LÁGRIMAS Y COHETES Y AMOR: MITO O LEYENDA DE LA LLORONA EN GILBERTO HERNÁNDEZ
RICARDO VIGUERAS

Resumen / Abstract:
Notas: Texto de una conferencia leída el 6 de noviembre dentro del I Coloquio de Discurso(s) en Frontera(s): Discursos fronterizos en las Culturas populares, celebrado en la UACJ los días 6 y 7 de noviembre de 2008. Ha sido cedido por su autor para su publicación en TEBEOSFERA número 8
Palabras clave / Keywords:
Beto Hernandez, Palomar, Jaime Hernandez, Locas, La Llorona, Bros. Hernandez/ Beto Hernandez, Palomar, Jaime Hernandez, Locas, La Llorona, Hernandez Brothers
LÁGRIMAS Y COHETES Y AMOR
MITO O LEYENDA DE LA LLORONA EN GILBERTO HERNÁNDEZ

1.      Un repaso a la Llorona histórica

 

Para los que viven en México no es necesario destacar la importancia de la leyenda de la Llorona en el imaginario popular del país desde hace siglos. Se trata de una leyenda bien conocida, que cualquier mexicano podría contar si alguien le animase a hacerlo. No es por ello extraño que, tras una pervivencia de siglos más que afortunada, la leyenda de la Llorona haya trascendido a todas las artes musicales, literarias y visuales del siglo XX y ya se haya ganado su bien merecido lugar entre las que se desarrollan dentro del siglo XXI. Como todos sabemos, la historia de la Llorona es, en esencia, la historia de una mujer que asesina a sus hijos pequeños. A partir de aquí, todos los elementos que integran esta historia (dónde, cuándo, cómo y por qué mata a sus hijos esta desgraciada mujer) varían enormemente a lo largo de todo México, pero todas las versiones (de las que se han podido recopilar, sólo en México, al menos ciento veinte) coinciden también en cuál es el castigo que esta mujer deberá sufrir por haber cometido tan abominable crimen: su espectro, condenado a vagar durante generaciones, se lamenta y pregunta a voz en grito, aterrorizando a quienes la escuchan: “¡Ay, mis hijos! ¿Dónde están mis hijos?”.

www.tebeosfera.com 
Una versión gráfica tradicional del mito de la Llorona. 
Quienes han estudiado con exhaustividad la leyenda de la Llorona no han dejado de destacar los más que posibles orígenes prehispánicos de la historia[1]. No todas las divinidades precolombinas pudieron pasar por un proceso de cristianización como fue el caso de Tonantzin, diosa madre, con su sincretismo cristiano que es la Virgen de Guadalupe. Algunas, como en el caso de las antiguas diosas Xochiquetzal y Chihuacóatl, estaban llenas de connotaciones sexuales negativas que no tenían cabida dentro del culto mariano, por lo que acabaron por establecer “puentes simbólicos con las fantasías de la maldad y la posesión diabólica imaginadas en el canon cristiano”[2]. Se produjo una asimilación del mito de Eva con Chihuacóatl, y en las Cihuateteo, mujeres divinizadas asociadas al culto de esta divinidad, encontramos, de acuerdo con los antropólogos contemporáneos, el antecedente prehispánico o germen de la leyenda de la Llorona o Lloronas, pues estas mujeres que morían durante el parto eran deificadas después de su fallecimiento y pasaban a integrar el cortejo del Sol durante su camino diario rumbo al ocaso. Eran madres divinizadas que, dentro de la mitología prehispánica, después descendían a la tierra «para anunciar desgracias y maleficios, gritando y asustando a los mortales en las encrucijadas, o en las riberas de ríos o lagos, forma a la que se agregaría el elemento culpa en su acepción cristiana»[3]. Posteriormente, el mito ahondaría en los elementos de culpa añadiendo aquel de la seducción que ya era inherente a Eva en su inicial comparación con Chihuacóatl. Así, en el periodo posterior a la independencia de México y bien enraizada la conciencia nacional en una construcción del imaginario nacional, la culpa de Chihuacóatl / Eva se convirtió en culpa histórica y se parangonó a la Llorona con la Malinche, gran traidora de la historia de México, de quien se aseguraba a finales del la década de 1830 que su fantasma se aparecía en las cuevas, cisternas y bosques del castillo de Chapultepec[4].

 www.tebeosfera.com
 Otra representación de la Llorona.
Como relatan Báez-Jorge y Spinoso en su artículo, cincuenta investigadores han consignado más de ciento veinte versiones distintas a lo largo y ancho de todo México durante todas sus épocas, y entre ellas nueve versiones literarias que ellos consideran las fundadoras. Entre estos nueve textos literarios, que datan todos del siglo XVI, se apunta ya la conexión entre la Llorona y Chihuacóatl como su ancestro prehispánico, principalmente porque esas versiones insisten en que ésta fue la divinidad que anunció a Moctezuma el final de su imperio. La historia de que una mujer, más tarde identificada como Chihuacóatl, vagaba durante la noche por Tenochtitlán mientras lloraba y anunciaba la desgracia de sus hijos ha sido considerada, por los antropólogos modernos, como el puente simbólico entre las diosas prehispánicas y la leyenda de la Llorona moldeada más tarde según los criterios del imaginario de inspiración europea[5].

