GHITA, LA DIOSA RAMERA DE ALIZARR
PACO MARTOS

Resumen / Abstract:
Notas: Texto redactado expresamente para el número 9 de TEBEOSFERA, especial dedicado a la presencia erótica de la mujer en los cómics. A la derecha, ilustración de Ghita por Frank Thorne.

GHITA, LA DIOSA RAMERA DE ALIZARR

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Simone de Beauvoir en 1944.  
Introducción 

El vocablo féminisme (feminismo) se acuñó en Francia hacia 1880 y se utilizó en Estados Unidos a partir de 1919, adquiriendo en las siguientes décadas un desarrollo de connotaciones al que contribuyeron entre otras las palabras de Simone de Beauvoir desde su libro Le Deuxième Sexe, publicado en 1949, un ensayo que recorre el destino, la historia y los mitos de la mujer señalando su constante menosprecio por parte del hombre, o los textos de Kate Millet, autora de Política sexual, y los de Shulamit Firestone en La dialéctica de la sexualidad, dos libros que concentraron en 1970 los fundamentos del movimiento feminista, que se consolidó en los políticamente convulsos años sesenta, durante los que se fundó la Organización Nacional para las Mujeres (NOW), representante del feminismo liberal
.

A partir de los años setenta se radicalizaron los postulados de todas aquellas voces, que coincidieron en denunciar la desigualdad de las mujeres y las animaron a organizarse para luchar contra la subordinación a los varones. El movimiento feminista, sus reivindicaciones y su lucha por la igualdad de derechos para las mujeres no se manifestaron de forma aislada durante esos años, sino que coincidieron y se reforzaron con los colectivos concienciados de una necesidad de cambio, de ruptura con las convenciones morales represivas, racistas, sexistas, clasistas, etc. heredadas de las políticas de dominio mediante la represión por amenazas y castigos violentos, propias del despotismo y los regímenes dictatoriales. Fue un cambio abrupto que alcanzó su máxima intensidad en las revoluciones del año 1968 tanto en Europa como en EE UU, en las que junto a las organizaciones feministas participaron de forma decisiva las iniciativas y manifestaciones artísticas, culturales, intelectuales, etc.

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La plaza Denfert-Rochereau de París, Mayo del 68.

La historieta y el humor gráfico ya eran conocidos como medios comunicativos propicios para la expresión de esa necesidad de ruptura con la represiva moral política y religiosa.

La historieta a su vez, también había sido víctima de esas políticas represivas que tenían su máxima representación en los controles que ejercía la censura de los regímenes dictatoriales europeos o en el específico Comic Code Authority (CCA) estadounidense. Esos sistemas de control de las publicaciones de historietas fijaron sus objetivos contra el contenido inapropiado para los jóvenes, contra el lenguaje obsceno, contra las imágenes explícitas de sexo y violencia, etc. y pusieron especial cuidado en controlar la imagen que se ofrecía de la mujer.

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Red Sonja nº1 (1977). 
La oposición a esos controles mediante publicaciones autoeditadas, marginales y alternativas, que dieron lugar al movimiento underground en EE UU y que tuvieron su reflejo coetáneo en Europa, destacando en Francia e Italia (ya que España siguió adormecida por dictadura algunos años más), sirvieron para liberar definitivamente a las imágenes dibujadas de ese velo de pudorosa hipocresía, para mostrarlas explícitamente en historias de asuntos muy diversos, entre las que destacaban las de temáticas sociales (drogas, enfermedades, prostitución, relaciones sexuales), y en las que tenían un papel fundamental la figura femenina con tratamiento de protagonista.

Frank Thorne, autor de cómics estadounidense fue a la vez heredero y contribuyente de aquellos cambios en la manera de mostrar la figura femenina en los cómics. Su extensa trayectoria profesional, desde sus comienzos en los pulps en 1948 hasta nuestros días, y su predilección por dibujar historias con bellas y exuberantes protagonistas femeninas, lo convierten en invitado forzoso a este número de TEBEOSFERA.

