EL GENERO ZOMBI EN LOS COMICS
ÁLVARO PONS

Resumen / Abstract:
Notas: A la derecha, ilustración de Alexander King para "The Magic Island", de Seabrook.

El género zombi en los cómics: de vudú caribeño a representación de la sociedad de consumo.

Existe cierta coincidencia en datar los inicios del género zombi a partir de sus orígenes caribeños[1], relacionados con la práctica haitiana del vudú. Esta tradición religiosa fue mencionada por primera vez de forma académica en los estudios de Elsie Parsons en 1928 pero comenzaría a ser realmente popularizada a partir de su inclusión en la novela The magic island, de William Seabrook. Esta relación aparece también en la propia etimología del término zombi, que  parece provenir precisamente de estas raíces afrocaribeñas. Como indica Russell[2]:

“la raíz  etimológica de “zombi” puede ser derivada de cualquiera de las siguientes: la palabra francesa “ombres” (sombras), la expresión india “jumbie“(fantasma), los términos africanos de las lenguas bonda “zumbi” y kongo “nzambi” (espíritu muerto), al igual que del término usado por los indígenas arawaks haitianos “zemis”, que describe el alma de una persona muerta”

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Cartel de la película White Zombie, 1932. 

Su elevación a la categoría de mito propio de la cultura popular se daría a partir de la primera incursión cinematográfica que trata el fenómeno, White Zombie, de V. Halperin (1932)[3]. Una película centrada en las consecuencias nefastas de la práctica de los ritos  vudú que tendría no pocas seguidoras, en general películas de bajo presupuesto como Ouanga (1935, G. Terwilliger) o King of the zombies (1941, J. Yarbrough) o la aprovechada reincidencia del propio Halperin (Revolt of the zombies, 1936), aunque posiblemente la mayor calidad e impacto mediático vendría a partir de la aportación del prestigioso director Jacques Tourneur, que reescribiría en cierta forma el clásico Jane Eyre de Charlotte Brontë en I Walked with a zombi (1943). 


Sin embargo, todas estas aportaciones tienen relativamente poca relación con la consideración e interpretación que se tendría posteriormente del concepto de zombi. En esta derivación afrocaribeña, el zombi es un hombre al que supuestamente se da por muerto, pero que realmente sufre una anulación total de su pensamiento consciente, controlado por un tercero. Un zombi “del cuerpo” que representa una lectura muy alejada del muerto viviente que vuelve de la tumba con desaforadas ansias caníbales, la idealización iconográfica que se entiende como zombi desde la segunda mitad del siglo XX a partir de las decisivas aportaciones cinematográficas del director George A. Romero[4].

El muerto viviente: de la iconografía popular al cómic

Desde un punto de vista estrictamente formal, la resurrección de la muerte, el muerto que camina, conforma una mitología propia dentro del género de terror, con raíces profundas que son extremamente complejas de seguir y que podrían llegar a prácticamente todos los textos religiosos tradicionales, desde los libros bíblicos a la epopeya de Gilgamesh[5]. Prácticamente todas las tradiciones y leyendas tienen su propia iconografía sobre el muerto que revive y vence a la muerte, en la que se podría incluso considera la propia figura de Jesucristo[6].

Una iconografía que se trasladó y acomodó, evidentemente, en una cultura popular nutrida de estas leyendas y tradiciones, conformando un subgénero particular desde su inclusión en la literatura popular del siglo XX[7]. El mito vampírico es un ejemplo claro de primeras referencias al muerto viviente, aunque su obvia connotación romántica le proporciona un perfil que difícilmente se puede equiparar al del zombi (según Twiotchell[8]: “el zombi es un profundo cretino, un vampiro lobotomizado”). Más similar en concepción puede considerarse a la momia egipcia que retorna a la vida tras la profanación de su tumba, cuya tradición iniciara tanto la influencia de los trabajos arqueológicos de Howard Carter en el mundo “real” como en la ficción Bram Stoker con The Jewel of Seven Stars,
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 The Jewel of Seven Stars, de Bram Stoker.

