LAS SENSUALES LOLITAS DE ÍÑIGO EN LA PRENSA
FEDERICO MORENO SANTABÁRBARA

Resumen / Abstract:
Notas: Artículo del autor realizado expresamente para TEBEOSFERA 9, especial sobre la mujer en el cómic erótico. A la derecha, imagen característica de Lola, el personaje más carismático del autor.

LAS SENSUALES LOLITAS DE IÑIGO EN LA PRENSA

Afirmar que algo no ha sucedido con anterioridad es siempre un riesgo, pero creemos que hasta ahora no se ha efectuado un detenido estudio de las tiras de historieta destinadas a la prensa firmadas por Iñigo. El que suceda lo mismo con otros materiales análogos que vieron la luz en las páginas de las publicaciones periódicas, nos inclina a pensar que la causa de este aparente olvido puede deberse a las dificultades que presenta localizarlos, así como averiguar su génesis y distribución.

El análisis de Lola o Lolita, la serie creada por Iñigo, ofrece un interés múltiple, por tratarse de una de las más populares y duraderas de su género en España, porque es un buen ejemplo de cómo operaban las agencias, por estar protagonizada por una mujer joven, bella, desenvuelta, sensual, con frecuencia atrevida y, desde luego, adelantada a la sociedad real de su tiempo, y por el acertado uso que hace de los recursos gráficos, los únicos con los que cuenta al tratarse de historietas sin palabras.

Nuestro estudio habría quedado incompleto si no nos ocupáramos de otros seriales, también con titularidad femenina, creados por Iñigo, que si bien no alcanzaron tanto éxito como Lola, estaban cortados por el mismo patrón. 

 
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Matildita y Anacleto, un matrimonio completo, por Nadal – El DDT nº 353 (17-II-1958). 
Iñigo tras los pasos de Nadal

El nombre completo de Iñigo es Ignacio Hernández Súñer. Era ya un profesional con cierta experiencia como ilustrador cuando se incorporó a Editorial Bruguera en el año 1958. Se le recomendó entonces que sus trabajos siguieran el estilo ofrecido por Nadal en las páginas de algunas revistas de la casa, sobre todo en El DDT. Nadal (Ángel Nadal Quirch) había desarrollado un dibujo de trazo más realista que el de sus compañeros: Cifré, Peñarroya, Jorge, Escobar, muy adecuado para escenificar situaciones de la vida cotidiana y en pareja, como ocurría en Matildita y Anacleto, un matrimonio completo (1954) y en Maripili y Gustavito, todavía sin pisito (1958).

Iñigo, siguiendo la línea que le habían indicado, creó las parejas Robertito y Elisenda, una pareja estupenda (1958), Heliodoro y Robertita, una feliz parejita (1960) y otras, más adelante.

Otras obras de Nadal pueden considerarse precursoras de Lola. Es el caso de las tiras de Rosita, la vampiresa (1951) con su melena rubia a lo Verónica Lake, cubriendo un lado de la cara, que resulta bastante recatada, a pesar del calificativo, o los chistes gráficos Mujeres (1954) que reflejan, desde una óptica masculina, ciertos comportamientos del sexo contrario.

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Maritina, la chica de la oficina, por Segura.

Entre los antecedentes de Lola figuran también los chistes de Segura y sus historietas de Maritina, la chica de la oficina (1958), que coincidirían con las tiras de Iñigo en la segunda época de Can Can.

La agencia Creaciones Editoriales había iniciado sus actividades en los años 1940, vinculada al grupo de Editorial Bruguera. A la vista del auge internacional de un humor gráfico algo pícaro pero sin complicaciones, que protagonizaban jóvenes atractivas, esta agencia pidió al dibujante Iñigo que crease algún personaje, ligeramente erótico, que pudiera encuadrarse con éxito en esa corriente. Como respuesta nacieron dos chicas: una rubia, para ser titular de una serie de tiras al modo de las difundidas comic strips de los Syndicates norteamericanos, y una morena, que debía haber aparecido en chistes de una sola viñeta, pero que no llegó a ver la luz. El propio Iñigo eligió el nombre de Lola para su escultural rubia, mientras que la morena se hubiera llamado Carmen.

A fin de facilitar su publicación en diferentes países las tiras fueron concebidas “mudas”, es decir, sin diálogos ni textos, para que no requiriesen traducción a los correspondientes idiomas.

La estructura era siempre la misma: cuatro viñetas del mismo tamaño, que permitían ser agrupadas en línea horizontal o vertical, en cuadrado (dos arriba y dos abajo) y hasta en forma de “L”.

 
Lola y sus coqueterías 

Cuando Iñigo creó Lola, en 1962, había cumplido 38 años y era un autor consolidado. La serie, que en sus comienzos estaba influida por el estilo de Nadal, fue suavizando sus rasgos humorísticos hasta presentar un grafismo más realista y personal, que es muy evidente en los personajes femeninos, pero su novedad más destacada es el salto que da en el nivel de atrevimiento de las situaciones que plantea. Con frecuencia, Lola aparece en biquini o se buscan motivos para que se luzca en ropa interior.

Para quienes no reparen en el descaro que tal conducta suponía en la época de iniciación del serial, conviene recordar que, a finales de la década de los años cincuenta, los bañadores de dos piezas se consideraban escandalosos y su uso por actrices como Brigitte Bardot eran motivo de titulares en la prensa. Eso sucedía en los países que los permitían, que no era el caso de España, donde estaban prohibidos en las playas y piscinas públicas. Para que la moda comenzase a ser aceptada hubo que esperar a los años sesenta y más concretamente, a la película del Agente 007 James Bond contra el Dr. No (1962), en la que Úrsula Andress salía del mar con un escueto modelito blanco, con cinturón y cuchillo.