 

El mago del erotismo

 Frank Thorne nació en Rahway, Nueva Jersey, el 16 de junio de 1930. Su principal motivación para olvidar la carrera musical y proponerse llegar a ser dibujante de cómics, según narraba en su libro autobiográfico Drawing Sexy Women, fue conocer el trabajo de Alex Raymond; aunque las dos ocasiones en las que tuvo contacto con Raymond no resultaron satisfactorias, no se desilusionó. Comenzó publicando en los pulps y poco después dibujando historias románticas para Standard Comics. Mientras realizaba sus estudios de arte en The Art Career School de Nueva York, un joven Thorne de 20 años visitó King Features Syndicate con su carpeta de dibujos bajo el brazo y consiguió el encargo de las tiras diarias y dominicales del detective Perry Mason. Trabajó desde entonces para numerosas editoriales, abarcando diferentes géneros. Para Dell Comics realizó The Green Hornet en 1953 y Walt Disney's 20,000 Leagues Under the Sea en 1955. Desde ese momento muchas de sus obras se publicaron bajo el sello censor del Comic Code Authorithy, que se aprobó en 1954 y que prohibía de modo expreso mostrar la desnudez en cualquier forma, los dibujos sugerentes o libidinosos, las relaciones sexuales, el lenguaje soez, la vulgaridad y un largo etcétera. Para Gold Key, Thorne dibujó y entintó en 1962 el relato “The Fortune Hunters”que se publicó en  The Twilight Zone nº 5, con guión de Ben Oda. Sus trabajos para este título siguieron con “Shield of Medusa” para el nº 7 y con “The Bewitching Window”para el nº 10. Para el mismo sello fue dibujante y entintador de la cabecera Migthy Samsom desde 1964 hasta 1966.

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The Green Hornet (1953). 20,000 Leagues Under the Sea (1955). The Twilight Zone (1962).


En 1968 comenzó a trabajar para DC con el relato gráfico “Bait for a Buzzard” para el nº 119 de la cabecera Tomahawk, en la que siguió dibujando hasta 1972, cuando, además de trabajar para DC en G.I Combat, también comienzó a publicar en Korak. Son of Tarzan y, con menor frecuencia, en House of Mystery.

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 Mediascene nº 33 (1978).
Durante los años en los que la cultura underground socavó la rígidas normas de la censura política, moral y religiosa de manera que en 1971 el CCA ya había sufrido varias revisiones, Thorne continuaba dibujando historias con temáticas que iban desde el western a las aventuras de dioses mitológicos en mundos futuros, pasando por los temas bélicos, de horror, historias de piratas, hasta las aventuras selváticas del hijo de Tarzán; historias que tenían poco de transgresoras pero que ayudaban a los lectores con su exotismo y con las peripecias de sus personajes, a evadirse de la aburrida realidad social. Thorne, sin embargo, nunca se sintió atraído por las historias de superhéroes: quizá por esto fue incluido por Dan Adkins en la nómina de artistas de cómics promocionados en Mediascene (primero Comixscene), la publicación dirigida por Adkins junto a Jim Steranko, con la que daban a conocer a autores que se alejaban del estilo de los dibujantes de cómics de superhéroes. Junto a las de Thorne, publicaron obras de Alcalá, Kaluta, Wrightson, Russell, etc.g

En 1972, Thorne cruzó sus lápices con la tinta de Joe Kubert y los colores de Tatjana Wood en la serie Tarzan, en cuyo nº 216, correspondiente a enero de 1973, publicaron la historia “The renegades”. Durante 1974 continuó entregando historias cortas para varias series en DC: SuperCops, Adventure Comics, Star Spangled War Stories, etc. Desde abril de 1975 trabajó para la editorial Atlas Comics, antecesora de Marvel, en series como Tales of Evil, The Cougar, Devilina, Blazing Battle Tales, etc.

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Red Sonja, por Esteban Maroto. 
En aquellos años, Roy Thomas, guionista y editor, había recuperado para los cómics algunos de los personajes creados por Robert E. Howard, entre ellos Red Sonja (Sonja la Roja), una salvaje guerrera que apareció por vez primera junto a Conan en el n. 23 de Conan the Barbarian.

De Barry Smith fueron los primeros dibujos de Red Sonja, a la que el español Esteban Maroto vistió con el bikini que le dio la imagen definitiva, la que hoy permanece en el recuerdo de los aficionados. Red Sonja, por indicaciones del entonces editor Archie Godwin, fue a caer a los brazos de Frank Thorne, quien sin duda se enamoró del personaje y consiguió que su agresividad y su rudeza no terminasen ocultando su femenina sensualidad. Thorne dibujó doce números para la serie, alcanzando gran popularidad, lo que le llevó a aparecer en muchas jornadas y congresos sobre cómics, acompañado por señoritas disfrazadas como Sonja que hacían las delicias del público adolescente y no tanto. Tras su paso por Marvel, editorial que había presentado sin éxito a numerosas protagonistas superheroicas, Thorne pasó a publicar para Warren y fue en agosto de 1979, en el número 7 de su cabecera 1984, donde se publicaron por vez primera las aventuras de Ghita de Alizarr. Desde entonces la obra de Thorne ha girado en torno a la figura femenina, observada siempre desde una óptica erótica y libidinosa.