www.tebeosfera.com 
Una de las representaciones teatrales del mito. 
Así pues, tenemos una leyenda amparada en una rica y larga tradición prehispánica, lo cual permitió su pervivencia en un contexto colonial donde este personaje se vino a mezclar, y hasta consolidar, con el testimonio de otras Lloronas de la península Ibérica, donde, sin embargo, la leyenda no tuvo nunca la dimensión nacional ni la trascendencia histórica que sí alcanzaría en México. Durante la construcción de la identidad nacional, la literatura tendría un papel preponderante en marchar al rescate de historias populares que hasta entonces habían corrido de boca en boca durante generaciones. El periodo romántico impulsó la recuperación de toda clase de historias de brujas, tesoros y aparecidos, y la figura secular de la Llorona comenzó una trayectoria literaria: autores como Guillermo Prieto, Juan de Dios Peza, en el siglo XIX, o Luis González Obregón y Octavio Paz en el XX, concedieron una dimensión artística al personaje, siendo preponderante sobre todas ellas la pieza teatral que escribieron en verso Juan de Dios Peza y Vicente Riva Palacio, versión que se ha convertido en la más difundida y sobre la cual se han apoyado otras muchas versiones. En ella, la Llorona es llamada Luisa, una mujer de origen humilde que durante el periodo colonial se enamora del caballero español don Nuño de Montes Claros, con quien engendra tres hijos. Cuando Montes Claros la rechaza para casarse con una mujer que se ajusta más a sus aspiraciones sociales, Luisa asesina a sus propios hijos y es condenada a la horca. Una vez muerta, la justicia divina la condena a vagar eternamente hasta volver a dar con las almas de sus retoños.

Si bien es ésta la versión más difundida, ya hemos dicho que no se trata de la única, y en su desarrollo pesan demasiado los referentes clásicos y mitológicos, pues la historia que nos relatan Peza y Riva Palacio es una versión colonial del mito de Medea, mito, no debemos olvidarlo, que también sufrió importantes modificaciones al ser recreado por Eurípides, ya que en el mito original Medea no mataba a sus hijos tenidos con Jasón. Un análisis entre la leyenda de la Llorona y la Medea de Eurípides sería aquí necesario, pero por razones de espacio deberemos dejarlo para mejor ocasión. La versión de Peza y Riva Palacio tendría una gran trascendencia hasta la actualidad, ya que en 1960 se llevaría a cabo una adaptación de la misma para la película La Llorona (dirigida por René Cardona), protagonizada por Mauricio Garcés y María Elena Márquez. Los estudiosos han reconocido que la película ha influido de tal manera sobre varias generaciones de espectadores que muchos, de manera inconsciente, cuentan la versión cinematográfica cuando se les pregunta por la leyenda de la Llorona[6].

 www.tebeosfera.com
 La película más recordada sobre la Llorona.
Otra versión de la historia de la Llorona es recogida por el historiador popular Bernardo “Nayo” Lorenzo Camacho en su libro Leyendas y vivencias de Veracruz. A pesar de no tratarse de una leyenda tradicionalmente asociada a Guanajuato, el autor no deja pasar la ocasión de presentarla en su libro, quizá porque también la ciudad veracruzana de Xalapa, precisamente, está bien familiarizada con la Llorona por medio de destacadas leyendas locales que hablan de su aparición[7]. La trascendencia de la leyenda ha traspasado fronteras, no sólo geográficas (un rápido vistazo a Internet despliega ante nuestros ojos versiones latinoamericanas del mismo personaje), sino culturales. La Llorona no ha sido solamente citada entre los recuerdos de muchos escritores mexicanos que han recreado su historia desde el siglo XIX, sino que también ha protagonizado películas. Si bien la más famosa e influyente resulta ser la dirigida por Cardona, ha tenido otras evocaciones cinematográficas desde 1933 a 2007, entre las cuales encontramos incluso una versión donde la Llorona lucha contra Santo y Mantequilla Nápoles[8]. La Llorona también ha tenido destacadas intervenciones en el cómic (apariciones episódicas en diversas series como Leyendas de América, de Ed. Novaro, y de nuevo contra Santo en la serie que le dedicó el importante monero[9] mexicano José G. Cruz), las radionovelas y la canción popular, entre cuyas versiones tradicionales podemos contar la versión istmeña o la versión jarocha, además de otras coplas recogidas en El Cancionero folklórico de México, donde, si bien sobresalen las estrofas recogidas en Oaxaca, aparecen numerosas variantes de otros rincones del país[10]. En definitiva, el valioso estudio que Sáez-Jorge y Spinoso dedican a la Llorona acaba con una afirmación rotunda que no podemos dejar de consignar aquí para constatar la omnipresencia que la leyenda de la Llorona tiene entre los mexicanos:

"Sea como fantasma de cabecera o como bandera de lucha, a donde vayan los mexicanos llevarán su Llorona, y allá como aquí, en tanto existan crisis, culpas y complejos emergerá el mito, y el fantasma sollozante cumplirá su papel de mediación simbólica y control social”[11].

