PULGARCITO: DE PERSONAJE DE CUENTO A CLÁSICO DE LOS TEBEOS
CARLOS DE GREGORIO

Resumen / Abstract:
Repaso a la serie "Pulgarcito", inspirada en el personaje clásico de los cuentos infantiles. / An approach to the comic series 'Pulgarcito', derived from the classic chlid tale.
Notas: Carlos De Gregorio realiza, para el presente número de Tebeosfera, un minucioso estudio de otro de los personajes claves en la obra de Jan.
Palabras clave / Keywords:
Revista Pulgarcito/ Pulgarcito magazine
PULGARCITO: DE PERSONAJE DE CUENTO A CLÁSICO DE LOS TEBEOS
 
 

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Pulgarcito en la tradición del cuento europeo

En 1921 el editor Juan Bruguera lanzó al mercado el primer número de Pulgarcito, una publicación infantil que desempeñaría un papel fundamental en la historia de los tebeos en España (1). El nombre de esta revista, procedente del acervo popular, ya había sido utilizado por otra publicación infantil madrileña en 1916. Aunque en un primer momento no se designó como Pulgarcito a ningún personaje habitual de la revista, a lo largo de la extensa historia de la publicación, que se prolongó hasta el año 1987, recibieron este nombre varios personajes distintos. A ellos nos referiremos en el presente artículo, con especial detenimiento en la serie desarrollada por Jan (Juan López Fernández) entre 1981 y 1982.

En España el nombre de Pulgarcito se ha utilizado tradicionalmente para designar a dos personajes diferentes del folklore europeo: el inglés Tom Thumb y el francés Le Petit Poucet. En otros países no se confunden ambos personajes, puesto que reciben nombres distintos. Así, en francés Tom Thumb es denominado Tom Puce, mientras que en inglés Le Petit Poucet se conoce como Hop-o'-My-Thumb o Little Thumbling.

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Tom Thumb, ilustración procedente de la edición de 1621.
Abajo: Le Petit Poucet, ilustración de Antoine Clouzier para la edición de 1697. 

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Los orígenes de Tom Thumb se confunden con la tradición artúrica. La versión escrita más antigua de su historia que ha llegado hasta nosotros fue publicada en 1621, y se cree que su autor fue Richard Johnson. Este librito de 40 páginas es el cuento de hadas más antiguo que se conserva impreso en inglés. Pulgarcito, según la versión de Richard Johnson, recibió este nombre debido a que su tamaño no era mayor que el pulgar de su padre. Entre otros episodios, fue tragado por una vaca y por un gigante, y acabó convertido en el favorito del rey Arturo. Posteriormente se escribieron nuevas versiones y continuaciones de la historia original. Aunque inicialmente se trataba de un relato para adultos, a mediados del siglo XIX se vio relegado al terreno de los cuentos para niños, se censuraron algunos episodios considerados vulgares y la historia quedó impregnada de un cierto tono moralizante. En 1863, Dinah Maria Craik Mulock se mostró en contra de esta censura y realizó una nueva adaptación que devolvía a la historia toda su crudeza original, añadiendo nuevas aventuras que terminaban con la muerte de Pulgarcito a causa del aliento venenoso de una araña.

Mientras esto sucedía en el Reino unido, en Alemania los hermanos Grimm publicaron en 1810 dos cuentos protagonizados por Tom Thumb (“Daumesdick” y “Daumerlings Wanderschaft”) que constituyen la versión más conocida en nuestros días de este personaje. Las andanzas de Tom Thumb tienen grandes similitudes con las del personaje popular catalán En Patufet, traducido al castellano como Garbancito.

El “otro” Pulgarcito es un personaje de la tradición oral francesa llamado Le Petit Poucet, cuya historia dejó fijada por escrito el francés Charles Perrault en 1697. Este Pulgarcito es un niño pequeño, pero no tan minúsculo como Tom Thumb. Se trata del menor de los siete hijos de un matrimonio de leñadores, que al no poder alimentarlos deciden abandonarlos en el bosque. Pulgarcito salva a sus hermanos dejando piedrecitas para guiarse por el camino, pero la segunda vez que les abandonan sólo dispone de migas de pan que se comen los pájaros, y los siete hermanos terminan en la cabaña de un ogro aficionado a comer niños. Pulgarcito salva de nuevo a sus hermanos haciendo que el ogro les confunda con sus propias hijas. Más tarde le roba sus botas de siete leguas y con ellas sirve al rey como mensajero, obteniendo tal riqueza que ni él ni su familia vuelven a pasar hambre.

 

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Los primeros Pulgarcitos de la revista Pulgarcito

La revista Pulgarcito no aclara a qué Pulgarcito se refiere el nombre de su cabecera, y de hecho en los primeros números no se menciona a ningún personaje con este nombre. Junto a la cabecera aparece el dibujo de un niño mofletudo que lo mismo podría ser Pulgarcito que un eventual lector de la publicación. En la portada del número 6, sin embargo, encontramos una curiosa protohistorieta sin firma protagonizada por un niño llamado Pulgarcito. En ella, un carretero pide al niño que le cuide el caballo mientras va a tomarse una copita, y al volver le paga el favor con un puntapié en lugar de la propina prometida. Pulgarcito decide vengarse atando un par de baúles del carro a un poste, con el consiguiente desperfecto al emprender su carrera el caballo, espoleado por el carretero. El argumento, obviamente, no tiene relación alguna con ninguno de los personajes de cuento antes mencionados. Tampoco volvemos a encontrar al protagonista de esta historieta en números posteriores de la revista. Esporádicamente aparecieron relatos ilustrados cuyo protagonista tenía el mismo nombre, pero está claro que no se trataba del mismo personaje: en el nº 9 se incluyó un cuento onírico protagonizado por un Pulgarcito que dormía en una caja de cerillas (como el Tom Thumb del cuento inglés) y que era consciente de ser la figura estelar de la revista. En el nº 40 encontramos otro Pulgarcito en la figura de un niño de buenos sentimientos que protagonizaba un cuento moralizante.

