FRANCISCO FRANCO, GENERAL EJEMPLAR. UN LAVADO DE IMAGEN DEFINITIVO
MICHEL MATLY

Origen:
Traducción de ""FRANCISCO FRANCO GÉNÉRAL EXEMPLAIRE", UN LAVAGE DÉFINITIF D'IMAGE" · PAPIERS NICKELÉS Nº 44, 2015, P. 21-23.
Edición:
Papiers Nickelés nº 44, 2015, p. 21-23.
TEBEOSFERA (2016, ACYT) -3ª EPOCA- 0, 1-IX-2016
Resumen / Abstract:
Analisis de la serie de historietas "Francisco Franco, general ejemplar", publicada en el semanario El Jueves / Analysis of the comic series "Francisco Franco, general ejemplar", published in the weekly El Jueves
Notas: Texto publicado originalmente en francés la revista Papiers Nickelés nº 44 (2015). Ha sido traducido para su edición en Tebeosfera por Carmela Guerrero Acosta.
Palabras clave / Keywords:
Guerra civil española, Francisco Franco/ Spanish Civil War, Francisco Franco
FRANCISCO FRANCO, GENERAL EJEMPLAR. UN LAVADO DE IMAGEN DEFINITIVO
 

 

Publicada entre 2009 y 2013 en uno de los principales semanarios satíricos españoles, la serie “Francisco Franco, general ejemplar” rompe un tabú al reírse del franquismo y de la Guerra Civil. Hace su propio lavado de la imagen del dictador convirtiéndolo en un atleta pansexual de hombros anchos y pecho peludo, cuya tierna mirada atrae tanto a los soldados moros como a las milicianas republicanas, que convoca a brigadistas internacionales en macrofiestas de Erasmus e impone gimnasia y dieta saludable a sus opositores antes de ejecutarlos.

Si la España de los años 1976 a 1982 es ampliamente conocida como época de la Transición entre el franquismo y la monarquía constitucional, a la década de los años dos mil se la ha llamado la época de la Crispación por varias razones. Con ocasión del retorno de la izquierda al poder, el debate político se hace extremadamente tenso y roza a veces la indignidad; reaparece lo que durante la Transición se calificó como el búnker —también llamado la caverna o el Brunete mediático, un grupo activo de derecha que en su tiempo había luchado con empeño y celo, sable e hisopo, contra la llegada de la democracia. La voz del búnker se difunde ahora a través de nuevos medios de comunicación como en la web Libertad digital, creada en 2000, u otros más antiguos como la radio católica COPE.

Hasta la fecha, la izquierda y la derecha moderada se habían puesto de acuerdo para excluir la memoria de la Guerra Civil de 1936-39 del debate político, dando el tema por concluido. Sin embargo, la memoria de la contienda regresa a la escena política de los años dos mil. Por un lado, historiadores y periodistas revisionistas o negacionistas como César Vidal, Jiménez Losantos o Pío Moa vuelven a legitimar el levantamiento militar de 1936. Por el otro, el movimiento de recuperación de la memoria histórica reivindica abrir fosas de las víctimas de represalias del régimen, eliminar los símbolos franquistas de edificios y lugares públicos y procurar justicia a los niños robados a sus padres republicanos. La ley de 1987 llamada de la Memoria Histórica, principalmente destinada a excluir esta memoria del campo público, de la responsabilidad del Estado y de las competencias de los tribunales, no hizo más que acentuar la frustración de los descendientes de los vencidos.

El regreso de la Guerra Civil al debate público encuentra su eco en el cómic español de la época: después de una década de los años noventa relativamente silenciosa, en los dos mil se multiplicaban las obras dedicadas al conflicto; por citar algunas de las más conocidas: Cuerda de presas [1],de Jorge García; El arte de volar [2], de Antonio Altarriba, o Malos tiempos [3], de Carlos Giménez. La prensa satírica española, que no había hablado de la guerra desde hacía prácticamente quince años, también encuentra una nueva actualidad en el tema. Así pasa con la revista El Jueves, una institución en el paisaje mediático español: creada en 1977, sobrepasa al número 1.232 a primeros de enero de 2001. Ha sobrevivido a muchas crisis sucesivas debidas a la censura, la última en 2014 con ocasión del cambio dinástico, y sigue todavía en los quioscos.

