CHICAS NEUMÁTICAS, COCHES VIEJOS Y DINOSAURIOS NUEVOS
MANUEL BARRERO

MARK SCHULTZ

Mark Schultz nació en junio de 1955 en Pittsburg, Pensilvania. Alimentó sus años de infancia con cómics, con películas de los años treinta y cuarenta emitidas por televisión (sobre todo King Kong, la versión O’Brien, tan fascinante para él que la ha visto innumerables veces), y las sesiones de cine colmadas de aventura, monstruos y fantasía (le hechizaron especialmente los filmes con efectos especiales obra de Ray Harryhausen y la producción de 1961 Gorgo). Los bichos gigantes eran la debilidad del pequeño Mark, y durante su pubertad visitó asiduamente el Museo Carnegie de Historia Natural sito en Pittsburg, un lugar repleto de esqueletos fósiles de dinosaurios. También se aficionó a los coches antiguos tipo Cadillac o Chevrolet (él los considera los “dinosaurios de la industria automovilística”), pero su pasión verdadera surgió a los trece años, cuando se sumergió por vez primera en una novela de Edgar Rice Burroughs y quedó prendado con los escenarios fantásticos que proponía, con sus monstruos imaginarios, con su concepto de lo femenino... y con aquellas portadas e ilustraciones, obras de Frank Frazetta, Roy G. Krenkel o Al Williamson. Eso, sumado a los cómics, medio en el que siempre estuvo interesado Schultz, marcaron sus objetivos en la vida: sería artista. Mark decidió estudiar la carrera de Bellas Artes (en la Kutztown State University) y luego consiguió trabajo en el campo de la ilustración comercial, lo cual alternó desde 1981 con su pasión por dibujar.

Death Rattle, 8

Viendo posibilidades en su creación, Mark abandonó en 1987 la seguridad de su aburrido trabajo (diseñaba cortadoras de césped) para dedicarse en exclusiva a los cómics, riesgo que asumió porque su esposa, Denise, también trabajaba. Lo pasó mal los dos primeros años, pero luego el público apreció su estilo mezcla de Wood, Frazetta y Williamson en Xenozoic Tales, y también la crítica, pues no tardó en merecer uno de los prestigiosos premios Harvey (en 1989). Mas su meticulosa lentitud le crucificaba. Schultz sólo es capaz de dibujar dos páginas a lápiz por semana, y cuando le llega el turno a la tinta se complicaba y se entretenía con los detalles porque considera cada aventura, y cada viñeta de cada aventura, un desafío artístico. Así las cosas, los últimos ejemplares de Xenozoic Tales fueron apareciendo en el mercado con demoras de hasta más de un año entre un número y el siguiente. Salvaba la situación su calidad, que le reportaba un premio tras otro; de hecho, Schultz ha sido el autor yanqui merecedor de más premios Harvey entre 1989 y 1995 (cuatro entre 1989 y 1994, y dos premios Eisner, por añadidura).

	La serie de Schulz siempre destacaba en los catálogos del editor.

Por su calidad de creador nato, Mark ha sido reclamado por varias empresas para ilustrar libros, para diseñar y dibujar ilustraciones y también para guionizar cómics. Marvel le encargó en 1995 el guión de una miniserie de dos números de Flash Gordon. Dark Horse le contrató en 1997 para escribir la serie limitada Predator: Hell & Hot Water,y desde entonces ha escrito cómics para esa editora: SubHuman, Aliens: Apocalypse – The Destroying Angels,y también ha ilustrado sus recopilaciones de antiguos cómics de Tarzan. En 1999 fue contratado por DC Comics para escribir las aventuras de Superman. Su debut tuvo lugar en un número especial de Action Comics (el nº 1.000.000 [¿un millón]), y luego se incorporó a la serie regular Superman: The Man of Steel desde el nº87. Mark escribió una etapa de la vida del hombre de acero en la que ha dejado de ser Clark Kent para así velar más y mejor por el mundo.