 

2.      La Llorona en la obra de Gilberto Hernández

 

Después de esta conclusión tan rotunda, convencidos ya de la importancia superlativa de la leyenda, queda por responder a la pregunta: ¿y adónde van los mexicanos y cómo se llevan a su Llorona cuando lo hacen? Ya hemos visto, dentro del propio México, cómo la Llorona ha traspasado todas las fronteras de la cultura popular hasta llegar a nuestros días y demostrar su irrefutable poder de seducción y vigencia. Es, por lo tanto, una leyenda actual. ¿Lo es también fuera de México, allá donde los mexicanos se encuentren? Un repaso al listado de películas que han abordado la leyenda arroja, al menos, tres producciones norteamericanas que conforman una trilogía, además de otros cortometrajes diversos sobre el mismo tema. Creo que resulta inobjetable que el principal destino de la emigración mexicana tiene como objetivo Estados Unidos, y que, por tanto, es allí donde se han instalado las principales lloronas concebidas desde el otro lado, no como un simple producto de Hollywood para captar espectadores de América Latina, sino como una forma de expresión de la propia identidad de los mexicano estadounidenses que radican al norte del río Bravo. Desde este punto de vista, la literatura chicana ha resultado ser un fenómeno emergente que hoy goza de estudios serios al respecto. Instalados en las universidades, los estudios chicanos han revalorizado autores que, posiblemente, desde otro punto de vista o enfoque no despertarían la atención de crítica y público lector. Existe una crítica conservadora al respecto, de la cual el miembro quizá más conocido sería Harold Bloom, que desconfía de las nuevas disciplinas de estudio al considerarlas ajenas a una valoración exclusivamente estética. La “Escuela del Resentimiento”, como la ha llamado Bloom, estaría integrada por estudios y disciplinas que desde la antropología reivindican la obra literaria no desde su valor estético, sino desde puntos de vista ajenos al mismo, como los estudios de género, regionales o queer, donde lo importante, argumenta Bloom, no es el valor estético y literario de una obra, sino la pertenencia de cierto autor a cierto sexo (ni que decir tiene que con estudios de género nos estamos refiriendo al sexo femenino), su pertenencia a una región o colectivo étnico, o su orientación sexual. Desde este punto de vista, la Escuela del Resentimiento estaría integrada por todos aquellos cuyo valor literario es pobre o inexistente y que, sin el amparo de estas nuevas disciplinas que buscan la democratización de los estudios literarios, serían autores ignorados o condenados a un justo olvido.

www.tebeosfera.comwww.tebeosfera.comwww.tebeosfera.com www.tebeosfera.com
 Varios carteles de adaptaciones cinematográficas del mito.
 www.tebeosfera.com www.tebeosfera.com www.tebeosfera.com www.tebeosfera.com

En el centro de esta polémica se encuentra la literatura chicana, que es desdeñada por muchos y reivindicada por otros tantos. Con el término chicano (apócope, parece ser, del gentilicio mexicano) nos referimos, en primera instancia, a todos aquellos mexicanos que quedaron dentro de los territorios anexionados por Estados Unidos (Texas, Nuevo México, California), y en segundo lugar, a los hijos y descendientes de mexicanos emigrados a Estados Unidos que allí nacieron y viven y representan un interesante sincretismo de ambas culturas. Si bien la literatura chicana tiene sus defensores, detractores y estudiosos, no es tarea nuestra decir aquí y ahora si la literatura chicana carece o no de calidad literaria; por otra parte, sí podemos asegurar que no existe un solo autor que internacionalmente represente la chicaneidad como referencia fácilmente conocida por todos de la misma forma que Juan Rulfo representa universalmente a México o García Lorca representa universalmente a España.

Para encontrar esta referencia universal deberíamos desviarnos un poco de la literatura considerada canónica y detenernos en un medio que, para muchos, se encuentra en la frontera misma de la literatura y de la cultura popular: el cómic. Este medio de comunicación, que hoy ya está considerado como una de las artes emergentes del siglo XXI, ha dado en los últimos treinta años pruebas de su madurez gráfica y literaria con la eclosión de la novela gráfica, concepto inventado por Will Eisner en 1978 con la publicación de su novela Contrato con Dios, obra que aprovechaba “la libertad de cátedra” surgida con el boom del movimiento underground para aprovecharse de su rupturismo y solventar sus carencias por medio de una aproximación al cómic mucho más adulta y también menos lúdica, pero no necesariamente. Will Eisner no sólo pasó los últimos treinta años de su vida apuntalando un medio que él había contribuido a crear en buena medida, sino que, además de sus obras de madurez, incursionó en la teoría desarrollando su visión del cómic como un medio adulto parangonable a la literatura a todos los niveles. Dos obras fundamentales para comprender este giro a la madurez y complejidad del llamado noveno arte son sus libros teóricos Comics and Sequential Art y Graphic Storytelling, donde demuestra que el cómic es un medio cuya gramática visual guarda estrictas correspondencias con la gramática de la lengua y que, independientemente de la importancia que el diálogo pueda tener en un cómic, existe un lenguaje ciertamente coherente y organizado sin limitaciones de expresividad[12].

