Edición:
Lady Death, 3
LADY DEATH (2000, PLANETA-DEAGOSTINI) 3, IV-2000 p. 25-26
Resumen / Abstract:
Notas: El texto ha sido rescatado con el permiso de su autor. Las imágenes que lo ilustran fueron las que originalmente se escogieron para ilustrar el texto, y son propiedad de sus autores y editores.

BAD GIRLS

“Epítome: resumen o compendio de una obra extensa, que expone lo más fundamental o preciso de la materia tratada en ella”.

Sois afortunados, chicos, porque estáis disfrutando plenamente de un fenómeno en la industria de la historieta. Según algunos, Lady Death es el epítome de las Bad girls, la bad girl por excelencia. Pues vale, pues me alegro, pero ¿qué es una Bad Girl. ¿Una señorita que habla con la boca llena?

Para aquellos que hayan contestado afirmativamente, para los que hayan dudado y para los demás también, qué caramba, ahí va un curso intensivo, que no exhaustivo, sobre el tema.

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Cabecera del artículo.

 

Ante todo distingamos: están las mujeres malas y las malas mujeres, las vampiresas y las vampiras, los diablos de mujer y las diablesas. En general, mujeres malas ha habido muchas (y hombres también, no crean), pero algunas se lo han currado más que otras.

Lilith, la primera mujer de Adán, madre de monstruos, un mito tan oscuro que los teólogos casi lo han olvidado, bueno, también dicen que fue porque no quiso subordinarse a Adán. Los súcubos, demonios con forma de bellas mujeres que incitaban al pecado a castos ermitaños en sus noches solitarias, al menos eso contaban ellos. Circe, la bruja de arrebatadora hermosura que convertía en bestias a los hombres que llegaban a su isla, ¿o es que ellos se comportaban como tales en su presencia? Y siguen, y siguen. Muchos son los ejemplos, en las diversas culturas, de seres que combinan beldad femenina y poderes sobrenaturales con malignos fines. El cómic estadounidense no podía ser menos y en los últimos años ha tenido lugar una proliferación de damas celestiales o infernales con una hipertrofia mamaria acorde con et gusto mayoritario de los lectores de este fin de siglo. Darkchylde, Witchblade, Angela, Glory, Avengelyne y la presente Lady Death, entre otras, son buenas muestras de esta tendencia, pero sus antepasadas en el mundo de las viñetas son muchas y en algunos casos ilustres.

LAS MUJERES FATALES

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Imagen de la primera página del artículo. 
Diablesas solo metafóricas, esto es, vampiresas pero no vampiras, han sido para muchos de los más íntegros héroes las mujeres fatales. Una de las más destacadas es la pirata oriental Dragon Lady que complicaba la vida a los protagonistas de Terry y los piratas, pero raro ha sido el que no ha tenido que enfrentarse por lo menos a una de ellas. Flash Gordon, como buen rompecorazones interplanetario, se las encontraba por cada extraño reino que visitaba, empezando por la Princesa Aura, hija del tirano Ming. Como a menudo les ocurre a estas chicas, no era del todo mala, así que se sobrepuso a la herencia paterna y se conformó con el príncipe Barin de Arboria.
Lo mismo le ocurría a Beautia, la escultural hija del horroroso y maléfico Dr. Sivana (¿cómo sería la madre?), que se enamoró nada menos que del tipo más odiado por su padre, el original Captain Marvel (el de la editorial Fawcett, que gritaba “Shazam” y fue el superhéroe más vendido en los años cuarenta). Si la cosa no fuera complicada de por sí, se añadía el hecho de que Bilty Batson, el atlter ego del héroe, era poco más que un niño.

