MAGOS DEL HUMOR
VICENTE PALOMARES

Resumen / Abstract:
Entrevista conjunta a seis dibujantes de la Editorial Bruguera por Vicente Palomares, publicada primeramente en El Correo Catalán y posteriormente recogida en la revista Bang!, número doble 7/8, en 1972

¿Qué puede ocurrir cuando se reúnen varios historietistas de humor para contestar, comunitariamente, el cuestionario que les propone un periodista que les conoce bien, que conoce su profesión y sus problemas? Y si estos humoristas hablan y hablan durante horas ¿Cuál será el resultado? A continuación le ofrecemos la respuesta en:

"MAGOS del HUMOR"

Intervienen: Segura, Escobar, Sanchís, Peñarroya, Vázquez e Ibáñez, todos ellos dibujantes de Editorial Bruguera. Entrevista, conduce el cuestionario, modera y escribe el texto a publicar Vicente Palomares. 

Vicente Palomares: ¿desde cuando dibujáis? ¿Por qué elegisteis esta profesión?

Esta primera pregunta, hecha a bocajarro, sin previo aviso y con aires de solemnidad, ha dejado perplejos a la mayoría. Se han mirado los unos a los otros y sólo ha contestado Vázquez encogiéndose de hombros:

- Chico, pues no lo sé…

V.P. - ¿Cuál fue vuestro primer personaje?

SEGURA. - Los esposos Rebollez.

ESCOBAR. - Pues yo me inicié con Pelo Tieso, en el Pocholo.

SANCHIS. - Y yo con Margarito, que por cierto, fue mi jefe quien me lo propuso.

PEÑARROYA. - Yo comencé con la Familia Pío.

VÁZQUEZ. - ¡Huy, huy huy, qué pregunta más delicada…! En fín, contestaré: mi primer hijo gráfico fue Heliodoro Hipotenuso.

V.P. - En vuestra etapa de pioneros, ¿qué dibujantes admirábais entonces?

P. - Hombre, en dibujo serio me maravillaba Junceda, y en el humorístico, Arturo Moreno.

V. - Mi ídolo favorito era Gustavo Doré. Sí, sí, Gustavo Doré. Es que yo empecé muy joven.

SE. - Para mí Junceda era un auténtico maestro, era muy humano…

E. - Mis preferidos fueron Apa, Junceda y Cornet. Los tres colaboraban en el Patufet. ¡Qué tiempos aquellos!

SA. - ¡Peñarroya!... sí, como lo oís, ¡Yo admiraba a Peñarroya!

Ibáñez. - A mí la verdad sea dicha, me gustaba horrores Rubens. Por las señoras que salían en sus cuadros, claro…

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V.P. - En Vuestra larga carrera como "ninotaires" ¿qué anécdota recordáis que sobresalga de las otras?

P. - Hay una muy chusca: antes, en mis buenos tiempos, a menudo me confundían con Xavier Cugat. Incluso llegaron a veces a pedirme autógrafos. Después, cuando mis dibujitos se hicieron famosos, a quien pedían firmas era al Peñarroya historietista.

V. - Lo más jocoso que me ha pasado fue que, hace 25 ó 26 años, mi jefe me llamó la atención porque dibujaba muy deprisa. Entonces me dije. "¡Bah, para lo que voy a estar en la casa…!" Y aún continúo.

SE. - En cuanto a mí, personalmente recuerdo que de pequeño dibujé un tren con una navaja de afeitar en la almohada de la cama de mis padres. ¡Todavía me duele el "clatellot" que me dieron!

I. - No, yo anécdota ninguna. Sólo que todas las editoriales por las que he ido pasando se fueron a pique, todas han naufragado….Y espero ahora a ver si…

E. - Sobre Carpanta tuvieron lugar dos gestos que nunca olvidaré. En cierta ocasión un niño de Cerdañola me envió 25 pts para que diéramos de comer a mi personaje. Y en otra, a raíz de una historieta en que se citaban las mantecadas de Astorga, una fábrica de aquel lugar nos remitió una caja a nombre de tan famélico protagonista. ¡Como es natural, las mantecadas nos las zampamos nosotros, mi mujer, mis hijos y yo!

V.P. - ¿Cuesta mucho elaborar una historieta cómica?

