UN HÉROE DE HISTORIETA: ANTONIO LÓPEZ DE SANTA ANNA
HUGO ARTURO CARDOSO VARGAS

Resumen / Abstract:
Nuevo trabajo sobre los orígenes de la historieta en México que adelanta la fecha de anteriores investigaciones a 1856, con el `Cuadro histórico del general Santa-Anna´, de José María Barbosa. / New work on the origins of comics in Mexico, advancing the date of previous research to 1856, with 'Cuadro histórico del general Santa-Anna', by Jose Maria Barbosa.
Notas: Artículo publicado en 2011 en el número 137 de la revista "Itinerario de las Miradas", FES Acatlán, UNAM.

UN HÉROE DE HISTORIETA: ANTONIO LÓPEZ DE SANTA ANNA

 

Introducción

La historia de México se ha construido, desde la lejana época que corresponde a la Conquista, a partir de diferenciar entre héroes y traidores; de buenos y villanos. Cada uno de los historiadores e historiógrafos hacen sus elecciones; las razones no siempre son claras ni contundentes aún menos absolutas. Así, la historia se convierte en un oficio de tinieblas; en un implacable juez que decide quién es bueno y quién es malo; quién héroe y quién traidor.

Esa tradición histórica e historiográfica no sólo está presente en los libros de texto que se emplean en las escuelas primarias, secundarias o las distintas modalidades del bachillerato -privadas o públicas. La historia también tiene otros medios de expresión que no son evaluados, con criterios académicos, pero podrían ser más eficaces. Un ejemplo de este uso no sólo didáctico; sino propagandístico de la historia con sus diferenciaciones entre héroes y traidores es la historieta como se podrá ilustrar con este texto.

Por ende, se puede afirmar con esta historieta sobre Antonio López de Santa Anna de 1855 que Rosa y Federico novela ilustrada contemporánea no es la primera historieta que se publicó en México durante el siglo XIX. Porque como afirmé “la historia de Rosa y Federico se presenta como una obra esencial y básica por ser la pionera e iniciadora tanto del llamado subgénero de la historieta como para la historia de la novela en México.” (Cardoso: 2010, 4) Aunque con la advertencia de que “se afirma que la primera novela ilustrada mexicana es la que se presenta aquí; por lo menos hasta que se investigue y descubra otra más antigua. Consecuentemente, sólo por los resultados de futuras investigaciones se estará en condiciones de cuestionar no sólo el título, sino el contenido de este texto.” (Cardoso: 2010, 3)

 

Objetivo

El objetivo de este texto es responder a la pregunta cómo vieron los caricaturistas e historietistas del siglo XIX, en particular José María Barbosa, la vida y obra de Antonio López de Santa Anna. Santa Anna fue una de las figuras más importantes de la historia de México durante el siglo XIX: Por esa razón hizo correr mucha tinta en la prensa y los libros; con opiniones y argumentos a favor y/o en su contra. El protagonismo de este personaje y las consecuencias de sus actos con sus críticos y sus apologistas se ejemplifica con la extensa biblio-hemerografía que recupera González Pedrero (2003).

Para alcanzar el objetivo propuesto el texto se organiza en tres apartados. En el primero se dan a conocer dos antecedentes gráficos sobre Antonio López de Santa Anna que aparecieron en las páginas de la prensa mexicana del siglo XIX; en la segunda se presenta la primera historieta producida por José María Barbosa, intitulado Cuadro histórico del general Santa-Anna, publicada en el Calendario de Pedro de Urdimalas para el año de 1856. En la tercera, con mayor extensión, se recuperan las viñetas de ese Cuadro...; pero se vinculan con la explicación que el propio Santa Anna expone en su libro autobiográfico Mi historia militar y política (1973).

Así, el texto busca vincular las acciones descritas en el Cuadro histórico del general Santa-Anna de Barbosa con razones, argumentos y explicaciones que el protagonista emplea en Mi historia militar y política.

 

1. Los antecedentes gráficos

Los primeros antecedentes de la aparición de Antonio López de Santa Anna en una gráfica -más compleja que la simple caricatura- son las que publiqué; es decir las figuras números 1 y 3 en mi artículo Rosa y Federico, novela ilustrada contemporánea (2008:10-1).

En las dos imágenes aparece el general Santa Anna como protagonista central de los litografías de distinto autor; pero con idéntico mensaje: Santa Anna y su inconmensurable deseo de poder, de riqueza y de ser objeto de adulación y admiración.

Hay que recordar que Antonio de Padua María Severiano López de Santa Anna fue hijo legítimo del matrimonio formado por el notario Antonio López de Santa Anna y su esposa Manuela Pérez de Lebrón. Antonio tuvo un hermano llamado Manuel quien tuvo un destino desafortunado al ser desterrado del país luego de participar en una revuelta; en la que Antonio, paradójicamente, fue ascendido de grado militar.

En la primera imagen denominada 6 de diciembre de 1844 (figura número 1; en realidad una hoja suelta) aparece Santa Anna –ya sin pierna- al centro colocado sobre un cerro y junto, del lado derecho del lector y a la izquierda del general, una muy estilizada boca que recibe los más diversos productos que son transportados, en dos vías, por cargadores para ser tragados por una insaciable boca. La entrada está resguardada por la imponente figura del general.

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Figura no. 1, 6 de diciembre de 1844

Los cargadores aparecen en dos líneas; en la primera línea figuran indígenas y gente del pueblo (a quien se le cargan los siguientes impuestos: venta de empleos, contribuciones sobre profesiones, objetos de lujo, licencias de algodón); en una segunda línea también (por venta de minas y bienes nacionales) representantes de la iglesia a quien se le esquilma con préstamos; del ejército (tres al mil); del pueblo (capitrución sic) y de la aristocracia (préstamos forzosos). Al final de la sección aparecen cinco figuras de seres humanos con cabeza de animal con ademán de no oír, no ver y al pie la leyenda: “Así nos quedamos”.

Entre las líneas de cargadores, el cerro “constitucional” y el “así nos quedamos” se ve una parte de una embarcación movida por vapor de gran envergadura con la leyenda “Ya se fue”. Este texto hace referencia a la fuga del general Santa Anna con todos los bienes que la boca reúne bajo su vigilancia.

En el centro de la imagen se encuentra el cerro y en él están registrados, de forma ascendente, las siguientes fechas y etapas en pliegos de papel rotos: 1821 Imperio, 1824 Federasio (sic, por Federación), 1836 Centralismo, 1841 Regenerción (por Regeneración). En la cima del cerro se coloca Santa Anna con un pie casi volando y el otro sobre el registro: 1844 Bases orgánicas; así los artículos del 1º al 7º de las Bases son los que justifican la permanencia de Santa Anna en el poder.

En la parte inferior del lado izquierdo del lector, aparece la leyenda “Voto general” y encima un cañón que es arrastrado por distintos tipos sociales del cual salen las siguientes palabras que se dirigen al general Santa Anna: “Sonora, Morelia, Querétaro, Oaxaca, Zacatecas, Tampico, San Luis, Yucatán, Puebla, Durango, Jalisco, San Juan de Ulúa, Guanajuato, Perote, Veracruz, México, Aguascalientes”. Estos estados y sitios fueron testigos de los hechos de armas –que contribuyeron a la fama de Santa Anna- y por ende, votaron a favor de las Bases orgánicas, consecuentemente, por la permanencia del general Antonio López de Santa Anna en la presidencia de México.

Finalmente, en la parte superior de ese lado izquierdo de la página aparece otra leyenda: “las contribuciones que por todo pagamos, a todos nos han reducido a la miseria; y todas todas …están en Manga de Clavo” y lo firma “Reclamo de una viuda, Diciembre 27, 1844”. Hay que recordarlo Manga de Clavo, en el Estado de Veracruz, es el nombre de la hacienda propiedad de López de Santa Anna y, supuestamente, el destino final de las riquezas que acumulaba el general en sus constantes arribos a la presidencia de México. 

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Figura no. 2: Manga de Clavo, de J. M. Rugendas

Así, esta primera litografía es más compleja que una simple caricatura; porque obliga a distintos recorridos visuales para lograr una lectura completa del conjunto de “narraciones” que están presentes en 6 de diciembre de 1844. Todas las miradas llevan al protagonista central –no sólo por ocupar esa posición en la litografía- que es Antonio López de Santa Anna; sino porque es el centro de atracción de todas las “narraciones” posibles.

Los recursos que tienen nombres, por sus depositantes, son destinados a alimentar los desmedidos intereses de Antonio López de Santa Anna; la fuga de los recursos y del general; la actitud de los animales con cuerpo de humanos con mirada impávida, la decisión de no hablar ni oír tiene como destino al propio protagonista; el voto general, argumento para sostener al héroe de Tampico en la primera magistratura; los reclamos de una viuda y Manga de Clavo se refieren a Santa Anna.

Finalmente, el ascenso del general está sustentado en el camino que –haciendo caso omiso de la Independencia- inicia con el Imperio de Iturbide; sigue con la Constitución de 1824; pasa por la Constitución de 1836 y finalmente llegan a las Bases orgánicas de 1844. Todo tiene como motivo y razón de ser el antagonismo de Antonio López de Santa Anna.

Hay que señalar un pequeño problema cronológico. Al pie de la imagen se lee “6 de diciembre de 1844 se acabó”; pero en el texto del lado superior izquierdo aparece la leyenda “Reclamo de una viuda, Diciembre 27, 1844”. Consecuentemente, es obvio que el autor de la imagen que terminó el 6 de diciembre no podría haber adivinado que el día 27 del mismo mes “una viuda” realizaría un reclamo. En fin, sólo es un señalamiento curioso.

La segunda litografía (número 3) denominada Trono de S(u) A(lteza) S(erenísima) es más interesante y al mismo tiempo de mayor complejidad estética y, desde luego, narrativa. Porque 6 de diciembre está dividida en dos grandes planos siendo el propio protagonista la demarcación y si la parte derecha de la imagen es más rica en contenido gráfico y, por ende, icónico- narrativo; la izquierda es escueta y tienen mayor cantidad de referentes lingüísticos y menos opciones icónico-narrativas.

En cambio, el Trono de S(u) A(lteza) S(erenísima) a pesar de conservar en el centro de la imagen a Antonio López de Santa Anna contiene un aspecto novedoso e interesante: en la parte inferior derecha se ubica un observador –más que literal el término- quien gracias a un telescopio –que tal vez podría enfocarse en los detalles de cada escena- puede mirar las siete escenas que componen toda la imagen total.

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Figura no. 3: Trono de S A S

Consecuentemente, S A S da la pauta para una lectura multi-referencial; porque no implica un recorrido de izquierda a derecha y de arriba abajo. Al contrario deja al lector la opción de libertad para elegir cuál será su recorrido a través de la página. Porque sin duda la inserción de un observador con un telescopio permite entender que con este instrumento será fácil leer cada una de las escenas de la imagen completa. Porque la imagen completa está integrada por siete escenas que rodean o se explican por el contenido de la imagen central.

