CÓMIC POLÍTICO EN CHILE (1858-2016). 150 AÑOS DE PUBLICACIONES DE HUMOR, SÁTIRA Y POLÍTICA
MOISES HASSON

Title:
Political comic in Chile (1858-2016). 150 years of humor, satire and political publications.
Resumen / Abstract:
Se recorre la historia de las publicaciones con humor político gráfico, desde el año 1858 hasta el 2016. En un avance cronológico se progresa describiendo autores, publicaciones e imprentas. Se hace hincapié en algunos periodos especialmente críticos para la publicación de estas sátiras, así como persecuciones y ataques notorios sucedidos. La época de oro de comienzos de siglo se analiza detalladamente, y luego la gran publicación del siglo XX que fue Topaze. Y finalmente se arriba a la decadencia en el siglo XX en ese medio, dada la emergencia de nuevas formas de comunicarse que el milenio trajo consigo. / The history of the publications is traversed with graphic political humor, from the year 1858 to 2016. In a chronological advance, one progresses by describing authors, publications and printing presses. Emphasis is placed on some particularly critical periods for the publication of these satires, as well as persecutions and notorious attacks. The golden age of the beginning of the century is analyzed in detail, and then the great publication of the twentieth century that was Topaze. And finally it was up to the decadence in the twentieth century in that media, given the emergence of new ways of communicating that the millennium brought with it.
Notas: Este artículo es una versión resumida del contenido del libro ilustrado Sátira Política en Chile (1858-2016). Catálogo de 150 años de publicaciones de humor, sátira y política , Ed. Nauta Colecciones, 2017, Santiago de Chile.
Palabras clave / Keywords:
Revistas de historieta chilenas, Humor gráfico, Cómic político, Topaze, Coke, Caricatura chilena, Historieta chilena/ Chilean comic magazines, Graphic humour, Politic comic, Topaze, Coke, Chilean caricature, Chilean Comics

CÓMIC POLÍTICO EN CHILE (1858-2016)

150 AÑOS DE PUBLICACIONES DE HUMOR, SÁTIRA Y POLÍTICA

 

Introducción

Recorreremos una historia que comienza en Chile en 1858 y se mantiene vigente hasta el día de hoy. Son las revistas de sátira y humor político. En su trayectoria han cruzado importantes hitos de la historia cultural y política, y también la historia social de Chile. Por cierto que ya antes de ese año existió humor político gráfico, lo vemos incluso en 1911, en los albores de la independencia de España, cuando los grupos en lucha por el poder usaron la combativa arma del humor unos contra otros. Se conoce, por ejemplo, una caricatura que muestra a próceres chilenos y argentinos en situación injuriosa y que se sabe fue inspirada por José Miguel Carrera (García; Montealegre et al., 2017).

Pero en lo que a publicaciones se refiere, el desarrollo comienza a mediados del siglo XIX, con los que Donoso denomina periódicos de caricatura (Donoso, 1950), por contraposición a los periódicos habituales, con contenidos fundamentalmente de textos. Donoso, en su trabajo, lista exhaustivamente los periódicos de este estilo hasta el año 1900, momento en el que se extinguen a causa de las facilidades que las mejoradas técnicas de impresión ofrecían.

Con el cambio de siglo, un nuevo tipo de publicación comienza a ver la luz y se populariza rápidamente; es una variante del periódico de caricatura, pero ahora con la tecnología que puede lograr una publicación que incluye color, mejor papel y calidad de imagen. Es el comienzo de las revistas, que serán el fértil campo donde se desarrollará fundamentalmente el arte gráfico en este nuevo siglo XX.

Este novedoso formato de revista, que integra temas de literatura, el humor de los periódicos de caricatura y también una cierta crítica social con noticias diversas, como las artes, el deporte y otras, fue abriéndose paso algo tímidamente a contar de 1895, y ya con fuerza la llegada del nuevo siglo.

Una explosión de revistas se va sucediendo desde 1900, lo que lleva al surgimiento de un gran grupo de artistas, incluyendo algunos extranjeros que se instalan en Chile atraídos por las posibilidades que se abren en las nuevas publicaciones.

Será el modernismo el movimiento que mejor se refleje en estas publicaciones. Se aprecia en el diseño de la tipografía, en las formas florales u ornamentaciones clásicas: las figuras femeninas jóvenes, hermosas, algo etéreas y sensuales. Incluso con detalles como el uso de aureolas sutiles en sus cabezas.

Todo cambiará gracias al genio de un artista: Jorge “Coke” Délano. Primero desde las páginas de la revista Sucesos, y desde 1931 con su propia publicación, Topaze, la que transformará para siempre la forma de ver la política, a los políticos y al humor. Muchos tratan de copiarle, y su estilo crea una escuela que se mantiene incluso cuando él se retira de la dirección, posicionándola sin contrapeso durante décadas. Solo el paso del tiempo logra finalmente tumbar este Barómetro de la Política.

La llegada de la televisión y los nuevos aires sociales inciden en la merma de publicaciones de humor político de los kioscos, aun cuando se mantiene parte de su atractivo en otros medios, como la radio en los sesenta y luego la propia televisión.

El golpe de Estado de septiembre de 1973 corta por completo con el humor político, y queda este sin espacio para desarrollarse. La política queda fuera del ámbito público, y se comienza a hablar peyorativamente de los "señores políticos", teniendo muchos que emigrar a otros países, mientras que otros son perseguidos, encarcelados, ejecutados o desaparecidos hasta el día de hoy.

En 1988, con el regreso a la democracia y la consecuente eliminación de la censura, vuelven a publicarse numerosas revistas políticas, en general con menor contenido, sobreviviendo finalmente solo unas pocas. Con el paso de los años, nuevas generaciones asumen esta tarea, pero, como veremos, lo harán de distinta forma.

 

Aquellos molestos periódicos de caricatura

Los periódicos de caricatura, en su andadura de casi medio siglo, gozaron de mucha popularidad y fueron en su mayoría un objeto de difusión de las tendencias políticas imperantes. Llegaron a denominarse “el papel de los monos”, por lo que en Chile, desde aquellos años, se utiliza el vocablo “monos” como sinónimo de los dibujos.

Estos “monos” se transforman muy pronto en un vehículo que permite a sus directores y propietarios dirigir, con humor, enérgicos ataques políticos al clero, a los sectores del Gobierno o los de la oposición. En suma, un medio de fácil comprensión para sus lectores, que logra presentar el acontecer de la privada vida política nacional y que, dos o tres veces por semana, muestra también lo peor de nuestra sociedad.

Todo comenzó en 1858 con El Correo Literario, el primer periódico que utiliza la caricatura como parte de su contenido. Este elemento tan innovador requirió una declaración de principios, que, a poco andar, debió reiterarse para tranquilizar a la pacata sociedad imperante en la época.

 

 

Los trabajos de ilustración de este primer periódico surgieron de la pluma de dos jóvenes artistas: Antonio Smith y Benito Basterrica. El primero finalmente se dedicaría por completo a la pintura, siendo hoy reconocido como un precursor de la pintura chilena de paisajes, y el segundo seguiría inmerso en el mundo del dibujo y las caricaturas.

Se suceden en el tiempo una cantidad de títulos, incluyendo algunos tan efímeros que no pasan de un par de números, y en algunos casos con continuos cambios de nombre, producto de los fútiles intentos de censura o ataques, lo que hace que su seguimiento sea un trabajo difícil, pero que ya ha sido abordado en diversos estudios.

El formato usual de estos periódicos corresponde a un papel de calidad de diario, tamaño tabloide, con un total de cuatro u ocho páginas, de forma tal que fuera simple de imprimir, doblar y cortar para ponerlo a la venta. Títulos destacados del periodo, además del El Correo Literario , corresponden a los 126 números de El Charivari entre los años 1867 y 1870, también El Padre Cobos, líder de las publicaciones anticlericales, publicada en cuatro distintas épocas del siglo XIX sumando un total de 499 números entre los años 1875 y 1885.

 

 

Los nombres que más destacan durante esos combativos años son Juan Rafael Allende, periodista liberal, fuertemente anticlerical, alma y espíritu de múltiples periódicos; Benito Basterrica, dibujante que inicia su carrera en El Correo Literario continuándola de forma generalmente anónima, y Luis Fernando Rojas, versátil dibujante que comienza muy joven, el año 1879, retratando a soldados de la Guerra del Pacífico y muy pronto aparece participando en múltiples iniciativas, con una gran capacidad para adaptarse a las tecnologías existentes.

