50 AÑOS NO ES NADA. ENTREVISTA CON JUAN LUIS IGLESIAS Y OLGA CARMONA PERAL
JORGE GARCÍA

Origen:
Tebeosfera, 2ª Época, 0
Resumen / Abstract:
El guionista Juan Luis Iglesias (Montehermoso, Cáceres, 1973) y la dibujante Olga Carmona Peral (La Línea, Cádiz, 1977) son los autores del excelente libro de historietas 50 años no es nada, coeditado por Dibbuks y Aleta Ediciones, y que fue una de las grandes sorpresas del XXIV Saló del Còmic de Barcelona. Cuando las efemérides sobre la guerra civil, su comienzo o su final prologando el largo período de la dictadura franquista, siguen estando en boca de todos a raíz de las acciones legislativas y judiciales englobadas en lo que se ha dado en llamar Memoria Histórica, es buen momento para rescatar esta obra que a vista de pájaro se cierne sobre la intrahistoria de quienes protagonizaron aquellos difíciles años, hace tan sólo medio siglo.

 50 AÑOS NO ES NADA

Jorge García- ¿Cómo os convertisteis en autores de historieta?

 
            Juan Luis Iglesias- Soy un gran aficionado a la historieta desde pequeño. Podría decirse que aprendí a leer con los cómics. La maestra que intentaba enseñarme a leer, como no se me daba muy bien (no me debía motivar mucho aquello de la “m” con la “a”, “ma”) recomendó a mi madre que me comprara tebeos para que leyera en casa. Y así fue. Crecí leyendo las publicaciones de Bruguera: Mortadelo, Súper López, Pulgarcito, etc. Y luego descubrí los clásicos del cómic franco-belga en la biblioteca de mi pueblo: Tintín, Asterix, Blueberry, Valerian... Me convertí en un adicto a la lectura (habría que darle una medalla a aquella maestra) y hace tres o cuatro años me inscribí en un taller de literatura (de relato breve, para ser más exactos). Y empecé a escribir. Pero como mi verdadera pasión son las historietas, decidí convertir esos relatos en guiones para cómic. Después llegó el encabezonamiento con publicar, buscar un dibujante, una editorial. Y aquí estoy.
 
Olga Carmona- Yo he querido ser dibujante de cómics desde siempre. Creo que lo decidí con siete u ocho años, y ahí sigo. Estudié Bellas Artes en Granada y empecé a dibujar historias por mi cuenta, que enseñaba en los salones de cómic sin mucho resultado. En 2001 y 2003, respectivamente, edité los fanzines Ali ya no vive aquí y Círculos concéntricos con mis colegas de Producciones Indesentes (de hecho,aún pueden conseguirse en algunos salones). Eran historias cotidianas, de corte intimista y juvenil. Esto me abrió algunas puertas. En 2004 publiqué mi primer álbum Probabilidades con Recerca Editorial. Ellos estaban buscando una historia para unas coediciones con la editorial estadounidense Cyberosia Pb., que al final no se hicieron. Era un cómic que mezclaba una trama realista como las que ya había hecho, con elementos fantásticos, de terror (que era un poco lo que buscaban los estadounidenses). Al final, Recerca la publicó en solitario: para mí fue una gran oportunidad. Por otra parte, también he colaborado en la revista Dos veces breve de Ariadna Editorial y, desde hace un par de años, me dedico profesionalmente a la ilustración de libros educativos e infantiles.
 
            JG- ¿Cuál es el origen de 50 años no es nada?
 
            JLI- El germen está en los relatos que tenía escritos y que transformé en guiones de cómic. Al principio se trataba de una recopilación de seis historias independientes, sin relación alguna. Mi intención era buscar un dibujante para cada una de esas historias. Me parecía más fácil convencer a alguien para dibujar seis o siete páginas que para dibujar un álbum completo de sesenta o setenta páginas. Y además luego podríamos intentar la publicación por separado en alguna revista de cómic o todas juntas recopiladas en un álbum. Pero al final la idea cambió. Un amigo leyó las historias y me propuso relacionarlas. En principio, yono lo veía factible: no veía un nexo de unión. Pero poco a poco fui perfilando la idea, eliminé una de las historias, añadí dos nuevas, las modifiqué todas en mayor o menor medida y al final conseguí darle una cohesión al conjunto, una estructura que me gustaba, que me resultaba atractiva, como guionista y como lector.
 