P. - Lo más difícil para mí es encontrar un argumento bueno.

V. - Mis historietas me quedan un poco crudas, pero no mucho, que digamos.

El resto de opiniones se dividen. Unos opinan como Peñarroya, los demás como Vázquez. Sólo Ibáñez discrepa:

I. - Como costar, costar… A mí me cuesta un duro el papel y siete pesetas entre la plumilla y el lápiz. 

V.P. - Para vosotros ¿qué es el humor?

E. - Psché, una forma como otra de ganarse la vida.

Vázquez afirma que nadie ha sido capaz jamás de definir el humor. Peñarroya ratifica lo dicho por su compañero, Segura lo atribuye al estado de ánimo, Escobar añade que contestar esta pregunta sería tema para una conferencia, y, al final, Vázquez e Ibáñez suben al estrado de la Real Academia Española para decir:

V. - El humor es eso que sale de la chimenea del talento.

I. - Pues para mí, el humor es el líquido que sale de la nariz cuando uno está resfriado.

V.P. - De no haber sido historietistas ¿qué os hubiera gustado ser?

P. - Millonario, millonario.. O un gran financiero que viviera de la renta y sin dar ni golpe.

I. - Justo, eso, eso…

E. - Mi vocación es ser gandul.

SE. - El ideal de mi vida es poseer una suntuosa mansión en un país lejano, lleno de palmeras y piscinas, donde poder descansar plácidamente.

V. - Yo ayudaría a Peñarroya y Escobar.

 

PROFESIONALES Y TEBEÓLOGOS

V.P. - Según la tesis de Umberto Eco, el conocido Italiano, especialista en comics, el mundo se divide –incluyendo historietistas y lectores- en "apocalípticos" e "integrados". Es decir, en detractores de todo lo que hay establecido, porque les impide su autorrealización profesional, y en defensores del sistema, porque éste posee los recursos suficientes para llevar a término su vocación. ¿En cual de los grupos os consideráis incluidos?

V. - ¡Ay mi madre! Yo de fútbol no entiendo ni torta…

SE. - Lo mismo digo.

E. - Eucaliptus.

SA. - Alto, alto, que yo soy una persona normal ¿eh?

I. - Ejem. ¡A la hora de definirme sociológicamente diré que me considero «mortadelítico filemonado»!

V.P. - ¿Qué opinion tenéis de los tebeólogos?

P. - Buena, buena. Yo les agradezco el interés que se toman por nosotros.

V. - Yo, personalmente, les admiro y les respeto profundamente. Eso de pasarse tanto tiempo bajo el suelo es algo que nunca podría hacerlo.

SE. - Vamos, yo, que no soy entomólogo, desconozco por completo de qué insectos habláis.

E. - Dejadlos que vayan haciendo, que vayan haciendo…

Voces a coro: sí, sí…

SA. - Nada, qué caramba… ¡La mayoría son una «colla de ximples»! No te fastidia. Son gentes incapaces de dibujar y, ¡Hala, venga teorías, teorías!

P. - Es que debemos tener en cuenta que no son dibujantes, sino críticos.

SA. - ¡Va, va…! Si un crítico supiera coger un lápiz otro gallo nos cantara. Pero lo máximo que saben hacer es escribir comentarios complicadísimos.

V. - Claro. Todos sus textos son muy oscuros. ¡Aquello no hay quien lo entienda!

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LA HISTORIETA, ¿PRODUCTO DE CONSUMO O ARTE?

V.P. - ¿Nadáis en la abundancia o apretáis el cinturón a final de mes?

P. - EL cinturón lo apretamos generalmente cada semana, puesto que cobramos cada siete días.

V. - ¡Glu, glu, glu...!

V.P. - No hombre no, el «glu, glu, glu» lo tienes que pronunciar bien. ¿No ves que de esa manera el lector no sabrá lo que deseas expresar?

V. - ¡Ah! Además, ¿debo hacerte una imitación del ahogado? Pues vas a sufrir una decepción, ya que para no nadar me he comprado un yate...

SE. - Yo he comprobado que en agua salada se nada muy bien.

SA. - ¡Muy mal, muy mal...!

I. - Por lo que sea preferible callar. Todo esto será publicado y verás, después vienen los inspectores de la renta…

V.P. - ¿No habéis sentido nunca la tentación de marchar al extranjero, siguiendo el camino de la fuga de cerebros?

