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DRUUNA

Druuna (Charlie Mensuel, Francia, 1985)

Heroina creada y dibujada por Paolo Eleuteri-Serpieri (Venise, 1944) sobre resemblanza de Valérie Kaprisky y otras modelos.

Tras Charlie Mensuel, la heroína prosiguió sus aventuras en Pilote (Dargaud), y en éditions Bagheera desde 1990. Se completan sus libros de historietas con los de ilustración À la recherche de Druuna, Obsession y Druuna X. En España han publicado sus cómics Toutain Editor y Norma Editorial; este último sello también ha editado sus libros de ilustraciones.

Druuna

[ se advierte al navegante que algunos contenidos de esta página web puede herir su sensibilidad por mostrar sexo explícito ]

[ Druuna, © 2003 Eleuteri Serpieri ]


DRUUNA, por Eduardo Martínez-Pinna

Serie de enrevesadas historias, con un empaque formal espléndido, obra del veneciano Paolo Eleuteri Serpieri, y enfocadas como un dualismo aberrante entre lo bello, personificado por la sensual protagonista Druuna, y lo deforme, monstruoso o mutagénico, representado en gran parte por los personajes secundarios, que se mueven en un caótico y podrido mundo claustrofóbico. Druuna y su creador

Paolo Eleuteri Serpieri, veneciano nacido en 1944, y profesor de arte en la Universidad de Roma, además de autor de cómics es pintor y escultor, y por sus dibujos se aprecia su pasión por la arquitectura. Sus inicios en el cómic datan de 1978, en la popular revista Lancio West, con historias ambientadas en el Oeste americano. Inscrito en un estilo naturalista, muy documentado, ilustró para Larousse en 1980 una Historia del Far West, y en ese mismo año el magnífico álbum La india blanca, donde comienza a mostrar su obsesión iconográfica y casi fetichista del dibujo de bellas mujeres, de formas tan sensuales como carnales y alejadas del concepto de belleza estilizada impuesto por las pasarelas de la moda. Las féminas a las que Serpieri da vida con su personal dibujo, son de anatomía contundente, similares al estilo de los grandes pintores barrocos, de volúmenes marcados y tan voluptuosas como angelicales. Toda esta primera obra, a la que se unen sus colaboraciones en la revista italiana Orient Express, (inéditas en España), le han valido el reconocimiento internacional como primera figura del cómic. Su consagración en el medio se debe a la historia de fantasía y ciencia ficción, editada en álbumes, protagonizada por la lasciva Druuna, en el que el tremendismo y erotismo se apoderan de un relato tan retorcido como cruel.

Aspectos formales de la obra

La capacidad pictórica de Serpieri solo puede ser tildada de formidable. Autor de un estilo académico en pureza, con un realismo en el que se integran algunos de los grandes autores actuales (Rosinski, Giraud, y el norteamericano Schultz), es consciente que ese tipo de dibujo es claramente demandado por el público europeo. Grafismo detallista hasta lo obsesivo, fondos muy cuidados, dominio de las perspectivas, y el dibujo arquitectónico, de la misma manera que gran paisajista, tanto de ambientes sedantes o iluminados por un cálido sol mediterráneo, como de los abstrusos, donde la realidad es pervertida por formas sarmentosas en contextos dantescos. Pero el rasgo principal de estilo de Serpieri se manifiesta en el definitivo dominio de la figura humana, en especial la femenina, a la que dota de unos volúmenes de elevado calado erótico, inspiradas en la carnalidad de actrices como Ann Margrett, Raquel Welch, o la francesa Isabelle Adjani. El autor adopta una iconografía fetichista, en especial hacia la zona glútea de la protagonista, que a lo largo de la obra se representa tanto como su cara. Al abrir por la primera página el segundo volumen de Druuna, Morbus Gravis II  (posiblemente el mejor de todos), lo primero que se encuentran los lectores es la presencia del culo de la protagonista, probablemente las mejores formas dorsales femeninas jamás dibujadas en el llamado noveno arte. Las otras figuras humanas o humanoides de Serpieri, por el contrario, muestran una apariencia desagradable y esperpéntica, y el elegante dibujo del autor retrata todo tipo de alteraciones patológicas en el resto de los personajes. La descomposición, los tejidos purulentos y putrescentes, deformados por terribles enfermedades, aparecen en toda la obra y remarcan la insólita belleza de Druuna en medio de un jardín aberrante y barroco. Toda esa morbilidad, no solo afecta a los cuerpos. Las mentes o las almas de la casi totalidad de los secundarios, están afectados por la terrible enfermedad contagiosa, la “morbus gravis” del título, por lo que son seres corruptos, impíos, y sobre todo ignorantes de su terrible e incurable mal. Para retratar las últimas fases de la terrible enfermedad, Serpieri acude a monstruos aterradores y obscenamente genitales, con unas deformaciones caracterizadas por tumoraciones rubescentes y amorfas. Lo esperpéntico alcanza el ambiente y el paisaje, y el mismo mal que afecta a mentes y cuerpos de los personajes, también alcanza al escenario, que responde con una transformación de sus formas hacia lo doblado y contrahecho. El material que conforma la estructura física de la ciudad se retuerce en formas aberrantes, y se funde con lo orgánico, convirtiendo todo el panorama en una atmósfera de pesadilla desconsoladora. En este escenario truculento se mueven una serie de personajes horribles, a la búsqueda de una esperanza vana que luego resulta falsa. Druuna, con su belleza insólita y provocadora va destacando, cada vez más, a medida que el morbus gravis progresa por su mundo, sin afectarla.

