SHERLOCK TIME: HISTORIAS DE SOMBRAS Y LUCES EN EL ENCUENTRO DE DOS MAESTROS
JORDI JUANMARTÍ

Resumen / Abstract:
Repaso de `Sherlock Time´, una de las muchas series donde coincidieron dos colosos de la historieta, H.G. Oesterheld y Alberto Breccia. / Review of `Sherlock Time´, one of the many series where two giants of comics concurred: H.G. Oesterheld and Alberto Breccia.
Notas: La versión original de este texto apareció en la revista divulgativa sobre historieta Yellow Kid, en el nº 3 de septiembre de 2002. El autor lo ha revisado someramente para su edición en Tebeosfera.

SHERLOCK TIME: HISTORIAS DE SOMBRAS Y LUCES EN EL ENCUENTRO DE DOS MAESTROS

 

1. DOS TALENTOS UNIDOS PRÁCTICAMENTE POR PRIMERA VEZ

Cuando Hector Oesterheld y Alberto Breccia se conocen en los años cincuenta, y deciden unir sus talentos al servicio de la historieta, andan ya por la cuarentena. Son dos autores de renombre que se han distinguido por aportar su saber hacer a un tipo de tebeo, que, aunque por supuesto lejos de la frivolidad, se mueve por el mundo del escapismo y entretenimiento. Pero del encuentro de dos mentes privilegiadas para la historieta sólo podía surgir una obra magna, que, superando en calidad a lo que habían hecho anteriormente, utilizara los resortes de la aventura para transcender la misma y mostrar diferentes facetas del ser humano.

Y así fue. Cuando, tras haber colaborado esporádicamente en obras como Ernie Pike o Dr Morgue, empiezan Sherlock Time, lo hacen como banco de pruebas de lo que llegaría más tarde, El Eternauta dibujado por Solano, y su posterior colaboración, Mort Cinder. Sin embargo, la obra que nos ocupa es en sí misma un trabajo brillante y un salto adelante en la carrera de los dos artistas. En el caso de Breccia, porque experimenta por primera vez con el estilo de dibujo que le haría popular y dominaría como nadie, desmarcándose de la influencia de Milton Caniff[1] que había manifestado hasta entonces. Es un dibujo de trazo grueso en las figuras, anguloso y acerado, que se enmarca en un ambiente donde la iluminación (o a veces más exactamente la ausencia de la misma) cobra vida propia, haciéndose un personaje más que se mueve entre la luz y la sombra reflejando fielmente los estados de ánimo. Y para Oesterheld, porque madura como guionista, dotando a sus personajes de personalidad profunda y perfeccionando sus dotes de narrador, con un sabio uso del suspense y un mensaje implícito que, lejos de ahogar o sobreponerse a la historia (como lamentablemente pasa en muchas otras obras), se pone al servicio de la misma. En palabras de Juan Sasturain, “pocas veces una historieta nos ha hecho tan plenamente felices[2]”.

En cuanto a los hechos, diremos que Sherlock Time vio la luz en las revistas Hora Cero Extra y Hora Cero Semanal, durante los años 1958 y 1959, y se enmarca en lo que Rodolfo Santullo llama segunda etapa creadora de Oesterheld[3] (1957-62), en la que surgiría también El Eternauta, y previa a una tercera donde el trabajo primordial del guionista sería Mort Cinder. Sherlock Time se plantea como una serie de historias, originalmente aparecidas sin título, de carácter autoconclusivo si exceptuamos la que en la recopilación consultada llaman “Tres ojos”.

Dicho todo esto, pasemos a un somero análisis de la obra, primero de manera general y luego desgranando brevemente cada una de las historias.

 

2. UN DETECTIVE DEL ESPACIO-TIEMPO Y SU CRONISTA

 

“Digamos que yo también soy detective. Un detective algo especial. Mi apellido algo le indica. ”

Sherlock Time [4]

De esta forma tan críptica se describe Sherlock Time al final de la primera historia corta que protagoniza, “La gota”, y con esta descripción da también rasgos de su carácter: frío, distante, profesional y parco en palabras. Su enigmática personalidad se refleja en la fisonomía otorgada por Breccia: alto, robusto, pelo corto y pronunciadas entrada, cara cuadrada, ojos hundidos bajo cejas pobladas y una eterna media sonrisa. Es un personaje que impone temor y confianza a la vez. No es un hombre dado a la acción, pero sí a la introspección y a la lectura. Sabe contar historias. Parece no actuar, pero siempre sabe lo que pasa y qué hay que hacer en cada momento. Tiene prestigio y muy buenos contactos, que le proponen casos en los que trabajar.

