A PROPÓSITO DE LA HISTORIETA EN CUBA DESPUÉS DE 1959. CHARLA CON ROBERTO ALFONSO
DARIO MOGNO, ROBE

Resumen / Abstract:
Cincuenta años de historieta cubana en los recuerdos de uno de sus más importantes protagonistas: Roberto Alfonso Cruz. / Fifty years of Cuban comic in the memories of one of his most important main characters: Roberto Alfonso Cruz.
Notas: Texto publicado en el número 33 de la Revista Latinoamericana de Estudios sobre la Historieta en marzo de 2009.

A PROPÓSITO DE LA HISTORIETA EN CUBA DESPUÉS DE 1959. CHARLA CON ROBERTO ALFONSO

 

Nacido en La Habana en 1937, Roberto Alfonso Cruz no es sólo una de las figuras más significativas de la historieta cubana en los años que siguen el triunfo de la revolución[1], sino también, tal vez, el más minucioso archivista de cuanto en Cuba se ha publicado. Su testimonio es por lo tanto imprescindible para quien quiera acercarse al estudio del desarrollo y de las travesías de la historieta cubana revolucionaria.

La breve entrevista que aquí publicamos se remonta a marzo de 1997. Ocho años después no deja de tener actualidad, pues desde junio de 1990 en Cuba no se publica prácticamente historieta, sólo esfuerzos aislados.

¿A cuándo se remonta tu primer acercamiento a la historieta?

Desde muchacho a mí me llamaba mucho la atención la historieta. Yo leía historietas en la casa de un vecino, porque en mi casa no se compraban. Leía la historieta que venía acompañando los periódicos. Cada periódico de esa época –El País, Diario de la Marina, Información– traía los domingos un suplemento de historieta. Yo, antes de empezar a leer, de saber leer, miraba las historietas. Yo creo que las historietas me inspiraron un poco a aprender a leer muy temprano, por el deseo de leerlas. Entonces oía las aventuras que había en esa época de Tarzán, que daban por la radio. Y en unas tarjetas que utilizaban los políticos de la época haciendo propagandas con su candidatura para las elecciones, por la parte de atrás de la cartulina yo dibujaba.La primera historieta la dibujé teniendo cinco seis siete años, más o menos. Y después ya siempre fui aficionado al dibujo, muy aficionado a la historieta. Los primeros personajes que a mí me gustaron mucho fueron Tarzán, el Fantasma, el Spirit de Will Eisner. Cuando fui creciendo me gustó más el Príncipe Valiente, otro dibujo más complejo.

¿Tarzán de quién era?

En esa época lo dibujaba Burne Hogarth. Después lo dibujaron otros artistas pero en esa época me impresionó mucho el dibujo de Burne Hogarth. Todavía yo tengo colecciones de historieta de aquella época.

Ya entonces, unos años antes del triunfo de la revolución, yo comencé como aficionado a hacer historietas, y entre los amigos conocí a otro dibujante que también le gustaba. Cuando entré en la Escuela Técnica Industrial de Rancho Boyeros conocí a Alfredo Calvo, dibujante magnífico que ya en aquella época tenía un talento tremendo. Durante muchos años él trabajó historieta y yo también. Después conocí a Luis Wilson.

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Figura 1: ¡Aventuras! no. 7 de diciembre de 1965: una de las cuatro revistas de Ediciones en Colores.  
¿Dónde trabajabas entonces? ¿O aún estabas estudiando?

Estudié la primaria y después la secundaria, y luego en la Escuela Técnica Industrial de Rancho Boyeros, donde estudié Pintura Decorativa. Más tarde en la Escuela Normal para Maestros, en la que me gradué. Después estudié Pedagogía en la universidad. Soy doctor en Pedagogía de la Universidad de La Habana. Trabajé casi siempre de dibujante en una agencia publicitaria; antes de 1959, también como decorador de muebles de niños. Hacía los muñequitos recortados de madera que se ponían en la pared de los cuartos de los niños. Al triunfar la revolución trabajaba como maestro de primaria. En 1957 mi amigo Alfredo Calvo trabajaba en Zig-Zag, un periódico humorístico que yo visitaba mucho porque me gustaba el ambiente aquel del dibujo. Ese año Antonio Rubio, que era presidente de la Asociación de Caricaturistas, nos invitó a un grupo de aficionados de la historieta para hacer una exposición en el Salón de Bellas Artes, que se inauguró entonces. De esa exposición algunos se interesaron. Hubo entonces propuestas para hacer historietas cubanas pero se dieron cuenta de que no podían competir con la historieta que entraba fundamentalmente de Estados Unidos.