directo inspirador de la fecunda tradición de muertos que vuelven a la vida en la literatura pulp[9] y que, lógicamente, verían su traslación a la historieta en los momentos de máxima eclosión del género en el noveno arte. Una eclosión que tardaría en producirse: el género de terror no se traslada de forma automática a los comic books hasta los años 50, que tendría que esperar, precisamente, a la incorporación de un referente obvio en el campo de los muertos vivientes: el monstruo de Frankenstein. La versión de Dick Briefer se constituiría como un referente inicial del género hasta que Continental Magazines comienza a editar de forma habitual comic books de horror, que obtendrían finalmente una popularidad masiva con los publicados por William Gaines bajo el sello EC Cómics[10].  Tanto en los famosos comic books de EC Comics como en los de otras editoriales secundarias (Dell, Gold Key) es fácil encontrar historias protagonizadas por muertos que vuelven a la vida por diferentes motivos. Autores como Graham Ingels, Johnny Craig o Jack Davis fueron los responsables gráficos de no pocas de estas historias, donde  existe una coincidencia en la representación icónica de los muertos vivientes: carne putrefacta, aspecto cadavérico (en algunos casos, abiertamente esqueletos andantes) y movimientos inconexos. Referentes que son fáciles de identificar en la actual iconografía del género zombi, pero que llevaría a un error en la equiparación de estas representaciones con la concepción actual, tanto argumental como simbólica, de este género. En todos los antecedentes previos, desde las adaptaciones del mito prometeico de Shelley a los muertos redivivos de la EC, pasando por la momia o el romanticismo inherente al género vampírico, existe una coincidencia motivacional: los muertos vuelven a la vida con una clara intención de redención o venganza. La lectura de moraleja final, de fuerte raigambre religiosa, es inamovible y anuncia un castigo ante actitudes reprobables que tendrán consecuencias incluso tras la muerte.  Un ejemplo claro de esta corriente puede ser la historieta Zombie!, de Stan Lee y Bill Everett publicada en Menace #5 (1953), donde un muerto viviente gráficamente canónico (aunque en el que es posible rastrear influencias del Frankenstein de Briefer) vuelve a la vida para vengar el intento de secuestro de su propia hija. Una historieta que serviría de base, años después,  para que el mismo Stan Lee, ya como editor de la compañía Marvel Cómics,  lanzara una colección protagonizada por el mismo personaje. En cualquier caso, las historietas de zombis de esta época son extremadamente diversas en su concepción, y siempre alejadas de lo que sería su posterior escritura[11].   

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Cubierta del número 5 de Menace y primera página de la historieta "Zombie!" (Atlas, julio de 1953). 

Una concepción del zombi que cambiaría radicalmente durante los años 50 y 60. La deriva de la ciencia ficción hacia una consideración más ideologizada, donde el uso de los avances científicos puede dar lugar a transformaciones y consecuencias impredecibles, cambia radicalmente la consideración esotérica y casi mágica que se tenía previamente del muerto viviente. La conexión con la leyenda y con la representación clásica de la resurrección desde la muerte, de origen religioso con un fuerte matiz moral, da paso a una reflexión más social que, a su vez, establece una representación más siniestra del zombi. Películas como I eat your Skin (Del Tenney, 1964), The Incredibly Strange Creatures Who Stopped Living and Became Mixed-Up Zombies (Ray Dennis Steckler, 1964) o The plague of the Zombies (John Guilling,1966) establecen las bases de una redefinición del mito zombi. La influencia de la iconografía del vudú afrocaribeño original se funde con las mitologías propias provenientes de los cómics y aporta novedosas características, como el canibalismo o la consideración del zombi como una amenaza que nace a partir no del individuo sino de la masa inconsciente.
 
Hacia una nueva genealogía del mito zombi

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 Cartel de la película de Romero.
Estas ideas impactan profundamente en el director George A. Romero, que definiría la reescritura final y fundacional del género zombi con The night of the living dead (1968), estableciendo el concepto definitivo que hoy entendemos como zombi. El muerto viviente ya no es un elemento temible en cuanto es el vehículo al castigo de una actitud previa. Es una amenaza en sí misma que ya no está originada en un pecado y que permite, a su vez, una reflexión mucho más compleja y aterradora. El zombi es la expresión del ser humano sin las componentes y retenciones de atadura moral que dan la educación y la consciencia, es un ente inconsciente puro que sólo retiene la imagen externa de un ser humano. Para el filósofo David Chalmers[12]:

“Esta criatura es idéntica a mí molécula por molécula e idéntica en todas las propiedades de bajo nivel  postuladas por una física terminada, pero carece por completo de experiencia consciente”.