 

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Portadas de la revista Pulgarcito. De izquierda a derecha: número 6, con una protohistorieta con el personaje; Almanaque para 1922, y número 184, con la primera serie de historietas con otro Pulgarcito como protagonista.

En la portada del Almanaque de Pulgarcito para 1922 encontramos la figura de un niño cuyos rasgos recuerdan al personaje de la cabecera, pero en esta ocasión aparece ataviado con un gorro con pompón, característica que identificará durante las siguientes décadas al personaje de Pulgarcito. A partir del nº 132, publicado en 1924, la cabecera de la revista apareció acompañada por la imagen de un niño con un gorro similar. A lo largo de 1925, entre los números 184 y 232, el niño abandonó la cabecera para protagonizar una serie de historietas mudas en las portadas (sólo la primera estaba acompañada por un texto en verso en la parte inferior). Gracias a los títulos de estas breves historietas podemos confirmar que el protagonista es, definitivamente, Pulgarcito. Se trataba de una serie de gags visuales protagonizados por un niño ingenioso y algo travieso, desarrollados en cuatro viñetas, a las que se añadía una quinta, generalmente circular o triangular, con la efigie del protagonista. En ninguna de estas historietas se hacen referencias a los cuentos clásicos de Pulgarcito. El dibujo central de la primera página de esta serie, en el que aparece el protagonista de frente, mostrando un rostro mofletudo con largas pestañas, dejaba clara la intención de identificar este personaje con el que había ilustrado la cabecera de la revista desde su nacimiento.

Varios años después, Pulgarcito protagonizó una nueva serie de historietas que ocuparon la mayor parte de las portadas de la revista desde el nº 603, publicado presumiblemente a finales de 1932. Estas historietas estaban firmadas por Niel, que según investigaciones recientes es seudónimo del barcelonés Daniel Masgoumiery Pena (1879-1942) (2). Pulgarcito, siempre ataviado con su característico gorro con pompón, se vio rodeado en esta ocasión por una pandilla que le acompañaba en sus correrías por todo el mundo, formada por un niño, una niña, un payaso y un extraño personaje de tez oscura y nariz alargada, que fueron bautizados respectivamente como Ton-Tin, Tin-Ton, Tolín y Tolón. Esta serie de historietas, que alternaban la temática fantástica y la aparición de personajes grotescos con las anécdotas costumbristas, tampoco mostraba relación alguna con los Pulgarcitos de los cuentos clásicos. La serie se prolongó hasta el final de la primera etapa de la revista, aunque en los últimos números, publicados ya durante la guerra civil, Pulgarcito y sus amigos fueron desapareciendo progresivamente de las portadas, cuyo protagonismo les fue arrebatado por una versión local de Stan Laurel y Oliver Hardy, a menudo dedicados a asuntos relacionados con la contienda civil. En la conocida como “tercera etapa” de la revista, publicada alrededor de 1938, aún encontramos alguna portada protagonizada por Pulgarcito, aunque con un aspecto distinto al habitual.

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En la primera imagen: nuevas historietas con Pulgarcito en portada (nº 603, 1932). En el centro: cuaderno de 20 páginas dedicado a Pulgarcito y su pandilla. Por último, Pulgarcito y su pandilla regresan en el Amanaque para 1945.

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Arriba: cuaderno Aventuras de Pulgarcito, de Salvador Mestres (1944). Abajo: historieta publicitaria de los caramelos Pulgarcito, de Bernet Toledano.

 
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Sabemos de la existencia de al menos un cuaderno monográfico dedicado a las andanzas de Pulgarcito, con el título Pulgarcito y su pandilla. Viajes y aventuras extraordinarias, en cuya portada reconocemos a los habituales protagonistas de la serie de Niel, dibujados por otro autor. Posiblemente la última aparición del elenco protagonista de esta serie se produjo en el Almanaque de Pulgarcito para 1945, para cuya portada dibujó Ayné a toda la pandilla en una estampa navideña, y en cuyo interior se podían leer, entre otras series, los “Viajes Extraordinarios de Pulgarcito y sus amiguitos”.

Por otra parte, alrededor de 1944 Bruguera publicó también una serie de cuadernos apaisados dibujados por Salvador Mestres (1910-1975) cuyo protagonista se llamaba Pulgarcito, aunque no parecía tener relación ni en aspecto ni en temática con la serie dibujada por Niel en la década anterior. Este Pulgarcito ya no estaba acompañado por ninguna pandilla de niños, sino que actuaba en solitario en una serie de aventuras de ambientación cercana al western. La colección, que terminó al cabo de ocho números, fue recopilada en un único tomo al año siguiente.

En 1945, cuando apareció nuevamente la revista Pulgarcito como publicación periódica, ya no se encontraba en su interior el personaje de Pulgarcito, ni en la versión de Niel ni en la de Salvador Mestres, aunque el niño que se mostraba en la cabecera, con su gorro con pompón, evocaba sin duda entre los lectores de mayor edad el personaje clásico de los años treinta.

