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HÉCTOR GERMÁN OESTERHELD. ESCRITOR DE FICCIONES

Héctor Germán Oesterheld. Escritor de ficciones, de Hernán Ostuni, Fernando García, Andrés Ferreiro, Mario Formosa y Rodríguez Van Rousselt

Edición: Ediciones La Bañadera del Comic: Biblioteca Temática de la Historieta Argentina, 2, sin lugar de edición, sin fecha

[ se trata de una obra inédita ]

 

[ Cubierta de Ricardo Villagrán ]


HISTORIA DE UN LIBRO, comentario por Javier Mora Bordel


En líneas generales la figura del guionista ha sido y sigue siendo injustamente menospreciada dentro del ámbito industrial de la historieta. Ya puede crear los más sólidos personajes, ya puede ser artífice de los más frescos e ingeniosos diálogos, ya puede hacer gala de la prosa más sutil; para el editor de cómics una imagen vale más que mil palabras con razón (un dibujo es un reclamo más directo a la búsqueda y captura de lectores indecisos) o sin ella (el riesgo real de convertir a las palabras en ciudadanas de segunda, en elementos de menor calibre o categoría, dentro del código lingüístico unitario propio de los tebeos).

Es esta una postura, a veces obtusa, que se traduce en diversas formas de marginalidad consentida. Por un lado desventajas económicas (siguiendo la regla de tres anterior era lógico: si el dibujante es quien atrae a las masas lo justo será que obtenga unas ganancias acordes a tamaña responsabilidad). Por otro, un rol creativo secundario (paradójicamente el dibujante siempre es quien tiene la última palabra…). Pero, sobre todo, atendiendo a los hechos, una alarmante falta de reconocimiento público. Pocos son los guionistas catalogados de maestros indiscutibles de la historieta pero menos los que han sido capaces de generar una posición de poder o de prestigio dentro del mercado pareja a la de sus compañeros dibujantes. Porque a ver, ¿cuántos lectores hay en el mundo que compren un tebeo por su guión o por su guionista sin tener en cuenta la calidad gráfica que pueda presentar la obra? El público ha dictado sentencia… pero tampoco es que la crítica le vaya a la zaga.

Por ejemplo, si alguien tuviera la ilusión de ser guionista de cómics ¿existe algún manual de redacción que le ayudara a dar sus primeros pasos? No. Se tiene que partir o bien de los manidos guiones de cine o bien de las consabidas obras de teatro (material ajeno por muy útil que sea). Otro: si a alguien le interesara profundizar en un estudio estético de la palabra en la historieta, en la forma precisa que esta adquiere en relación a la imagen fija, ¿de que puede disponer? De nada (y en este caso concreto hasta dudo que hubiera alguien interesado). Y es que si queremos profundizar en el arte de guionizar tebeos debemos saber de partida que nuestras armas serán escasas: reseñas de obras, entrevistas a autores, algún que otro volumen biográfico a lo sumo… y poco más. Por eso una propuesta que rompa con esta dinámica reduccionista más que un soplo de aire fresco resulta hoy por hoy un acto de valentía sin precedentes.

Principio:

Nuestra historia comienza en abril de 2001.

Es en estas fechas cuando comenzaron a dar sus primeros pero firmes pasos el grupo teórico argentino La Bañadera del Cómic (constituido inicialmente por los capos Hernán Ostuni, Fernando García, Andrés Ferreiro, Rodríguez Van Rousselt y Mario Formosa, este último reemplazado tras su fallecimiento por José Luis Rosales) con la autoedición del primer y hasta el momento único volumen de la colección Biblioteca Temática de la historieta Argentina (recordamos un número dedicado por entero a la vida y milagros del indio Patoruzú y su creador Dante Quinterno, y que ya ha sido reseñado convenientemente en una edición anterior de Tebeosfera).