El tono irreverente y confrontacional de estas publicaciones produce una reacción de las autoridades eclesiásticas, las que, además de auspiciar otros títulos en contraposición, presionan al obispo Joaquín Larraín Gandarillas a emitir una disposición eclesiástica para prohibir su lectura. En el documento, publicado en El Estandarte Católico el 13 de octubre de 1886 (Montealegre, 2008), se indica:

Y por cuanto nos consta positivamente el daño que actualmente causan a la moralidad privada y pública los periódicos intitulados El Padre Padilla y El Padre Cobos, que se publican en esta ciudad, en cumplimiento de nuestro deber pastoral, y aunque están de suyo prohibidos por el hecho de ser esencialmente impíos e inmorales, es nuestra intención confirmar con toda nuestra autoridad diocesana, bajo pena de pecado mortal, la prohibición de leer, comprar, retener y distribuir estas perniciosas publicaciones.

En 1891 se desata una guerra civil y, tras la muerte del presidente Balmaceda, se detiene el flujo de publicaciones. La imprenta de Allende es destruida por la “chusma”, y el escritor y editor es detenido y condenado a muerte, pena conmutada en el último momento y sustituida por la extradición.

La actividad se retomará con otros actores y con cambios en las tecnologías de las imprentas y formatos. En agosto de 1895 nuevamente las autoridades de la Iglesia católica reaccionan ante la avalancha de publicaciones y lanzan una enérgica diatriba: «Prohibimos la lectura de La Ley y del Poncio Pilatos bajo la pena de excomunión mayor Ipso facto incurrenda».

Estos periódicos del periodo posterior a 1892 son los últimos en ser publicados, con lo que el formato de batalla, casi de guerrilla, da sus últimos suspiros, al tiempo que la prensa moderna comienza a dar sus primeros pasos.

 

Nuevas revistas para una nueva sociedad

Culminando el siglo XIX comienza a imponerse el novedoso formato de revista, que integra temas de literatura, el humor de los periódicos de caricatura y una cierta crítica social con noticias diversas y notas sobre las artes, el deporte y otros temas.

Las revistas que mencionaremos a continuación no tienen necesariamente una orientación completa a la sátira, pero sí fueron el germen gráfico de la caricatura, madre de las publicaciones de cómic político que vendrían posteriormente.

El 4 de agosto de 1895, el conocido dibujante Luis Fernando Rojas decide alejarse de los conflictos de los diversos periódicos y lanzar una pequeña, y algo modesta, publicación de tan solo ocho frágiles páginas, titulada La Revista Cómica y que incluye una gran cantidad de dibujos de su autoría.

En su portada, el logo de la publicación muestra la figura del Progreso avanzando en un carro tirado por dos alados caballos, que tiene escritas las palabras «Artes y Letras», junto al retrato de algún artista. En su interior se establece que La Revista Cómica es un «Periódico Semanal Ilustrado-Literario».

Como contenido puede encontrarse poesía, diálogos, breves obras de teatro y textos. A todo lo anterior se agregan dos páginas de dibujos de Rojas, algunos retratos y otras ilustraciones en viñetas que podemos clasificar casi como “prehistorieta”. A contar del número 120 se duplican sus páginas manteniéndose la estructura y el aire art nouveau que impregna la publicación. Ciertamente, Rojas supo aprovechar las oportunidades que las mejores imprentas y litografías ofrecían, armando un muy buen producto, ligero pero relevante.

Aun cuando la publicación cesa en agosto de 1899, vuelve a aparecer en 1905. Esta vez Rojas tiene de socio a Samuel Fernández Montalva, precisando que la revista es ahora un «Periódico Ilustrado Satírico y Literario».

Ahora con 32 páginas, el contenido se mantiene semejante, pero con el mayor aporte de otros dibujantes: Bic, Chao (seudónimo de Raúl Figueroa), además del mismo Rojas, quien firma con el seudónimo Marius. También tiene mayor contenido de humor político, tal vez porque ahora es oficialmente “satírico”.

 
 

La Lira Chilena comienza a publicarse el 14 de febrero de 1898 bajo la dirección de Samuel Fernández Montalva, y con la dirección artística de Luis E. Gutiérrez, siendo este último reemplazado en enero del año siguiente por Luis Fernando Rojas, quien pocos meses atrás había cesado de editar la primera época de La Revista Cómica.

Junto con la posterior La Ilustración (desde enero de 1900), La Lira Chilena es una publicación pionera por el buen uso del color y por el talento y profesionalismo de sus redactores artísticos y dibujantes. Entre ellos figuran algunos de los más destacados nombres de la ilustración de esos años, como Luis Fernando Rojas, Emilio Dupré (firmando también como E. del Prado), Alejandro Fauré o Luis E. Gutiérrez.

Son La Ilustración y La Lira Chilena las dos publicaciones más populares de comienzos del siglo XX.

 
 

En 1903, La Ilustración, que había nacido en 1898, se enfoca con fuerza en la sátira. Incluye en portada e interior caricaturas todo color de artistas y políticos de Dupré, Palacios, Raúl, Lopez, A. del Mono, A. P. C. y C. Romo. Incluso hay paginas con series de viñetas humorísticas mudas firmadas por Camaron, A. P. C. o A. del Mono.

En agosto del año 1901, los mismos dueños del entonces popular periódico El Chileno deciden lanzar su propia revista, que titulan La Lira de El Chileno. En el editorial del primer número indican: «[no queremos] reformar al mundo, ni hallar la cuadratura del círculo, ni hacer ricos ni poderosos a nuestros lectores [...] Únicamente informar, agradar y si nos es posible instruir».

La revista incluía bastante humor gráfico, en trabajos de ilustración, caricaturas, protocómics y también algunas noticias. Los que firman estos trabajos son M. López y JB, firma que corresponde a Julio Bozo, dibujante que posteriormente sería afamado caricaturista en la revista Zig-Zag con su seudónimo Moustache.

A contar del número 4 la revista cambia su nombre a El Chileno Ilustrado para «evitar confusiones con otra publicación de nombre algo parecido» como se señala, que no puede ser otra que La Lira Chilena. Al parecer solo publicó cuatro números entre ambos títulos.

El año 1902 es destacable para el periodismo y la gráfica nacional, ya que en febrero de ese año comienza a publicarse el primer periódico con ilustraciones permanentes, El Diario Ilustrado, que daría espacio para el surgimiento de numerosos dibujantes y caricaturistas chilenos. Y en agosto de 1902, precisamente el 18 de ese mes, se lanza al público desde la ciudad de Valparaíso el primer «Semanario Ilustrado de Actualidades» , a cargo de los hermanos Gustavo y Alberto Helfmann, hijos del propietario de la imprenta Universo, empresa editora de la publicación.

Señala su editorial que su objetivo es ser «una revista destinada a grabar en forma de álbum la crónica de los principales sucesos» «poniendo a contribución todos los elementos que la imprenta moderna y el arte del fotograbado pueden suministrar».

 
 

Con tan solo dieciséis páginas en sus inicios, Sucesos desarrolla lo que hoy entendemos como una revista magazinesca y multifacética, presentando artículos y notas sobre colonias extranjeras (“Las fiestas inglesas”), noticias policiales y deportivas, mostrando la sociedad de Santiago y provincias. Con excelente calidad de reproducción de imágenes, muy buen papel, coloridas y sorprendentes portadas —para la época—, Sucesos fue una muestra de lo que sería el periodismo en el siglo XX.

Inicialmente incluyó muy poco humor gráfico. Destaca el trabajo de Carlos Wiedmer y del mismo Jorge Délano (Coke), quien ocupa por un largo tiempo el rol de director artístico a cargo de las portadas, selección de material gráfico, etc., experiencia que luego le serviría al lanzarse en la aventura de Topaze.

Otra publicación del periodo es La Comedia Humana, creada el 1 de diciembre de 1904, dirigida por Hector Lacquaniti, que venía de Italia y llegó a Chile desde Buenos Aires. Más famosa que la publicación misma, es el impacto de una de sus caricaturas en que se ridiculizaba al presidente de la República y su esposa, como veremos más adelante.

 
 

Dos fueron sus principales dibujantes: el español Juan Martín, que veremos más adelante integrar el equipo de Zig-Zag, y Santiago Pulgar, también español. Las ilustraciones, siguiendo la tradición de los periódicos de caricaturas, se presentan en la portada y las páginas centrales. En el número 24 de la revista, durante el gobierno de Pedro Montt, Pulgar dibuja una caricatura que titula “La cueca de la regeneración” (parte del eslogan electoral de Montt) en que muestra al presidente tocando el piano mientras su joven esposa baila con el ministro Guillermo Rivera, insinuando una relación impropia. Esto hiere tanto al presidente que de forma impune contrata a dos delincuentes para que apaleen a los responsables del dibujo y la revista. Luego de realizar el encargo, fueron apresados pero liberados o fugados antes del juicio.

