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VÍCTOR DE LA FUENTE Y LA TEMÁTICA DEL EXILIO ( y 4)

Con el fin de participar en el libro editado por Félix Velasco Víctor de la Fuente. Homenaje, Agustín Riera redactó un largo ensayo sobre la temática del exilio en la obra de De la Fuente. Por presiones de espacio, en aquel libro apareció finalmente un texto mucho más recortado, bajo el título erróneo "Víctor de la Fuente y la temática del estilo".

Aquí se ofrece íntegro tal y como lo concibió Riera, el cual solamente ha sido revisado en busca de erratas o errores flagrantes, que no en su contenido y sus expresiones. Se ha creído de justicia proceder así.

 

Francis Falko. Clic para ampliar

[ Francis Falko, personaje de Víctor de la Fuente en el que vuelve a reflejarse, tanto en ambiente como en el aspecto físico  ]


1. El exilio

2. Haxtur

3. El Oeste

4. Arte y estilo


» ARTE Y ESTILO

La obra inacabada es un reflejo de la condición del exiliado, siempre con la amenaza de partir, de cambiar, lo que impide edificar algo sólido, estable, definitivo. Es al mismo tiempo el reflejo de la condición misma del ser humano que goza de una vida demasiado efímera y demasiado dura como para llevar a cabo las aspiraciones y deseos del individuo. Víctor parece tener ese sino: no acaba las series, como si su trabajo artístico se compenetrara plenamente con su condición de exiliado.

Tras su periplo por varios países, incluso España, Víctor ha fijado su residencia en Francia. ¿Por cuánto tiempo? Quizás ya le ha alcanzado la edad que le impide moverse y por eso no cambia de residencia. Pero la presencia de Asturias es evidente. Si hay algo a lo que no puede escapar el exiliado es a su lugar de origen, aunque se vaya al fin del mundo. Por eso Asturias está presente en la obra del dibujante.

País montañoso, con fértiles valles, bosques frondosos, tierra surcada por ríos y arroyos, adornada con lagos, con barrancos sin fondo, caminos y senderos tortuosos. Sin la inevitable aportación del progreso y de la industria, sin la invasión de carreteras y calles asfaltadas, de edificios de arquitectura moderna, esta tierra sería un verdadero paraíso. Lo es, de hecho, en muchos de sus lugares de extraordinaria belleza y donde se respira la paz y la tranquilidad, donde parece no haber pasado el tiempo desde hace siglos. Si uno ha nacido en esa tierra no puede menos que llevarla en el alma, como un rasgo más de su personalidad inconfundible, no puede menos que llevarla en un rincón de su corazón para acariciarla con exquisita ternura en lo más profundo de su ser interior.

No sólo el paisaje está en el individuo. También su historia. Cuando se evoca Asturias, enseguida viene a la mente Covadonga y Don Pelayo haciendo frente a los moros e iniciando la Reconquista.

Antiguamente poblado por los astures, tribu celta de guerreros valientes e indómitos, de vida rica y sencilla a la vez, ávidos de libertad, este país, por sus características geográficas naturales y la independencia de sus habitantes, nunca fue completamente sometido antes de la invasión de los romanos y Asturias fue la última región de España dominada por los invencibles soldados del Imperio. Los godos nunca consiguieron someterlos y es aquí, como dijimos, donde se inició la Reconquista contra los árabes invasores. Estos elementos se encuentran plasmados de diferentes maneras en la obra del exiliado, enamorado de la libertad y llevando en su corazón las características propias de su sangre.Aliot. Clic para ampliarLes fils de la Vierge. Clic para ampliar

Con unos cuantos trazos, Víctor consigue la perfecta descripción de un ambiente en cada viñeta, provocando en el lector / contemplador la sensación deseada por el autor / dibujante: frío, calor, soledad, bullicio del gentío, suspense, relajamiento, paseo o carrera.

Todos los detalles de la ilustración consiguen su efecto: los pliegues de la ropa, la expresión de un rostro, la posición de la figura humana o animal, en acción o en reposo, plantada firmemente en el suelo o corriendo, galopando, esforzándose, jadeando, la expresión de una mano encendiendo un cigarrillo o adelantando un índice acusador, un puño amenazante, empuñando un arma o encendiendo un cigarrillo, la sombra de un árbol, de una roca, de una silueta, las caricias de la lujuriante vegetación de la selva... Todos estos elementos, y muchos más, dan una tal expresión, un tal calor a la resolución gráfica de una viñeta, que el efecto deseado es seguro.

Las viñetas verticales y alargadas encierran con frecuencia al personaje entre la vegetación, entre las rocas, como si estos elementos fueran a cerrarse sobre el individuo y aprisionarle o aplastarle. El exiliado tiene ese sentimiento de angustia, de opresión de lo que le rodea y que amenaza con ahogarle. En la realidad cotidiana esta sensación viene de la opresión y explotación del individuo por los que ostentan el poder. Y también puede tratarse de objetos banales, como los muros de una habitación o del lugar de trabajo. Pueden ser incluso unos vulgares utensilios de cocina, o simplemente la gente en la calle o en los transportes públicos. En particular existe esta sensación si el exiliado viene de regiones de campo abierto y bellas montañas, como es el caso de Víctor.