OC- Para mí fue una grata sorpresa: Juan Luis me envió el guión sin conocerme, porque estaba buscando dibujantes por internet. Me pareció que era un guión muy bueno, que trataba temas que no se suelen ver en formato cómic. Reconozco que no soy una apasionada de los relatos históricos. Pero, en este caso, lo que más me atrajo fue que era una historia de personajes, que los momentos históricos reforzaban las tramas y no al revés. Personalmente era una oportunidad, yo tenía un álbum propio a medio escribir pero no tenía demasiado tiempo por mi trabajo y este proyecto me parecía más viable a corto plazo. Además era un reto ya que supone un cambio técnica y estilísticamente respecto a lo que había hecho antes.

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JG- ¿Cómo afrontaste ese reto?
 
OC- Desde el principio tuve claro que no quería hacer un tratamiento excesivamente realista ya que creía que el guión, al tener elementos históricos y dramáticos ya pesaba demasiado. Quería que el dibujo fuese un poco contrapunto, que el diseño de personajes fuese más caricaturesco, más blandito, para que el lector lo sintiera más cercano. Eso fue quizá lo que más me costó, porque yo suelo hacer un dibujo más realista en cuanto a anatomía y fondos. Respecto a los grises usé una técnica que ya había probado en algunas historias cortas: en realidad está hecho en negativo, es blanco de gouache sobre papel de color. Yo quería que tuviesen un matiz manual, de pincel, pero que tampoco se comiera el dibujo, que está muy cerrado y definido. Creo que se adecua bastante bien al tono de las historias.
 
JG- ¿Por qué elegisteis la estructura de capítulos autoconclusivos?
 
JLI- Enlazando con todo lo anterior, pensé que lo atractivo de la propuesta era que cada capítulo se podía leer de manera independiente, pero juntos formaban una historia mayor, a modo de puzzle, con el leitmotiv del paso del tiempo y de cómo nuestras acciones nos pueden afectar en el futuro. Se trataba de abarcar un largo periodo de tiempo contado en pocas páginas. De ahí el título, 50 años no es nada, homenaje a su vez a la canción de Gardel, Volver. La estructura del libro permitiría al lector acercarse a momentos puntuales y cruciales de las vidas de los protagonistas, entrelazando las historias personales con la historia reciente de España y Portugal, y dejando entre cada capítulo grandes elipsis en las cuales cabría mucha más Historia y muchas más historias de estos personajes. Elipsis que el lector podría imaginar, suponer, completar. Hacer que el lector rellene con su imaginación lo que falta, que participe en la narración. Quizás un poco complejo o ambicioso para una opera prima, pero me motivaba lo suficiente para intentar sacarla adelante y esforzarme en contar esta historia.

 

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            JG- Juan Luis, ¿seguiste algún criterio a la hora de elegir los distintos escenarios históricos?
 
JLI- En el proceso que comentaba antes de unificar los relatos, cada historia fue encontrando su época de forma natural, aunque me ayudé con una tabla de fechas y edades de los personajes, para que todo encajara bien. Inicialmente solo uno de los capítulos, el cuarto (titulado “21 claveles”), estaba anclado en una época concreta: en la Revolución de los Claveles, acaecida el 25 de abril de 1974 en Portugal. Éste fue el primer episodio en posicionarse temporalmente. El siguiente fue “Amador, el desertor”, historia que luego se convertiría en el primer capítulo: se trataba de un relato de desamor ambientado en una guerra, y me pareció que lo más lógico era que transcurriera en 1937, en plena Guerra Civil. Por su parte, el segundo capítulo (“Carlos, el niño pintor”) contaba la historia de un niño huérfano que dibujaba una familia imaginaria en la pared; este relato cayó por su propio peso en la posguerra, donde por lógica habría una gran cantidad de niños y niñas en su misma situación; el año más adecuado, por la edad del personaje, me pareció 1945. El capítulo tercero, “Pálpitos”, transcurre en 1953 porque Joao, el hijo de Fátima y Amador (que en 1974 tenía 21 años), en esta historia debía ser apenas un recién nacido; por tanto, si echábamos cuentas, el año debía ser 1953. El quinto capítulo se titulaba “Tarde de domingo” y en principio no tenía asignada una fecha precisa; pero siguiendo la idea de relacionar la historia íntima de los personajes con acontecimientos históricos, me pareció adecuado hacer coincidir el nacimiento de la hija de Carlos con la aprobación de la Constitución Española en 1978 (nacimiento a su vez del nuevo status sociopolítico español). Y los dos últimos capítulos, el sexto (“Los tabuones”, situado en 1981) y el séptimo (“La muñeca”, en 1987), al no estar relacionados con ningún acontecimiento histórico, simplemente encontraron su año en función de la edad que Amador debía tener.
 