Como resultado de la agresión, Pulgar deja finalmente el país, instalándose con toda su familia en Estados Unidos, mientras en Chile el hecho no representa más allá de un pequeño escándalo muy pronto olvidado.

Un par de años después que Sucesos saliera a la luz pública, Agustín Edwards lanza, el día 19 de febrero de 1905, una nueva revista de carácter semejante, que denomina Zig-Zag.

 
 

La revista se imprime en un nuevo equipamiento traído, junto con un grupo de técnicos, especialmente desde el extranjero, y Edwards, el dueño de la editorial, planifica cuidadosamente el lanzamiento con una fuerte campaña publicitaria, basada fundamentalmente en volantes impresos en el extranjero. Consigue un éxito de audiencia desde el primer momento y comienza de este modo un largo camino de casi sesenta años de edición, con 3.102 números en total.

De tamaño estándar, portada y algunas páginas interiores a color, con volúmenes semanales de 32 páginas, a diferencia de Sucesos, se prescinde de la crónica policial y sí se incluye material cultural, también caricaturas y humor, así como multitud de reproducciones artísticas. Las firmas de C. Zorzi, Pug, Moustache y Dick pueden reconocerse en los primeros números.

Al año siguiente, la revista duplica su tamaño, lo que le permite dar mayor realce aún a sus fotografías y reportajes, retornando luego de un par de años al formato estándar anterior, que mantiene hasta el final.

Gracias al esfuerzo mostrado desde un comienzo, fue un imán para las mentes más preclaras en el ámbito periodístico y cultural, quienes supieron, entonces, darle realce a una publicación que muy pronto no solo eclipsó, sino que prácticamente anuló al año de su lanzamiento la poca competencia que existía en el ámbito cultural, logrando transformarse en un reflejo de la alta sociedad de Santiago y de Valparaíso

Para su cuarto aniversario, en el número 208, publica un reportaje en el que —solo en la parte gráfica— se incluye la siguiente lista de colaboradores: Pedro Subercaseaux (Lustig), Emilio Dupré, Mariano Videla H., Juan Martin, Carlos Zorzi, Ramón Huneeus, Bonencontre, Richon Brunet, José Foradori, Julio Bozo (Moustache), Nataniel Cox (Pug), Raúl Figueroa (Chao) y Paul Dufresne. A los anteriores debemos sumar en distintas épocas a Lamberto Caro, Emilio Álvarez, Santiago Pulgar, Juan Oliver, Edmundo Searle (Mundo), Eguren Larrea, Alfredo Bustos, Luco y Alfredo Adduard.

Durante un tiempo, León Bazin incorpora una caricatura mostrando un acontecimiento mundial como parte de la publicidad de distintos productos: bebidas, suplementos alimenticios, etc., la cual se continuó durante unos meses por otros dibujantes como una muestra temprana del poder del dibujo en la publicidad.

Pasada la década de los veinte, la presencia de la caricatura y el humor político decae hasta prácticamente desaparecer, dejando un gran recuerdo de los primeros años con sus inolvidables trabajos, como es el caso de Von Pilsener, el primer personaje de la historieta chilena, de autoría de Lustig (Pedro Subercaseaux) (Montealegre, 1993).

El año 1907 sale a la venta la publicación Sin Sal (o Zin Zal, porque el logo se escribía con dos zetas), una publicación nacida como una sátira directa a la revista Zig-Zag. Como era tradición en las revistas presentar en el encabezado un lema, ellos indicaban ser «Lesera Semanal y Lustrada». Se publica hasta el 20 de agosto de 1909. Uno de sus habituales objetos de mofa era el “Cucho” (Agustín) Edwards, al que incluso llegan a poner en portada en uno de los últimos números caracterizado como un burro.

Comenzando el año 1907 vemos surgir una nueva publicación:La Careta, Revista Literaria, Humorística i de Actualidades, en donde podemos observar en portada los característicos dibujos de humor, especialmente referidos al presidente Pedro Montt.

 
 

La gran mayoría de las ilustraciones eran firmadas por Petit Choose y por Paf, ambos seudónimos de Galvarino Lee, según el estudioso Jorge Montealegre (3), quien también destaca de este periodo la nueva aparición del personaje Von Pilsener en historias de dos páginas con cuatro cuadros a todo color. Además de las dos firmas ya señaladas, pueden encontrarse algunos trabajos bajo rúbrica de Enithing.

Comenzado el año 1908, la imprenta y editorial Zig-Zag amplía su oferta de revistas con un magazine dedicado a la sátira política, Corre-Vuela, manteniendo la revista Zig-Zag orientada a las noticias y a la sociedad. Con 32 páginas, presenta un aspecto moderno y ágil pero con una orientación más popular. En un formato de buena calidad, el papel en que se imprimía se conserva hoy perfectamente a pesar de sus más de cien años.

 
 

En sus primeros números, y tal vez buscando tantear al mercado, incluye notas de economía hogareña: cómo preparar un té, cómo hacer debidamente un dormitorio, todo esto dentro de la sección Pájinas del Hogar, pero estas notas pronto desaparecen. También incluye reportajes deportivos. La revista se publica durante casi veinte años, con un total de 1.030 números desde 1908 a 1937.

Desde temprano incluye caricaturas a página completa de diversos políticos: ejemplo, la serie Embriones Ministeriales; también de embajadores tanto extranjeros en Chile como chilenos en otros países, y artistas de moda. No es raro que se acompañe a la caricatura alguna estrofa característica. Los autores son Luis Fernando Rojas, Bonsoir y Chambergo, los dos últimos seudónimos también de Galvarino Lee.

Otros dibujantes que deben mencionarse son Nataniel Cox (Pug), Álvarez, Luis Enrique Alfonso (Osnofla), Walter Barbieri, Jorge Délano (Coke), Santander Pereyra, Marning, Chao, Foradori, Tancredo, Oliver, R. Simon, LZN, H y Mario Torrealba (Pekén).

Un personaje que se hizo recurrente en historietas de seis u ocho cuadros en esta publicación es Don Lucas Gómez, un ingenuo campesino que llega a la gran ciudad (Santiago) y vive peripecias chocando con las costumbres de la época.

Así como la editorial Zig-Zag lanza una segunda publicación magazinesca orientada al humor y la sátira, también la editorial Universo publica en paralelo a Sucesos, desde la ciudad de Valparaíso, Monos y Monadas.

 
 

Con una brillante portada que presenta una caricatura de contenido político, buena gráfica interior y calidad de los textos, desde el 18 de julio del año 1910 y con aparición semanal logra publicar hasta el año 1919 un total de 482 números. Su enfoque es el usual en las revistas del estilo: buen papel, ilustraciones y caricaturas habitualmente de autores chilenos, relativas a satirizar costumbres o acontecimientos políticos, junto con contenidos complementarios de artículos y notas de diversas materias.

Sin embargo, con el avance de los meses la orientación de la revista y el material va cambiando. Cerca del número 200 (año 1914) ya no se presentan trabajos de chilenos, sino de dibujantes extranjeros, los que en algunos casos llevan firmas y pueden reconocerse. Corresponden a caricaturistas con obras en revistas francesas como Le Rire, La Vie Parisienne, Frou-frou o Gil Blas, entre los que destacan Guydo (seudónimo de Guillame Le Barrois d’Orgeval) y Zyg Brunner. Probablemente esta situación se explica por la escasez de dibujantes nacionales de calidad, que ya estaban ocupados en las publicaciones de la editorial Zig-Zag.

En los años siguientes, a partir de 1921, y bajo la dirección de Raúl Figueroa (Chao), se inicia una segunda época bastante distinta. « Monos y Monadas, viendo las volteretas que da el mundo, ha resuelto levantarse del sepulcro y tomar su puesto entre los vivos», se indica en la revista.

La numeración continúa desde el 483, y logra llegar al 510, con una fuerte orientación a la caricatura política, incluyendo además chistes de situaciones frívolas. Tan solo ocho páginas de cada número permiten mostrar la calidad de la mano del gran artista que fue Chao. Pueden encontrarse también algunos trabajos de otros autores, entre ellos Espejo.

En 1912 se comienza a publicar la revista Co co ro co, a cargo de A. Hinojosa como director propietario y con Carlos Wiedner como director artístico. Avanzando las semanas, este es reemplazado por Raúl Figueroa. Las caricaturas están siempre presentes en portada al igual que en el interior, incluyendo humor en forma de poesía.

Con fuerte ánimo de crítica a la política, especialmente al presidente Ramón Barros Luco, las caricaturas aparecen firmadas por Zas (a quien veremos participando muy luego en Monos y Monadas), Alias (Wiedmer), y posteriormente por el propio Chao.

