos Navarro  (Les, 1941), lo recuerda así: «El subdirector general me dijo: “Te la sello ya y así mañana, si la llevas al Boletín Oficial del Estado, en 20 días ya podéis sacarla”. Pensé: “¡Uy! Si no voy mañana, cuando vuelva el ministro y vea una cosa de estas, se la carga. Entonces pedí dinero prestado a la delegación de La Vanguardia en Madrid y lo pagué por tarifa urgente».

En general, el público de estas revistas estaba constituido, como apunta Ricardo Martín de la Guardia (2008: 225), por «un sector de la población bien formado y atento a la marcha del país, pero nunca mayoritario»[3].

 

En este contexto de permisividad nacieron diversas revistas satíricas, que se diferencian del resto de publicaciones por el espacio dedicado al humor gráfico. Son, por orden cronológico y por relevancia, Hermano Lobo, Barrabás, El Papus y Por Favor. Pero, de igual manera que el éxito de estas publicaciones estuvo relacionado con su atrevimiento a la hora de tratar temas vetados por la censura, la llegada del nuevo marco de libertades establecido por la Constitución las conducirá a su decaimiento. Con este nuevo marco legal pierden su exclusividad como cauce para difundir mensajes favorables al cambio políticoinstitucional, socioeconómico y cultural (Martín de la Guardia, 2008: 294).

Como veremos a continuación, el marco legal de El Papus estuvo regulado por dos normativas. Primero, la Ley 14/1966, de 18 de marzo, de prensa e imprenta, cuyo artículo 2 se caracterizó, según Carmen Castro (2010: 43) y Marc Carrillo (2001: 7), por una notable amplitud de los límites a la libertad de expresión y la ambigüedad por lo que respecta a los poderes otorgados a la Administración. Y, posteriormente, fue reglada por el Real Decreto-Ley 24/1977, de 1 de abril, que derogó el artículo mencionado y adjudicó la competencia jurisdiccional de los delitos a los jueces y tribunales adscritos a la jurisdicción ordinaria.

 

 

LA GESTACIÓN DE UN HUMORISMO INCISIVO

«Un humorismo fuerte, duro, incisivo, sarcástico y hasta desgarrado que se corresponde con el aire, los modos y las actitudes de una gran parte de la juventud que, por la vía de tal humorismo y aun del sarcasmo, pretende forzar los moldes existentes para acelerar el reconocimiento de la caducidad de muchos formulismos y tabúes que aún perviven en la vida española ya sin ningún arraigo, representación, consistencia ni ejemplaridad»[4]. Así definió el 1 de marzo de 1976 el director de El Papus, Xavier de Echarri, el propósito de una revista que nació inspirada en las publicaciones francesas Hara-Kiri[5] (1960-1969), L’Hebdo Hara-Kiri (1969-1974) y Charlie Hebdo[6] (1974-1981). De estos semanarios tomaron algunas de las secciones más populares y un estilo caracterizado por historietas anárquicas en el contenido y por el trazo rápido en el dibujo, apuntan Fontes y Menéndez (2004: 537).

Uno de los periodistas de El Papus, Albert Turró (Barcelona, 1949), sostiene que Òscar Nebreda «copia literalmente» al dibujante francés [Jean-Marc] Reiser y que la fotonovela titulada “Papunovela” «es una copia de lo que hacían en Hara-Kiri con un tal Professeur Choron»[7].

 

No obstante, la nueva publicación bebió también de un trabajo previo de los dibujantes Ivà y Óscar en un semanario deportivo nacido en pleno franquismo: Barrabás. La Revista Satírica del Deporte (1972-1977). En ella precisamente «empezaron a trabajar en la línea de Hara-Kiri», sostiene uno de los periodistas fundadores de El Papus, Antonio Franco (Barcelona, 1947). Para Fontes y Menéndez (2004: 536), Barrabás, especializada en fútbol, «inicia una crítica estructurada y contundente de las estructuras políticodeportivas del régimen» al tiempo que será «la semilla de una renovación de la tradicional y arraigada escuela catalana de humoristas y de prensa de humor».

El apoyo económico de Barrabás y El Papus proviene del Grupo Godó, propietario de la editorial Elf Editores[8]. Precisamente fue el éxito de Barrabás, con una tirada en 1973 que superaba los 155.000 ejemplares, y la necesidad de cubrir la desaparición de Bocaccio 70 —publicación también de Godó que supuso importantes ingresos por su elevado coste, que sufragaron sus seguidores más fieles, la Gauche Divine— lo que animó al conde Javier Godó a invertir en otro semanario.

Con la experiencia de Barrabás, El Papus surge sin estudio de mercado previo. El nombre lo ideó Ivà, después de descartar Hara-Kiri por dos razones: en primer lugar, les costaría dinero en derechos, y en segundo lugar, esta publicación francesa les exigiría un cierto control de la línea editorial. En Cataluña, el papu es el monstruo al que temen los niños porque se los come sin masticarlos. En este sentido, el propósito de El Papus fue también inquietar, pero no a los menores, sino a las principales figuras de la actualidad.