 Una definición que es ampliada por Colomina Almiñana[13] para hacer especial hincapié en la ausencia absoluta de consciencia:
 

“Un ‘zombie’, por tanto, por definición, no sería más que un conjunto funcional de materia orgánica (o de cualquier otra clase, como veremos posteriormente) que tan sólo parece actuar del modo en que cualquiera de nosotros actuaría cuando tenemos alguna experiencia consciente pero que, sin embargo, no dispone realmente de aquello que, parece, caracterizaría nuestra conciencia: carecería de qualia, de contenido cualitativamente consciente.”

 

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Adaptación al cómic de la novela de Matheson. 
Romero establece así un concepto nuevo que claramente escapa a los condicionantes iniciales, tomando préstamos de todo el panteón de monstruos del horror, en especial del mito vampírico[14], y reelaborándolos a través de inspiraciones provenientes de la ciencia-ficción, como la novela de Richard Matheson, Soy leyenda[15]. La infección indiscriminada a la que sobrevive Robert Neville tiene su equiparación evidente con la mordedura del zombi, que no conoce cura y provoca la transformación automática sin diferencia de clases, sexo o raza, en un mensaje globalizador del terror que resulta especialmente novedoso en el género. El zombi se convierte así en símbolo de múltiples lecturas: desde la representación de la amenaza externa (ya sea xenofóbica, ya sea del comunismo político, en una metáfora obvia de la igualdad propugnada por el socialismo) al miedo a la muerte del ser humano[16]. Introduce además dos consideraciones categóricas ficcionales que lo alejan de otras formas de muertos vivientes: su origen natural (alejándose por tanto de las formas creadas por el hombre como el Golem o sus derivados como el monstruo de Frankenstein) y su absoluta inconsciencia, una falta de voluntad que contrasta con el espíritu vengativo de las momias o la inteligencia del vampiro, como indica June Pulliam. 


Una provocación reflexiva que sería definitivamente ampliada en la secuela posterior Zombi (Dawn of the dead, 1978) donde el enfrentamiento del ser humano con su imagen deformada putrefacta permite un sorprendente acercamiento desde la crítica a la sociedad de consumo de comportamiento gregario inconsciente[17].

 

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  Primer número de Tales of the Zombie (Marvel, 1973).

Sin embargo, esta renovada visión del zombi no tendría eco inmediato en los cómics. La renovación del género de terror que se produjo a finales de los años 60 y década de los 70, fundamentalmente por la influencia de las publicaciones de la editorial Warren y su correlato en las editoriales Marvel y DC[18], trae una relectura del género en términos de nuevos límites morales más acordes con la mentalidad post-Vietnam de los tiempos, pero siempre sobre la base de los cánones del género de horror. Personajes como Drácula, el Hombre Lobo o La Momia[19] viven una nueva juventud que parece no fijarse en las nuevas propuestas  que vienen del cine hasta 1973, cuando la editorial Marvel lanza Tales of the Zombie, una publicación que recuperaría una antigua historieta corta de Stan Lee, dotando al muerto viviente de nombre y apellidos para intentar aprovechar el éxito de Romero, aunque adecuado a su nueva definición del zombi. El personaje de Simon Garth, el zombi creado por Lee y Everett, es un espíritu de venganza que poco o nada tiene que ver con la propuesta cinematográfica, si bien comparte con ella una escenografía y representación gráfica, aunque por razones puramente estéticas: favorecen la creación de un universo cohesionado de personajes de horror, pero adaptados a una aproximación heroica más propia de los personajes publicados por la propia editorial (Man Thing) o el Swamp Thing que Len Wein había creado para DC. Efectiva desde el punto de vista comercial, pero que en el caso del género zombi desdibuja completamente las componentes reflexivas que se habían aportado desde las películas de George A. Romero. Más próximo a esa renovación conceptual podría estar el escritor Steve Gerber, que publica en la misma revista Night of the Walking Dead con la colaboración gráfica de John Buscema y Syd Shores,  pero sin llegar a brillar como lo haría con otros personajes donde sí desarrollaría su espíritu crítico. La publicación duraría apenas 10 números y un anual, un éxito relativamente escaso que se puede certificar también por la exigua repercusión en cuanto a iniciativas clónicas: tan sólo la independiente Last Gasp intentó lanzar una publicación dedicada al género zombi: Two-fisted zombies (1973), de Rick y Tom Veitch, inspirada en los títulos bélicos de EC Comics, pero que no tuvo continuidad. 