Pertenecer al elenco de las grandes editoriales de cómics no ha impedido que Schultz colabore con las pequeñas. Prueba de ello son sus trabajos cedidos a Cross Plains Comics (el cruzado que aparece en el magnífico tebeo Robert E. Howard: Myth Maker), o a Kitchen Sink (en 1998 hizo una portada y un guión para la serie The Spirit: The New Adventures. En 1999, la portada del libro There’s a Madman in my Mirror).

De izquierda a derecha, portadas de King Kong 2 (feb-91), Aliens Apocalypse The Destroying Angels 1 (en-99) y Edgar Rice Burroughs' Tarzan of the Apes (may-99).

Mark disfruta viajando y departiendo con sus grandes amigos Al Williamson y William Stout, también dibujantes y también amantes de los dinosaurios, y suele relajarse leyendo sobre los nuevos descubrimientos paleontológicos, así como buscando fósiles por sí mismo en su tierra natal de Pensilvania. Allí reside hoy con su esposa, Denise, también colorista y su secretaria.

De la fértil imaginación de Schultz brotó un día una ficción alternativa a nuestro futuro en la que mezclaba, en un mundo posapocalíptico, elementos de ciencia ficción, de terror, de western y de aventura exótica con un leve discurso ecológico como tapiz de fondo, adobado con algo de romance y unas gotas de erotismo. Todo ello en un marco en el que no faltan las asechanzas, las sediciones y las intrigas políticas. Amén del aderezo que suponen esos dos extraños ingredientes: los dinosaurios y los coches antiguos, que casi obligan a colgar al serial la etiqueta de “inclasificable”.

Tanto los lagartos terribles como los Cadillacs obraban una innegable fascinación sobre el autor de esta obra, pero Schultz los utilizaba seducido más por su calidad de objetos, de elementos ornamentales, que por ser los verdaderos motores de las historietas de la serie. Son los personajes (humanos) los verdaderos conductores de las aventuras que nos relatan estos cómics, personajes que, singularmente, se hallan desasidos de los prototipos que a primera vista parecen representar.

	Los dos protagonistas en la página final del primer episodio..

No obstante, quizá lo que más contribuyó a la cosecha de premios de esta serie de Kitchen Sink Xenozoic Tales (y de sus sucesoras en Marvel y Topps Comics) fuera la capacidad narrativa y artística de su creador. Mark Shultz comenzó a publicar sus historietas ambientadas en la ficticia Era Xenozoica emanando un evidente aroma a estéticas clásicas, las de EC Comics y las de Warren Publishing, tanto en lo relativo a sus guiones con final de impacto como en lo concerniente a su estilo de dibujo, alumbrado por el faro de los grandes Wallace Wood, Harvey Kurtzman, Jack Davis, Will Eisner... Luego, empeñado en no despegarse de fragancias artísticas del pasado, Mark proseguiría sus labores sobre la mesa de dibujo reverenciando la obra de Al Williamson, la de Frank Frazetta, la de Alex Raymond y la de Harold R. Foster.

Su evolución como narrador fue in crescendo, obligando a todos a enarcar las cejas en signo de admiración a cada nueva entrega de sus aventuras en la nueva era de los dinosaurios. Su progresión como dibujante continuó un curso ascendente pero lento, imperturbable ante el acoso del éxito, obstinado por esforzarse cada vez más con sus lápices y sus tintas (ay, ese maravilloso pincel seco) hasta lograr una obra excepcional en todos los sentidos, en la que los hombres son hombres de verdad, las mujeres son envidiables y admirables, sin rozar jamás el sexismo repudiable, y los coches y los dinosaurios resultan vívidos, fascinantes.

Reedición de Marvel en 1990.

Mientras, Kitchen Sink preparó para 1992 un número especial para ser leído con esas espantosas gafas con una lente azul y otra roja: el Cadillacs and Dinosaurs 3-D, y la emergente editorial Topps Comics decidió utilizar los personajes de la Era Xenozoica para poner en circulación varias miniseries de tres números cada una en las que Schultz no intervino como artista. De esta guisa surgieron: Cadillacs and Dinosaurs Vol. 2, publicada entre febrero y abril de 1994, que llevó guiones de Roy Thomas, arte interior de Dick Giordano y portadas de William Stout y Giordano. Cadillacs and Dinosaurs: Man-Eater, fechados sus números entre junio y agosto de 1994, fue escrita por Thomas y dibujada por Claude St. Aubin (las portadas fueron obra de Sam Kieth). La última miniserie de Topps hasta la fecha, Cadillacs and Dinosaurs: The Wild Ones, septiembre a noviembre de 1994, era de Thomas al guión, y al dibujo, del artista español Esteban Maroto (el portadista fue Joseph Michael Linsner).