 

La cabecera y el símbolo de El Papus, así como todo el diseño gráfico de la revista, lo creó el ilustrador Joan Barjau (Barcelona, 1950) —quien también dibujó para la revista bajo el seudónimo de Snif. «En todo momento me dirigió Ivà, que me insistía en que hiciera un muñeco más malévolo», matiza Barjau. Los cambios hasta conseguir el diseño definitivo se aprecian en el primer número: si bien en la portada y en la “Papunovela” aparece alargado y con aspecto inofensivo (imagen de la izquierda), en la última página la mirada y la dentadura refuerzan su malignidad (a la derecha). Este peculiar monstruo desapareció en el segundo número. Volvió en la tercera revista y hasta la última.
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Figura 1. Detalle de la portada y de la penúltima página del primer número de El Papus.

En El Papus, las ilustraciones ocupan el 70% de la treintena de páginas que suele presentar un número habitual. De temática general y basada en la actualidad —conforme avanza la libertad de expresión abundaran los recortes de prensa pegados a las historietas—, se dirige a la calle y no al lector intelectual; «pero eso sí, gente concienciada, que no pasaba de la política», afirman dos de sus humoristas gráficos, Lluís Recasens —L’Avi— (Barcelona, 1950), y Jordi Amorós —JA— (Barcelona, 1944). Para Ricardo Martín de la Guardia (2008: 186), el blanco principal de sus sátiras fueron las instituciones tradicionales del franquismo: la religión, el Ejército y el Gobierno. Tres bloques temáticos a los que se deben añadir el mundo empresarial y laboral, la Administración, el Estado, el Gobierno autonómico, el Gobierno local, la policía, el sexo y la moral machista, la cultura, el cine y la televisión pública.

Sin embargo, llama también la atención la ausencia de ciertos ámbitos institucionales, como es la monarquía española, cuyas referencias en este semanario son mínimas y, en todo caso, eufemísticas o metafóricas. Los profesores de la Universitat de València F. Martínez, J. Ll. Gómez Mompart y E. Bordería (2012: 19) explican las razones de este silencio: «En 1976, la imagen del rey estaba siendo sometida a una gran operación de cirugía política estética. [...] El rey, a través de un tratamiento periodístico que lo presentaba como decidido paladín de la democratización del país, pudo trocar su lastre de origen —su “legitimidad” franquista— en una nueva “legitimidad” democrática. Mientras se verificaba la operación, la prensa satírica escaseaba, y dentro de ella, la monarquía estaba prácticamente ausente».

El 20 de octubre de 1973 salió a la calle el primer número de El Papus. La redacción tiene la sede en la calle  Tallers, 77, de Barcelona, y se imprime en los vecinos talleres de La Vanguardia en papel de huecograbado de Tisa  —papel mediocre— y en blanco y negro, excepto un pliego de ocho páginas a color sobre papel estucado para la portada y las páginas centrales, en las que se ubica la “Papunovela”.

El Grupo Godó colocó en la dirección al periodista Xavier de Echarri (Aranjuez, 1936), hijo de un exdirector del diario La Vanguardia. No obstante, el equipo directivo de los contenidos lo forman los dibujantes Ivà, Oscar y Gin, los cuales tutelan una plantilla formada fundamentalmente por humoristas gráficos: JA (Jordi Amorós), Ballés (Ricard Soler), Vives (Jorge Vives) García Lorente, Oli (Enrique Oliván), Snif (Joan Barjau), Fer, Ventura & Nieto (Enrique Ventura y Miguel Ángel Nieto), Joma (Josep Maria Rius i Ortigosa), Carlos Giménez, L’Avi (Lluís Recasens), Sappo (Manuel Vázquez) y Adolfo Usero, entre otros.

Entre los periodistas se encuentran en un inicio Antonio Franco, Maruja Torres (a la que sustituyó, tras su marcha, Cristina Dachs) y Jaume Figueres, a los que se unirán progresivamente Albert Turró, Enric Bañeres, Francesc Arroyo y Enric Sopena. «Manuel Vázquez Montalbán participó en el diseño de la maqueta de la revista con un artículo sobre Nixon. Al conde de Godó no le gustó nada lo que dijo y se opuso a su participación. Me dolió, pero tuve que decirle a Echarri, quien lo había fichado, que Godó lo quería fuera”, recuerda el gerente, Carlos Navarro.

Para  todo el equipo, la entrada en este semanario representa un salto económico en cuanto a salarios, pero para los dibujantes el salto también es profesional. Lo explica así el dibujante Enrique Ventura (Madrid, 1946): «Por primera vez una revista nos ofrecía un contrato y un sueldo fijo mensual, de alrededor de 100.000 pesetas. En lo que llevábamos de dibujantes nunca nos habían asegurado cobrar [...] y al no tener problemas de dinero, se permitía el juego de meterse con todo tipo de cosas; de pronto nos vimos con una libertad nunca conocida» . «Gin me enseñó a dar sensación de movimiento a mis muñecos e Ivà me enseñó a crear historietas. Aquello de “si haces esto, llevas al lector hacía aquí, y entonces le das la sorpresa allí”», afirma L’Avi.

Mientras que unos dibujantes se inspiran en el trazo veloz y con pocos detalles de Hara-Kiri, otros se infunden del desarrollo estético de la revista satírica norteamericana Mad, donde prima el dibujo realista. Por tanto, defiendo que El Papus no fue una revista eminentemente «feísta», como se le suele calificar. «Lo que prevalecía es el hecho de que explicaras una historia», apunta L’Avi.