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The Serpent and the Rainbow, de W. Craven. Abajo, Thriller, video de John Landis. 
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Pese a que Romero completaría su primera trilogía zombi en 1985 con Day of the dead, reincidiendo en el uso del género como excusa para una lectura de profunda crítica sociopolítica, la década de los 80 apenas tendría elementos de repercusión importante dentro del género. Si bien se estrenaron multitud de películas aprovechando el camino emprendido por Romero, en su mayoría se pueden catalogar entre el seguidismo artesanal de directores como el italiano Lucio Fulci (que completaría una saga de relativo éxito en Europa pese a los escasos recursos con que fue rodada) o el español Jesús Franco y la abierta parodia en la línea de las películas de terror adolescente que triunfaban en el cine comercial de la época. Quedan como excepciones curiosas La serpiente y el arco iris (1987), una película de Wes Craven que recupera el concepto del zombi afrocaribeño desde un intento de aproximación lejanamente científica y, sobre todo, el exitoso videclip del cantante Michael Jackson, Thriller, dirigido por John Landis (1983). En el cómic, esta ausencia se hace notar: es difícil encontrar títulos durante esta década que aborden el género de zombis, más allá de intentos testimoniales desde los EE.UU. o puntuales apariciones en las exitosas colecciones de fantasía y terror del editor italiano Sergio Bonelli. Paradójicamente, la única excepción realmente destacable nace desde la concepción más radical de la independencia y vanguardia en el cómic: la revista americana RAW. La publicación dirigida por Frances Mouly y Art Spigelman fue, sin duda, uno de los máximos exponentes de la experimentación durante la década de los 80, dando a conocer autores tan fundamentales como Chris Ware, Charles Burns, Gary Panter o Ben Katchor, entre otros muchos[20].

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 Invasion of the Elvis Zombies publicado por Raw Books and Graphics, New York, 1984.

La publicación contó con una colección de monografías – Raw One-Shots- entre las que se editó (curiosamente en coedición con la editorial española Arrebato) La invasión de los Elvis Zombis, de Gary Panter (1984). Una propuesta nacida desde la radicalidad gráfica, en la que el dibujante plantea una narración formada por una serie de páginas dobles de fuerte expresionismo visual (que debían  ser leídas conjuntamente a la banda sonora Precambrian Bath – firmada por el propio Panter, Joseph Hammer, K.K., Rick Potts y Bob Zoell-  que acompañaba al álbum en formato flexi-disc) que engloban una historieta en la que unas niñas seguidoras de Elvis se convertían en zombis, aterrorizando una pequeña población americana. Pese a lo rupturista del planteamiento gráfico y narrativo, argumentalmente Panter no puede ser más respetuoso con las ideas de Romero: sus zombis adolescentes son una reflexión sobre el fenómeno fan/groupie en consonancia con las equiparaciones del muerto viviente con la sociedad de consumo inconsciente.

El cambio de medio como supervivencia del género

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 Número 1 de los tres que componen esta miniserie de Dark Horse publicada en 1997.

