Historietista con obra casi por completo ligada a la cabecera TBO, conocido por su continuación de la serie La familia Ulises.
Desde niño se sintió atraído por el dibujo y tras desempeñar ciertos oficios de aprendiz (de pastelero, de notario) terminó consiguiendo una plaza de bancario. Debido al desempeño de esta actividad conoció al autor Urda, que también trabajaba en una entidad bancaria, y entre él y Coll le convencieron de dedicarse a hacer historietas para conseguir un sobresueldo. Así, tras algunos tanteos en el dibujo publicitario y ver publicadas algunas pocas obras en el inicio de la década de los años cincuenta en los sellos Bruguera (viñetas sueltas para la sección compartida El mundo se ríe... en PULGARCITO) y Toray (las series Don Hilachas y Patam Paff, entre otras historietas sueltas, para GARABATOS), se integró en la plantilla de dibujantes de TBO desde 1951, revista a la que quedó ligado para el resto de su carrera, formando parte del elenco habitual de firmas de esta publicación hasta los años ochenta y con contadas excepciones fuera de ella (se vieron viñetas suyas en la segunda época de Tio Vivo, desde 1964, por ejemplo).
En la revista fundada por Buigas pero ahora dirigida por Viña, se vio obligado a modificar su estilo para adaptarse al que la editorial consideraba más adecuado, el de Benejam, a lo cual se adaptó perfectamente. Tanto, que llegaría a ser el continuador de las historietas de la serie más apreciada por los lectores de TBO: La familia Ulises. De su autoría, obra al completo de Blanco, se recuerda sobre todo la serie protagonizada por la tribu de los Kakiku, que inició en 1963. Blanco trabajó como dibujante en la publicación hasta el año 1981, usando también la firma Ibarz (su segundo apellido) para simular que era otro autor el que participaba en los números de la revista. Sus historietas siguieron apareciendo en la revista durante años posteriores, rescatando inéditos o reutilizando otras dibujadas con anterioridad; al menos esto ocurrió hasta el año 1983.
En 1993 se publicó un libro que transparentaba su otro gran amor, la ciudad de Barcelona: Barcelona, de Blanco (1993), obra que dejaba clara que su otra gran influencia a la hora de dibujar había sido Opisso. Ante la insistencia del editor Jordi Coll, en 2013 redibujó y puso color a la serie de historietas Otto el cañón, creada en 1966 para TBO pero que había quedado inédita, la cual se publicó finalmente bajo el sello Amaníaco. Además del catálogo publicado por B en 1993, Caja Madrid publicó el titulado Josep M. Blanco. Dibuix Humoristic, en 1999. El catálogo que más y mejor recorre su obra es el publicado por el cabildo de Palma de Mallorca titulado Humor Blanco, de 2011, con un estudio profundo de su obra por Florentino Flórez que daba fe de su gran producción: más de tres mil historietas y casi 32.000 viñetas sueltas para TBO.
También se dedicó a la pintura (al óleo) durante la última etapa de su vida. En 2016 fue merecedor del Gran Premi del Saló del Còmic de Barcelona.