Lola y otras bañistas de la tira aportaron su granito de arena, familiarizando a la sociedad española con los biquinis, aunque con cierto retraso, debido a las limitaciones impuestas por la censura.

 Algunos comportamientos ofrecidos por los personajes también se consideraron descarados en relación con la moralidad imperante, vigilada con cien ojos por los estamentos oficiales.

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 Tira 1L de Lolita, todavía con influencia de Nadal – Pueblo (6-7-VII-1963).

Lolita en escena

A fin de dar a conocer la serie y encontrar clientes interesados en su publicación, en los talleres gráficos de Editorial Bruguera se imprimieron láminas con cinco tiras cada una y se hicieron llegar a editoriales de diferentes países. En España fue aceptada por el diario Pueblo, editado en Madrid, en cuyas páginas comenzó a publicarse el verano de 1963, con el nombre de Lolita. Cabe en lo posible que, al utilizar en diminutivo el nombre de la protagonista, los responsables del periódico quisieran aprovechar la resonancia de la película del mismo título, rodada el año anterior por Stanley Kubrick y que había tenido problemas con la censura en bastantes países, pero lo cierto es que el film todavía tardó en proyectarse en España. Se estrenó en 1971 en las salas calificadas de “Arte y ensayo” y, aún más tardía (1975), fue la llegada de la novela original de Vladimir Nabokov, autor también del guión cinematográfico. Aunque las primeras ediciones en español vieron la luz mucho antes en Argentina y Méjico, su difusión a este lado del océano sería escasa.

En la agencia Creaciones Editoriales marcaban el material que producían con el símbolo del Copyright, las iniciales de la empresa y unos caracteres de identificación, que en el caso de Lola consistían en una L y un número. Como el dibujante entregaba varios originales a la vez, el número no corresponde rigurosamente con el orden de producción, pero sí da una idea aproximada.

En nuestra investigación de las historietas de Lolita hemos tratado de utilizar estos códigos, pero con frecuencia están ilegibles o han desaparecido, debido al débil sellado efectuado por C.E., al que se añade la deficiente impresión que caracterizaba a la prensa diaria de la época. A estas dificultades se antepone la localización, primero del periódico y luego de la tira en el mismo, teniendo en cuenta que no se incluía todos los días y que la página y la posición no eran siempre las mismas. Para mayor complicación, las tiras se publicaron desordenadas. La tarea resulta así lenta y laboriosa

 
Pueblo y sus tiras

No es casual que fuese precisamente el diario Pueblo el que decidiese ofrecer a sus lectores las peripecias de la desenfadada rubia creada por Iñigo. Este periódico vespertino ocupaba en España el tercer puesto por difusión, sólo detrás de La Vanguardia y ABC, que se disputaban el liderazgo. Era, por supuesto, adepto al régimen franquista, pero pertenecía a los sindicatos verticales, lo que le proporcionaba autonomía y gozar de cierta permisividad en sus contenidos. Desde 1952 estuvo dirigido por el periodista Emilio Romero. Los artículos de opinión, incluido los firmados por el director obtuvieron considerable notoriedad por expresar ideas que discrepaban con las directrices y políticas oficiales. Estaba destinado, en gran medida, a la clase trabajadora que, en la época en que nos situamos, se componía en su mayoría por hombres, por lo que dedicaba mucha atención al fútbol y otros deportes, además de a los toros.

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 Arriba, el Sr. Pérez disfruta contemplando imágenes de Brigitte Bardot y otras actrices - Los Pérez, por F. Ibáñez – Pueblo (15-VIII-1963). Abajo, Lolita con algunos años más y estilo propio -L1804 – Pueblo (19-III-1969).

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A la aparición de Lolita siguió un par de semanas más tarde otra tira, firmada ésta por F. Ibáñez, al principio sin nombre, pero en seguida titulada Los Pérez. También estaba producida por Creaciones Editoriales y narraba episodios de la vida cotidiana de una imaginaria familia, reflejando la sociedad de forma mucho más real que Lolita. Ambas tiras figuraron simultáneamente, luego alternaron, hasta que sólo permaneció la de Iñigo. Del resultado de esta competencia puede deducirse que los seguidores del diario prefirieron las picardías de Lolita a las situaciones demasiado próximas de Los Pérez.

El carácter de la historieta de Ibáñez y posiblemente la clave de la elección de los lectores quedaron patentes en la tira publicada el jueves 15 de agosto de 1963, en la que el Sr. Pérez aparece contento mirando diapositivas de actrices, y es increpado por su mujer cuando le descubre. En total, aparecieron al menos veintitrés episodios de Los Pérez.

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Lola publicada en Japón - L1918 y L1920 (1970). 
Mientras en España los lectores de Pueblo disfrutaban con las andanzas de Lolita (aunque filtradas por la censura oficial) más allá de nuestras fronteras encandilaba a los habitantes de países como Portugal, Argentina, Noruega, África del Sur, Estados Unidos o Japón. 


Can Can
 o la mutación de Lolita

En 1963, poco más tarde del inicio de Lolita en Pueblo, Editorial Bruguera decidió lanzar a los quioscos una nueva revista de humor destinada a lectores adultos masculinos.  

Para materializar el proyecto se rescató la más atrevida de sus cabeceras, Can Can, que estaba fuera de uso desde 1960 y se planeó el lanzamiento de su segunda época.