 

La diosa ramera de Alizarr

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Página de la serie, en 1984 nº31. 
Hasta que llegó a encargarse de los dibujos de Red Sonja, Thorne había dibujado gran cantidad de mujeres que nunca habían sido las protagonistas de las historias, personajes secundarios femeninos que se mantenían junto al héroe y que a veces le estorbaban más de lo que le ayudaban. Hasta entonces, las mujeres de Thorne aparecían sentadas, arrodilladas junto al héroe o agazapadas tras su espalda mientras que él resolvía algún peligroso asunto a punta de espada, trasunto fálico como señalaba Roy Thomas. Con Sonja, Thorne encontró el protagonismo de la mujer, una mujer de belleza voluptuosa, una mujer fuerte que no necesitaba un héroe, no necesitaba a ningún Conan, es más, lo rechazaba, lo despreciaba, pues ella era capaz de defenderse por sí misma. Aunque Thorne permaneció alejado artísticamente del movimiento underground que llenaba el país norteamericano de contracultura por aquellos años, y por supuesto no pretendió hacer de Sonja una abanderada de las reivindicaciones feministas, no es menos cierto que, aun sin pretenderlo, con Sonja y posteriormente en los años ochenta con Ghita de Alizarr, Thorne creó para los personajes femeninos unos perfiles con los que además de atraer al público masculino con sus anatomías voluptuosas, poses y atuendos, las heroínas encontraron la empatía del público femenino que se identificaba con aquellas mujeres de espíritu libre, fuerte, capaces de defenderse por sí mismas ante los violentos ataques de las espadas machistas. Unas mujeres que, después de haber sido humilladas por algún semental (tanto Sonja como Ghita fueron violadas en su adolescencia), son capaces de levantarse y seguir luchando por la libertad y contra la injusticia. Alejadas, eso sí, de la inmediata problemática social, peleaban por la defensa de valores universales, ayudando a los débiles, entre ellos y de forma especial a otras mujeres, porque el abuso y la violencia contra ellas fueron especialmente crueles y reiterados, y porque llevaron añadidos, como en el caso de las protagonistas, el escarnio y la humillación de carácter sexual que nunca encontraremos en el caso de protagonistas masculinos. Conan o cualquier otro héroe, aun en el improbable caso de resultar perdedor de alguna lucha, jamás llegaría a ser vejado sexualmente por su contrincante, éste es un castigo que en los cómics estaba reservado a las mujeres. 

Sonja la Roja fue la manifiesta influencia que tuvo Thorne para crear a Ghita de Alizarr, cuyo nombre topográfico incluso la recuerda por la alizarina, el compuesto orgánico utilizado como colorante rojizo especialmente para teñir tejidos. Ante sus enemigos el cabello encendido de Sonja reforzaba la idea de un carácter peligroso.

Ghita de Alizarr fue sin duda trasunto del personaje de Red Sonja, pero a su vez adquirió unos rasgos identificativos propios. Físicamente se presentaba modelada por Thorne con más suavidad, el autor había redondeado sus ojos, sus facciones y sus pechos, había engrosado sus labios y moderado su mirada, pero sobre todo había cambiado su forma de expresarse, porque Ghita no fue una mujer guerrera en busca de venganza como Sonja, marcada por la deshonra desde pequeña. En el caso de Ghita con Thorne como guionista, la historia había comenzado con una desgracia natural, la peste, que acabó con su familia y su pueblo. Ghita se crió en los burdeles y desde muy joven ejerció de prostituta, algo de lo que presume a lo largo del relato. Ghita utilizaba un lenguaje acorde a esa infancia y a esa dedicación, el sexo era parte de su vida y cuando le apetecía, lo expresaba sin tapujos y lo perseguía hasta conseguir disfrutarlo. Este comportamiento sexual explícito acompañado de un lenguaje obsceno sí parece emparentar la serie con el espíritu libertino y permisivo de la época, o al menos, alejarla de la correcta conducta moral de los estereotipados protagonistas de las historias épicas de fantasía heroica.

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Portada de 1984 nº 31, por Sanjulián. 