Así es. En esta tercer imagen con la leyenda de Trono de S(u) A(lteza) S(erenísima) en el centro, bajo la leyenda “Torno de paz,” se localizan Santa Anna -con la bandera nacional en la mano derecha- flanqueado por los –identificables- ministros Lucas Alamán de Fomento y José María Tornel de Guerra y de espalda otros de sus secretarios de Estado[1].

Entre el ministro de guerra y “Su Alteza Serenísima” se ve a una mujer, símbolo de la libertad, postrada, encadenadas sus manos y sin poder moverse. Además, enfrente del ministro de guerra – a la derecha del lector- está un burro sentado sobre sus cuartos traseros con el rostro de algún personaje de la época y con enormes orejas y en el cuerpo la marca “120000”. Tal vez sea quien haya hecho un préstamo “forzoso” a “Su Alteza Serenísima” y que por las cualidades de la imagen no es posible identificar su origen religioso o civil. Porque entre sus manos sostiene frente a Tornel un libro. Detrás del burro están tres caballos con aditamentos propios de caballos que tiran de los carruajes (podría ser un indicador del estatus social del personaje oculto en el burro).

Entre burro y caballos, poco visibles, aparecen tres bultos –supuestamente- con dinero extraído por Santa Anna y listo para ser enviado a Manga de clavo.

Abajo del burro aparece otro personaje, que podría representar a la Iglesia, porque tiene un vestido como los sambenitos que llevaban los juzgados por el Tribunal de la Inquisición, en la época colonial, en su camino a cumplir su sentencia. Además en su mano izquierda está un sahumerio y está arrodillado y en la espalda una leyenda ilegible.

Para describir la imagen es necesario empezar por la que se ubica en el ángulo superior derecho de la página. Ahí bajo la leyenda “Pesca de caballeros” aparece Santa Anna sobre un alacrán y con la bandera en la mano derecha frente a un funcionario con una caña de pescar y en el piso cuerpos mutilados de hombres; entre ellos, un par de caballos con jinetes.

En la mitad del lado derecho aparece el texto “Triunfo de la demagogia” que registra un zafarrancho frente a la Imprenta de Escalante entre grupos opositores y en un primer plano un negro –por su vestido- personaje increpando a los de fuera para atacar a los hombres que están en el edificio.

En la parte inferior derecha aparece, como ya dije, sobre un montículo un personaje vestido como chinaco, incluida la hoja al cinto, agachado para observar a través de un telescopio cada una del conjunto de imágenes que integran la litografía denominada Trono de S(u) A(lteza) S(erenisima. Al fondo aparecen cuerpos colgando de improvisadas horcas.

Por la composición que hizo el artista de esta litografía parecería que una pequeña imagen colocada, parcialmente, bajo el telescopio escapa al ojo del observador y que tiene por título “Fuga de S. A. S.” en donde el imprescindible Santa Anna, abrazado al cuello del caballo, escapa a todo galope y en la huida pierde su complementario gorro militar.

Del otro lado de la plana y como producto del efecto óptico, parecería que más que en escape el general Antonio López de Santa Anna va persiguiendo a un estilizado diablo porque esta figura aparece delante del “fugado”. Este diablo, sin tridente, vuela y guía en su fuga al personaje central.

En el extremo inferior izquierdo de la gráfica aparece un abigarrado conjunto de paisanos –estantes o habitantes del país- que a pesar de toda su diversidad tanto racial como económica comparten todos un enorme problema: “Contribuciones por puertas, ventanas, perros y un largo etcétera” que el gobierno autorizó como vía de impuestos y otras aportaciones esquilmadas al pueblo. Todos los recursos se guardan –por un par de personajes- en un enorme baúl que más bien parece una boca de serpiente por los colmillos y los molares de gran tamaño.

Sobre este conjunto aparece otro grupo de personajes que corresponden a la clase alta y que no les importa perder honorabilidad y son capaces de arrastrarse –o al menos- hincarse ante el poder personificado por Alamán a fin de obtener sus más diversos y personales objetivos ya de empleo ya de negocios o de otras prebendas.

Finalmente, el conjunto de imágenes que integran la figura ubicada del lado superior izquierdo aparecen bajo el rótulo “La venta de La Mesilla. Botas de agua”. En ella aparece Santa Anna de pie en un buque de vapor repleto de paquetes, se supone que con los dineros mal habidos del gobernante, Frente a Su alteza Serenísima aparece un grupo de hombres –de distinto origen social- que sólo observan al general y a sus ayudantes que a pesar de estar lleno el buque todavía tienen en tierra una enorme cantidad de paquetes en espera de ser embarcados.

Por todo esto, esta litografía es, sin duda, una pequeña obra maestra por la capacidad de sintetizar en un conjunto de imágenes la historia de un personaje que es de gran importancia en la historia mexicana del siglo XIX. Porque hay que decirlo Antonio López de Santa Anna no dudó en hacerse realista, convertirse en adicto a Iturbide, declararse por la república federal; promover el centralismo y hasta convertirse en un dictador que debería llamársele Su Alteza Serenísima.

Este es el antecedente más inmediato en que el personaje central de una composición litográfica, más compleja que la caricatura y menos estructurada –no existía el género- que una historieta, era el general Antonio López de Santa Anna. Motivo del Cuadro histórico

 

2. El Cuadro histórico del general Santa-Anna

A partir de estos datos y las representaciones gráficas –más que caricatura y menos que historietas- es posible ahora acercarse a otra representación litográfica del general Antonio López de Santa Anna; es decir, al Cuadro histórico del general Santa-Anna. Por cierto,

“Los calendarios son pequeños impresos de periodicidad anual que mantendrán una tipología muy semejante, tanto formal como de contenido, a lo largo del siglo XIX, con secciones fijas que acompañan el santoral o al calendario propiamente dicho, y que constituyen la esencia de esta publicación. Junto a esta parte medular, el calendario se complementa de una serie de textos de interés general, que abarcan una variedad de temas, como máximas morales, relatos, anécdotas, poesía, noticias útiles, entre otros, en muchos casos acompañados de una estampa o grabado.” 

(Esparza: 2004, 7)

En consecuencia, los calendarios -desde luego el más famoso es el de Galván- fue un tipo especial de publicación que nada tiene que ver con los calendarios actuales ni siquiera con los que ilustraba con temas mexicanos Felguerez y que tanto apelan a cierta noción de mexicanidad.

El Cuadro … (figura número 4) es una historieta –hay que subrayarlo- elaborada por José María Barbosa y publicada en el Calendario de Pedro de Urdimalas de 1856. En esta litografía, compuesta de 20 cuadros, cada uno con su pie, se narran algunos hechos destacados de la vida de Antonio López de Santa Anna.

Sobre la aparición de Antonio López de Santa Anna en los medios impresos del siglo XIX mexicano dice Verónica Zarate:

“Otro elemento que nos ayuda a reconocer los intentos de plasmar la heroización de Santa Anna fue la caricatura. Lo interesante del caso es que, por su espontaneidad y sobre todo por su carácter crítico, su elaboración no entraba dentro de los planes del gobernante sino que más bien iban en contra suya. Y sin embargo, al lado de la litografía, ha quedado como un valioso testimonio del pasado y sobre todo como una muestra de las reacciones que provocaban los actos del héroe. Así por ejemplo, en 1856 se publicó un ‘Cuadro histórico del general Santa-Anna. 2ª.parte’. que se incluyó en el Segundo Calendario de Pedro de Urdimalas para el año bisiesto de 1856. Dentro de los 20 grabados que critican las acciones de Santa Anna, se encuentran tres que están relacionados con el problema que nos ocupa.”

(Zárate: 2003, 142)

Aunque debe decirse el periódico es el mismo (el Calendario de Pedro de Urdimalas de 1856); pero el Cuadro … que se empleó aquí es el que corresponde a la primera parte. Queda como tarea pendiente, para otra ocasión, investigar sobre la segunda parte del Cuadro histórico … y entrar a su descripción detallada y a revisar la versión que Antonio López de Santa Anna tiene de su obra autobiográfica.

Los hechos que se registran son los siguientes: en la primera imagen se refiere al pronunciamiento contra Agustín de Iturbide en 1822; la segunda, el pronunciamiento en Perote en 1828; la tercera, el pronunciamiento contra el vicepresidente Bustamante en 1832; la cuarta, el pronunciamiento contra la Federación en 1834; la quinta la derrota en San Jacinto en 1836; la sexta, el pronunciamiento contra Bustamante en 1841; la séptima, la derrota y destierro en 1844; la octava, el regreso en 1846 a México; la novena, la retirada de La angostura en 1847; la décima, la derrota en Cerro Gordo en 1847; la décima primera, la retirada de Padierna, abandonando a Valencia; la décima segunda, la retirada de la ciudad de México el 13 de septiembre de 1847; la décima tercera, deja escapar la ocasión de derrotar a los "americanos" el 8 de septiembre; la décima cuarta, la salida de México; la décimo quinta, desembarco en Veracruz y asenso a la presidencia el 1 de abril de 1853; la décimo sexta, sale en expedición al sur el 16 de marzo de 1854; la décimo séptima, retorno derrotado a la ciudad y cruza el arco triunfal el 16 de marzo de 1854; la décimo octava, 1 de diciembre de 1854 votación para perpetuarse en el poder; el décimo noveno, el 30 de marzo de 1855 sale a combatir a los sublevados y la vigésima, abandona Veracruz el 18 de agosto de 1855.

Se reconoce que existen evidentes errores en cuanto a los tiempos que describe Barbosa, como por ejemplo que el 16 de marzo de 1854 sale a la campaña del sur y el mismo día regresa a la ciudad de México y cruza debajo de un arco triunfal y la otra de que abandona la ciudad de México la noche del 13 de septiembre de 1847 y en la siguiente imagen se dice desaprovechó la oportunidad de derrotar a los norteamericanos el 8 de septiembre de 1847; cuando en la anterior se menciona que el 13 de mismo mes abandonó la ciudad de México.

Estos datos sólo pueden indicar que al momento de organizar la piedra tipográfica el autor no se dio cuenta de ese par de errores. Errores, que por otro lado, no afectan la originalidad del Cuadro histórico… que es lo importante a destacar en este texto; esto es, la narración verbo-icónica de algunos actos de la vida del “genio malo del destino mexicano” como calificara Frank Tannenbaum a Antonio López de Santa Anna.

El Calendario de Pedro de Urdimalas de 1856 fue el periódico en que apareció el Cuadro histórico del general Santa-Anna y tenía una periodicidad anual.

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Figura no. 4: Cuadro histórico del general Santa-Anna

Aún así esta litografía es de carácter histórico por dos razones. La primera consiste en el registro gráfico de un personaje que lo mismo fue muy odiado como muy querido por los habitantes de la ciudad y en general de la República Mexicana y la segunda, porque el registro litográfico permite reconocer esta obra como un aporte para la construcción de la historia y desarrollo de la historieta en México durante el siglo XIX.