P. - No, no.

V. - A mí no me ha dejado la policía.

SE. - Yo por ahora, estoy bien aquí.

SA. - Claro, no tiene cerebro.

E. - Pienso como Vázquez.

SA. - ¡Huy! Yo ya tengo dos nietos y no estoy para estos ajetreos.

I. - Sí, si… Yo he intentado varias veces emigrar a Suecia, pero sin el cerebro.

SA. - Eso de los hijos ata mucho. Te priva de mucha libertad de acción.

I. - Efectivamente, yo tengo uno, y me da una pena terrible matarlo…

E. - En el fondo eres un sentimental.

SA. - Se debe ser sentimental, o por lo menos, un Vázquez.

V. – Alto. Yo no soy sentimental. ¡Soy un semental, un sem…!

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V.P. - ¿Consideráis la historieta como un subproducto de consumo, o creéis que es una narración apta para englobar el 8º arte y obtener Premios Nobel?

E. - La segunda parte. Yo creo que la historieta es algo importante y que con el tiempo lo será todavía más. Y sin lugar a dudas se establecerá un Premio Nobel de la historieta, sí señor.

SA. - Para mi la historieta es lo que pueden pagar a tanto por página.

I. - ¡Qué gran hombre eres, Sanchis!

P. - Yo estoy de acuerdo con lo que ha dicho Escobar: que habrá un premio Nobel de la Historieta y que ésta será importantísima.

E. - Lo que pasa es que, para cuando quede establecido ese premio nuestras malvas serán enormes.

P. - Si se logra el día de mañana otorgar el Premio del que habláis, en parte se lo deberemos a esa gente erudita del comic. Ellos intentan demostrar que somos unos tipos estupendos, que tenemos unas ideas clarísimas, que hemos vivido una época anormal, y que a través de nuestros personajes hemos reflejado lo que estaba pasando en nuestra sociedad…

I. - ¡Corcho! Después de oír lo que dices pido aumento de sueldo.

SA. - Bah, tonterías! Mirad: mientras tengamos que realizar seis o siete historietas por semana, mientras en Francia, Alemania o Inglaterra, con dibujar una o dos tiras diarias pueden vivir estupendamente, no haremos nada bueno.

E. - ¡Uf!... Quien pudiera ganar lo que ganan nuestros colegas del extranjero con tan poco trabajo.

V. - Yo me contento con el premio Nobel que seguramente pensáis concederme.

V.P. - ¿Hacia que formas y contenidos se orientan los dibujantes actuales? ¿Cómo serán los comics del futuro?

P. - Anda, pues como todas las cosas que se hacen ahora: hacia el estilo sicodélico.

V. - Por el ritmo que llevamos, yo creo que se podrá conseguir dibujar cuatro o cinco mil páginas semanales.

SE. - A lo mejor, con el tiempo, será posible editar una revista tipo Can Can pero en relieve.

E. - ¡Psche! No sé… Todo depende del rumbo que tomen las Artes Gráficas.

I. - En mi opinión, las revistas del futuro serán más o menos como las de ahora, pero más caras.

SA. - ¡Hum, no sé, no sé!

UNA PROFESIÓN LIBERAL CON 15 HORAS DE TRABAJO COTIDIANO

V.P. - Según vuestro concepto, ¿Qué es una historieta?

SA. - Para mí una simple hoja de papel dividida en 16 cuadritos con sus correspondientes bocadillos arriba.

V. - El resultado económico a tanto por viñeta.

SA. - Idem.

E. - No estoy de acuerdo. Yo opino que una tira dibujada es algo más. Un gag cómico puede ir muy bien intercalado en una obra literaria, en una pieza teatral o en un film de calidad. ¡Vaya, puede tener categoría para expresar muchas cosas!

SE. - También podría definirse como un chiste descompuesto en partes.

V. - Yo, desde luego, no sé lo que es. Pero de una cosa estoy seguro y es que estoy enamorado de ella. Prueba de ello es que hace 34 años que me casé con la historieta y aún no me he divorciado.

P. - Bueno, yo voy a contestar en serio. Lo digo porque los demás lo hacen en broma y no me gustaría ser la nota discordante.

Todos a coro: "Cada uno que hable como quiera".

P. - Está bien. Pues sobre el particular diré que la servidumbre es tener que llenar las 16 viñetas de cada historieta, y la grandeza consiste en la satisfacción de realizar un trabajo que te gusta, de acuerdo con el horario que prefieres.