La historia de Ghita de Alizarr, publicada originalmente por la editorial norteamericana Warren, llegó a España a través del editor Josep Toutain. El primer episodio de las aventuras de Ghita se publicó en el nº 31 de la revista de cómics 1984, correspondiente a agosto de 1981, que le dedicó al estreno de la serie una portada especial realizada por Sanjulián.

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El show de Thorne: el autor como el mago Thenef y Linda Behrle como Ghita. 
En el número siguiente de la misma publicación, Manel Domínguez Navarro, técnico editorial en las revistas de Toutain, publicó el artículo “Frank Thorne. El mago de Alizarr” para presentar al artista y sus creaciones, de los que poco se conocía en España.  Domínguez Navarro apuntaba en aquel texto el éxito televisivo en Norteamérica de la serie de Thorne el mago con Sonja la Roja: todo el mundo seguía el show para ver a la maciza con el mago. Desde entonces, Thorne ya siempre trabajó en historias con predominante protagonismo de la figura femenina tratada de manera erótica. En el mismo artículo, Domínguez establecía la comparación entre el personaje de Ghita y el de Vampirella, calificaba a ambas como mujeres que “se valen de sus encantos sexuales para lograr sus propósitos. También cuenta con su propio Pendragón, Pendy, mago como el de Vampi, llamado Thenef trasunto de Thorne, pero éste sí mantiene relaciones sexuales con su heroína”.

En 1990 el mismo editor recogió las aventuras de Ghita, aunque no completas, en forma de álbumes en color y con algunas páginas nuevas y otras revisadas por el autor.

Ghita de Alizarr había sido comparada por supuesto con Sonja, también con Vampirella, y con otras mujeres con las que compartió con orgullo su condición de prostituta, como la protagonista de la novela de John Clelan, Fanny Hill, que fue llevada al cine y al cómic en diversas adaptaciones. También compartió con ellas el no sentirse atadas sentimentalmente, eran mujeres libres, como la Barbarella, de Jean-Claude Forest, mujeres espontáneas que, como Ghita, poseen esa luz propia, ese brillo contenido en otras muchas mujeres dibujadas por Thorne, desde Dale Arden -la compañera de Flash Gordon- Joan y Lil’ de Vrille -compañeras de Jim Bradley- o Jean -mujer de Tarzán-. Thorne desató en el personaje de Ghita todo el recato que acumulaban aquellas retraídas féminas, y no sólo en cuanto a mostrar sus cuerpos desnudos en poses en las que nunca encontraríamos a aquellas mujeres, sino que la fuerza del personaje, lo impactante de Ghita lo descubrimos cuando descuidamos la atención de su anatomía y atendemos a sus palabras. Una revisión de sus expresiones revelará un carácter que encajaba con la propuesta feminista; una mujer que sin abandonar su belleza y sensualidad, utilizaba un lenguaje reservado hasta entonces a los protagonistas masculinos.

 

El lenguaje de Ghita

Además del lenguaje soez inherente a su infancia en los burdeles, cuando Ghita fue violada por el resucitado Kan-Dhagon adquirió su fuerza y su destreza en el manejo de la espada, su odio hacia el enemigo y también heredó su lenguaje, el lenguaje de los hombres, de los guerreros. Desde el comienzo del relato, las palabras de Ghita son un alegato al valor de las mujeres que trabajaban ajenas a la invasión de los adoradores de Nergal: “Apostaría a que las mujeres siguen con su trabajo, aunque la ciudad esté plagada de infantería trolliana”, comenta Ghita a Thenef, el falso brujo, mientras se visten tras haber hecho el amor.

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Ghita y la espada de Kan-Dhagon en 1984 nº32.  
El autor parecía ser consciente de la identificación del público femenino con el personaje cuando el conjuro de Ghita con el que resucitó al general Kan-Dhagon lo hizo “en el nombre de las hermanas de Alizarr”. Ghita realizó aquel hechizo para defender a sus hermanas de profesión, por la libertad de las mujeres sometidas y utilizadas por la fuerza de los hombres. Ghita fue en aquel acto violada por Kan-Dhagon. Tras conseguir quitarle la vida al general con la ayuda de Thenef, Ghita se apoderó de su espada y de su armadura. Asistimos  entonces a la “Kan-Dhagonización” de Ghita, quien en esas viñetas, refiriéndose a la espada de Kan-Dhagon, exclamaba: “¡Mirad! ¡Es un pene enorme, siempre erecto. Siempre endurecido”. “Lo frotaré entre mis piernas como hizo Kan-Daghon con su viril espada”. Ghita alcanzó un lujurioso éxtasis con la espada de Kan-Dhagon, que la convirtió en una feroz guerrera ante los desconcertados Thenef y Dahib, un trollish, mitad troll mitad humano, con el que se han encontrado en su huida de la asaltada ciudad de Alizarr y que reconoce en Ghita a una diosa.