Pocos meses antes que se desatara la Gran Depresión, la editorial Zig-Zag lanza una revista distinta titulada Moya, que identifica como «Semanario de Trascendencia Social». Sus directores son Malbrán y Campaña.

No posee sátira política y su fuerte es un humor más renovado, cercano a aquel que se instaló en España en la década de 1920. De hecho, hay múltiples reproducciones de trabajos firmados por aquellos dibujantes adscritos a esa corriente que se ha llegado a conocer como “Los humoristas del 27”: López Rubio, Mihura, K-Hito, Andova, son los que más aparecen. La revista donde probablemente se obtienen las obras es Buen Humor, que se publica en Madrid desde 1921 y hasta 1930.

De tamaño estándar, el primer número sale a la luz el 27 de agosto de 1929, y con periodicidad semanal logra llegar hasta el número 12. Portada a dos tintas e interior en blanco y negro, con muchos textos, chistes y notas con un único fin: entregar humor (y sin política).

 

Topaze y sus imitadores

Llegamos a 1931, el año de Topaze. El 12 de agosto se lanza la revista, y su creador, Coke (Jorge Délano), aporta la experiencia adquirida en Sucesos, El Diario Ilustrado y también en el mundo del cine.

El grupo inicial de autores en la parte gráfica lo conforman el propio Coke, Juan Francisco González (Huelén) y Juan Gálvez Elorza (Fantasio). Más tarde se suman Manuel Tejeda (Mono) y Mario Torrealba (Pekén). Ya en el número 40 se incorporan Mario Gálvez (Ares) y René Ríos (más tarde conocido como Pepo). En la parte escrita se puede encontrar a Avelino Urzúa, Jorge Sanhueza, Genaro Sanhueza, Jenaro Prieto, Héctor Meléndez, Alejandro Tinsley Prieto, Fernando Díaz Garcés, Manuel Gamboa, Gonzalo Orrego, René Olivares y Alvaro Puga Fisher.

La lista de personajes creados y desarrollados en la revista es muy grande. Cada presidente tenía el suyo (Don Gabito, Lalo, Paletita, etc.), pero siempre estaban presentes Verdejo y el Profesor Topaze.

A comienzos del año 1950, Coke se retira definitivamente de la dirección y vende la revista. Comienza un largo periodo de veinte años en que asumen nuevos directores escritores y dibujantes. La revista se mantiene entre la nostalgia de lectores y propietarios que tratan de influir en lo publicado y mantener a flote la inversión. Hernán Millas, director durante los años sesenta, ha indicado al respecto: «Los dueños duraban poco: el mismo tiempo que los directores».

Respecto de la desaparición de Topaze, podemos señalar que no fue una sorpresa para nadie. Lo realmente sorprendente es que haya podido sobrevivir hasta 1970 con un país y políticos muy distintos de los de 1935. Ya en esta época no es necesario leer una revista en forma semanal para sentir la temperatura del acontecer que el Barómetro de la Política chilena entregaba.

El 24 de septiembre de 1931, pocas semanas después de publicada la revista Topaze, la editorial Universo —responsable de Sucesos desde el año 1902—, lanza una nueva revista casi idéntica a su competencia que tituló Chopazo. En los dos primeros números indica que la revista se vende a 20 centavos, «pero se regala a los lectores de Sucesos». Ya a contar del número 3 no registra valor y solo se considera como obsequio o suplemento de Sucesos.

De ordenada periodicidad semanal, tiene un formato y contenido del todo semejante a la revista Topaze. A tanto llega el parecido que —hidalgamente— ellos mismos se autodenuncian con una supuesta carta de un lector de Topaze al director de Chopazo, en donde reclaman la odiosa copia realizada. También, al igual que la revista que imitan, sufre la censura sin poder salir a la calle por un par de semanas (desde el 29 de octubre al 19 de noviembre).

 
 

Entre otras publicaciones menores del año 1932 podemos citar a El Gallómetro, Don Tanque, Verdejo y Wikén. De una u otra forma trataron de sumar humor, o derechamente imitar a Topaze, en un envase que incluía otro tipo de material, por ejemplo el policial en Don Tanque, pero sin éxito.

En 1933 nace Cambiazo, otra revista que es casi “copia” idéntica de Topaze, tan semejante que algunos indican que corresponde a la misma revista que se publica durante un tiempo con otro nombre para evadir la censura. Lo cierto es que entre agosto de 1933 y junio de 1934 Topaze no se edita, por lo que podríamos confirmar la hipótesis del reemplazo, pero con la publicación de Cambiazo no se logra cubrir el periodo completo de ausencia.

 
 

En un intento por competir en el mercado editorial con Topaze, la Sociedad Carlos de Vidts Ltda. presenta en 1949 una revista de humor político llamada La Raspa, destinada a darle “raspa la politiquería”.

Con 51 números publicados durante el año 1949, la revista no resiste la competencia —la leal y la desleal— y finalmente no retorna en el nuevo año. Según denuncia de Vidts, la presión de Zig-Zag habría conseguido terminar con la revista, misma situación ocurrida anteriormente con otras iniciativas independientes.

Debemos esperar hasta 1955 para ver otra publicación de estilo paralelo a Topaze. Es Arriba el Telón, publicación dirigida por Eduardo Wiche Zarzycki, que mantiene el formato de publicaciones satíricas instaurado por la creación de Coke.

 

Llegaron los sesenta

Con la elección presidencial del año 1964, la llegada de la televisión luego del Mundial de Fútbol del año 1962, realizado en Chile, y el nuevo aire social que se comienza a respirar en el país, el humor político se desplaza a otros medios. El decano de las publicaciones de este estilo, Topaze, aún se vende, pero cada vez con menor independencia política de los propietarios del momento.

Se pueden encontrar en este periodo algunas publicaciones con mezcla de estilos, como es el caso de Show, que experimenta a través de sus distintos números, o un intento de hacer revista mezclando estilos como es el caso de Kokodrilo. Pero sin duda el gran hito de la época es la innovadora revista La Chiva.

 
 

Es julio de 1968 y ve la luz un nuevo proyecto editorial, alejado de todo lo que en ese entonces se hacía y publicaba en el país. Savia joven, contestataria, locuaz, desprendida de prejuicios, creyente de utopías y soñadora de un mundo mejor; ese es el equipo que da forma a La Chiva: Alberto Vivanco, Hernán Vidal (Hervi), Palomo y Pepe Huinca.

Como muy bien dice Jorge Montealegre (3), la revista no surge de un día para otro. El ritmo vertiginoso de los años sesenta la va gestando: la era dorada de los hippies, los megaconciertos de días completos, la ira contra la guerra de Vietnam, la desinhibición sexual, los movimientos sociales, la Revolución de las Flores en Estados Unidos y Mayo del 68 en Francia. Y la esperanza de aquellos que siempre habían sido perdedores.

El proyecto se materializa gracias al capital que recibe Vivanco del dueño de la editorial Lord Cochrane por quedarse con su creación, la popular revista Ritmo. Esta es la llama que dispara esta impensada aventura. Cuatro jóvenes artistas trabajando colectivamente y manteniendo por casi cincuenta números lo que parecía imposible: una revista de humor con distribución independiente y muy poco capital de respaldo. Bajo el sello de la editorial Papiro, creada por ellos mismos, la «revista de humor horizontal» (por su formato apaisado) se publica quincenalmente, con 32 páginas de humor mayoritariamente gráfico.

Inicialmente campea el humor disparatado e irreverente, algo inspirado en la revista estadounidense MAD, con muy tempranos aportes nacionales. Destaca, por ejemplo, el muy recordado “Lo Chamullo. Un barrio como el suyo”. Hay trabajos que aparecen firmados por cuatro o por dos integrantes, mostrando un trabajo hecho en la medida de lo posible en un ambiente de creatividad conjunta. La crítica política está presente, pero más bien como una representación de las diferentes clases sociales.

La contingencia política comienza a permear el contenido. Alusiones a las próximas elecciones presidenciales, números especiales dedicados a la “Guerra a la Inflación”, incluyendo un muy contingente laque policial para defenderse de las alzas; la reproducción de un chiste contra la dictadura de Onganía que anteriormente causó la clausura a la revista argentina de humor Tío Landrú; las sátiras con personajes e historias clásicas del cómic: Flash Gordon visitando un tercermundista Chile, y luego el Llanero Solitario, entre otros.

 
 

El compromiso político de los editores se torna ineludible a contar de los números 30 y siguientes, con contenidos como: Secuestro de avión desviado a Cuba, con portada mostrando la revista tomada y clausurada por sus propios personajes, etc. Ya para el número 40 presentan en portada «N°. 40 más peliento que nunca» y muestran claramente su respaldo al Gobierno de Salvador Allende: «El nuevo régimen les va a quitar todo lo que tienen!», dice una mujer de alta sociedad a una pobre mujer con cinco niños. «¡Qué rico! Porque todo lo que tenimos es hambre» (sic), responde ella.

