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En Marvel jamás intentaron desarrollar una biografía de los cómics de la aquilonia devenida pirata de la Hermandad Roja por hallarse incrustada en la biografía de Conan. Cuando, más tarde, ella protagonizó un puñado de historietas en solitario y parecía querer desprenderse de la presencia del cimmerio, no hubo tiempo para desarrollar esa biografía.

Sí lo hizo un estudioso brasileño, Fernando Neeser, autor de la “Cronologia: Valéria da Irmandade Vermelha (0 a 20 anos)” publicada en el sitio web oficial de Conan brasileño, pero a este autor se le olvidaron algunas historietas, acaso por no haber sido publicadas en Brasil. En el presente repaso se relacionan todas las historietas existentes de Valeria.


 

LA VIDA DE VALERIA EN LOS CÓMICS.

Valeria nació en Aquilonia bajo el nombre de Merina, se estima que veinte años después de haber venido a Hyboria Conan el cimmerio. La infancia de la muchacha transcurrió con una carencia: el amor materno, que no supo suplantar su padre, el noble Daquius, más preocupado por sus gestiones políticas para intentar promediar entre Turán y la ciudad estado de Khorusun. El diplomático, incapaz de atender a la niña, contrató a dos mercenarias, Zora y una singular pelirroja de Hyrkania llamada Sonja, para que velasen por la seguridad de su hija Merina en un viaje por el mar de Vilayet. La protección e instrucción recibida de ambas espadachines la salvó de la ira de Kirkos, un pirata del mar interior que interceptó el barco en que viajaban (“Lazos de sangre”)

Ya en Aghrapur, Zora constinuó instruyendo a Merina (quien ahora cuenta con 12 años de edad según unas fuentes; con siete, según otras) en el manejo del arco. Eso no la salvó de ser raptada por los piratas bajo las órdenes de Kirkos, que volvieron a por ella con intención de obtener un rescate. Su padre persiguió al barco pirata con Sonja y Zora y cuando les dieron alcance, Daquius descubrió que Kirkos es un hermano suyo y se reconcilió con él, lo cual le ocasionó su muerte. Merina se estrenó como guerrera al acabar con la vida del parricida como respuesta, pero no pudó evitar la muerte de Zora, abatida por un arquero turanio. Merina, ahora por completo huérfana, partió con Kirkos que la rebautizó como Valeria y la educó en la vida de corsaria (“El mar ladrón”).

Con el salitre del Vilayet pegado al cuerpo, la niña creció arisca y peleona, como en buena lógica le instruyó su tío Kirkos. Éste terminó por enviarla de vuelta a Aquilonia para que viviera con sus abuelos paternos. Pero le acogió su tío Clesus, mezquino y ambicioso, que se trasladó con ella a Kordava donde la ruina le sobrevino y, viendo que la muchacha florecía apetitosa en la adolescencia, se decidió a venderla en matrimonio a un noble de Kordava. Valeria escapó, se hizo pasar por chico y se enroló en una tripulación que la llevó lejos de la malsana civilización (“Valeria de la Hermandad Roja”).

El navío zingario en el que viajaba fue abordado por piratas barachos al mando de Strombanni, quien la hizo prisionera junto con la noble de Kordava Lady Morganis. Tuvo lugar entonces el primer encuentro de Valeria con Conan, que la consideró despectivamente como “una mocosa” si bien no le importó que navegara a su lado. Los piratas condujeron sus proas hacia la isla de Tranicos, pirata que robó un legendario tesoro, y allí se enfrentaron todos a una monstruosidad (“El devorador de los muertos”). Lograron salir ilesos y con  Strombanni surcaron las aguas luego hacia Messantia donde entraron a hurtadillas él y Zarono, otro pirata barachano, para seguir buscando afanosamente el tesoro de Tranicos. No hallaron tesoro alguno, pero sí el ídolo del dragón de Kao Tsu, lo cual les trajo nuevos problemas a Conan y a la jovenzuela Valeria (“Una noche en Messantia”). De vuelta a las Islas Baracha, los piratas echaron el ancla atraídos por tres doncellas que iban a la deriva y que modificaron el comportamiento de los hombres, hasta el punto de que permitieron el desembarco de las mujeres que iban a bordo. Fue aquí donde Valeria separó su camino del de Conan y los otros piratas (“El devorador de almas”).

En el transcurso de los meses que siguieron, la mujer convertida en pirata maduró poco a poco y se fue ganando una reputación entre los marinos del Océano Occidental. No lo habría conseguido sin la ayuda y confianza del capitán de origen vanir Rogarth, que le cogió cariño y la tuvo bajo su protección durante una buena temporada (“Las Isla de los Piratas”, recuerdo). Pero la chica terminó por separarse de él para tomar otras rutas bajo el mando de Ortho el Rubio, pirata con quien navegó hasta que él comenzó a pretenderla. Como quiera que la aquilonia no deseaba a Ortho, se distanció de su lujuria y su barco en una escala en las costas de Kush, internándose tierra adentro. Había oído hablar de un ejército mercenario llamado “Los Compañeros Libres” y decidió defender a una caravana que desembocaba en Sukhmet, población donde se hallaban acampados los mercenarios. Conan también se encontraba allí tras haber militado a las órdenes de Zarallo y grata fue su sorpresa al reencontrarse con una Valeria esplendorosa, muy mujer, que automáticamente despertó su interés y lascivia. Y también la de un oficial del destacamento, a quien ella mató cuando intentó propasarse.