            JG- Da la impresión de que utilizas el contexto histórico para subrayar las emociones de los personajes.
 

            JLI- Lo que me interesaba era remarcar que los grandes acontecimientos históricos no sólo afectan a las naciones, la política o la economía, vistas como conceptos abstractos, sino que afectan, antes que nada, a personas corrientes como cualquiera de nosotros. Estos grandes acontecimientos quedan deshumanizados con el paso de los años, al quedar reflejados principalmente en los fríos libros de historia, cargados de datos y fechas, pero alejados de los aspectos humanos, de ese lado más personal y, al fin y al cabo, más intimo e interesante desde mi punto de vista. Y aquí es donde la ficción, sea literatura, cine o narración gráfica, debe aportar ese otro punto de vista y completar la comprensión de esos grandes acontecimientos históricos y sus consecuencias para con las personas de a pie. En este sentido, los personajes de 50 años no es nada se encuentran en medio de esos acontecimientos y, sin duda, se ven afectados por ellos, independientemente de que participen de forma más o menos activa.

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JG- ¿Cómo fue trabajar juntos?
 
            JLI- Fue una suerte encontrar la dirección de correo electrónico de Olga en internet, contactar con ella, enviarle el guión y, sobre todo, que le gustara tanto como para dibujar sesenta páginas, con la complicación añadida de ambientar cada capítulo en una década distinta. Ella trabaja como ilustradora y se nota que es toda una profesional. Y creo que ha hecho un trabajo estupendo. Vamos a oír hablar mucho de ella, ya verás.
 
Por otra parte, y antes de ponernos a trabajar, envié a Olga un CD lleno de documentación gráfica que recopilé para ayudarle en la tarea de buscar vestimentas, vehículos, edificios, portadas de periódicos y todo aquello que nos permitiera dar credibilidad a la ambientación, según el año en el que transcurría cada capítulo. Toda esta documentación la encontré principalmente en internet. Fue una tarea sencilla, aunque laboriosa. También me pasé por la Biblioteca Nacional, para buscar las portadas de los periódicos del 7 de diciembre de 1978, en las que se anunciaba la aprobación de la Constitución Española, así como la portada de la primera edición de Paracuellos de Carlos Giménez, publicada por Amaika en 1977. Al final acumulé mucha más documentación de la que necesitábamos, pero ahí esta, quizás pueda serme útil en el futuro. Y en cualquier caso fue interesante como proceso en sí.
 
En cuanto al método de trabajo, mis guiones son detallados viñeta por viñeta, indicando el tipo de plano (general, primer plano, americano…), describiendo el contenido gráfico de la viñeta y el texto si lo hubiera. A partir de ahí, Olga abocetaba el dibujo, repartiendo las viñetas por página, cambiando el plano de alguna de las viñetas, o añadiendo alguna que otra viñeta, si le parecía que con eso mejoraba la narrativa, y luego me enviaba las páginas abocetadas para asegurarnos que todo encajaba bien. Yo le daba mi opinión, con algún pequeño cambio ocasional, y entonces se ponía con el dibujo definitivo.
 
Ha sido muy fácil trabajar juntos, porque desde un principio nos hemos entendido a la perfección. Olga sabía interpretar cada detalle del guión que yo quería resaltar. Me ha resultado muy gratificante ir viendo cómo la historia cobraba vida a través de sus dibujos.
 
            OC- Es verdad, ha sido muy fácil trabajar juntos. Como Juan Luis ha contado, me mandó un guión bastante cerrado con el número de viñetas pero no de páginas, por lo que, como dibujante, te deja mucha libertad a la hora de crear el ritmo narrativo de las historias.
 
A mí personalmente me gusta mucho cuando la estructura de página tiene un ritmo muy marcado. Mis escenas favoritas son las de “Tarde de domingo”, cuando hacen el bizcocho, ya que aunque hay muchas viñetas por página creo que se leen de forma muy amena y también las páginas de viñetas horizontales como la escena de los bomberos en “Los tabuones” que dan una sensación de cinemascope. El guión de Juan Luis daba mucho juego para usar este tipo de recursos, y de hecho la estructuración de la historia en storyboards la hice casi toda de un tirón, salió muy fácilmente y apenas hicimos cambios posteriores.
 