Talia, la hija de Ra’s Al Ghul, también se debatía entre la lealtad a su padre y el amor por el adusto Batman, pero éste ya llevaba bregando con este tipo de problemas desde el clásico Batman n° 1 (primavera de 1940) en la persona de Catwoman. La atracción mutua entre los personajes es explotada desde sus primeras apariciones y la felina ladrona dista mucho de ser uno de los seres grotescos de la galería de villanos del “Señor de la Noche”. En los noventa, ha gozado de serie propia, al tiempo que ha experimentado un espectacular crecimiento de sus pechos a manos del dibujante Jim Balent. Sobre el patrón de Catwoman se han creado numerosas villanas / heroínas que ponían en auténticos dilemas morales y sentimentales a los superhéroes. Un clarísimo ejemplo es The Black Cat (no confundir con la heroína clásica de la casa Harvey), la ladrona de objetos de arte que tuvo un tórrido romance con Spiderman, pero no faltan otros: The Black Widow, una espía soviética que comenzó enfrentándose a Iron Man y terminó siendo su aliada; The Enchantress, personaje asgardiano apócrifo que ha hecho la vida imposible a Thor de vez en cuando; la forzuda Thundra, que ha hecho lo propio con el bueno de Ben Grimm; Green Lantern tuvo a Star Sapphire; y Daredevil ha tenido a Elektra... Elektra, la media naranja del adolescente Daredevil, que por un desgraciado giro de los acontecimientos se convirtió en una villana, con un código de honor, eso sí. Frank Miller, un autor apasionado, concibió a esta mujer fatal no como ladrona sino como asesina y su rehabilitación tuvo que pasar por la muerte y posterior (¡claro!) resurrección del personaje. Como Catwoman, Elektra ha sido físicamente reinventada en los últimos tiempos, a manos primero de Scott McDaniel y sobre todo de los Deodato, que la han hecho mucho más curvilínea y exuberante de lo que Miller jamás pretendió que fuese. Si bien la relación entre Matt Murdock y Elektra tenía mucho de la que durante años había existido entre Batman y Catwoman, la mayor influencia de Miller a la hora de crear a su bella ninja fue Sand Saref, la novia de la niñez de The Spirit. De hecho la presentación de Elektra en la serie Daredevil (con la que Miller se estrenaba como guionista de la misma desde el n° 168) es una versión de los dos episodios en que Will Eisner reunía a Sand Saref con The Spirit en enero de 1950. Pero, aunque esta fémina tocase una fibra especialmente sensible del héroe del sombrero azul, fueron muchísimas las que le provocaron problemas y contusiones, entre ellas Silk Satin, ladrona, espía y detective, y, sobre todo, la seductora P’Gell, mujer fatal donde las haya, buscavidas y viuda de una larga lista de potentados de todo el mundo, siempre muertos en extrañas circunstancias.

DIABLESAS Y VAMPIRAS

 

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Última imagen que ilustró el artículo.

Vayamos ahora al grano, puro, duro y purulento. Si en el apartado anterior hemos tratado sobre mujeres que se pasean, como decía la canción, por el lado salvaje, ahora dejamos atrás el terreno de las delincuentes y villanas más o menos convencionales para sumergirnos en la oscuridad del averno. Nos encontraremos con mujeres directamente conectadas con el Maligno, mujeres cuyos poderes sobrenaturales son algunas veces empleados para el bien y otras... no.

Antepasada directa de nuestra Lady Death fue la original Black Widow (no confundir con Natasha Romanoff a la que mencionamos antes). Apareció por primera vez en Mystic Comics n° 4 (Timely, mayo de 1940) donde el guionista George Kapitan y el dibujante Harry Sahle nos cuentan su origen: la médium espiritista Claire Voyant (¡buen nombre para un empleo así!) es asesinada por un cliente contrariado, pero la joven es resucitada por el mismísimo Satán, que ha propiciado el homicidio. Ante un formidable Lucifer, rojo, con cuernos, perilla y una capa por toda vestimenta, se alza The Black Widow, cuyo tacto es mortal y deja en los cadáveres una marca en forma de araña. Su misión será llevar al infierno las almas de aquellos demasiado malvados para esperar a que mueran. En el comic book clásico, sobre todo con el boom del horror a finales de los cuarenta, abundaron las diablesas, vampiras y brujas, éstas últimas siguiendo el modelo de anciana repugnante del imaginario medieval europeo, bastante poco seductoras por tanto. Atractivas o no, fueron pocas las que aparecieron en más de una ocasión, la mayoría pertenecieron a relatos inconexos o fueron villanas de una sola historia. Una de las excepciones fue Zora, la vampira.