www.tebeosfera.com
 
Los Hernández utilizaron el mito como reclamo en varias de sus historietas, como se ve en el número de 1986 de la imagen superior. En la inferior, número 17 de la revista, que fue donde se publicó la primera parte de "Duck Feet". 
 www.tebeosfera.com 
Will Eisner es una referencia universal del medio, como también lo son Gilberto y Jaime Hernández (Oxnard, California, 1957 y 1959), autores chicanos que contribuyeron aproximadamente en los mismos años a conceder al cómic un aliento adulto y una complejidad argumental comparable a la de las grandes obras literarias de largo aliento y complejidad. Desde 1982, Gilberto y Jaime (con la participación eventual de su hermano Mario) han publicado la revista Love and Rockets. Excelentes dibujantes y escritores, han dado rienda suelta a su imaginación a lo largo de centenares de páginas; ambos han utilizado la revista Love and Rockets para construir dos universos narrativos complejos llenos de personajes interrelacionados; ambos tienen origen mexicano y nacieron y han crecido en Estados Unidos entre dos influencias: la cultura anglosajona predominante y la herencia de los padres y de los barrios mexicanos donde crecieron. La originalidad de su arte consiste en que los Hernández han logrado una amalgama entre ambas culturas y han construido un universo personal. La obra de Gilberto, Beto, fue bautizada por él mismo en español como Sopa de gran pena (Heartbreak Soup) y transcurre en Palomar, un pueblito de 386 habitantes en algún lugar indeterminado del norte de México cuya vida gira en torno a un personaje femenino fundamental: la india Luba; la de Jaime, titulada Locas, en el barrio imaginario de Hoppers 13, un barrio de mexicanos en Los Ángeles muy parecido a aquel en que crecieron. Mientras que la obra de Beto ha sido comparada con el realismo mágico y Cien años de soledad, la obra de Jaime, más urbana, tiñe de una magia punk y postmoderna la vida cotidiana de los chicanos e inmigrantes de los barrios mexicanos de Los Ángeles y otras grandes urbes de Estados Unidos.

Es precisamente por esto que los Bros Hernández son el referente apropiado para llevar a cabo un análisis de los elementos mexicanos que perviven en su obra y cómo son utilizados. En concreto, será Beto Hernández quien recree en dos ocasiones a la Llorona, que este autor integra en el inmenso mosaico de su obra de dos formas distintas, pero igualmente interesantes. Nos encontramos, pues, con una recreación de la Llorona llevada a cabo por un miembro de la comunidad mexicano estadounidense cuya integración a la cultura popular estadounidense está más allá de toda duda y cuya obra ha tenido una trascendencia crítica y de público en todo el mundo cuyo equivalente en la literatura chicana no existe todavía pues no hay un autor destacado y reconocible como tal.

 

3.      Una bruja en Palomar: la Llorona

 

 www.tebeosfera.com
 Dos viñetas de "Duck Feet", con la llegada al poblado de la bruja y con los niños "robacalaveras".
 www.tebeosfera.com
La primera vez que Beto Hernández recurrió al personaje de la Llorona fue en Duck Feet, una de las primeras historias largas que transcurren en Palomar y en la que una bruja innominada llega al pueblo fronterizo. Duck Feet fue publicada de manera serializada entre los números 17 y 18 de la revista Love and Rockets y es una historia extensa dividida en dos partes o actos. Una anciana llega a Palomar y mientras se interna en el pueblo produce un extraño ruido al golpear un objeto con otro. En su camino se encuentra con la sheriff Chelo y le pregunta por un lugar donde atender sus pies, pues ha hecho todo el camino andando. La sheriff Chelo, quien antes había ejercido la profesión de bañadora y no había visto a una bruja desde su infancia, recuerda que lo aconsejable es tratar a las brujas lo mejor posible, así que acepta lavarle los pies para congraciarse con ella. Sin embargo, un acontecimiento provocará la ira terrible de la bruja. Los niños que corretean por la calle (una pandilla integrada por Doralis, Boots y otros habituales de la serie en esta etapa) hurtan mientras tanto el pequeño morral de la bruja y descubren en su interior un cráneo de bebé que extravían mientras se lo lanzan unos a otros y que va a parar a una fosa adonde Luba ha caído por accidente y de la que no puede salir porque está herida de un brazo. Al descubrir la bruja que del pequeño morral ha desaparecido el cráneo de aquel a quien llama su hijo, monta en cólera y maldice el pueblo de Palomar. Durante la segunda parte vagará por el pueblo convertida, efectivamente, en la Llorona, sin dejar de gemir en cada momento: “¡Aaaay…! ¿Dónde está mi hijo?”. Mientras tanto, todos los personajes de Palomar comenzarán a sufrir alucinaciones y a sangrar por todos sus orificios. Es la maldición de la Llorona. Por razones de tiempo, no es éste el lugar adecuado donde analizar con mayor profundidad la personal recreación que Beto hace de la Llorona en Duck Feet, aunque, como podemos observar, lleva a cabo una brillante labor de interpretación y adaptación al transferir la esencia del personaje legendario, que es su terrorífico grito y su búsqueda del hijo muerto, a este episodio de su serie, extrayendo a todos los personajes de la realidad y sumergiéndoles en una atmósfera de pesadilla y sufrimiento en la cual cada uno de los personajes enfrentará las propios temores y angustias existenciales.