En cuanto a la documentación que me proporcionó Juan Luis había muchas cosas que se quedaron en el tintero, una vez empecé con las páginas vi que tampoco era cuestión de introducir detalles de forma gratuita: creo que la fuerza de la historia está en los personajes y la ambientación debía ser la justa para situar al lector.

 

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JG- ¿Cuáles son vuestros referentes?

 
JLI- No soy consciente de que autores de cómic han podido influirme, aunque puedo darte una lista de mis preferidos: Carlos Giménez (para mí, uno de los mejores autores de cómic de la historia, al que hago un sincero homenaje en el libro), Jiro Taniguchi, Frederik Peeters, Frank Miller, Beto Hernández, Manu Larcenet, Alan Moore, Suehiro Maruo, Seth, Paul Grist, David Lapham, Jordi Bernet
 
En cuanto a literatura, cito algunas de mis obras preferidas; curiosamente, tres libros de relatos: Crónicas marcianas de Ray Bradbury, Música de cañerías de Charles Bukowski y Crónicas de motel de Sam Shepard.
 
Y respecto al cine, ahí va otra pequeña lista: Sin perdón de Clint Eastwood, Calle Mayor de Juan Antonio Bardem, El imperio de los sentidos de Nagisa Oshima, Alguien voló sobre el nido del cuco de Milos Forman, Lugares comunes de Adolfo Aristarain, Casablanca de Michael Curtiz y Pulp Fiction de Quentin Tarantino.
 
OC- Por mi parte, soy bastante clásica con respecto al dibujo. No obstante, me gusta la experimentación, aunque creo que lo primero debe ser que la historia pueda leerse, que la entienda cualquiera. Mis influencias son variopintas: desde Alan Davis a Mike Mignola, pasando por el primer Chris Bachalo, Katsuhiro Otomo, Jaime Hernandez, Adrian Tomine o Juan Berrio.
 
            Yo solía leer cómics de superhéroes cuando estaba en el instituto pero siempre me gustaban los dibujantes más raritos. Por otra parte, lo que más me gustaba de esos cómics era el rollo culebrón que le daba Chris Claremont. Hoy día, las historias de género me interesan cada vez menos. A este respecto, creo que a veces se confunde género con estereotipo. Me gustan las historias personales donde se ve que el autor está contando algo con una implicación emocional, aunque no tenga que estar hablando precisamente de su propia vida. Esto vale tanto para los cómics como para el cine o la literatura, que son hermanos. Me da mucha pena que la gente se tome el cómic tan poco en serio, relegándolo a un papel de medio de entretenimiento y ya está.
 
Personalmente el cómic me parece un medio genial, que une lo personal y artesano del dibujo con la literatura. Sin embargo, no leo demasiados cómics. Me gusta mucho la literatura inglesa de finales del XIX hasta el periodo de entreguerras; también el cine de autor, el arte contemporáneo y muchas otras estupideces superficiales. No sé, creo que no hay que cerrarse a nada en concreto.
 
JLI- Yo, al contrario que Olga, sí soy un lector asiduo de cómics. Y coincido con Olga en que el cómic me parece un medio magnífico para contar historias. Tiene lo bueno de la literatura unido a lo bueno de la pintura y el dibujo, y sumando estos elementos se consigue algo mejor que la simple suma de esas partes: un medio con entidad propia, universal, con sus propias reglas y con sus puntos fuertes, como el uso icónico del dibujo que facilita la transmisión de ideas. Además, se necesitan relativamente pocos medios (papel, lápiz, tinta) para contar cualquier historia, incluso la más épica, al contrario de los grandes presupuestos necesarios para el cine. Y siendo un medio joven, si lo comparamos con la literatura, esto lo hace interesante pues lo mejor está por llegar: es decir, corresponde a los autores actuales explorar los caminos abiertos por los autores del siglo XX.
 
JG- Y respecto a la historieta española, ¿qué opináis del panorama actual? ¿50 años no es nada encaja en ese panorama?
 
OC- Como autora creo que ahora mismo dentro de lo que cabe no se vive un mal momento, hay bastantes editoriales empeñadas en sacar material de autores españoles aunque no sea muy rentable, y esto permite gran libertad creativa a los autores (aunque sea un trabajo muy mal remunerado). Creo que los álbumes de autores españoles en general son bastante honestos y que hay un nivel bueno. Supongo que todos estos autores acabarán trabajando en el extranjero en obras de encargo.
 