Entre 1940 y 1954, el historietista Dick Briefer creó para el grupo Prize relatos protagonizados por el monstruo de Frankenstein. Partiendo de una actualización de la novela original, convirtió a la criatura primero en un supercriminal, después lo rehabilitó como superpatriota, más tarde lo recreó como personaje cómico y, por último, lo dejó como un monstruo incomprendido en relatos de terror. Durante su etapa como el heroico Mr. Frankenstein, la malvada Zora le hechizó para que por las noches sembrase el terror por doquier. Por fin, el monstruo se libró de ella gracias al siempre fiable remedio contra vampiros del ajo.

En el invierno de 1964, James Warren relanzó el cómic de horror con la revista en blanco y negro Creepy n° 1, aprovechando que el rígido Comics Code no afectaba a este formato. En diciembre de 1969, la recién nacida revista Vampirella insufló nueva vida a la compañía, gracias sobre todo al personaje que bautizaba la colección. Procedente del planeta Drakulon, donde todos son vampiros, los enfrentamientos de Vampirella y sus aliados contra el Culto del Caos despertaron el suficiente interés en los lectores como para convencer a otras editoriales de lanzar sus propias revistas de horror con sus propias mujeres monstruo. Por supuesto no todas contaban con guiones de Archie Goodwin. Dentro de la propia revista Vampirella se presentó otra versión femenina sexy de un mito del terror: el del ser humano que se metamorfosea en fiera. En este caso, se partió de la mujer pantera del clásico filme de Jacques Tourneur, Cat People (La mujer pantera). El resultado fue Pantha, una hermosa señorita que se convertía en un mortal felino cuando se veía amenazada.

Skywald, competidora de Warren en el campo del horror en blanco y negro, ofreció durante varios números de sus revistas Scream y Psycho las peripecias de Lady Satan (desde Scream n° 2, octubre de 1973), una joven de color escogida por Lucifer para dar a luz a su hijo. El nombre del personaje no era nuevo ya que entre 1941 y 1947 había existido un personaje homónimo aunque no tenía nada especialmente satánico, solo era una justiciera enmascarada con pistola.

Marvel, siguiendo su ya tradicional sistema de inundar el mercado con el género de moda, inició toda una línea de revistas en blanco y negro, las Marvel Monster Mags, que se sumó a la de comic books de horror y suspense que había aparecido gracias a la modificación de varios puntos del Comics Code en 1971. Dentro de la horda de personajes terroríficos creados no faltaron mujeres.
En la colección Tomb of Dracula se presentó Lilith, una nueva vampira de espectacular escote, con la distinción de ser nada menos que hija de Dracula. Aparte de no llevarse demasiado bien con su padre, la chica no tiene cuerpo propio y habita en el de la joven hippy Angel O’Hara, que no se entera de nada. Otra hija de famoso, en este caso el Diablo, fue Satana the Devil’s Daughter, introducida en el segundo numero de la revista en blanco y negro Vampire Tales. Se merendaba las almas de los mortales como si fueran palomitas y su hermano era naturalmente Daimon Hellstrom the Son of Satan. De padres menos ilustres era Tigra, superheroina convertida en prima lejana de Pantha. Aparecida como tal en Marvel Chillers, Tigra no llegaba a convertirse completamente en tigre como Pantha se convertía en pantera, sino que se quedó a medio camino y tenía permanentemente colmillos, ojos de gato y un fino pelaje anaranjado con franjas la mar de mono. Tras su etapa “terrorífica” se integró plenamente en el universo Marvel e incluso perteneció a Los Vengadores.

La editorial Seaboard, también conocida como Atlas, fue el intento de Martin Goodman, que hasta entonces había estado al frente de Marvel, de crear un nuevo imperio editorial a mediados de los setenta. Entre sus series de comic books a color y de revistas en blanco y negro trataron de tocar todos los palos, desde el western hasta la fantasía heroica pasando por los superheroes y el terror. Devilina fue un intento, tan comercialmente fallido como el resto, de recoger algo del éxito que había tenido la revista Vampirella.