Aspectos conceptuales de la obra

En ellos se aprecian las carencias de Serpieri, negándole el acceso a la posible magistral obra que los elaborados dibujos aspiraban. No es un gran narrador y la obra se va lastrando con la atrocidad temática, lo que impide la fluidez del relato. Este se angosta, y con cada entrega se vuelve más farragoso, por lo que la comprensión global se va dificultando. Vayamos por partes. Probablemente la idea inicial de Serpieri sería la construcción de un relato, tributario de una ciencia-ficción desasosegante y pesimista, con la coartada de un futuro desesperanzadoel culo. A ello, el autor le va a ir añadiendo otros ingredientes, para formar un combinado temático trasgresor, y por lo tanto de difícil digestión, para un producto ampliamente distribuido, como cualquier ejemplo de cómic europeo en general, o franco-belga en particular. Los ingredientes mencionados y añadidos por el autor son propios de la temática extrema, el sexo hasta un nivel casi pornográfico, y la violencia. Ambas materias se intentan dignificar en la obra, y probablemente si esta hubiese acabado en el segundo volumen de la serie se habría conseguido, eso sí cerrando la fábula, pues su final abierto deja entrever las posibles secuelas de una historia que estaba generando éxito entre crítica y público, y por lo tanto un pingüe beneficio para el autor y editor.

En las aventuras de Druuna el sexo es algo tan natural como los combates en un cómic de superhéroes, es más, equivale exactamente a eso. Para ello, el autor, se preocupa por coreografiarlo, con la participación de una mujer perfecta y oponentes monstruosos. Los brazos hipertróficos y las espadas sangrientas son sustituidos por un trasero sodomítico tan real que se sale de la viñeta, y que “traga” el pene deforme e hiperrealista de un elemento masculino bestial. Por tanto el sexo debe ir acompañando a la obra, pues el mensaje principal de la misma es el erotismo. Como  los combates que se ganan y se pierden, la sexualidad de este cómic ha de verse así. El sexo puede ser consentido por Druuna, con lo que se gana el combate, o puede ser resultado de una violación, con lo que se pierde.

La violencia, siempre más problemática de justificar, se hace extrema en muchos momentos de la obra, pues además de brutales violaciones el relato está cuajado de muerte, tortura física y psíquica, antropofagia y mutilaciones varias, practicadas por una sevicia poco refinada, y en definitiva vesánica. Pero esa violencia también aparece de manera gratuita. La presencia de los crueles sacerdotes cyborg, turbas que se regodean ante la violación y posterior depredación de una joven por parte de mutantes, la extremada agresividad de los soldados / policía, o la debilidad libidinosa y obscena de cierto médico obsesionado por sodomizar a Druuna, hacen que la historia camine por el límite de un cómic convencional. Añadamos a todo este catálogo de sexo y violencia el grafismo cada vez más detallado de Serpieri, y tendremos como resultado unas viñetas de una fisicidad que de puro realista se vuelve tóxica.