¿Cuánto pagaban?

Yo no recuerdo cuánto era, pero en realidad la historieta norteamericana entraba muy barata. No se podía competir con ellos. Estados Unidos, a través de sus sindicatos, vendía muy barato, por lo cual nunca se pudo. Muy pocas veces se hicieron historietas cubanas antes de la revolución. Solamente, que yo recuerde, el periódico Información sacaba historietas con dibujantes cubanos, como por ejemplo Plácido Fuentes, o Valdez Díaz, o Niko Lursen, un grupo que trabajaba en Información...

¿Y tú sabes cuánto pagaban estas páginas que se publicaban en Información?

Yo sé que era muy poco pero no sé exactamente cuánto les pagaban.

¿Había dibujantes que vivían de la historieta?

No. ¡Qué va!

¿Y qué hacían estos dibujantes?

Trabajaban para otros lugares. Lo hacían por afición y ganando muy poco pero en realidad no constituía un medio de vida. Yo nunca llegué a hacer historieta antes de la revolución para ninguna publicación, pero tengo entendido que se pagaba muy mal. Recuerdo que Lucilo de la Peña, del periódico El País, nos llamó, y otro dueño del periódico, pero económicamente no podían hacerlo. Algunas autoridades, como el propio ministro de Educación nos mandó a buscar. Él sabía que hacíamos historieta. Yo creo que uno de los primeros intentos que se hizo fue por la Imprenta Nacional. Se sacaron cuadernos de historieta, en la que trabajamos varios compañeros. Yo hice «La defensa de Bayamo» –generalmente yo trabajaba temas históricos–; pero antes, durante los primeros meses de la revolución, cuando vimos que no había manera de hacer historieta, un grupo de amigos nos reunimos –Luis Matamoros, Alfredo Calvo y yo– y entonces por nuestra cuenta compramos papel, presillas, todo el material, y nosotros mismos, en una imprentica de La Habana Vieja editamos una revistica, que le pusimos Bing-Bang. No logramos ni siquiera llegar a distribuirla. Se quedó en nosotros mismos. Hicimos todo el trabajo. Lo único que nos faltó fue imprimirla. Con varias personas que conocíamos imprimimos aquella primera obra.

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  Figura 2: ©Línea no. 1 de 1973: la importante publicación de Fidel Morales para la promoción de la historieta cubana en el mundo.
También en el año anterior, unos meses antes del triunfo de la revolución Alfredo Calvo conoció a un editor que tenía una imprenta por allá, por Puentes Grandes, y entonces en 1958 nos mandó a buscar. Él estaba sacando un periodiquito que se llamaba La Voz y nos pidió que colaboráramos con él. Aquí fue donde yo publiqué por primera vez una tira de historieta.

¿Con qué personaje?

Guabay fue el personaje. Y logré hacer una segunda tirita, pero del periódico nada más salió el primer número.

¿Ese periódico era clandestino o...?

No, no. Era en 1958. En la portada salen las dos figuras de la época: Fidel que estaba en la Sierra y Batista que era el tirano de ese momento.

Cuando triunfa la revolución, en los primeros meses se hace una exposición de productos cubanos en los salones de la Universidad de La Habana. En uno de esos salones un grupo de compañeros que hacíamos historieta hicimos la primera exposición cada uno con su personaje. Yo también lo hice con el mío, que era Guabay.

¿Y era una historieta no publicada, sino hecha para la exposición?