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Sherlock Time junto a su cronista, el jubilado Luna, en uno de sus casos.  
A estas alturas, por si el nombre del personaje y la serie no fueran suficientes, el paralelismo con el detective creado por Sir Arthur Conan Doyle es mucho más que evidente. Sherlock Time plantea una dicotomía muy similar a la de la serie de historias cortas y novelas creada por el autor británico, y sus personajes son unos trasuntos de los residentes en Baker Street, pasados por un filtro más moderno y típicamente argentino.

A nuestro circunspecto detective le corresponde un cronista que, como el fiel compañero de Holmes, no acaba de entender muy bien las aptitudes de su amigo, pero que le sirve hábilmente de enviado, siendo usado muchas veces por Sherlock Time con nadie sabe qué fines, y que, a pesar de todo, muestra una lealtad a toda prueba. Sin embargo, la función del jubilado Luna más importante para nosotros los lectores, es la de narrador. Efectivamente, el será el que tome el lugar de ese narrador omnisciente tan típico en Oesterheld. Y en ocasiones, como el propio Watson, tomará protagonismo absoluto en detrimento del pretendido “héroe”.

Porque esta es otra de las características de esta obra, y donde empieza a desaparecer el referente holmesiano para experimentar un nuevo tipo de historia que la acercará al cúlmen de lo que sería la cooperación más celebrada de los dos autores, Mort Cinder: lo que importa no son los personajes, sino la historia que se cuenta. Time y Luna serán muchas veces meros testigos de lo que ocurre y se limitarán a aportar reflexiones sobre lo sucedido; en el caso del detective, sus apuntes irán más a lo filosófico, mientras que Luna representará la cordura y buen juicio de lo cotidiano.

 

3. ESTRUCTURA Y AMBIENTACIÓN

Esta supeditación de los personajes a la historia hace en principio que tengamos la impresión de que están desaprovechados y de que se eche de menos la posible química que surgiría de dos caracteres tan diferentes. De hecho, solo al final de la historieta La trampa hay atisbos de un intento de desarrollo de la amistad entre Luna y Time, cuando aquel aprecia que su amigo empiece a tutearle, pero Oesterheld no fue mucho más allá, al contrario de lo que pasa en el referente de Conan Doyle y, en realidad, en la mayoría de todas las parejas literarias o historietísticas de ficción.

Sin embargo, tal impresión, acertada o no, en absoluto empaña el nivel general de las historias. Unas historias en las que el narrador omnisciente desgrana todos y cada uno de los detalles, habiendo estado presente o no, y que podríamos clasificar en dos categorías.

En primer lugar, estarían aquellas en las que alguno de los dos personajes, o los dos, tienen intervención más o menos directa en los hechos. En este grupo enclavaríamos “La gota”, “El ídolo”, “Superaraña”, “El Uko”, “La Trampa”, “El tranvía” y “Tres ojos”. En estas historias Sherlock Times y su amigo participan en los acontecimientos y los provocan. En otras, sin embargo, son meros narradores o simples personajes secundarios que funcionan como observadores. Sería el caso de “El viuda”, “Un cuento”, “Un crimen” o “El sacrificio”. Casi todas ellas suelen partir de una situación cotidiana tranquila (Luna paseando por su jardín, o en la cola de la panadería, los dos amigos sentados plácidamente) en la que irrumpe un elemento disparador del relato: la curiosidad de Luna, el planteamiento de un caso para Sherlock o sencillamente la intención de éste de empezar a contar una historia. El final indefectiblemente presenta una moralina o comentario similar, generalmente enmarcado en actos tan de la vida diaria como un desayuno con bollería o tomándose un mate tranquilamente...

En cuanto a la ambientación, los relatos oscilan entre el terror psicológico (“La gota”, “El ídolo”, “La trampa”, “El tranvía”), la aventura fantacientífica (“Superaraña”, “El Uko”, “Tres ojos”, “El sacrificio”) o la investigación detectivesca (“El viuda”, “Un crimen”). Se respira en prácticamente todas ellas un ambiente claustrofóbico y asfixiante perfectamente reflejado en los dibujos de Breccia, cuyo uso del claroscuro se adapta, incluso mejorándolos, a los guiones que le ofrece Oesterheld con una precisión rítmica y a la par opresiva.

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Los espacios abiertos también pueden asfixiar a los protagonistas de las historietas, como en el caso de "Tres Ojos".