Estas amenazas angustiosas son también simbólicas a otro nivel: representan a todos los que tienen y abusan de la autoridad para, con sus edictos y acciones, oprimir y aplastar al individuo que quiere salirse del laberinto de pesadilla en el que se le ha metido y llegar a la amplia y bella llanura de la libertad.

El exiliado artista logra evadirse con su arte.

En una serie como Los Gringos es inaudita la cantidad de figuras, de personajes que pueblan las imágenes. Como dice Víctor: «Es un trabajo de enano» ¡Y qué trabajo! Hay que apreciarlo leyendo el álbum con la ayuda de una lupa para apreciar los detalles y no romperse los ojos forzándolos para llegar a ver lo que está representado.Les Gringos. Clic para ampliarLes Gringos. Clic para ampliar

Los caballos parecen estar vivos, como los personajes humanos, parecen moverse bajo nuestra mirada. Todo parece respirar en los dibujos de Víctor, que, a pesar de ser imágenes fijas, parece que todos sus componentes se mueven, respiran y viven. Pocos son los dibujantes que consiguen tal efecto con unos cuantos trazos. Es el dibujo vivo, animado como si estuviéramos ante una pantalla cinematográfica. Nos parece hasta oír los sonidos: el motor de un avión o de un coche, el piafar y galopar de los caballos, los gritos y el murmullo del gentío, la música de las guitarras y las voces de los cantantes mejicanos, el ruido de la máquina del tren, el crepitar de la lluvia, el bramido de la tormenta, las explosiones de la dinamita, los tiros de las pistolas y las escopetas, el tabletear de las ametralladoras. Hasta nos parece oír el silbido del viento entre las montañas o el susurro de la brisa nocturna entre la vegetación, el deslizarse de una serpiente entre las rocas. Nos parece sentir la sed y el sabor de la tierra en nuestra garganta reseca al atravesar el desierto, cuando el polvo del camino nos molesta en los ojos, deslumbrados ya por el ardiente sol. Sentimos las piedras del camino torturar nuestros cansados pies en una fatigosa marcha de la que depende nuestra vida, o las enormes rocas herirnos al rozar nuestro cuerpo semidesnudo entre agrestes paisajes.

Con unas cuantas líneas, con unas cuantas sombras, con una puesta en escena simple y majestuosa a la vez, con un trazo magistral, Víctor nos describe lo que ve, lo que piensa y lo que siente con una veracidad y un arte envidiable. Lo que dice en una viñeta, un escritor necesitaría varias páginas de apretado texto.

No nos cansamos pues de contemplar sus dibujos. Calor, sentimiento y verdad son las dominantes de toda la obra de Víctor de la Fuente y sabe transmitirlos como muy pocos, para nuestro deleite.

En la obra de arte descubrimos siempre una proyección de imágenes interiores, de pensamientos, de obsesiones secretas que manifiesta el artista y que, a través de un simbolismo personal, llega a describir la realidad de manera crítica. En particular esto es así en tiempos de crisis, no sólo crisis individuales, sino también crisis de sociedad o de civilización. Y nuestra época está en crisis desde los albores del siglo XX, desde la I Guerra mundial, por lo que se produce gran cantidad de expresiones artísticas. El exiliado nos habla de las crisis de la civilización, de la sociedad y de su propia crisis interna. Esto se refleja en su obra de diversas maneras, como hemos explicado. Y no sólo en su obra personal, sino hasta en la obra que realiza en colaboración o por encargo. En ellas también encontrará el medio de introducir algo personal, algo suyo, como claramente se puede ver en Mortimer, en Los Ángeles de Acero o, sobre todo, en Francis Falko, El guerrero del Arco Iris. En ésta última obra, por ejemplo, son numerosísimos los detalles que conciernen personalmente al dibujante: el héroe tiene el rostro de Víctor, y encima va vestido como Haxtur, lo que es una indicación de que el personaje es un doble del artista.Josué. Clic para ampliar

El tema del exilio es universal y por eso nos toca a cada uno de nosotros. Desde la pérdida del Paraíso original, todos somos exiliados. Los americanos, consciente o inconscientemente, es lo que han inmortalizado en su historia y leyenda de la conquista del Oeste, que era como un regreso, un gigantesco éxodo de vuelta al Paraíso representado por las ricas y hermosas tierras vírgenes que les esperaban para que pudieran volver a empezar una vida de verdad.

El emigrante, en particular, huye de su lugar de origen en busca de un paraíso prometido y cae de un infierno en otro, con la consiguiente desilusión y nostalgia. A partir de ahí busca el paraíso al revés, deseando volver a su lugar de origen. La consciencia de esta contradicción y desilusión permanente produce el arte, la filosofía, la religión, la revolución... o la locura.

El exiliado consigue liberarse con su arte para soportar el exilio y nos ayuda a los lectores / contempladores a liberarnos también de nuestros exilios personales.»

 París, mayo de 2002


1. El exilio

2. Haxtur

3. El Oeste

4. Arte y estilo


[ © 2003 Agustín Riera, para Tebeosfera 030430. Todas las imágenes son © 2003 De la Fuente / sus editores ]