 

LA IDEOLOGÍA DE EL PAPUS Y EL LENGUAJE DE LAS RAMBLAS

A pesar de sus diferencias, los dibujantes tienen un punto en común: el anarquismo a la hora de trabajar y pensar. Jordi Amorós subraya que «en un diario serio no teníamos espacio porque le dábamos a derechas y a izquierdas y a todo el mundo que pasaba por delante». En este sentido, el periodista Francesc Arroyo rememora que «en una ocasión, con motivo de la campaña anti-OTAN, recogimos 25.000 firmas de los lectores; ya que por sí solas no tenían utilidad, se las entregamos al PSUC y al PSC para cuestionar el referéndum de la OTAN. Ahora bien, eso no quiere decir que no cargásemos contra el PSUC o contra quien fuera. Los anarquistas del 36, la CNT, tenían un lema: “Ni dios ni amo”. Nosotros lo hicimos nuestro, pero añadimos: “Ni dios ni amo ni CNT”. En El Papus nada podía quedar al margen de la crítica y el humor».

 

Sobre la ideología política de la plantilla, Adolfo Usero recuerda que «había más lanzados, como Carlos Giménez, que hizo carteles para el Partido Comunista, pero no era afiliado». En esta línea, Albert Turró sostiene que «probablemente la vertiente castellana era más procomunista y la vertiente catalana era más CNT. De Ventura tengo dudas de si alguna vez ha hablado de política».

Otro de los aspectos que diferencian a la revista del resto de semanarios de humor del momento es su particular lenguaje, especialmente el que se inserta dentro de los bocadillos de las tiras y viñetas. Los dibujantes reproducen y recrean un registro vulgar, vagamente basado en la fonética andaluza y salpicado de léxico catalán. «No sé si inventamos el término “vacaburra” o de dónde lo copió JA, pero sí que ayudamos a extender su uso. Otra expresión muy nuestra que hicimos popular fue  “me cago en santó”», afirma Arroyo. Contrariamente, en los artículos sorprende el gran número de refranes, proverbios, y modismos.

 

TIRADA Y DIFUSIÓN: RESULTADOS

La tirada del número uno del semanario fue de 115.000 ejemplares, según recuerda el gerente, Carlos Navarro. El primer semestre analizado por la OJD es el comprendido entre febrero y julio de 1974. En este periodo la tirada útil fue, de media, de 114.095 ejemplares. La difusión media fue de 74.210 ejemplares, de los que el 37,95% se leyeron en la provincia de Barcelona y el 12,18% en Madrid. Son, con diferencia, las provincias españolas que concentran mayor difusión de El Papus. Les siguieron Valencia (5,1%), Alicante (3,47 %), Vizcaya (3,27%), Gerona (2,65 %), Baleares (2,60%), Tarragona (2,49%), Oviedo (2,42%), Guipúzcoa (2,40%) y Zaragoza (2,18%)[9]. Es significativo que la OJD ubica un 0,20% de la difusión en el extranjero; «eran ejemplares que se enviaban por encargo», explica el gerente.

 

La revista no realizó suscripciones hasta 1984. Navarro explica que «no lo hicimos por comodidad. Mantener un servicio de suscripción requiere personal. Se vendía suficiente, y además, si alguien la quería, la reservaba en el quiosco»[10].

Si la  comparamos con otros semanarios coetáneos también registrados en la OJD, en  este primer semestre supera la tirada y difusión de la revista de humor por antonomasia en la España de posguerra, La Codorniz. No obstante, dista todavía mucho de la tirada y difusión del semanario satírico deportivo del que radica y de uno de los cómics clásicos de la editorial Bruguera, Pulgarcito.

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Gráfico 1. Tirada y difusión entre febrero y julio de 1974.

El siguiente periodo registrado en este organismo comprende desde agosto de 1974 hasta julio de 1975, en el que la tirada media disminuye en 5.358 ejemplares. Lo que aumenta es la difusión media (6.000 números más). Casi un año después de salir a la venta, supera ya a Barrabás. Con todo, queda distante de Cambio 16, semanario de información general nacido el 22 de noviembre de 1971 que también suple «la falta de información de la mayoría de los medios» (Fontes y Menéndez, 2004: 153).

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Gráfico 2. Tirada y difusión entre agosto de 1974 y julio de 1975.

En estos doce meses, El Papus publicó cuatro especiales (llamados El Papus Extra), los meses de marzo, abril, mayo y junio, con una difusión media de 119.090 ejemplares; es decir, multiplica por dos la difusión media de los números mensuales.
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Figura 2. Durante el periodo que duró la primera suspensión, se publicó el único número de una publicación editada por Amaika que llevaba por título Verano Loco. Aunque en sus 64 páginas no aparece el icono representativo de El Papus, en la portada se destaca la participación del grueso de la plantilla de la revista satírica.  
Tal incremento explica el reclamo que representan para los lectores estos números extras, con el doble de páginas (de las 32 de un número habitual a 60) y donde priman las fotografías de chicas jóvenes vestidas en biquini o ropa interior. En este momento de éxito de la revista, El Papus fue suspendida por el Consejo de Ministros durante cuatro meses, del 5 de julio al 25 de octubre de 1975.