 

4. TEMAS

El miedo a lo desconocido será uno de los grandes temas tratados en Sherlock Time, con un Oesterheld empeñado en poner a sus personajes al borde del paroxismo y un Breccia que siempre (si exceptuamos “Tres ojos”, donde hará lo contrario) manifiesta esta sensación con mediante el uso de sombras negras angustiosas.

La historieta debut, “La gota”, es un ejemplo de esto. Las páginas brillantes que introducen la historia explicando el alquiler de su nueva casa por parte de Luna, y las leyendas que hay sobre la misma, son sucedidas por otras, ya en el interior, donde la sombra se hace dueña y señora, y donde los lectores andamos tan a tientas como el pobre jubilado, atraídos por la viñeta de esa gota de sangre que rítmicamente se repite una y otra vez...

Un esquema similar se repite en “La trampa”. De nuevo, tanto nosotros como Luna tenemos miedo, pero sin saber exactamente a qué. La cuestión es que una vez más atraídos por la curiosidad (en la historia anterior era el interés por conocer la casa, ahora se trata de desenterrar unas misteriosas losas del jardín) caemos en el mundo de las sombras. Unas sombras que, al igual que en “La gota”, y gracias a la maestría del dibujante, cobran vida propia, se hacen antropomorfas y amenazantes. Por otro lado, al transcurrir parte de la historia en el jardín, esto permite que toda la naturaleza participe de ese ambiente de pesadilla.

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En "La trampa", el jardín cobra vida propia.

Otra historieta, “El tranvía”, participa de ese mundo claustrofóbico. La diferencia con las que hemos mencionado hasta ahora, es que el mecanismo que pone en marcha la historia ya no es la curiosidad, sino una misión en la que Time encomienda a Luna. Pero ya desde el principio sentimos el miedo, por la brusquedad con la que el protagonista embarca a su amigo en la aventura, sin dar apenas explicaciones, y porque, aunque aquí el enemigo es más visible, sigue siendo una incógnita. El manejo del suspense por parte de Oesterheld, con ese tranvía que sigue su camino inalterablemente, echa más leña al fuego de la tensión que admirablemente gobierna el relato... hasta que al final, en la resolución del relato, vuelve la cotidianeidad del pleno día, marcando una estructura luz-oscuridad-luz que comparten las tres historietas de las que hemos hablado hasta ahora.

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Los guiones de Oesterheld, magníficamente plasmados por Breccia, como en "La gota".

La temática del miedo se mantiene, aunque desde un prisma bastante diferente, en la extraordinaria “El ídolo”, que junto a “La gota” y “Tres ojos” es lo mejor que ofrece Sherlock Time y, si me apuran, está entre lo más brillante que han hecho Oesterheld y Breccia. La narración, en tres niveles, parte en el primero de ellos del encargo a Sherlock Time de un caso aparentemente banal. Sin embargo, pronto vemos que se convertirá en un estudio de la obsesión y de las razones del odio. El miedo proviene aquí de ignorar por qué algo que antes nos parece atractivo, de repente se convierte en algo odioso. Un afable coleccionista de antigüedades se obsesiona con comprar una vieja figura que en principio le atrae magnéticamente pero que una vez comprada se hace paulatinamente un artefacto vulgar y repelente. El terror se acrecienta cuando, en un tercer nivel del relato, se cuenta la historia de cómo el anterior poseedor del objeto murió de manera misteriosa, destino que el nuevo dueño teme. Y la tensión llega a niveles máximos cuando en la vuelta al primer nivel, somos testigos de como Time y Luna caen en el odio irracional por la figura... Una historieta magistral.

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Viñetas de "El ídolo" y "Tres ojos".

“Tres ojos” es una historia de terror típica, con claros referentes a películas como La cosa (versión de Hawks y Nyby) y curiosas similitudes con la posterior Alien[5]. Es también la única historia larga, publicada en un momento que Sherlock Time había cambiado de formato y se editaba a razón de tres páginas semanales[6]. Si mantuviéramos la analogía con Conan Doyle, diríamos que esta historia es a Sherlock Time lo que El perro de los Baskerville es a Sherlock Holmes, al presentar un planteamiento similar: un personaje misterioso asigna un caso al detective, que decide intervenir en persona llevando con él a su amigo. Es, además, la historia donde Time actúa más activamente, permitiéndonos ser testigos de sus métodos...