La idea inicial era sencilla como la vida misma: a través del estudio de un clásico de la historieta argentina tan popular como Patoruzú, verdadera piedra angular en muchos aspectos, lograr los fondos suficientes para continuar su labor investigadora (al respecto poseemos información privilegiada en referencia a sus futuros proyectos: la recopilación de las historietas del Breccia anteriores a Vito Nervio; un semblanza sobre las aventuras y desventuras del tano Pratt en Buenos Aires… ¡Ojalá que pronto vean la luz!). Pero, como en la vida misma, todo se puede torcer de golpe y porrazo con cualquier revés del destino. En este sentido, el descalabro económico de la Argentina, el tristemente célebre “corralito”, pasó tal factura a nuestros autores que apenas hoy si han recuperado una exigua parte de los fondos invertidos en este primer número. El plan inicial quedaba así herido mortalmente de necesidad pero no por eso se había llegado al último estertor; este, afortunadamente, quedaba y queda bien lejos.

Nudo:

En un ambiente social tan críptico como este, el entusiasmo -por pura necesidad, por pura catarsis, por lo que sea- había quedado intacto. Así a lo largo de dos años (mayo del 2001 a febrero del 2003) La Bañadera asumió el mayor de los retos de su historia reciente: el estudio exhaustivo y más que detallado de la vida y obra (en este caso indisolublemente entrelazadas la una con la otra) del más influyente guionista de la historieta Argentina: Héctor Germán Oesterheld.

Una elección de cajón en cierto sentido. En primer lugar, Oesterheld ofrecía un material lleno de vida propia; repleto de una vigencia, una actualidad y una modernidad envidiables: Mort Cinder, Sargento Kirk, Ernie Pike, y sobre todo El Eternauta, son con todo derecho iconos asentados dentro de la historieta Argentina, por los que no pasa el tiempo. En segundo lugar, los trabajos previos realizados en torno a la producción propia de Oesterheld habían quedado atrás, si bien muchos de ellos eran excelentes y fundamentales para poder entender el ser creativo del maestro argentino así como su personal relación con el entorno (a este respecto no podemos dejar pasar por alto los trabajos de Juan Sasturain o la mítica entrevista de Trillo y Saccomano ofrecida en esta misma edición de Tebeosfera). En ninguno de ellos se trataba con la misma profundidad a todos y cada uno de los distintos personajes del inmenso catálogo oesterheldiano, en ninguno de ellos se establecía con rigor la cronología exacta de todas y cada una de sus historietas, en ninguno de ellos se añadía o revelaba información nueva y veraz sobre las etapas más oscuras u oscurecidas de su vida…

La Bañadera había encontrado así su objeto de deseo: un autor mítico del que todavía hubiera mucho que decir pero más aún que rescatar (¡este afán por recuperar la Historia y sus actores…!), de quien seguir una tradición crítica a la vez que propiciar una renovación de su percepción. Una tarea que al margen de las dificultades propias del contexto que ya hemos comentado, iba a resultar menos sencilla de lo esperado.

Hagamos hincapié en los principales obstáculos a los que tuvieron que hacer frente (común, por supuesto) en primera instancia:

El corpus: evaluar el material realizado por Oesterheld era poco menos que una labor titánica. Millares, y no exageramos un ápice, han sido las historietas realizadas por Oesterheld a lo largo de su carrera. Recordemos que estamos hablando de un autor prolífico cuyo trabajo ocupa tres décadas de la historieta argentina: desde 1950 cuando inició su producción historietística en Editorial Abril, hasta 1977, momento en el que se le hace desaparecer. Además hemos de tener en cuenta que estamos hablando de un autor que en ciertos momentos gozó de un éxito clamoroso, y que además era un trabajador infatigable ya fuera por motivos económicos (había que mantener una familia), ya fuera por motivos ideológicos (siempre concibió el cómic como una herramienta perfecta con la que poder desarrollar en los más jóvenes conciencia cívica. Y todo a través de una pedagogía de la “experiencia” donde más que buenos y malos, existían seres humanos enteramente imbuidos en el complejo claroscuro que domina el mundo moderno).

Por si fuera poco hemos de añadir sus frecuentes y regulares escarceos literarios (tanto sus populares cuentos infantiles para Gatito como la versión literaria de sus héroes más conocidos, Sargento Kirk, Ernie Pike, Bull Rocket, El Eternauta, etc.), así como su labor en el campo editorial en la que la Editorial Frontera fue su mejor exponente. Cientos de páginas en suma, nunca puestas en conjunto… pero, ¿por dónde empezar?, ¿cómo conseguir reunir tantísimo material disperso?