Sí, sí historieta hecha para la exposición nada más.Yo trabajaba en esa época de maestro de primaria, pero en cuanto triunfó la revolución empezaron a surgir una serie de publicaciones que entonces empezaron a hacer historieta, pero historieta ya al servicio de la revolución, con un nuevo concepto de lo que era historieta, todavía con la forma que habíamos conocido, heredada del cómic norteamericano. Lo nuevo eran los contenidos utilizando la misma forma que conocíamos, los mismos esquemas, pero a mi juicio con un contenido muy distinto. Y así, por ejemplo, una revista que se venía sacando de la clandestinidad de la época de Batista, el Magazine Mella se convirtió en la Revista Mella. El director artístico, que era Virgilio Martínez, nos mandó a buscar a Alfredo Calvo y a mí, porque él nos conocía, sabía que hacíamos historieta, y nos propuso venir a trabajar para la revista. Como yo trabajaba de maestro primario pedí un año de licencia y me vine a trabajar a la Revista Mella. Así fue cómo empecé haciendo historietas e ilustraciones. La primera que hice fue sobre la vida de un brigadista de alfabetización. Nosotros hicimos una campaña de alfabetización en el país que duró un año. La contrarrevolución mató a varios maestros, pero el primero que mató fue a Manuel Ascunce Domenech, un jovencito brigadista. Con Alfredo Calvo y otros compañeros en 1962 en la Revista Mella hicimos en historieta la vida de ese brigadista. Estuve en la Revista Mella hasta 1965.

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Figura 3: Página de «Guabay» de Roberto Alfonso, en el no. 12 de 1987 de Cómicos.

En el 1965 la revista más el periódico La Tarde se fusionaron y constituyeron el periódico Juventud Rebelde. Entonces nosotros pasamos al equipo de Juventud Rebelde. En esa época tenía un suplemento infantil, que se llamaba Pionero. Empecé entonces a trabajar en el equipo de Pionero haciendo historietas e ilustraciones.

¿Quién era el director de Pionero en ese momento?

En esa época el director de Pionero era Frank Pérez, que no sé ahora en qué está trabajando. Frank estuvo unos años hasta que pasaron después distintos directores... El que yo creo más tiempo estuvo fue Ricardo García Pampín, que él mismo escribía guiones y fue un impulsor de la historieta. Pionero fue una de las primeras publicaciones de la revolución, y aunque yo no fui uno de sus fundadores, cuando pasé en 1965 fui uno de los que seguía haciendo historieta. Uno que fundó Pionero fue Luis Lorenzo Sosa [2].

En Pionero estuve diecinueve años, y colaborando para otras publicaciones, como Verde Olivo, Bohemia, Sepmi... un montón de publicaciones.

¿Siempre haciendo historieta?

Siempre haciendo historietas e ilustraciones. Yo siempre lo que quería hacer era historietas, pero como desde que empecé me pedían ilustraciones, me hice ilustrador. En realidad, a veces me ha gustado más la ilustración que la propia historieta. De Pionero en 1980 pasé a la revista Zun-Zún...

Un momento, antes de hablar de Zun-Zún, veamos las distintas etapas por las que pasa Pionero.

Sí. Pionero primero fue una revista en colores. En 1961, cuando se crea, la revista era a cuatro colores hasta que en 1965 pasa a ser una publicación a dos tintas, solamente el negro y el rojo, que es cuando paso yo. No era ya una publicación independiente, sino que Pionero era un suplemento del periódico Juventud Rebelde. Después de varios años Pionero se independizó y ya no salió como suplemento del periódico, sino aparte, y siempre como órgano de la Organización de Pioneros.

Pionero fue una de las publicaciones que más desarrolló, que más impulsó la historieta en Cuba. Había otras muchas publicaciones, como Proa y Puerto, Cuba, etc., en las que se impulsó la historieta pero la publicación que incluso mayor número de dibujantes tenía fue Pionero.

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Figura 4: Página de "El laborante" de Roberto Alfonso, en el no. 1078 de 8 de junio de 1985 de Pionero.