Valeria huyó perseguida por el vengativo hermano del oficial. Conan siguió a ambos, más impelido por la lujuria que por deseo expreso de protegerla. Ya juntos en medio de una selva ignota, hallaron una ciudad perdida, Xuchotl, y se internaron temerarios en su laberíntica arquitectura, habitada por dos facciones enfrentadas desde antaño, los Tecuhlti (gobernados por Olmec y Tascela) y los Xotalanc. Tras arbitrar los dos vagabundos entre los moradores de la plaza, apareció en última instancia Tolkemec, quien permitiera la entrada a la ciudad de algunos de los actuales pobladores, y que causó una masacre de la cual sólo Conan y Valeria salieron ilesos (“Clavos Rojos” y “La cosa de las catacumbas”).

En vez de volver a los destacamentos militares civilizados, donde los oficiales posiblemente nos les recibieran con los brazos abiertos, la pareja se internó en la selva. Entre el follaje volvieron a hallar bestias, peligros y culturas enfrentadas: ichiribus contra kwanyis (“Los dioses arriba, las bestias debajo” a “Cuando el viento viviente camina”) y luego, aún más perdidos en la selva, de nuevo intercedieron entre dos tribus, una de las cuales estaba dominada por el brujo Enduin (“Río de sangre”). Una vez fuera de la selva, los dos guerreros se separaron. Conan toma caravana en Zembabwei con la intención de regresar a Turán y, posteriormente, al híbori. Ambos volvieron a reunirse en el fuerte de Yuesthi, él aún libre y ella en condición de proscrita. Interesados en el valioso Cáliz de Tarim, se desplazan hacia los Montes Afghulís, luego a Secunderam y finalmente a la frontera con Vendhya (“Reunión en Scarlet”).

Demasiado trajín y demasiado polvo. Valeria echaba mucho de menos el mar y retornó a la piratería después de esta larga temporada en tierra. Olvidó a Conan y marchó directamente hacia occidente, donde se alíó con un marino llamado Gowar, bajo cuyo mando acabó naufragando en una isla olvidada del Océano Occidental. En la isla conoció al argóseo Metallus y con él hizo frente a un grupo de piratas que ambicionaban un tesoro precisamente oculto en la isla en la que se encontraban, lo cual les acercó mucho a la muerte. La pareja fue rescatada posteriormente por un navío mercante y, Valeria, después de una temporada afincada en Messantia, optó por volver al mar a piratear (“La isla de los piratas”)

Lo hizo y fue practicando rutas cada vez más al norte del Océano Occidental, no sabemos si por satisfacer el deseo de volver a pasar un tiempo con su mentor de juventud, Rogarth, o si porque conocía la presencia de Conan en los Yermos Pictos. En un extraño giro de las circunstancias, Valeria cambió de repente la cubierta de los barcos por las selvas pictas y fue en busca de Conan para convencerle de rapiñar un tesoro salvaguardado en bastión perdido y con monstruo (“La guarida del Dios Lagarto”). La pareja siguió junta por breve tiempo, lo suficiente para enfrentarse a unos muertos en vida que generaba una planta (“El jardín sangriento”), partir en busca de nuevos tesoros para encontrarse a otra guerrera legendaria de aquellas calendas (“Ansia de esmeraldas” –Red Sonja, que no recordaba a Valeria, ni viceversa-) e incluso a un grupo de mercenarias que deambulaban por el norte de Hyboria (“La furia de las Damas de Hierro”).

Ya algo más experimentada a esta altura de su vida (cuenta, creemos, con 25 años de edad ahora), Valeria decidió regresar a tu tierra natal, a Aquilonia. Cuando iniciaba esta ruta, a su salida de Messantia con dirección norte, halló a un viajero que había sido robado a las puertas de la ciudad, cuyo problema se ocupó de resolver (“Resucitado por el odio”). Finalmente, la pirata se instaló en Tarantia y como puede se fue ganando el sustento. Las cosas no le fueron demasiado bien, aparentemente, porque terminó aceptando una misión casi suicida para la que solamente podían estar preparados los ladrones, los expertos en escaramuzas o los locos: los nobles Trocero, Próspero y el sacerdote Dexitheus le enviaron a liberar a Conan, en aquel momento preso en la inexpugnable torre del palacio de Numedides. (“El hombre de la Torre de Hierro”).

Por supuesto consiguió liberar al cimmerio, pero no cabalgó a su lado en su camino hacia la corona de Aquilonia sino que siguió libre. A algunos les extrañó que la deliciosa pirata no volviera a cruzar su camino con el del cimmerio, como sí hizo Red Sonja y otras mujeres. Por lo que los cronistas nos han legado, esa circunstancia no se produjo debido a la distancia que puso Valeria con los reinos del Híbori: al parecer conoció a un pirata del que se enamoró perdidamente, Rovik, y con él comandó una facción de la Hermandad Roja que operó por las aguas de los océanos del sur de Vendhya, casi al otro lado del mundo. De hecho, la última peripecia de la pareja de corsarios de la cual tuvimos noticia tuvo lugar en Baqqa, bastión zembabwita que acosaron sin descanso (“La venganza de la Hermandad Roja”)

 CRONOLOGÍA 2

En un tiempo paralelo, en el que Conan se vinculó con la Hermandad Roja, mantuvo con ella una relación más intensa hasta el punto de ganarse su corazón. En cierta ocasión, el cimmerio acudió a la capital de Argos a rescatarla de las mazmorras de Hakhim (“Rescate en Messantia”).

Esta fue la última aventura de la pirata que ha llegado hasta nosotros, aunque es lógico pensar que vivió muchas más.

 
   

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SUMARIO

R. E. HOWARD

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 [ 2004 Manuel Barrero, por el texto, y Carlos Yáñez, por la selección de imágenes, para Tebeosfera, 040524 ]  [ © 2004 Conan Properties International, LLC / Robert E. Howard Properties, LLC. El resto de los copyrights corresponden a los editores y autores de estos productos aquí mostrados, lo cual se hace con carácter exclusivamente informativo y / o promocional ]