La agencia Creaciones Editoriales debía proporcionar el contenido, compuesto por chistes gráficos, textos cortos, fotografías de chicas monas, coquetas, ingenuas o picaronas y alguna tira del tipo de Lola, que ya había demostrado su gancho. Nadie deseaba cambiar la fórmula, pero como ya estaba comprometida con Pueblo, los responsables de la nueva revista tomaron una curiosa decisión. Encargaron a Iñigo que, en algunas tiras ya acabadas, transformase a la rubia Lola en morena. Para que el truco no resultase tan manifiesto, el dibujante cambió algo el peinado. Además, las viñetas fueron recortadas por los laterales.

Las historietas modificadas no se enviaron a Pueblo y se publicaron con el título Sofía, a partir del número uno de la segunda época de Can Can, que tiene fecha facial de 21 de octubre de 1963.

Los retoques se realizaron sobre copias en las que el código de identificación fue eliminado. Luego volvió a ser incluido, pero sustituyendo la letra inicial “L” por una “S”. Más adelante, los cambios los efectuaron dibujantes que trabajaban en el estudio de la editorial, que se limitaron a oscurecer el pelo, sin tocar el código. Como consecuencia, tales historietas figuran con la letra “L” y el mismo número, tanto para Lola como para Sofía y hasta se dio algún caso (ver Can Can segunda época, nº 38) en el que a Lola se le olvidó pasar por la peluquería y luce su rubia melena bajo el nombre de Sofía. Pasado algún tiempo, tiras aparecidas ya en Can Can, en versión Sofía, también lo hicieron sin modificar en Pueblo, como Lolita.

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Arriba, Sofía (morena) en Can Can 2ºª época – nº 79 – L605 – (19-IV-1965).
Abajo, Lolita (rubia) en Pueblo – L605 – (28-V-1966).

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La revista Can Can pasó, en esta segunda época, por tres etapas, con cambios de formato y presentación. En la última se dedicaba a Sofía toda una página compuesta en la editorial. Contenía tres tiras en geometrías variables y figuras del personaje a mayor tamaño. Fueron las únicas que el dibujante realizó representando directamente a la morena, que por cierto resultaba más atractiva que las mujeres reales que aparecieron fotografiadas en la portada. Can Can segunda época finalizó en el número 230, con fecha 11 de marzo de 1968.


La censura y sus consecuencias

A Lolita y a Sofía les tocó convivir con una censura oficial muy severa. Eran los tiempos del Padre Vázquez que calificaba a Iñigo de “autor de mariposillas sin alas”. En esta situación, las tiras que entraban en la oficina ministerial de la censura podían ir a parar a tres imaginarios cajones: “Puede publicarse”, “Si se retoca, puede publicarse” e “Impublicable”.

Las que recibían la clasificación intermedia y debían pasar por el “reformatorio” antes de ser presentadas en sociedad, eran modificadas en el estudio de Editorial Bruguera. Las correcciones consistían, por lo general, en trasformar los biquinis en bañadores completos, pero también se dibujaban camisones de los llamados entonces “picardías”, cuando la protagonista aparecía vestida solo con sus pequeñas prendas de ropa interior o se bajaban faldas volanderas que emulaban a la Marilyn Monroe en el film de Billy Wilder. Este tipo de modificaciones tenían por objeto cubrir aquellas zonas del cuerpo femenino que podían resultar sensuales. Sin embargo, las marcadas formas con las que Iñigo dotaba a sus chicas fueron respetadas, sin ser mutiladas como les había ocurrido a las compañeras de Flash Gordon y otras muchas mujeres de los cómics.

Las historietas descartadas de forma taxativa lo eran porque no podían ser rectificadas sin perjudicar seriamente su inteligibilidad.

A veces, el material comercializado en el extranjero también tuvo que sufrir retoques, aunque estos fuesen por causas opuestas, como sucedía en Japón, donde deseaban que Lola apareciese desnuda con más frecuencia. En estos casos, la labor de los dibujantes consistía en hacer desaparecer los biquinis, cubriéndolos con pintura blanca.

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Para pasar la censura, a Lolita le dibujaron un “picardías”, pero se les olvidó el espejo en la tira superior  – L116 – Pueblo (17-X-1963). En la tira de abajo: Lola, según el dibujo original – L116 – Lola nº 5 (1975).

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Modus operandi

En los primeros tiempos de la serie Creaciones Editoriales facilitaba a Iñigo ideas y chistes – españoles y extranjeros – y él los desarrollaba para adaptarlos al perfil de la tira, pero más adelante se hizo cargo de todo el proceso creativo. Un chiste podía contarlo en cuatro viñetas, pero, por lo general, le proporcionaba ideas para más de una historieta. Partiendo de una misma situación, el breve relato podía seguir diferentes caminos, por ejemplo: Lola se desviste detrás de una puerta cerrada. En un caso, el admirador de turno no quiere perderse el espectáculo y mira por el ojo de la cerradura. Lola le descubre y enfadada le abofetea. En otro caso, el supuesto admirador se toma una copa mientras aguarda, Lola, que deseaba ser espiada se ofende por la falta de interés y le abofetea. En ambas ocasiones, el punto de partida y el desenlace coinciden, pero en otras, los hechos en torno a la misma idea transcurren de diferente manera. El ojo de la cerradura dio mucho juego a Iñigo, pero el gag podía tener lugar junto a una ventana, en una terraza o entre arbustos en el campo, porque el tema esencial era Lola desnudándose y no hay duda de que el dibujante aprovechó bien el filón que tenía a su alcance.