En 1965 también se creó una de las editoras más importantes que impulsaron la historieta. Fidel Morales, ya fallecido [3], comenzó una editorial que se llamó Ediciones en Colores. Nos pidió colaboración a varios compañeros que trabajábamos en Pionero, y entonces fue que empecé a colaborar con Ediciones en Colores con el personaje Guabay. Y así estuvo como cinco años hasta que por problemas de escasez de papel se suspendió. A mi juicio esa fue una de las editoras que más impulsó la confección de historieta y el desarrollo de guionistas y dibujantes. Yo creo que fue la época en que más escritores que llegaron a ser después muy importantes, en la literatura incluso, hicieron historietas. Con los problemas de publicación que tuvo el género tuvieron que dejarla, y dedicarse a hacer otras cosas, como literatura y publicidad, lo que no permitió entonces ni un desarrollo de la historieta ni de los historietistas.

¿Cuáles son los autores de historieta que después se convirtieron en escritores?

Recuerdo por ejemplo a Félix Guerra; Norberto Fuentes, que era un formidable escritor de historietas; Marcos Behemaras era uno que hacía historieta antes de la revolución. Con Virgilio Martínez hacían el personaje Pucho en la clandestinidad, y después del triunfo de la revolución seguían haciéndolo en la Revista Mella. Otros fueron Víctor Casaus, que después se ha dedicado a hacer literatura, a hacer cine; Froilán Escobar; Guillermo Rodríguez Rivera... Todos esos en su tiempo hicieron historieta. Si hubiera habido un desarrollo de la historieta ellos posiblemente habrían seguido haciéndola.

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Figura 5: Pionero de abril de 1962.  
No me hablaste de las varias etapas de Pionero...

En 1965 pasó entonces a ser ya una publicación independiente, a dos tintas. Y así duró muchos años. Cuando me fui de Pionero seguía siendo una publicación que tenía varias páginas de historietas, además de cuentos, ilustraciones... Yo fui durante muchos años responsable del equipo que hacíamos las historietas, y también teníamos varios compañeros que trabajaban en otros lugares y hacían colaboraciones con nosotros. Por ahí pasaron dibujantes magníficos, como Juan José López, un español, que fue el que junto con Virgilio Martínez más experiencia tenía; nosotros éramos muchachos jóvenes, sin experiencia. No habíamos estudiado dibujo. Casi todos éramos autodidactas. Nos ayudó mucho dibujar también de autodidactas como Virgilio Martínez y Juan José López, que estuvo muchos años en Pionero y del que muchos de nosotros aprendimos porque venía ya con una experiencia de España. Pasaron por allí dibujantes de mucho desarrollo como Luis Lorenzo, que fue fundador de Pionero, Virgilio Martínez, uno de los puntales de la historieta. Alfredo Calvo también hizo historietas para Pionero al igual que Wilson.

¿Hasta que año trabajaste en Pionero?

Hasta 1986-1987, que fue cuando pasé a Zun-Zún. Pionero desapareció. Cuando vino el período especial desaparecieron una serie de publicaciones por falta de papel, y entre ellas Pionero.

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  Figura 6: Zunzún no. 4 de enero de 1981.
Zun-Zún nace en 1980. ¿Por qué se crea esa nueva revista?

Se crea Zun-Zún porque Pionero durante muchos años fue la única publicación que tenían los niños. Como el universo de los niños está formado por distintas edades, entonces se creó la revista Zun-Zún para los más pequeños. Pionero comenzaría a dirigirse más para la secundaria, a los muchachos ya de quinto y sexto grado, mientras Zun-Zún era para los muchachos de segundo, tercero, cuarto grado. También se creó una revista para los niños más pequeños, que se llamó Bijirita. Era para los niños que todavía no leían, que sus papás les leen, o sea, con poco texto y mucho dibujo.

¿Y cómo es que tú dejas Pionero y pasas a Zun-Zún, si tú haces una historieta con un contenido histórico, y entonces dirigido sobre todo a muchachos más grandes?

Hubo un momento en que la dirección de la revista Pionero quería traer nuevamente a Virgilio, que se había ido y había estado como profesor de dibujo en el Instituto Superior de Arte, y por eso yo me fui para la revista Zun-Zún. Se quiso hacer un cambio que Virgilio pasara a Pionero y yo a Zun-Zún. Virgilio fue uno de los fundadores de Zun-Zún incluso fue él quien creó el diseño, el estilo... que todavía tiene la revista.

¿Dificultades, problemas, en todos estos años de trabajo en Pionero, y después en Zun-Zún?

