ANDY, DE TYPEX. UNA FÁBULA REAL EN CLAVE DE CÓMIC
JESÚS GISBERT

Title:
Typex's Andy. A real fable in comic code
Resumen / Abstract:
Reseña de "Andy, una fábula real", de Typex / Review of Typex's Andy
Palabras clave / Keywords:
Andy Warhol, Arte, Cutura pop/ Andy Warhol, Art, Pop culture
  • Andy Warhol: Brillo Box (1964). Acrílico y serigrafía sobre contrachapado. 43.5 x 43.5 x 38.4 cm
  • La fascinación por América, tierra de cómics, sintetizada en la obra de Warhol (página inicial de Andy)
  • La vida de Warhol en clave de cómic
  • Cameo de R. Crumb que le sirve a Typex para referir la diferencia entre el underground neoyorquino y el californiano
  • Warhol soportó el desprecio inicial de los expresionistas abstractos
  • Warhol en los ’70, Vacaciones en el mar
  • Andy Warhol versus Jean-Michel Basquiat, años 80
  • La Iglesia católica bizantina acogió a Warhol hasta la tumba
  • Edie Sedgwick: Pobre niña rica. La cara triste del pop
  • Andy Warhol, Nico & The Velvet Underground
  • Shirley Temple, Miriam, Drácula… Novela familiar de Warhol
  • Valerie Solanas: El fin (de la ingenuidad popista de los ‘60)
  • Andy Warhorl: The New Yorker

ANDY, DE TYPEX
UNA FÁBULA REAL EN CLAVE DE CÓMIC

Entre pop y underground

Andy Warhol (1928-1987) fue síntoma de una época, mas también productor de sentido de esa misma época. Me refiero a la era del pop. Ciertamente, el término pop es un tanto difuso, en la medida en que alude a un fenómeno sociológico amplio, vital, propio de la cultura de masas, a la vez que designa un movimiento estético específico de la historia del arte (aunque situado en la historia, el pop permanece de un modo u otro como una constante a través de sus diferentes manifestaciones). Andy Warhol personificó ambos sentidos del pop —como neoyorquino [1] y artista— en su versión siglo XX, si bien, en sentido estricto, el nombre de Warhol se encuentra, junto al de Roy Lichtenstein, indisolublemente ligado al nacimiento del pop art en EE UU y a sus luces y sombras. Por otra parte, por lo que nos interesa, la estrecha vinculación existente entre los tebeos y el pop la puso ya de manifiesto Terenci Moix en su libro de 1968: Los cómics, arte para el consumo y formas pop [2]. Ahí Moix supo relacionar los vocablos que aparecen en su título de un modo que permite realizar diferentes asociaciones bimembres: cómics y arte, cómics y consumo, arte y consumo, arte y pop, cómics y pop. Finalmente, el impresionante tebeo que tengo delante, titulado Andy, una fábula real (Typex’s Andy, 2018), del neerlandés Typex (Raymond Koot), recoge todas esas asociaciones y otras más que, al cabo, es el propio lector quien las realiza en su mente tras la lectura de la obra de Typex. Además, tal y como el subtítulo del tebeo indica: La vida y la época de Andy Warhol, Typex se hace cargo también en su cómic de los dos sentidos, el estricto y el amplio, del término pop.

Pero el pop warholiano —plástico, visual, gestual— coincidió en el tiempo con la emergencia underground, más de índole secuencial, dionisíaca (si bien lo undeground es también una constante histórica a través de sus manifestaciones). Frente a una figuración aparentemente superficial, popista [3], carente de profundidad, pero luminosa y brillante (a fuerza, se diría, de estropajo Brillo) [4], las sombras subterráneas del underground y sus claroscuros coexistieron con el arte pop como su reverso. Warhol escogió el cine independiente como vía de exploración y explotación de esa vena subterránea en Nueva York, al tiempo que, paralelamente, el comix florecía en tierras de California. Pero Warhol, urbanita hasta en la médula, congeniaba con el underground neoyorquino, representado por The Factory y su entorno, o por Lou Reed y The Velvet Underground (el artista se convertiría en representante y productor del grupo). La sexualidad de Andy Warhol, por otra parte, condicionada en sus expresiones por un catolicismo heredado y por los imperativos sociales de la época, encontraría también en aquel entorno una vía subterránea de consumación. Este underground neoyorquino era muy diferente del de San Francisco, incluso antitético respecto a él [5]. El biomic [6] de Typex sobre Andy Warhol da cuenta también de esta doble consideración del underground. Representa la versión neoyorquina del mismo mediante una gráfica cuyo aliento remite a menudo al comix californiano.