En su primera época, la revista había hablado de vez en cuando de la Guerra Civil, pero abandonó rápidamente el tema. Así, en el número aparecido la semana del 18 de julio de 1986, es decir, a los cincuenta años del comienzo del conflicto, El Jueves proponía un número especial aniversario… del biquini, nacido en 1946, enviando así la señal de que la revista, al igual que la sociedad española, no deseaba más que olvidar la Guerra Civil. Uno de sus colaboradores habituales, que había convocado en forma repetida la memoria anarquista de la contienda en sus páginas, Carlos Azagra, se cansó de hacerlo en los años noventa y pasó a otros combates.

Que una parte de la derecha dispuesta a rehabilitar el levantamiento y el franquismo volviera a convocar la Guerra Civil provocó una reacción de la cual podemos fijar el origen en 2007, con una página doble de El Jueves realizada por el humorista Manel Fontdevila titulada “La historia de España vista por el PP” [4]. La página incluía una parodia de cartel republicano propiciando la antropofagia («Republicano, los niños crudos aportan todas las vitaminas que puede necesitar tu cuerpo. A buen hambre no hay niño duro»), una condena a la violencia de la guerra que, sin la intervención bien venida de Franco, hubiera podido conducir a la violencia doméstica («que mi comida esté lista cuando vuelva de quemar conventos», grita el miliciano a su mujer), un retrato falsamente adulador de Franco y otro despreciativo de los herederos del campo republicano, portadores del «gen del perdedor», acompañados de una lectura exageradamente de derechas de la época franquista, de la tradición de la España eterna y de la época actual.

Algo más tarde, entre noviembre de 2009 y abril de 2010, en una página web titulada Humor de derechas [5], un misterioso «Ivo Loa» publica una media docena de historietas de una página tituladas “Francisco Franco, general ejemplar” en medio de otras tiras que ridiculizan las posiciones del Opus Dei o de la burguesía católica española. Bajo estilos y seudónimos diferentes se esconde el mismo dibujante y humorista, Guille Martínez-Vela [6].

En 2010 se confía a Martínez-Vela una nueva rubrica del periódico El Jueves titulada “Gas de la risa”, de un estilo underground que recuerda la era de los fanzines. Convierte entonces la serie “Francisco Franco, general ejemplar” en una rúbrica habitual, con aproximadamente 120 episodios de diciembre de 2010 a enero de 2013. Sigue dibujando, pero confía los guiones a otro humorista, Carlos Escuin [7]. El cómic se firma ahora «Pipo Loa», para subrayar mejor a los ojos de los lectores la correspondencia paródica con Pío Moa, escritor negacionista.

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PIPO LOA (2012), “Cultura de trinchera”, El Jueves nº1818, p.61.

Los autores inscriben dicha serie histórica en el tiempo presente, tanto bajo el subtítulo, “Un lavado definitivo de imagen”, el objetivo real de la derecha revisionista, como por la mención de organizaciones neofranquistas imaginarias —pero desastradamente creíbles— que supuestamente patrocinan el cómic. Se encuentran bancos, empresas, partidos políticos, órganos de prensa, asociaciones rancias, una parodia de todo lo que constituye el búnker, entre política, religión y dinero. Algunos son delirantes e imaginarios, como la librería «Europa» —especializada en «humor blanco»—, el comité moral de «las hermanas de pies desnudos de San Fernando», la web antiaborto «Paréme», los sistemas de alarma antirrojo «El centinela de occidente» o la funeraria «Viva la muerte». Otros, como «Libertad dineral» o «Unión, Progreso y Demagogia» son alusiones evidentes a entidades del paisaje mediático y político español.

 

Ese héroe de mirada tan dulce

Con la serie llega un nuevo Franco, héroe de bigotillo fino y sonrisa deslumbrante, atlético, con hombros anchos y pecho peludo [8]. Nada que ver con el original, más bien bajito, gordito e introvertido. Este Franco es claramente homosexual, y aún más, bi- o más bien pansexual, a la manera de Pascal Brutal [9], cuyo personaje, sexualidad y gusto por la fiesta han servido de modelo a los autores. Quizá Riad Sattouf se sorprenda al encontrar su personaje en la fila de los voluntarios franceses de las Brigadas Internacionales.

La supuesta homosexualidad de Franco no es un tema nuevo. Cuando ser gay no era perdonable, caricaturistas de los años treinta, entre los que podemos citar a Josep Alloza [10] o José Robledano, lo habían utilizado para desconsiderar un poco más al militar. Recordemos también que en los años cincuenta un dibujo del humorista mexicano Rius había representado a Franco en pose de reinona del brazo del presidente estadounidense Dwight Eisenhower, lo que provocó un clamor de protesta en España. El editor de un diario español de derechas envió el dibujo al presidente mexicano de la época, López Mateo, con una carta que denunciaba el laxismo de su gobierno. El editor lo había encontrado pegado en el tablón de anuncios del periódico y lo había arrancado, no sin que antes una mano anónima hubiera escrito «Viva la libertad, ja, ja, ja» [11].
 