Durante la década de los 90, el género queda definitivamente relegado en el cine a una presencia testimonial que contagiará, de nuevo, a medios como el cómic, donde apenas algunas producciones independientes como Biohazard, de Justin Groom (Omni Press, 1990) o Zombie War, de Kevin Estman y Eric Talbot (Tundra, 1996) tienen algo de interés más allá de la pura testimonialidad. Sin embargo, esta ausencia de los medios más tradicionales contrastaría con la pujanza del género dentro de un de un nuevo medio en irrefrenable ascenso. Si en 1992 la saga de Infogrames Alone in the dark recuperaba el zombi como elemento amenazante dentro de su aventura, a mediados de la década aparecen diferentes juegos que estarían llamados a protagonizar el renacimiento del género: títulos como The House of the Dead  (diseñado por Atsushi Seimiya para Sega en 1996) o sobre todo Resident Evil (originariamente titulado en Japón Biohazard, diseñado por Shinji Mikami para CAPCOM) sentarían una nueva época de gloria para el género, nutrido tanto por la espectacularidad gráfica que permitían las nuevas plataformas tecnológicas informáticas como por la profundidad argumental con que se realizan las aventuras gráficas. El reguero de títulos clónicos de los anteriores es interminable, pero es evidente que su éxito se extiende a otros medios, favoreciendo la aparición de cómics relacionados con el género, entre los que destaca especialmente la colección Zombie World, de la editorial Dark Horse. Un título genérico que actuaría de contenedor de diferentes miniseries o monográficos como Champion of the worms, de Pat McEwon y Mike Mignola (1997), Home for the holidays, de Gordon  Rennie y Gary Erskine (1997), Dead End, de Stephen Blue (1998), Eat your heart out, de Kelley Jones (1998) o Winter’s dreggs de Bob Fingerman y Tommy Lee Edwards (1998). Aportaciones de todo tipo entre las que destaca a la de Mike Mignola y Pat McEwon, que entronca claramente con el particular universo que el guionista estaba desarrollando en su serie Hellboy. En todos los casos, la tipología zombi está claramente inspirada en el modelo romeriano, aunque con todo tipo de licencias y préstamos –en muchos casos de los argumentos de los videojuegos- que no impiden que las propuestas sean todavía reconocibles e interesantes. 

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 Versión americana del manga Tokyo Zonbi.

Quizás por la inicial proliferación de estos juegos en Japón, es especialmente destacable la cantidad de mangas desarrollados dentro del género en el final de la década de los 90, entre los que hay que citar especialmente Tokyo Zonbi, de Yusaku Hanukama (1999), una obra que desde una estética simplista intercala las claves del mito zombi dentro de la particular forma de entender el terror en ese país de forma casi globalizadora: las artes marciales, los yakuza, los combates a muerte y un sentido del humor que resulta sorprendente para la mentalidad occidental no ocultan una ácida visión de la sociedad japonesa y sus costumbres, con una radical denuncia del consumismo y de las catástrofes ecológicas causadas por el hombre.

 

Del apocalipsis zombi a la apoteosis zombi

El despegue definitivo del género vendría con el nuevo siglo, conociendo una espectacular e inusitada eclosión a partir del nuevo interés del cine por el género derivado del éxito de los videojuegos. La moda de las adaptaciones de los videojuegos más famosos pronto llegó a Resident Evil, que tuvo una taquillera versión cinematográfica dirigida por Paul Anderson en 2002 y que serviría de anticipo a otras incursiones del cine en el género: el remake del ya clásico de Romero Dawn of the Dead (Zack Snyder, 2004) y, sobre todo, la renovada visión aportada por el director Danny Boyle en 28 days later… (2002) configuran una plataforma de despegue para una apoteosis del género que recibiría, además, el inesperado apoyo de la literatura: el escritor Max Brooks dotaría al género de un sustrato literario con The Zombie Survival Guide (2003) y World War Z: an Oral History of the Zombie War (2006), sentando el comienzo de una sorprendente multiplicación de novelas de temática zombi, incluyendo desde exitosas traslaciones a territorio español, como Apocalipsis Z, de Manuel Loureiro (Dolmen, 2009) a reescrituras de clásicos adaptadas al género como Pride, prejudice and zombies, de Seth Grahame-Smith (2009), que une aparentes inmiscibles como Jane Austen y los muertos vivientes. 

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Portada de un recopilatorio de The Walking Dead (Image, 2004). 