CONSTRUYENDO A LA BAD GIRL PERFECTA

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Lady Death por Steven Hughes, don sus proporciones "perfectas". 
En los noventa, con toda esta herencia y tras gestarse una cierta estética de las mujeres de cómic en los ochenta, comienzan a aparecer como setas las bad girls. Dawn, creada por Joseph Michael Linsner, es la Diosa Madre Tierra, pero en definitiva es una pelirroja de muy buen ver que lucha con Lucifer y cuyas mejillas están surcadas por unas marcas que parten de sus ojos. Angela es una respetada guerrera del Cielo que se dedica a perseguir Spawns con una lanza y poco mas. Witchblade es el nombre de un legendario guantelete que otorga grandes poderes a su portador, pero es que, en cada generación, solo puede ser portado por una mujer y ahora le ha tocado a una policía de New Cork con traumas infantiles y camisetas pequeñas. Darkchylde, de Randy Queen, es una adolescente rubia ya muy formadita y con el poder de hacer realidad los monstruos que pueblan sus frecuentes pesadillas. Vampirella y Pantha también han recibido el tratamiento bad girl a manos de la editorial Harris para gozo de nuevos lectores y desesperación de James Warren. Sobran ejemplos.

Y en esta colección, por si no bastase con nuestra Lady Death, de piel y pelo blancos, siempre vistiendo lo mínimo que se despacha en bikinis, descendiente de ángeles y demonios, y gobernante de tos infiernos, además nos encontraremos, de propina, con la vampira Chastity y con Purgatori, también vampira y con más de tres mil años de edad aunque no se le notan para nada, de verdad.
Realizada ya una somera observación de las bad girls y extraídas algunas conclusiones de un análisis comparativo, esbocemos a continuación su retrato robot:

  • Pechos: toda bad girl que se precie ha de tener unos senos más grandes que su cabeza y, a ser posible, con un diámetro también mayor que el de su cintura. En cuanto a la forma, éstos deben ser esféricos o ligeramente elipsoidales, pero necesariamente ingrávidos. Piernas: el grosor de los muslos también debe superar el de la cintura y, a ser posible, su longitud debe exceder la del conjunto de torso y cabeza.

  • Columna vertebral: sin excepción, las bad girls padecen de hiperlordosis lumbar que explica el ángulo de 90° entre glúteos y tronco.

  • Indumentaria: ésta suele ser muy escasa y el material puede ser desde piel hasta malla metálica pasando por encajes o lycra. En algunos casos, como la Catwoman de Jim Balent, el personaje está completamente cubierto por un traje pero este es tan increíblemente ceñido que igual podría estar sin él.

  • Rasgos no humanos: se llevan sobre todo los ojos sin pupilas, los colmillos y el cabello de color raro y con mucho volumen (¿qué se echaran?). Esto se puede complementar con garras, alas y piel de algún extraño color o con brillo metálico. Armas y amuletos: pistolas, hachas, espadas,... cuanto mas grandes mejor. Líquidos viscosos: las bad girls tienen tendencia a ser salpicadas o directamente bañadas en agua, sangre, sudor o babas de algún monstruo.

En vista de algunos de los puntos anteriores, ¿a que se debe la expresión de aparente placer que estas señoras muestran con cierta frecuencia en portadas, ilustraciones y viñetas/página?

Los malpensados suelen atribuirla al supuesto carácter fálico de las enormes armas que a veces portan. Si no nos dejamos llevar por semejante suciedad mental, es más lógico recordar la dolorosa desviación de columna antes mencionada y concluir que sus caras no reflejan éxtasis sino agonía. Es loable, pues, la entereza con que estas mujeres sobrellevan sus problemas y aún son capaces de enfrentarse a dioses y demonios.

Y ahora sí, querido lector, si el frenético ritmo de las aventuras de nuestra protagonista te permite reparar en su físico y localizar algunas de las características señaladas, podrás afirmar con conocimiento de causa que Lady Death es el epítome de las bad girls.

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Creación de la ficha (2010): Jesús Jiménez Varea
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
JESÚS JIMÉNEZ VAREA (2000): "Bad Girls", en Lady Death, 3 (IV-2000). Asociación Cultural Tebeosfera, Barcelona. Disponible en línea el 03/V/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/bad_girls.html