Entre 1966 y 1967, Joan Bernet Toledano (1924-2009) dibujó para la revista Pulgarcito una serie de historietas protagonizadas por un niño llamado Pulgarcito, a veces acompañando a otros personajes de la casa. Se trataba de historietas publicitarias, destinadas a promocionar los caramelos Pulgarcito entre los lectores de la revista. A pesar de su aspecto, basado en el personaje de la cabecera (en el que no faltaba el gorro con pompón) no encontramos en esta serie ningún otro elemento de las historietas de Niel ni de los cuentos clásicos de Pulgarcito.

 

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Un Pulgarcito renovado

Después del serial publicitario de Bernet Toledano, no volvemos a encontrar a Pulgarcito como personaje de la revista hasta 1981, cuando se produjo una renovación total de la publicación. Después de tres décadas manteniendo la misma numeración y el mismo formato con pocas modificaciones, Bruguera decidió transformar la revista insignia de la casa en una publicación dirigida a un público más infantil, modificando completamente su aspecto. En lugar del clásico formato de revista grapada de 26 x 18 cm, Bruguera tomó como referencia una exitosa publicación de otra editorial que se editaba en un tamaño mucho menor, de 18,5 x 13 cm. Se trataba de Don Miki, un tebeo de historietas Disney que la editorial Montena publicaba siguiendo el modelo de la revista italiana Topolino. Esta última publicación continúa apareciendo con escasas variaciones de formato desde 1949, y en el año 2013 ha sobrepasado ya los 3.000 números. Antes de la Segunda Guerra Mundial, Topolino se publicaba con un formato mayor, similar a un periódico (formato que en España fue imitado por la revista Mickey de anteguerra), pero en 1948 Arnoldo Mondadori, que por entonces publicaba las historietas de Disney, había tenido que adquirir una costosa maquinaria para imprimir la edición italiana del Reader’s Digest (revista mensual nacida en 1922 en EE UU), y para amortizar mejor los costes decidió que la nueva versión de Topolino se realizara en el mismo formato. Del formato del Reader’s Digest, por tanto, procede el formato del Topolino, del Don Miki y del Pulgarcito en su versión de 1981. Antes de decidirse a publicar su revista insignia en este tamaño, Bruguera ya lo había ensayado con otra publicación, Copito, desde octubre de 1980.

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De arriba abajo: primer número del Pulgarcito renovado de 1981, página del nº 8 con el parque urbano, escenario de juegos, y el señor Ogro, todo un carácter, según apareció en el nº 3.

Según reveló el propio Jan, Bruguera pidió a varios dibujantes (Ibáñez, Raf y él mismo) que crearan algún nuevo personaje que sirviera como mascota para la nueva versión de la revista Pulgarcito (3):

«Era el año 1981 y la Editorial Bruguera estaba en curso de renovación. Había habido cambios de todo tipo y todavía se conservaban las clásicas revistas estrella de la casa, entre ellas Pulgarcito. Se planteó modernizarlas y Pulgarcito no se libró, se solicitó un proyecto a Ibáñez, a mí y no recuerdo a quiénes otros. Ibáñez propuso 'Tete Cohete' y yo presenté un proyecto basado en la personalidad del Pulgarcito del cuento.»

A continuación reproducimos el proyecto presentado por Jan, que él mismo hizo público hace algunos años:

«PULGARCITO será el más listo de seis hermanos más un gato que se llamará 'MEDIANOCHE'.

Los cinco hermanos de PULGARCITO serían gemelos, o sea exactamente iguales, quintillizos, vamos... El padre sería de oficio cartero, o empleado de correos. PULGARCITO viviría en un piso más bien modesto y en una ciudad de tamaño regular, con sus autobuses, taxis, tiendas o grandes almacenes, en la cual se definan personalidades secundarias como, por ejemplo, el guardia, el señor alcalde, etc. Todo más o menos como la mayoría de los lectores de tebeos.

En las calles, tiendas, colegio y demás teleles de esa ciudad se movería PULGARCITO al principio, para que el lector se familiarice con él y su soporte de procedencia antes de ponerlo a correr aventuras a lo largo del mundo, pero de manera que siempre regrese a su ciudad, al colegio, a recuperar clases... excepto en época de vacaciones, claro.

PULGARCITO estará inspirado en el del cuento pero traído a nuestra época y entorno, que es la del lector. Su relación con el cuento sólo serían referencias que permitan ironizar.

Sus aventuras tienen que tener acción y humor, pero PULGARCITO no puede pegar puñetazos, pues tendríamos otro Benito Sansón, y no interesa. Habrá que buscarle, en cada caso, un secundario que pegue las tortas por él. Podría colocarle un amigo grande y gordo y tonto, como Obélix pero en feo, que se llamaría 'EL OGRO'.

Tanto los padres como los hermanos de PULGARCITO serán secundarios de 'apoyo', puesto que hay que resaltar a PULGARCITO. Los mellizos deberán ser indecisos, quedarse en segundo plano, no saber cómo salir de los líos que puedan tener, como en el cuento.

El gato 'MEDIANOCHE' lo considero necesario pues PULGARCITO no puede estar solo, sería monótono que siempre salieran sus hermanos. PULGARCITO, al ser pequeño, necesita algo que dé lugar a diálogos, recursos y patrón de medida (serían del mismo volumen). No quiero usar un perro pues ha sido muy utilizado, pero el carácter de 'MEDIANOCHE' lo veo mitad perro mitad gato».

El personaje presentado por Ibáñez, Tete Cohete, protagonizó su propia serie en la revista, además de acompañar a Mortadelo y Filemón en una de sus historias largas. No obstante, el proyecto ganador fue el de Jan, que a partir de ese momento se vio obligado a realizar un trabajo extenuante, pues en cada número de la revista debía incluirse una historia completa de la nueva serie.