Los últimos números son una suerte de gran improvisación, ante la vertiginosa acción que asumen los integrantes del equipo apoyando a las nuevas autoridades. Así, Pepe Huinca es el único dibujante del número 49.

El legado de esta publicación es por cierto notable, y se han publicado varios trabajos referidos a la revista; sus creadores han pasado a ser destacados miembros de la comunidad de dibujantes humorísticos. Posteriormente, como veremos, varios de ellos se sumaron posteriormente al esfuerzo del nuevo Gobierno de la Unidad Popular a través de la revista La Firme.

Un par de años antes, un grupo de intelectuales de tendencia de izquierda habían lanzado un boletín que muy pronto se transformaría en la revista llamada Punto Final. Parte del grupo fundacional, y responsable de la parte gráfica de la publicación, es Penike (Enrique Cornejo Tapia).

El humor político siempre forma parte importante de su quehacer, y la contraportada está referida a alguna situación contingente, al igual que una serie de viñetas y chistes en su interior. El resto del material de la portada lo conforman artículos y notas de opinión sobre variados temas, fundamentalmente de orden social y político. De hecho, en una crónica en su interior señalan que «Punto Final ha dado bastante importancia al eficaz medio de combate político que supone la caricatura. […] Casi desde su creación inserta en su contraportada un dibujo que regularmente corre por cuenta de Jecho».

La revista mantuvo la misma orientación durante toda su existencia, y fue truncada por el golpe de Estado de 1973 con el ejemplar 192, de fecha 11 de septiembre. Su formato era el habitual, con tapas de cartoné a tres colores, y con interior en blanco y negro.

Ya asumido el Gobierno de Allende, un grupo de dibujantes adherentes propicia la creación de material de divulgación política para contrastar aquella proveniente de los medios opositores.

Comienzan a publicar pequeños libros con contenidos gráficos y de humor, denominados Cuadernos de Educación Popular o CEP, en los que se explican gráficamente una serie de temas, desde el punto de vista del Gobierno, como por ejemplo la cesantía.

Muy pronto se convierten estos cuadernos en la revista La Firme, título que es una contraposición a la expresión La Chiva, que en aquellos tiempos significaba la mentira, ya que ahora sus lectores recibían la verdad, la firme, en el habla popular.

Al igual que los anteriores CEP, en un comienzo La Firme se orienta en cada número a un solo tema. Por ejemplo, el problema de la concentración de medios, que en el número 3 se presenta bajo el título de “Los que están detrás de las noticias”. Mezclando humor gráfico con noticias reales ironiza en la portada: «Llegarán tanques rusos», «Se comerán los niños», etcétera.

Alberto Vivanco es el director de La Firme, al igual que en La Chiva, y la revista es también dibujada por Hervi, Pepe Huinca, el mismo Vivanco, más Guidú. Ya bajo el sello Quimantú se publica en tres colores y papel de baja calidad. Más adelante se publica a colores, y el equipo está conformado por Hervi, Pepe Huinca y Jecho (Eduardo de la Barra), siendo Hilda López la directora.

La Firme no es una revista de humor plenamente, algunos la calificaron como una publicación de educación, otros de adoctrinamiento, sin espacio intermedio.

Mientras la división social en el país se agudiza, también las potencias externas intervienen como parte de la guerra fría. Se ha documentado por el Senado estadounidense la intervención norteamericana en Chile, ya desde antes de que Allende asumiera el gobierno. Grupos completos de oposición pudieron sobrevivir gracias a la ayuda económica externa y mantenerse por ese apoyo. Todo concluye el 11 de septiembre de 1973, cuando las fuerzas armadas asumen el gobierno con un golpe militar, lo que daría origen a una dictadura que duraría hasta la vuelta a la democracia en 1989.

Pero así como hemos mencionado publicaciones proclives al Gobierno de Allende, también las hubo de oposición. Una fue Cambalache, que corresponde a un suplemento de humor de la revista opositora SEPA, incluido durante un tiempo dentro del mismo cuerpo de la publicación. Para acceder a él se debía invertir el ejemplar y comenzar desde esta nueva “portada”.

 
 

SEPA fue parte del grupo de publicaciones que el periodista de oposición Rafael Otero Echeverría editó durante todo el gobierno de la Unidad Popular. Producto de las frecuentes clausuras a las que era sometida la revista, se publicaba bajo el nombre de SEPA, Impacto o el mismo Cambalache. Todas poseían textos que impugnaban cualquier iniciativa gubernamental, con continua y despiadada crítica.

En la sección de humor gráfico destacan las series Los periodistas desayunan en Cambalache, donde reiteradamente podemos ver a personajes del mundo del cómic reciclados para efectos de la tira, y El Reyecito, en la que Allende se personifica como rey y el resto de los protagonistas son los miembros del Gabinete, sátira inspirada en el personaje The Little King, de Otto Soglow. El dibujante principal es Nelson. Todo el material es publicado en blanco y negro.

Como parte de las investigaciones del Senado estadounidense se ha establecido que esta publicación recibía en forma encubierta fondos para mantenerse operativa, factor que puede explicar su continua permanencia, a pesar de los continuos ataques judiciales del Gobierno.

Se deja de publicar tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

 

Bajo la dictadura

El periodo de la dictadura fue un tiempo oscuro para el humor político. Todo lo que venía siendo publicado hasta 1973 y que tuviera simpatía por el Gobierno anterior, o por la opción democrática fue súbitamente terminado, y sus dibujantes y artistas, perseguidos. Tampoco era posible publicar ningún tipo de revista o periódico nuevo sin pasar por engorrosos trámites de censura previa. Con el tiempo, algunas revistas logran romper el círculo y salir al público.

Se presentan como publicaciones de temática cultural (La Bicicleta ), de literatura y poesía (La Castaña), como un servicio de análisis de noticas del extranjero (APSI), mientras otras son magazines de noticias como Hoy y Cauce.

El especial interés de estos títulos por el humor gráfico hace que las incluyamos en este, un capítulo que, de otra forma, estaría en blanco. El humor sobre los políticos tiene sus riesgos, y si el político es un dictador este riesgo crece enormemente. No son pocos los que sufrieron en carne propia su desafío al régimen. Incluso una edición especial de humor de la revista APSI causó tal nivel de ira que el régimen hizo que el organismo represor, la CNI, preparara un desopilante informe sociopolítico sobre las caricaturas. En otros casos, dibujantes, temiendo por su vida, debieron emigrar y formar su vida fuera del país.

En septiembre de 1978, Eduardo Yentzen y un grupo de colaboradores lanzan la revista de cultura —con fuerte orientación musical— La Bicicleta. Buscando ser una pequeña luz en medio del “apagón cultural” que Chile vivía desde el comienzo de la dictadura, se propuso ser un medio de difusión artística, así como de reflexión y muestra de la diversidad cultural.

En el número 2, Hernán Vidal (Hervi) comienza a desarrollar las historias de su nueva creación: Supercifuentes, el justiciero. Es una parodia de Superman y de todos los superhéroes que se desarrolla en el Chile contingente. En un Chile del desempleo o subempleo, con libre importación pero de gran restricción a la vida, cultura y expresión de sus ciudadanos. En todas las historias es el cesante Cifuentes, devenido en Supercifuentes, el que debe luchar por alguna injusticia o atropello, generalmente mal entendido por él, pero que siempre tiene como resultado su encarcelamiento. La última viñeta lo muestra reflexionando tras las rejas, una cruda muestra de la vida en el momento.

 
 

La revista se publicó en forma periódica hasta el año 1987, con un total de 75 números, y editó también una serie de especiales, uno de ellos dedicado a Supercifuentes.

Ya indicamos anteriormente que el tiempo en Chile no estaba para el humor precisamente. Tampoco para la cultura en general. Y es así que en ese convulsionado año de 1982, año en que las protestas aisladas y el rechazo al régimen en medio de una crisis económica alcanza un punto crítico, un reducido número de creadores da a luz una revista literaria, pero con un gran interés en el humor, tal como lo señalan desde su portada: «Poesía, Gráfica, Humor». Los tres pilares en que sus creadores, Jorge Montealegre, Pía Barros, Hernán Venegas y Luis Albornoz, sustentan esta recordada La Castaña.

Según declaraciones de Jorge Montealegre publicadas en el volumen de Horacio Eloy (Eloy, 2014), nunca obtuvieron el necesario permiso para publicar la revista, requisito necesario en la dictadura que imponía la férrea censura de medios. Pero igual salieron. Tal vez su pequeño tamaño, su foco principalmente cultural, su limitada distribución, o tal vez su oscuro color, la hicieron algo transparente a los agentes del régimen, y la mantuvieron alejada de los actos de represión que otras más masivas y con mayor distribución sí sufrieron.