La aparición del trollish sirvió al autor para incluir las drogas en el relato. El trollish llevaba hierba de la que fumaron todos por la noche, cuando se encontraron a salvo en el bosque. La utilización de sustancias alucinógenas para provocar desórdenes de conciencia fue muy frecuente en la época de apogeo de la cultura undeground en norteamérica y también tuvo gran protagonismo en Europa durante la década de los años ochenta.

Con aquel lenguaje grosero Ghita conseguía desdramatizar el relato. Le sirvió, por ejemplo, para librarse del mítico unicornio. A Ghita no le interesaba la divinidad mitológica, y lo ahuyentó diciéndole: “¡La virtud de Ghita es su impureza! ¡Deshonrada hasta la médula! ¿Me oyes unicornio?”, y aquel grito parecía dirigirse a todos los hombres del mundo: ¿me  habéis escuchado todos los hombres del mundo? Porque la “impureza” en las mujeres las deshonraba ante el juicio de los hombres; sin embargo, Ghita convirtió esa mácula difamatoria en una virtud, evitando que la pudieran dañar con un ataque a su moralidad. Ghita fue fruto de la liberación de la expresión sexual que había llegado con el underground. No fue difícil que las mujeres ultrajadas, violadas, las madres solteras, etc. tuvieran en Ghita a una heroína más cercana a su realidad social que todas aquellas féminas disfrazadas que Marvel presentaba en un contexto superheroico.

Cuando Thenef predijo, mientras rociaba de arena los turgentes pechos de la guerrera, cuál sería su futuro, Ghita exclamó: “Sí. ¡Ghita, la diosa ramera, cabalgará triunfalmente por las calles de Alizarr”. Ghita luchaba con la espada de Kan-Dhagon, que guiaba su mano y poseía el ojo de Rammuz, la poderosa joya mágica. La magia, aunque falsa en este caso, la brujería, el ocultismo, etc., se encontraban entre los tradicionales temas recurrentes de la fantasía heroica, a la vez que conectaban con el interés por nuevas creencias que emergían en aquellos años como alternativas a los dogmas tradicionales. Para el anecdotario podemos apuntar que Thorne además de músico y dibujante, también fue mago aficionado. Ghita se convirtió, en parte gracias a esa magia, en una mujer guerrera, pero “Ghita no puede olvidar ni cambiar su pasado”.

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La escena de amor de Ghita con Temmen y los celos de Thenef, en 1984 nº34. 
Cuando se trataba de ceder libertades que tanto le había costado alcanzar, Ghita no dejaba lugar a dudas, y así, ante los celos de Thenef cuando Ghita hizo el amor con el joven y apuesto Temmen, le recriminaba al mago: “¡Siempre te he dejado hacer lo que has querido! ¡Pero tú no puedes quitarme mi libertad! ¡Iré con quien yo quiera!”. Y poco más adelante le gritaba a Thenef: “¡Ni tú ni Kan-Dhagon tenéis ningún poder sobre esta parte de Ghita!” llevándose la mano a su sexo. Ghita, cuando no era forzada o violada, sí que podía elegir a sus amantes, al contrario que Sonja, quien sólo mantendría relaciones sexuales con aquel que la derrotara en la lucha con la espada. La imagen presentada por Thorne de una mujer de impetuosa condición, se reforzaba en cada episodio con sus actos y sus palabras;  así por ejemplo, después de acabar con la vida del traidor Temmen, “de un tajo Ghita cercena el pene sin vida del joven…arrojándolo a la noche”.

Más adelante, en otro alegato no premeditado que concordaba con las reivindicaciones feministas norteamericanas, que durante los años setenta se manifestaban quemando públicamente sus sujetadores como repulsa al símbolo de sus opresiones por parte de la supremacía masculina, Thorne, que pudo ofrecernos en la siguiente escena otro sensual desnudo de la protagonista eligió presentar a Ghita, ebria de gincinebra, mientras renegaba de su armadura en unas viñetas carentes de erotismo y diciendo: “¡Esta jodida armadura! Las hombreras pesan nueve piedras y me irritan la piel. El guardabrazo y la canillera me pican. El guantelete me aprieta. Y la gema no se merece sino un río de orina caliente”.