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PIPO LOA (2012), “Brigadistas internacionales” El Jueves nº1851, p.63.

Se dice que el padre de Francisco lo llamaba Paquita o Marica a causa de su voz aflautada. Sus compañeros de lucha se burlaban de su falta de virilidad: Queipo de Llano [12] le llamaba «Paca la culona»; Mola y otros generales que encabezaban el levantamiento militar, «Miss Canarias». Algunas de las biografías del dictador le atribuyen con cierta maldad una sola relación sexual en su vida, la que engendró a su hija única, mientras otras biografías le conceden múltiples aventuras clandestinas placenteras con las mujeres más bellas de la época, tal como Eva Perón.

De todas estas dudas o críticas, la serie hace una cualidad y transforma al personaje en un panseductor hipermasculino. Su mujer, cuyos pechos esculturales encierran un crucifijo, tampoco desdeña relaciones con otras mujeres, al menos los días de ayuno («hoy toca pescado»), y comparte a Evita con Francisco. Este anda a menudo vestido solamente con una toalla y seduce a todos (hombres y mujeres) los que se le acercan, por su olor corporal irresistible. No hay casi ninguna monja que no sueñe con él, y por sus brazos pasan tanto republicanas alocadas —no es de extrañar que los niños exiliados a Rusia se le parezcan— como esposas ultracatólicas, mujeres bereberes, regulares marroquíes, guardias de las SS de Hitler, generales republicanos, incluso la Pasionaria, Ernest Hemingway o Miguel de Unamuno, al que por fin ha convencido [13]...

El cómic utiliza también otras referencias históricas: el que será el general Batet (fusilado por Franco en 1937) había publicado antes de la guerra un informe sobre las razones de las derrotas españolas en Marruecos. El documento (“informe Picasso”) era muy duro con los oficiales africanistas españoles, entre los cuales figuraban Franco y el jefe de la legión, José Millán Astray, acusándolos de preferir los bares al frente, incluso de hacer contrabando de armas con el enemigo [14].

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PIPO LOA (2011), “El desliz del espía”, El Jueves n.º1758, p.62.

De nuevo aquí la crítica se ve transformada en ventaja burlesca por el cómic. El general ejemplar tiene un sentido irresistible de la fiesta, comunicativo hasta con las filas del adversario. Su especialidad incontestable es la preparación de daiquiris [15], pero le salen muy bien otros cócteles como el «Bailey´s de los caídos», el «División blue» y, evidentemente, el «Bourbon» [16], la más aristocrática de las bebidas. Entre los famosos, Franco apenas tiene competidores, a excepción de García Lorca, ángel del infierno montado en su Harley Davidson, pero sabrá cómo sacarle de en medio.

Las exageraciones de la propaganda franquista proporcionan a los autores otros elementos para forzar el retrato. Así, el No-Do, la actualidad cinematográfica oficial, hizo del dictador el mejor cazador y mejor pescador de España (hasta se le muestra capturando una ballena). Cómo no reportar la anécdota, evidentemente una presa menor no hubiera sido suficiente para el Franco de Loa, que es capaz de cazar perdices —o de pintar un belén clásico— solo moviendo los pezones. Frente a un triste competidor que presume de su perro de raza, desvela uno de sus secretos de cazador: usar una familia de pobres muertos de hambre capaces de detectar cualquier cosa comestible en los alrededores.

El hombre es inflexible ante las torturas y las condenas, pero sabe también conmoverse, como cuando encuentra su primera cana. Si se muestra severo con las parodias irrespetuosas del himno nacional que pretenden que tiene el trasero blanco, es sensible a la crítica y se dedica a broncearlo. No respeta nada, pero tiene estilo, y tanto su estilo como su sexualidad son lo que hacen de él el jefe supremo e incuestionable de todos los españoles —y, vamos, de todas las españolas—. Es el rey de la jungla franquista, levantando a Millán Astray con una sola mano encima de su cabeza mientras redoblan los tambores africanos. Es el príncipe de la moda, el campeón de la danza del vientre, la estrella del espectáculo que ningún guardaespaldas puede acompañar sin sucumbir, los marineros más duros tienen su nombre tatuado en el pecho. Por un momento pensó en hacer suyo el “God Save the Queen”.