Esta historieta es muy particular dentro de la serie que nos ocupa porque los tonos oscuros ceden protagonismo a la claridad, algo lógico por otro lado al desarrollarse la historia en la Antártida... Pero el gran mérito de los autores es conseguir mantener la misma tensión que en el resto de historias “oscuras”, al sustituir el terror claustrofóbico por el agorafóbico. Las viñetas que muestran a Luna y Time pequeños, solitarios y vulnerables dentro de la blancura son una buena prueba. Por lo demás, se mantiene el miedo a lo incógnito, aquí representado por la cadenciosa repetición de la frase “tres ojos” pronunciadas en principio por los únicos supervivientes de expediciones científicas y más tarde por el aterrorizado compañero del protagonista. Hay también una mayor profundización en la descripción de personajes y, por primera y única vez, la aparición de un alivio cómico a través del mecánico que involuntariamente se ve involucrado en la aventura.

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Un bello homenaje de Oesterheld y Breccia a El enigma de otro mundo.

Las historietas de temática de ciencia-ficción son las más flojas, posiblemente porque el paso del tiempo las ha tratado con mayor dureza. Son buenas muestras de la profesionalidad de los autores, pero carecen de la profundidad de las mencionadas hasta ahora. En todo caso, cabría destacar de ellas “Superaraña” por su buen tratamiento del suspense en un relato donde el jubilado Luna, aparentemente guiado por su curiosidad, entra en la nave de Sherlock Time y sufre una aventura a su pesar. También habría que considerar la particularidad de “Un cuento” o “El sacrificio”, dos historias en las que los dos personajes principales no intervienen en absoluto, cumpliendo Time con la función de narrador y Luna con la de oyente, y que presentan dos visiones opuestas de la humanidad en el futuro, una claramente pesimista, y la otra triste pero más optimista.

Finalmente, hay que destacar las historietas de temática detectivesca. Son las historias más tranquilas, donde el suspense reside en ver como se va a resolver el enigma planteado. En “El viuda” el misterio está en saber como los caballos de un entrenador son capaces de ganar siempre. En “Un crimen”, la mejor de las dos, la resolución de un asesinato. Ambas coinciden en presentar más interés en el desarrollo de los personajes principales, que no dejan de ser unas figuras trágicas. Y en el caso de la última historia, hay que destacar la pericia narrativa de los autores, al mostrar el comienzo de la misma a través de los ojos de uno de los personajes, siendo capaces luego de cambiar el punto de vista sin que la historia se resienta.

 

5. CONCLUSIÓN

Ahora que disfrutamos de una nueva edición de Mort Cinder que presenta la obra de dos grandes maestros a nuevas generaciones de lectores, sería ideal que poco a poco se recuperara su obra, algo de lo que se podría beneficiar la obra presentada en este artículo, donde vemos por primera vez un dibujante que afirma su estilo de manera extraordinario y un guionista que confirma todo lo bueno que había hecho hasta entonces y antecede la maravilla que nos va a ofrecer después. Por esta situación, y por su conjugación acertada de temas, Sherlock Time navega entre dos aguas, y eso le da una posición privilegiada que sin ninguna duda se merece.


 
NOTAS


[1] Los que, como el autor de este artículo, no hayan tenido la suerte de leer las obras del dibujante anteriores a Sherlock Time, pueden ver muestras de este período “Caniff” en la excelente página web dedicada a los Breccia, http://www.mundobreccia.com.

[2] SASTURÁIN, JUAN: En busca del Sherlock perdido, en OESTERHELD, HECTOR GERMÁN y BRECCIA, ALBERTO: Sherlock Time. Ediciones Colihue, Buenos Aires, 1997.

[3] SANTULLO, RODOLFO: Aventura con mayúscula: Grandes Autores: H. G. Oesterheld, en http://henciclopedia.org.uy/autores/RSantullo/Aventura.htm.

[4] OESTERHELD, HECTOR GERMÁN y BRECCIA, ALBERTO: op. cit., pág. 28.

[5] Por ejemplo, el descubrimiento, antes de contactar con el monstruo, de un tripulante de la nave muerto.

[6] GANDOLFO, ELVIO E.: Una historieta de Hector Germán Oesterheld y Alberto Breccia: Sherlock Time, el blanco y el negro. En  http://www.rosariolibros.com/lacapital/suplemento37/elvio.htm

Creación de la ficha (2015): Jordi Juanmartí. Edición de Félix López.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
JORDI JUANMARTÍ (2015): "Sherlock Time: Historias de sombras y luces en el encuentro de dos maestros", en YELLOW KID. ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA, 3 (22-II-2015). Asociación Cultural Tebeosfera, Barcelona. Disponible en línea el 19/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/sherlock_time_historias_de_sombras_y_luces_en_el_encuentro_de_dos_maestros.html