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Figura número 5: "Santa Anna se pronuncia contra Iturbide 1822"

1.- El levantamiento contra Iturbide.- De acuerdo a Barbosa el primer hecho a registrar de la vida del general Antonio López de Santa Anna es su levantamiento contra el Emperador Agustín I. Antes de este levantamiento dice el general que

“Mimado del gobierno virreinal, no tenía limites mi gratitud; y sin embargo, apareció el Plan de Iguala, proclamado por el coronel don Agustín Iturbide el 24 de febrero de 1821, y me apresuré a secundarlo, porque deseaba concurrir con mi grano de arena a la grande obra de nuestra regeneración política.”

(López de Santa Anna: 1973, 3)

Ante esta resolución

“El mariscal de campo, don José Dávila, Comandante general, jefe superior político e intendente de la provincia (de Veracruz), generoso por carácter, juzgándome extraviado y en inminente peligro, pretendió salvarme; a cuyo efecto me envío el indulto con el sargento mayor don Ignacio Uberri, y ofertas seductoras. Tanta bondad del anciano general, que me quería como a un hijo, conmovió mi sensibilidad ... ¡Ah! ¡Rato penosísimo fijo en memorial ... En esta lucha, en este momento de prueba, el patriotismo se sobrepuso a todo sentimiento: continué firme en mi propósito.”

(1973, 3)

Después de lograr una victoria contra los españoles de San Juan de Ulúa calificada por el gobierno imperial de “glorioso para los defensores de la plaza” de Veracruz señala que

“El día 30 de octubre de 1822 el emperador Agustín disolvió el Congreso constituyente, instalado el 24 de febrero del mismo año considerándolo hostil a su persona. Días después, emprendió viaje a Jalapa para sacarme de la provincia donde le causaba cuidado por las delaciones e instigaciones de mis émulos. Su majestad imperial sabiendo que no había sido de los adictos a su coronación, me destituyó de todos los mandos que ejercía, y dispuso mi traslación a la capital, faltando hasta a los usos comunes de urbanidad. Golpe tan rudo lastimó mi pundonor militar y quitó la venda a mis ojos; vi el absolutismo en toda su fiereza y me sentí luego alentado para entrar en combate con él.”

(1973, 11)

Ante esta situación sigue el general

“Decidí en ese momento ocuparme seriamente de reponer a la nación en sus justos derechos.

El cumplimiento de mi resolución demandaba sacrificios y grandes esfuerzos, y yo ninguno excusé. Velozmente me presenté en Veracruz y hablé al pueblo, y al frente de mis soldados proclame la república el 2 de diciembre a las cinco de la tarde. A continuación publiqué el Plan y manifiesto en que explicaba mis intenciones; y el carácter de provisionalidad que aquel acto tenía; supuesto que la nación era la única, con derecho a constituirse como quisiera, siendo árbitra de sus destinos.”

(1973, 12)

El resultado fue la Acta de Casa Mata del 1 de febrero de 1823; que provocó la derrota del Emperador y su salida el 11 de mayo por el puerto de Veracruz con rumbo a Italia. Todo esto a pesar de que con la llegada de Juan O’Donojú como virrey de la Nueva España fue Santa Anna el primero que le entrevistó y después participó en las pláticas previas a la firma del Tratado de Córdoba entre O’Donojú e Iturbide.

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Figura número 6: "Santa Anna se pronuncia en Perote en 1828"

2.- Santa Anna se pronuncia en Perote.- Las razones que esgrime Santa Anna son que en la elección del segundo presidente de México en 1828 enfrentó electoralmente a Vicente Guerrero y Manuel Gómez Pedraza, entonces ministro de la Guerra. A pesar de la opinión favorable por Guerrero se impuso por “maniobras irregulares y del influjo que el puesto que ocupaba le daba” el ministro Pedraza. Esto generó un ambiente de “desesperación y consiguientemente la revolución” Por ende dice que

“En esos días desempeñaba yo el gobierno del Estado de Veracruz, y siendo grave la situación procuré conservar el orden; más nada bastó a tranquilizar los ánimos; un movimiento era inevitable. En obvio de males y para no verme envuelto en el torbellino que se preparaba, me adherí a las pretensiones del pueblo, quien pedía que don Vicente Guerrero fuera declarado Presidente constitucional de la República.

Tres meses me vi precisado a rechazar los ataques de los partidarios del Ministro, quienes en venganza pusiéronme fuera de la ley; pero el movimiento popular tomó tan grandes proporciones que al pretendiente le dio miedo y despareció marchándose disfrazado para los Estados Unidos. Restablecida la tranquilidad, la cámara de diputados se ocupó de la cuestionada elección, y con toda libertad declaró Presidente constitucional al general don Vicente Guerrero, el deseado por el pueblo.”

(1973, 18; subrayado del autor)

Así, el papel de Santa Anna fue muy importante para poder restablecer en el gobierno al presidente electo Vicente Guerrero; a pesar de la oposición del ministro de Guerra Manuel Gómez Pedraza. Este conflicto envolvió, una vez más, en sangre a la nación mexicana.

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Figura número 7: "Santa Anna se pronuncia contra el ministerio del vicepresidente Bustamante"

3.- Santa Anna se pronuncia contra el ministerio del vicepresidente Bustamante.- El levantamiento de Santa Anna contra el Anastasio Bustamante se debió a que el vicepresidente, con el ejército de reserva acuartelado en Jalapa se sublevó contra el presidente Guerrero y el desenlace -ya se sabe- fue la muerte del héroe del sur en Cuilapan después de la traición del genovés Picaluga. Al respecto dice el general

“Un grito de indignación resonó por todas partes contra aquel hecho vergonzoso y cruel (la muerte de Vicente Guerrero). La heroica Veracruz fue la primera en levantar una acta pidiendo la remoción del Ministro responsable….

No tardó en presentarse a la vista de Veracruz una fuerte división a las órdenes del General don José M. Calderón para convertir al orden a la ciudad rebelde. Los veracruzanos que se vieron así tratados, resolvieron defenderse y me llamaron. No pude ser indiferente a las súplicas de mis paisanos ni a la seguridad de mi persona, objeto también de persecución, y tomé a mi cargo la defensa de la plaza.”

(1973, 26-7)

Enseguida relata el ataque sobre Veracruz de la división a cargo del general Calderón y su campaña hasta llegar a poner en fuga al ejército ministerial en Puebla. Todo concluyó cuando se presentó en su campo Gómez Pedraza que “regresaba al país llamado y reconocido Presidente de la República por las Legislaturas de los Estados, y tuve que ceder a su pedido.” (1973,28)

Una de las más importantes consecuencias es que después de restaurar el orden en el gobierno y con Gómez Pedraza en la presidencia; al convocarse a elecciones fue electo Santa Anna “por la libre y unánime elección de las legislaturas” así que “tomé posesión en abril de 1833, no obstante carecer de la edad que la ley requería”. Así que este fue el primer momento en que el protagonista se elevó a la presidencia de la república. También hay que recordarlo el presidente dejó su cargo para enfrentar la “asonada militar denominada Religión y fueros” dirigida por el general Gabriel Durán y con el Vicepresidente a cargo del despacho, Valentín Gómez Farías, se realizaron las primeras grandes reformas del país. Reformas que fueron nulificadas por el retorno del presidente Santa Anna.

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Figura número 8: "Santa Anna se pronuncia contra la federación 1834"

4.- Santa Anna se pronuncia contra la federación 1834.- Cuando Santa Anna regresó a ejercer el cargo de Presidente, una de sus primeras medidas fue anular las disposiciones de Gómez Farías. Al mismo tiempo, como presidente, enfrentó la asonada militar que proclamaba Religión y fueros que acaudillaba el general Gabriel Durán y después de la traición de Mariano Arista fue apresado por Durán y llevado preso a una hacienda inmediata a Cuautla. Pero gracias a los oficios del coronel Gerónimo Cardona logró escapar de sus captores. Aunque destaca su campaña –con sus obstáculos- contra Durán y Arista no dice nada de su compromiso por pronunciarse contra la federación. Sólo escribe “a mi regreso a la Capital las sesiones del Congreso presentábanse tormentosas. Un partido pretendía despojar a la Iglesia de sus propiedades, y al clero secular y regular de sus fueros y antiguas preeminencias” y agrega

“Sorprendida la sociedad con esas novedades la oposición era obstinada. Yo mismo, obedeciendo a mi conciencia y para evitar la revolución, me abstuve de sancionar y publicar los decretos relativos…

Las reformas iniciadas en el Congreso con tanta imprudencia, tenían los ánimos agitados. En la ciudad de Cuernavaca apareció un plan que todos los Estados aceptaron con premura. Por este plan el Presidente de la República quedó investido de facultades extraordinarias, entre tanto se reunía un nuevo Congreso. El gobierno poseía la confianza pública y puso así conservar la tranquilidad en todo ese periodo.”

(1973, 31-2)

Desde luego que su perspectiva conservadora se delata con su confesión de abstenerse “de sancionar y publicar los decretos” que afectaban los intereses económicos y políticos del clero y las clases acomodadas. Además como consecuencia del Plan de Cuernavaca y con aprobación del congreso general se revistió a López de Santa Anna con facultades extraordinarias que empleó -justamente- para enfrentar el proyecto político liberal concretado en la Federación. Aunque el protagonista prefiere hablar del levantamiento de los colonos de Texas; la campaña que realizó y las consecuencias que llevaron a pronunciar la independencia de esa “república” y su posterior adhesión a los Estados Unidos.

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Figura número 9: "Santa Anna derrotado en S. Jacinto 1836"

5.- Santa Anna derrotado en S. Jacinto 1836.- Sin hacer ninguna referencia al uso de las facultades extraordinarias que el Congreso le había otorgado Santa Anna en el siguiente párrafo habla de la guerra y su campaña contra Texas hasta relatar los antecedentes de la batalla de San Jacinto; que según el general fueron los siguientes:

“La persecución de Houston la consideré importante; y no menos aumentar la fuerza que me acompañaba. A ese fin previne luego al general de división don Vicente Filisola, mi segundo, pusiera en marcha al batallón de Zapadores en toda su fuerza, con prevención a su jefe de reunírseme prontamente guiado por el portador de mi orden. Filisola con fuerzas respetables había quedado en el paso de Tompson, esperando a la brigada Urrea. Dos especiales prevenciones le dejé escritas: Primera. ‘Que no me enviara partes por escrito, ni correspondencia que el enemigo pudiera interceptar’. Segunda ‘Que incorporada la brigada Urrea, me alcanzara forzando sus marchas’.”

 (1973, 37)
Destaca que

“Prevenciones dictadas con tanta previsión y oportunidad, que no evitaron el suceso lamentable que la desobediencia de Filisola causara; parecía haberse propuesto desgraciar una campaña feliz que tocaba a su término. Apreciador del tiempo, ni una hora quería yo perder. Por las orillas del río de San Jacinto busqué a Houston y lo encontré abrigado del bosque, preparado para retirarse a Galveston. Me propuse entretenerlo entretanto llegaba el batallón de Zapadores o el mismo Filisola, y acampé a su vista. Esperaba impaciente, al presentarse el general Cos con trescientos reclutas del batallón Guerrero mandado por su comandante don Manuel Céspedes. Vivamente disgustado al ver mi orden contrariada, presentí una desgracia y determiné contramarchar en el mismo día para residenciar a Filisola y reforzarme, pero ya era tarde: el mal estaba hecho.”

