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Entrevista a Horacio Altuna.

Entrevista practicada por Juan Carlos Hidalgo, en compañía de Ramón Pérez y Juan I. Rando, en Málaga, XI-2002.

[Imagen: Altuna durante la entrevista, sosteniendo una de sus obras. Fotografía © 2003 Arcinaga]


Horacio Altuna (Córdoba, Argentina, 1941) es un autor de conocida trayectoria, laborante en su país desde 1965, pasó por las publicaciones del sello Columba y luego desarrolló una fructífera carrera al lado del guionista Carlos Trillo (El loco Chávez, Las puertitas del Señor López, Charlie Moon, Merdichesky, El último recreo...) En 1982 se estableció en la localidad catalana de Sitges para trabajar en los tebeos que editaba Toutain y para otros editores franceses e italianos. Comenzó a desarrollar, así, sus propias historias, como Ficcionario, Chances o Hot L.A., alcanzando gran difusión sus historietas eróticas publicadas en Playboy. Hoy sigue dibujando historietas, así como tiras humorísticas para el diario bonaerense Clarín y para El periódico de Catalunya. 


Juan Carlos Hidalgo: ¿Creciste leyendo los cómics de la edad de oro argentina?

Horacio Altuna: Sí, Argentina tiene una importante tradición de cómics. En mi adolescencia leía a Breccia, Pratt, Arturo del Castillo…  El nacimiento del cómic para adultos no fue en Europa, como parece, fue mucho antes, en Argentina, con Oestherheld. Era una especie de inductor, un tipo muy inteligente capaz de contar miles de historias, hacía guiones para cuatro revistas mensuales. Argentina es un país del tercer mundo en muchos aspectos, pero no en el cultural. Allí en un concurso de cuentos o de poemas pueden participar 8.000 personas perfectamente.

JCH: ¿Por qué, siendo argentino, su obra posee una fuerte influencia de la iconografía norteamericana?

HA: En Argentina todos los autores, de todos los campos, están muy influenciados por la cultura de EE UU. Allí el cine se ve en versión original subtitulada. Aquí, en España, la dictadura fue atroz, allí, aunque no hubiera muchos gobiernos democráticos, igual había mucha permisividad en todo lo que era cine o literatura norteamericano, no había la censura que había aquí.

JCH: ¿Cómo llegan las historietas de El loco Chávez a tener tanta repercusión social?

HA: Hay varias razones. Era época de dictadura y salía en el diario de mayor difusión de habla hispana, Clarín, 500 o 600 mil ejemplares diarios, 1 millón y pico los domingos. En esa época, además, no había nada para leer, había una revista de humor que hacía oposición al gobierno y Clarín, que no podía hacer una crítica evidente. En las tiras de El loco Chávez mucha gente quiso ver mensajes ocultos, pero a veces eran cosas que no pretendíamos decir.

JCH: ¿Os presionaron de alguna manera?

HA: Lo intentaron, lo que pasa es que los engañamos. La agencia oficial de la dictadura nos pidió que hiciéramos la tira oficialista, inclusive nos pagaban. Dijimos que no podíamos en aquel momento porque teníamos adelantado material, cosa que era mentira, yo siempre voy al día. Les dijimos al hijo de puta éste que nos vino a hablar que tendría que esperar unas semanas. No nos dijeron nada. Igual teníamos el apoyo del diario que nos respaldaba.

JCH: ¿Qué tenían en contra el personaje?

HA: Como en la época de Franco aquí. El loco Chávez era mujeriego, no hacía caso a sus jefes, era insubordinado, no creía en la familia, dábamos a entender que se acostaba con una amiga que era maestra.

JCH: ¿Cuándo das el salto para hacer tus propios guiones?

HA: Primero dibujé por encargo un tiempo para Columba, después con Carlos Trillo trabajábamos juntos en los guiones de todo lo que hicimos. Hablábamos de situaciones y yo desarrollaba la historia. El gran salto lo doy cuando me vengo para aquí y Trillo se queda en Argentina. No había internet en aquel entonces. La inspiración la busco en la vida cotidiana. Tengo muchas más ideas anotadas de las que podría dibujar el resto de mi vida.

