Seudónimo tras el que se pudo ocultar la autoría colectiva de los textos editoriales y algunas de las muestras de humor gráfico de la revista satírica Retranca.
Utilizado probablemente no tanto para evitar comprometer indivualmente a los directores y colaboradores de la publicación como para crear la percepción de una pluralidad de voces que pudieran ser asimiladas a la mascota de la revista y la comitiva de las almas en pena, de cuya tradición popular tomó su nombre.