Las dos primeras entregas de la serie tituladas Morbus Gravis, de 1985 y 1987 respectivamente, constituyen el relato más redondo y mejor presentado por el autor. Es una historia que bebe de las fuentes de la ciencia-ficción futurista y desangelada sin espacio para la esperanza. Todos los personajes encajan con corrección en el tortuoso relato. En la segunda entrega el dibujo se refina, y el personaje central adquiere toda su sensual belleza. Druuna recoge el fetichismo de su creador en sus generosas carnes, mientras su rostro de pelo moreno refleja serenidad y hasta ternura. Es una persona que sabe que su supervivencia depende de su arte erótico, y se aplica a él con hombres o monstruos. Esta obra podía haber resultado fabulosa de haber sido cerrado el final de la misma. Probablemente, consciente del éxito de ventas que la historia podía generar, la convierte en una serie, lo que le obliga a mantener un ambiguo y abierto final para engancharle posteriores secuelas.

En la tercera entrega, Creatura, de 1990, asistimos a un cambio de escenario, a la proliferación de lo onírico, siempre tan difícil de manejar, y a la aparición de nuevos personajes, uno de ellos el propio Serpieri, con el nombre y título de “Doc”, mente científica y filosófica del episodio. En este episodio, se intenta convertir a Druuna en un serial, pues los resultados económicos de los dos primeros volúmenes así lo aconsejan. Se cambian los escenarios, se le añaden personajes fijos, y se coquetea abiertamente con el factor onírico sin olvidar en absoluto los argumentos clásicos de la serie, el sexo, la violencia, y la particular plástica con que Serpieri los envuelve. Es un episodio de transición y probablemente el más flojo de la serie. La cuarta entrega, fechada en 1992, de título Carnívora, plantea un argumento más sencillo y claustrofóbico, tributario de una “ci-fi” clásica. Se retorna al tema del mal, el morbus gravis, con lo que la nave se llena con ambientes propios de matadero, con sangre y necropsias. Se va cargando el tema del sexo, haciéndose cada vez más explícito, y como en anteriores volúmenes los finales se quedan abiertos con subtramas abandonadas, bien para tener posibilidades de seguir contando la historia, o bien por simple olvido e incompetencia del autor.

En 1995 sale al mercado Mandrágora, con dos aspectos argumentales muy llamativos. Lo onírico se desencadena apareciendo sueños dentro de sueños, así como importantes dudas entre lo real y la pesadilla. El sexo se hace tremendamente visual, y el erotismo extremo va virando hacia una pornografía más prosaica. El leit motiv del episodio es de una crueldad sádica, ya que el suero buscado que retrasa la aparición del “mal”, se extrae de la sangre vertida tras la mutilación genital, y ahorcamiento de sujetos sanos, sometidos a una ardiente excitación sexual, que la misma Druuna les provoca merced a sus artes amatorias. El episodio es tan cruel y paradójico como toda la obra, sin concesiones a la esperanza, o mucho menos a la bondad. La protagonista, más caliente que nunca, por la acción alucinante y afrodisíaca del extracto de la mandrágora, excita a hombres jóvenes y sanos que son colgados y mutilados antes de su eyaculación. La leyenda dice, que las flores de mandrágora crecen a los pies de los ahorcados, puesto que su fertilizante es el propio semen que escurre de los ajusticiados cuando la cuerda atenaza sus gargantas hasta estrangularlos.