A Mark Schultz le gusta ser metódico y detallista cuando diseña sus dinosaurios o sus coches y también cuando construye sus historias. Eso le apasiona, programar y medir el tiempo de sus historietas, diseñar al milímetro las páginas que narrarán una historia legible y con sentido es toda una aventura para Mark.

Lo primero que hace es garrapatear [¿garabatear?] en cuatro o cinco folios un plot de la historia, asegurándose de que ése es el argumento que quiere contar. A continuación, se asegura de que podrá encajarlo en las veinte o veintiuna páginas de un comic book. Y aquí comienza la pesadilla. Schultz se conduce como un perfeccionista, recortando escenas poco interesantes, modificando detalle a detalle otras que cree más importantes, definiendo poco a poco la historieta definitiva, lo cual implica desechar muchos bocetos –a veces muchos diferentes para la misma página– hasta que da con la solución adecuada. Algunos opinan que esta actitud revela un espíritu inquieto, alborozado con la perfección; otros, un espíritu pobre, insatisfecho consigo mismo. Sea como fuere, lo que surge al final de este trabajo es magia pura.

Schultz ha declarado que uno de sus héroes creativos es el director de cine Howard Hawks, debido a su capacidad para los diálogos. Mark considera que gran parte del peso de una obra de cómics recae sobre los diálogos, y los reescribe una y otra vez hasta condensar lo que él piensa que deben decir sus personajes. El siguiente paso es el diseño de esos personajes y de los elementos que van a aparecer en la historia. Mark tardó en hallar las apariencias adecuadas de sus héroes principales y secundarios, pero también demora mucho tiempo en diseñar los seres u objetos que aparecen tan sólo en unas cuantas viñetas. Por ejemplo, Schultz llenó páginas y páginas de bocetos del extraño ente llamado Cosechador (Harvestman en el original) hasta quedar satisfecho, incluso llegó a crear diferentes vistas de un modelo biológicamente perfecto, absolutamente realista y con sus proporciones perfectamente estudiadas.

Primera página de "Another Swarm", contenida en el nº 14 de la serie original de Kitchen Sink Press.

Ese metodismo que roza lo enfermizo alcanza su meta: un dibujo estupendo. Listas todas las páginas a lápiz, Mark se las pasa a su rotulista, cargo desempeñado habitualmente por su esposa, Denise Prowell, dibujante de cuentos infantiles y rotulista profesional. Ella rotula manualmente, pues aunque posee programas de ordenador para tal fin, prefiere el método tradicional, ya que aporta más vida a los diálogos. Una vez escrito el texto sobre los bocadillos, Mark entinta sus viñetas utilizando igual metodología que para dibujar, página a página y de esquina a esquina, y trabajando siempre con pinceles Windsor-Newton de la serie 7, n.º 2 o n.º 3, que son los que generan una línea de mayor calidad. Después de haber entintado todo, aplica concienzudamente los tramados de grises y los medios tonos para obtener un resultado final que destila cierto sabor añejo, como irreal, similar a la atmósfera neblinosa de los pulps y de los cómics antiguos. Esa apariencia es precisamente la que Schultz pretende conseguir; lo malo es que este terminado tan exquisito exige un tipo de reproducción diferente al del común de los comic books, y Schultz suele revisar también los fotolitos de las páginas antes de enviarlos a imprenta, añadiendo alguna línea o borrando algún desliz con ayuda de un líquido especial.

¿Qué implica todo este tedioso proceso? Fácil, que la siguiente entrega de su trabajopuede tardar en ver la luz meses y meses, como así ocurrió con los números 13 y 14 de la serie Xenozoic Tales en origen, retrasados debido al perfeccionismo enfermizo del autor.