En el proyecto presentado a Bruguera, Jan hizo una interesante referencia a una serie europea que sin duda influyó en sus historietas: Benito Sansón (Benoît Brisefer, de Peyo). Esta serie se había dado a conocer en castellano en la revista Strong, para la que trabajó el propio Jan durante un tiempo. Descubrimos la influencia de Benito Sansón, por ejemplo, en la utilización del parque urbano como escenario donde se desarrollan algunas correrías del grupo de niños protagonista.

El proyecto, como podemos comprobar, experimentó algunas modificaciones cuando fue llevado a la práctica: el “ogro” no fue finalmente un amigo grande, gordo y tonto, sino un científico (grande y gordo, pero no tonto) cuyo carácter parecía inspirado por el protagonista del cuento “El gigante egoísta”, de Oscar Wilde.

Jan conocía bien los cuentos de Pulgarcito porque ya había realizado varias adaptaciones para colecciones como Heidi o Lluvia de estrellas, tanto del cuento francés de Perrault como del de origen inglés. Su experiencia durante los años setenta dibujando infinidad de adaptaciones de cuentos populares para distintas colecciones tuvo que influir de algún modo en el autor a la hora de enfocar su nueva serie hacia la literatura popular infantil.

 

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La serie de Jan: dos años, casi 900 páginas

Las dos primeras historietas de Pulgarcito no fueron realizadas en el formato pequeño que finalmente tuvo la nueva etapa de la revista, sino en el tradicional de los demás tebeos de Bruguera. Es de suponer que cuando el autor las dibujó no conocía aún cuál sería el formato definitivo. Ambas historietas, de seis páginas cada una, fueron publicadas en sendas revistas fechadas el mismo día, 16 de febrero de 1981, dos semanas antes del lanzamiento del nuevo Pulgarcito, de forma que sirvieron para promocionar la nueva publicación.

La primera historieta apareció en nº 68 de Zipi y Zape Especial y se titulaba “El jardín del Ogro”. En ella se presentaba el protagonista de la serie junto con sus hermanos, cuyos nombres se correspondían con las cinco vocales: Agapito, Elías, Isidoro, Óscar y Ulises. El lector también podía conocer a los padres de Pulgarcito y al gato Medianoche (totalmente negro, como la clásica mascota de la editorial), y se mencionaba por primera vez el nombre de un misterioso personaje que aún tardaría varios episodios en mostrarse con claridad: el Señor Ogro, que siempre protegía su jardín de los niños del barrio y al que de momento sólo se veía en sombras con un aspecto amenazador que asustaba a los hermanos de Pulgarcito. Esta primera historieta tomaba ya varios elementos del Pulgarcito de Perrault (la principal referencia en la creación del personaje) pero también del cuento de Oscar Wilde “El gigante egoísta”. Un último personaje, la hija del señor Ogro, aparecía brevemente y no se mencionaba aún su nombre (Trini), pero se dejaba entrever la importancia que tendría más adelante en la serie como compañera de correrías de Pulgarcito.

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Las dos primeras páginas de la primera historieta del personaje.

La segunda historieta, “Un día, una vaca…”, se publicó en el nº 449 de Zipi y Zape. En esta ocasión, el argumento hacía referencia al otro Pulgarcito, el Tom Thumb de la tradición inglesa, recontado por los hermanos Grimm, o bien al catalán En Patufet.

El primer número de la nueva etapa de Pulgarcito apareció con fecha 2 de marzo de 1981. En su interior encontramos la tercera historieta de la serie, de 12 páginas, que fue la primera realizada con el formato reducido de la revista. La extensión de las historietas de Pulgarcito fue variando a lo largo de toda la serie entre las 8 y las 19 páginas, a las que habría que añadir las portadas, que a menudo también estaban realizadas por Jan y tenían a Pulgarcito como protagonista.

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La desbocada imaginación de Pulgarcito (Pulgarcito nº 1). Abajo: la mansión del señor Ogro, ocupada por su máquina del tiempo (Pulgarcito nº 4).

 
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En los primeros episodios se fue desarrollando un microcosmos formado por una población de personajes bien definidos que permitieron a Jan asentar la serie antes de lanzarse a la elaboración de historias más complejas. Quedó claro desde el principio el carácter fantasioso de Pulgarcito, capaz de perderse en su imaginación y de convertirse en cualquier personaje de cuento, así como su afinidad con Trini, la hija del Señor Ogro, a quien todos temen menos el pequeño protagonista. Se presentó también la pandilla rival del barrio (Gregorio, Hipo y Tato) y otros secundarios recurrentes como Eugenio, el guardia urbano. Tras haber creado una gran expectativa en el lector, en el quinto episodio (nº 3 de la revista) apareció por primera vez de forma abierta el Señor Ogro, uno de los personajes más carismáticos de la serie. A pesar de su aspecto atemorizador y de su mal genio, se trata de un científico que en el fondo tiene un gran corazón y a quien le basta para ablandarse una taza de chocolate preparada por su hija. El Señor Ogro dedica todos sus esfuerzos a desarrollar una máquina del tiempo que hace funcionar mediante los geranios y tulipanes que planta en su jardín. Le acompaña un robot llamado Tristán, que el científico ha fabricado con la intención de introducirlo en la máquina del tiempo y obtener fotografías del pasado. Hasta el momento sólo ha podido construir un prototipo a escala de la máquina del tiempo, aunque la mayor parte de su mansión está ocupada por la maquinaria necesaria para hacerlo funcionar. En el interior del prototipo no cabe el científico, pero sí su robot Tristán, así como Pulgarcito y el gato Medianoche.