Le acompañan un Millán Astray culturista cada vez mas alucinado, el fantasma de José Antonio [17] atormentado por su total desdén por el espíritu de la Falange, un Estado Mayor irritado por sus futilidades, ministros inquietos por sus iniciativas absurdas, una Iglesia consternada por su comportamiento. Su amor por los baños turcos aflige a la jerarquía católica; él organiza raves en las ruinas de las iglesias, perturba la educación religiosa con cursillos para enseñar a ligar y componer cócteles, propone amantes de una noche como posibles sucesores, habla de moda femenina y masculina cuando se espera de él que dé órdenes de mando militar. Todos tienen dificultades para seguirlo, pero sigue siendo el jefísimo.

 

La Guerra Civil con estilo

Rey de la fiesta, el general ejemplar es también jefe militar, y los autores no se echan atrás riéndose de la Guerra Civil (tema sensible y grave), de los franquistas y aun de sus adversarios, raramente tratados de forma cómica. Más interesado por el físico que por la valentía de sus propios soldados, más apasionado por el espectáculo en las duchas que en los combates, el conflicto es para Franco otra fiesta más que no quiere que se acabe, una película donde lo más importante es su propia imagen, un largometraje donde minimiza los riesgos usando un doble para las escenas más peligrosas.

Del lado de la República, los bebés crudos están una vez más en el menú, y los carteles proclaman «Stalin ordena: violad monjas, muchas monjas». Los milicianos tienen cuerpos descuidados y ropas desaliñadas y sus jefes son demasiado tristones como para ganar una guerra. El poder de seducción de Franco va más allá de sus líneas militares, su sentido de la fiesta conquista a republicanos cansados de la seriedad de sus convicciones. Solo hace falta que él aparezca para que las milicianas abandonen el frente y se pasen al bando franquista, tirando su ropa interior en las trincheras. Ya sea debido a sus diversiones marinas en surf o en sus formaciones de conga para conquistar los reductos más impenetrables, las iniciativas del general confunden y derrotan al enemigo. Las hordas de Moscú capitulan después de haber probado sus daiquiris.

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PIPO LOA (2012), “Por quién doblan los badajos”, El Jueves nº1808, p.63.

El tono provocador de la serie no excluye en absoluto la evocación de la violencia, desde el bombardeo de Guernica y los pelotones de ejecución hasta el garrote de la posguerra. Si bien se tratan estos temas con la misma extravagancia, el humor que resulta es más disonante, como en ese anuncio para un helado llamado «Las dos Españas», en el que uno de los sabores, el republicano, contiene tropezones de fusilado.

Ejecutar sumariamente al oponente es para el general ejemplar una tradición muy respetable, más aún si él miliciano republicano lleva la gorra con elegancia en el momento del disparo. Su orden de disparar al vientre no tiene otro objeto que el de seleccionar al enemigo según la firmeza de sus abdominales. Hacer pasar hambre a sus prisioneros o condenarlos a trabajos forzados es la manera de que mantengan un buen tipo, de que sean más musculosos y deseables. Hasta las torturas y las ejecuciones son para él un ejercicio de estilo, su represión no es total sino arte de autor, él no es totalitario sino autoritario[18]. El condenado a muerte no tiene ninguna excusa para no sonreír para la foto antes de su ejecución.

 

Memoria ejemplar

Por su provocación, “Francisco Franco, general ejemplar” puede, evidentemente, irritar a todos aquellos a los que no les gusta que se juegue con sus iconos, tanto los herederos del franquismo como aquellos que llevan la memoria republicana. La obra puede molestar también porque rompe con las oposiciones tradicionales: los autores no enfrentan una memoria a otra sino que toman una, la franquista, y la prolongan distorsionándola hasta el absurdo. Nos traen a Franco al frente del escenario con el objeto de alejárnoslo mejor, dando a entender que el dictador, a fin de cuentas, no es más que un epifenómeno de cuarenta años y que el verdadero propósito es llamar la atención sobre aquellos que lo llamaron en su tiempo para deshacerse de la República, los mismos que le convocan en la actualidad manipulando su memoria. La insolencia responde a la insolencia, la sátira a la prepotencia.