El siguiente informe de la OJD recoge el semestre comprendido entre la vuelta de la suspensión y julio de 1976. En este intervalo de tiempo se encuentra el mes de mayor tirada y difusión de toda la revista, marzo de 1976. En concreto, se lanzaron 236.000 ejemplares y se difundieron 213.182. No es casualidad que justo después de este periodo triunfante, la revista dejara de publicarse durante otros cuatro meses, del 27 de marzo al 24 de julio de 1976. Sabiendo de la expectación de los lectores ante esta tercera salida a la venta, la tirada de julio de 1976 fue de 200.000 ejemplares, y la difusión, de 177.025 ejemplares.

En este periodo, El Papus fue líder de las revistas de humor registradas en la OJD y superó también las cifras de Triunfo, revista de información general. Sin embargo, continuó sin sobrepasar al semanario estandarte en el periodismo de la Transición española, Cambio 16, que le dobló la tirada y difusión medias.

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Gráfico 3. Tirada y difusión en julio de 1976.

Si se observa la distribución de la difusión, la revista empieza a extenderse por la geografía española. A pesar de que Barcelona concentra el 31,94% de la difusión, creció en Madrid (del 12,08% al 16,60%) y en Valencia prácticamente la dobló (del 5,25% al 9,95%).

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Gráfico 4. Distribución geográfica de la difusión de octubre de 1975 a julio de 1976.

En este periodo se publican cinco números extra, pero destacan especialmente dos. El de febrero de 1976, que registra la difusión máxima en la historia de la revista: 301.644 ejemplares. Esta cifra incitó a la editorial a tirar en el extra siguiente, publicado un mes más tarde, la máxima cantidad de ejemplares impresa: 400.000[11].

Esta tirada y difusión marcaron un clímax en la historia de la revista. A partir de agosto de 1976 y hasta julio de 1977, estos dos valores experimentaron un progresivo descenso cada mes. Precisamente durante este periodo nace otra revista de destape, Interviú, la cual desde su aparición en el mercado, el 22 de mayo de 1976, de la mano del Grupo Zeta, experimentó un incremento gradual de la tirada y la difusión; de hecho, en julio de 1977 llegó a septuplicar las de El Papus. Como novedades que aportaba, se debe destacar que es la primera revista que ofrece fotografías de mujeres en topless en las portadas —mientras que El Papus continúa provocando al lector en su primera página sólo con insinuaciones (no así en el interior)— y ofrece exclusivas informativas, algunas como resultado de investigación periodística —mientras que en El Papus se realizan reflexiones críticas y cínicas sobre noticias publicadas en otros medios—.  Además, Interviú cuenta en julio de 1977 con 1.450 lectores suscritos, y el humor gráfico también tiene cabida en algunas páginas, de la mano de Perich, Forges, Tom, Killian y Romeu, entre otros (Conde Martín, 2005: 263).

Por otro lado, sorprende que sea una revista de destape de la editorial Amaika y nacida para cubrir la segunda ausencia de El Papus, Papillón, la que de julio a octubre de 1976 registró una tirada y una difusión mayor que el semanario humorístico; al menos observo una diferencia de alrededor de 20.000 ejemplares en los dos valores estudiados. En noviembre, las dos publicaciones se equiparan, y en diciembre, El Papus remontó la tirada y la difusión, en comparación con Papillón, a la que saca una ventaja de 10.000 ejemplares. Como explicación a este hecho, señalaré el mayor contenido erótico de Papillón, que satisface a una sociedad reprimida y atraída por el desnudo.

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Gráfico 5. Tirada de El Papus y Papillón entre agosto y diciembre de 1976.

 

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Gráfico 6. Difusión de El Papus y Papillón entre agosto y diciembre de 1976.

La revista experimenta un segundo clímax el mes de octubre de 1977. De una caída en picado, que llega en septiembre a 118.975 números de tirada y 70.724 difundidos, El Papus asciende a 188.850 ejemplares tirados y 136.493 difundidos; esto es, experimenta un aumento de alrededor del 6% en las dos categorías. Este incremento se debió al peor acontecimiento en la historia de este semanario humorístico: el ataque a su libertad de expresión con la explosión de una bomba en la redacción el 20 de septiembre de 1977 que provocó la muerte del conserje Juan Peñalver Sandoval, numerosos heridos y la destrucción completa del mobiliario de la redacción. El objetivo de la organización terrorista de extrema derecha Triple A —que reivindicó la autoría— era asesinar al director, Xavier de Echarri, pero el maletín no llegó a sus manos.

La sentencia del caso demuestra la falta de interés de las autoridades judiciales y policiales para investigar la autoría de la bomba. Como indica Mariano Sánchez (2010: 87-88), no se recogieron ni conservaron los restos del artefacto explosivo, cosa que impidió analizar la sustancia que deflagró y compararla con el arsenal de armas y explosivos que se requisaron a los acusados; no se investigó la filiación de los dos súbditos italianos que huyeron de España después del suceso; se puso en libertad al acusado que se autoinculpó de la colocación del artefacto explosivo en dos ocasiones delante del juez y que, después de su salida, continúa aún desaparecido; se escapó otro de los acusados, «precisamente quien más luz sobre el caso dio durante el periodo sumarial», y no se investigó a personas integradas o relacionadas con el grupo organizado al que pertenecían la mayoría de los procesados.