Las historias transcurren inicialmente en un entorno urbano (los protagonistas viven en alguna localidad cercana a Barcelona cuyo nombre no llega a mencionarse). La familia de Pulgarcito vive en un piso modesto, en el que todos los hermanos han de compartir no sólo la habitación sino también la cama. El padre trabaja como cartero y la madre es ama de casa. Dentro de la ciudad, destacan algunos escenarios importantes como el colegio, el parque donde juegan los niños, la biblioteca municipal (una muestra más de la importancia que se da al mundo de los libros) y la mansión del Señor Ogro, rodeada por un jardín de plantas gigantescas. Además, desde el primer momento se muestran también entornos campestres, y pronto se añaden los viajes a otros países o al mundo onírico y fantástico de los cuentos de hadas.

Una de las principales características de la serie es la utilización de argumentos y personajes procedentes de cuentos y otras obras clásicas de la literatura, que el autor adapta haciendo que Pulgarcito intervenga en esas historias, ya sea entrando en contacto con los personajes o interpretando directamente a alguno de ellos. Con este fin se emplean diversos recursos: la máquina del tiempo del Señor Ogro, los sueños y fantasías de Pulgarcito y la intervención de personajes como el duende Puck (un personaje recurrente que conduce a Pulgarcito al mundo de los cuentos de hadas) o el Cuentero, un barrendero del parque que se presenta a sí mismo como el barón de Münchausen y relata a los niños sus aventuras de juventud, basadas en las del personaje creado por Rudolf Erich Raspe. Algunos de estos recursos (la máquina del tiempo y el viaje onírico) ya habían sido utilizados por Jan durante su etapa cubana en la serie Chaparrito, cuyo protagonista tiene más de una característica en común con Pulgarcito (4).

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Correlativamente: el encuentro con el duende Puck (Pulgarcito nº 18), recreación del cuento del gato con botas (Pulgarcito nº 29), y aventura con don Quijote y Sancho Panza (Pulgarcito nº 41).

Mediante los recursos mencionados, Jan realizó versiones de relatos clásicos como Las zapatillas rojas y El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen; Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a través del espejo, de Lewis Caroll; Hans el de la suerte y El sastrecillo valiente, de los hermanos Grimm; Puck el de la colina Pook, de Rudyard Kipling; Peter Pan, de J. M. Barrie; La isla del tesoro, de R. L. Stevenson; El gato con botas, de Perrault; Robin de los bosques, Los tres cerditos, Caperucita Roja, Juan y las habichuelas… No todas las obras que sirven de inspiración a Jan son clásicos de la literatura infantil y juvenil, sino que en ocasiones se basa en novelas más adultas, como Don Quijote de la Mancha, de Cervantes, o Los tres mosqueteros, de Dumas; en personajes mitológicos como el rey Midas, e incluso en antiguas fábulas poco conocidas. Jan llegó a servirse incluso de los cuentos del extraterrestre Trok-Trok, que él mismo había ilustrado a partir de los guiones de Cristina Brunet Sero, y en una ocasión (quizá la menos inspirada de toda la serie) llegó a realizar una parodia de la serie japonesa Mazinger Z. Aparte de estas adaptaciones, en las historietas se citaban a menudo fragmentos de obras literarias de todo tipo, desde Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, hasta poemas de Gabriela Mistral o villancicos de Luis García Nieto y Luis Borobio. La serie dejaba traslucir por todas partes el amor por la literatura que el autor pretendía transmitir a los lectores.

Los mismos recursos que permitían a Pulgarcito viajar al mundo de los cuentos le dieron la oportunidad de recorrer distintas épocas de la historia: la era de los dinosaurios, la antigua Roma, la Edad Media (donde conoció a su “otro yo”, el Pulgarcito del cuento de Perrault), la época de los vikingos, el lejano Oeste, etc., y pudo presenciar acontecimientos como el nacimiento de Jesús en Belén o el descubrimiento de América.

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En la primera imagen: en Belén, cantando un villancico de Luis Borobio (Pulgarcito nº 42). Después: con los romanos ante la muralla de Adriano (Pulgarcito nº 18) y en la Edad Media con el Pulgarcito del cuento clásico (Pulgarcito nº 10).

Estas historias de corte fantástico alternaban, de vez en cuando, con otras de carácter más costumbrista, en las que Pulgarcito y su familia viajaban a la playa, realizaban una reforma de la casa o celebraban fechas especiales como el día de reyes o el de los inocentes. En más de una ocasión, Jan se dibujó a sí mismo como un personaje secundario, e incluso llegó a convertirse e uno de los protagonistas del episodio “La carta olvidada”.

No todas las historietas de la serie fueron episodios completos. La aventura publicada en los números 38 y 39 (“Un cuarto misterioso”) fue concebida como un único episodio, pero la editorial lo dividió en dos partes, quizá para salvar la dificultad del autor para entregar una historieta nueva cada semana. Otras veces, sin embargo, fue el propio autor quien decidió prolongar un argumento durante dos episodios. Sucedió así con la historia de las carabelas de Colón (números 27 y 28), la ambientada en la época de los vikingos (números 51 y 52), la adaptación del cuento del sastrecillo valiente (números 55 y 56) y una historia en la que Pulgarcito y Medianoche se pierden en distintas épocas del pasado y del futuro debido a un mal funcionamiento de la máquina del tiempo (números 58 y 59).

Además de estos episodios dobles, entre los números 16 y 23 se publicó una serie de historietas con cierta continuidad entre sí, en la que Pulgarcito viajaba a Londres con Trini y el Señor Ogro, aprovechando que éste debía acudir a un congreso científico.