Según nos contó Iñigo, llegó a realizar veinte o veinticinco bocetos al día con distintas ideas. Los entregaba y después de verlos se los devolvían indicando los que debía finalizar, pero él no tiraba los descartados y al cabo de cierto tiempo, lo intentaba de nuevo. A veces se bloqueaba y no tenía ideas, “pero a las cuatro de la madrugada, cuando todo está en silencio, fluyen ideas que ni te das cuenta y encuentras muchos temas”. Es consciente de que desarrolló temas similares e incluso el mismo, más de una vez, pero siempre procuró que la publicación en la prensa estuviese bastante distanciada en el tiempo para que la reiteración no resultase cargante.

Dibujaba a plumilla, dos viñetas en un mismo papel. Para construir los marcos, utilizaba una plantilla y un punzón, señalaba los vértices y luego los unía con una línea.

“Me pagaban bien”, nos dice, pero a cambio cedía todos los derechos y los originales, según la práctica que era habitual en la época.

Cuando la demanda exterior decreció, la española cobró mayor importancia y entonces la agencia C.E., a fin de evitar problemas con la censura, rebajó el nivel deseable de atrevimiento y las tiras “subidas de tono” dejaron de interesarles.

Lola como modelo

El éxito logrado por Lola llevó a los responsables artísticos del Grupo Bruguera a distribuir viñetas de la atractiva rubia entre los dibujantes de la casa para que la tomaran como referencia en sus creaciones. Algo parecido había sucedido con la obra de Nadal, cuando Iñigo inició su colaboración con la editorial.

La admiración por Lolita sobrepasó los límites de la expresión gráfica y su figura adquirió tres dimensiones cuando el escultor Ricard Sala (1927-2009), conocido internacionalmente y en los años 1970 Director de la Facultad de Bellas Artes de Barcelona, la tomó como modelo para una escultura que recibió el nombre de Gavina, en la que aparecía desnuda. Varias copias de esta gaviota de altos vuelos fueron vendidas por una cantidad de pesetas que contenía bastantes ceros.

Tampoco faltaron personajes femeninos en el mundo de las historietas de prensa que siguieran los pasos de a Lola, tal sucedió en El Heraldo de Aragón, pero ninguno de ellos llegó a aproximarse ni en popularidad ni en permanencia.

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Lola escultural - 16L - Lola nº 5 (1975).

Marta y María

El domingo 5 de octubre de 1969 iniciaba su andadura en el suplemento del diario ABC Marta y María, una tira producida por Creaciones Editoriales, debida al mismo autor que Lola y con formato similar. Aparecía con las viñetas agrupadas en forma de cuadrado (dos arriba y dos abajo), en el centro de la sección “Salud y Belleza”, unas cualidades de las que, accidentes aparte, disfrutaban las dos jóvenes protagonistas, que por su físico y comportamiento parecían salidas del mismo molde que Lola. En los episodios nunca se especificaba quien era Marta y quien era María, pero Iñigo nos ha aclarado que Marta era la rubia y María la morena.

Al disponer de dos coprotagonistas se abrieron nuevas posibilidades argumentales, compartiendo la misma peripecia o viviendo anécdotas basadas en la rivalidad o el compañerismo entre ellas.

El dibujo se complicaba un poco al tener que incluir a ambas en la escena. En cuanto al tono general, era menos atrevido que en Lola. Se evitaban las exhibiciones en ropa interior y se moderaban los biquinis. En mayo de 1971, la serie pasó a formato vertical y compartió página con “El destino de las estrellas”, que contenía el horóscopo de la semana y, más adelante, con “Pasatiempos para todos”. 
Marta y María estuvieron presentes en ABC durante casi once años, aunque algunas veces faltasen a la cita semanal. Durante este tiempo, como ocurría con Lola, el autor representó el mismo hecho en más de una ocasión, pero además, aquí, algunas tiras se publicaron dos y tres veces, por ejemplo en 16-12-1973, 5-10-1975 y 1-8-1976.

En las páginas dedicadas al humor en el suplemento dominical, Marta y María tuvieron como compañeros a La familia Bellus, Los niños terribles de Gad y Las chicas de Kiraz (también publicadas en Can Can) más jóvenes y más frívolas que las creadas por Iñigo, pero, en ocasiones, con reacciones semejantes. Procedían de Jours de France, donde permanecieron veintisiete años bajo el título Les Parisiennes.

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Dos tiras de Marta y María sobre el mismo tema (un atraco nocturno). La de la izuierda fue publicada en ABC Dominical (26-10-1969), la vertical muestra el mismo suceso sin temor a la censura en ABC Dominical (19-2-1978) GM364.

Editorial Bruguera recopila Lola

El periodista de ABC, Luis María Ansón (ahora apellidado Anson, sin acento) había tratado de publicar un libro con las tiras de Lolita, pero el Grupo Editorial Bruguera – propietario de los derechos a través de C.E. – había frustrado tales proyectos.  

Por fín, Editorial Bruguera decidió lanzar una colección de cuadernos de 48 páginas con 120 tiras cada uno (Ver ficha de Tebeosfera). La edición recuperaba el nombre original: Lola. A principios de 1975 apareció en los quioscos el número uno de la colección, con el subtítulo “El más gracioso personaje sexi del cómic”. Los volúmenes continuaron apareciendo hasta 1976, cuando, en el número 28, se agotaron las historietas producidas. Un pequeño resto no tuvo cabida porque era insuficiente para completar otro cuaderno. Las páginas interiores están impresas en bicolor y las tiras tienen diferentes configuraciones, incluida la angular. Iban acompañadas por chistes gráficos, también procedentes de C.E.

