LORCA O LA HUELLA DEL FRANQUISMO
MANUEL BARRERO

Palabras clave / Keywords:
Federico García Lorca, Guerra civil española, Franquismo, Franquismo/ Federico García Lorca, Spanish Civil War, Francoism, Francoism

LORCA O LA HUELLA DEL FRANQUISMO

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La huella de Lorca es un tebeo sobre Federico García Lorca urdido, creado y dibujado por Carlos Hernández, dibujante asociado al diario granadino Ideal como humorista y como ilustrador. Para este libro ha contado con la ayuda de El Torres a la hora de revisar los guiones, pero no ha sido éste el autor del guión en verdad, idea que todos extraemos nada más otear la portada de este libro de historietas. El editor de Norma ha etiquetado el tebeo como “novela gráfica” si bien es en realidad un conjunto de historietas diferentes y completas ambientadas en momentos históricos separados en el tiempo y en el espacio. Es un libro no exclusivamente protagonizado por el poeta, además, tiene un protagonismo coral, y el hilo conductor común de sus personajes no es solamente la memoria perdida del autor de Yerma, es algo más.

Para los que se acerquen a este libro con algún prejuicio conviene aclarar dos cosas: La huella de Lorca no es un tebeo biográfico sobre García Lorca, y tampoco es “otro tebeo sobre la Guerra Civil”. Es ante todo un libro sobre la fractura que dividió a España tras el enfrentamiento cainita, y sobre cómo se recuerda y entiende hoy la figura de Lorca, tomando como ejemplo la consideración que en particular se le tiene en su patria granadina.

Volver a las figuras icónicas elegidas como representantes de uno u otro bando de la contienda que dividió a España en 1936, o de sus facciones e ideologías, no resulta cansino o redundante; al contrario, sigue siendo necesario. La historiografía española, como bien nos ha recordado Paul Preston recientemente (El holocausto español), tiene tres de sus cuatro patas asentadas sobre estos años de guerra reconocida y los siguientes de guerra soterrada. Sea cual sea la postura que se adopte ante esto, lo que hoy resulta indiscutible es que casi nada puede entenderse del siglo XX español sin reparar y detenerse en la Guerra Civil, cuyos antecedentes nos llevan al arranque de siglo y cuyas secuelas y coletazos políticos y sociológicos serpentean todavía en el comienzo del siglo XXI.

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Carlos Hernández es el mismo Carlos autor de Orceman, una tira de prensa sobre un hombre primitivo cuyos fósiles fueron hallados en el sur de nuestro país. Hernández salta de la tira diaria, donde traza una mirada irónica sobre nuestro bruto antecesor primitivo, para hacer un libro de historietas con el que refleja sin ironía alguna el embrutecimiento de la política española que construyó demonios allí donde había hombres, sembrando una tierra de promesas con odio y suplantando los espíritus libres por corazones inflamados de ira. Por ambas partes, que siempre hay que aclararlo. De hecho, Hernández lanza una mirada a ambas facciones en este su primer cómic de largo recorrido, puesto que parte de la recreación de un momento de la infancia de su padre, hijo de afectos al falangismo y hombre de derechas él mismo, y concluye con una conversación con su progenitor cuando ya es anciano en la que reflexiona sobre la memoria perdida. Esta última conversación constituye una acertada metáfora sobre ese cadáver que no se halla, el de Lorca, y cuya búsqueda se ha convertido en el símbolo del olvido.

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Por lo expuesto, al hablar de este libro, mejor que novela gráfica quizá fuera conveniente usar el eufemismo sustitutivo “documental gráfico”, porque esta obra sobre Lorca no fue concebida como un relato íntegro, como una única historia, sino como un conjunto de episodios documentados con mayor o menor fidelidad sobre una imagen huidiza. Lorca es la identidad conductora y se muestra poco. Aparece en varios episodios, algunos de los cuales transcurren curiosamente fuera de España, en Nueva York o en Cuba. En estos episodios Carlos Hernández muestra la imagen más frívola del artista, pero también la más admirativa, mientras que en las historietas en las que Lorca está en España es cuando se le ve despreciado o desasistido (de niño, o en la Residencia de Estudiantes, por ejemplo). El momento en que el autor logra transmitir mejor la idea capital de esta obra es cuando rememora la imagen o el significado de Lorca a través de los sentimientos y vivencias de otros españoles: la honda pena en su amigo Carlos, el desprecio irreverente en los viejos franquistas granadinos, la surrealista traición de Dalí (o de Buñuel), o en el arrepentimiento posterior de su verdugo.

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Posiblemente, lo mejor de este libro es esa identificación del Darro, el río que atraviesa Granada de manera subterránea, con el “entierro” voluntario del recuerdo de un hombre que sigue dividiendo la postura de los vecinos de Granada sobre la Guerra Civil. Eso es, una metáfora certera sobre la fractura de una ciudad, y por extensión de toda una nación, en la que triunfaron la barbarie y las injusticias de forma generalizada y sin resarcimientos. La fractura sigue ahí, en una ciudad sin placas ni estatuas para el poeta, y en un país que aún le busca en el subsuelo cuando debería afanarse, abiertamente, por encontrarlo sobre la superficie. Este libro demuestra que aún hay miedo, o reparos, a dar ese paseo al encuentro con la huella del artista fusilado.

Carlos Hernández ha hecho su primer libro de cómics. Él es un historietista ducho en la entrega corta, no en la larga, y se le nota. Para narrar por extenso necesitará aún más rodaje (mayor dominio de los personajes, afinar con los encuadres, depurar la línea para obtener mejor tono dramático). Pero el olfato para el tema lo tiene, y suya es la virtud para encontrar otros enfoques con los que narrar. Afincarse en lo maniqueo suele ser el recurso fácil para contemplar nuestro pasado, con objeto de distinguir facciones y acodarse al lado de los que opinan como nosotros. Pero la historia siempre es más compleja, terriblemente más compleja. La huella de Lorca nos sirve para meditar sobre un tiempo en el que se desataron las urgencias y murió la belleza. La del poeta fue una muerte más, sin importancia quizá, como la de miles (y sin cadáver, como miles de casos), pero dejó expuesta para la historia a una España rota que aún sigue queriendo casar los fragmentos de su memoria.

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Creación de la ficha (2011): Manuel Barrero. Revisión y corrección de Antonio Moreno y Alejandro Capelo. · Datos e imágenes tomados de un ejemplar original
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2011): "Lorca o la huella del franquismo", en Tebeosfera, segunda época , 8 (21-IX-2011). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 29/III/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/lorca_o_la_huella_del_franquismo.html