Por todas estas causas la Audiencia Nacional[12] amparó a los acusados con el beneficio de la duda, atendiendo al principio de presunción de inocencia consagrado en la Constitución. Por tanto, no pudo declararlos partícipes en la consumación del hecho y sólo los acusó de tenencia de armas y explosivos. A pesar de que los hechos debieron considerarse un delito de terrorismo en grado de conspiración, esta calificación dejó de existir con la reforma introducida en el Código penal por la Ley 28/1978.

Los abogados de El Papus denunciaron al juez Alfredo Vázquez por prevaricación, y en 1981 se reabrió el sumario cerrado por intereses extrajudiciales. En marzo de 1983 la Audiencia Nacional volvió a absolver a los acusados por «falta de pruebas» y los condenó «a penas simbólicas por el resto de delitos» (Fontes y Menéndez, 2004: 543). «Hace años, hablando con una autoridad del momento, me reveló cosas que no puedo contar, pero sí diré que muy posiblemente la inquietud de la extrema derecha y sus ganas de hacer un ajuste de cuentas con la prensa que le era más crítica llevaron a que consiguieran permiso explícito o aceptación tácita a que efectuasen un escarmiento, posiblemente de una dimensión muy inferior a lo que hizo la banda de extrema derecha de Lleida y los italianos de Stefano delle Chiaie. Yo creo que se le fue de la mano a Martín Villa», asegura Antonio Franco.

Pese a esta falta de diligencia judicial y policial, el incremento de la tirada y la difusión fue un oasis, ya que en noviembre de 1977 continuaron cayendo. En concreto, la tirada descendió en unos 40.000 ejemplares, pero más grave fue la reducción del número de ejemplares difundidos, 74.608 números menos leídos en tres meses, de septiembre a noviembre de 1977. En estas fechas se produjo el desmembramiento de la plantilla provocado precisamente por este aumento de las cifras de tirada del número especial publicado después de la bomba (“La visita del rencor”, El Papus nº 177). Al respecto, Òscar Nebreda explica que «habíamos advertido a Echarri y a Navarro que no queríamos hacer beneficio de la tragedia, y nos aseguraron que no doblarían la tirada. Pero los linotipistas, con los que pasábamos muchas horas en el momento de impresión, nos desvelaron que, después de la bomba, El Papus dobló la tirada. Fue entonces cuando Gin y yo nos fuimos de la revista. Nos pagaron religiosamente, y al poco tiempo nos llamaron de El Jueves». Por su parte, Carlos Navarro asegura que desconocía el aumento de números impresos: «Yo siempre daba carta abierta al distribuidor para que decidiera la tirada en función de la demanda».

El Jueves salió a la venta en noviembre de 1977 con Oscar, Gin e Ivà en plantilla; sin embargo, este último volvió a El Papus, donde trabajó como director artístico hasta finales de octubre de 1984. A pesar de la caída progresiva de la tirada y la difusión de El Papus, ésta continuó manteniéndole ventaja a El Jueves en las cifras de tirada durante casi un año; en concreto, hasta octubre de 1978. Por lo que se refiere a la difusión, las dos revistas se mantuvieron a la par, lo que debe entenderse como una muestra de la dura competencia entre los dos semanarios. El Papus y El Jueves persiguen un mismo perfil de lector[13]. Hasta diciembre de 1978, la difusión de El Papus es mayor que la de El Jueves en un 64% de los números impresos (es decir, en  nueve de catorce números). Pero a partir de entonces la difusión de El Jueves comenzó a dispararse hasta sacarle una ventaja de casi 36.000 ejemplares en junio de 1980.

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Gráfico 7. Difusión de El Papus y El Jueves entre noviembre de 1977 y junio de 1980.

El último periodo analizado por la OJD es el comprendido entre agosto de 1982 y julio de 1983, espacio de tiempo en el que la tirada media fue de 59.176 ejemplares y la difusión media fue de 35.082. A partir de este momento, la revista solicitó la baja voluntaria en el control de la OJD, y en octubre de 1984 la editorial Amaika se declaró en suspensión de pagos.

Por tanto, la tirada y la difusión de El Papus marcaron cuatro picos en toda su historia: marzo de 1976 (236.000 ejemplares); julio de 1976 (200.000), en respuesta a la expectación generada por la salida del primer número después de la segunda suspensión de la revista; octubre de 1977 (188.860), publicaciones surgidas después de la bomba, y un pequeño repunte en octubre de 1979 (114.450), coincidiendo con la aprobación de los estatutos de autonomía del País Vasco y de Cataluña.

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Gráfico 8. Tirada de El Papus entre febrero de 1974 y julio de 1983.

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Gráfico 9. Difusión de El Papus entre febrero de 1974 y julio de 1983.