V. - Sobre la grandeza yo puedo hablar muy poco, puesto que soy más bien bajito. Y sobre la servidumbre, como cada nueve meses se me van las criadas pues tampoco puedo hablar.

E. - Hombre ¿Qué quieres que te diga? No se… quizá la servidumbre sea la tinta china, y la grandeza, como también soy pequeñito…

SA. - Aquí quiero dejar bien clara una cosa: ¡La servidumbre soy yo y la grandeza mi esposa, que me hace trabajar un montón de horas cada día!

I. - Tiene gracia la cosa. ¡Trabajamos quince horas diarias después dicen que practicamos una profesión liberal! ¿Queréis mayor servidumbre?

V.P. - Dentro de vuestras aspiraciones profesionales ¿A que personaje desearíais dar vida?

E. - Si hubiera libertad empresarial y administrativa sería el momento de pensar en dicho personaje. Mientras tanto no creo que valga la pena gastar tiempo en este tema.

SA. - Una de las cosas más bonitas que me gustaría llevar al término sería confeccionar chistes políticos. Pero tal como está todo…

P. - No exageres, caramba. En cierta forma, el chiste político ya se hace…

SA. - Sí, pero no como yo desearía que fuera.

I. - En determinada ocasión di vida a un personaje ideal. Se trataba de un alto cargo editor. Pues bien, aún me duele la patada que me dieron…

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LIBERTAD PARA HACER LO QUE MANDAN

Transcurrido el primer cuarto de hora, el ambiente se ha caldeado sobremanera. Alguien insinúa cada dos por tres que ciertas frases o criterios no deben quedar registrados en esta rueda, mientras otros machacan que todo conste en las actas. 

V.P. - ¿Qué es más difícil: conseguir un argumento original, con sus gags, o desarrollar la idea?

P. - Sin lugar a dudas, el argumento. Una vez conseguido esto lo demás es coser y cantar.

V.P. - ¿Hasta qué punto los protagonistas de vuestras historietas son producto de vuestras vivencias o de la política financiera de la editorial?

P. - En mi caso nunca me han impuesto nada. Puedo afirmar pues que los personajes son creación mía y los temas argumentales también… He hecho lo que me ha parecido mejor.

V. - Yo también. Debo admitir que siempre he dibujado lo que he querido. Y cuando no, me han obligado, que es lo mismo.

SE. - Dentro de lo que marcan los "organismos competentes", he realizado lo que me gustaba.

E. - Y yo.

SA. - Bueno, yo también he llevado a cabo lo que me apetecía… ¡Ejem!, que coincide con lo que me manda el jefe.

I. - Vamos, yo tengo libertad completa para hacer lo que él pide, completa…

V.P. - Cuando elaboráis una historieta, ¿qué fin os proponéis?

P. - Llenar los 16 ó 18 cuadritos para poder cobrar las pesetas que valen.

V. - Ante todo continuar vivito y coleando para llegar a cobrarlo.

SE. - Mi obsesión es procurar terminarla lo antes posible para entregarla y evitar así que me ahorquen.

E. - Voy a ser escueto: divertir a los demás y, naturalmente, cobrar.

SA. - Mira por donde, sacar a relucir cada pregunta que, bueno…En fin, al principio –me refiero a los lunes- me entrego con ardor. Pero cuando llega el sábado, estoy hasta la coronilla de tanta historieta.

E. - Pues yo, una vez metido en faena, me olvido completamente de todo y me divierto una barbaridad. Claro que cuando observas que aún te falta media docena de historietas por hacerte pones negro y nervioso.

V.P. - Con el tiempo, los textos de apoyo han ido dejando paso al bocadillo y éste a las onomatopeyas. ¿Desaparecerá en un futuro cercano la parte literaria, absorbida por la imagen?

E. - Hay un tipo de historietas que a mi entender siempre llevará texto…

SE. - Bueno. Todo depende de la clase de historieta que se dibuje; las habrá dinámicas y sin explicación escrita, y habrá otras que necesitarán forzosamente el regalo.

SA. - Paparruchas, el niño no lee, sólo mira.