 Ghita, que al comienzo de su aventura ya se había expresado respecto a los dioses Ammut y Nergal y a sus representantes diciendo: “Los sacerdotes de ambos son los cerdos más gordos y más ricos de las dos tierras”, volvía en este punto del relato a arremeter contra ellos, a despreciarlos: “¡Un culo siempre es un culo! De haber un dios y de tener culo, no sería mucho más aromático que el de Thenef”, y más adelante explícitamente opina: “Mi raja escasea en demonios, pero en tu honor me mearé en tu dios y en toda su divinidad”. Así se expresaba la que fue “ramera en los más bajos burdeles de Alizarr”, aquella que “se había formado en la sórdida vida de prostíbulo”.

Otro importante suceso, que situaba a la protagonista lejos de la concepción denigrante de las capacidades de las mujeres, se desarrollaba cuando Ghita se dirigía decidida a recuperar Alizarr: al atravesar los bosques de Azza y sentirse bajo la tormenta poseída por el espíritu de Kan-Dhagon Ghita gritaba: “Quiero ser… ¡una mujer!” mientras una voz que provenía de la espesura exclamaba: “¡Madre!” Es la voz de una niña que en el bosque le revelaba a Ghita: “El destino te ha negado la maternidad. Eso ya no tiene remedio”, “eres el instrumento de la voluntad de una diosa”, a lo que Ghita, mostrándole alzado su dedo corazón, le recrimina: “¡Métete esto en el culo, quienquiera que seas! ¡Y da gracias a que no te apuñale por llamarme madre!”. Ghita no había reconocido a Tammuz, la divinidad encarnada en una niña, y la voz del narrador la disculpa diciendo: “Perdónala, oh Tammuz, por no reconocerte. Seguramente Ghita no es perfecta, pero, más que diosa, es mujer”. Lo interesante de este encuentro era la revelación de que Ghita no podrá ser madre; con esta afirmación se rompía cualquier dependencia de Ghita con el hombre. No tenía padre, no tenía cónyuge y no tendrá hijos, por lo que tampoco estaba atada a su naturaleza biológica. La pérdida de esos valores, que junto a la domesticidad, la utilidad en el hogar, eran condicionantes imprescindibles para que una mujer fuese respetada en el marco del orden social, otorgaba a Ghita la libertad, la espontaneidad y el sentido crítico perseguidos por muchas mujeres reales de cualquier época.

En su lucha final con Nergón, mientras lo atravesaba con su espada, Ghita exclamaba: “Este filo es un pene duro y frío, es la ensangrentada verga de Kan-Dhagon, el gran pene del exterminio”. Tras acabar con Nergón, el rey troll, y con su cabeza ensartada en  la punta de la espada, Ghita, personificando el ideal de mujer libre, argumentaba: “¡Lágrimas! ¿Las ves Nergón? ¡No me avergüenzo de llorar por la victoria! De ser hombre no podría llorar. Pero llorar es un privilegio de mujer, y lamentarse y fornicar con quien me plazca y ser una gatita… ¡o un guerrero!”

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Fin del primer ciclo de Ghita de Alizarr, en 1984 nº 35.

Este episodio publicado en España en el número 35 de la revista 1984 cerraba con un “Fin” el arco argumental que coincidía con el contenido de los dos álbumes en color antes referidos. Los episodios publicados en los números 36 y 37 alcanzaron a los publicados por Warren en EE UU. En ellos se narraba cómo Ghita llegó a reinar en Alizarr junto al mago Thenef y al trollish Dahib, tras haber derrotado al ejército troll invasor llegado de Zephyran; aunque al poco tiempo, aburridos de la monótona vida en palacio, decidieron salir al encuentro de la compañía de teatro en la que Ghita y Thenef habían trabajado, como si de una historia picaresca antediluviana se tratase.

Un segundo ciclo de aventuras con los episodios numerados y considerados como independientes se continuaron publicando a partir del nº 42 de 1984 junto a otras series con protagonistas femeninas y de marcado contenido erótico como: Den, de Richard Corben; Zora y los cibernautas, de Fernando Fernández; Nave prisión, de Bruce Jones y Esteban Maroto, etc., que ponían de manifiesto el interés de los lectores por la expresión del amor sensual y por la anatomía femenina en los cómics de los años ochenta. La intensidad de estos relatos quizá fue menor porque Thorne se alejó del arquetipo de narración lineal del primer ciclo y debido también a que el carisma de Ghita se repartió con la atención a otros personajes como Rahmuz, el mago de cuatro brazos; Dakini, su concubina de cuatro pechos; la bruja Zohra, etc.

