CARLITOS FAX. APROXIMACIONES A UNA RESEÑA
Hay varias formas de aproximarse a la reseña de este tebeo editado por el sello Caramba de Astiberri en 2017.
En primer lugar, bastaría con una recensión en la que se resumiera el argumento: Carlitos Fax es precisamente eso, un fax robótico del siglo XXXI que trabaja en un periódico, con un ego desmedido que le lleva a querer ser también periodista en constante lucha contra Flash Norton, apolíneo (aunque algo limitado intelectualmente) periodista estrella de la empresa. La competición entre ambos será la base para muchas de las historietas, aunque Carlitos siempre se destacará por su completa irracionalidad (que da un toque surrealista al conjunto), que intenta ser controlada por su amigo Aníbal, el robot cámara que le acompaña. Podríamos asimilar la creación de Monteys a otra obra retrofuturista reciente, ya que Carlitos es algo así como una versión del Bender de Futurama, un ser robótico con todos los defectos del ser humano, egoísta, egocéntrico y envidioso, y al mismo tiempo encantador en su candidez.
También podría decirse que la serie supuso un avance importante en la obra de Albert Monteys, planteando un nuevo universo con sus características propias (tanto estéticas como argumentales), alejándose del retrato costumbrista que practicaba en la revista El Jueves con Tato y Para ti que eres joven, reinventando los mitos de la ciencia ficción como ya hiciera en la seminal Calavera Lunar (Camaleón Ediciones, 1996) y como ha acabado haciendo en la sensacional Universo (Panel Syndicate, desde 2014). Así la serie se convierte en un lugar para experimentar con temáticas ajenas a la cotidianidad (aunque finalmente se trasladen muchos problemas de la época a un entorno futurista) y para que el autor exprima su inventiva en el diseño de personajes y maquinaria que surgen siempre diferentes de una historieta a otra. Los alienígenas e inventos futuristas de Monteys tendrán sin embargo siempre un aspecto “retro”, entroncando sobre todo con la ciencia ficción cinematográfica de la época del miedo nuclear: por doquier se verán antenitas, bombillas que aluden a los vetustos diodos o lámparas de vacío, platillos volantes, alienígenas monstruosos con cabezones y ojos saltones, trajes espaciales y moda futurista basada en los esquijamas…
También podría decirse que Monteys es uno de los pocos historietistas que continúan la tradición del cómic español de humor asentada a mediados del siglo XX, siendo un ejemplo destacable las obras de Editorial Bruguera. La estructura de las aventuras de Carlitos Fax (como las de la mayoría de personajes de la revista en que surgieron) se basa en el gag de dos, tres o cuatro páginas, con historias autoconclusivas aunque existan unas líneas argumentales que sostienen toda la serie. El uso de neologismos, la exageración, la presencia de una pareja protagonista con caracteres complementarios (con un personaje alocado –Fax- y otro más racional que intenta limitar las estridencias del otro –Aníbal-), la existencia de una autoridad continuamente desautorizada (el director del periódico para el que trabajan), y, sobre todo, esos finales que acaban en desastre con el titular de un periódico, remiten a las mejores aventuras de los clásicos de nuestras revistas de historietas.
Incluso podríamos incidir en el tratamiento que Monteys da a los argumentos y la forma en que los plasma en sus páginas. Aunque el público objetivo de la revista era el infantil, muchas de las historietas de Carlitos Fax podían leerse a varios niveles. El gag continuado y la expresión simpática de los personajes ofrecida por un dibujo amable (al que ayudaba enormemente el color de Carmen Recreo) provocaban una lectura agradable apta para todos los públicos. Que se hiciera referencia (en el fondo argumental, en algunos detalles o como tema principal) a elementos dentro o fuera del mundo de cómic añadía un extra para el lector avisado. Pero Monteys no dudaba en tratar temas de actualidad (incluso hoy) como los prejuicios raciales (“Todos los plutonianos son unos chorizos”), el culto a la imagen (“Carlitos el bello”), la desinformación interesada y la manipulación por parte de los medios (“¡Están entre nosotros”, “La fabulosa rana lectora”), la adicción a la tecnología y el consumismo cerril (“La última moda”, “El uso de las cosas”, “Sonido brutal”) o los problemas de la contaminación (“Aire libre”, “En la luna”), sin que, ¡ojo!, enturbiasen la lectura ni interrumpieran la narración. Por último, aunque ya más ocasionalmente, podíamos observar auténticas virguerías en cuanto al uso de la narración en el medio, como en “La realidad es mentira”, donde el lector tiene que observar la página al trasluz para saber qué es lo que está ocurriendo realmente ya que tiene la misma importancia lo que ocurre en la viñeta de esa plana como en la que está en la parte posterior de la página, o en “Noticias de impacto”, en la que el fondo de las viñetas donde se desarrolla la acción a lo largo de tres páginas es el mismo, o en “El planeta Pastrami”, donde cada columna de la página supone una narración paralela.
Por último, se podría aludir al aspecto completista y mitómano diciendo que por fin se reúnen todas las páginas de Carlitos Fax que se publicaron en la revista Mister K entre 2004 y 2006, aunque ya existan dos libros recopilatorios. El primero de ellos, dentro de la exigua colección Libros Mister K (de 2005), solo publicó las primeras 56 páginas; y el segundo, como parte de Los inéditos de El Jueves que se entregaban de regalo con la publicación semanal (en 2007), continuaba con las siguientes 63 páginas, aunque con un formato ridículamente pequeño. Así, el libro de Astiberri tiene el mérito de recoger la obra completa de Carlitos Fax por primera vez, en un estupendo formato en cartoné, añadiendo una página de prólogo (o así, dibujado para la ocasión por Monteys) y una nueva ilustración de cubierta. Eso sí: puestos a conseguir una edición definitiva, podría haberse incluido un texto comentando la historia editorial del personaje, o incluyendo ilustraciones inéditas, o las portadas de los libros recopilatorios previos o de la revista Mister K donde aparecía el personaje. Citando el final de Con faldas y a lo loco, nadie es perfecto; aunque este “integral” de Carlitos fax se acerque bastante a la perfección.