La Castaña tuvo una excelente sección gráfica y de humor. Hay trabajos de Rufino, Luis Albornoz, Eduardo de la Barra, Palomo, Lucho Salinas, Aetos, Guillo, Hernán Venegas, Patricio Amengual, Enrique Lihn, Jorge Lillo, Gustavo Bristillo y Giorgi Sotty. También notas sobre destacados dibujantes históricos como Coré, o textos clásicos del humor y la historia chilena de Coke y Edwards Bello. Todo junto con poesía, cuentos y otros textos.

En agosto de 1976 nació la Agencia de Prensa de Servicios Internacionales, que se publicaría como revista bajo el acrónimo de APSI, teóricamente buscando ser una agencia informativa sobre la contingencia internacional. Inicialmente no se distribuía en kioscos, solo a través de sus suscriptores, con cadencia quincenal. Su primer director fue Arturo Navarro, y se mantuvo así hasta fines de 1978.

En el año 1979 incorpora análisis de temas chilenos, para pasar a kioscos el año 1981 y sufrir en septiembre el que sería el primer cierre obligado, señalándoseles que debían atenerse a lo autorizado: temas internacionales.

En mayo de 1982 la revista volverá a las calles con nuevo director, Marcelo Contreras, pero será nuevamente clausurada en junio de 1983. Este fue el año en que comenzaron las jornadas de protesta nacional, que la dictadura no pudo controlar, llamando a un político de viejo cuño, Sergio Onofre Jarpa, para que ayudara a apaciguarlas.

Nuevos cierres y censuras acontecen. Pero tal vez el mayor evento de este periodo fue la requisición del ejemplar especial de humor gráfico de fecha 19 de agosto de 1987 titulado Las mil caras de Pinochet (mi diario secreto), en el que el dictador era el tema de toda la edición. El resultado fue la captura desde la imprenta de los treinta mil ejemplares, la prisión por dos meses del director y el subdirector, Marcelo Contreras y Sergio Marras, y la acusación de un burdo «asesinato de imagen», basada en un informe “sicopolítico” hecho por la CNI. La portada de ese ejemplar, que corrió por todo el país en formato de fotocopia, llevó una caricatura de Pinochet caracterizado como el rey Luis XVI. Dice en una parte del informe: «Los realizadores del libelo están plenamente conscientes del efecto del empleo del humor (en este caso canallesco) como forma de contra-propaganda». Y razón tenían.

Otra publicación, Cauce, comenzó a editarse el año 1984, siendo una de las excepciones a la férrea censura y a la prohibición de revistas nuevas sin previo permiso de las autoridades. Esta situación se dio por que en ese tiempo el ministro del Interior, Sergio Onofre Jarpa, buscaba recomponer el tejido político del país luego de que en mayo de 1983 comenzaran una serie de jornadas de protesta nacional que erosionaron las bases de la dictadura. El modelo de protesta que el régimen se encontró incapaz de contener aun cuando sacó nuevamente a miles de militares a la calle, y que se mantuvo varios años con periódicas jornadas nacionales.

 
 

Las medidas del ministro, en el periodo que ha venido en llamarse “la primavera de Jarpa”, incluyeron el funcionamiento de los partidos políticos (no todos, obviamente), el retorno de los exiliados (siempre y cuando contaran con la necesaria autorización) y la publicación de libros sin censura previa (la que podría venir después de publicada la obra, por supuesto). La empresa que se creó para la publicación de la revista Cauce fue Sociedad Editora La República, y el primer número es de noviembre de 1983.

Desde el ejemplar número 2 puede verse la presencia del humor político en sus páginas, el mismo que después veríamos incluso en portada, lo que lo transforma en una rara avis en este restrictivo y perseguido entorno. Los trabajos identificados son de Eduardo de la Barra. Este mismo dibujante, junto con otros artistas y escritores, dan vida a un suplemento a contar del número 11 de Cauce, del 24 de abril de 1984. Llamado La Cacerola, su título representaba una fuerte vuelta de tuerca a un símbolo de la oposición al gobierno de Allende que con el tiempo fue mutando en una forma de expresión en contra de las autoridades. Se publicaba separado de la revista, en un tipo de papel de menor calidad y que de esta forma podía compartirse más fácilmente.

En el número 4 de La Cacerola se suma al equipo el joven dibujante El Gato (Juan Carter), quien muy pronto destacaría por su acidez y el atrevimiento de sus caricaturas, las que apuntaban directamente al dictador en muchos casos.

La Cacerola se publicaba en tres colores, dieciséis páginas por número, mayormente con material de humor gráfico del equipo BRO-MU-RO, y con algunos textos. Se sabe de la participación de Eduardo de la Barra, Juan Carter (El Gato) y Kaliban. El tamaño es el mismo de la revista, usual en este tipo de publicaciones. El último número en aparecer es La Cacerola 9, de fecha 21 de agosto de 1984 (en revista Cauce número 19).

A contar del número 20 la revista Cauce pasa a semanal y La Cacerola se cancela. A cambio de esto, en su interior, se crean tres páginas exclusivas de humor a cargo de El Gato, que se suman a las que ya hacía De la Barra. Además, los mismos dibujantes se encargan de algunas portadas de la revista que destacan en el sombrío panorama de censura. Cauce publicó su último ejemplar, el número 227, en diciembre de 1989, tras las primeras elecciones democráticas luego de la dictadura.

La revista Hoy fue una publicación de corte noticioso creado el 1 de junio de 1977 cuyo objetivo era entregar un enfoque informativo alternativo a las voces oficiales de la dictadura y los medios proclives al régimen. Su editorial responsable fue Araucaria, y el impulsor de la publicación fue Emilio Filippi como director, secundado por Abraham Santibáñez como subdirector y Hernán Millas como jefe de redacción. En lo fundamental corresponde al equipo periodístico que se retiró de la revista Ercilla unos seis meses antes dado el cambio de orientación en su contenido propiciado por los nuevos propietarios de la publicación.

Como todas las publicaciones de oposición sufrió continuas persecuciones, clausuras y censuras de todo tipo. El año 1987, Filippi sale a formar el periódico La Época, asumiendo Santibáñez la dirección.

En su interior la revista incluyó siempre algo de humor, especialmente de la mano del dibujante Rufino, así como de Hervi. En agosto de 1987 lanzó el primer número del suplemento Humor de Hoy, que se vendía como ejemplar independiente con el objetivo de “festejar los primeros diez años de la publicación”.

 
 

Dado el éxito de la publicación su periodicidad se hizo mensual, pero siempre como edición extraordinaria de Hoy, sin ningún tipo de numeración u otra indicación. Para el número de febrero de 1988 ya no se muestra como edición extraordinaria, y en su interior se incorpora una advertencia indicando que la Empresa Editora Araucaria ha registrado la marca Humor para publicaciones. Esto nos induce a pensar que tal vez se había pensado establecerla como revista independiente, lo que finalmente no se produjo.

Todos los números tienen 36 páginas en total, portada a color y 32 páginas interiores en blanco y negro, con excepción de unas cuatro o cinco interiores que también eran a color.

El tipo de humor es decididamente opositor al gobierno de Pinochet, en momentos en que el régimen mostraba señales de término con la planificación del plebiscito del año 1988 sobre el candidato propuesto por el Gobierno y el curso de la constitución preparada por el mismo Gobierno.

Dentro de la lista de los colaboradores incluso puede observarse a un Themo Lobos claramente envuelto en la oposición, demandando el retorno a la democracia con humor y gracia. Los restantes participantes —que incluyen habitualmente dos páginas cada uno— forman una larga lista que agrega variedad y sabor a la revista. Trabajos de De la Barra, Albornoz, Rufino, Hervi, Ricasso, Hernán Venegas, Nakor, Guillo, El Gato, Amengual, Zañartu, Bristilo, Shuto y VePe, además de un selecto grupo de redactores: Millas, Blanco, Payo Grondona, Jorge Montealegre Iturra .

Pasó un poco más de un año de terminada la experiencia con Humor y la revista Hoy decide realizar un nuevo suplemento mensual. Bajo el título ¡Ay...! relanzó el concepto de humor gráfico masivo y con el leitmotiv de “aquí no se salva nadie”. Se incluyó en el ejemplar que correspondía al primer lunes de cada mes, a contar de junio de 1989.

Como editor se indica al longevo colaborador de la sección humor en la publicación Rufino, mientras Jorge Montealegre es el coordinador. Colaboran los habituales Hervi, Guillo, De la Barra, Palomo, Zañartu, Cárcamo y, desde Argentina, Grondona White. Ocupando todas las páginas centrales, con un total de entre diez a doce planas con humor gráfico político a todo color, fue una versión algo más limitada de la anterior Humor.