 (1973, 37-8; subrayado del autor)
Agrega

“El desobediente Filisola había mandado a uno de sus ayudantes con correspondencia de México, y antes de llegar a mi campo fue interceptado; puesto en tortura, declaró cuanto sabía. Houston impuesto de ser superior en fuerza a la que tenía al frente, cobró ánimo y se decidió a atacarla. A las dos de la tarde del día 21 de abril de 1836 me había dormido a la sombra de un encino, esperando que el calor mitigara para emprender la marcha, cuando los filibusteros sorprendieron mi campo con una destreza admirable. Júzguese mi sorpresa al abrir los ojos y verme rodeado de esa gente amenazándome con sus rifles y apoderándose de mi persona.”

 (1973, 38)
Insiste que

“La responsabilidad de Filisola era evidente, porque él y sólo él había causado catástrofe tan lamentable con su criminal desobediencia. Ni aun incorporada la brigada Urrea, se movió, parecía esperar algún acontecimiento incomprensible, según su inacción. Mas al saber la ocurrencia de San Jacinto, todo fue actividad, no para favorecer a los prisioneros sino para abandonarlos a su suerte. Con la precipitación del que huye de su enemigo, se dirigió al puerto de Matamoros (distante ciento sesenta leguas). Olvidó el honor, el deber y la humanidad; conducta censurada hasta de los filibusteros. Teniendo una residencia severa, publicó un manifiesto difuso, inexacto y sin comprobantes, que nadie le hizo caso, sabida bien su conducta en Texas. El gobierno no volvió a emplearlo.”

(1973, 39)

Una vez más Santa Anna recurre a su habilidad para salir bien librado de los trances más difíciles; a través de delegar responsabilidades que los subalternos no obedecen y que, consecuentemente, dan paso a los reveses como su captura por Houston en San Jacinto. Parecería decir, “no fue derrota; pero los enemigos tejanos me capturaron.”

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Figura número 10: "Santa Anna se pronuncia contra la administración de Bustamante 1841"
 

6.- Santa Anna se pronuncia contra la administración de Bustamante 1841.- Después de mencionar su papel en el levantamiento del cabecilla José A. Mejía señala “la temida revolución terminó, quedando la tranquilidad restablecida.” Porque “el Presidente constitucional volvió a sus funciones y yo a mi hacienda a completar mi curación (debido a que le amputaron su pierna izquierda).” Pero

“El desprestigio del General Bustamante hacía imposible su gobierno. En la ciudad de Guadalajara a principios de 1841 se promovió su final separación y la reforma de la Constitución de 1824. En Tacubaya una junta de Generales acordó las bases provisionales por el tiempo necesario para continuar la reforma. Con sujeción a esas bases otra vez se puso a mi cargo el gobierno de la República. En el periodo que rigieron las bases provisionales de Tacubaya, la paz pública se conservó inalterable sin que una lágrima se derramara por causa política; no hubo contribuciones, préstamos forzosos y expropiaciones; los servidores de la nación, viudas y pensionistas percibían sus haberes con puntualidad; del mismo modo los tenedores de bonos de la deuda extranjera.”

(1973, 51)

Pero además, los resultados de su campaña fueron distintos a los que se propuso; porque fue designado en Tacubaya presidente de la República Mexicana. Así que su desempeño en el gobierno al que llegó tenía evidentes resultados no sólo en las finanzas públicas porque las mejoras también eran en el terreno material:

“Entonces fue contratado y principado el primer camino de fierro conocido en el país, el de Veracruz al interior, y obras de ese mismo tiempo fueron: el mercado de la capital y el gran Teatro de Santa Anna, la aduana de Veracruz y las mejoras del muelle, la demolición del antiguo Parían y desaparición de la mala moneda de cobre, perjudicial al comercio por la facilidad de su falsificación y abundancia de ella; las relaciones exteriores cultiváronse con esmero; y finalmente se dio extensión al territorio nacional con la anexión del Soconusco.”

(1973, 51-2)

Así, que a pesar de oponerse al presidente Bustamante, por razones políticas una vez que triunfó el movimiento armado fue designado presidente de México y su papel fue destacado. Claro que en ese momento, fue de los pocos que el erario nacional contaba con recursos para dar cabida a esas condiciones excepcionales para solventar los gastos habituales de la hacienda pública.

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Figura número 11: "Santa Anna es arrojado de la presidencia y desterrado 1844"
 

7.- Santa Anna es arrojado de la presidencia y desterrado 1844.- Después de la derrota del presidente Bustamante y la designación, por la junta de militares, de Santa Anna como presidente y hechas las modificaciones a la Constitución de 1824, que dieron origen a las nuevas reglas como las facultades extraordinarias de la “junta de notables ciudadanos de todos los Estados” que llevaron al decreto del 12 de junio de 1844.

De este nuevo marco legal surge la convocatoria para elección de presidente y el ganador fue Santa Anna y “se me llamó a la capital a prestar el juramento de etilo.” Pero agrega que “esta elección me desagradó; la melancolía (por la reciente muerte de su esposa) que me dominaba hacíame aborrecible el bullicio del Palacio, y preferible la soledad; y tanto que renuncié el honroso cargo con que se me favoreció.”

Pero ante la presión que ejercieron tanto sus incondicionales como los aduladores -que nunca faltan- Santa Anna regresó a la presidencia. Pero

“A finales de octubre, el general Paredes se sublevó en Guadalajara. El gobierno tuvo a bien comunicármelo, ordenándome que con las tropas acantonadas en Jalapa me pusiera en marcha para la capital. .. Caminaba en dirección a Guadalajara en cumplimiento de otra orden del gobierno, al llegar a mi noticia un grande tumulto en al capital y la prisión del presidente interino. Los detalles de lo sucedido en la capital no tardaron: ‘la mayoría del congreso favorecía la revolución de Paredes descaradamente. El gobierno queriendo evitar males o en propia defensa expidió un decreto por el que las sesiones del congreso quedaban suspensas y el presidente constitucional investido de facultades extraordinarias durante la revuelta. Los amotinados pusieron en prisión al presidente Canalizo, y extendiendo su enojo contra el presidente constitucional, se lanzaron a derribar su busto de bronce, colocado en la plaza del mercado, a quitar su nombre al teatro de Santa Anna sustituyéndolo con el de Teatro Nacional, y extraer del cementerio de Santa Paula su pie amputado para pasearlo por las calles al sonde un vocerío salvaje…’

Interrumpí al lector diciéndole ‘no quiero oír más’. Y arrebatado, con mis manos en la cabeza, exclamé, ¡Santo Dios! Un miembro de mi cuerpo perdido en servicio de esta nación extraído de la urna funeraria, haciéndolo pedazos para escarnecerlo tan bárbaramente…’

En aquel momento de dolor y enajenación resolví abandonar hasta el suelo natal, objeto de mis ensueños y desengaños.”

 (1973, 53-4)

Así que regresa de Silao a Puebla y desde ahí envió al general don Ignacio Sierra y Roso a la capital para presentar “mi renuncia al congreso y agenciar mi pasaporte”. También dejó en Puebla al ejército y se encaminó a Veracruz. Antes de abandonar a su tropa Santa Anna le dirigió la siguiente alocución:

“¡Compañeros de armas! Con orgullo soportaba la falta del miembro importante de mi cuerpo, perdido con gloria en el servicio de la patria, como presenciaron algunos de vosotros; mas aquel orgullo se ha convertido en dolor, en tristeza y desesperación. Sabed que ese despojo mortal ha sido violentamente sacado de la urna funeraria rompiéndola para burlarlo por las calles públicas ... Advierto vuestra sorpresa y que os ruborizáis; tenéis razón, esta clase de excesos era desconocido entre nosotros. ¡Mis amigos! Voy a partir obedeciendo al destino; allá en tierras lejanas os recordaré; sed siempre el sostén y ornato de vuestra nación ... quedad con Dios.’ Esta producción improvisada dará bien a conocer mi agitación y el trastorno en que me encontraba en aquellos momentos.”

 (1973, 55)

En su viaje al puerto de Veracruz dice, “incurrí en otra imprudencia”; así es, despidió a su escolta de húsares en el paraje de Las Vigas y sólo con dos sirvientes siguió su camino. Pero en el pueblo de Xico fue detenido por órdenes del Comandante del Distrito de Jalapa, general José Rincón, antiguo colaborador de Santa Anna. En esa población permaneció 4 días incomunicado y estrechamente vigilado y después enviado al castillo de Perote donde permaneció cuatro meses incomunicado, “más estorbándoles mi persona me condenaron a destierro, advertido que si regresaba al país de mi propio motivo, quedaría fuera de la ley”. (1973,56-7)

Así que no fue una revuelta ni una revolución violenta la razón para que Santa Anna, según sus palabras, abandonara la presidencia y más tarde el país. Así que el 19 de mayo de 1845 fue embarcado en el paquete inglés y cinco días después llegó, como exiliado, a La Habana en la isla de Cuba.

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Figura número 12: "Santa Anna vuelve a la República 1846"
 

8.- Santa Anna vuelve a la República 1846.- Después de su prisión en Jalapa y Perote, Santa Anna fue enviado a La Habana en el “paquete inglés” y fue agasajado por el capitán general de la isla Leopoldo O’Donell. Pero

“Por ese tiempo, el gobierno de Estados Unidos, saboreando la provincia de Texas que se había anexado, codiciaba la Alta California y el Nuevo México, vastos y ricos terrenos. Para la adquisición tenía la fuerza, y se lanzó sobre su vecina y hermana debilitada por la discordia civil; nada la importaba la injusticia y escándalo; lo podía y esto bastaba. El general Zacarías Taylor comenzó a hostilizar a las tropas mexicanas de la frontera, consiguiendo ventajas sobre ellas en Palo Alto y la Resaca por la impericia del funesto general Arista.”

(1973, 59)

Así que se inició una de las más desiguales e injustas guerras; la que instrumentaron los norteamericanos en contra de la República Mexicana. Dice Santa Anna

“Declarada la guerra, los buenos mexicanos recordaron mis servicios y popularmente me llamaron. Un veterano de la independencia no podía excusar sus débiles servicios a su patria en peligro: acepté el llamamiento. Fleté un vapor que pagué con mi peculio y me introduje en el puerto de Veracruz burlando el bloqueo. Este hecho ocurrió el 12 de septiembre de 1846.”

¡Qué mutación! El pueblo veracruzano con sus festejos parecía empeñado en el olvido del atentado sacrílego de una facción impía, el fatal 6 de diciembre de 1844. En el tránsito hasta la capital una continúa ovación. La satisfacción fue completa.”