Lamentablemente, al menos para quienes estudiamos el medio, no se mantuvo el orden cronológico de las tiras, con lo que resulta muy complicado observar la evolución que habían experimentado. Por ejemplo, el volumen 5 contiene muchas de las primeras y algunas más pueden verse en el número 1. En el último se han reunido más de veinte historietas que hacen referencia a las fiestas navideñas y fin de año. Varias de ellas muestran calendarios de diferentes fechas, con imágenes de Lola, que, por falta de visión comercial, sólo existieron en la ficción de estos relatos.

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 Portada del nº 2 de Lola – Ed. Bruguera (1975).

  Página 37 del nº 12 de Lola – Ed. Bruguera (1975).


Pese al desorden señalado, la colección posee un valor estimable pues permite contemplar prácticamente todas las historietas disponibles hasta ese momento, incluidas las que permanecían inéditas en España al haber sido, en su día, rechazadas por la censura, y las que habían aparecido reformadas. La publicación fue posible gracias a que la aplicación de las normas se habían relajado de manera notable durante los últimos años. Todas pueden ser contempladas en su estado original, a excepción de las más recientes, cuyas viñetas, un poco más anchas, fueron recortadas por los laterales para adaptarlas a las dimensiones de los cuadernos.

La mayor permisividad en todos los medios de comunicación propició la llegada del denominado “destape”, que se manifestó sobre todo en el cine, pero influyó también en el uso de prendas femeninas interiores y para el baño. Cuando tuvo lugar esta recopilación, la difusión del monoquini y el top less era equivalente a la del biquini en la época en que Lola inició su andadura. El tanga, procedente de Brasil, comenzaba a introducirse.

Este panorama llevó a Iñigo al convencimiento de que la edición había aumentado la popularidad de Lola, pero llegó tarde, porque sus destapes habían sido rebasados en otros medios y no resultaban ya atrevidos. Como él mismo comenta: “Con el destape, Lola parecía una novicia”. En cualquier caso, las ventas de los primeros números fueron espectaculares, aunque luego decayeron, sin que un nuevo enfoque de las portadas contuviese el abandono de buena parte de los lectores.

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 Portada del nº 26 de Lola – A partir del nº 20 son chistes gráficos – Ed. Bruguera (1976).

Para las cubiertas y portadillas interiores Iñigo, en excelente momento creativo, realizó unas ilustraciones en las que la protagonista posaba en diferentes posturas exhibiendo parte de su bien modelada anatomía. Hasta el número 20 su figura dominaba la portada, pero por indicación de los editores, en los volúmenes siguientes pasó a escenificar chistes gráficos con unos antiestéticos bocadillos de rotulado mecánico, varios personajes y contenidos en los que se prescindió de la sutileza que era característica de las historietas para dar paso a un humor más explícito y tosco.

En los momentos iniciales, de ventas elevadas, la editorial premió económicamente al creador, pero luego las gratificaciones fueron disminuyendo al compás de los beneficios, con lo que su cuantía siguió una línea descendente que acabó tocando suelo.


Candela

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 Candela - ABC (10-V-1983).

 
Mientras Pueblo seguía publicando Lolita y después de transcurridos tres años y medio de la desaparición de Marta y María del dominical de ABC, este diario lanzaba el martes 10 de mayo de 1983 Candela, un nuevo personaje de Iñigo. Según se informaba, era una mulatita mezcla de picardía criolla y salsa caribeña. Se trataba, como en las anteriores series, de una producción C.E., que había elegido el nombre de la titular y determinado la personalidad que debería mostrar o más bien las ligeras diferencias que permitirían distinguirla de sus “hermanas mayores”.

Detrás de su alumbramiento se encontraba Luis María Ansón, que acababa de ser nombrado director de ABC e iniciado una renovación considerable del periódico. Ansón hubiera preferido hacerse con Lolita, que ya había merecido su atención, pero como continuaba en las páginas de Pueblo, optó por esta vía que consideró era la más análoga posible.

El pelo negro ensortijado de Candela y su rostro más redondeado la diferencian de Lolita, pero su cuerpo es el mismo: esbelto y con las curvas bien marcadas. Una anatomía que hacía palidecer la de las actrices y otras bellezas reales del momento que, tan ligeras de ropa como ella, compartían las páginas de la sección “Gente”. Se publicaba en vertical, ocupando cuatro niveles y con el mismo formato que Lolita, con viñetas un poco más apaisadas que las antiguas, lo que permitía al dibujante dividir alguna en dos. La impresión en huecograbado proporcionaba mejor calidad que la obtenida en Pueblo. Los gags llevan el sello característico del autor.

Cuando, al cabo de algo más de un año, Lolita comenzó a publicarse en ABC (más adelante nos ocupamos de ello) la creación de episodios de Candela fue interrumpida. No obstante, los que estaban inéditos se publicaron semanalmente, en colores y en disposición horizontal en las páginas de “Al loro” del suplemento dominical. El coloreado era efectuado en el propio periódico. Durante cierto tiempo, aparecieron ocupando la parte inferior de la página, con lo cual los dibujos quedaban demasiado pequeños. Luego se incluyeron tres viñetas en la página izquierda y la última en la contigua de la derecha, con lo que el tamaño pudo ser aumentado.

 Dos tiras de Candela, con viñetas más anchas en comparación con series anteriores (obsérvese que la de la derecha tiene seis viñetas distribuidas en cuatro niveles)– ABC (17-VII-1983).
 La que se encuentra bajo estas líneas fue originalmente repartida en dos páginas y publicada en color en ABC. Al Loro (15-IX-1985), la gruesa línea negra indica el lugar se separación de ambas páginas.