 

4.      Biografía de la Llorona

 

www.tebeosfera.com 
New Love número 5, con una nueva versión del mito de la Llorona. 
La segunda recreación que lleva a cabo Beto Hernández de la leyenda de la Llorona se produce en el número 5 de su miniserie New Love, la cual fue publicada en comic book entre agosto de 1996 y diciembre de 1997. New Love estuvo programada desde su inicio como una miniserie de seis ejemplares, cuyo título aludía precisamente a una nueva fase creativa en la vida de Beto. Atrás quedaba el viejo Love and Rockets, y de sus cenizas surgía un New Love. Ambos hermanos siguieron desarrollando sus sagas bajo el sello de la misma editorial (Fantagraphics), pero ahora por separado y prescindiendo del formato revista (que se prestaba mejor a sus habilidades narrativas y pictóricas) para incursionar en el formato cuaderno, que es el formato casi oficial de la industria del cómic en Estados Unidos. Además, en aquellos años se produjo en Europa la debacle final de las grandes revistas (en Estados Unidos se había producido años antes con el cierre de las cabeceras de Jim Warren, y sólo parecía sobrevivir, como una especie de elefante blanco, la longeva Heavy Metal, con alguna eventual incursión de algún valiente de la edición). Las revistas representaban el pasado, las historias largas en pequeñas dosis no interesaban a nadie y los lectores viejos de cómics se retiraban de la afición o se refugiaban como monjes en el monasterio de los clásicos que habían atesorado durante años. El nuevo estilo que los guionistas ingleses (antes que nadie, Alan Moore, y luego Neil Gaiman, Grant Morrison, etc.) habían llevado a los comic books había revitalizado a los superhéroes, que ahora incluso adquirían categoría de lectura de qualité mediante formatos tradicionales o variaciones del mismo (el formato prestige, adviértase el adjetivo). En todas partes los superhéroes y su formato vivían una nueva edad de oro (si es que alguna vez hubo una). Los grandes artistas del legendario underground se retiraron o comenzaron a ser apreciados como autores indie y se refugiaban en Fantagraphics Books y en otras editoriales pequeñas. Todavía pasarán estos autores una pequeña travesía del desierto hasta que entren en las librerías generalistas (abanderadas por la innovadora Amazon) las novelas gráficas y se normalicen, hasta cierto punto, los formatos extraños (como el de Jimmy Corrigan, de Chris Ware, o el Maakies, de Tony Millionaire). Hoy el cómic vive un nuevo momento de pujanza (por supuesto, en ningún país del mundo volverán las ventas de los años treinta o cuarenta).

Éste es el momento en que Fantagraphics saca al mercado una nueva época creativa de dos de sus valores más seguros, los Bros Hernández, ya en aquel tiempo respaldados por la crítica sesuda y seguidos por un público fiel de cómics adultos que, gracias a las virtudes de la globalización y de la venta por catálogo, se extiende al mundo entero. Durante el mismo periodo en que Beto publica New Love, Jaime continuará con su saga de Hoppers 13 a través de otras miniseries como Penny Century (siete números) o Maggie and Hopey. New Love es una publicación miscelánea que en ningún momento desarrolla una historia de largo aliento como las que tuvieron cabida a manera de serial en la revista Love and Rockets (“Río Veneno” sería el ejemplo paradigmático, pero no el único). New Love se centra, principalmente, en la serie de historias cortas “Letters from Venus”, protagonizadas por la niña Venus, hija de la blonda Petra y hermana de Fritz. Si bien ambas son hijas de María, la madre de Luba, no comparten el mismo padre y mantienen una relación más o menos estrecha cuando Luba emigra a California tras la destrucción de Palomar). Las historias de Venus se constituyen en frescos retratos de la compleja y un tanto excéntrica vida familiar de esta rama de la familia de María, una familia donde las mujeres quedan siempre como referencia fundamental y ostentan el poder ante hombres que indefectiblemente vienen y van, y una familia, en definitiva, tan complicada como la de tantas familias mexicanas de la vida real con diversos matrimonios y padres distintos de hijos tutti frutti que desarrollan genealogías y relaciones de parentesco casi bíblicas.

La primera distinción importante que hay que hacer es que, al contrario de las historias centradas en Luba que tuvieron lugar en Love and Rockets, Palomar (el viejo pueblo) pertenece al pasado y las nuevas generaciones viven en Los Ángeles, donde personajes como Doralis (hija de Luba) o Pipo (vieja amiga de Luba de toda la vida desde Palomar) han conseguido triunfar dentro del american dream, a veces, como se jacta Pipo en una de las historietas, sin saber ni papa de inglés. Las nuevas generaciones, a las que se unirá Luba en algún momento, representan no a los mexicano estadounidenses de segunda generación que habitan Hoppers 13 y otros barrios chicanos retratados por Jaime Hernández, sino a los mexicanos inmigrantes que parten ilegalmente a Estados Unidos y allí consiguen triunfar en el sueño americano donde el sueño azteca se volvió pesadilla.

 www.tebeosfera.com
 Los personajes de New Love, orbitando en torno a Venus.
Las historias que nos cuenta la pequeña Venus son frescas, chispeantes y divertidas. Son la mirada lúdica y crítica de los niños de ahora, que todo lo aprenden muy pronto gracias al bombardeo mediático al que están expuestos y que no parecen haber conocido la inocencia desde un punto de vista tradicional ya un poco desfasado. Ausentes de dramatismo, aunque no de amor y conflicto, las “Cartas de Venus” podrían decepcionar a quienes hubieran querido ver a Beto instalado para siempre en los paisajes de Palomar y en sus historias de realismo mágico latinoamericano.