El tebeo de Typex

Las buenas historietas no ocultan su condición de historieta. Typex sorprendió hace unos años con Rembrandt (Typex’s Rembrandt, 2013), un biomic acerca del pintor holandés del siglo XVII en el que la fidelidad absoluta no solo a los grabados y pinturas de aquel genio del Barroco, sino sobre todo a las vicisitudes de la vida cotidiana en la ciudad de su época, congeniaba con un riguroso dibujo de raigambre gráfica historietística. Esa misma destreza de Typex para conjugar el rigor histórico y documental con el arte de la historieta es la que encontramos en Andy, una fábula real, pero ahora según una gráfica —una estética— adecuada al siglo XX warholiano, neoyorquino. Typex no renuncia al lenguaje de la historieta para confeccionar su discurso, basado en relatos gráficos en los que la expresión y el dibujo establecen relaciones simbióticas.

Como objeto físico, Andy es un tebeo monumental. La apariencia exterior de su cubierta, lomo y contracubierta coincide en colores y tipografía con la estética pop. En consonancia con ella, el tomo, de considerable peso y 562 páginas encuadernadas a la americana, se presenta con los cortes o bordes frontal, superior e inferior tintados de color plata, a semejanza del papel de aluminio que cubría las paredes de The Factory, y afín al cabello y sobre todo pelucas de Warhol. El interior del tebeo, con todo, es lo más destacable. La historia se inicia cuando un niño habitado por un mundo de personajes de cómic atraviesa un espejo; y finaliza cuando, más de cincuenta años después, ese mismo niño ya adulto atraviesa otro espejo e ingresa de nuevo en un mágico mundo de cómic. Entretanto, en el tiempo que media, más de quinientas páginas divididas en diez secciones o capítulos (como diez comic books) representan fragmentos de la vida de Warhol, según la siguiente disposición y secuenciación temporal:

Introducción; 1: 1932-1946; 2: 1951-1961; 3: 1962-1964; 4: 1965-1966; 5: 1966-1067; 6: 1968; 7: 1968-1972; 8: 1975-1979; 9: 1980-1986; 10: 1987; Epílogo.

Tenemos entonces cómic al principio y al final de Andy, pero también entremedias. El libro rezuma historieta por los cuatro costados. Un poco a la manera en que José Pablo García concibió y realizó Las aventuras de Joselito (2015), aunque con mayor homogeneidad estilística, Typex dibuja cada una de las partes de Andy en consonancia con la gráfica dominante de cada periodo de la historia que en ella se narra. Otro detalle que da a este tebeo una condición de artefacto (como artefactos han sido siempre los buenos tebeos), dotado de complejidad, son los 120 cromos que el autor incluye al comienzo de cada uno de los diez capítulos del cómic, a razón de doce por capítulo. Son cromos que representan personas —en el décimo capítulo todos representan al propio Warhol— que de un modo más o menos directo configuraron el mapa de las relaciones sociales (o mentales: el primer capítulo incluye un cromo de Miriam o María de Nazaret y otro de la niña actriz Shirley Temple) del artista de Nueva York. El anverso de cada cromo muestra el rostro del personaje; en el reverso, una leyenda de longitud variable da pistas acerca de la imagen representada detrás. Ante la prolijidad de este dramatis personae es fácil darse cuenta de la envergadura dramática del tebeo que comentamos. Puesto que de un drama se trata, a fin de cuentas, bien que historietizado (interesante en este respecto es el uso dramático del color por parte de Typex). Tanto el pop como el underground, vividos intensamente, tuvieron su haz y su envés, como la vida de Andy Warhol tuvo los suyos (después de todo, ¿quién no ha sentido tristeza alguna vez al escuchar cierta desenfadada melodía pop?). Typex figura, mediante su dibujo y su narrativa, la fascinación de los sesenta, el tránsito enloquecido de los setenta y el giro de los ochenta. Y sugiere al lector el papel que la nostalgia —tan camp… tan pop— desempeña en la consideración del cómic en general y de este en particular. El drama al que aludo, en fin, no es otro que el que trasparece en la representación de los escenarios, los entramados vitales, las conversaciones, la banda sonora, etcétera, de la biografía de Andy Warhol y de su época.