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Rumbo a América con Cristóbal Colón (Pulgarcito nº 28).

Jan, convertido en personaje de historieta (Pulgarcito nº 45).

El viaje a Londres con el profesor Ogro y Trini (Pulgarcito nº 17).

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Portada del Pulgarcito nº 49: la historia de la lámpara de Aladino se prolongó durante cuatro números.

La versión de Aladino y la lámpara maravillosa ocupó cuatro episodios (números 47 a 50), constituyendo una historia larga que Jan realizó con la idea de que pudiera publicarse posteriormente como un álbum independiente. Sus páginas están numeradas de tal forma que si elimináramos las viñetas que sirven de nexo entre los episodios nos quedaría una historia de 62 páginas, que coinciden con la extensión que tenían entonces los álbumes de la colección Olé. Por desgracia, nunca llegó a publicarse tal álbum, y esta historieta ni siquiera ha vuelto a ser reeditada. Al final de esta historia larga, Aladino regaló a Pulgarcito su lámpara, de manera que el genio acabó siendo transportado a nuestra época. Hacia el final de la serie, a partir del nº 61, se publicó una serie de episodios (no consecutivos) en los que Pulgarcito trataba de devolver a su tiempo al genio de la lámpara, deseo que no logró satisfacer.

Jan recuerda así su experiencia y el resultado obtenido con esta serie (3):

«Creo que conseguí reflejar un compendio de cultura infantil con esa serie, en la que combinaba los cuentos populares (Andersen, Grimm...) con los clásicos castellanos, las fábulas, aquella zona de la literatura que se llama surrealismo literario, como Alicia en el país de las maravillas, Kipling, Gulliver, algo de historia, etc., etc.»

Sin embargo, fue enorme el esfuerzo desplegado por el autor para elaborar en menos de dos años las casi 900 páginas de que consta la serie, y para ello se vio obligado a hacer muchos sacrificios, entre ellos el de dejar de lado su creación más famosa, Superlópez. Jan lo cuenta de este modo (3):

«Ya tenía la serie de "Superlópez" en marcha y despegando, Pulgarcito suponía una rémora y en el fondo no creía mucho en ello, pues al dirigirse a edades de siete a diez años no le veía futuro. Los niños no compran tebeos, se los compran sus papás, y éstos escogen lo que ellos leyeron... Claro, temía disgustar a los jefes, que estaban muy lanzados y siempre dispuestos a ponerte ayudantes que te pasaran a tinta lo que fuera, cosa que nunca he aceptado, y decidí probar de compaginar ambas cosas. El resultado fue que Superlópez quedo parado hasta que renuncié a seguir Pulgarcito, a disgusto de la editorial».

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El exótico Oriente de Aladino (Pulgarcito nº 48).

La publicación de las primeras historietas de Pulgarcito coincidió con la aparición seriada de la historia de Superlópez “La semana más larga” en la revista Mortadelo Especial, pero después se interrumpió la aparición de nuevas historietas de Superlópez hasta enero de 1983, cuando se inició la publicación de “Los cabecicubos” una vez que el autor había renunciado a continuar con Pulgarcito.

 

Jan habló también en una entrevista de las dificultades que tenía para mantener el ritmo de publicación de una historieta semanal con una extensión media de unas 13 páginas (5).

«—Si mal no recuerdo, Pulgarcito era una publicación semanal, ¿cómo te las apañabas para poder hacer sus historias a veces de hasta quince o más páginas?

—Con trabajo y durmiendo poco, además de parar el Superlópez. Los guiones era lo que me costaba más y tenía que correr en el dibujo. En la editorial me insistían en la cosa esa de dibujar a lápiz para que otro pasara a tinta, creo que cedí alguna vez, pero corté el experimento rápidamente: no lo soportaba...».

Aunque no sabemos exactamente qué páginas o historietas no fueron entintadas por Jan, podemos comprobar que tres episodios, en los números 67 a 69, se publicaron con la rotulación mecánica que era habitual en la mayoría de las historietas publicadas por Bruguera pero no en las de Jan, lo que nos indica que fue en esa época cuando el autor se vio obligado a delegar una parte de sus tareas habituales.

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Las críticas de Jan a los coloristas (Pulgarcito nº 47).

 

A Jan le habría gustado colorear manualmente sus historietas, pero con el ritmo impuesto por la editorial habría sido una tarea imposible, y el color con el que finalmente se publicaron no hizo justicia en ningún momento al trabajo del dibujante. Jan llegó a criticar a los coloristas en la primera página de la historia “Un cuento chino” (nº 47), poniendo en boca de Pulgarcito el siguiente texto:

«El dibujante está enfadado porque siempre salen todos los trajes pintados de azul o de rojo… Que si una cara amarilla… Que si nieve verde… Que si… ¡Buuuf…!»

Curiosamente, y pareciendo reforzar la crítica de Pulgarcito, en la misma viñeta aparecía un gigantesco tablero de parchís coloreado sin el más mínimo rigor.

El ritmo de producción semanal se rompió en muy pocas ocasiones hasta el final de la serie. En los números 14 y 15 de Pulgarcito no se ofrecieron historietas nuevas, sino las dos iniciales de la serie, remontadas chapuceramente por la editorial, sin consentimiento del autor, y con algunos diálogos alterados en un intento de disimular que se trataba de historietas muy anteriores a las que habían aparecido hasta entonces en la revista.

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Uno de los cuentos troquelados de Pulgarcito (1983).