Esta búsqueda infatigable de fuentes pronto fue adquiriendo forma. El paso previo: la elaboración, tirando de memoria y de archivos personales, de un listado lo más detallado posible de personajes y series originales. A partir de este bosquejo inicial, sabiendo ya de antemano qué materiales faltaban o sobre cuales se tenía una ligera referencia, nuestros autores comenzaron a moverse frenéticamente (de mercadillo en mercadillo, de biblioteca en biblioteca, de coleccionista en coleccionista), comprobando cada edición, atentos al más mínimo detalle; desglosando y uniendo las desperdigadas piezas de este inmenso rompecabezas; obteniendo cada vez una mayor y más detallada información sobre la que ir corrigiendo el punto de partida. Clave en este sentido, y representativo del alto grado de profesionalidad exhibido, ha sido el hecho de haber podido trabajar personalmente y de primero mano con los materiales originales conservados por los familiares sobrevivientes de la familia Oesterheld: Elsa Sánchez de Oesterheld, Fernando Araldi y Martín Mórtola. Durante año y medio los miembros de La Bañadera han acudido regularmente a los archivos de la familia completando cada uno de sus datos, contrastando los ya obtenidos, y sobre todo descubriendo tal cantidad de material inédito que aún hoy no ha podido ser catalogado en su totalidad por nuestro grupo investigador.

El resultado final de todo este arduo proceso ha sido plenamente satisfactorio: unas tablas cronológicas detalladas hasta la exasperación y referidas tanto a su biografía y bibliografía como a su producción general y en Editorial Frontera, una iconografía detallada de los distintos personajes del universo oesterheldiano, una relación puntual de todos aquellos productos ajenos a la historieta y en los cuales Oesterheld también dejó su firma y buen hacer… En resumen, un catálogo preciso que hace balance y justicia a una narrativa amplísima, voluminosa pero más que de por si coherente consigo misma. Lo cuál no es poco.

El mito: paralelamente a la labor de campo, a la búsqueda de materiales, La Bañadera se cuidó muy mucho de establecer contacto con aquellos antiguos colaboradores o estudiosos que pudieran testimoniar o hacer referencia a la línea de pensamiento y acción seguida por Oesterheld a lo largo de su vida. La lista es verdaderamente amplia yendo desde Sasturain a Carlos Cruz, y pasando a su vez por nombres tan ilustres como Juan Zanotto, Francisco Solano López, Carlos Freixas, José Muñoz u Oswal (seudónimo de Osvaldo Viola). Lógico que se ideara un apartado ex profeso para el homenaje.

Múltiples percepciones, múltiples formas de entender a un hombre y su obra.

Oesterheld era alguien que podía resultar perfectamente desconcertante a la vez que firme. Para muchos, visto desde fuera, Oesterheld resulta incomprensible en el ámbito político: de un inicial rechazo al peronismo acabó por transformarse en una militancia montonera a ultranza. Para otros en cambio, Oesterheld recorrió un amplio espectro ideológico, similar al que siguieron, en el lapso de 12 años, muchos intelectuales argentinos hoy reconocidos, caso de Rodolfo Walsh o Haroldo Conti, dos figuras que –no es casualidad- también fueron asesinadas por la dictadura militar. Con respecto a su firmeza, la ética de trabajo de Oesterheld era intachable. Fuera cual fuera su situación o la calidad que desprendiera su trabajo si hay algo que le define es haber dado siempre el do de pecho.