Sin embargo, esta proliferación tanto en cantidad como calidad del género tendrá en el cómic su expresión máxima con la aparición de la colección de comic books The Walking Dead (Image, 2003), del guionista Robert Kirkman y el dibujante Tony Moore (que sería sustituido después por Charlie Adlard a partir del séptimo número). Kirkman parte de un planteamiento argumental similar al inicio de la película 28 days later… para ir desarrollando posteriormente un análisis profundo de la naturaleza humana. El concepto de  zombie como amenaza inconsciente vuelve a la definición de Romero, permitiendo explorar la reacción del ser humano ante una situación límite de tintes apocalípticos: el Armagedón de San Juan toma forma de ser en apariencia humano, un gemelo de Chalmers que puede tener la forma externa de un familiar, un amigo o un ser querido, pero cuya absoluta ausencia de consciencia transforma en una maldición sin origen aparente. Al contrario que otras versiones cinematográficas como la ya citada de Boyle o la estimable No profanar el sueño de los muertos (Jorge Grau, 1974), donde se intenta dotar al estallido zombi de una base científica, ya sea por la vía de la infección vírica o la utilización de tecnologías avanzadas, Kirkman no da ninguna explicación a la situación que viven los protagonistas. Sólo existe la huida como salida y la supervivencia del más fuerte como única ley. A lo largo del recorrido de la serie, que sigue publicándose todavía en 2010, el guionista ha demostrado una especial habilidad para reescribir las ideas de Romero y adaptar nuevas: el centro comercial de Dawn of the dead será sustituido por una penitenciaria estatal, en un claro simbolismo donde la vida se convierte en una condena y la muerte en expresión de libertad. La base científica militar de Day of the dead es sustituida por todo un pueblo donde la necesidad de supervivencia ha llevado a crear una sociedad casi medieval donde los zombis expuestos son un nuevo pero igualmente sangriento circo (curiosamente, Romero plantearía casi de forma simultánea una sociedad similar en su nueva incursión en el género en 2005, Land of the Dead). Incluso se permite tomar referentes literarios como la reconocida La carretera, de Cormac McCarthy, para establecer un paralelismo claro entre dos sociedades que han sido destrozadas por apocalipsis de orígenes desconocidos. El respeto tanto a los orígenes del género como a sus claves definidoras no impide que Kirkman aporte novedosas visiones del mito zombi, pero sin olvidar nunca que es un potente vehículo de reflexión[21]
 

“(...) los zombis nos hacen cuestionar nuestra posición en la sociedad, y la posición de nuestra sociedad en el mundo. Nos muestran violencia, sangre y todas esas cosas que molan… pero siempre hay un trasfondo de comentario y meditación social”.

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 Número 1 de Marvel Zombies (Marvel, 2006).

El éxito de la serie de Kirkman daría lugar a la mayor multiplicación de títulos de cómic centrados en el género zombi de la historia, con decenas de colecciones protagonizadas por muertos vivientes. Una fecundidad numérica que si bien no se acompaña paralelamente de una calidad media especialmente destacable, posiciona al género como uno de los más requeridos por el público y con un éxito reconocido. Entre el amplio catálogo de series publicadas, destaca especialmente una firmada de nuevo por el guionista Robert Kirkman: Marvel Zombies (2006). A partir del concepto de multiversos paralelos tan habitual en el cómic de superhéroes, se une al dibujante Sean Philips para explorar un universo donde los personajes clásicos de la editorial son zombies hambrientos de carne humana. Aunque es, evidentemente, una revisión desenfadada de la mitología superheroica, la ironía del guionista actúa como sugerente reflexión sobre un género que parece dar cabida a cualquier expresión. Un Capitán América literalmente descerebrado, el ágil y plástico Spider-Man cargando a cuestas con sus extremidades o un Hulk de apetito realmente desmesurado son tan sólo algunos de los ejemplos con los que el lector de esta saga se encontrará, en una hipérbole continuada y desproporcionada que permite todo tipo de licencias: los “superzombis” no sólo son inteligentes - adelantándose en cierta medida a la plasmación definitiva en Land of the Dead (2005) de ideas que ya planteara en el propio Romero previamente en The Day of the Dead (1985) – sino que cargan con un protagonismo donde la amenaza ya no es el estallido zombi, sino el propio universo de partida de los superhéroes. La miniserie se acompañaba de trabajadas cubiertas firmadas por Arthur Suydam, que reinterpretaba las portadas de número míticos de la editorial sustituyendo los personajes por versiones zombi. El éxito de esta serie fue tal que se ha convertido casi en una franquicia en sí misma, explorada tanto por los creadores originales como por otros autores, aunque desde una perspectiva puramente mercantilista que explota sin sentido las premisas iniciales.