Ahora el foco principal fueron las cercanas elecciones tanto del presidente como del Parlamento que se realizarían en diciembre de 1989, y que serían quienes ahora guiarían los destinos de la recobrada democracia en el país, de cuyo devenir va trazando una humorística línea este suplemento.

Y dado que se acercaban elecciones, también grupos cercanos a la dictadura salieron a publicar revistas de sátira, que en el fondo eran fuentes de escarnio permanente a la difícil unión de las fuerzas opositoras a Pinochet.

Un ejemplo fue El Aguijón, un suplemento de sátira que se publicó en distintas revistas de apoyo a la dictadura. La primera de ellas se llamó A Fondo - El Bisturí de Papel, publicación de aparición quincenal que comenzó a salir a kioscos el 25 de noviembre de 1986. A contar del número 22 se incluye el suplemento El Aguijón, en papel de mejor calidad y a todo color. Concluido el ciclo de A Fondo, se saca la misma publicación con un nuevo título: El Bisturí de Papel, también de corte magazinesco y de noticias, que publicó de forma discontinua veintiocho ejemplares entre los años 1988 y 1989, con una periodicidad quincenal. Siguió incluyendo en su interior El Aguijón.

Siendo una publicación diseñada con el único fin de apoyar al Gobierno de Pinochet ante las entonces próximas decisiones respecto de su eventual continuidad, primero en el plebiscito de octubre de 1988 y luego ante la elección de un nuevo presidente y un Parlamento, su transparente e impúdico apoyo a la dictadura se observa de igual forma en su suplemento satírico. Por ejemplo, la portada del número 6 muestra a un sonriente Pinochet junto a su también alegre esposa, Lucía, y a un grupo de niños. Esta misma foto puede verse en panfletos de apoyo al “Sí”, opción que manifestaba el sí a la continuidad de Pinochet en el poder hasta 1997.

Respecto a los dibujantes que participan en El Aguijón, varían algo entre las dos etapas. En la primera etapa están Goy, Carlos Miranda y Rein. En la segunda época aparece firmando Leal/Toño, AL.TO, Goy y en ocasiones Ciré.

 

Vuelta de la democracia: recuerdo y esperanza

El respiro que el país tuvo con el fin de la censura y la celebración de elecciones bajo la espuria Constitución llevó a un explosivo resurgimiento de las revistas de sátira política. Al parecer, el retorno de los políticos a las portadas y noticias, sumado al efervescente ambiente, llevó a muchos a plantearse como muy buena opción la publicación de una revista de este estilo.

Las encontramos partidarias, ecuánimes, de calidad, casi panfletarias, repetidas, obsoletas y también originales. De todo puede hallarse en este periodo, en el que vemos florecer nuevamente la obra satírica, para finalmente decantar y quedar muy pocas, o casi ninguna.

El legendario dibujante y exitoso editor Guido Vallejos lanza, a través de Producciones G. y G., en agosto de 1989 El Loro, La Política a Todo Humor, revista semanal de humor político. Coincidente con el fin de la dictadura, fue una oportunidad que vio Vallejos de sumarse a la lista de publicaciones dedicadas al humor, luego de dieciocho años de dictadura, aprovechando su larga experiencia en el rubro revistas.

 
 

Contó entre sus colaboradores a artistas chilenos, a los que sumó trabajos de argentinos: Azarias, Carso, Carlos Cárcamo, De La Cruz, Carlos Miranda, Guivar, Basurto, Devilat (Helmut), Guidú, Fontanarrosa, García, Nilson y Landrú. Además, incluyó redactores de variados orígenes: Galo, Ernesto González, Alex Estay, Donald Bello, Juan Bley, Carmen Imperatore, Keko, Roberto Gómez, S. Rabanal, Colombatti y Cata.

En general no se abanderizó por ningún candidato, y la revista fue un reflejo de los avatares de aquellos meses que llevaron a la primera elección democrática de presidente en veinte años. Sí puede apreciarse una cierta condescendencia con la acción de Pinochet, al cual no trepida en señalar como la figura de la semana, luego de las elecciones de diciembre de 1989, al «Primer Mandatario» que «termina su tarea y con ello da paso a un nuevo gobierno civil», olvidando así todo el costo que el país debió pagar para poder llegar a ese momento.

Como una iniciativa del millonario y entonces candidato a senador Sebastián Piñera, hoy presidente de la República, Hernán Millas edita en 1989 la publicación Humanoide bajo el sello de la editorial Los Andes, propiedad del mismo Piñera. Aun cuando en un primer momento la intención era editar nuevamente Topaze, ante la imposibilidad de ello, por derechos de autor, se decide utilizar una expresión usada por el integrante de la Junta Militar almirante José Toribio Medina para referirse a los opositores al régimen.

 
 

Menciona Millas en entrevista que él exigió amplia y completa libertad para dirigir la publicación manteniéndose dentro de los parámetros del humor político. Y así fue como la publicación logro llegar hasta el número 17, habiendo renunciado Millas a continuar en su cargo por una situación que justamente se alejaba del acuerdo establecido de no intervención.

En su interior se incluyeron trabajos gráficos de Nakor, Hervi, Palomo, Themo Lobos, Rufino, Azarias y Guillo, así como aportes de dibujantes argentinos: Grondona White, Tabaré, Quino y Oski (que no son de carácter político). A ello se suman los aportes de textos de un gran número de destacados comentaristas como Igor Entrala, Germán Gamonal, Carlos Ruiz-Tagle y Payo Grondona,

El recuerdo de millones de chilenos produjo un renacer del interés en este tipo de publicaciones, y el diario La Tercera, parte del grupo Copesa, quiso también sumarse a ello. Aprovechó los derechos al nombre Topaze que poseía y la incluyó como un suplemento semanal en su periódico. Buscó experimentados artistas dibujantes y redactores que pudieran dar vida nuevamente a este “barómetro” de la política nacional.

El 13 de agosto de 1989 se lanza el primer número, que muestra a los dos principales contendores de la próxima elección presidencial, Patricio Aylwin y Hernán Büchi, enfrentados y con el clásico Verdejo observando el cuadrilátero, y dos pequeñas candidaturas buscando sumarse, mientras el profesor Topaze dirige el enfrentamiento. Una serie de guiños al recuerdo y a la contingencia arman este comienzo de lo que sería una larga andadura de casi ocho años.

Al igual que en la publicación original, las principales autoridades cuentan con personajes estables, entre ellos Don Lalo (Eduardo Frei Ruiz-Tagle), El Caballero (Augusto Pinochet) y El Conde Gabriel (Gabriel Valdes), además de Moya (en representación del ciudadano común) y secciones escritas como “Los Chismes de Peggy”.

El 23 de noviembre de 1998 comienza a publicarse The Clinic… firme junto al pueblo… como un par de hojas que se obsequiaron por ocho números. Ya para el número 9 este periódico satírico de aparición quincenal publicado por la Sociedad de Ediciones y Publicaciones Boley, SA, se ofrece a la venta en kioscos, con Patricio Fernández como director y Pablo Dittborn como gerente general.

Recordemos que The Clinic es el nombre de la clínica donde estaba internado el entonces senador vitalicio Augusto Pinochet en Londres cuando fue detenido por una orden emanada por el juez español Baltasar Garzón, quien precisamente aparecía en la portada del primer ejemplar.

Desde su aparición ha mantenido el formato tabloide, con impresión en blanco y negro por los primeros cien números. Desde el comienzo tuvo una gran cantidad de seguidores que la transformaron muy pronto en una de las revistas más leídas de Chile.

El fuerte de la publicación fueron sus notas y crónicas satíricas, y las periodísticas generales, pero con una mezcla temática que no es abordada por otros medios. El mayor componente es el político, pero también hay espacio para revisar la historia, la cultura tradicional, sexo, música y libros, todo ello aderezado con humor, que en su parte gráfica se ha expresado habitualmente por la intervención de fotografías. Al mejorar el papel y agregar color, las secciones fotográficas han tenido también una presencia destacada.

En cuanto a las notas, ha tenido y tiene columnistas destacados, así como entrevistas a políticos y artistas con un estilo irreverente y agudo que dista de su competencia. Resumiendo: una publicación con información variopinta o con un enfoque distinto, conforme a la evolución de una sociedad que se abre paso en Chile (pero que no es vista así en su clase dominante, que aún observa el mundo desde una óptica conservadora), que ha logrado el éxito y que a la fecha de cierre de este artículo supera las 730 ediciones.