Aunque no creo que haya unas líneas claras respecto a lo que se edita, 50 años no es nada puede encajar en lo que la gente llama “cómic para gente que no lee cómics”, está pensado para un público más amplio, que lee más bien literatura, aunque supongo que llegar a él con el tipo de distribución que hay para cómic en España va a ser difícil.
 
JLI- Pienso que el panorama actual es esperanzador. En los últimos años han surgido gran número de editoriales, la mayoría de ellas pequeñas, pero muy activas, que han conseguido diversificar la oferta, publicando obras más arriesgadas y provocando que las editoriales grandes vean que hay un mercado para productos más maduros. Todas estas editoriales quieren publicar “el cómic del año” y esto provoca un efecto dominó muy interesante. Lo mejor del panorama mundial acaba siendo publicado en España, y cada vez con mejores ediciones, más cuidadas. La publicación de obras como Maus de Art Spiegelman, Jimmy Corrigan de Chris Ware, Berlín de Jason Lutes, Píldoras Azules de Frederick Peeters, los reportajes de Joe Sacco, las obras intimistas de Jiro Taniguchi, Palomar de Beto Hernández y un largo etcétera, debe haber llamado, por fuerza, la atención del sector “serio” (entre comillas, pues habría mucho que matizar al respecto) de la cultura. Como prueba de ello, ahí está la creación del Premio Nacional de Cómic. Esto, unido a la avalancha de películas que adaptan cómics (y no hablo sólo de las adaptaciones de superhéroes) y al auge de la cultura oriental (manga incluido), hace que se hable cada vez más de cómics en la televisión o en la prensa escrita.
 
Todo esto es una opinión personal, claro, pero pienso que vivimos cierto boom, cierta mejora en cuanto a reconocimiento como medio artístico y de entretenimiento. Y este auge, con la variedad de editoriales que existen hoy día (al que parece que se están sumando, aunque tímidamente aún, editoriales no especializadas en cómic) permite que sea más factible publicar ciertas obras, como es nuestro caso. Así que la respuesta es sí, creo que 50 años no es nada encaja en el panorama actual del cómic español, donde se publica, por suerte, todo tipo de obras. Y a las pruebas me remito: Juana de Arco de Leiva, Barrio de Giménez, Bardín de Max, El arte de Juanjo Sáez, Omar el navegante de Pedro Rodríguez, Los cuentos de la estrella legumbre de Olivares, El circo del desaliento de Rubín, Los Reyes Elfos de Víctor Santos, Las aventuras del Capitán Torrezno de Valenzuela… Son sólo algunos ejemplos de las obras publicadas en España por autores españoles en el último año y pico. Más variedad temática, imposible. Y esto es síntoma de buena salud creativa.
 
Otro tema es que este auge facilite el que los autores españoles puedan publicar aquí y vivir del cómic. Esto sólo llegará si se consigue crear una industria editorial del cómic más potente, sin olvidar en el camino a los autores de aquí. En este sentido, deberíamos mirar más a nuestros vecinos franceses, que no olvidan que, produciendo autores franceses, crean un producto tanto para su propio mercado como para el extranjero, con lo que la ganancia es doble. Por suerte, hay editoriales españolas dando los primeros pasos en este sentido. Veremos lo que nos depara el futuro, pero hay que conseguir que los autores españoles publiquen aquí y luego se vendan los derechos fuera, en vez de que publiquen allí y luego compremos los derechos para editarlos aquí, lo que me parece absurdo. Aunque claro, quizás todo esto que digo es un tanto idealista y alejado de las circunstancias reales que, sin duda, deben ser bastante complejas. Pero no por ello hay que dejar de buscar nuevas fórmulas, mejorar la distribución, etc.
 
JG- ¿Cómo recibieron vuestra propuesta las editoriales Dibbuks y Aleta?
 
OC- Enviamos a Dibbuks los tres primeros capítulos terminados y, previamente, Juan Luis ya le había enviado el guión completo (que había suscitado gran interés). Ellos nos hicieron una oferta bastante buena dentro de lo que es el panorama actual de la historieta. El resto ha sido muy fácil.
 
El formato de libro con 64 páginas creo que era el que más se ajustaba, ya que nos permitía tener un poco más de espacio para incluir las portadillas de cada capítulo que aportan datos para entender mejor el conjunto y hacer que éste quede más desahogado. Por su parte, Ricardo Esteban Plaza (director de Dibbuks) nos dio mucha confianza dejándonos total libertad, algo que es muy de agradecer. En cuanto a la coedición con Aleta es un intento de darle una mejor distribución y difusión a la obra. Además Joseba es muy buen amigo mío y llevábamos un tiempo intentando sacar algo juntos. De todas formas hay que ser realistas, no creo que se venda fuera, ojalá… Yo personalmente me conformo con que haya salido un álbum bastante digno y que me permita seguir publicando cosas.
 