Los negocios presentaban un triste aspecto. No había un peso en caja. Las rentas empeñadas no podían cubrir los gastos indispensables; ejército disponible no existía; la parte más florida había sufrido en la frontera; otra parte, a las órdenes del general Pedro Ampudia, capitulaba en la ciudad de Monterrey.” 

(1973, 59-60)

Así, de retorno en México Santa Anna fue recibido como héroe; pero encontró un país sin recursos económicos “los negocios presentaban un triste aspecto. No había un peso en caja”; pero además “las rentas empeñadas no podían cubrir los gastos indispensables; ejército disponible no existía; la parte más florida había sufrido en la frontera”; pero también las órdenes del general Pedro Ampudia capitulaba en la ciudad de Monterrey. Pero el cuadro que presentaba el país era mucho peor; porque “el resto (del ejército) desanimado en la vasta extensión del país; los cuadros reunidos en la capital no marchaban a sus destinos por falta de socorros. Y esto acontecía avanzando triunfante el general Taylor “

Así que Santa Anna regresó al país para sumarse a los esfuerzos del pueblo mexicano por detener la marcha del ejército norteamericano sobre el territorio; aunque su presencia no dejó de preocupar a sus connacionales y a sus enemigos. Tampoco faltaron los que de ambos bandos atacaron al recién llegado con los argumentos más inverosímiles y siempre para desprestigiarlo.

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Figura número 13: "Santa Anna se retira del campo de la Angostura 1847"
 

9.- Santa Anna se retira del campo de la Angostura 1847.-Después de haber dado en hipoteca sus propiedades por un total de medio millón de pesos para poder sufragar los gastos necesarios para la manutención del ejército, Santa Anna dice que en enero de 1847 “los habitantes de San Luis Potosí vieran admirados en marcha diez y ocho mil hombres en cuatro divisiones, equipados con todo, instruido y con un buen material de guerra.” Pero a la primera oportunidad su ejército sólo alcanzó la cantidad de cuatro mil efectivos “por la deserción que no se pudo evitar” y agrega “siendo de esto lo sensible, ¡ah! Parece increíble, que uno de esos miserables frustrara todas mis combinaciones e hiciera inútiles tantos sacrificios, casi en los momentos en que las operaciones tocaban a su término con felicidad.” (1973,62)

“En la hacienda de la Encarnación, a diez leguas de los invasores revisté al ejército de operaciones del Norte de mi inmediato mando, y no obstante la baja expresada que se notaba, quedé complacido de su buen estado. Al retirarse los cuerpos a sus campos, un soldado del escuadrón de coraceros, llamado Francisco Valdés, desertó aprovechando la noche que comenzaba, llevándose dos caballos del capitán de su compañía, a quien servía de asistente. El desertor caminaba en dirección a la ciudad de Saltillo, lugar de su nacimiento, al asaltarlo una partida enemiga que lo condujo luego a la presencia del general Taylor a quien ofreció ‘que le haría revelaciones importantes si le concedía continuar su camino con toda libertad’. Concedido lo que solicitaba, dijo su procedencia y dio noticia de cuanto sabía. Taylor …aprovechó los instantes y concentró sus fuerzas en las alturas de la Angostura; posición ventajosa en el camino del Saltillo que tenía bien conocida. El genera Taylor disponía de nueve mil hombres distribuidos en tres campos, distantes uno de otro cinco leguas, formando un triángulo: el Saltillo, la Vaquería y Agua Nueva.”

(1973, 62)

Por eso dice Santa Anna que “sin aviso tan oportuno del coracero desertor, Taylor no hubiera podido evitar la sorpresa y la consiguiente derrota en detalle.”

Consecuentemente “con la explicación precedente cualquiera distinguiría la mano de la fatalidad frustrando mis afanes y mis esperanzas. No cabía duda, los invasores tenían razón al repetir ‘Dios nos protege’.” (1973,63)

Pero esta no es la causa de la retirada de Santa Anna de La Angostura; porque después de describir la batalla que duró dos días y tuvo bajas importantes en ambos ejércitos –dos mil los invasores y mil quinientos los nacionales- señala

“La situación presentábase bastante lisonjera, nadie en mi campo dudaba que la victoria quedaría completa al día siguiente; todo pues, era contento; mas, ¡oh inestabilidad de las cosas humanas! Repentinamente el contento convertíase en pena y desesperación ¡¡¡ revolución en la capital ¡¡¡ En efecto, un correo extraordinario conducía un pliego de los supremos poderes que daba tan fatal nueva. Los supremos poderes disponían ‘que estando atacados por una facción armada en su propia residencia, el ejército corriera a salvarlos y con ellos el orden y las leyes’.”

(1973, 64)

Aunque la orden del ministro de guerra era terminante la “contramarcha del ejército” Santa Anna decidió convocar a una junta de generales para tomar una decisión definitiva así que “encontré sus razones fundadas y de imprescindible deber cumplimentar los mandatos de los supremos poderes y aprobé lo acordado.” En consecuencia “la contramarcha se efectuó al día siguiente”; aunque “la contramarcha produjo un gran disgusto en todas las clases del ejército; en los semblantes se veía la tristeza y la desesperación”.

Así que la retirada del ejército mexicano al mando de Santa Anna del sitio de La Angostura no fue por incompetencia o impericia del jefe sino por disposición del gobierno que estaba asediado por una nueva manifestación en su contra.

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Figura número 14: "Santa Anna es derrotado en Cerro Gordo 1847"
 

10.- Santa Anna es derrotado en Cerro Gordo 1847.- Dice Santa Anna que “así de suceso en suceso el país iba hundiéndose en un abismo.”; por lo que “extendí mi vista al rumbo invadido, y no percibía preparación alguna que oponer al invasor. El camino pues lo tenía expedito para internarse sin inconveniente alguna. Aspecto tal comprimió mi corazón.” Así que se pregunta

“¿Cómo no hacer un esfuerzo para estorbar el paso a ese enemigo, siquiera en honor de la nación? Preferentemente me pareció el peligro mayor y determiné tomar aquel rumbo. El congreso nombró presidente interino al general don Pedro Anaya para dejarme expedito. Cerro Gordo fue el punto en que me fijé, para disputar el paso al invasor; fuerte por naturaleza a diez y ocho leguas de Veracruz, en el camino de rueda que el enemigo tomaría, y situado entre las temperaturas caliente y fría, llenaba mi objetivo. Velozmente me coloqué allí. Ninguna obra de fortificación había; peones de mi hacienda Lencero comenzaron a despejar el terreno. Al teniente coronel de ingenieros, don Manuel M Robles Pezuela encargué los primeros trabajos en los que se ocupó sin descanso. Llegaron fuerzas y material de guerra, subíanse piezas de cañón a las alturas; con la fajina incesante, los atrincheramientos adelantaban, todo estaba en movimiento, hasta que la presencia de los invasores nos interrumpió a los cuatro días.”

Las consecuencias fueron las siguientes

“El general Scott, sabiendo que dando tiempo a la reunión de fuerzas y a los adelantos de la fortificación le sería difícil o muy costoso el paso por Cerro Gordo, apresuró sus movimientos. Destacó una de sus divisiones a tomar el cerro del Telégrafo, y en toda una tarde no lo consiguió, dejando el terreno cubierto de sus cadáveres. Scott alarmado por ese descalabro, atacó con todas sus fuerzas en la mañana siguiente, la posición fue defendida valerosamente cinco horas; cuatro mil milicianos inexpertos resistieron el empuje de catorce mil veteranos con brillante armamento, causándoles pérdidas considerables; y cuando no pudieron más tan bizarros milicianos se retiraron ordenadamente, por veredas desconocidas del enemigo. El general Scott en la parte a su gobierno referente a la ocupación de Cerro Gordo, exagera en mucho el número de sus defensores, diciendo además que los desalojó de posiciones inaccesibles a la bayoneta. Mi retirada la hice para la ciudad de Orizaba donde se me incorporó una sección de mil doscientos hombres, procedentes de la Mixteca, a las órdenes del general don Antonio León.”

 (1973, 67-8)

Así, Santa Anna ataca a Scott por exagerar las fuerzas defensoras del Cerro gordo; pero sin duda también exagera al señalar la desventaja numérica entre sitiados (4,000) y sitiadores (14,000). En esta acción militar el autor destaca su papel no sólo como estratega, al elegir este punto defensivo como su bastión; sino, también, porque además señala las disposiciones para construir las defensas necesarias para un punto con precarias condiciones para la guerra.

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Figura número 15: "Santa Anna abandona a Valencia en Padierna y se retira a México 1847"
 

10.- Santa Anna abandona a Valencia en Padierna y se retira a México 1847.- Después de la acción de Cerro Gordo y al abandonar ese punto Santa Anna  se dirigió a Orizaba, donde se le unieron las tropas de Antonio León, y se fue informado de que “amenazada la capital (de la República) era indispensable auxiliarla y defenderla, con oportunidad me puse en marcha en aquella dirección.”

Después relata la experiencia que por falta de medios para defender a Puebla el gobernador Rafael Inzunza y el comandante Cosme Furlong decidieron salir a recibir a los invasores pero como llegó primero Santa Anna los reconvino. Agrega que “la capital no presentaba más halagüeño aspecto de lo (sic) integridad y del honor nacional la gente del pueblo decía en voz alta: estas fuerzas vienen no más a comprometer la ciudad. Pero la hora de la prueba se acercaba y hacíase necesario un esfuerzo supremo” continuando que “acordada la defensa de la capital, el Congreso cerró sus sesiones, invistiendo al Presidente de la República con facultades extraordinarias. En proporción de las necesidades habían de ser los esfuerzos.” Insiste en que 

“Detenerme en explicar la situación sombría de aquellos días, las dificultades que se me atravesaban a cada paso que se daba, y cuanto hubo que hacer para poner defensa a la capital, sería tarea difícil si no imposible. Me limitaré por tanto a explicaciones precisas, a aquellas que basten a presentar las cosas como fueron verdaderamente y puedan juzgarse sin equivocación.”

(1973, 70)

Las disposiciones de defensa fueron entre otras las siguientes:

“Los trabajos comenzaron por la organización de los cuerpos de todas las armas en número de veintidós mil hombres que fueron llegando en cuerdas de los Estados; alistándose cien cañones de varios calibres; las maestranzas y fundiciones, los talleres de vestuario y de monturas no descansaban; el radio extenso de la ciudad se fortaleció, construyéndose a la vez fuertes estacadas en las principales avenidas; en resumen, en tres meses de asiduos trabajos la capital de la República presentóse imponente, en capacidad de defenderse ventajosamente.”

(1973, 70-1)

La razón de esos tres meses de preparar a la capital para su defensa; fue porque Scott permaneció ese tiempo en la ciudad de Puebla. Aunque no deja de reconocer que “dejo asentado que en esa injusta guerra promovida por nuestros vecinos del Norte, la desgracia pesaba constantemente sobre los mexicanos.” Recuerda el papel del general Valencia en los siguientes términos:

“El general don Gabriel Valencia estaba en observación en el pueblo de San Ángel con una lucida división de cinco mil hombres con treinta piezas de batalla, y malignos agentes de la facción traidora lo rodearon con el perverso designio de inducirlo a que causara un trastorno cualquiera: ellos conocían bien su tendencia al poder y fácil les fue precipitarlo persuadiéndolo: que bastaba la división a su mando para alcanzar un triunfo importante, que lo conduciría indudablemente a la Primera Magistratura en medio de los aplausos del pueblo.”