En cuanto al humor gráfico dibujado, este puede verse a contar del número 50, y de forma más bien tímida, incorporando algunos trabajos. Usualmente son viñetas anónimas, o con seudónimos difícilmente repetidos (León Pascal, Grumo y Salgato).Ya a contar del número 76 comienza anotarse un mayor interés al incorporar la página Patio Trasero. Tinta latinoamericana, con una selección de caricaturas de artistas latinoamericanos a cargo de Alen Lauzán, quien también colabora con ilustraciones y trabajos propios. Para el año 2003 aparecen trabajos de la dibujante Maliki Cuatro Ojos, con una serie de crónicas más bien personales, donde el humor es un tema marginal.

Ya indicamos que en el número 100 mejoró la presentación. En la parte gráfica siguen Lauzán, Maliki y los múltiples fotogramas e intervenciones con intenciones humorísticas. Sin demasiado entusiasmo, se observa una mayor presencia de caricaturas a artistas, políticos y diversos entrevistados. Dentro de las múltiples sátiras, incorporan una al suplemento infantil del diario La Tercera, Icarito, titulado aquí Picarito, Pichuleo Escolar, con una página de gran presencia gráfica.

Notas y entrevistas a artistas sostienen algo el humor dibujado, pero hay ocasiones en que este casi desaparece. Y para el número 175 comienza a remontar: vuelve Picarito, se suman Los Cuentos de The Clinic (especie de revisitación a los cuentos clásicos), otra serie sin nombre usando viñetas de cómics de la era clásica con textos adaptados y con nuevo final, y vuelve también Maliki.

Todo este repunte redunda en la aparición, en septiembre de 2006, del suplemento El Mono Juliao, en el número 185, del 7 de septiembre de 2006, el que tendrá una aparición mensual. Se inaugura este El Mono Juliao. Suplemento Mensual de Humor Gráfico y otros Jugos de The Clinic con el número 0, con un total de cuatro planas mostrando el trabajo de Langer, Christiano, Salinas, Lauzán, Martirena, Ares y Silva. Pronto se sumarían Carlos Reyes, Leo Ríos, Asterisko, mostrando al grupo que en esos años hizo del humor gráfico su consigna, y que veremos luego en otras publicaciones.

 
 

Este suplemento continuó hasta marzo de 2007 (número especial 200). En la edición de abril, numerada como 6,5, contiene solo dos páginas, para pasar en las siguientes a estar distribuido en el interior de la publicación. Como dijo algún cronista, es un «mono desparramao», lo cual continúa (los números 204, 206 y 208 son los que conocemos) hasta que se desvanece el concepto original y se retira el humor gráfico. En general, por todo el año 2007 podemos encontrar una página, las Tiras del Mono Juliao, con dibujos de Leo Ríos, Asterisko, Lauzán, Christiano y Garrincha.

En el mismo periodo, pero fuera del Mono está el trabajo de Mauricio Ahumada con la serie “Todo pasa en Santiago”, y la aparición de una “fotonovela” protagonizada por El Feo.

En años posteriores se sumará el dibujante Malaimagen (Guillermo Galindo) como un habitual que se mantiene a la fecha de cierre de esta investigación.

Inserto en la revista cultural, alternativa e independiente, La Calabaza del Diablo se publica en 2004 un suplemento titulado La Momia Roja. Irreverente desde el título, que mezcla la izquierda y la derecha política, es dirigida y orquestada por el dibujante Christiano.

 
 

La publicación de doce páginas orienta los distintos números por tema; así, el primero está dedicado a los curas y sale al público en abril de 2004. El segundo, incluido dentro del número 31 de La Calabaza del Diablo, se publica en mayo. El cuarto ejemplar, de julio, dedicado a la farándula televisiva, es al parecer el último.

La lista de colaboradores incluye a Palomo (El Cuarto Reich), Hervi (Supercifuentes), Alén Lauzán, Rodrigo Salinas, Peirano, Langer, Furnier, Angonoa, Varilla (Jorge Varas, desde Suecia), Leo Ríos, Pablo Stephens, Garryflex, Loreto López, Alexis Díaz y Carlos Reyes.

Subtitulada “La revista del humor inconsecuente”, La Momia Roja fue una solitaria muestra del humor político hecho de forma independiente de los poderes establecidos en el país, tanto en el Estado como en la prensa. De publicación mensual, fue dirigida por Christiano, Christian Gutiérrez, con un amplio grupo de colaboradores a contar del número 0, fechado en junio de 2010, una vez que se salió de la revista que la contenía.

 
 
 

Publicada en un curioso formato tabloide, no tenía cortadas las hojas, por lo que era en la práctica una sola hoja gigante plegada que debía extenderse para leer el interior. En total tenía ocho páginas que destilaban un humor corrosivo al Gobierno de turno, entonces dirigido por el millonario de derecha Sebastián Piñera.

Chistes, fotogramas, incluso una pequeña fotonovela, condensan mucha creatividad en muy pocas páginas. A contar del ejemplar número cuatro, de octubre de 2010, se comienza a incluir en la contraportada una simulada portada del periódico La Tercera, que, usando la misma gráfica y estilo, se titula La Piñera.

Sin casi ningún tipo de limitación, el humor incluido podía ir desde lo grotesco a lo satírico gracias a la increíble cantidad de colaboradores y de temas que se desprendieron casi desde el primer momento del Gobierno de Piñera. En el número 6 incluso se da el lujo de disponer de una hoja con humor de caricaturistas extranjeros sobre la situación chilena, especialmente con las protestas estudiantiles que se desataron ese año. Solo logra sobrevivir un par de números más, ahogada por problemas de distribución.

En enero del año 2008 comienza a publicarse una revista de humor gráfico político también en formato tabloide, El Malhumor, similar a otras iniciativas del periodo y donde podemos hallar un conjunto semejante de colaboradores. Bajo el sello de Wirin editor, solo seis números son publicados durante el año, comenzado con el número 0.

El director es Germán Miranda, que firma como Asterisko, mientras que en el equipo de trabajo se pueden encontrar los nombres de Christiano, Pizolti, Ignacio Muñoz, Leo Ríos, Langer, Angonoa, Furnier y nuevas adquisiciones locales como Karlo, Pedro Melinao, Iván Apelgren, Tomás Ives y los textos de Perro Cogollo Ferós, Dr. Roscoe, Pol Vareda y Dra. Potito Corazón de Paloma. Muchos de ellos habían sido parte del suplemento que hacía menos de un año publicara The Clinic, El Mono Juliao.

A mediados de julio de 2012, en la mitad del Gobierno de Sebastián Piñera, y en plena efervescencia estudiantil luego de las multitudinarias protestas, un grupo de ex funcionarios de ese mismo Gobierno se lanzó con una nueva revista de humor político. Ají Verde, que no le pique es el título para una revista que quiso poner humor desde el enfoque conservador de derecha a la política, sin mucho éxito.

Revista en formato tabloide nuevamente, a todo color y con papel cuché de muy buena calidad, incluyó un «tono inofensivo y los chistes anacrónicos».

 

Al día de hoy

Luego de lo mostrado anteriormente, mirar la situación al día de hoy no puede sino de calificarse como paupérrima en el aspecto editorial. No hay prácticamente publicaciones, y The Clinic, si bien sigue editándose no es propiamente una revista de humor. La masiva irrupción ya no solo de Internet, sino de las redes sociales, han transformado el humor que los lectores pueden ver. Los memes y la visualización de imágenes en forma permanente, desde todos los equipos disponibles y en todo momento, ha generado un desinterés por los medios impresos, por lo que no se ve claro ni pronto un camino para el resurgimiento. Por ahora —entonces— estas publicaciones seguirán siendo del recuerdo.

 

Referencias

GARCIA, MAURICIO; MONTEALEGRE, JORGE, y otros (2017): Un país de Tontos graves, Museo Histórico Nacional.

DONOSO, RICARDO (1950): La Sátira Política en Chile, Ed. Universitaria.

MONTEALEGRE, JORGE (2008): Historia del humor gráfico en Chile, Ed. Milenio.

ELOY, HORACIO (2014): Revistas y Publicaciones Literarias en Dictadura, Piso Diez Ediciones.

MONTEALEGRE, JORGE (1993): Von Pilsener, Primer Personaje de la Historieta Chilena, Ediciones Asterión.

Creación de la ficha (2018): Félix López · Revisión de Claudio Aguilera, Kiko Sáez, Alejandro Capelo, Manuel Barrero y Félix López.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Moises Hasson (2018): "Cómic político en Chile (1858-2016). 150 años de publicaciones de humor, sátira y política", en Tebeosfera, tercera época, 8 (23-IX-2018). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 18/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/comic_politico_en_chile_1858-2016._150_anos_de_publicaciones_de_humor_satira_y_politica.html