JLI- Yo había contactado ya con Dibbuks para otro trabajo, cuyo estilo de dibujo no iba mucho con la línea editorial que Ricardo busca. Así que cuando empecé a trabajar con Olga, me di cuenta que teníamos un producto que sí encajaba con lo que quería Ricardo. Le envié el guión y las primeras páginas junto con el diseño de personajes, le gustó y todo salió rodado. Tuvimos total libertad en cuanto al contenido de las historias, el tratamiento que queríamos darle y el número de páginas que necesitábamos. Trabajar con Ricardo ha sido muy agradable: es un enamorado del medio y tiene puesta toda su ilusión en sacar la editorial adelante, con una línea muy personal.
 
 
JG- ¿Estáis preparando nuevos proyectos?
 
OC- Yo tengo un libro con guión propio que llevo preparando bastante tiempo, es una historia bastante larga, unas 80 páginas, y quizá un poco arriesgado. Lo he tenido parado casi un año porque no encontraba cómo venderlo, pero parece que la cosa saldrá adelante y probablemente lo tenga listo a principios del próximo año. Como ves, sigo muy ilusionada con esto de los cómics; mis planes ahora mismo son seguir viviendo de la ilustración, ya que me deja mucho tiempo para realizar mis propios proyectos personales de cómic.
 
JLI- Yo he retomado el primer guión que envié a Dibbuks, pero ahora estoy trabajando con Clara Soriano, cuyo estilo de dibujo es completamente distinto al del primer dibujante, que tuvo que dejar el proyecto porque estaba preparando unas oposiciones y, claro, no encontraba el tiempo necesario para dibujar. Se trata de una historia de temática social, que espero que podamos sacar adelante en los próximos meses. Estamos en la fase de diseño de personajes y buscando el tono gráfico a la historia, si bien el guión está completamente acabado. Cuando tengamos suficiente material dibujado, empezaremos a moverlo por las editoriales, a ver si hay suerte. También tengo varias ideas, más o menos avanzadas, que espero ponerme a escribir en cuanto decida con cual de ellas empezar.
 
JG-Muchísima suerte a los dos. Ha sido un placer charlar con vosotros.
 
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EJEMPLO DEL DESARROLLO DE GUIÓN DE UNA PÁGINA DE ESTA OBRA:
 
#38: PLANO GENERAL del pasillo. En primer plano vemos como avanza el bombero, con dificultad, entre la basura (sigue con la nariz tapada). En segundo plano, otro bombero entra por la puerta (también con la nariz tapada).
 
#39: PLANO SUBJETIVO. Como si el lector fuera Amador, vemos al bombero #1 mirando al viejo (es decir, mirando al lector) y al bombero #2 mirando al #1.
 
Bombero #2: El viejo… ¿está bien?
 
#40: PLANO SUBJETIVO. El bombero #1, de mayor edad y más experto que el otro, acerca su mano al rostro de Amador (al marco de la viñeta).
 
Bombero #1: Hemos llegado a tiempo… aún está vivo.
 
#41: PLANO SUBJETIVO. El bombero #2 está desdoblando una manta que traía en previsión de encontrar al viejo y abrigarle.
 
Bombero #2: Pero… ¿qué le ocurre?
 
#42: PLANO SUBJETIVO. El bombero #2 acerca la manta a Amador, para abrigarle. Detrás vemos al bombero #1.
 
Bombero #1: El síndrome de Diógenes…
 
#43: PLANO SUBJETIVO. El bombero #2, abrigando a Amador.
 
Bombero #2: ¿eh?
 
Jorge García

Entrevista desarrollada entre los días 3 a 24 de julio de 2006

Creación de la ficha (2008): Manuel Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
JORGE GARCÍA (2008): "50 años no es nada. Entrevista con Juan Luis Iglesias y Olga Carmona Peral", en "Tebeosfera, 2ª Época, 0" . Rescate en TEBEOSFERA (2008, TEBEOSFERA) -2ª EPOCA- 0. Disponible en línea el 30/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/50_anos_no_es_nada._entrevista_con_juan_luis_iglesias_y_olga_carmona_peral.html