V. - Ahí va mi diagnóstico: la onomatopeya desaparecerá con el tiempo porque en este país se aclimata muy mal.

I. - Deben existir toda clase de historietas: mudas, con texto, buenas, malas…

P. - Es como el chiste, que los hay con palabras y sin ellas. Aunque en el caso de la historieta lo más lógico es que lleve texto.

V.P. - Una cosa parece evidente, y es que cada día el texto se va reduciendo más y más.

SA. - Si claro, eso es verdad.

EL COMIC EN EL BANQUILLO

V.P. - ¿qué tipo de historieta creéis que gusta al niño español?

P. - En principio, el niño celtíbero disfruta con las escenas violentas y de mucho movimiento. ¡Cuanta más acción mejor!

I. - ¡Narices! Al chaval español le gusta lo que nosotros le damos.

P. - No, no, que lo he comprobado de verdad. Nuestro niño queda hipnotizado ante las películas de tiros, caballos, guerra, etc. Le atrae ver como la gente se mata…

Se produce una discusión acalorada. De pronto:

- ¡Un poco de silencio! Pido la palabra.

De acuerdo, que hable…

E. - Tengo la impresión de que nosotros, cuando dibujamos, pensamos muy poco en los niños. No digo tampoco que tengamos en cuenta al lector adulto, pero una cosa parece cierta, y es que nuestros gags van dirigidos a una gente que ya tiene desarrollado el sentido del humor. Estoy seguro que muchas de las historietas que suministramos al niño este no las entiende. Por ejemplo: hay historietas tuyas (se dirige a Vázquez) a las cuales rindo en este momento sincera pleitesía…

V. - Gracias, muchas gracias, abajo hay un bar para que me invites.

E. - …como las de «Angelito», que por cierto, son deliciosas…

V. - Sobre todo por el diálogo: fluido, ameno, genial.

E. - … que seguramente infinidad de chicos no las entienden.

V. - Sí, si… Pero y los niños que he mandado al Cottolengo gracias a estas historietas, ¿qué?

SA. - A ver si nos entendemos. Creo que una cosa parece clara: existen revistas infantiles rancias que a pesar de sus historietas mediocres gustan a los niños. Y es que el chaval también disfruta con situaciones inocentes. Pero nosotros ¡Hala! Venga a darle historietas de garrotazos, puñetazos, trancazos…

I. - Completamente de acuerdo. Nuestros pequeños lectores no razonan y sólo aceptan lo que se les suministra.

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P. - No obstante, yo veo a menudo que el niño elige tebeos de violencia antes que los otros de humor sano.

S. - Cosa que no debería ser así.

P. - El que tenga o no tenga que ser así es otro asunto.

SE. - Hay revistas o personajes que cuentan con una clientela de lectores adictos.

V. - ¿Adictos o drogadictos?

E. - La labor del dibujante debe ser como la del profesor.

V. - Eso: además de dibujantes, profesores, y con el mismo sueldo. ¡Sólo falta que los llevemos de la mano al colegio!

EN SERIO Y EN BROMA

V.P. - Aún existe cierta prevención por parte de ciertos padres al considerar que sus hijos pierden el tiempo leyendo tebeos. ¿A que se debe esto?

P. - Es posible. No obstante, yo no creo que malgasten su tiempo, sino todo lo contrario. Muchos de nosotros hemos aprendido a leer precisamente a través de las publicaciones infantiles. Es decir, en el colegio nos enseñaron las primeras letras, pero después hemos completado el aprendizaje en las páginas de los tebeos.

I. - La única explicación a estos casos raros es que aún existen ciertos padres incapaces de gastarse un duro en sus críos.

V. - Yo opino que un chico pierde el tiempo leyendo tebeos cuando los tiene al revés.

V.P. - ¿Dónde está la barrera que divide las historietas infantiles de las adultas?

E. - ¡Huy!, eso es muy difícil de establecer. Hay gags que pueden perfectamente encajarse en una película para mayores, en un film de Charlot, en una obra teatral…

I. - Mira, yo he visto personas adultas que en vez de leer el Boletín Oficial del Estado se entretienen mirando revistas infantiles. Les sirve de evasión sana después de una dura jornada de trabajo… ¡Y hacen bien!

SA. - Lo que pasa es que si hubiera revistas políticas para mayores la gente no leería tanto tebeo.

I. - Igualmente. Quizá el público que no lee nada comprase revistas políticas. Pero los lectores que poseemos ahora nadie nos los quitaría.