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Primer número de tres de ZMD. Zombies is Mass Destruction (Red 5 Comics, 2008). 

Sería imposible enumerar todas las series publicadas dentro del género en los últimos años, aunque destacan ZMD: Zombies of Mass Destruction, de Kevin Grevioux (2008), que insinúa una reflexión de trasfondo político que está inspirada en cierta medida en la aportación de Joe Dante a la serie televisiva Master of Horror, Homecoming (2005) o Les zombies qui ont mangé le monde, serie humorística de Jerry Frissen, Guy Davis y Charlie Kirchoff publicada por la editorial francesa Humanoides en 2004 que no puede ocultar las conexiones con la satírica pero canónica Shaun of the dead (Edward Wright, 2004).

Es evidente que el final de la primera década del siglo XXI supone un momento especialmente dulce para el género zombi, con una particular fortuna en su expresión en el noveno arte que augura, paradójicamente, una fuerte vitalidad del género de los muertos vivientes en los próximos años.

 

NOTAS:

[1]  Davis, WE. The ethnobiology of the Haitian Zombie. Caribbean Reviews, 12: 18-21 (1984).
[2]  Russell, J, Book of the Dead: The Complete History of Zombie Cinema, Surrey: FAB Press.2007.
[3]  Dendle, P. The zombie movie encyclopedia, pp 2-5. Jefferson: MacFarland & Company, 2001.
[4] Ackerman HW, Gauthier, J. The ways and nature of the zombi. The Journal of American Folklore, Vol. 104, 466-494 (1991).
[5]  López-Ibor, JJ. Prólogo en Antología de Cuentos de Misterio y Terror. Barcelona:Editorial Labor(1967).
[6]  Paffenroth, K. Gospel of the living dead: George Romero’s vision of Hell on earth. Waco: Baylor University Press (2006).
[7]  Twitchell, J B. Dreadful Pleasures: An Anatomy of Modern Horror. New York: Oxford University Press, 1985.
[8]  Twitchell JB pp 261-273.
[9] Jiménez Varea, J. El horror antes del horror. Tebeosfera Vol. 5. 
(2009).
[10]  Watt-Evans, L. Los otros. Breve historia de los cómics de horror pre-code. Traducido por J. Alcázar en Tebeosfera Vol.5. 
(2009).
[11]  Se pueden consultar un curioso recopilatorio de estas historietas publicado en Reino Unido en 1961: Zombie, de L. Miller & Co Ltd.
[12]  Chalmers, D.  La mente consciente. Barcelona: Gedisa, 1999.
[13]  Colomina Almiñana JJ. La corazonada zombie y el materialismo, en Abstracts del XVV Congrés Valencià de Filosofía, 261-273 (2008).
[14]  Russell, J, Book of the Dead: The Complete History of Zombie Cinema, Surrey: FAB Press.2007.
[15]  Dendle, P. The zombie movie encyclopedia, pp 2-5. Jefferson: MacFarland & Company, 2001.
[16]  Pulliam, J. The Zombie, en Icons of horror and the supernatural: an enciclopedia of our worst nightmares. Westport: Greenword Press (2007).
[17]  Cuenca Amigo J, Consumo sin conciencia. Anatomía de la vida zombi, en Quédense dentro y cierren las ventanas!, editado por Iratxe Jaio y Klass van Gorkum. Barakaldo: Consonni, 2009.
[18]  Barrero M. Alex Niño y el nuevo horror americano. Tebeosfera Vol 5.
(2010).
[19]  Caveda A. La tumba de Drácula y la renovación del cómic de terror en los setenta. En Tebeosfera Vol 5.
(2010).
[20]  García, Santiago.El cómic alternativo 1980-2000, en La novela gráfica. Bilbao: Astiberri (2009).
[21] Kirkman, R y Moore T. The Walking Dead Volume 1: Days Gone Bye. New York: Image Comics ( 2006).

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Creación de la ficha (2010): Álvaro Pons. Con revisión de Oscar De Majo y edición de Antonio Moreno
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ÁLVARO PONS (2010): "El genero zombi en los comics", en Tebeosfera, segunda época , 5 (23-V-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 24/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_genero_zombi_en_los_comics.html