Juan Arancio

Juan Arancio fue un dibujante autodidacta aunque cursó un año en la Escuela de Artes Plásticas (con escaso éxito). Siempre le atrajo la historieta y siempre quiso ser historietista, y creó sus personajes sin ser profesional, de hecho el impulso lo obtuvo cuando presentó una historieta de su creación El Gaucho Saverio a un concurso organizado por el diario El Interior de la ciudad de Santa Fe, si bien le cambió el nombre por Santos Bravo.

Su carrera profesional arrancó en 1950, en la revista Aventuras, adaptando la novela Las cuatro plumas. Desde 1953 colabora con otras publicaciones, como 10 cuentos y una platea, Poncho Negro, Odiselandia o Justy, en la que publica en 1956 una historieta titulada “Rebelión”. Desde 1959 su firma adquirió mayor peso a partir de su trabajo como autor completo en la serie Terry Dick, para la revista Fargo Kid de la Editorial Cleda. Ese mismo año saltó a las páginas de Frontera Extra y Hora Cero Extra, dos de los grandes títulos de esta época, con historietas de temática gauchesca o isleña como “Misterio”, “El manguruyú” o “La nutria blanca” (la mayoría con guiones de Jorge Mora), colaboraciones que se intensifican al año siguiente con títulos como “Imunga”, “Macho Viejo” (de ambiente africano), “Texas”, “El motín del Bangalore”, “Aventura en el mar” y “Motín en el negrero”. En esta misma onda siguió en 1960, tras emigrar Carlos Roume al mercado europeo, porque Arancio se hizo cargo de la serie Patria Vieja que aparecía en Hora Cero Extra, y luego de otras obras de similar temática que se publicaron en Frontera Extra, como “Invasiones”, en referencia a las Invasiones Inglesas. El rescate de su serie Santos Bravo tuvo lugar en esta etapa, nada menos que con guiones de Oesterheld ahora y el material de sus inicios redibujado para la ocasión. En 1961, Arancio adaptó la obra Martín Fierro a modo de relato ilustrado.

Casi a la par que trabajó para Frontera, este dibujante colaboró con Columba, también en historietas de adaptación histórica o del contexto gauchesco: recuperó otra vez Santos Bravo para las páginas de Fantasía en 1966 y destinó a las páginas de D’Artagnan la serie creada por Julio Alvarez Cao Pehuén Curá. También colaboró con otro sello, Yago, en los sesenta, con series como Fuerte Argentino (Misterix y Super Misterix), Dr. Yukón (con guion propio), Los pescadores de ballenas (Misterix, 1964) y otras historietas sueltas. Desde 1966 colaboró con la revista Anteojito ilustrando obras de Salgari, Julio Verne y Stevenson, entre otros escritores, y en 1967 Clarín le encargó la tira diaria El Chumbiao, sobre guión de Fermín Chaves, y tras finalizar esta en 1969: El Capitán Ontiveros, con guión de Antonio Nella Castro (serie que mantuvo hasta la aparición en 1975 de El Loco Chavez, de Trillo y Altuna). Algunas de estas obras serían recuperadas luego: El Chumbiao en El Tony, ahora con dibujo y guiones de Arancio, y Martín Fierro.

Arancio también trabajó para los mercados exteriores a través de agencias. Sus cómics se publicaron al menos en Reino Unido, Australia, Canadá, Italia y Estados Unidos (en este caso, por encargos de Disney).

En el tramo final de su carrera como historietista Arancio realizó Montez (Skorpio Gran Color, 1977) y Timber Lee (Tit-Bits, 1977), sobre guiones de Mino Milani. A comienzos de los ochenta dejó la historieta para dedicarse por entero a la pintura, realizando varias exposiciones y logrando premios.

Poco hizo por su ciudad, salvo nacer allí y una tira (titulada Juan Chiviro) para el diario local El Litoral, pero en 1993 fue declarado ciudadano ilustre por el Concejo Municipal de la ciudad de Santa Fe.