Raimundo Ferrer Santamaría

Aunque nació en un pueblo de Burgos, Ferrer se mudó a Barcelona a los siete años de edad y desde entonces vivió allí. Pasó gran parte de su infancia enfermo y el resto trabajando como aprendiz de mancebo o de librero. Por entonces ya era un gran aficionado a la lectura de tebeos. Se integró en la redacción de Editorial Bruguera en 1958 para realizar labores de demandaduría y allí trabó conocimiento con los autores de la casa, deseando comenzar él mismo a dibujar historieta, pero no lo haría en este sello sino en la editorial Marco.

Durante el sevicio militar siguió educándose (con libros censurados según ha declarado) y dibujando historietas para el periódico del cuartel (El Pernocta). Al salir del ejército se dirigió a la redacción de Argos porque necesitaban un director artístico y logró el puesto, encargándose de la puesta a punto de Strong, una revista en la que se tradujeron excelentes obras de cómic franco-belga. En 2016 se publicó el libro La aventura de Strong, escrito por él mismo junto a Miguel Agustí, en el que se recuerda este periodo.

Su dedicación técnica no impidió que sacara a relucir su vena artística. En 1975 había fundado el colectivo Onomatopeya junto a Josep Solá y Luis Díaz, un grupo que orientó su trabajo hacia la historieta y la ilustración combativa con mensajes emitidos desde la izquierda ideológica con una clara vocación anarquista. Elaboraron obras sobre La Pasionaria, Durruti y otras que no consiguieron vender en su día a las revistas más abiertas que en ese momento circulaban por Madrid (Cuadernos para el Diálogo, Triunfo) pero sí lo lograron en la revista barcelonesa Por Favor, donde encajó perfectamente su serie de corte anarquista titulada Tiempo de estampas, por la cual fueron procesados. Otros trabajos del equipo Onomatopeya de estos años se publicarían luego en las revistas Fotogramas y El Viejo Topo. También bajo esa autoría realizaron los manuales teóricos La novela policiaca y La novela de aventuras.

Ferrer continuó trabajando por libre, escribió novelas y también se le ocurrió elaborar un libro sobre Buenaventura Durruti, Durruti 1896-1936, en el que se incluyeron ilustraciones suyas. A este trabajo, muy aplaudido y que fue reeditado tres veces, le siguió 100 españoles de la razón y de la espada (1931-1939), un volumen con varias biografías, poemas e ilustraciones sobre el final de la II República y el comienzo de la Guerra Civil. En esta época, Ferrer también trabajó como periodista en El Diario de Barcelona y Diario 16, haciendo efemérides y críticas de novela popular, un género literario que adoraba. En El Periódico de Cataluña también desarrolló una sección, Vidas ejemplares.

Su último encargo fue ilustrar la historia de la CNT con motivo de su centenario, lo cual realizó junto al autor satírico Azagra. El resultado llevó como título Viento del pueblo y vio la luz en 2010. Su proyecto de elaborar la biografía ilustrada de cien anarquistas de todo el mundo y el cómic sobre la historia de España planeado para que lo dibujase Azagra han quedado inéditos.

En 2002 se celebró una exposición sobre los trabajos de Onomatopeya en el Centro Cultural Histórico-Artístico de Arco de Santa María.