New Love es una miscelánea sorprendente y divertida, pues además está integrada por otras historias cortas que transcurren en un pequeño pueblo innominado que bien podría ser Palomar (Spirit of the Thing, en el número 1) y sus alrededores (The Fabolous Ones, en el 2), pero por las cuales no aparece ninguno de los personajes clásicos de la serie. Además en New Love hay otras pequeñas historias, a veces de una sola página, reflexiones en voz alta, historias fantásticas con superhéroes muy sui generis, vidas de santos (en el número 2 encontramos cuatro de ellas) y hasta clásicos de la literatura adaptados en media página (Moby Dick en el número 2).

www.tebeosfera.com 
 Imagen del original de la primera página de "Heroin". 
“La Llorona” es la primera historia que integra el número 5 de New Love, un número dominado por lo maravilloso en muchas de sus vertientes y cuyas historietas están relacionadas con mujeres en posesión de un gran poder o vinculadas de forma íntima con lo fantástico y lo sobrenatural. Como suele ser habitual en los cómics de Beto Hernández, todas las historias tratan sobre el amor y el deseo en alguna de sus formas. La segunda historieta, “Heroin”, de sólo una página, está protagonizada por un superhéroe gay que recuerda con añoranza a su gran amor; la tercera historia, “That Family Thing”, integra la serie “Letters from Venus” y narra unas vacaciones de la familia de Venus en un albergue nudista donde desaparece un extraño objeto familiar, un extraño talismán que alguien regaló en el pasado a María, que protegerá a su poseedor eternamente; por último, la última historia, titulada también “Heroin”, nos narra una especia de versión futurista de la leyenda de la Llorona. Así pues, la primera y la última historia son como la versión de la misma leyenda, la primera siguiendo la historia original, y la segunda adaptando algunos de sus elementos a un futuro de tintes postapocalípticos y sombríos. De nuevo por motivos de tiempo, nos centraremos en la primera versión, pero no podemos dejar de consignar que, dentro del mismo número 5 de New Love, tanto la Llorona como Heroin funcionan a manera de espejo, colocadas además estratégicamente al principio y final de un número donde sus historias tienen que ver, como ya hemos dicho, con la posesión de poderes o talismanes fantásticos.

Beto Hernández cuenta la historia de la Llorona en apenas cuatro páginas de diseño tradicional. No es Beto un artista de alardes de composición o diseño de página. Esa fanfarria de formas, colores, osadías de puesta en escena (comunes en la industria del comic book de superhéroes) no le interesa para lo que ha sido siempre su principal objetivo: contar una historia de amor y cohetes (realismo y fantasía) bien contada. En Beto, la complejidad la dan las tramas internas, las relaciones entre los personajes, el aliento de inmensa novela río que tiene su saga de Palomar.

En “La Llorona”[13] las cuatro páginas siguen el diseño tradicional de tres hileras de viñetas por página, salvo en la primera de ellas, donde una viñeta grande sustituye a dos hileras completas sin llegar a convertirse en una viñeta página; más bien siguiendo el modelo tradicional de primera página de los cómics de terror de la edad de plata del comic book, principalmente los de EC Comics y sus imitadores en Atlas, Pacific y otras editoriales de los años cincuenta y sesenta. El número de viñetas es variable a partir de la segunda página (en la primera sólo hay tres): siete en la segunda, ocho en la tercera y siete en la cuarta y última.

La historia, tal y como se nos cuenta, es la siguiente: una mujer se queja ante la tumba de un hombre por haberla dejado con tres niños hambrientos y sin dinero. De forma velada se nos da a entender que comienza a prostituirse o aceptar favores de hombres a cambio de su compañía hasta que conoce a uno que le gusta especialmente. Este hombre le lanza un ultimátum: líbrate de esos niños u olvídate de mí. La mujer, desesperada, mete a sus hijos en un saco y los arroja al río y a continuación, muy quitada de la pena, se dedica a vivir la vida intensamente hasta su fallecimiento a edad avanzada. Cuando su alma asciende al cielo, Dios –o san Pedro– le interroga por el paradero de sus hijos, a lo que ella responde: “Están aquí contigo, señor”. La voz sobrenatural le responde que no es así y la condena a vagar por el mundo hasta que los encuentre. Un coro de ángeles descuartiza su alma, y la mujer se convierte para siempre en la Llorona. Un texto nos dice: “Se aparece junto a la orilla de los lagos y ríos. Esconde a tus hijos cuando escuches sus gritos, pues ella raptará a cualquier niño para reemplazar a los suyos. ¡Escucha! ¿Es el viento, o…?”. En la penúltima viñeta vemos al fantasma de la Llorona profiriendo su tradicional grito, y en la última, sobre su fantasmal silueta se sobrepone la palabra FIN (en español).