JCH: ¿Cómo comenzaste a realizar historietas para Playboy?

HA: A los 49 años me quedé sin trabajo, acababa de romper las relaciones con los editores franceses. Y empecé con el Playboy italiano, el mismo material se lo vendía a España y a otros países, yo sólo, sin agente, eran un negocio brillante porque por cada página de historieta me rendía 5000 o 7000 dólares. Era divertido, pero lo dejé de hacer por cansancio, después de 10 ó 12 años.

JCH: La mayoría de los dibujantes que se han aventurado en la publicidad, una vez pasado el boom de la historieta, han preferido acomodarse…

HA: La publicidad a mí no me gusta, lo he hecho por necesidad. Soy un fanático de la historieta, amo mi trabajo. Me cabrea un poco la conferencia de hoy: yo vine a la Universidad de Málaga, ilusionado, a hablar sobre historieta de contenido sAltuna, con la catedral de Málaga al fondo. Foto: Arcinagaocial, no para hablar de batallitas ni para entretener al auditorio. Se derivaba el tema y me fue imposible llevarlo hacia donde me interesaba. Y realmente yo siento que la historieta tiene un cometido social todavía, es una forma de expresión formidable, con un poder de penetración espectacular, de concienciación en la gente. Para mí ver un auditorio de chavales desmotivados, que podrían estar reclamando una lectura de problemáticas más cercanas, me decepcionó.

JCH: ¿Es una actitud generalizada la que has encontrado en tus charlas, aquí o en otras ciudades?

HA: Hay una especie de frialdad. En general, no sólo la juventud, en Europa hay una especie de pasotismo, como se dice en Argentina: «están en un colchón de pedos». Como si nada los tocase, complacientes debido a una bonanza económica que yo veo coyuntural. Si uno va a cualquier país de Latinoamérica y hace una charla como la de hoy habría mucha más inquietud, inconformismo, deseo de cambiar las cosas, ansia por aprender, discutir, cuestionar. Hoy nadie cuestionaba lo que yo decía. Este continente es viejo, se ven muy pocas mujeres embarazadas, se rechaza al inmigrante que, en realidad, enriquece. Yo llegué a España en 1982, con la llegada de Felipe al gobierno, y la primera carta que le escribí a mi padre le decía: «es la primera vez que me siento en libertad», yo: con 40 años. Ahora, tras 20 años en España encuentro muchas más cosas cuestionables y criticables. En aquel entonces estaba todo por hacer y ahora parece que estuviese todo hecho. Culturalmente se está retrocediendo, eso lo tengo clarísimo.

JCH: ¿En el mundo de la historieta no hay demanda de temática social?

HA: Hay material de temática social. Pero no hay demanda de la gente joven. La demanda de la gente joven es deudora de su formación: hace diez años llegaron los superhéroes y los japoneses de una forma arrasante, y se han formado con esa estética y esa forma de leer. Eso puede ser una lectura que les puede durar hasta los veintitantos años, si les divierte. Pero si leen eso sólo a los 30 años les falta cultura, no hay un cómic que les acompañe en la madurez. Es como ver sólo películas de efectos especiales. Existen historietas como Los lunes al sol, la película de Fernando León, pero no tienen demanda.


VÍNCULOS:

Reseña de El Loco Chávez, por Koldo Azpitarte

Reseña de Imaginario, por Paco Nájera

Altuna, biografía
Texto sobre El Loco, por Marco Pesce


[ © 2003 Juan Carlos Hidalgo. Una versión retocada de esta entrevista fue publicada en la edición del 9-XII-2002 del diario La Opinión de Málaga, capital andaluza a la que el autor se acercó para impartir una ponencia sobre la proyección social del cómic en las Primeras Jornadas dedicadas al medio que organizaba la Universidad de Málaga. Se publica íntegra para esta edición de Tebeosfera 030131 ]