New York, New York

La meticulosidad holandesa de Typex no se manifiesta solo en la generosidad de su gráfica, plagada de imágenes “de propina” en páginas de cortesía, portadillas de cada capítulo, splash pages, ilustraciones de relleno, etc., un tanto a la manera del también neerlandés Escher, para eludir el horror vacui con un resultado bello. Pero la meticulosidad de Typex atañe también a la finura con que narra acontecimientos e induce en el lector el establecimiento de relaciones significantes. La vida y la época de Andy Warhol fueron especialmente ricas en eventos, no porque valieran más que otras vidas o épocas, sino por la velocidad con que en el siglo XX se sucedieron, en el entonces denominado primer mundo, un montón de novedades de toda índole, materiales y morales, a las que los sujetos debían acomodarse apresuradamente… con la impronta en ocasiones de una suerte de neurosis colectiva o hasta de comportamientos psicoides (que llega hasta nuestros días). La fábula real que no deja de ser Andy refleja ese clima y muestra variadas actitudes y gestos —de varones y mujeres— en consonancia con él. Diferentes fueron, por ceñirme a una mínima parte del dramatis personae del cómic, las mujeres que poblaron el mundo de Warhol y marcaron su vida, empezando por su madre. Hay dos en particular, Edie Sedgwick y Valerie Solanas, a las que Typex concede especial atención (otra cosa es la paródica presencia de Nico) en virtud, me parece, de la influencia que ambas ejercieron sobre Warhol. Especial relevancia tuvo en la vida del artista neoyorquino Valerie Solanas, pues el caso es que el artista pudo morir cuando ella le disparó en 1968; de hecho, él no terminó de recuperarse nunca. Typex dedica el capítulo 6 de Andy, cuyo significativo título es “El fin”, a narrar la circunstancia de Valerie Solanas en relación con Warhol y el atentado cometido por ella (dos días antes del que acabó con la vida de Robert Kennedy) [7]. 1968 fue un año crucial también para The Factory. A partir de entonces, el entorno de Andy Warhol se transformó. Es inevitable que el lector informado establezca una conversación siquiera mental entre las prioridades o preferencias de la autora del Manifiesto SCUM y la realidad del ambiente de The Factory , más el giro del “sesentayocho”.

El caso de Edie Sedgwick es de otra índole, pero lo cierto es que la historia o historias de Andy, lo mismo que su discurso, dan para muchísimo más de lo que cabe en esta reseña. Es una historieta de largo alcance, en consonancia con su continente y su contenido. A propósito de Andy Warhol, se dan cita en este tebeo los entresijos de la vida artística, musical, cinematográfica, de la moda y sus celebrities, la vida fashionable, en fin, de cuando Nueva York reemplazó a París como centro mundial del negocio de la cultura. Pero lo que importa y al final se queda es el cuadro vivo dibujado y escrito por Typex acerca de medio siglo de la historia de la vida moderna en un pedazo del mundo. Un cuadro vivo protagonizado, entre otros, por los personajes ya de cómic que pueblan la página desplegable que cierra el tebeo Tipex’s Andy.

 

NOTAS

[1] Warhol nació en Pittsburgh, pero en 1949 se instaló en Nueva York hasta el fin de sus días. No era, pues, propiamente neoyorquino (como sí lo fue por ejemplo Lou Reed). Sin embargo, no encuentro inconveniente describir a Andy Warhol como un artista neoyorquino. Hijo menor de una familia de emigrantes eslovacos, Warhol imprimió a sus obras y a sus intervenciones la fascinación por América propia de los inmigrantes de primera generación.

[2] El libro de Terenci Moix fue reeditado en 2007 con el título Historia social del cómic. Además del cambio de título, la nueva edición incorpora revisiones y añadidos que el autor, fallecido en 2003, iba anotando en los márgenes de su libro.

[3] El vocablo pop suele ser aceptado como apócope de popular, pero puede también entenderse como apócope de popcorn, en cuyo caso refiere el sonido peculiar, intrascendente y vivo del maíz al fuego cuando, al devenir palomita, estalla y choca contra la tapadera del recipiente que lo contiene.

[4] La instalación warholiana de 1964 en la galería Stable de Nueva York, consistente en réplicas de cajas de estropajos marca Brillo, fue determinante para la inserción del pop art en la historia cultural de Occidente. Previamente, en 1962, Andy Warhol ya había epatado al público con sus Latas de sopa Campbell , sus Botellas de Coca-Cola y sus Billetes de dólar. Pero la exposición de las cajas Brillo inspiró al filósofo Arthur Danto a finales de 1964 su trabajo The Artworld (El mundo del arte), un texto más que influyente que favoreció la consideración de Andy Warhol como artista importante.

[5] Dos familias de drogas establecían por aquellos años dos maneras de funcionar por la orilla o al margen de lo establecido (mainstream). Hachís y psicodélicas por un lado, anfetas, caballo y coca por otro. Esto es una simplificación, pero a grandes rasgos establece una distinción basada en el uso social de las drogas que es útil, sobre todo, para discernir entre dos estilos, por así decir, a la hora de posicionarse en la época “fuera del sistema” (hippies vs. junkies, p. e., feministas vs. drags). Y no es preciso insistir en la incidencia que tuvieron las drogas en las diferentes versiones de la contracultura en aquellas décadas.

[6] Propongo el término biomic (biographical comic) como equiparable a biopic (biographical picture), consciente de las respectivas particularidades de la historieta y el cine.

[7] La película Yo disparé a Andy Warhol (I Shot Andy Warhol, 1996), dirigida por Mary Harron, relata el episodio Solanas-Warhol.

Creación de la ficha (2018): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Jesús Gisbert (2018): "Andy, de Typex. Una fábula real en clave de cómic", en Tebeosfera, tercera época, 9 (18-XII-2018). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 25/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/andy_de_typex._una_fabula_real_en_clave_de_comic.html