EL ATAQUE A TRAVÉS DE EXPEDIENTES ADMINISTRATIVOS Y QUERELLAS

Por su humor «salvaje en los contenidos», como lo define Iván Tubau (1987: 246), El Papus sufrió numerosos expedientes administrativos, centenares de procedimientos judiciales, casi medio centenar de secuestros, dos consejos de guerra (finalmente un tercero que iba a abrirse a JA por la tira “Indignación y dolor” inserta en el número 167 –publicado en julio de 1977– no llegó a celebrarse) y dos suspensiones de cuatro meses, el castigo máximo que el Ministerio de Información y Turismo podía imponer a una publicación por falta grave contra el artículo segundo de la Ley de prensa e imprenta (Navarro, 1990: 5).

El primer expediente administrativo del Régimen Jurídico de Prensa llegó el 13 de septiembre de 1973[14] contra algunos artículos e historietas graficas del séptimo número que publicó la revista, titulado «El Machismo» (Navarro, 1990: 14). En éste se critica la actitud patriarcal y machista de la sociedad española al tiempo que se apunta a las nuevas corrientes de pensamiento liberales que llegan desde Europa occidental. Solo los mejores juegos friv en línea se presentan en este mega portal.

Por su parte, el fiscal presentó una querella ante el Juzgado Municipal número 7 de Barcelona por dos historietas, una de JA y otra de Ivà. Sorprende que el fiscal penalizó las expresiones que se referían al acto sexual y no las que valoran positivamente la violencia de género, como éstas: «¡Yo a mi mujer le doy cada somanta que la baldo!» y «¿Uste no la pega a la suya? Es cay que ser mu macho pacerlo».

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Figura 3. «Encuesta Papus» publicada en el número 7 de El Papus.

Tanto los jueces municipales —hoy de distrito— como los de primera instancia que juzgaron a El Papus hicieron constancia en cada una de las sentencias de su rechazo a la revista al subrayar «el deplorable estilo de la revista y la ostentación de expresiones groseras»[15], pero aseguraban no dejarse llevar por este sentimiento a la hora de juzgar; de ahí, las diversas absoluciones a favor del semanario. Entre otros motivos, fundamentados en doctrinas del Tribunal Supremo, alegan que «el momento actual de la evolución de nuestras costumbres [...] el desarrollo moral, cultural y sociológico [de la comunidad] la hace inmune frente a tal hecho [que se denuncia]»[16].

Así, en el juicio de faltas 3/74, el juez José Sánchez y Sánchez sentenció que «la animadversión hacia un sentido equivocado [...] no puede dañar [...] el derecho a la libertad de expresión que proclama el artículo segundo de la dicha Ley de prensa». Pero justamente por esta incapacidad de la vía judicial, animó a las autoridades civiles a tomar una medida mucho más represiva, como es prohibir el registro y desarrollo de publicaciones como la juzgada. En concreto, afirmó que «merece una especial atención más permanente y delicada por parte de la autoridad civil que reprimiera esas publicaciones que, más que formar, deforman; que más que instruir, impiden la formación de una conciencia social media, ponderada y válida para todas las convivencias».

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  Figura 4. Columna de la sección «Consejos de supervivencia» del número 10 de la revista. La firma Maruja Torres, bajo el seudónimo de Jane The Mad.
Entre los primeros textos que sí fueron considerados falta de imprenta a la moral, las buenas costumbres y la decencia pública, penada en el artículo 566, 5, del Código penal, se encuentra la columna titulada «Turrón para ligar», de Maruja Torres. Absuelta en primera instancia, el Juzgado de Instrucción número 7 de Barcelona la condenó a una multa de 1.500 pesetas más las costas (952 pesetas).

La revista empezó a incomodar a las autoridades. En concreto, el 28 de marzo de 1974, el delegado provincial del Ministerio de Información y Turismo, Juan Antonio Alberich, dirigió por carta una primera advertencia al director de la publicación, Xavier de Echarri, sobre una posible suspensión temporal de la revista. La causa era la reiteración de textos, ilustraciones y expresiones «de naturaleza ordinaria, malsonante y groseras». Semanas más tarde, el 19 de abril, llegó la segunda amonestación sobre una posible suspensión. El motivo fue la publicación de las primeras fotografías femeninas en ropa interior o ropa de baño, que aparecieron en los números 22 y 23, fechados en marzo de 1974.

Tales son las críticas que recibió del régimen el conde de Godó, que se vio obligado a dejar de sustentarla económicamente. Como indica la web de Tebeosfera, a partir del número 45, de agosto de 1974, El Papus pasó a ser editada por el sello Amaika, propiedad del consejero delegado, Carlos Navarro[17]; el director, Xavier de Echarri, y los dibujantes Òscar Nebreda y Jorge Ginés. Con todo, Javier Godó, hijo del conde, continuó obteniendo beneficios de este semanario a través de un contrato privado, según explica Carlos Navarro.

Mientras que algunos expedientes administrativos se van sobreseyendo con providencias[18], otros se van acumulando. «Lo hacen para que en el momento en que les moleste algo, siempre un tema político más que erótico, no tengan que esperar todo un procedimiento judicial y puedan inmediatamente cerrar la revista alegando la acumulación de expedientes», explica Carlos Navarro. Precisamente, tomando como referencia los viejos expedientes abiertos a El Papus Extra nº 1 y a los números 64, 66 y 73, el Consejo de Ministros dictó la primera suspensión de la revista durante cuatro meses[19].