Las últimas entregas, Afrodisia (1997) y El planeta olvidado I (2000 -el tomo II está ya anunciado para 2003-), pese a mantener su impecable estética formal, son cada vez más alambicados y retorcidos, siendo difícil separar los distintos tipos de sueños y la (¿inexistente?) realidad. Es poco lo que queda por contar, por lo que estas últimas entregas giran sobre un argumento excesivamente gastado. Aquellos esbozos de ciencia ficción con cierto eco social que caracterizaron las primeras entregas, con alusiones a la dictadura, la teocracia, la negación de información a una sociedad que se va envileciendo y enfermando, los atisbos revolucionarios de unos personajes que sospechan la verdad y que han sido incoherentemente retirados del relato, se han ido sucediendo por el manido truco de lo onírico, que como en muchas ocasiones enmascara la incapacidad del narrador. El relato cada vez va acercándose más a un punto muerto, con los lectores más perdidos, que tan solo disfrutan de las redondeces de Druuna. Nada sabemos del antes de la presencia de la nave ciudad, ni del después, y ni siquiera del ahora pues todo parece una matriz de falsas ensoñaciones que llegan a contener sueños de sus integrantes. Lioso, excesivamente lioso.

Uno de los aspectos que más llama la atención en este cómic, es la no concesión a un escape humorístico, a modo de espita que libere la presión contenida en cada una de las entregas de Druuna. Serpieri ha densificado demasiado lo extremo, y cuando eso ocurre se cae con facilidad en el ridículo. El autor está siendo devorado por la “seriedad” de una obra que necesita salidas argumentales. En general las temáticas extremas de sexo y violencia en los cómics suelen ser catalogadas, dicho sea con precauAfrodisiación, de productos de segunda. En un país como Italia, su distribución suele ser popular, de amplia tirada, generosa en páginas y con cadencia frecuente. Esto obliga a una industrialización del producto y a una despreocupación por el dibujo y contenidos, apareciendo toscos y de un humor cafre y bestial. Generan pocos comentarios, y cuando aparecen son de claro desprestigio, a no ser que lleven firmas de reputados polemistas tipo Umberto Eco. En la línea de este tipo de cómics que parecen subproductos, y que luego tienen un rendimiento creativo y narrativo aceptable, encaja también la obra Necrón, de Magnus (Robert Raviola), con temática parecida de sexo, violencia, necrofilia, canibalismo, mutilaciones y demás lindezas, narradas con la descarnada coartada del humor grueso, que en toda su ordinariez resulta de lo más divertido. Es una exposición sin complejos y sin desafíos, pero honrada y cómica hasta el final. Tan dilatado catálogo de perversiones es el que más o menos exhibe Druuna, por mucho embalaje onírico y desasosegante que el autor quiera utilizar como envolvente.

Conclusiones

Druuna queda pues como un cómic visual, con una prodigiosa técnica de dibujo, y que salvo las dos primeras entregas, no plantea un relato estructurado, y aun así no está lo suficientemente resuelto. Debido a su gran visualidad dispone de un impecable sitio web, con una galería de imágenes francamente afortunada, pero muy escasa de contenido informativo. Su éxito ha propiciado un “merchandising” notable, a base de videojuegos, postales, naipes, y sobre todo fabulosos libros de ilustraciones de alto contenido erótico, adornados con unos textos tan escasos como ridículos. La honradez de Serpieri y su paso por la historia de los cómics se ha manifestado en el fetichismo glúteo exhibido ante su protagonista, que da magníficos resultados en sus libros de ilustraciones, pero del todo insuficientes a la hora de relatar una historia en arte secuencial. Paolo Eleuteri Serpieri necesita de un guionista para que su obra merezca entrar en el cómic de calidad. Imaginemos su arte erótico y fetichista al servicio de una historia de Cothias, Dufaux, Van Hamme o incluso de los textos de guionistas yanquis como Moench, Kevin Smith o el británico Garth Ennis. Una historia con protagonista femenina en exteriores iluminados e interiores barrocos, y con un tema en donde lo pasional, lo erótico, el sudor o las secreciones, manen y brillen, pero sobre todo enmarquen la desnudez de una protagonista con un culo como el de Druuna.

En definitiva un sueño fetichista y carnal.


VÍNCULOS:

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Morbus Gravis

Morbus Gravis II Mandragora

Morbus Gravis

Morbus Gravis II

Creatura

Carnivora

Afrodisia

Aphrodisia

 

Mandragora 

 

Planeta Olvidado

El Planeta Olvidado


 [ © 2003 Eduardo Martínez-Pinna, para Tebeosfera 030131. Todas las imágenes son © 2003 Eleuteri Serpieri ]