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El fin de Pueblo

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Lolita, el día anterior a la despedida de Pueblo (16-V-1984).

 
La edición de Lola por Editorial Bruguera supuso un refuerzo, al menos temporal, para la popularidad del personaje y para la serie que continuaba en Pueblo, pero las transformaciones experimentadas por el país actuaron de forma indirecta sobre su situación. A raíz de la transición política, el periódico – ya, sin Emilio Romero como director – inició una decadencia que sería definitiva. Falto del soporte que le habían proporcionado los sindicatos verticales, ahora disueltos, pasó a integrarse en Medios de Comunicación Social del Estado, junto con otras cabeceras de la cadena del Movimiento. Tras haber intentado en vano lograr una nueva conexión con las clases trabajadoras, sus pérdidas resultaban cuantiosas. En 1983 ascendieron a 1.400 millones de pesetas, por lo que el Gobierno trató de venderlo y, al no encontrar comprador, ordenó su cierre. Su despedida tuvo lugar el 27 de mayo de 1984. Su página 19 incluía la tira L4.427 de Lolita.

En la última fase, el dibujo mostraba preferencia por una mayor simplicidad de líneas y trazos más humorísticos.

El periódico, en lo que concierne a la figura femenina, había ido adaptándose a los nuevos tiempos y, liberado ya de las limitaciones impuestas por la censura oficial, incluía imágenes con las que buscaba agradar a los lectores masculinos que, como se ha dicho, eran la mayoría. Se publicaban fotografías de mujeres cuya desnudez sobrepasaba la de Lolita, a pesar de que entonces salieron a la luz viñetas que en su día no habían obtenido el visto bueno de los censores.

No fue casual que, en 1978, uno de los premios “Populares de Pueblo” fuese para la actriz Susana Estrada, ni que en la fiesta de entrega mostrase sus ya aireados pechos a los asistentes: presidente del gobierno, ministros, otros políticos, intelectuales, artistas y... el “viejo profesor” que era Alcalde de Madrid y que pareció muy complacido. En la misma línea se sitúan los relatos con textos y viñetas en torno a hechos eróticos, o la campaña publicitaria “Pueblo, porque todos somos Pueblo” que el diario incluía durante su última etapa y en la que podía verse el dibujo de una chica desnuda leyendo un ejemplar del periódico, acompañada por el siguiente párrafo: “El PUEBLO AL DESNUDO. Si las noticias, muchas veces son malas, que al menos las imágenes sean buenas. Pueblo nos alegra la vista cada día un poco, para ayudarnos a digerir la información mejor”.

Desfasada o no, el hecho cierto es que Lolita tuvo entre los lectores de Pueblo numerosos admiradores, que siguieron sus andanzas y que todavía la recuerdan.

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En los últimos años el destape en Pueblo superó ampliamente el de Lolita. De izquierda a derecha: entrega de premios populares de Pueblo -Contifoto, revista Qué (27-II-1978)-, fotografía de Zyna, Pueblo (15-V-1984), y campaña “El Pueblo al desnudo”, Pueblo (V-1984).

Lolita en ABC

Cuando se produjo el cierre de Pueblo, la contratación de la serie en el extranjero había decrecido notablemente y sin la contribución económica del citado diario, su continuidad ya no era rentable. En esta situación, Iñigo recibió una llamada telefónica de Creaciones Editoriales. “No hagas más tiras de Lola, pues Pueblo ha cerrado”, pero unos minutos más tarde el teléfono sonó de nuevo. “Sigue haciendo Lola, que va a ir a ABC”. Ansón había conseguido por fin la incorporación de Lola a su periódico en exclusiva para España.

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  Lolita - ABC (5-VI-1984).
El debut tuvo lugar el 5 de junio de 1984. De él se informaba en lugar destacado en las páginas de huecograbado de ese día:  

«La rubia más famosa del «cómic» español en los últimos años, la protagonista de la tira cómica más popular de la transición, se incorpora, a partir de hoy, a las páginas de ABC, en sustitución deCandela, otra de las heroínas surgidas del prodigioso tintero de ese creador que firma con el nombre de Iñigo. Candela se traslada al dominical».

Se publicaba en el lugar que dejaba vacante Candela, en la sección “Gente”, donde aparecían fotografías femeninas que, aunque estaban bastante distantes en cuanto a desnudez de las que había exhibido Pueblo, eran las más osadas del diario.

Las viñetas se agrupaban en vertical y tenían el mismo formato utilizado en los últimos años de Pueblo, que es el mismo que el de la serie reemplazada. El dibujo, más humorístico, puede considerarse una vuelta a los orígenes, pero a diferencia de aquellos primeros tiempos, el grafismo tiene menos líneas, es más esquemático. La tendencia que se había iniciado en Pueblo se vio favorecida por la reducción de tamaño de los originales, decidida por la agencia, con lo que Iñigo tenía que dibujar a menor escala. Los temas continuaron siendo los mismos y muchos de los antiguos gags fueron reinterpretados buscando diferentes combinaciones de los mismos elementos.

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Lolita rejuvenecida – ABC (15-9-1990).

 
Lolita continuó en ABC aunque alternando con otros contenidos bien diferentes como las recetas de Arguiñano. Sus ausencias fueron haciéndose cada vez más largas, hasta que en 1997 desapareció de manera definitiva. Habían transcurrido treinta y cuatro años desde que se diese a conocer. Durante esos casi siete lustros había mantenido el carácter que la lanzó a la popularidad.