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Figura 5. Portada y “Papunovela” del número 64, causa del primer secuestro del que tenemos constancia. Lo ordenó el juez titular del Juzgado de Instrucción núm. 3 el 16 de enero de 1975.

 

INGENIO, LA MEJOR ARMA CONTRA LA CENSURA

Paralelamente a esta persecución administrativa y judicial, la redacción va ideando estrategias para evitarla. Como ya apunté en el artículo sobre los números que El Papus dedicó al golpe de Estado de 1981 -publicado en el libro La risa periodística-, se sirven de estructuras basadas en contrastes; es decir, «la hipérbole —la exageración de hechos reales— y la ironía —afirmaciones contrarias a la ideología progresista de los autores—». Asimismo, inventan sistemas de lectura curiosos, como el de JA, que enumeraba las viñetas con sílabas en lugar de números, y al ir uniéndolas, conforme el orden lógico de la narración, el lector se encontraba con frases rompedoras. También imaginó un sistema de escritura Antonio Franco, quien deletrea la palabra que quiere expresar: «Eseoigriega Beudobleerreo»[20].

 

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Figura 6. Sistema de escritura inventado por JA, mediante la unión de las sílabas de las viñetas. Figura 7. Sistema de escritura inventado por Antonio Franco, deletreando las palabras que se quiere expresar.

En esta línea, ingeniaron un lenguaje lleno de eufemismos que establece una comunicación codificada con los lectores. Así, Òscar Nebreda explica que «en lugar de referirnos literalmente a los obreros, hablábamos de “la palma”, y la poli eran “los cuernos negros».

 

CONCLUSIONES

Por tanto, después de este análisis detallado de la tirada y difusión de El Papus, puedo afirmar que el crecimiento de las ventas —en el periodo comprendido entre julio de 1975 y marzo de 1976— coincide con la entrada en la publicación del destape sexual y político (la crítica gubernamental y parlamentaria se hizo explícita) en las páginas de la revista. Por este motivo, el nacimiento de Interviú, el 22 de mayo de 1976, con sus portadas de mujeres desnudas e información de primera mano, representó un traslado de lectores y una caída de la tirada y la difusión. No obstante, El Papus ya había consolidado una audiencia fiel, atraída por su particular sátira de la sociedad española, por lo que fue todavía muy rentable para la editorial hasta julio de 1978 (con una tirada media anual de 119.242 ejemplares tirados y alrededor de 70.000 difundidos).

En este sentido, puedo afirmar que el destape ligero en El Papus cubrió una demanda de la sociedad durante una primera etapa que finaliza en noviembre de 1976 y se utilizó básicamente como foco de atracción hacia unos contenidos críticos con la dictadura y el postfranquismo. Con un público ya consolidado, cambió radicalmente sus portadas, que progresivamente se centraran en una crítica descarnada —mucho más que en la primera veintena de números— contra los abusos del poder en todas sus ramas: ejecutiva, eclesiástica, militar y empresarial, especialmente.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Libros y artículos

«Admitida una querella contra el juez instructor del caso El Papus». El País (16 diciembre 1980). También disponible en línea en: <http://elpais.com/diario/1980/12/16/portada/345769201_850215.html> [Consulta: 6 noviembre 2012].
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Tubau, I. (1987). El humorismo gráfico en la prensa del tardofranquismo. Barcelona: Mitre.

Documentos

 Dos cartas firmadas por el delegado provincial del Ministerio de Información y Turismo, Juan Antonio Alberich, el 28 de marzo de 1974 y el 19 de abril de 1974, respectivamente, y dirigidas al director de El Papus, Xavier de Echarri.
 Escrito de la editorial Amaika, S. A., en respuesta al pliego de cargos notificado por el Juzgado de Instrucción núm. 3, firmado el 25 de enero de 1975.
 Expediente administrativo núm. 2122/73 del Ministerio de Información y Turismo contra la revista El Papus.
 Informes de la OJD (de febrero de 1974 a julio de 1983) de las revistas El Papus, Barrabás, Pulgarcito, La Codorniz, Cambio 16, Triunfo, Interviú, Papillón y El Jueves.
 Ley 14/1966, de 18 de marzo, de prensa e imprenta.
 Recurso contencioso administrativo núm. 304.649 del director Xavier de Echarri y la editorial Amaika, S. A., al Tribunal Supremo contra el acuerdo del Consejo de Ministros, con fecha 6 de octubre de 1975, que desestimó el recurso de súplica de la revista contra la resolución del mismo Consejo de suspender la revista durante cuatro meses (del 5 de julio de 1975 al 25 de octubre de 1975).
 Sentencia firmada por el magistrado del Juzgado de Instrucción núm. 7, Rafael Soteras, el 22 de julio de 1974, a raíz del juicio verbal de faltas sobre la Ley de Prensa 14/74 contra la revista núm. 10 de El Papus.
 Sentencia firmada por el magistrado del Juzgado de Instrucción núm. 7, Rafael Soteras, a raíz del juicio de faltas sobre la Ley de Prensa 2/74 contra la revista núm. 21 de El Papus.