Como podemos ver, la versión de Beto Hernández respeta la leyenda tradicional en sus aspectos más coincidentes en casi todas las versiones: la Llorona fue una mujer que mató a sus hijos ahogándolos en un río, y por ello mismo fue condenada tras su muerte a convertirse en alma en pena que los busca a voz en grito en las inmediaciones de ríos y lagos. Beto Hernández respeta los aspectos de parricidio, el elemento acuático vinculado a su presencia fantasmal y, por último, el consabido grito de la Llorona.

 www.tebeosfera.com
 Medea con sus hijos, según Delacroix.
La versión de Beto Hernández no se basa, por lo tanto, en la película de 1960, que sigue la pauta de la leyenda colonial guanajuatense instaurada literariamente por Juan de Dios Peza y otros. En estas versiones, muy influidas por el mito de Medea, los niños son asesinados a cuchillo y no ahogados. Tampoco Beto nos presenta ninguna historia colonial, a cuya ambientación tan bien se presta la geografía urbana de Guanajuato, ciudad propicia para el ensueño y la fantasía, sino una ranchería que podría ser Palomar. Desde este punto de vista, desligada la historia de la tradición de sus orígenes prehispánicos y coloniales, la historia podría ser una versión más de la leyenda que tiene lugar en Palomar en algún momento del pasado, mucho antes de que al pueblo llegasen o naciesen los personajes recurrentes que constituyen la saga de Sopa de gran pena. De hecho, una comparación entre los escenarios de las historias de Palomar y los de esta versión de la Llorona no arrojan diferencias significativas. La leyenda de la Llorona pudo desarrollarse también en Palomar con la misma ubicuidad con que se dio por toda la geografía de México, y por esto mismo Beto Hernández consigue integrar la versión canónica de la leyenda en el contexto sociocultural de su saga de Sopa de gran pena. La versión de Beto podría haber ocurrido a principios del siglo XX (algunos elementos gráficos acusan la ubicación temporal y la geografía norteña de la ambientación, que es la de Palomar: el amante montado a caballo en la viñeta 6 de la página 2 remite a la ausencia de coches, así como la indumentaria del varón; el acordeón de la viñeta 7 de la página 3, los elementos iconográficos que acompañan a la fiesta proporcionan un toque de sabor norteño y fronterizo, cargado de representaciones festivas tan tópicas como verosímiles: el acordeón, el requinto, las piñatas, el enano, las calaveras y el crucifijo que anuncian la futura muerte del personaje). Beto nos ha contado la historia de una Llorona de Palomar.

Desprovista de los elementos prehispánicos y coloniales, la Llorona de Palomar queda arropada en lo esencial de la leyenda, pero desprovista de la parafernalia precolombina o del romanticismo español. Es una Llorona más desnuda, más intensa, más brutal en cuanto a la brutalidad de la pasión rural que se describe, es una versión de campesinos y gente de rancho, una versión donde el hombre es un centauro y la mujer está desprovista de voluntad, sometida siempre a la voluntad del hombre hecho para su cintura que la puede llevar, incluso, a matar a sus propios hijos. Es una Llorona chicana, sin lugar a dudas, pues en esta sencilla plasticidad y desnudez argumental y de decorados entrevemos la sensibilidad poética, no por desnuda y llena de rudeza menos plástica, de quienes emigraron a Estados Unidos llevándose sus leyendas y tradiciones para trabajar en aquellos campos menos torturados en condiciones de trabajo duro pero vida menos precaria. De entre las ciento veinte versiones consignadas por los investigadores, ésta versión de la Llorona es la que más se aproxima a la que los estudiosos recogieron entre los chicanos de Colorado: un niño, miembro de la comunidad chicana en el Estado de Colorado, había escuchado que

«La Llorona fue una mujer que ahogó a sus hijos, producto con sus amores ilícitos con un rico señor, dueño de fábricas que arrojaban sus desechos al río. Los niños habían nacido ciegos como consecuencia del agua contaminada que ella bebió durante el embarazo. Después de su muerte, san Pedro condicionó su entrada en el cielo al rescate de sus hijos, algo que no ha podido hacer a causa de la oscuridad de las aguas contaminadas»[14].

www.tebeosfera.com 
Fear of Comics recogía "La Llorona". 
Esta producción industrial podría estar detrás de esta interpretación chicana que nos ofrece Beto Hernández. Como quiera que sea, en la recreación clásica que nos proporciona en el número 5 de New Love, y al contrario de su historia en espejo, “Heroin”, donde reescribe por completo la leyenda y cuyo análisis en paralelo deberemos dejar para mejor ocasión, constituyen una muestra más que valiosa de la pervivencia de esta leyenda en el nuevo siglo en un país nuevo. No sólo ha trascendido las fronteras nacionales o de lengua, sino que ha demostrado la vigencia del folclore en nuevos medios literarios o artísticos que empiezan a recibir un reconocimiento que antes les había sido negado. Los mexicanos se llevan su Llorona y la adaptan a nuevas circunstancias y la recrean de formas distintas de acuerdo con su cultura o sensibilidad, tanto en el cómic como en la música y el cine. En la Llorona tienen los chicanos del nuevo siglo su Medea particular que les recuerda de manera insistente el lejano clamor de viejas batallas en tiempos más rudos.