En el ínterin tuvo lugar el desmoronamiento de Editorial Bruguera. El proceso se inició con la suspensión de pagos mientras Lolita todavía salía en Pueblo, y se consumó en 1986, cuando ya estaba en ABC. Para el mundo del cómic el fin de Bruguera supuso un cataclismo, pero la serie no se vio afectada, pues C.E. mantuvo su actividad como sociedad independiente.

 
34 años de dibujos

Finalizado ya nuestro rápido recorrido cronológico por las tiras de prensa creadas por Iñigo, parece llegado el momento de subrayar sus características más significativas.

La primera es, sin duda, la semejanza entre ellas, sólo algunos detalles las diferencian, por lo que observando la figura y el comportamiento de Lola, la más popular y duradera, estamos muy próximos a conocer a sus compañeras. El dibujo –como tenía que suceder en una obra tan prolongada– pasó por diferentes períodos, manteniendo siempre unos niveles más que aceptables de elegancia, claridad y firmeza. Iñigo utilizaba las líneas precisas para crear el ambiente y poner de relieve la intervención de los personajes. Desde el principio demostró el dominio de las anatomías y el acierto en la elección del tipo con el que dio vida a sus chicas. Ni tan escuálido como el preferido por los grandes modistos, ni exageradamente dotado.

Desde luego, muy alejado de las exuberantes mujeres de los pornográficos fumetti italianos, que proliferaron en la España de la transición.

En los primeros tiempos de Lolita, cuando el dibujo fue adoptando formas más realistas, la vimos dejar atrás su fisonomía de jovencita inocente, cambiar de peinado, hacerse adulta y mostrar una expresión más provocativa. Transcurridos veintitantos años, cuando se disminuyó el tamaño de los originales, el grafismo con líneas más simples y matices humorísticos la hizo rejuvenecer. En la recta final, los dibujos iniciaron un lento declive.

A la serie Marta y María, cuya publicación casi coincidió con la década de los setenta, le correspondió un periodo de estabilidad estilística, por lo que no se vio afectada por cambios estéticos. Sin embargo, en Candela, se aprecia ya la tendencia hacia el humorismo.

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El lenguaje gráfico de las tiras de Iñigo es internacional – Viñetas de las tiras L1966, L1999 y L2818 – Las tres en Ed. Bruguera.


La narración gráfica y su lenguaje

Si Lolita y sus compañeras fueron recomendadas por Editorial Bruguera a sus dibujantes como arquetipo, el modo en el que Iñigo construía sus historietas es todo un manual de cómo utilizar los recursos del cómic. Una disciplina necesaria para un trabajo como el suyo en el que tenía que superar diversas limitaciones: brevedad, formato fijo (cuatro viñetas del mismo tamaño o equivalente), dibujos que soportasen una impresión deficiente, común en la prensa de la época y, sobre todo, la condición de no utilizar diálogos ni textos de apoyo. El historietista diseñaba la estructura básica de la tira distribuyendo la secuencia en cuatro momentos significativos, con una acertada composición de las escenas, sin angulaciones extremas y con predominio de los planos medios y generales cortos.

Iñigo se manifiesta además como un maestro en expresar todo tipo de ideas, sensaciones y estados de ánimo mediante imágenes simbólicas y metáforas visuales. Son habituales signos como estrellitas que acompañan al dolor o varios pequeños corazones en el aire que indican enamoramiento, imprescindibles con unas chicas como las de Iñigo. La descripción de situaciones por parte de los personajes queda perfectamente expresada utilizando bocadillos. Sólo alguna onomatopeya incumple, de vez en cuando, las reglas señaladas, aunque no el objetivo final, que era evitar la traducción a otros idiomas.

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 Los viajes en el tiempo de Lola – L3154 – Ed. Bruguera nº 26 (1976).
Temas predilectos

La variedad de situaciones y lugares que dan pie a cada episodio es muy amplia, pero algunos son recurrentes y marcan el carácter de la serie. Configuran un mundo singular en el que viven las protagonistas, un mundo con abundantes reiteraciones que sus seguidores reconocen y aceptan con agrado. Así sucede con un tema, tan tópico en los chistes como son los náufragos, que afecta con frecuencia a las chicas. Siguiendo lo que ya es una tradición, no se suele contar a dónde viajaban, ni por qué fueron a parar a una balsa o a una isla diminuta, con compañía o sin ella. Sólo interesa como situación de partida para la breve vivencia que tiene lugar allí y, por supuesto, como motivo para que puedan aparecer en bañador o con los restos del que fue su vestido. Otros escenarios acostumbrados –también proclives al lucimiento corporal– son las playas o las consultas de los médicos, con unos galenos que no saben resistirse a los encantos de tan bellas pacientes. Este comportamiento suele repetirse en las oficinas o en los hogares donde las jóvenes prestan sus servicios.

En este mundo imaginario las calles son campo de operaciones de un sin fin de atracadores, que no contentos con robar el dinero y otros objetos se empeñan en llevarse los vestidos de las chicas Pero no acaban ahí los peligros que amenazan a los peatones, pues son numerosos los pozos sin tapa que deben sortear en las aceras. El hogar tampoco es un lugar seguro y las labores domésticas o el bricolaje conllevan un riesgo. Por ejemplo, la tarea de colgar un cuadro suele acabar en desastre, también son frecuentes las escenas en torno a perros, vendedores a domicilio... o las que pudieron ser románticas en un banco del parque.

Aunque el mundo de nuestras Lolitas no corresponda en su totalidad con el real, proporciona un reflejo visual de vestidos, muebles, utensilios y muchos más elementos materiales que eran comunes en las fechas en que fueron realizados los dibujos. El paso de los años resulta evidente con la presencia de teléfonos con disco de marcar giratorio o máquinas de escribir.