Entrevistas

Por orden de aparición en el texto: Carlos Navarro, Òscar Nebreda, Albert Turró, Antonio Franco, Joan Barjau, Lluís Recasens, Jordi Amorós, Enrique Ventura, Francesc Arroyo y Adolfo Usero.


NOTAS

[1] Hasta el momento, diversas publicaciones lo habían intentado, como la revista madrileña Cucú (1944-1948); el semanario deportivo de Barcelona El Once (1945-1965); Can Can (1963-1968), de la editorial Bruguera; Don José (1955-1958), creada por Mingote al salir de La Codorniz, y Tururut (1953). Las dos publicaciones que sí le hicieron sombra antes que El Papus fueron dos revistas nacidas en 1972, justo un año antes que el semanario objeto de estudio: Hermano Lobo (1972-1976), fundada por el mentor de La
Codorniz, Chumy Chúmez, pero con la mitad de páginas que El Papus, papel de mucho gramaje y un humor más intelectual, y Barrabás (1972-1977), matriz del semanario que investigo (Conde Martín, 2005: 224-289).
[2] Ricardo Martín de la Guardia (2008: 226) sostiene que «el Régimen las utilizaba como muestra de  pluralidad» ante la opinión pública, ya que «todas eran abiertamente opositoras».
[3] María Luz Morán (1992: 44-53) observa que la televisión aparece, con gran distancia, como el principal medio de comunicación a través del cual los ciudadanos obtienen información política. La información televisiva del momento, monopolizada por Televisión Española, se caracteriza por la simplificación y la ausencia de crítica o comentario.  
[4] Texto extraído del recurso contencioso administrativo núm. 304.649 al Tribunal Supremo contra el acuerdo del Consejo de Ministros, con fecha 6 de octubre de 1975, que desestimó el recurso de súplica de la revista contra la resolución del mismo consejo de suspender por primera vez la revista durante cuatro meses (del 5 de julio al 25 de octubre de 1975).
[5] Según uno de los creadores de la revista, Òscar Nebreda, el subtítulo de El Papus —«Revista satírica y neurasténica»— está inspirado precisamente en el de la revista francesa Hara-Kiri: «Journal bête et méchant» (“periódico bestia y malvado”).
[6] En realidad se trata de la misma revista, con los tres títulos o cabeceras que fue tomando.  
[7] Se trata de una fotonovela cómica que interpretan los miembros del equipo de redacción junto a otros colaboradores y que suele ser una parodia del tema central del número.  
[8] Como explicaré en líneas posteriores, a partir de agosto de 1974 la editorial pasará a ser Amaika.
[9] El resto de provincias españolas no llegan al 2% de la difusión.
[10] Desde febrero hasta octubre de 1984, El Papus ubicó en sus páginas un anuncio diseñado por dibujantes de la plantilla en busca de suscriptores. Al respecto, Carlos Navarro matiza: «Fue la distribuidora la que nos lo hizo poner. Necesitábamos dinero, estábamos en la cuerda floja. Pero de todo eso se encargó la distribuidora».
[11] El gerente Carlos Navarro cuestiona las cifras recogidas en la OJD y asegura que el cómputo total suma tanto la tirada del número extra en cuestión como la tirada del número ordinario que le acompañaba en cada ocasión. Según sus palabras, la tirada máxima que tuvo El Papus se situó alrededor de los 200.000 ejemplares.
[12] Instruyó el sumario en aplicación de la Ley Antiterrorista.
[13] Debo apuntar, como ventaja de la nueva revista del Grupo Zeta, que El Jueves contó desde su inicio con la venta asegurada de las suscripciones. En estas fechas la OJD registra unos cincuenta suscriptores mensuales.
[14] Expediente núm. 2122/73 del Ministerio de Información y Turismo.
[15] Palabras extraídas de la sentencia firmada por el magistrado del Juzgado de Instrucción núm. 7, Rafael Soteras, el 22 de julio de 1974, a raíz del juicio verbal de faltas sobre la Ley de Prensa 14/74 contra el número 10 de la revista El Papus.
[16] Palabras extraídas de la sentencia que firmó el juez Rafael Soteras a raíz del juicio de faltas sobre la Ley de Prensa 2/74 contra el número 21 de la revista El Papus.
[17] Tenía la mayoría de las acciones para desbloquear las votaciones en caso de empate.
[18] El 30 de octubre de 1974, el director general del Régimen Jurídico de la Prensa dictó una providencia que ordenaba el archivo de diversas actuaciones practicadas.
[19] En julio de 1979, el Tribunal Supremo acepto íntegramente las alegaciones de Ediciones Amaika y declaró ilegales las decisiones del Gobierno.
[20] Con este titular (“Soy Burro”) denunciaba la poca formación académica de la sociedad española.  
Creación de la ficha (2014): María Iranzo Cabrera. Revisión de Manuel Barrero y Alejandro Capelo. Edición de Félix López. · Datos e imágenes tomados de un ejemplar original
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Maria Iranzo-Cabrera (2014): "El Papus: Una revolución satírica que copó la crítica humorística española de julio de 1975 a marzo de 1976", en Tebeosfera, segunda época , 12 (31-III-2014). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 19/III/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_papus_una_revolucion_satirica_que_copo_la_critica_humoristica_espanola_de_julio_de_1975_a_marzo_de_1976.html