P. - Claro. Tenemos el público más estupendo del mundo. Cuando uno se acostumbra a una revista le resulta difícil cambiar de publicación.

V.P. - Efectivamente, Es una gran paradoja. El español medio, tan inconstante y anarquista, es en el fondo un gran conservador. Prueba de ello es la cantidad de periódicos y revistas insulsas que se mantienen por tradición.

V. - Y ese espíritu nihilista hispánico el día de mañana puede comprar muchos tebeos más que ahora, puesto que los necesitará para envolver la bomba.

P. - Chico, yo no se como te las arreglas, pero a mi me cuesta una enormidad el contestar en broma sobre estas cosas.

V. - Y ¿qué quieres, contestar en serio para que luego te llamen pedante?

E. - Yo no estoy de acuerdo en lo que dice Vázquez. A mi me revienta esa gente que, por el mero hecho de ver en ti a un dibujante humorístico, siempre espera que hagas chistes. Es como exigir a un zapatero que fuera de sus horas de trabajo continúe fabricando zapatos. Yo creo que debemos ser humoristas ante el tablero de dibujo, pero una vez terminada nuestra labor, podemos ser personas tan serias como las que más. No hay necesidad de ser gracioso con nadie.

V. - Pero el público lo espera. Son atavismos, clichés formados «in secula». Además, yo soy ahora incapaz de responder ahora ninguna pregunta en serio porque lo considero tonto. Y como soy un ser tan gamberro opino que a la gente le importan un bledo todos mis asuntos. A mí sólo me interesa el humor y que los demás se rían…

E. - Discrepo de tus criterios.

V. - Como quieras. Ahora bien, al público se le da lo que pide. Si desea pan y circo, pues ¡hala!, dale circo a mansalva.

E. – Conforme. Pero tú no puedes evitar que el público se interese por los detalles de un actor, un cantante, o un dibujante. Generalmente desea conocer cosas de su vida particular.

V. - Pues mira, si yo fuese artista de cine o uno de esos reyes que pululan por ahí –que no lo seré nunca-, y un chafardero de la radio o de cualquier medio se le ocurriera meterse en mi vida íntima, ¡vaya, que lo mato!

E. - Una cosa no quita la otra. Yo me refería a la validez de contestar seriamente sobre temas profesionales.

V. - Así y todo, ten en cuenta un consejo: Siempre te considerarán más si te escapas por la tangente del humor que si das una respuesta noble y sincera. Si no, corres el riesgo de ser tomado por un solemne vanidoso.

E. - Eso depende. Mihura es uno de los humoristas más importantes de España y jamás ha hecho un chiste en ninguna entrevista.

V. - Bueno y qué. Ni Charlie Rivel tampoco. Ni Tutankhamon, que era un humorista estupendo, porque tú me dirás: eso de vestirse de butifarra sólo se le ocurre a él. Y puestos a tratar como Dios manda la cuestión, añadiré que mientras el dibujante de tebeos sea tratado despectivamente como un «ninotaire» nadie se merece que se le conteste en serio. Un ejemplo palpable es que hasta ahora, el 80 % de la gente siempre ha dicho: «¡Mira a ese! Se gana la vida dibujando. Bah!»

La aprobación es general. Vázquez continúa.

V. - Actualmente aún quedan muchos que consideran al dibujante como un tipo gracioso que hace monigotes, y no como un profesional. O sea que para algunos el dibujante no está a la altura de un ingeniero, médico o abogado. ¡Pues es mentira! ¡Somos tanto como ellos en el plano cultural y en el que sea!

V.P. - Quizás el historietista sea uno de los que más han contribuido a despertar la imaginación de las nuevas generaciones.

V. - Indudablemente. Sin embargo, la profesión aún no está reconocida. Por otra parte, tienes que oír cosas irritantes, por ejemplo: «¿Y cobra usted mucho por hacer todo esto?»

SE. - Si, se creen que los dibujantes vamos todos los días a tomar el sol a la playa.

V. - Hubo una época en que te preguntaban: ¿Y aparte de esto, de qué vive usted? ¡Auténtico!

E. - Sobre el particular recuerdo ahora una anécdota muy sabrosa. En cierta ocasión vino una señora con un niño de visita a mi domicilio, y al verme trabajar exclamó: «Mi hijo sí que sabe dibujar bien…».