(1973, 72)
Por ende,

“Valencia, trastornado con la seducción y la lisonja, se lanzó a obrar por su cuenta, y como si se propusiera sacar al jefe invasor de su vacilación, cambió de posición situándose en Padierna, punto intermedio de San Ángel y Tlalpam que le pareció inexpugnable. Al saber la defección de Valencia conocí el tamaño del mal que amenazaba y la necesidad de acudir ligero a evitarlo en lo posible. Con la división de reserva, compuesta de cuatro mil viejos soldados, salí precipitado en su solicitud. Llegando a San Ángel una lluvia de diez horas continuadas me detuvo. Sin poder cerrar los ojos en toda la noche, vi con gusto una hermosa aurora que anunciaba un buen día y al momento proseguí la marcha con la división de reserva reforzada con la brigada Rangel; más todo fue en vano, la oportunidad había pasado. El invasor no descuidó la presa valiosa que le había ido a las manos, aprovechando la mala noche la circunvaló cayendo sobre ella al amanecer si dejarla mover.”

(1973, 73-4)

El dictamen de Santa Anna sobre el general Valencia es definitivo

“El torpe ambicioso (Gabriel Valencia) pagó su temeridad con una derrota vergonzosa, causando a la patria males incalculables y exponiendo a la capital a escenas deplorables que afortunadamente evitaron mis veteranos con heroicos esfuerzos, deteniendo al enemigo en su marcha triunfal.”

(1973, 74)

Agrega que “¡Ah! Sin la defección de Valencia, los invasores quedan sepultados en el Valle de México.” Después repite las palabras que Scott escribió a sus superiores: ‘A la protección de Dios debimos no más haber salido tan bien de la empresa” que le hace decir a Santa Anna: “Más ¿qué valen las mejores combinaciones ni todos los esfuerzos humanos contra los decretos del destino? … A esos invasores afortunados estábales reservado el oro de la California y a los mexicanos el infortunio.” (1973,74)

Así, de acuerdo con Santa Anna la derrota en Padierna fue producto de la adversidad y la indisciplina del jefe militar el general Gabriel Valencia; porque entre sus disposiciones no figuraba el presentar combate en ese lugar y de nada sirvieron los meses de preparativos para resguardar a la ciudad. Porque al no acatar las órdenes se modificó todo el diseño estratégico defensivo. Es más no fueron sus soldados los derrotados; sino los efectivos de Valencia.

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Figura número 16: "Santa Anna abandona la ciudad la noche del 13 de setiembre de 1847"
 

11.- Santa Anna abandona la ciudad la noche del 13 de setiembre de 1847.- Después de la derrota de Valencia en Padierna; la defensa “gloriosa” pero infructuosa después de “ocho horas de fuego” de Churubusco; la integración de la Comisión negociadora en que participaron por los mexicanos José Ramón Pacheco, el licenciado Bernardo Couto y los generales José J. Herrera e Ignacio Mora y Villamil; la derrota parcial de los invasores en Molino del Rey; la defensa de las garitas de Belém y San Cosme y después de una junta con el estado mayor Santa Anna ejecutó la decisión de salir de la ciudad de México:

“Consideraron inútil apoyar la defensa en los edificios de la ciudad, sin la ayuda del pueblo; a la vez que debía evitarse a la población sacrificios inútiles. Por estas y (otras?) razones de no menor fundamento, la junta unánime acordó: que estando el honor de las armas nacionales bien puesto y no siendo posible prolongar por más tiempo la defensa de la capital con buen éxito, entregada como había sido la garita de Belém, y estando en el deber de sus defensores no atraer sobre ella males innecesarios, acordaban desde luego, su desocupación honrosamente, ejecutándose un cambio de posición. A cuyo efecto, todas las fuerzas con el material de guerra existente marcharían a la primera luz de día siguiente a situarse en la ciudad de Guadalupe Hidalgo; quedando la capital a cargo del gobernador político del Distrito, quien procuraría del jefe enemigo las garantías debidas al vecindario pacífico, conforme al derecho de gentes.”

(1973, 83)

Así que la salida del general Santa Anna no fue por una decisión personal o por temor a la inminente entrada de los invasores norteamericanos a la capital de la república; según se lee en el texto, fue por acuerdo de su estado mayor.

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Figura número 17: "Santa Anna deja escapar la ocasión de derrotar a los americanos 8 de setiembre de 1847"
 

12.- Santa Anna deja escapar la ocasión de derrotar a los americanos 8 de setiembre de 1847.- En esta parte, dice López de Santa Anna

“Consiguientemente, las hostilidades continuaron sin tregua, disputándose el terreno palmo a palmo, la sangre no se economizaba, los cadáveres se mezclaban amontonados; al soldado mexicano le sobró valor, patriotismo y abnegación.”

(1973, 74)
Relata su papel así:

“El 8 de septiembre el invasor sufrió un rudo golpe en el Molino del Rey; en veinte minutos perdió más de mil hombres, retirándose a Tacubaya en desorden. Si en tan propicio momento el general don Juan Álvarez da la carga que debió dar, la derrota del enemigo hubiese sido completa. Este suceso por su importancia merece explicación: Álvarez, con cuatro mil caballos, estaba situado en terreno escogido para maniobrar y con instrucciones diminutas; tuvo al enemigo de flanco a tiro de fusil, en desorden; pero como si nada tuviera que hacer, mantúvose espectador montado en su mula. Los jefes de tan brillante caballería, en vindicación de su honor comprometido, pidieron ‘que un hecho tan escandaloso se juzgara en consejo de generales’. Conocí el error que cometí con haber puesto la caballería a las órdenes de tan inepto general, y dispuse luego su destitución; las circunstancias no permitieron lo demás.”

(1973, 74-5)

Por si fuera poco agrega en su favor que

“Otro suceso ocurrió a favor del invasor de no menor importancia el día anterior, y que sin él no habría podido salvarse: véase original (sic). Siento publicar aquí los nombres de los que aparecen culpables por mi natural repugnancia a zaherir la memoria de los muertos; mas cuando los hechos deber aparecer como ocurrieron no cabe disfraz alguno. Don Francisco Iturbe, rico propietario de los asilados de Tacubaya, por no contribuir con su peculio a los gastos de la guerra, sabedor o no del movimiento del enemigo, dirigió aviso reservado al general don José María Tornel, mi cuartel maestre, en el que decía: ‘No tengo duda que estas fuerzas van a penetrar a esa ciudad por la garita de San Lázaro esta misma noche; se preparan activamente, sirva de gobierno’. No estaba en mi cálculo el movimiento anunciado, sin embargo, no desprecie el aviso. Encargué al general don Antonio Vizcaíno vigilase los caminos que se cruzan por el frente de la garita de la Candelaria, ruta indispensable para el enemigo si se dirigía a la de San Lázaro; a la vez previne al general don Ignacio Martínez, comandante de la Candelaria, que vigilara por su parte y auxiliara al general Vizcaíno con cuanto necesitara para el buen desempeño de su encargo.”

Pero reconoce que

“Como en mi cálculo estaba que la primera operación del enemigo sería sobre Chapultepec para franquearse el paso a la capital, tenía resuelto comprometer una acción decisiva en el Molino del Rey, cubierta mi retaguardia por Chapultepec, a cuyo efecto todas mis fuerzas útiles, con sesenta piezas bien servidas, se encontrarían reunidos en aquel punto la madrugada del citado día 8, resolución acertadísima como se vio después de frustra por el aviso fatal de Iturbe; aviso que pareció meditado para salvar al enemigo; pues debiendo encontrarse con una reunión importante, se encontró no más de dos brigadas de infantes y una batería de ocho piezas, por estar las otras de observación, y en actitud de poder acudir con oportunidad al punto mencionado. En el cambio de la colocación de las fuerzas entró también que yo durmiera en el palacio en lugar de hacerlo en Chapultepec.”

(1973, 75-6)

Este conjunto de acciones desafortunadas, provocadas por los factores tanto humanos como económicos, llevaron a que las disposiciones instrumentadas por el encargado de proceder a la defensa de la ciudad de México fueran poco  funcionales y dieron al traste con el pretendido cerco en torno a la capital.

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Figura número 18: "Santa Anna sale de la República 1847"
 

13.- Santa Anna sale de la República 1847.- Dice Santa Anna que “mis enemigos o más bien de la Patria, nada omiten en mi daño”;; así que “referiré tres hechos que por su deformidad han de leerse con desagrado porque en todos los hombres existe naturalmente un sentimiento de justicia: la acusación de traición ante la Cámara de Diputados por don Ramón Gamboa … el asesinato intentado contra mi persona por los invasores en Tehuacan y la negación de asilo en Oaxaca.” Sobre este último hecho dice

“El tercero toca al famoso Benito Juárez. Funcionaba de gobernador de Oaxaca cuando yo me encaminaba con mi familia a esa ciudad, y tuvo el bárbaro placer de negarme el asilo, disponiendo que se me expulsase de los límites del Estado. Nunca me perdonó haberme servido la mesa en Oaxaca en diciembre de 1828, con su pie en el suelo, camisa y calzón de manta, en la casa del lic. Manuel Embides. Asombraba que un indígena de tan baja esfera hubiera figurado en México como todos saben. Un religioso de la orden de Santo Domingo lo enseñó a leer y a escribir, y quien lo enseñó también a calzar zapatos, vestir chaqueta y pantalón: nada exagero, vivo está el general don Manuel M Escobar que presenció el acto de servirme Juárez la mesa con el ropaje indicado.”

(1973, 93-4)

En el pueblo de Coxcatlán jurisdicción de Tehuacán Santa Anna recibió del presidente interino y del jefe de los invasores “con quien estaba de perfecto acuerdo” su pasaporte y un salvoconducto para dirigirse a Veracruz y recuerda

“En el tránsito para el puerto, las tropas invasoras escalonadas desde Perote a Veracruz, se acomidieron a hacerme los honores de mi grado, contra mi querer; del mismo modo dispusieron comidas. Los jefes desaprobaban la sorpresa intentada por el general Lanne en Tehuacan, y sin embargo decían ‘al general Santa Anna se ha debido respectar en su retirada’.

Concluye

“En marzo de 1848 me embarqué en la barra de la Antigua con dirección a Jamaica. En esta isla inglesa fui bien acogido por sus autoridades. Dos años pasé contento, pero mi familia no lo estaba; extrañaban su idioma y sus costumbres. En solicitud de un país análogo al nuestro nos trasladamos a la Nueva Granada.”