En el nº 57, por primera vez, no hubo historieta de Pulgarcito. Este hecho se repitió en los números 60, 65, 66, 74, 75 y 76. Para tratar de suplir estas ausencias y conseguir que Jan estuviera de algún modo presente en la revista, desde el nº 58 empezó a incluirse una serie de cuentos que el dibujante había realizado entre 1973 y 1974 para la colección Heidi.

Finalmente, en el nº 77 (15 de noviembre de 1982) se publicó la última historieta de Pulgarcito dibujada por Jan (6). Los viejos cuentos realizados para la colección Heidi siguieron incluyéndose en la revista hasta el nº 104, y periódicamente se publicaron nuevas portadas protagonizadas por Pulgarcito, pero ya no estaban dibujadas por el creador del personaje y sólo consiguieron que los lectores añorasen aún más las historietas de Jan.

En febrero de 1983 la editorial Bruguera publicó cuatro cuentos troquelados de Pulgarcito, firmados por Jan y Cris, la guionista y colorista con la que también realizó los cuentos de Trok-Trok. Cada cuento consistía en ocho páginas con grandes ilustraciones de Jan acompañadas de un breve texto que narraba un cuento sencillo. Los colores estaban realizados manualmente y de forma esmerada, a diferencia de los que acompañaban a las historietas de la revista.

 

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Pulgarcito después de Jan

Al abandonar las aventuras de Pulgarcito, Jan propuso a la editorial que continuase la serie su propio hijo Juan José, que ya le había acompañado en la revista Jauja de Ediciones Druida firmando como Juanjo su propia serie, "Rocky Rollo". Bruguera aceptó la propuesta, y entre los números 125 y 175 de la revista (1983-1985), Juanjo publicó once nuevas historietas de Pulgarcito (7). Diez de ellas consistieron en episodios muy cortos, de seis páginas de extensión, en los que apenas se podía desarrollar un breve gag. El resultado, obviamente, estaba muy alejado de la mejor época de la serie. Aun así, y a pesar de su juventud y de su inexperiencia como autor de historietas, Juanjo intentó mantener el espíritu de la obra de su padre manteniendo el personaje de Puck y otros elementos fantásticos, enviando a Pulgarcito a los tiempos de Gengis Khan y al lejano Oeste, y haciéndole encontrarse con personajes como el rey Arturo, Merlín o Napoleón. Sólo una de las historias, “La diadema de Berilos” (en la que intervienen Sherlock Holmes y Watson), se prolongó durante tres números (171 a 173), alcanzando un total de dieciocho páginas, lo que le permitió desarrollar una historia un poco más compleja. Sin embargo, la labor de Juanjo no continuó porque Bruguera ya había entrado en una crisis de la que no sobreviviría. Jan lo cuenta así (3).

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Una página realizada por Juanjo, el hijo de Jan (Pulgarcito nº 135).

«Reanudé Superlópez y propuse a mi hijo Juan José, que realizo algunas historias como 'La diadema de berilos', pero no duró mucho, no cobraba y la imparable crisis se lo cargó todo...».

Después de esta experiencia, Juanjo abandonó el mundo del cómic para dedicarse a la informática. No llegó a despegar como autor, aunque quizá si hubiera contado con más tiempo y con mayor estabilidad laboral hubiera podido llegar a ser un buen continuador de la obra. Bruguera acabó cancelando la publicación del Pulgarcito “de bolsillo” en mayo de 1985, después de 178 números.

En diciembre de 1985 Bruguera lanzó una nueva etapa de la revista con un formato similar al tradicional que sólo duró 25 números, cancelándose al cerrar sus puertas la editorial. En esta etapa ya no tuvo ningún papel, ni siquiera de forma testimonial, el personaje creado por Jan.

En 1987 Ediciones B reanudó la edición de algunas revistas de humor de Bruguera, y entre ellas recuperaron la clásica cabecera Pulgarcito con un formato similar al tradicional, pero esta vez sí quisieron dar un papel estelar al personaje de Jan. En una primera etapa se incluyeron en cada número dos historietas de Pulgarcito, una en la portada y otra en el interior. Jan dibujó sólo las dos primeras portadas, con la intención explícita de promocionar el lanzamiento de la revista. El resto de la producción fue dejada en manos de un equipo de autores anónimos, el llamado Equipo B, que también continuó de forma anónima otras series clásicas de la casa. Hasta el nº 16 todas las portadas de la revista ofrecieron una nueva historieta de Pulgarcito. A partir del nº 17, las portadas fueron dedicadas a otros dos personajes clásicos, Sacarino y Rompetechos, también en manos de autores anónimos. Salvo seis números de la revista (13, 14, 22, 23, 32 y 33), que contuvieron reediciones de antiguas historietas de Jan, los demás incluyeron en el interior nuevas historietas de Pulgarcito dibujadas por autores anónimos, de tres páginas de extensión hasta el nº 12 y de cuatro páginas desde el nº 15 hasta el nº 38, que fue el último de esta histórica cabecera.

Tras el cierre de la revista Pulgarcito, aún vieron la luz unas pocas historietas de esta serie que habían quedado inéditas. En el nº 47 de la revista Zipi y Zape (febrero de 1988) se incluyó una historieta de dos páginas, y en la revista Super Zipi y Zape aparecieron al menos tres historietas de cuatro páginas (números 23, 24 y 26, de febrero y marzo de 1988).

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Los dos primeros números de la etapa de 1987, con portadas de Jan.

Página realizada por el Equipo B (Pulgarcito nº 35, 1987).