Oesterheld era alguien que podía ser totalmente descuidado a la vez que meticuloso hasta extremos insospechados. ¿Hasta donde hubiera llegado Editorial Frontera si Oesterheld no se hubiera empeñado en llevar el control absoluto con el caudal de trabajo que suponía ser creador al mismo tiempo que empresario? La única ayuda que admitía era la de su hermano Jorge en la parte contable. Tal vez de haber estado más liberado de trabajo hubiera podido percatarse de los trapicheos a sus espaldas de imprenteros [impresores] y distribuidores “avispados”. Por el contrario, la meticulosidad brillaba en su trabajo de creación: ya hemos hablado del afán pedagógico en su obra, pero el mismo Oesterheld no admitía, por pequeño que fuera, ningún error de documentación propio o ajeno. Educar en la verdad era uno de sus principios más sólidamente asentados.

Así podríamos seguir hasta el infinito… El caso, y más aún con el paso de los años, es que toda esta serie de visiones desperdigadas sobre el autor  han contribuido por separado (o en conjunto, como se quiera ver), a fomentar la creación de un mito. Un Oesterheld calidoscópico que asumiría, como hemos visto, un modo de ser según quien le retrate: para unos el mártir montonero que murió en pos de unos ideales; para otros el creador consecuente entregado por completo a su obra.

Pero, ¿quién fue realmente Oesterheld?, ¿el hombre de carne y hueso o el mito? La Bañadera era consciente de este interrogante y más a medida que avanzaba en sus investigaciones y se encontraba con interpretaciones de Oesterheld mediatizadas por el deseo o la voluntad del interesado. Y mirándose el ombligo, ¿por qué no podían incurrir ellos en el mismo e inconsciente error (si lo es, claro)?, o, ¿acaso lo habían hecho ya? El único camino posible era respetar la verdad propia de los hechos. Refugiarse en la objetividad e imparcialidad de la Historia misma.

Hemos de entender el trabajo de La Bañadera no como una versión más de los hechos, sino como una ordenación precisa de los datos: rellenando aquellos huecos inconclusos o nunca explorados (como su colaboración a mediados de los sesenta con distintas editoriales chilenas); estableciendo una relación directa entre el creador y su medio; siguiendo y plasmando la evolución de su estilo y sus ideas propias; dando cuenta de las distintas etapas de una vida y una obra íntimamente ligadas a través de la memoria… Después que cada uno saque sus propias conclusiones.

Desenlace:

Tras dos años y medio de trabajo y dedicación, Héctor Germán Oesterheld: escritor de ficciones, por fin fue finalizado. Ahora se entraba en una nueva etapa del proyecto: lograr su publicación. Una auténtica odisea que aún hoy no ha podido realizarse. Ya hemos comentado que el plan inicial de nuestros autores era la autoedición pero que esta vía fue necesariamente desechada por las circunstancias económicas. Sin embargo, a pesar de la calidad del producto así como de su novedad, no ha sido una obra acogida con el respeto que se merece por ninguna de las editoriales hasta ahora tanteadas tanto en Argentina como en España.

Es por eso que esta reseña en cierta medida encierra una trampa. Tal vez me deje llevar por la gran amistad que me une con todos y cada uno de los componentes de La Bañadera (para evitar suspicacias lo digo abiertamente), pero sigo sin comprender porque una obra tan cuidada no encuentra ninguna vía de edición impresa. Y he tratado de imaginar el por qué (de un modo objetivo o no, eso es algo que yo no lo puedo decir)… Así, teniendo en cuenta la situación actual del mercado de historietas y las dificultades ya vistas para poder lanzar una obra crítica referida al arte del guión o en torno a un guionista cualquiera, me pregunto a viva voz si realmente existe tan poco público interesado en uno de los pilares de la historieta latinoamericana y mundial. ¿No hemos comprendido todavía su importancia ni la cantidad de recursos gestados en sus obras? ¿Preferimos que este libro quede en el olvido por amoldarnos a la tiranía de los mass media? ¿A que obedece esta falta de riesgo editorial? ¿Tan plegada esta la cultura del cómic al mercado que se ignora a sí misma y sus necesidades? Por desgracia, en nuestras manos sólo cabe la posibilidad de la denuncia, no de la respuesta...


ENLACES:

Primer libro de La Bañadera: Patoruzú


[ © 2003 Javier Mora Bordel, para Tebeosfera 031019 ] [ Tebeosfera recibió servicio de prensa de los autores del libro y también documentación gráfica para aderezar este comentario ]