Estas chicas de Iñigo no solo se mueven en el ámbito que podemos denominar conocido, también se relacionan con individuos de otras latitudes y otras épocas, como faquires, árabes con harén, pieles rojas, caballeros con armadura, cavernícolas prehistóricos y hasta alienígenas. Estas escapadas ocasionales contribuyen a romper la monotonía que amenaza este tipo de series.

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 Lolita. Naufragio y maternidad prolífica - L192 – Ed. Bruguera nº 1 (1975).
Las Lolitas de Iñigo

El imprevisible comportamiento de sus protagonistas influye también en la diversidad de las anécdotas narradas. Lola, Sofía, Marta, María o Candela, no son personajes que respondan a unas pautas de conducta, ni siquiera a una situación o estado concreto dentro de la sociedad. Son actrices que interpretan en cada ocasión el papel que su creador les asigna. Cualquiera de ellas puede aparecer un día como atenta madre de unos niños, al siguiente buscando afanosamente pareja, luego viuda, casada y con un hogar, o haciendo comprender al lector -aunque no se muestre- que mantiene relaciones sexuales con algún hombre. Tampoco faltan los casos en los que estas dos últimas circunstancias se presentan simultáneas, en un triángulo amoroso típico del vodevil y con Lolita en su versión más desvergonzada.

El atractivo de las Lolitas de Iñigo y su poder de seducción es el motivo central de muchas de las tiras. Con frecuencia, un mal fario parece amenazar a quienes se rinden a sus encantos y el lance finaliza trayéndoles malas consecuencias. El mencionado leitmotiv pone de manifiesto la polimórfica moral de las chicas. Los hombres, a los que de forma deliberada o involuntaria han hechizado, suelen pretender de ellas bastante más que una sonrisa, pero cuando inician el galanteo lo mismo pueden encontrar la aceptación de una Lolita desenfadada con ganas de desfogar su libido que el rechazo más categórico y una sonora bofetada, como consecuencia de una ética rigurosa. El episodio puede verse interrumpido por una esposa que ha descubierto el enredo o acabar en un matrimonio que, por lo general, no entraba en los planes del flirteador.

El propio Iñigo dice, refiriéndose a Lolita y su conducta: “Yo no me casaría con ella, uno se expone demasiado”. En sentido contrario, nuestras bonitas jóvenes también toman la iniciativa para conseguir la atención de apuestos muchachos que se cruzan en su camino. Sin embargo, su ambigua moral les lleva, en bastantes ocasiones, a anteponer el interés económico y a preferir hombres de más edad, pero ricos.

Las características señaladas en este apartado se cumplen en su totalidad en las series con una sola protagonista, pero Marta y María presentan algunas ligeras diferencias. La dualidad se manifiesta en la coincidencia de la atracción que ambas ejercen sobre el sexo opuesto, y da pie para desarrollar comportamientos de camaradería y buena convivencia o, por el contrario, de competencia y rivalidad. El tono es aquí más formal que en Lolita, por lo que las dos protagonistas se desvisten menos que su compañera.

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 Los emparejamientos de Lola, son, a veces, muy interesados – L948 – Ed. Bruguera  nº 12 (1975) – En Pueblo se publicó censurada el 26-4-1966.
De la ficción a la realidad

La aparición de Lolita en Pueblo y el éxito que la acompañó supuso un paso adelante en la paulatina progresión de la historieta en la sociedad española. Sin duda, la serie buscaba una comercialidad basada en la aceptación del público adulto masculino, por lo que es posible que en su momento nadie reparase en los logros conseguidos. Pocos podían hacerlo en aquellos años en que sólo algunos estudiosos se ocupaban a título individual de los relatos verboicónicos. Pero eran logros la publicación continuada en la prensa diaria, que la protagonista fuese una mujer, el aire de libertad de sus contenidos, la presencia de la llamada del sexo (aunque fuese más insinuada que visible) y la aportación al lenguaje de las narraciones gráficas.

Reconocido ahora este balance positivo, podemos ser benévolos al juzgar las concesiones al machismo imperante en la época, presentes en la serie y la ausencia de planteamientos igualitarios para la mujer.

Tal vez haya jóvenes a los que los hechos favorables señalados les parezcan normales y hasta insuficientes en una sociedad libre, pero en aquellos tiempos la nuestra no lo era y por eso era tan importante entreabrir alguna de las puertas que estaban cerradas.

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APÉNDICE


Proporción de las viñetas: altura/base
Lola – Lolita
0,94 / 0,81
Marta y María
1,07
Candela
0,81
 
Las viñetas de Sofía en Can Can fueron estrechadas de manera irregular hasta 1965. Luego mantuvieron las proporciones originales. Similar modificación se efectuó en las viñetas de nuevo formato en la recopilación de Lola editada por Bruguera.
 
Tiras producidas: (cantidades orientativas)
Lola – Lolita (Sofía)
5.430
Marta y María
405
Candela
255
TOTAL
6.090

 

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Creación de la ficha (2012): Federico Moreno Santabárbara. Revisión de Javier Alcázar. Edición de A. Moreno y Manuel Barrero. Corrección final de Alejandro Capelo.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
FEDERICO MORENO SANTABÁRBARA (2012): "Las sensuales lolitas de Íñigo en la prensa", en Tebeosfera, segunda época , 9 (18-II-2012). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 26/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/las_sensuales_lolitas_de_inigo_en_la_prensa.html