Christin fue muy aficionado a la novela popular, sobre todo a la detectivesca. Tal es así, que tras terminar sus estudios en la Sorbona defendió una tesis sobre la literatura popular titulada "Le fait divers, littérature du pauvre". También estudió piano de jazz, y se desempeñó como periodista, traductor y escritor. Vivió un tiempo en los Estados Unidos, donde desarrolló gran afición por la música negra y la ciencia ficción
En 1967, al tiempo que obtenía una plaza como profesor en la Universidad de Burdeos, vio la luz la primera aventura de Valerian, que escribió para ser dibujada por Mézières. Alternó la actividad académica con la escritura de guiones durante los años setenta y ochenta, sobre todo en la revista Pilote (para los dibujantes Tardi, Boucq, Goetzinger, Vern y otros), abordando diversos géneros, incluyéndose los de calado político, a los que era muy afín. Un ejemplo de esto lo tenemos en sus álbumes con Enki Bilal, como Las falanges del orden negro.
Le gustaba mucho viajar y sus experiencias acumuladas por todo el mundo las volcó en sus cómics (La estrella olvidada de Laurie Bloom, Corazones sangrientos, o El hombre que da la vuelta al mundo). Fue también novelista (ZAC, Rendez-Vous en Ville, L'Or du Zinc) y guionista para teatro o cine (Bunker Palace Hotel).