(1973, 94-5)

Así que después de sus andanzas durante la invasión norteamericana, Santa Anna con el apoyo de algunos jefes militares del ejército vencedor logra su traslado desde Tehuacán en Puebla hasta Veracruz de donde sale con destino inicial de Jamaica. Pero decide cambiar su destierro a Colombia; en el pueblo de Turbaco a sólo cinco millas de Cartagena de Indias.

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Figura número 19: "Santa Anna desembarca en Veracruz y vuelve a ser presidente de México 1º.de abril de 1853"
 

14.- Santa Anna desembarca en Veracruz y vuelve a ser presidente de México 1º.de abril de 1853.- Es curioso el término Nueva Granada que emplea Santa Anna. Aunque estuvo en la ciudad de Cartagena y después en el pueblo de Turbaco ambos en Colombia no hay que olvidar que la Nueva Granada ya había desaparecido del mapa. Al respecto dice “fastidiado de la vida pública por tantos desengaño, con pocas esperanzas de reposo en el suelo natal siempre agitado, me decidí a pasar en Turbaco el resto de mis días”. Consecuentemente “con esta resolución tracé mi plan de vida. Dedicado a cultivar una bonita posesión de campo en las orillas de la población llamada ‘La Rosita’ pasaba en ella, las horas que el sol no molestaba. Mi familia estaba contenta entre gentes que nos favorecían con su adhesión y cariño. Todavía existe en aquel campo santo la bóveda en donde mis despojos mortales habían de reposar.”   Pero

“En tal situación, una comisión mexicana compuesta del coronel don Manuel Ma. Escobar, don Salvador Batres y el doctor don Adolfo Hegevich tocó las puertas de mi tranquila morada y puso en mismazos la correspondencia que conducía; a la vez me instruyó de todo lo ocurrido en la revolución que había derribado del asiento al general don Mariano Arista, por haber desmerecido la confianza pública, y en su reemplazo se me llamaba.”

Esta invitación revivió viejos recuerdos en el militar veracruzano:

“Las lecciones del pasado frescas en mi memoria tenían mi ánimo tan mal prevenido, que con tristeza me impuse del llamamiento que se me hacía. En conferencias con la comisión expliqué sinceramente los temores que me retraían a la admisión del honor que se me dispensaba … Por fin, fueron tantas las excitaciones de la comisión que me resigné a acatar la voluntad de la nación, abandonando mi agradable retiro y encaminándome para el puerto con la comisión y la familia.”

(1973, 97)

En consecuencia el 29 de abril de 1853 el general Antonio López de Santa Anna recibe de manos del también general Manuel Ma. Lombardini el mando de la República Mexicana y la primera disposición de gobierno fue la designar un nuevo gabinete al cual se incorporó don Lucas Alamán en la cartera de Relaciones Exteriores. Por este nombramiento tuvo dificultades con Juan Álvarez quien le recordó que “Alaman fue miembro del Ministerio culpado de haber asesinado jurídicamente al Benemérito general Guerrero, y no merece ocupar puesto público.”.La respuesta de Santa Anna “inclinado a la conciliación le inculqué la necesidad de sepultar en el olvido los odios y las recriminaciones entre miembros de una misma familia, si queremos sinceramente una paz duradera”. Pero la respuesta de La pantera del sur fue definitiva: “sí Alamán continua en el Ministerio, el Sur se pondrá en armas.”

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Figura número 20: "Santa Anna sale con una expedición para el sur 16 de marzo de 1854"
 

15.- Santa Anna sale con una expedición para el sur 16 de marzo de 1854.- Ese es, según el autor, el origen verdadero del levantamiento que dirigió Juan Álvarez en el Sur y fue llamada la revolución de Ayutla, por el Plan que suscribieron, “los aficionados a las revueltas”. Así que “en armas el sur al querer de Álvarez, el gobierno supremo cumpliendo con sus deberes se ocupó de reprimir la sedición en su origen.. Para el mejor y más pronto término me encargué de la expedición … y marché con cuatro mil hombres y algunos cañones de montaña. La campaña parecía tener éxito pero

“Álvarez en sus madrigueras y a su modo se preparó a recibirme. A ser otro, me hubiera puesto en apuros en las formidables posesiones el Coquillo y el Peregrino; pero su ignorancia y falta de valor, hizo fácil su derrota. Recorrí aquellas asperezas hasta el puerto de Acapulco sin que el fanfarrón volviera a presentarse. Destiné fuerzas en su persecución y regresé a la capital sin novedad adonde las ocupaciones importantes del gobierno me llamaban.”

(1973, 103-4)

Para justificar su papel en el gobierno señala que

“No obstante la revolución del Sur mi gobierno se dedicó a mejoras importantes en todos los ramos de la administración. Véanse a continuación.

Nuestras relaciones internacionales se cultivaron cuidadosamente: el despacho de las Secretarías quedó arreglado, diose la instrucción y reglamento del Consejo, el ejercicio de las facultades de los gobernadores se arregló, se estableció y organizó la carrera diplomática: se atendió a la amortización de la deuda exterior de Francia y España mediante almoneda, y a la ley de legalización la condición jurídica de los extranjeros en el país: la administración de la justicia, tribunales comunes en todas las instancias tuvo su arreglo; asimismo la de los tribunales de hacienda y comercio; la ley sobre bancarrota y penal para los empleados de hacienda; el código mercantil, la clasificación de los negocios del almirantazgo, esperado desde la Constitución de 1824; la separación de lo contencioso administrativo de lo judicial; la expresa declaración de la inviolabilidad de la propiedad de particulares y corporaciones y de los requisitos necesarios para la expropiación; la derogación de todas las leyes atentatorias al derecho de propiedad; la revocación de las injustas e inmorales sobre subvenciones; el plan general de instrucción pública y la organización de las universidades y colegios de toda la República; la creación de fondos para el ramo judicial y para la instrucción pública; el arreglo general de las municipalidades; la realización del catastro; la ordenanza del ayuntamiento de México y el arreglo de sus fondos; el establecimiento de prefecturas de policías; la corrección de la vagancia y tantas otras medidas de administración general y particular; el arreglo judicial administrativo y gubernativo de la minería; el establecimiento de las boyas de refugio que nunca se habían preocupado; la administración de caminos y peajes y la apertura de los primeros y su conservación; la construcción de los puentes y el reconocimiento de los ríos; la del camino y hierro de la capital a la ciudad de Guadalupe Hidalgo; la continuación del de Veracruz para el interior, y por último, la moralidad brillando en todos y cada uno de los decretos y disposiciones del gobierno de esa época, demuestran claramente que en cuanto interesaban a la seguridad de la nación, a los adelantos materiales, a su bien y a su gloria mi gobierno puso allí su mano.”

 (1973, 105-6)

Después de describir todas estas disposiciones gubernativas Santa Anna le dedica las siguientes páginas para describir las negociaciones que tuvo con Washington en torno a la cuestión de límites con los Estados Unidos a través del embajador plenipotenciario Gadsden y que concluyó con un supuesto pago de veinte millones de pesos al gobierno mexicano por La Mesilla en dos emisiones. Con el primer pago el presidente compró vituallas, armas y bastimento para el ejército y armamento pesado para sitios estratégicos como San Juan de Ulúa, Veracruz y Perote.

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Figura número 21: "Santa Anna vuelve derrotado del sur y pasa por el arco de triunfo 16 de marzo de 1854"
 

16.- Santa Anna vuelve derrotado del sur y pasa por el arco de triunfo 16 de marzo de 1854.- En realidad, hay que mencionarlo. Este es uno de los cuadros en que se hace evidente el error de señalar que Santa Anna sale a la campaña del sur el día 16 de marzo de 1854 y el mismo día regresa derrotado; aunque al entrar en México cruza un arco triunfal erigido en su honor.

Además, en la versión de Santa Anna nunca habla de una derrota en su campaña –con cuatro mil hombres y algunos cañones de montañas- desde la ciudad de México hasta el puerto de Acapulco. Con excepción de dos momentos en que las armas del gobierno estuvieron en riesgo fue en El Coquillo y El Peregrino la campaña, en el texto de Santa Anna Álvarez no merece mayor atención e importancia. Al respecto dice Santa Anna

“El alzamiento de Álvarez habría muerto en su cuna, si la defección y las ambiciones no lo fomentan. Comonfort, Degollado, Lallave y el famoso Pueblita figuraron en primera escala, invocando el Plan de Ayutla. Las tropas del gobierno los perseguía y derrotaba, pero en un terreno cubierto de combustibles basta una chispa para un incendio.”

(1973, 104)

Justifica su llegada a la capital alegando que después de derrotar a Álvarez; “las ocupaciones importantes del gobierno me llamaban” porque

“Cuando en abril de 1853 me encargué del gobierno de la República, el horizonte político y financiero presentaba un aspecto desagradable. En la frontera del norte nuestros vecinos amenazaban con otra invasión si la cuestión de los límites no se arreglaba a su contento, los salvajes y los ladrones en cuadrilla llevaban a cabo libremente sus depreciaciones; el ejército destruido, y la benemérita clase militar abatida; los partidos empeñados en lucha tenaz y el caos por única perspectiva.”

Así que con esta situación señala a los culpables:

“Los gobiernos de Herrera y Arista descuidaron el ramo importante de Hacienda, cuando contaron con los quince millones de pesos del deshonroso y perjudicial tratado de Guadalupe Hidalgo, así como el arreglo de límites que demandaba con urgencia la seguridad de la nueva frontera.”

 (1973, 106)

Así que las siguientes páginas las dedica este personaje a describir las condiciones de las negociaciones entre el presidente Santa Anna y el ministro plenipotenciario Gadsden por los nuevos límites entre las dos naciones. Los encuentros provocaron que el presidente mexicano mencionara el valor de cincuenta millones de pesos como “indemnización espléndida” que ofrecía Gadsden por el territorio de La mesilla; aunque el congreso en Washington aprobó sólo diez millones.

En tanto Santa Anna se dedicaba al desempeño de la administración pública; en especial, reorganizar y equipar el ejército, reparar las fortificaciones pues “fue cuando se vio el ejército en fuerza y brillantez como nunca.” Pero además,

“No había buques de guerra en nuestros puertos, y recuerdo que a mi salida del país en agosto de 1855, quedaron once de vapor y de vela, y en construcción dos fragatas en Liverpool. Al cuerpo médico militar se le dio la mejor organización, La frontera del norte tan descuidada la cubrió un cuerpo de ejército a las órdenes del digno General don Adrian Wolf; los salvajes se auyentaron (sic) , los ladrones quedaron extinguidos … Si en el corto periodo de mi última administración no se hizo más, fue culpa de las circunstancias en que fluctuábamos: voluntad sobraba: exigir lo que no está en la posibilidad del hombre es una cruel injusticia.”