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Página de la serie Den, por Richard Corben. Zora y los cibernautas, de Fernando Fernández. Nave prisión, de Bruce Jones y Esteban Maroto.

 

La trama principal giraba en torno a la liberación del trono de Urd, y aunque Ghita mantuvo sus principios de mujer libre, sus comentarios de tendencia feminista fueron menos abundantes comparados con la primera parte. Sin embargo, Thorne no dejó de revisar la temática sexual, como la del amor lésbico, al que Ghita ya se había referido con anterioridad explicando: “¡Yo he retozado en la cama con mujeres! ¡Hacer el amor con los dos sexos no es nada malo! ¡Todos tenemos algo de sátiros y de ninfas!” La relación lésbica entre Ghita y la doncella muda Tyana fue uno de los momentos más dulces y tristes de la serie. Frente a otra mujer Ghita sí pareció mostrar sus sentimientos como nunca lo hizo por un hombre: “Merece ser amada hasta después de muerta”, se lamentaba Ghita por primera vez ante la muerte de su delicada amante a manos de Mu- Tau, el enorme cocinero mingano, que a continuación violó a Ghita en unas viñetas resueltas por la brujería.

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El mago Rahmuz y su concubina Dakini en 1984 nº42. Relación lésbica en 1984 nº44.

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Escena en la nave nupcial, en 1984 nº51.
El final de la serie tuvo lugar en un lecho nupcial convertido en una trampa mortal, coincidiendo de nuevo con los manifiestos feministas, que observaron el matrimonio como un mercadeo de mujeres en el que se convertían en pertenencias de los hombres, que las utilizaban principalmente para su beneficio sexual. El lecho nupcial era una “nave” que bajaba hasta los infiernos, en los que Ghita se reencontraba con los fantasmas de sus enemigos vencidos.

El episodio final, publicado en el n. 51 de la revista 1984, estuvo precedido por un texto en la sección Anecdotario titulado Adiós, Ghita, muchos te echaremos de menos, donde se explicaba que el final de la serie coincidió con el cierre de Warren y donde se ponía de manifiesto que fue una serie que levantó gran controversia entre los lectores. Algunos la calificaron de pornográfica y exigieron su supresión, mientras que otros la defendieron coincidiendo con la valoración editorial, que justificó su permanencia en la revista atendiendo a que era una serie “eróticamente atractiva”, con un tono desenfadado que refería el sexo sin tabúes, pero sobre todo la editorial defendió la calidad artística del trabajo de Thorne, su estilo de dibujo heredero de la escuela clásica, su amplio bagaje profesional y la relevancia de su indiscutible originalidad en la composición de las páginas.

En el año 1984, cuando la revista había cambiado su nombre por el de Zona84, en una separata desplegable que recogía la crónica del 4º Salón de Barcelona, se publicó una entrevista con el autor y un reportaje fotográfico sobre la visita de Thenef (Thorne) y Ghita al evento. En 1987, en el nº 36 de la misma revista, dedicaron ocho páginas a la promoción de la futura película de Ghita de Alizarr. El reportaje, firmado como Filstrup por Josep Toutain, mostraba algunos bocetos realizados por Thorne para la película y anunciaba “la edición de una selección de las mejores ilustraciones realizadas para la película, en papel de dibujo y sibarítica impresión”; publicación que no llegó a materializarse, como nunca tampoco se estrenó la película.

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Detalle de la separata del 4º Salón del Cómic de Barcelona, en Zona84 (1984).

 

Otras mujeres, otros mundos

Sonja y Ghita no fueron las únicas mujeres protagonistas en la vida artística de Thorne, que por aquellos años ya publicaba en Playboy la serie de humor Moonshine McJuggs, parodia de la exitosa serie Lil Abner, de Al Capp. Frank Thorne destapó en las correrías de aquellas dos familias enfrentadas, los McJugs y los McBuns, los aspectos impúdicos que se ignoraban en la serie de Capp. La página de historieta inicial dio paso en los últimos años a una página con un chiste ilustrado.

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Imágenes de Moonshine McJuggs (izquierda)
y Lann (derecha).
Por otra parte, a las aventuras de la rubia y exuberante Ghita de Alizarr siguieron las de otra voluptuosa mujer, Lann, publicadas en la revista norteamericana Heavy Metal.