Nosotros tenemos un humorista que se llama Zumbado (Héctor) que dice que la historieta cubana no tiene fijador. Al sobrevenir la escasez de papel por determinadas razones económicas, desaparecen muchas publicaciones. Hace unos años surgió la Editorial Pablo de la Torriente, que también comenzó un segundo aire de la historieta, empezando a hacer publicaciones específicamente de historieta; sin embargo vino el período especial y cae nuevamente la historieta. También en determinados momentos algunos funcionarios en el país han sido opuestos a la historieta.

¿Cuándo pasa eso?

En algunos momentos ocurrió. Luego han reconocido su error, y actualmente están a favor de la historieta y comprenden que es un medio que puede ser útil a la revolución, a través del cual se puede llevar la ideología de la revolución y servir de apoyo. Yo pienso que la desaparición de Ediciones en Colores fue determinada por un funcionario.

¿Podemos hacer fechas, nombres...?

Sí. Yo pienso que en 1968, yo recuerdo que Lázara Rodríguez Alemán y, por ejemplo, Orlando Fundora, que era director del Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR) en aquella época, eran funcionarios que consideraban que la historieta no era buena, que hacía daño a la generación de los niños, que no inculcaba el hábito de leer, que no se interesaban por la buena literatura. Creo que estaban influenciados por lo que veían del cómic yanqui, pensaban que toda la historieta era cómic yanqui. Algamarina Elisagaray, que hacía crítica literaria, escribió en determinados momentos en contra de la historieta, que era enajenante, que no contribuía a la educación de los niños, que no los hacía dedicarse a literatura de más vuelo, que era seudocultura.

Actualmente Fundora dirige el Movimiento Cubano por la Paz. En su sede se han celebrado los dos últimos encuentros internacionales de historietistas. En los salones del Movimiento Cubano por la Paz se han hecho exposiciones de historieta, y él mismo ha expresado su regocijo porque se celebre ahí, porque se hagan exposiciones de historieta, con el que demuestra que ya ha cambiado su opinión.

Lázara Rodríguez Alemán tampoco tiene la misma opinión que tenía.

Recuerdo que Eliseo Diego, uno de nuestros grandes poetas, en muchas ocasiones se manifestó en contra de la historieta. Por suerte hemos tenido muchos funcionarios que han apoyado el género, entre ellos el ministro de Educación.

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Figura 7: Cómicos no. 1 de 1990: una de las revistas de la Editorial Pablo de la Torriente.  
¿Podemos hablar del nivel de libertad que han tenido aquí los historietistas en elegir temas, estilos, etc.?

Sí. Yo recuerdo que en los primeros momentos de la revolución Fidel se reunió con los intelectuales y dijo: «Con la revolución: todo. Contra la revolución: nada»». Una consigna muy sencilla: a favor de la revolución, todo lo que se haga; en contra de la revolución, la revolución no va a permitir nada. Yo pienso que eso se ha cumplido, porque, por ejemplo, en mi caso personal, yo jamás he tenido trabas para hacer lo que yo quisiera hacer; yo he hecho la historieta que deseaba hacer en realidad tratando siempre de servir con lo que yo hago a los ideales de la revolución, que es el mejoramiento humano. Pero desde el punto de vista de la dirección de la publicación en que trabajo nunca he tenido trabas para hacer lo que deseaba hacer, ni he visto que se haya manifestado en nadie. Los temas han sido muy libres; yo he tenido tendencia a los temas históricos y siempre se me ha permitido hacerlos. Cuando he querido hacer personajes míos de ficción lo he hecho, sin ninguna traba, y he hecho adaptaciones de novelas, he hecho de todo.

Refiriéndose a esa frase de Fidel, «Con la revolución: todo. Contra la revolución: nada», hace dos años Abel Prieto decía que durante el famoso quinquenio gris se interpretaron las palabras de Fidel como «Con la revolución: todo. Fuera de la revolución: nada» –no «contra la revolución», sino «fuera de la revolución»– y que entonces hubo un tiempo de una falta de libertad y de orientación demasiado rígida en los temas, en los criterios estéticos. ¿La historieta ha sido afectada de ese problema?