(1973, 111-2)

Así que en su retorno a la presidencia, después de perseguir infructuosamente a Juan Álvarez (La pantera del sur), Santa Anna se dedicó a organizar el ejército y la administración pública sin olvidar la importante cuestión de los límites entre México y Estados Unidos. Pero ante la sublevación de Álvarez y sus correligionarios con la bandera de combatir la tiranía; Santa Anna tomó una primera decisión que fue “para nulificar convenientemente tan malignos intentos pensé deponer una dictadura que no había pretendido, nada codiciable, y ausentarme”; pero insiste “esta idea la combatió fuertemente el Ministerio y desistí de ella” con argumentos como los siguientes

“’Antes de un paso violento de consecuencias funestas, preferibles son los medios que dicta la prudencia: la dictadura, emanada de la voluntad pública no carece de legalidad, y ejercida sin abusos en bien de la nación, no hay pretextos para atacarla: el Presidente puede apelar al pueblo que lo trajo y lo invistió con el poder discrecional, consultando su voluntad por medio del sufragio universal, la cual sabida, el gobierno sabrá a qué atenerse, etc. Pareciéndome aceptables obré de conformidad con ellas.”

(1973, 112-3)

Así, ante el levantamiento bajo el Plan de Ayutla liderado por Juan Álvarez al presidente se le “impone” una decisión: implementar una dictadura sustentada en la voluntad pública y ejercida sin abuso. Una votación para perpetuar a Santa Anna en la presidencia de la República.

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Figura número 22: "Votación para que se perpetué en el mando Santa Anna 1o. de diciembre de 1854"
 

18.- Votación para que se perpetué en el mando Santa Anna 1o. de diciembre de 1854.-  A pesar del desempeño tan eficaz en las disposiciones políticas y administrativas del gobierno Santa Anna no pudo evitar el choque contra los sublevados del sur al mando de Juan Álvarez; porque “Empero, nada bastó a conseguir la tranquilidad, Álvarez y los alborotadores que lo ayudaban querían revolución, sus miras y depredaciones pretendían cubrirlas gritando contra la dictadura.”

El resultado de esa votación universal no podía ser contrario a los deseos del séquito de Santa Anna, autodesignado Consejo de gobierno y formado por “cuarenta individuos de lo selecto de la sociedad”. En seguida dieron aviso al nuevo presidente al que se le reservó el tratamiento, entre otras expresiones la de Alteza Serenísima. El acto lo describe el autor en los siguientes términos:

“Cuando todo estuvo en efecto, se presentó en cuerpo (el Consejo de Gobierno) el día señalado en el salón principal del palacio y en medio de un ceremonial solemne, su presidente don Luis G. Cuevas dirigiéndose a mí, primer magistrado, dijo: ‘Señor Presidente de la República: Al Consejo de Gobierno cabe el honor de ser el primero en felicitar al Supremo Magistrado por el voto de confianza con que la nación lo distingue emitiendo tan libre y solemnemente; voto en que su elección deja el tiempo de convocar la convención designada y reformar la Constitución; voto en fin que le recuerda el tratamiento de Alteza Serenísima, el título de Capitán General y el sueldo de sesenta mil pesos anuales. Todo consta en estos documentos que desde luego presento …’”

La perorata del ministro Cuevas fue violentamente cortada porque

“Altamente mortificado al oír esa clase de concesiones, violenté la contestación que produje en estos mismos términos: ‘Respetable Consejo: La aceptación de mi conducta en el desempeño de la Primera Magistratura con las facultades que me ha investido la omnipotente voluntad de la nación es la más grande recompensa que acordárseme pudiera; otra cualquiera mi delicadeza la resiste, no obstante la noble intención con que se me favorece, y que no podré menos de agradecer sinceramente, así pues, mi contestación va unísona con mis sentimientos. El tratamiento de Alteza Serenísima, como propio de la primera autoridad de una nación lo llevaré no más en el desempeño de la Primera Magistratura, el título de Capitán General lo tengo renunciado por no despojarme de la divisa que se me signó en las riberas del Pánuco, y respecto al aumento de sueldo, preciso es decir, que el Presidente de la República cubre sus particulares atenciones con los treinta y seis mil pesos que le están señalados … y es necesario no gravar el exhausto erario.’”

Así, agrega Santa Anna que

“Tanta confianza, bondades tantas, obligáronme a continuar en mis funciones, y con el esmero que demuestran las mejoras (antes) relacionadas. Y habría continuado hasta dar cima a la misión que se me había encomendado, si los que por deber y conveniencia hubieran continuado apoyándome con su influencia moral y material; pero inesperadamente se me separaron para aparecer en las filas de los que con siniestra mira pedían la convocatoria (para elecciones de un congreso general), echando así combustible al incendio que más adelante había de devorarlos.”

(1973, 114-5)

Prosigue el autor señalando que para enfrentar a los miembros del Consejo de Gobierno que se le oponían llegó al recinto de ese cuerpo y conocer su opinión. Grande es su sorpresa porque “parecía que aquellos hombres habían perdido de pronto hasta el sentido común”. Consecuentemente

“Conociendo al fin, que se pretendía empujarme al suicidio, a que yo mismo agravara la situación para inculparme después, adopté en aquel momento lo que la razón y la prudencia aconsejaban: me ausenté antes de verme en el caso extremo de apelar a las armas en sostén de la primera autoridad y en defensa de mi propia persona lo que no produciría ningún bien.”

(1973, 115)

Así, no conforme con esta situación don Antonio López de Santa Anna dice “ajeno de vanidad y tributando el honor que merecían mis ilustres compatriotas, creí no faltarían entre ellos alguno que me sustituyera dignamente y delegué el poder en el Presidente de la suprema Corte de Justicia, don José Ignacio Pavón, a quién correspondía.” (1973,115-6)

Claro que esta salida de la capital de la República Mexicana no fue para combatir a los insurrectos, como señala la gráfica siguiente. Porque salió Santa Anna no sólo de la ciudad de México; sino del país.

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Figura número 23: "Santa Anna sale para Morelia para batir a los pronunciados. 30 de marzo de 1855"
 

19.- Santa Anna sale para Morelia para batir a los pronunciados 30 de marzo de 1855.- Con respecto a este hecho de armas, el autor no dice una sola palabra; es más ni si quiera menciona el viaje a Morelia. Así que esta ilustración es interesante; pero no provoca ningún comentario en el libro de Santa Anna.

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Figura número 24: "Santa Anna se embarca en Veracruz el 18 de agosto de 1855"
 

20.- Santa Anna se embarca en Veracruz el 18 de agosto de 1855.- En esta ilustración también aparece otro error. Porque el pie de la imagen dice 18 de agosto; en cambio Santa Anna, en su libro menciona el 11 del mismo mes como el día en que se embarcó, en el Puerto de Veracruz, en el vapor nacional El guerrero “comboyado” por el Iturbide. Ahora su destino fue St. Thomas en las Islas Vírgenes el sitio, denominado el Palacio de St. Thomas o Villa Santana, actualmente es uno de los pocos museos que existen sobre este personaje imprescindible de la historia de México; en especial del siglo XIX.

Con esta imagen termina el Cuadro histórico del general Santa-Anna; porque debe recordarse el Calendario de Pedro de Urdimalas fue publicado el año siguiente; es decir, 1856 por José María Barbosa. En cambio Mi historia militar y política 1810-1874 del general Antonio López de Santa Anna concluye hasta 1874.

Antonio López de Santa Anna regresó a México en 1874 después de la muerte de Benito Juárez y murió en la capital la noche del 20 de junio de 1876 en la casa que tenía en la calle de Vergara, hoy Bolívar, número 14. Su cuerpo fue inhumado en el viejo panteón del Tepeyac en la Villa de Guadalupe en la actual Delegación Gustavo A. Madero del Distrito Federal.

Además, este Cuadro histórico del general Santa-Anna es esencial porque se convierte en la primera historieta que aparece en la prensa mexicana del siglo XIX. Esto implica reconocer que a pesar de afirmar que Rosa y Federico eran la primera historieta en México (Cardoso: 2008, 4) era un evidente error que ahora –producto de continuar con la investigación- obliga a reconocer el error y hacer evidente que antes de Rosa y Federico existió este Cuadro histórico y es la primera historieta producida en México y difundida a través de la prensa mexicana de mediados del siglo XIX. Aunque este Cuadro histórico del general Santa-Anna es una historieta que registra los momentos importantes en la vida de gran importancia para el México del siglo XIX. En tanto que Rosa y Federico se una verdadera novela –romántica- que narra la relación amorosa de una pareja ubicada en ese mismo siglo XIX.

 
 
Biblio-hemerografía

Barbosa; José María (1856) “Cuadro histórico del general Santa-Anna”. (en) Calendario de Pedro de Urdimalas para el año de 1856. México

Cardoso Vargas; Hugo Arturo (2008) “Rosa y Federico, novela ilustrada contemporánea” (en) La historieta del siglo XIX en México. FES Acatlán UNAM, Programa de Investigación Col. Itinerario de las miradas, Serie de Divulgación de Avances de Investigación no. 110

Cuadro histórico del general Santa-Anna 2ª parte que se incluyó en el Segunda Calendario de Pedro de Urdimalas para el año bisiesto de 1856. México, Imprenta Leandro J: Valdés

Esparza Liberal; José María (2002) “La historia de México en el Calendario de Ignacio Díaz Triujeque de 1851 y la obra de Prescott” (en) Anales del IIEs. UNAM; Vol., XXIV no.80; pp. 149-167

______________________ (2004) “Abraham López, un calendarista liberal” (en) Anales del IIEs. UNAM; Vol., XXVI no.84; pp 5-52.

González Pedrero; Enrique (1993) País de un hombre: El México de Santa Anna. México, FCE, Sección de Obras de Historia III tomos.

López de Santa Anna; Antonio (1973) Mi historia militar y política. 1810-1874. Memorias inéditas. México, Editora Nacional, Col Documentos inéditos o muy raros para la historia de México publicados por Genaro García y Carlos Pereyra Tomo II.

Zárate; Verónica (2003) “Héroes y fiestas en el México decimonónico” (en) Chust; Manuel y Mínguez; Víctor (eds). La construcción del héroe en España y México (1789-1847). México. Colegio de Michoacán/ UAM Iztapalapa/ Universita de Valencia y Universidad Veracruzana

 

NOTAS


[1] En 1853 el gabinete del presidente fue el siguiente: Lucas Alamán hasta el 1 de junio de 1853 en Relaciones Exteriores; Justicia, Negocios eclesiásticos e instrucción pública; Manuel Diez de Bonilla en Gobernación; Joaquín Velázquez de León en Fomento; José Ma. Tornel en Guerra y Marina y Antonio de Haro y Tamariz en Hacienda

 
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Creación de la ficha (2014): Hugo Arturo Cardoso Vargas. Edición de Félix López. · El presente texto se recupera tal cual fue publicado originalmente, sin aplicar corrección de localismos ni revisión de estilo. Tebeosfera no comparte necesariamente la metodología ni las conclusiones de los autores de los textos publicados.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
HUGO ARTURO CARDOSO VARGAS (2014): "Un héroe de historieta: Antonio López de Santa Anna", en Tebeosfera, segunda época , 13 (30-XII-2014). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 27/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/un_heroe_de_historieta_antonio_lopez_de_santa_anna.html