Frank Thorne, que había nacido el mismo año que Jean-Claude Forest, creador de la heroína intergaláctica Barbarella, extremó aquel modelo precedente con la creación de Lann. Lann Marin, la atractiva morena de pelo corto, había sido sometida a un programa “retrogenético” que la mantenía en la edad de veinticinco años. Thorne, que había trabajado desarrollando gráficamente historias que abarcaban una amplia escala temática, que le exigió dibujar sórdidos personajes de ultratumba en ambientes tenebrosos, criaturas asombrosas que destrozaban las ciudades y héroes que las liberaban de aquellos enemigos de otros mundos, asuntos de policías y delincuentes, conflictos bélicos, etc., utilizó esa variedad de ambientes y personajes para desarrollarlos en torno a una protagonista femenina. En el caso de Lann, publicada en España en los seis primeros números de la revista Zona84, los personajes eran trasuntos de los que reinaron en Alizarr, trasladados desde un mundo antediluviano a un paisaje espacial. Lann (Ghita) se desenvolvía en un mundo futuro acompañada de Shardin Bowie (Thenef-Thorne) y del descomunal androide Robbi (Dahib). El personaje femenino heredó el poderoso atractivo físico de Ghita, pero sus palabras estaban desprovistas de cualquier connotación reivindicativa, la historia se había convertido en una simple anécdota, un entretenimiento, una excusa para mostrar los dibujos de la atractiva anatomía desnuda de Lann, una suerte de seudopornografía galáctica.

 

Conclusiones

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Manifestación a favor del derecho al aborto en Madrid en 1983. Fotografía de Raúl Cancio. Bajo estas líneas, portadas de Ribit! (izquierda) y de un recopilatorio de Iron Devil (derecha).

 
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Red Sonja, la guerrera imposible de seducir para la que Thorne diseñó a finales de los setenta una imagen sexy a la vez que agresiva, encontró simpatizantes entre las mujeres que ahora luchaban organizadas contra la hegemonía masculina, aunque las intenciones de Roy Thomas y los siguientes guionistas de la serie no fueron sino las de atraer y entretener al público masculino en especial. A comienzo de los años ochenta sin embargo, Frank Thorne parecía incluir un mensaje -quizá no deliberado- en apoyo de manifestaciones en defensa de la igualdad de derechos y libertades para las mujeres en su obra Ghita de Alizarr, que por supuesto tenía la diversión y el erotismo como sus motivaciones principales. Ghita era una Sonja liberada de sus ataduras morales, una mujer que disfrutaba del sexo en cualquiera de sus posibilidades. Ghita estaba desprovista del deseo de venganza y tampoco suponía la contrapartida femenina de ningún héroe. Ghita, la sensual guerrera, nos inducía a pensar con su actitud y carácter, pero sobre todo con su lenguaje obsceno y provocativo, en las coincidencias de su discurso con las proposiciones feministas de finales de los setenta y en general, con las manifestaciones contraculturales que agitaron los años ochenta. Los planteamientos de Ghita coincidían con aquéllos cuando dignificaba su condición de prostituta, reconociéndola y disfrutándola; cuando renegaba de los dioses, de las religiones y de sus representantes, cuando fumaba hierba, cuando mantenía relaciones sexuales con otras mujeres y en definitiva, mientras defendía su libertad.

Thorne siguió escribiendo y dibujando historias que tenían por protagonistas a rijosas mujeres de pechos voluminosos y torneadas piernas. La sexualidad, mostrada sin tabúes y con ánimo libidinoso hasta entonces, pero sostenida por el contexto de una trama principal, cruzó los límites con la pornografía, ya sin restricciones de guión, en obras como Ribit o Iron Devil durante los años noventa. Relatos que también se encuadraron en mundos exóticos y desconocidos para relajar la atención de la ubicua censura moral.

El veterano autor explicó en alguna entrevista que no le importaba que sus trabajos fuesen calificados como pornográficos si habían sido elaborados con elegancia y resultaban además, divertidos.

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Divertida autoparodia en The Comics Journal.

 

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Creación de la ficha (2012): Paco Martos. Edición de Félix López. Revisión de Alejandro Capelo y Manuel Barrero. · Datos e imágenes tomados de ejemplares originales y de diversas fuentes de internet.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
PACO MARTOS (2012): "Ghita, la diosa ramera de Alizarr", en Tebeosfera, segunda época , 9 (17-V-2012). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 29/III/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/ghita_la_diosa_ramera_de_alizarr.html