V. - ¡Exacto! Se oyen cosas la mar de peregrinas: «¿Tan mayor y aún se entretiene dibujando?»

I. - Sin ir más lejos, el otro día la mujer que ayuda a mi esposa en las faenas de la casa me preguntó: «¿Y todos estos dibujos los hace uno a uno?». ¡Vaya! Que la mayoría desconoce por completo nuestra profesión. Algunos creen que las viñetas se «hacen a máquina».

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YO PLAGIO, TU PLAGIAS, EL PLAGIA

V.P. - El plagio qué es, ¿un homenaje al genio o una pobreza de recursos?

V. - Yo creo que el plagio es eso que se echa al «alioli».

E. - En principio, para mí, el plagio es algo denigrante.

V. – Sí, sí, pero luego te acostumbras y…

SA. - Nada… todos hemos plagiado, tanto en el guión como en la parte gráfica, aunque después hemos transformado algo los ingredientes…

P. - No, no, no…

E. - Claro que sí. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

I. - Hombre, si el plagio es un homenaje, yo soy un «homenajero». Lo que pasa es que existen muchos tipos de plagio: desde la copia descarada hasta la inspiración lejana.

V. - Ahora bien, eso de plagiar incluso la firma ya es algo que joroba.

SA. - Cuando yo empecé profesionalmente la primera orden que recibí del jefe fue la de imitar a Peñarroya.

V. - Se trataba de plagio autorizado, pero en el fondo un copiazo de miedo. Y si no que venga Dios y lo vea. Un plagio de una especie de Frankenstein formado por pedacitos procedentes de diversos sitios. Luego el engendro va tomando una vida tremenda.

SA. - No obstante, los que plagian de verdad son los dibujantes de aventuras.

V. - Y los de género humorístico también ¡Que corchos! Yo plagio. Y lo digo bien alto para que se entere todo el mundo. ¡Plagio, plagio, plagio! ¿Quiere alguien un certificado de esta afirmación? Vamos, ¿cómo lo tengo que decir? ¡Yo plagio!

I. - Y si el dibujante dijera «yo plagio» cada vez que lo hace, parecería que hiciera gárgaras: "yo plagio, yo plagio, yo…".

V.P. - ¿Existe en realidad, toda esa carga de simbología y mensajes que algunos eruditos del comic –como Gasca o Terenci Moix- ven o atribuyen a vuestros personajes?

V. - ¡Que va! Aceptar lo que ellos dicen sería como admitir que uno está loco. Yo debería abandonar automáticamente el dibujo. ¡Mira que esgrimir Moix que las hermanas Gilda son pornográficas! Nada, que a partir de ahora no las dejo salir por la noche y además, pienso meterlas en un correccional.

I. - En cierta ocasión, a raíz de un artículo sobre «Mortadelo y Filemón» aparecido hace seis años en «ABC», tuve que leerlo con la ayuda de un diccionario para entenderlo todo. Al final pensé: ¡O estoy yo chiflado o lo están ellos!

V. - ¡Ah!, pero debemos reconocer que no son inútiles. Gracias a esas personas sabemos lo que hacemos y lo que somos. Por ejemplo, yo siempre había creído que era zapatero.

V.P. - ¿Veríais con buenos ojos la creación de un Museo del Comic?

V. - Hombre, yo soy algo bizco, pero lo vería con buenos ojos…

Tocamos a continuación el tema sindical. Pregunto si están sindicados, si forman un gremio coherente, si tienen establecida la jubilación… Unos lo están, los de más edad, el resto no. Algunos exponen que cotizan por cuenta propia 5.000 ptas. trimestrales para algún día cobrar un retiro de 12.000. Los demás callan porque no lo ven claro.

La reunión languidece ya y decidimos disolverla. Finaliza la «cumbre» de magos del lápiz, la entrevista colectiva ha dado de sí lo que podía dar…


Entrevista publicada con permiso de su editor.
Las imágenes que se suceden a lo largo de la entrevista (todas ellas copyright de F. Ibáñez) fueron las publicadas originalmente en el número 7/8 de Bang!, y se ofrecen en el mismo orden

TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2008): V. Palomares, con edición de Manuel Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
VICENTE PALOMARES (1972): "Magos del humor", en BANG!, 7 (1972). Asociación Cultural Tebeosfera, Barcelona. Disponible en línea el 18/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/magos_del_humor.html