A mi juicio: no. En el caso mío: no. En el caso de los compañeros, de la gente cercana a mí, yo no lo he visto. No han habido temas que no hayan podido tratar.

¿Tú no conoces casos de gente que no pudo expresarse como quería, en la historia de la historieta revolucionaria?

No, no conozco casos. Yo no sé si en otras manifestaciones artísticas, en la pintura...

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  Figura 8: El Muñe no. 16 de 1988: el tabloide de la Editorial Pablo de la Torriente.
¿Y casos de aislamiento?

Yo conozco el caso de un compañero, aunque no sé en detalle qué pasó con él. Sé que hay un compañero –se llama Santiago Armada (Chago) [4] – que empezó a hacer determinados temas que chocaron contra los criterios oficiales de su época, pero eso no me ha llegado en detalle. Chago Armada fue un compañero que de muy jovencito se incorporó al Ejército Rebelde y estuvo trabajando con el Che. Hizo dibujos para El Cubano Libre, un periódico que se publicaba en la Sierra Maestra. Al triunfo de la revolución empezó a trabajar en el periódico Revolución y a hacer entonces otro personaje. Durante la etapa clandestina él hizo «Julito 26» y «Juan Casquito», y al triunfo de la revolución hizo su otro personaje, «Salomón». Tengo entendido que en determinado momento «Salomón» lo dirigió hacia temas filosóficos, y chocó con los criterios oficiales con este personaje y otras historietas que hizo. Chago, cuando vio que no se aceptaba lo que hacía, se retrajo un poco y se metió durante muchos años sin manifestarse. Siguió viviendo en Cuba, siguió haciendo incluso trabajo sobre la historieta, sobre personajes norteamericanos por ejemplo, haciendo ensayos sobre la figura de Supermán, Terry y los piratas. Yo los vi publicados en el periódico Granma. Siguió trabajando en el periódico, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, pero no ya como dibujante, era diseñador. De vez en cuando escribía artículos. El de Chago es uno de los casos que conozco de alguien que hizo historieta y que tuvo dificultades a la hora de manifestarse. No sé en realidad qué pasó, y la impresión que tengo es que no fue justo, que se cometieron errores con Chago, que no hubo un buen manejo del trabajo de Chago, porque tengo entendido que él era revolucionario y que era simplemente su criterio.

NOTAS

[1] En el folleto «Robe. Pasión por los orígenes» de Pedro Péglez González (Editorial Pablo de la Torriente, 1991) se consigna que «Sus historietas se han publicado en Checoeslovaquia, Polonia, Hungría y Estados Unidos, distribuidas por el Grupo P-Ele, que realizó esa función desde la Agencia Prensa Latina. Ha participado en numerosas exposiciones personales y colectivas, y ha ilustrado varios libros para niños y jóvenes y para materiales del cine animado. Entre sus cuadernos de historietas se cuentan: «La defensa de Bayamo» (Imprenta Nacional, 1959), «Naoh» (Editora Abril, 1985), «Nobi» y «Yarí» (Editorial Pablo de la Torriente, 1988 y 2005 respectivamente.
[2] Guanabacoa (La Habana), 26 de septiembre de 1937-La Habana, diciembre de 2001.
[3] Las Villas, 19 de julio de 1935-La Habana, 12 de mayo de 1979.
[4] Palma Soriano (Guantánamo), 2 de junio de 1937-La Habana, 6 de junio de 1995.
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Creación de la ficha (2015): Roberto Alfonso Cruz y Darío Mogno. Edición de Félix López. · El presente texto se recupera tal cual fue publicado originalmente, sin aplicar corrección de localismos ni revisión de estilo. Tebeosfera no comparte necesariamente la metodología ni las conclusiones de los autores de los textos publicados.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
DARIO MOGNO, ROBE (2015): "A propósito de la historieta en Cuba después de 1959. Charla con Roberto Alfonso", en REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA, 19 (13-VIII-2015). Asociación Cultural Tebeosfera, Ciudad de la Habana. Disponible en línea el 25/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/a_proposito_de_la_historieta_en_cuba_despues_de_1959._charla_con_roberto_alfonso.html