Los que fueron atacados aquí no se dignaron o arriesgaron a protestar, por desprecio o por miedo de hacer el ridículo. En cambio, como la memoria sobrepasa a veces a la ficción, como las exageraciones de la obra no están tan lejos de las exageraciones de la propaganda del pasado, algunos lectores protestaron, creyendo, en su ingenuidad, que el homenaje a Franco era legítimo...

En el primer aniversario de “Gas de la risa”, Guille Martínez-Vela y Carlos Escuin titularon sin vacilar “Un año de general ejemplar, un año de rigor histórico”. La fórmula hace eco a una conclusión que algunos años antes Manel Fontdevila había puesto en boca de una derecha española irritada por las reivindicaciones sobre las fosas o los símbolos franquistas, pero a la cual los dos humoristas le dieron la vuelta en su propio beneficio y en el de sus lectores: «La memoria histórica no sirve para nada si no sabemos interpretarla» [19].

 
 
NOTAS

[1] GARCÍA, Jorge, y MARTÍNEZ, Fidel (2005), Cuerda de presas, Bilbao, Astiberri.

[2] ALTARRIBA, Antonio, y KIM (2009), El arte de volar, Alicante, De Ponent.

[3] GIMÉNEZ, Carlos (2007-2009), 36-39 Malos tiempos (4 tomos), Barcelona, Glénat.

[4] FONTDEVILA, Manel (2007), “La historia de España según el PP”, El Jueves nº 1587, p. 6-7.

[5] http://www.humordederechas.com.

[6] Guille Martínez-Vela (1983) empezó su carrera en los fanzines y en internet. En 2008 comenzó a colaborar con El Jueves, posteriormente fue redactor y responsable del canal digital y finalmente fue nombrado director de la revista en 2016. Además del General Ejemplar, se le deben varios personajes como Lolo Lamborghini, Los Armis y Bella Follamonstruos.

[7] Viejo cómplice de Guille Martínez-Vela (estudiaron juntos ingeniería), Carlos Escuin (1983) es también conocido por su rúbrica necrológica satírica en El Jueves.

[8] Según la serie, la depilación a la cera es uno de los castigos preferidos de Franco para los regulares marroquíes de su guardia.

[9] SATTOUF, Riad (2009), Pascal Brutal, Barcelona, Norma Editorial.

[10] Véase, por ejemplo, el dibujo de un Franco afeminado por Josep Alloza en la portada de la compilación de Fernando Diaz-Plaja en: DIAZ-PLAJA, Fernando (1980), “La caricatura española en la guerra civil”, Tiempo de Historia nº 73, Madrid, Prensa Periódica, S. A.

[11] RUBINSTEIN, Anne (1998), Bad Language, naked ladies, & other threat of the nation, Durham y Londres, Duke University Press.

[12] General insurgente conocido por la represión ejercida por sus tropas en las zonas conquistadas de Andalucía y Extremadura y por sus crónicas alcoholizadas en Radio Sevilla incitando a matar rojos y violar republicanas.

[13] «Venceréis porque poseéis más fuerza bruta de la que necesitáis. Pero no convenceréis», había dicho en 1936 el filósofo respondiendo al «Viva la muerte» de Millán Astray.

[14] RAGUER, Hilari (1996), El general Batet. Franco contra Batet: Crónica de una venganza, Barcelona. Península.

[15] El daiquiri era la bebida emblemática de Ernest Hemingway («bebo para que los demás sean más interesantes», decía el autor). Se notará que en la serie uno de los principales competidores a la cabeza del levantamiento militar, el general Mola, pereció en avión porque Franco había robado el cigüeñal del motor para mezclar su daiquiri.

[16] Alusiones al Valle de los Caídos —el mausoleo donde está enterrado el dictador—, a la División Azul, enviada para combatir con el ejército de Hitler contra los rusos, y, por supuesto, a la dinastía del entonces futuro rey de España.

[17] José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange.

[18] Uno de los elementos del discurso revisionista para rehabilitar el régimen lo presenta como autoritario para diferenciarlo de los totalitarios de Alemania, Italia y, por supuesto, la URSS.

[19] Artículo original: “Francisco Franco général exemplaire, un lavage définitif d´image”, París, Papiers Nickelés nº 44, 2015, p. 21-23.

Creación de la ficha (2016): Michel Matly. Revisión de Alejandro Capelo y Félix López. Edición de Félix López.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Michel Matly (2016): "Francisco Franco, general ejemplar. Un lavado de imagen definitivo", en Tebeosfera, tercera época, 0 (1-IX-2016). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 26/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/francisco_franco_general_ejemplar._un_lavado_de_imagen_definitivo.html