Los dibujos de esta nueva etapa de Pulgarcito en Ediciones B tenían un nivel bastante aceptable en términos generales, teniendo en cuenta que trataban de imitar el estilo de Jan. Aunque no conocemos sus nombres, sin duda intervinieron dibujantes profesionales con más experiencia que Juanjo. Sin embargo, la serie no tuvo tanta suerte con los guiones. En el poco espacio de cada historieta (de una a cuatro páginas) no había tiempo de desarrollar una historia con un mínimo de complejidad, pero lo peor fue que se olvidó completamente el espíritu de fantasía y el homenaje a la literatura que había caracterizado la etapa clásica de la serie, y que Juanjo, a pesar de contar con parecidas limitaciones de espacio, había intentado conservar. El Señor Ogro pareció olvidarse de su máquina del tiempo y se dedicó a otros inventos, y la serie adquirió un carácter costumbrista semejante al de la mayoría de las historietas de la casa, con alguna excepción aislada (“La princesa y el ogro”, en el nº 35).

 

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Las reediciones de Pulgarcito

Muchas historietas de Pulgarcito dibujadas por Jan fueron reeditadas en otras revistas, tanto de Bruguera (Zipi y Zape Especial, Super Tío Vivo) como de Ediciones B (Pulgarcito, Super Guai!).

Dentro de la colección Olé se publicó entre octubre de 1981 y febrero de 1982 una serie especial de cinco álbumes de Pulgarcito con portadas de Jan realizadas expresamente para la ocasión, que recopilaban un total de 25 episodios de forma desordenada. Los cinco álbumes fueron reunidos en marzo de 1982 en un único tomo en cartoné, que llevaba el número 1 en el lomo, aunque lamentablemente la colección no tuvo continuidad.

La colección Clásicos del Humor de RBA publicó en 2009 un tomo dedicado de forma monográfica a esta serie, que reeditaba por primera vez desde 1981 los dos primeros episodios en su formato original. Además, el tomo contenía las cinco primeras historias publicadas en la revista Pulgarcito y el ciclo de historietas correspondiente al viaje de Pulgarcito a Londres.

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Varias de las recopilaciones incompletas de la serie: uno de los álbumes de la colección Olé junto con los libros de tapa dura de Bruguera y RBA,

Aún está pendiente la recuperación de forma integral y cronológica de este clásico de la historieta infantil, que en su mayor parte no ha vuelto a ser reeditada desde hace más de tres décadas.

 

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CONCLUSIONES

La revista Pulgarcito ya había contado antes de la guerra civil con una serie fija protagonizada por el personaje que le daba nombre. Este personaje, sin embargo, no tenía relación con ninguno de los protagonistas de los cuentos populares que en España se han traducido con el nombre de Pulgarcito, uno de ellos procedente de la tradición inglesa (Tom Thumb) y conocido en España a través de la versión de los hermanos Grimm, y otro de tradición francesa (Le Petit Poucet), que ha llegado a nuestros días a través de la versión de Perrault.

Obligado en parte por las circunstancias y demostrando una gran capacidad de trabajo, Jan logró desarrollar en sólo dos años una serie de unas 900 páginas de extensión dirigida a un público infantil, en la que combinó su habilidad para los guiones de humor con un gran trabajo de documentación literaria e histórica. Mediante la serie de Pulgarcito, Jan intentó mostrar a los lectores la tradición cultural de los cuentos de hadas, promocionar la lectura y el conocimiento de las principales obras de la literatura universal y transmitir a través del protagonista los valores de la generosidad, el sacrificio y el valor.

A pesar de la sobrecarga a la que se vio sometido el autor y de los métodos de producción industrial impuestos por la editorial Bruguera, el resultado fue una obra de gran calidad artística. Desde la editorial se presionó al autor para que delegara en otras personas parte del trabajo de la serie aun a costa de rebajar la calidad de la obra, pero el autor no lo aceptó salvo en contadas ocasiones. Finalmente, antes que rebajar el nivel alcanzado, prefirió interrumpir la serie y continuar con la que le ha permitido obtener mayor éxito hasta hoy, Superlópez.

Los intentos de prolongar la serie de Pulgarcito al abandonarla su creador resultaron fallidos por la poca extensión de las nuevas historietas, que impedía el desarrollo de argumentos elaborados, por la inexperiencia como dibujante del primer continuador en tiempos de Bruguera (a pesar de ser el propio hijo de Jan), por la crisis económica de la editorial, que no estaba en condiciones de garantizar la continuidad de las publicaciones y dejó de pagar a los autores, y por el abandono del espíritu fantástico y literario de la serie original en los guiones de la etapa publicada por Ediciones B.

 

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NOTAS
(1) MANUEL BARRERO (2011): "La vera historia de Pulgarcito" en TEBEOSFERA 2ª EPOCA 8, SEVILLA.
(5)   VICENTE GARCÍA (2001): “HABLANDO CON JAN” en DOLMEN, nº 66 (septiembre de 2001).
(6)   Puede consultarse el listado completo de las historietas de Pulgarcito realizadas por Jan, con sus correspondientes sinopsis, en la página web que David Fraile dedica a esta serie: http://www.cachislamar.com/pulgarcito.htm
(7)   Se publicaron historietas de Pulgarcito dibujadas por Juanjo en los números 125 a 131, 135 y 171 a 175.
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Creación de la ficha (2013): Carlos De Gregorio. Revisión de Javier Alcázar. Edición de Antonio Moreno · Datos e imágenes tomados de ejemplares originales
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
CARLOS DE GREGORIO (2013): "Pulgarcito: De personaje de cuento a clásico de los tebeos", en Tebeosfera, segunda época , 11 (2-XII-2013). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 25/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/pulgarcito_de_personaje_de_cuento_a_clasico_de_los_tebeos.html