 BIBLIOGRAFÍA 



Félix Báez-Jorge y Rosa María Spinoso de Montandón, “La Llorona: aproximación al proceso de construcción del mito”, en Guadalupe Vargas Montero (coord.), Devoción y creencia religiosa en el amanecer del tercer milenio. Editora de Gobierno. Veracruz, 2005.

Bernardo “Nayo” Lorenzo Camacho, Leyendas y vivencias de Veracruz. Edición del autor. Veracruz, 1997.

Will Eisner, Comics and Sequential Art. Poorhouse Press. Cincinnati, 1985 (edición española, Los cómics y el arte secuencial. Norma Editorial. Barcelona, 1998 (2ª reimp., 2002).

Graphic Storytelling and Visual Narrative. Poorhouse Press. Cincinnati, 1996.



NOTAS

[1] Me ha resultado enormemente valioso para este artículo el estudio de Félix Báez-Jorge y Rosa María Spinoso de Montandón “La llorona: aproximación al proceso de construcción del mito”, en Guadalupe Vargas Montero (coord.), Devoción y creencia religiosa en el amanecer del tercer milenio. Editora de Gobierno. Veracruz, 2005.

[2] Báez-Jorge/Spinoso, op.cit. p. 151

[3] Báez-Jorge/Spinoso, op.cit. pp. 152-3.

[4] Así lo dejó consignado Madame Calderón de la Barca. Cf. Báez-Jorge/Spinoso, op.cit. p. 153.

[5] Cf. Báez-Jorge/Spinoso, op.cit. pp. 154-155.

[6] La película desarrolla el drama de una joven mujer que no puede casarse con su prometido porque su familia es presa de la maldición de la Llorona. Ésta fue una mujer que se enamoró de uno de sus antepasados, el cual le traicionó y, en venganza, ella asesinó a sus dos hijos. Lloró desconsoladamente la muerte trágica de sus hijos y por ello fue condenada a muerte, pero antes de ser quemada maldijo a cada pareja que surgiese en la familia, de modo que todos sus primogénitos sufrirían una muerte violenta. El padre de la joven protagonista, que creía en la leyenda, la mantuvo apartada de los hombres todo el tiempo que pudo hasta que ella no lo soportó más y decidió casarse y correr el riesgo. Los primeros cuatro años, la joven no se despegó de su primer niño, obsesionada por el cumplimiento de la maldición, hasta que su marido estimó la situación como anómala y le dio a elegir entre las creencias antiguas o hacer una vida normal.

[7] Cf. Báez-Jorge/Spinoso, op.cit. pp. 148-9.

[8] Un vistazo rápido a la Internet Movie Database arroja los siguientes títulos protagonizados por la leyenda de la Llorona (ni que decir tiene que su aparición o mención en otras muchas películas, con menor relevancia, arrojaría un listado mucho más exhaustivo): La Llorona (Ramón Peón, 1933), La herencia de la Llorona (Mauricio Magdaleno, 1947), La Llorona (Cardona, 1960), La maldición de la Llorona (Rafael Baledón, 1963), La venganza de la Llorona (Miguel M. Delgado, 1974), La Llorona (José Cruz, 2004), Las lloronas (Lorena Villarreal, 2004), The River: Legend of La Llorona (Terrence Williams, 2006), Curse of La Llorona (Terrence Williams, 2007), Revenge of La Llorona (Terrence Williams, 2007). Las últimas tres conforman una trilogía editada en 2007 como Llorona Gone Wild. No hemos incluido en este listado los cortometrajes relacionados con esta leyenda, rodados tanto en México como en Estados Unidos.

[9] En México, historietista, sobre todo el que exhibe estilemas caricaturescos (N. del E.)

[10] Báez-Jorge/Spinoso, op.cit. pp. 168-170.

[11] Báez-Jorge/Spinoso, op.cit. p. 172.

[12] Will Eisner, Comics and Sequential Art. Poorhouse Press. Cincinnati, 1985 (edición española, Los cómics y al arte secuencial. Norma Editorial. Barcelona, 1998 (2ª reimp., 2002); Graphic Storytelling and Visual Narrative. Poorhouse Press. Cincinnati, 1996.

[13] Bajo este título fue reeditada esta historieta en 2000 por Fantagraphics en el libro Fear of Comics. En concreto, el título aquí fue “The Legend of the Crying Woman – La Llorona”

[14] Báez-Jorge/ Spinoso, op.cit. p. 149.

Creación de la ficha (2011): Ricardo Vigueras. Con corrección de A. Capelo y M. Barrero y edición de Barrero. · Datos e imágenes tomados de varios sitios de internet.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
RICARDO VIGUERAS (2011): "Lágrimas y cohetes y amor: Mito o leyenda de La Llorona en Gilberto Hernández", en Tebeosfera, segunda época , 8 (23-VI-2011). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 25/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/lagrimas_y_cohetes_y_amor_mito_o_leyenda_de_la_llorona_en_gilberto_hernandez.html